Mujeres
Cuando Tsuna conoció a Gokudera Hayato, su primer pensamiento fue que era el chico más temible con el que se había encontrado. La cara de pocos amigos y sus claras intenciones de deshacerse de él solo fueron un respaldo a esa teoría, aunque al poco tiempo Gokudera se volvió ese amigo, aunque él no lo deseara en un inicio, que siempre estaría ahí para él y la familia en las buenas y en las malas.
Más temprano que tarde, Tsuna fue consciente de un pequeño, insignificante, pero muy notorio problema con el peliplateado: Gokudera tenía problemas con las mujeres. Y no, no se refería a que las chicas no se fijaran en él. Todo lo contrario, ellas parecían adorar al chico, tanto que incluso desde su primer día en Nami—chuu muchas habían expresado su gran interés por el chico.
La situación era que él parecía odiarlas.
Una idea, vaga y fugaz, cruzó la mente de Tsuna: tal vez a Hayato no le interesaban las chicas, tal vez sus gustos se inclinaban en otra dirección, aunque ese pensamiento fue desechado tan pronto apareció, cuando el italiano también expresó su fastidio por todos a su alrededor. La creencia de que Hayato tenía problemas con las chicas se reforzó una vez conoció a su hermana.
Bianchi era una chica hermosa en la misma proporción que lo era de peligrosa, no por nada era el escorpión venenoso, pero aun así fue una sorpresa cuando se enteró del trauma que había dejado en el chico bomba, el cual ni siquiera podía mirar a la italiana a la cara sin sufrir un colapso.
«Pobre Gokudera» pensó en varias de las ocasiones en las que lo miraba sobre la cama.
Tsuna quiso pensar que tal vez esa era la raíz de su problema con las chicas. Aunque eso quedó descartado cuando una tarde él mismo comentó:
—Las mujeres son fastidiosas y escandalosas —sonaba tan convencido que ni él ni Takeshi intentaron cuestionarlo.
—Ustedes aún son tan inmaduros —murmuró Reborn, y el rojo estalló en las mejillas del italiano antes de gruñir y volver a sus notas.
El tema no se volvió a tocar… Al menos hasta que Haru llegó a sus vidas.
Miura Haru sacó a relucir nuevamente el problema que Gokudera Hayato tenía con las mujeres, específicamente con esa mujer. Si alguien miraba atentamente su comportamiento con el resto de chicas no cabría duda que el peliplateado tenía algo realmente malo por la castaña. Si bien las interacciones con el resto de chicas que los rodeaban no eran cercanas, salvó tal vez con Shittopi-chan, Hayato no parecía tan renuente al resto.
Kyoko, por ejemplo, era la prueba de que, si quería, podía ser amable con las chicas, en palabras suyas:
—Porque es la mujer del décimo.
Está de más decir que la cara de Tsuna se sintió tan caliente que creyó que moriría por combustión espontánea mientras Yamamoto solo se reía.
Otro gran ejemplo de que Hayato no era tan malo con las chicas -ni con los niños- era I-pin. Gokudera reconocía abiertamente que I-pin podía ser muy útil y fuerte incluso cuando era tan pequeña aún, todos veían el potencial en ella, y Gokudera agradecía mil veces más trabajar con ella que con Nii-san, Yamamoto o Lambo... Y sin embargo Haru, ella parecía un tema distinto.
Haru y Hayato parecían agua y aceite. En cuanto se juntaban gritaban por cuanto tema hubiera presente: él gritándole lo "estúpida" que era y ella lo "neandertal" que él podía ser. Verlos discutir resultaba interesante por decir lo menos, siempre encontraban nuevos insultos para gritarse, algunos incluso dejaban a Takeshi y a él preguntándose de dónde sacaban tantas ideas tan ingeniosas.
—Los que pelean se aman —comentó el beisbolista una mañana mientras caminaban a la escuela.
— ¡Hahi!
— ¡¿Quién podría estar interesado en esta mujer estúpida?! —grito él italiano con el ceño fruncido y las mejillas… ¿Rojas?
Tsuna lo atribuyó a la molestia mientras Haru gritaba, nuevamente, que ella se convertiría en su esposa y él italiano gritaba cuan estúpida era ella por pensar eso.
El pensamiento volvió a golpearlo un par de meses después. Kyoko y él habían comenzado a salir a sus quince años para su eterna felicidad, y aunque al principio había temido herir profundamente a Haru, él desechó ese pensamiento en cuanto la vio actuar con tanta normalidad con todo el grupo.
—Haru-chan y Gokudera-kun parecen muy cercanos —mencionó Kyoko una tarde de camino a casa después de la escuela. Tsuna frunció el ceño, no lo había notado.
— ¿En serio? —pregunto al ver a los chicos pelear frente a ellos.
—Pensé que Haru-chan estaba molesta conmigo —confesó el ángel de Namimori con un suspiro —pero ella parece haber olvidado el tema desde hace unas semanas, además parece que ella y Gokudera-kun se han acercado mucho, ¿crees que podrían comenzar a salir pronto? — él no podía verlo, a simple vista parecía que su relación seguía siendo la misma, pero un sutil cambio comenzaba a aparecer ahí, tan notorio como para que Kyoko lo mencionara.
Su mirada viajo rápidamente hasta sus amigos. Haru y Hayato peleaban, como siempre, mientras Yamamoto reía ante los elocuentes insultos de los más bajos. Tsuna miro mejor ¿de verdad las cosas habían cambiado entre ese par?
—¡Nos vemos mañana, chicos! —Haru se despidió elocuente como siempre.
—Nos vemos mañana, decimo.
—¿No entraras, Gokudera-kun? —cuestiono extrañado de que el peliplateado decidiera no acompañarlo hasta el anochecer como era su costumbre.
La mirada incomoda que compartieron él y la castaña no pasó desapercibida para nadie —Ammm... Haru tiene algunos problemas con matemáticas, así que Gokudera-kun se ofreció a ayudarla —explicó la castaña apenada.
—¡Lo compensare por completo, decimo! —se apresuró a decir mientras ofrecía una de sus mejores caras de disculpa.
—N-No es necesario, Gokudera-kun.
—¡Bien! Entonces, nos vemos mañana —Haru no tardó en darse la vuelta después de su efusiva despedida, arrastrando al chico con ella y ganándose algunas protestas por ello. El castaño miro un poco más en la dirección de los chicos. ¿Por qué Haru había optado por pedirle ayuda al guardián de la tormenta? Era obvio que entre todos el parecía ser el mejor en la escuela, sin embargo, Haru no tenía problemas en pedirle a su padre ayuda antes de recurrir a Gokudera, incluso eso parecía más razonable tomando en cuenta que el señor Miura era profesor de universidad.
—Tal vez deberíamos pedirle ayuda a Gokudera también —comentó el más alto llamando su atención, su rostro debió expresar su confusión inicial pues Kyoko no tardo en añadir:
—¡Cierto, los exámenes están cerca! —cualquier pensamiento se borró de inmediato mientras recibía una patada de Reborn y promesas de estudiar al estilo Vongola.
Fue una sorpresa cuando una semana después Gokudera se excusó después de recibir un mensaje argumentando que "La mujer estúpida no entiende geometría" para despedirse y caminar hacia la casa de Haru mientras murmuraba maldiciones.
—Ellos deben llevarse bien —fueron las palabras de Yamamoto antes de seguir con su camino.
El cuándo y por qué estas reuniones se volvieron una rutina seguía siendo un misterio para todos, sin embargo, fue algo que sucedió tan paulatinamente que dejo de ser un relevante para todos después de un tiempo. Algunas veces estudiaron junto a todos, aunque la mayoría Reborn lo alentó a tener una cita con Kyoko, o lo amenazo con otro entrenamiento exhaustivo.
Era agradable ver a ese par haciendo algo más que pelear. Algunas mañanas mientras caminaban a la escuela, Haru aparecería saludando a todos, solo para correr hasta caminar a lado del italiano y comenzar con una conversación banal: sobre alguna materia en particular, o algún libro nuevo, o incluso una película. Mientras tanto, Kyoko y Yamamoto sacarían algunos comentarios al respecto y él solo escucharía atentamente hasta que alguno hiciera alguna pregunta respecto a su opinión.
Por las tardes no sería muy distinto.
Eran días muy tranquilos hasta que una mañana, al salir de casa, no se encontró con Gokudera, y aun cuando Yamamoto se unió a él a mitad del camino, Gokudera seguía sin aparecer. Fue extraño, y la preocupación solo creció un poco más cuando Haru, Kyoko y Hana se unieron a ellos y la castaña negó saber dónde se podría encontrar el italiano.
La primera clase comenzó. Su vista viajo continuamente de la ventana a la puerta y el asiento frente a él en la espera de que su autoproclamado mano derecha llegara y después ocupara su asiento, llamando la atención de todos. Esto no paso, pero al final de la clase su celular vibro y un suspiro que no supo que había estado conteniendo escapo de sus labios.
-"Lamento comunicarme hasta ahora, decimo, tuve que atender algunos asuntos personales, pero estaré mañana a primera hora con usted."
Con el asunto arreglado pudo concentrarse nuevamente en las clases, y pareció no ser el único, pues cuando llegó el almuerzo Yamamoto le mostro el mensaje que había recibido del guardián: —Hey, idiota, cuida del décimo, estaré ocupado hoy, pero si algo le pasa iré a golpearte
Ambos rieron al respecto antes de que las chicas llegaran conversando animadamente.
—¡Haru no está saliendo con Bakadera, Hana-chan! —chilló Haru.
—Bueno, ¿entonces porque te mando un mensaje? —refutó la chica con una sonrisa de suficiencia al ver el puchero en el rostro de Haru.
—¿También recibiste un mensaje de Gokudera, Haru? —preguntó Yamamoto llamando la atención de las chicas.
Haru asintió sacando su celular y mostrándoles el mensaje:
—Haru, tendré que posponer la sesión de estudio, tengo algunas cosas que hacer —corto y conciso, como solo Gokudera podría serlo.
—¿Está todo bien? -había contestado Haru después.
—No es nada del otro mundo, estúpida, así que no hagas un drama de esto, mañana estaré de vuelta.
—¿En tu departamento?
—No, no creo que se pueda, el piso es un asco, y el dueño está siendo un jodido dolor en el trasero con eso, aunque claramente no fue mi culpa que sus jodidas tuberías estuvieran tan viejas que Uri las destrozara con un simple ataque -una gotita cayo en por su cien al leer eso.
—No deberías dejar que Uri juegue bajo el fregadero.
—Lo que sea, nos vemos mañana. No hagas nada estúpido, mujer.
—¡Haru no es estúpida, Bakadera!
Y con eso terminaban los mensajes.
—Podríamos buscar a Gokudera después de la escuela —sugirió Yamamoto.
—Hayato está bien —la voz de Bianchi llamo la atención de todos. Ahí, cerca de la barandilla estaba Bianchi, con el cabello atado en un moño, y sin las gafas de sol a las que ya estaban todos acostumbrados.
—Mañana estará aquí, se los prometo.
Bianchi tenía razón, a la mañana siguiente Gokudera se encontraba fuera de su casa, con la misma sonrisa de siempre al lado de Yamamoto; peleó con Haru y Yamamoto como siempre; todo transcurrió como lo haría en un día normal.)
Tsuna lo pensó un momento. Haru y Hayato parecían como agua y aceite desde que se conocieron, sin embargo, de un tiempo en adelante ellos se habían acercado hasta el punto en que las cosas cambiaron. Aún continuaban peleando, pero ya no parecían andar en un campo minado donde una discusión explotaba al menor indicio, sino más bien era la forma en que las cosas fluían entre ellos, dónde todas las tensiones de desvanecen en los primeros intercambios para después simplemente ser una competencia por quien tenía los insultos más ingeniosos. Los bordes afilados y peligrosos se habían limado y solo quedaba un contorno áspero pero funcional para ellos, para él especialmente...
Y aunque algunas -muchas- veces peleaban, la relación entre ellos parecía haber mejorado lo suficiente para ser Haru la más contenta durante la fiesta de cumpleaños de Gokudera, donde éste anuncio que le cedería su lugar como jefe de la familia de su padre a Bianchi.
—Tal vez ahora ellos puedan estar juntos —había dicho Kyoko al notar a ambos chicos conversando en un balcón lejos de la fiesta.
—¿Tú crees que…? —no pudo terminar la oración antes de ver a Haru alejándose de Gokudera.
Ella no se veía en absoluto feliz, Gokudera parecía molesto por igual, y bueno, eso no cambió por el resto de aquella noche.
Las peleas entre ellos eran frecuentes, tanto que las pelas serias parecían no existir entre ellos. Podrían molestarse por un rato, incluso por un par de días, pero no más que eso, alguno de los dos terminaría por ceder, hablarían, incluso tal vez se gritarían, pero lo arreglarían. Por ello verlos no hablarse durante casi un mes fue preocupante.
—Haru no me ha dicho nada —murmuró Kyoko.
—Y Gokudera tampoco parece querer decirnos, tal vez podrías preguntarle, Tsuna.
—Ayudar a tus hombres es parte de ser el jefe, Dame-Tsuna —le recordó Reborn.
—Siento que no es bueno meternos en sus asuntos… —la mirada que le dedico el ángel de Namimori le invito a continuar —pero creo que ambos son demasiado orgullosos y obstinados como para resolverlo por sí mismos.
Kyoko sonrió enormemente al escuchar sus palabras y de inmediato los tres comenzaron a planear la forma de ayudar a ambos chicos.
Su plan, como la mayoría de las veces, resulto bien, ellos pudieron arreglarlo, pero las cosas no parecieron regresar a la normalidad. Haru se excusaba infinidad de veces durante las tardes con alegando tener que estudiar para los exámenes finales. Nadie se perdió de la mirada que Gokudera le dedico la primera vez que lo hizo.
—Creí que Haru y tu estudiaban juntos —el ceño del peliplata se frunció un poco más -si eso era posible- ante el comentario del moreno.
—Tal vez ya no es tan estúpida como antes —gruñó, regresando a los garabatos en su libreta. —Tú también deberías comenzar a esforzarte si quieres acompañarnos a Italia, no dejare que sigas en la familia con tus pésimas calificaciones.
Gokudera continúo peleando con Yamamoto, y aunque todo parecía tan normal… Tsuna no pudo evitar pensar que tal vez aún tenía un problema con las mujeres.
El pensamiento se desvaneció entre todo lo que tuvo que estudiar, entrenar, arreglar, y revisar para su muy próximo viaje al castillo Vongola, pero éste regresó incluso más fresco cuando al fin tuvo entre sus manos los boletos, las maletas a sus pies y la imagen de Kyoko y Haru despidiéndose en el aeropuerto.
Haru se quedaría en Japón. Decía querer aprovechar aquella beca que había conseguido para la universidad. Cuando se los dijo, Tsuna asintió, pero le hizo prometer tener vigilancia y llamar solo por la línea segura para evitar posibles ataques. Todos habían estado bien con el acuerdo… todos menos Hayato.
Tal vez fue su hiperintuición, tal vez los años de amistad, tal vez un poco de ambas, pero supo que algo no estaba bien en el chico cuando lo vio mirar por la ventana del avión con el ceño fruncido y sus dedos jugando con el encendedor.
—Haru tampoco se veía muy feliz —Kyoko lo sacó de sus pensamientos con ese comentario.
—¿Crees que algo haya sucedido entre ellos? —preguntó obteniendo una mueca indescifrable de su novia.
—Haru parecía molesta con él desde que regresamos de Italia la última vez, pero… —Kyoko no supo cómo continuar. —Tal vez el problema es que nada sucedió entre ellos —después de lo que parecieron minutos enteros de silencio ella término con eso.
Sí, Hayato tenía un gran problema con las chicas, en especial con Miura.
Meses, muchos meses después, Tsuna se enteró que tal vez Hayato tenía menos problemas con las mujeres de los que él creía.
Todo había comenzado una noche en la que el trabajo está siendo más extenuante que de costumbre, y entre todo eso había olvidado preguntarle a Hayato sobre la junta que tendrían por la mañana con Melfiore.
Gimió para sus adentros, sí no preparaba esa junta como era debido Reborn lo mataría.
En contra de sus deseos de no molestar a su amigo justo cuando él había pedido un permiso para salir esa noche, tomó el teléfono y llamó. Fue una sorpresa que sonarán tres timbres antes de que su llamada fuera atendida; usualmente el peliplata solo dejaba pasar dos timbres como máximo, aunque Tsuna no pensó mucho en eso.
— ¡Décimo! ¿Todo está bien? —preguntó de inmediato con la voz agitada. Antes de que pudiera devolverle la pregunta una voz al fondo interrumpió:
—Hayato~ —esa era una voz femenina y, sin lugar a duda, no se parecía a ninguna que conociera.
—N—No… Quiero decir, sí, solo necesitaba la información sobre Melfiore —las palabras salieron tan rápido de sus labios que temió no lo entendiera, aunque nadie podía culparlo; jamás pensó que su mano derecha, el que parecía más que renuente a las chicas, encontraría una novia tan pronto, aún más tomando en cuenta la situación con Haru.
—Dejé la carpeta sobre su escritorio, tal vez se habrá perdido entre el resto —comentó de inmediato.
—Oh, creo que fue culpa mía, lo siento Hayato, ten una buena noche —comentó apenado de haber interrumpido.
—No hay problema, igualmente —y sin más la llamada terminó.
Tsuna olvidó los pensamientos sobre la misteriosa novia de Gokudera mientras repasaba los datos sobre los actuales negocios de los Melfiore.
El Vongola supo que algo no estaba del todo bien cuando, un par de días después, el tema había salido con Yamamoto en una de esas noches en las que Hayato había salido temprano.
—¿Hayato tiene una novia? —la sorpresa era tangible en la voz y el rostro del moreno.
—Sí, bueno, eso es lo que creo, escuché a una chica con él la otra noche…
Yamamoto frunció el ceño, un poco pensativo, antes de soltar una de sus risas casuales: —Tal vez solo quiere mantenerlo en secreto por un tiempo.
Tsuna asintió, no era extraña esa suposición, sí lo pensaba detenidamente. La situación fue aún más extraña cuando la conversación salió nuevamente frente al albino y con Yamamoto sonriendo ante su pregunta.
—Creo que tanto béisbol te fundió el cerebro —gruñó mientras volvía a revisar los papeles.
—Entonces ¿No tienes una novia? —insistió Takeshi aún con esa sonrisa confiada.
—No tengo una jodida novia —gruñó con la mirada afilada en dirección al moreno en una clara señal de que se callara. Señal que el más alto no recibió pues no tardó en agregar:
— ¿Estás seguro?, has pedido muchos permisos para salir últimamente. — Gokudera estaba a punto de sacar su dinamita, eso era obvio, más Tsuna decidió intervenir para evitar una pelea y que los papeles en su escritorio salieran volando.
—B-Bueno, yo también tenía esa duda —sus palabras frenaron las acciones del italiano —no quiero meterme en tu vida, Hayato, solo es simple curiosidad.
El peliplata pareció rendirse soltando un suspiro y revolviendo su cabello con nerviosismo…
—No tengo una novia, solo… tengo algunas citas —sus mejillas se tiñeron de rojo y el ambiente pareció cargarse de incomodidad.
—¡Dame-Tsuna! —Lambo entró en la habitación, lanzándose en el primer sofá que encontró y comenzando a quejarse de lo hambriento que estaba.
Cuando Haru llego a Italia, fue una sorpresa para todos. Kyoko había mencionado algo un par de semanas antes, pero no era algo concreto.
No es que le molestara tener a Haru con ellos, todos estaban felices de que ella estuviera ahí, Lambo incluso la había estrujado en un abrazo en cuanto había cruzado la entrada del castillo.
—¿Crees que sea buena idea que Haru se quede aquí? —Kyoko lo miró sin comprender antes de sonreír tan brillante como siempre.
—Haru-chan se ha sentido muy sola en Namimori —explicó, regresando la vista a su amiga quien conversaba tan animada con todos —Además, esta podría ser la oportunidad para que Hayato-kun y ella puedan comenzar a salir —confesó con tanta confianza que Tsuna se sintió mal por destrozar los planes de su novia.
—Kyoko-chan… no creo que sea una buena idea. Hayato ha estado saliendo con algunas chicas en este tiempo, tal vez las cosas estén mejor si se quedan como amigos —el ceño de Kyoko se frunció ante sus palabras mientras su vista continuaba fija en la castaña en un gesto que el castaño reconoció como pensativo.
—Es algo que Haru tenía contemplado, pero creo que ellos serían más felices juntos —murmuró volviendo a sonreir.
Tsuna no estaba muy convencido de que las cosas entre ellos funcionaran, en especial cuando esa pelea estalló. Nadie sabía la razón y nadie se atrevió a preguntar. Las cosas nunca habían sido tan tensas en entre ese par. Esto le hizo recordar aquella pelea ocurrida hacia casi cinco años atrás.
Kyoko había mencionado que antes de todo eso las cosas habían sido muy tensas, pero que no fue hasta esa tarde, cuando Gokudera accedió a tener una conversación con Haru, la chica había preparado algunos aperitivos para ir a la biblioteca con él y después de eso la castaña había estado encerrada en su habitación hasta la cena.
No necesito ser muy inteligente para saber que tal vez las cosas se habían salido de control en ese momento, aunque la duda de cómo había pasado aun persistía.
—Deberíamos ir de compras —propuso Bianchi tan casual como siempre, rompiendo con la tensión que inundaba el comedor desde el inicio.
—¡Es una maravillosa idea! —Kyoko no tardo en estar de acuerdo, recibiendo un asentimiento de todas las chicas.
—Puedo tomar un descanso, aunque al tío Kawahira no le gustara —murmuró I-pin.
—¿Les parece bien mañana por la tarde? —Bianchi preguntó a Chrome y Haru recibiendo un asentimiento tímido pero alegre por parte de la niebla y una expresión falsamente feliz de Haru.
—¡También quiero ir! —anunció un Lambo feliz.
—Con I-pin-chan, Bianchi-chan, Chrome-chan y Lambo-chan no será necesario que llevemos vigilancia —la mirada que le dedico Kyoko, además de la imagen de la siempre alegre Haru viéndose triste, le hizo soltar un suspiro lleno de resignación.
—Bien, creo que sería algo bueno para ustedes.
La cena había seguido un poco tensa a pesar de las conversaciones que salieron tras eso. Tsuna pensó en hablar con Hayato al respecto, aunque no estaba seguro de que eso fuera lo mejor, no quería meterse en la vida de sus amigos…
—¿Todo… todo está bien, Hayato? —preguntó una vez que estuvieron a solas en su oficina.
—¡Claro, décimo! —las palabras del italiano tenían la intención de ser animadas, sin embargo, Tsuna no fue convencido en absoluto, aunque prefirió no ahondar más. Tal vez podría hacerlo en un par de días, cuando las cosas comenzaran a enfriarse y Hayato no fuera tan obstinado al respecto.
O eso pensó antes de presenciar la escena más bizarra que pudo haber imaginado en su vida a la mañana siguiente.
Lo primero que escuchó fue un fuerte estruendo en el ala donde se encontraba la habitación de Haru.
Nadie lo pensó dos veces antes de correr hacia lo que muy probablemente podría ser un ataque al castillo, solo para encontrar a su mano derecha en boxers y a una castaña enfadada cubriéndose con la sábana de seda de su habitación
— ¡Largo, maldito pervertido!
— ¡Eso no fue lo que dijiste anoche, estúpida!
— ¡Haru no es estúpida! —se defendió cubriendo su cuerpo con la sábana. — ¡Además no fue Haru quien se lanzó sobre Hayato!
— ¡¿Qué no?! ¡¿Es que acaso tus neuronas son tan lentas que no recuerdas lo de anoche?! —la sonrisa ladina que le lanzó el peliplata lanzó más respuestas de las que pudieron haber pedido.
— ¡No lo digas así! —chilló ruborizada. — ¡Maldito neandertal
—Mujer estúpida.
—Haru no… —la protesta de la chica se vio interrumpida al percibir el carraspeo proveniente de Bianchi. El lio que habían armado, a mitad del pasillo, estaba siendo observado por todos en el castillo, desde los guardianes, hasta algunas de las mucamas que paseaban cerca. —¡Kya! —gritó, antes de cerrar de un fuerte portazo su habitación.
—Etto… Gokudera-kun… ¿Q-qué hacías en la habitación de Haru? —su pregunta era absurda, aunque una parte de él quería respuestas. Sabía que la atracción podía existir entre ellos, sin embargo, no se imaginaba como es que eso salto a… bueno, este desenlace.
—Yo… necesito un cigarrillo —gruñó el aludido ignorando a todos mientras caminaba a su habitación.
—Haru tiene mucho que explicar —fueron las palabras de su prometida antes de ir escaleras abajo y muy probablemente ordenar a las mucamas poner la mesa para el desayuno.
…
La relación entre Hayato y Haru resultaba ser difícil, mucho.
Ambos tenían un carácter muy fuerte, pero Tsuna sabía que debajo de todo eso, ambos tienen un gran corazón -caso un poco inverso en Haru, pues su enorme corazón cubría mayormente ese carácter que solo salía a flote cuando se trataba de ganarle una batalla al italiano-, pero eso no quitaba que fueran personas muy complejas.
Tal vez es por eso que no se sorprendió cuando después de esa mañana ellos no comenzaron una relación de inmediato. Kyoko había expresado su tristeza al respecto, pero su instinto le dijo que esto solo era temporal, que aun cuando ellos parecían agua y aceite en su adolescencia, su relación había avanzado en todos esos años y de alguna forma él sentía que ellos podían funcionar.
Su instinto nunca mentía: solo fue cuestión de un par de meses y muchos desayunos llenos de miradas ácidas hasta que la pareja al fin cedió ante lo que sentía.
Lo hicieron funcionar. En palabras de Kyoko "ellos habían esperado tanto por esto que no lo arruinarían tan fácil", y bueno, ella tenía razón. Es decir, aún había peleas entre ellos que eran iniciadas por cosas sumamente absurdas, pero estas parecían más un intento por recordar los viejos tiempos que discusiones per se.
Tsuna ya no podía recordar la cantidad de veces que los vio por las mañanas riendo mientras bebían un poco de café y esperaban a que el desayuno estuviera listo; también esa costumbre de caminar por el jardín de la mansión con una castaña descalza que recibía reprimendas que ella parecía ignorar; o las visitas a la biblioteca donde compartirían una taza de café -ella siempre prefirió el té, pero algunas veces podía hacer excepciones- y leían libros mientras Uri se acurrucaba en el regazo de Haru y recibía mimos.
Aunque nadie olvidaría las bienvenidas de ese par, a Haru lanzándose a los brazos de su novio mientras le gritaba lo preocupada que había estado y lo estúpido e inconsciente que era por no haber llamado en días, todo mientras él le regresaba los insultos y ambos parecían sumergirse en un montón de besos mientras creían que nadie los veía.
Su relación, al igual que siempre, era complicada, pero funcional para ellos, lo suficiente como para casarse tan solo dos años después.
Tsuna pensaba que tal vez Gokudera Hayato no tenía problemas con las mujeres, solo era un hombre complicado.
—¿Hm? Creí que estaba prohibido traer a los niños aquí — señaló lo evidente Takeshi en cuanto dos peliplatas cruzaron el umbral de su oficina.
—Aisha no es un niño, Aisha es una niña —señaló la pequeña tomando asiento en la silla que le correspondía a su padre.
—Cierto, olvidé eso, pequeña princesa —el moreno se ganó una enorme sonrisa de la niña.
—Así que...
Hayato se pasó la mano por el cabello antes de soltar un suspiro, explicándose antes de que él terminara
—Haru no pudo detenerla de venir conmigo —explicó. —La vaca vendrá por ella en cinco minutos.
—Y veo que aún no se deshace de la tercera persona —señaló el moreno.
—Intenta que lo haga cuando la mujer lo usa casi siempre —suspiró lleno de resignación —aún estamos trabajando con eso, en las dos —una risilla escapo de sus labios. Tsuna lo sabía, aun cuando Hayato podría jurar ante todos que odiaba eso de la castaña, ellos sabían que muy poco tenía eso de verdad, pues era uno de los tantos encantos de la castaña que obligaban al guardián a cumplir cualquiera de sus peticiones.
—Papá —los tres adultos giraron a mirar a la pequeña, los grandes ojitos verdes se volvieron en algo que Tsuna reconoció fácilmente como la mirada de cachorrito de Haru. —Aisha quiere un pastel —la risa sonora del guardián de la tormenta inundó el lugar.
—Así que esa es el arma letal de la pequeña Aisha.
—Tsk, cállate —Hayato no tardó en caminar hasta su pequeña y revolver su cabello. —Cuando venga la vaca podrán ir por uno a la cocina —el tono de su mano derecha cambiaba a uno que, aunque habían escuchado varias veces, resultaba aún extraño.
—¿Puede ser uno de fresas? —preguntó la pequeña con los ojos centellantes.
—Claro, claro.
—¿Y puedo jugar con Lambo-chan toda la tarde?
—Tiene cosas que hacer, así que solo será un rato.
—Pero…
—Nada de peros, no dejaré a ese vago salirse con la suya.
—Pero Aisha quiere jugar —los enormes ojos de cachorro volvieron a hacerse presentes, esta vez acompañados de un puchero.
Mientras padre e hija conversaban/negociaban, Tsuna llegó a un gran descubrimiento. No, no es que Gokudera Hayato tuviera un problema, simplemente tenía una debilidad por ciertas chicas.
Notas de la autora:
1.- Tenía pensado publicar esto desde antes, muchísimo antes, sin embargo la escuela se pudo más pesada con la situación actual y pues… ya entenderán. Espero les guste esta historia, tengo pensado sacar más partes de esta historia, narradas desde el punto de vista de algunos personajes como Yamamoto, Lambo, Bianchi, Kyoko, y claramente de nuestra parejita; añadiendo a esto, hay muchas cosas que tal vez no quedan claras o parecen muy narradas al aire, pero aclaro que esta historia y las demás que he escrito hasta ahora están conectadas, si gustan leerlas me harían muy feliz, aunque no es necesario, siento que está bien explicado… creo, si no es así, igual algunos puntos se aclararan en próximos capítulos.
2.- Agradezco a quienes leen y un poquito más a quienes dejan reviews, saben que los reviews siempre te motivan a actualizar pronto.
3.- Personajes de Akira Amano –a excepción de Aisha, que es mi creación- historia mia, sin más me despido, cuídense, y sayonara.
