Prólogo.
Estaba nerviosa, esperando a que los minutos pasaran mientras la prueba yacía sobre el lavamanos. Su corazón latía con notable rapidez y el estrés que llevaba encima le provocaba un dolor de cabeza que en su vida había experimentado.
Rin Sugimoto, 16 años, primero de preparatoria.
Una joven de carácter amable y dulce, siempre dispuesta ayudar y con una sonrisa sincera cada día. ¿Quién iba a creer que esa muchacha de cabellos castaños y rostro angelical terminaría enredándose con el joven más antipático y aun así brillante, que había pisado la academia Shikon?
Sesshomaru Taisho, un estudiante graduado dos años atrás, cuyo nombre aún sonaba en los pasillos de la escuela como sinónimo de perfección, porque sí, a pesar de su carácter, Sesshomaru no solo tenía las mejores notas y era reconocido por su gran inteligencia, sino que además tenía un porte y físico que intrigaban y a la vez intimidaban a todos los que estaban a su alrededor, pero Rin era diferente.
Había entrado en ese instituto recientemente y como era de esperarse, logró hacer amigos muy pronto, todo esto la llevó hasta Inuyasha Taisho el medio hermano de ese estudiante que había puesto la vara más alta en aquel lugar.
Debido a las clases que compartían, Rin terminó yendo más de una vez a su casa con el propósito de hacer tareas. Fue ahí donde conoció a Sesshomaru, quien al principio la había tratado con una indiferencia tan grande que a cualquiera le daría escalofríos, pero no a Rin, ella era tan dulce, que incluso bajo ese trato tan frío, nunca se lo tomó personal. Sesshomaru llegaba de la universidad y muchas veces se sentaba a leer en el sofá de la sala, en más de una ocasión Rin estaba en su casa trabajando junto a Inuyasha y en algún que otro momento cruzaron palabras. En el poco tiempo que estaban solos, que era básicamente cuando Inuyasha iba al baño o buscaba algo de tomar, ella le preguntaba muy interesada sobre sus libros, esto hizo que aquella actitud repelente que solía tener con todos cambiara poco a poco con su persona, sintiéndose incluso cómodo cada vez entablaban una conversación. Rin era una joven educada y con hambre de aprendizaje. Si bien a veces podía pasar por ignorante en algunos temas, su interés era tan genuino que Sesshomaru terminó por encontrarla como alguien muy interesante.
Pasaron los meses y el cumpleaños de Inuyasha llegó y la mejor manera de celebrarlo era con una fiesta en su casa, a la cual asistieron muchas personas, amigos y compañeros de la escuela que solía ver casi a diario. Rin no era la excepción, estuvo presente en la reunión de su amigo, pero a pesar de ser sociable y disfrutar de la compañía de los demás, la música alta y el ruido que generaban todas las personas celebrando, le ocasionó un ligero dolor de cabeza. Nunca había sido una chica de fiestas, no le gustaba tomar y tampoco los lugares en donde no podía escuchar sus propios pensamientos. A sabiendas de que la celebración duraría toda la noche, decidió retirarse a descansar un poco. La sala estaba vacía, por suerte la celebración era en el enorme patio trasero. Se sentó en el sofá y dejó caer su cabeza en el espaldar. Respiró profundamente al sentirse tranquila después de tanto ruido.
— ¿Cansada de tanto alboroto? — Escuchó una voz decir. Su tono era tan suave y a la vez tan fuerte que no pudo evitar dar un respingo al verse sorprendida después de creer que estaba completamente sola.
— Sesshomaru- San. — Exclamó aliviada una vez que lo vio. — No me gustan mucho las fiestas.
El joven, con un vaso de licor en la mano, tomó un sorbo y se sentó a su lado.
— ¿Para qué viniste, entonces?
— No podía faltar al cumpleaños de Inuyasha, además no es que no me haya divertido, pero creo que tengo mis límites. — Una risa inocente salió de su boca antes de continuar. — Sueno como una anciana, ¿no es así?
Sesshomaru la miró sin expresión alguna y luego tomó un sorbo de su bebida. Rin al contrario de tomárselo mal, simplemente cerró sus ojos y se recostó nuevamente del espaldar. De pronto sintió que el joven a su lado se levantó.
— ¿Ya te vas?
— Acompáñame.
Estaba acostumbrada a la actitud de Sesshomaru, pero esa vez le resultó extrañamente misteriosa, aun así no tenía nada qué hacer, por lo que terminó por seguirlo.
Llegaron a su habitación la cual estaba completamente llena de cajas con cosas adentro. Él empezó a buscar en una de ellas mientras Rin se cuestionaba el por qué de lo que estaba observando, ignorando completamente lo que él hacía.
— Ten.
Exclamó, extendiendo los últimos dos libros que había estado leyendo, Genji Monogatari.
Ella los tomó sorprendida, sin entender muy bien qué sucedía. Siempre le había llamado la atención, después de todo era un clásico.
— Esto es...
— En unas semanas me iré de intercambio al extranjero — interrumpió — como ya terminé de leerlo quiero dártelos.
— ¿Te irás? - contestó de inmediato, dejando de lado su atención a los libros — ¿Por cuánto tiempo?
— Un año.
Perpleja ante la respuesta de aquel muchacho, se sentó en el borde de la cama, como si no pudiera creer lo que le decía.
— Es mucho tiempo.
Él solo la observó desde arriba, como si no supiera qué responder.
En ese momento ella reaccionó y trató de enmendar el pequeño malentendido que pudo haber causado.
— Perdona, es que... — bajó la mirada y lanzó un pequeño, casi inaudible, suspiro antes de continuar, sonriéndole como de costumbre — Creo que harás falta en esta casa.
Pudo escuchar como una pequeña risa en modo de burla salía de la boca del muchacho, quien a su vez se acercaba a la cama para sentarse justo a su lado.
— Lo dudo, estoy seguro de que mi padre estará feliz de descansar de las peleas que tenemos Inuyasha y yo a diario.
— Pobre señor Toga, siempre tiene que intervenir. — Exclamó riendo ligeramente. Era cierto, Inuyasha y Sesshomaru discutían casi todos los días, aunque siendo sinceros en la mayoría de los casos el menor de los hermanos era quien iniciaba todo y aunque Sesshomaru muchas veces intentaba ignorarlo, casi siempre terminaban en malos términos.
Aun sintiéndose triste por la noticia, bajó la mirada y haciendo pequeños garabatos con los dedos en la portada de uno de los libros, confesó un tanto nerviosa.
— A mí me harás falta. Extrañaré conversar sobre los libros que lees. Siempre aprendo cosas nuevas contigo.
Sesshomaru sabía que esas palabras le habían costado, se veía apenada y trataba de aligerar el ambiente con una sonrisa que se notaba nerviosa.
— Lee los libros y cuando vuelva, hablaremos al respecto .
Sorprendida ante tales palabras, pero renovada por sus intenciones, relajó sus hombros y alegremente asintió.
— Encontrarás varias anotaciones dentro, con mis interpretaciones de algunos textos, en caso de que no entiendas algo.
— ¿Tan difícil es?
— Es solo algo distinto a la literatura actual.
Sonriente lo miró a los ojos. En definitiva eso le había subido los ánimos.
— De acuerdo, te agradezco mucho que me los prestes, sé lo cuidadoso que eres con tus libros.
— Confío en que los cuidarás.
Para ese momento la música de la fiesta y el ruido de las personas se había detenido para ellos. Estaban encerrados en una especie de burbuja totalmente aislada del mundo y como si se hubieran estado reteniendo por mucho, ambos terminaron por unir sus labios en un desesperado intento de sentir la cercanía del otro. Al principio muy suavemente y luego con un ritmo más acelerado, dejándose llevar por las sensaciones que esos deliciosos besos les provocaban, hasta llegar a lo que evidentemente era inevitable.
Todo pasó tan rápido. Él se fue como lo había establecido y ahí estaba ella, dos meses y medio después de los hechos, esperando el resultado de aquella prueba de embarazo. En ese corto periodo de espera, el cual se le hizo eterno, pensó en demasiadas cosas, ¿Cómo pudo permitir que sucediera?, ¿Por qué no usaron protección?, Si ella estaba embarazada ¿Qué iba a hacer? Tenía mucho miedo y rabia contenida, pero sabía que no podía culpar a nadie por ello. Si Sesshomaru Taisho la había hecho suya, fue porque ella así lo quiso. Pudo detenerse, pudo decirle que no estaba cómoda y evitar todo ese estrés, pero el problema era que ella lo quería, deseaba continuar con lo que repentinamente habían empezado. En su momento no se cuestionó nada, ni siquiera después de que sucediera, incluso llegó a considerar que había sido una buena primera vez, algo que recordaba satisfecha, pero ahora, ahora se estaba arrepintiendo de todo, de haber aceptado que la besara, de haber entrado a su habitación, incluso de haberlo conocido.
Tomó la prueba de embarazo y con sus manos temblorosas miró el resultado.
Positivo.
Espero que les haya gustado el inicio de este fic. Es la primera vez que escribo uno, así que espero puedan tener paciencia conmigo😅
Para aclarar algunos puntos, en caso de que no se entendiera.
Rin tiene 16 y Sesshomaru 20. Ambos menores de edad en Japón.
¡Nos leemos el próximo capítulo! 💜
