Disclaimer: Los personajes del anime de Naruto no me pertenecen, son propiedad del mangaka Masashi Kishimoto, excepto por los que he creado yo misma para narrar la historia, que también es mía.
La pareja principal es Sasuhina, sino te gusta no lo leas, no pretendo ofender a nadie solo son mis gustos.
CAPÍTULO UNO:
PRIMER REENCUENTRO
Después de aquella terrible guerra que al mundo había sumido en el caos Konoha había quedado casi en ruinas, igual que las demás aldeas. Pero con la ayuda de sus habitantes se estaba recuperando volviendo a todo su brillo de antaño, e incluso decían que estaría mejor que nunca.
Casi había pasado medio año de esa devastadora batalla donde se habían perdido tantas vidas, pero la villa oculta de la hoja ya casi estaba como antes; tanto shinobis como aldeanos habían trabajado duro para conseguirlo.
Por fin podían volver a su rutina, aunque ya nada sería igual. La muerte en esa dolorosa guerra se había cobrado demasiadas vidas y cada uno tenía que seguir adelante a pesar del dolor de sus cicatrices; sobretodo los vivos.
Por ello se hizo una ceremonia en honor a todos los caídos, ayudando a aliviar un poco el dolor de los que se quedaron. Pero en ese entonces todo era demasiado reciente por lo que durante los primeros meses Konoha estuvo sumida en el duelo; cosa que fue mejorando con el pasar de los días.
Las personas preferían mantenerse ocupadas en otras cosas por lo que los trabajos de construcción avanzaron de manera desmesurada. Los shinobis también cumplían cada una de sus tareas intentando no pesar demasiado en lo que habían perdido en la guerra.
Tal vez para algunos había costado más que para otros, pero poco a poco aquellas dolorosas heridas comenzaban a ser más tolerables.
Así todo empezó a volver a normalidad, a pesar del dolor que aún soportaban. Pero debían estar agradecidos por esos días de paz que ahora disfrutaban y todo se lo debían a su gran héroe, Uzumaki Naruto, el jinchuriki del Kyubi. Aquel niño que en su pasado fue odiado y despreciado, pero después de todo lo que había hecho había acabado ganándose el respeto y admiración de todos los habitantes de Konoha e incluso de otras aldeas; convirtiéndose en uno de los ninjas más poderosos, a quien debían la paz de la que disfrutaban. Él, con su perseverancia y valentía había hecho posible lo imposible, él había sido ese pilar fundamental para conseguir la victoria.
En las afueras de Konoha una chica de azulado cabello y hermosos orbes perlas golpeaba el tronco de un árbol utilizando el mínimo chakra posible, pero consiguiendo grietas en la corteza de este. Durante un tiempo más siguió con este proceso, hasta que sintió como el árbol se rompía, dejando un gran hueco en el tronco.
—Creo que por hoy ya está bien—dijo cansada para secarse el sudor y beber un poco de agua de su cantimplora.
Desde hace cinco meses que iba allí a entrenar por su cuenta. Su hermana le había entregado unos pergaminos con explicaciones sobre distintas técnicas que habían pertenecido a Neji. Primero no había querido ni tocarlos, pero cuando Hanabi le mostró a quien iban dirigidos no pudo más que agradecer. Su nombre estaba escrito en cada uno de ellos, los había hecho para ella, casi como si hubiera sabido que no iba a regresar.
Después de la guerra estaba lo menos que podía en la residencia Hyuga, cada sitio de ese lugar le recordaba demasiado a su querido primo y no podía evitar que la culpa y el dolor la embargara. Casi había pasado medio año, pero ella todavía lo notaba tan reciente. Podía ser menos doloroso que al principio, pero todavía estaba allí, latente. Sabía que con el tiempo se haría más tolerables, pero a veces no podía evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas y su corazón se estrujara al recordarlo.
Todos la apoyaron en el entierro de Neji, incluso Lee y Tenten, a pesar de que estarían tan destrozados como ella. Por eso había decido no volver a llorar frente a alguien, no quería que los demás sintieran lástima por ella, ya no quería que la siguieran tratando como alguien débil.
Juntó sus cosas dirigiéndose al sitio que cada día visitaba sin falta.
Al poco tiempo llegó al cementerio, caminaba con tranquilidad entre las tumbas con un ramo de girasoles en sus manos. Había hecho tantas veces aquel recorrido que lo podía hacer con los ojos cerrados, recordaba como las primeras semanas iba más de una vez al día, intentado probar que el nombre que estaba escrito no era el de Neji; pero todavía seguía allí, por más que no quisiera verlo.
Aquella guerra le había dejado una enorme cicatriz que tal vez en el momento de la batalla no se había percatado. Pero después que toda la tensión acumulada se desvaneciera y que sus vidas no corrieran peligro le había caído encima como una avalancha; casi ahogándola en la realidad. Logrando que por un momento no sintiera que hubieran ganado.
Claro que se sentía feliz por la paz que había en su aldea, había luchado por ella, pero no podía evitar pensar en lo que había perdido en aquella batalla era demasiado.
Caminó un poco más hasta que llegó a una tumba en particular, sentándose frente a ella, mirando con gran pesar el nombre que estaba inscrito en aquella fría lápida de piedra.
HYUGA NEJI
—Hola Neji-nii, he vuelto. Te traje tus flores preferidas—dijo mientras mostraba una sonrisa triste llena de melancolía.
Recordaba tan vivido el momento en que su querido primo había muerto que a veces parecía que ni siquiera había pasado un día. Tal vez aquel doloroso sentimiento no era igual que al principio, pero eso no significaba que fuera inocuo, lo sentía cada vez que lo rememoraba. Pero… ¿cómo no hacerlo? Había muerto por ella, por protegerla; a ella y a su amor no correspondido.
Por supuesto no le echaba la culpa a Naruto, no era suya; sino de ella, de su ineptitud. Igual que una tonta se interpuso entre aquel ataque y Naruto, en vez de apartarlo. Por su falta de habilidad y juicio es que su primo se había sacrificado por salvarla, todo era su culpa. Sabía que nadie se lo echaba en cara, que tanto su padre, su hermana, como los compañeros de Neji no pensaban que ella fuera la culpable, pero ella lo sabía, ella lo había matado.
"Debí ser yo" pensaba con amargura muchas veces.
En ese momento el shock había sido tan grande que no lo había asimilado, que en verdad el cuerpo de su primo no estaba tirado en el suelo enfriándose porque la esencia de la vida se había marchado de él.
Tal vez en ese momento se habría roto de no ser por las envenenadas palabras de Obito, cada una de ellas despertaron un sentimiento de ira y valentía, unas ganas irremediables de querer rebatirlas, de evitar que se hicieran realidad y consideraran que todo fuera por nada. Por ello es que había sido capaz de mantener la compostura y le había hablado de aquella forma a Naruto, alentándolo. No quería dejarlos ganar, no quería que el sacrificio de Neji fuera en vano, no más de lo que ya era.
Cada vez que recordaba a su primo no podía evitar preguntarse qué habría pasado si hubiera sido más fuerte o más rápida, tal vez así estaría a su lado.
Sabía que Neji no estaría feliz si ella se arrepentía a cada momento por lo que podría haber sido y no fue. Pero en su cabeza no podía evitar pensar en la posibilidad de haber podido evitar su muerte. Aunque sabía a la perfección que ya no lo podría cambiar; por más que llorara o se arrepintiera. Pero aún así a veces no podía evitar que los pensamientos la carcomieran, sobretodo las primeras semanas, pero cuando cayó en cuenta que no podía hacer nada quiso enfocarse en otras cosas, en algo que todavía pudiera hacer.
Mejorar.
Ese era el pensamiento que ahora la motivaba y la impulsaba, quería encontrar una mejor versión de ella misma y ser capaz de hacer cosas que antes ni siquiera soñó en lograr. Sabía que aún le faltaba mucho, que recién estaba empezando, pero por algo debía comenzar.
Siempre había sido la chica débil, aquella a la que debían proteger y ya estaba cansada de ello. Sí, aún quería ser amable como su madre y fuerte como su padre, pero a causa del mundo en el que vivía lo segundo era más importante. Por supuesto no pensaba dejar de ser educada o empezar a tratar mal a gente, claro que no, así no era ella.
Pero era momento de cambiar y dejar atrás muchas cosas, incluido su amor por Naruto.
Era cierto que el chico había sido su balsa de salvación durante toda su infancia y adolescencia, pero ahora parecía más un ancla que no la dejaba avanzar, por eso quería superarlo, quería poner un final a esa fatídica historia de amor no correspondido.
Además, ahora tenía cosas mucho más importantes en las que centrarse, y no era que el amor no fuera algo importante, pero ya no estaba dispuesta a seguir detrás de él esperando que se diera la vuelta y la viera, ya estaba cansada.
Cuando vio como su primo era atravesado su cuerpo se quedó helado, pero lo más doloroso fue ver como el sello del pájaro enjaulado desaparecía de su frente, para luego darle aquella cálida pero triste sonrisa.
"Por fin lo entiendo padre... la libertad de poder escoger tu muerte... para proteger a tus seres queridos". Aquellas habían sido sus últimas palabras, que desde ese momento se habían convertido en su nuevo objetivo.
No quería volver a ver aquel horrible sello en ningún miembro de su familia, ya que lo único que hacía era generar odio en su clan, separando las dos ramas, remarcando una diferencia que no existía. No volvería a dejar que algo como aquello pasara, iba a cambiarlo cuando se convierta en la nueva cabeza de su clan.
—Sé que aún estoy lejos Neji-nii, pero me voy acercando. No me rendiré, ese es mi camino ninja—susurró con un poco de entusiasmo.
Por eso es que había decido volverse más fuerte, si quería convertirse en la siguiente líder del clan debía probar su valía frente a los ancianos. Además, también lo hacía para poder proteger a los que le importaban, no deseaba volver a arrepentirse por ser tan débil y aunque eran cambios mínimos sentía que sus duros entrenamientos en solitario comenzaban a dar frutos, así que se enfocaría en ello y seguiría adelante.
—Ya no vemos Neji-nii—dijo para comenzar a regresar a la mansión Hyuga, pero mientras caminaba por las calles de Konoha se topó con sus compañeros de equipo que se acercaron a saludarla.
—Hola Hina. Shino y yo estábamos por ir a buscarte. Queríamos ir a pedir alguna misión con el Hokage, ¿te vienes? —dijo Kiba animado como siempre.
—Me gustaría… Pe-pero mi padre quiere que lo ayude con unos temas del clan y no puedo dejar la aldea—dijo algo nerviosa.
—Vaya, que pena. Será en otra ocasión entonces—dijo Kiba desanimado haciéndole sentir culpable. A pesar que no era del todo falso lo que estaba diciendo tampoco era la verdad.
No le gustaba mentirles a ellos, ya que siempre la habían apoyado, pero no podía decirles que el verdadero motivo por el que quería quedarse en la aldea era para seguir con su entrenamiento en solitario. Por eso había hablado con el Hokage para que durante un tiempo la dejara sin misiones, quería centrase por completo en mejorar.
Hinata sintió la mirada de Shino a pesar de siempre llevar sus lentes, logrando que se tensara.
Una cosa era engañar a Kiba ya que el chico era mucho más confiado, pero Shino era el más perspicaz de los tres, tratar de esconderle algo era casi imposible. Pero para alivio de Hinata no dijo nada, aunque no sabía si lo había hecho porque la notaba nerviosa y prefería darle su espacio o si esta vez no se había percatado. Aunque conociendo a Shino, seguro era lo primero, igual se lo agradecía.
Además, no es que no confiara en ellos, en algún momento se lo diría, pero por ahora quería lograr mejorar por su cuenta, con sus propios medios. Y aunque estaba segura que al principio le darían su espacio al final, sobretodo Kiba acabaría muy pendiente de ella y la terminarían ayudándola, algo que en estos momentos no deseaba.
Quería averiguar por ella misma cuanto podía rendir y mejorar, quería poder mirar con orgullo a Neji y mostrarle lo que ella sola había conseguido.
Hablaron un rato más y luego de despedirse de ambos fue hacia su mansión, se encontraba algo cansada después de su entrenamiento matutino por lo que fue directa al baño para darse una refrescante ducha y luego irse a su habitación.
Se estiró en su cama viendo su techo caoba para después dirigir su mirada a su escritorio. Había estado semanas con lo que estaba en su pupitre, pero aún no encontraba las palabras adecuadas para poder expresar como se sentía.
Se levantó y miró los papeles que estaban esparcidos allí, arrugados y lleno de tachones. Tomó el último que había escrito, pero otra vez sentía que esas palabras no representaban ni la mitad de cómo se sentía en verdad.
A pesar del tiempo que había pasado aún tenía fuertes sentimientos por Naruto, siempre lo había amado y admirado, soñando con algún día poder caminar a su lado, pero ahora sabía que eso cada día estaba más y más lejos.
Por un momento, durante de la guerra había pensado que se habían acercado, que ella se había vuelto más importante para él, pero después de la batalla se había dado de bruces contra una dura verdad, descubriendo una cruel realidad que siempre había estado allí, pero que hasta ahora había pretendido ignorar, postergando un dolor que en algún momento explotaría y así había sido.
Ahora lo sabía, Naruto no la veía más que como una compañera, una amiga y las posibilidades que nunca dejara de hacerlo eran casi nulas.
Su memoria recordó el incidente con Pain unos años atrás.
Al verlo allí atrapado a punto de morir hizo que una corriente recorriera todo su cuerpo y el miedo la invadiera. El solo hecho de poder perderlo la había aterrorizado, por ello no le había importado saltar frente a ese oponente que sabía que era muy superior a ella, tanto como para acabar con facilidad con su vida. Pero poco le había importado su bienestar si con aquello conseguía darle más tiempo a Naruto, en ese momento no le habría importado su destino si él se hubiera salvado.
En aquel entonces de verdad había pensado que estaba a punto de morir y por el calor del momento había acabado confesando sus verdaderos sentimientos, transmitiéndole como se sentía por él. Pero, a pesar de salir viva de aquel encuentro Naruto jamás le había respondido a su confesión, ni siquiera para rechazarla.
Cosa que la lastimaba mucho, una respuesta era todo lo que pedía, quería saber de su propia boca como se sentía por ella, aunque en el fondo ya sabía la respuesta.
Su forma de mirar a Sakura, esa brillante sonrisa que solo hacía cuando estaba presente, sus gestos protectores con ella, solo significaban una cosa.
Aún amaba a la chica y para su desgracia lo más probable es que siempre lo hiciera.
Era cuestión de tiempo para que Sakura pudiera apreciar los puros y verdaderos sentimientos que solo Naruto le podía dar y los acabara aceptando, dejándola a ella con un corazón roto y miles de ilusiones quebrantadas.
Porque lo sabía mejor que nadie, su corazón solo le pertenecía a ella y aunque se volviera a confesarse sería rechazada, pero aún quería intentarlo.
Si era del todo sincera le tenía un poco de envidia a Sakura, ya que esta era todo lo contrario a ella. Tenía una figura delgada y delicada, unos hermosos ojos de un jade hipnotizante y un extravagante color de pelo. Además, era muy fuerte, una gran kunoichi y ninja médico llena de confianza, estaba muy lejos de ella. Por eso es que quería entrenar, quería dejar de compararse con las demás y sentir que por ella misma valía, sin necesidad de comparaciones.
Ella había estado enamorada de Naruto desde que era una niña, él se había convertido en su modelo a seguir y su más grande admiración. Pero aquellos sentimientos platónicos poco a poco habían ido cambiando de simple devoción a un amor puro y profundo que ahora solo le causaba dolor.
Sin querer de nuevo el asunto de su confesión pasada volvió a su mente. Sabía que lo más probable era que Naruto ni siquiera lo recordara, por eso es que estaba escribiendo esa carta, ya que después de todo el tiempo que había pasado sabía que era inútil esperar a que respondiera. Más una pequeña parte de ella aún lo hacía, aferrándose con desespero a la descabellada posibilidad que de alguna u otra manera él se acordaría y le contestaría.
—Aunque eso solo son escusas—susurró con negatividad.
Miró su carta, sabía que aún estaba incompleta, pero a pesar de todo todavía quería entregársela.
—Quiero hacerlo—dijo para sí mientras apretaba la hoja y soltaba un ligero suspiro.
Se sentó en su escritorio para comenzar a escribir mirando la carta que todavía no había acabado.
—Solo se sincera—dijo dándose ánimos tomando la pluma y comenzando a retomar su escritura, dejando fluir sus emociones.
No quería dejar las cosas a medias, quería ser honesta y decirle una vez más como se sentía. No importaba si al final era rechazada y él se quedaba con Sakura. Aceptaría su decisión, se había estado preparado mentalmente para ello y estaba intentando superar al ojiazul, ya que sabía lo que pasaría.
Pero sentía que necesitaba avanzar, todos lo estaban haciendo y ella ya no quería quedarse más tiempo atrás, así le doliera debía superar a Naruto.
Miró de nuevo la carta donde había plasmado sus sentimientos, había llegado el momento de rendirse con él, era momento de ponerle fin a ese amor unilateral y platónico de tantos años. Sabía que él jamás la miraría de otra manera, pero ya no podía seguir así, por fin había tomado una decisión. Iría directa a él y esperaría su rechazo para así poder poner un fin a ese amor que ahora solo le lastimaba.
Era el momento de dejar todo atrás, Naruto siempre sería su amor, pero tenía que continuar. Siempre rogaría por su felicidad y bienestar, después de todo él le había servido muchas veces como un mantra para seguir adelante, pero era momento que ella encontrara esa fuerza por sí misma.
Por supuesto no se lo reprochaba, había sido ella quien de manera unilateral se había enamorado de él. Sabía que solo porque lo amase él no iba a corresponder sus sentimientos por más fuertes que estos fueran, no lo podía obligar a que la quisiera. Por eso es que era tiempo de pasar página y tratar de centrarse en otras cosas, como su progreso como ninja o su clan, ya no era una niña y tenía que tener otras prioridades.
Dio un último vistazo y releyó la carta que acababa de escribir, esbozando una pequeña sonrisa llena de tristeza y melancolía, esto de verdad era el fin.
Sabía a la perfección el resultado cuando se la entregara a Naruto, pero ya lo había decidido e iba a ir hasta el final aun cuando pudiera salir lastimada.
Lo había escrito con ese propósito, esa carta era su manera de decir adiós a los sentimientos que sentía por él, esa era la manera que había encontrado para poder seguir adelante.
Dobló la carta y la puso en un sobre para luego guardarla en una pequeña caja de color naranja, que contenía un pequeño muñeco de Naruto hecho a mano. Luego cerró el recipiente con un hermoso lazo blanco mientras lanzó otro suspiro. Después la colocó en la parte más alta de su ropero, donde nadie lo encontraría y cuando él volviera se encargaría de entregársela y poner por fin el final a su historia.
De repente la puerta de su habitación se abrió y la silueta de su pequeña hermana se hizo presente, poniéndola algo ansiosa, esperaba que no hubiera visto nada.
—Nee-chan, ¿ya estás lista? —dijo Hanabi mientras entraba. —Dijiste que me ayudarías a escoger un yukata para mi cumpleaños y ya se está haciendo tarde—se quejaba mientras cruzaba los brazos fingiendo indignación logrado hacer sonreír a la mayor.
Al ir tan metida en sus asuntos había olvidado que la acompañaría a comprar a pesar que solo eran las doce del mediodía.
—Sí ya voy, perdona Hanabi—se disculpó sintiéndose aliviada de que su hermanita no notase nada.
Confiaba en ella, pero a veces la menor podía ser algo entrometida y temía que si se enteraba sobre su carta y sus intenciones de confesarse de nuevo a Naruto el asunto se le saliera de las manos, porque cuando él la rechazara estaba segura que Hanabi no se quedaría tranquila.
Ambas salieron de la mansión en dirección al barrio comercial y Hinata no apartaba la vista de la menor, que tenía una gran sonrisa en su rostro, a pesar de que los últimos días había estado casi todo el rato refunfuñando y de morros. Parecía que después de una buena noche de "sueño" había conseguido que su mal humor desapareciera de manera tan misteriosa.
—¿Ya no estás molesta con Konohamaru-kun? —preguntó de pronto Hinata tensando algo a Hanabi, pero lo consiguió disimular, o eso creyó.
—Los invitó porque pensó que si venía más gente sería más feliz—dijo ella como si nada. —Pero me dijo que me lo compensaría otro día.
Hinata no le iba a decir que sabía sobre su pequeña escapada nocturna, ya que había sentido a la perfección cuando Hanabi había salido de la mansión cuando Konohamaru había ido a buscarla, pero como no quería avergonzarla, prefirió callar.
—Me alegra que lo entiendas—dijo Hinata con una pequeña risilla que coloreó las mejillas de la menor, sabía que su hermana lo había notado.
Ella era la única que sabía sobre sus entrenamientos, después de todo le había dado los pergaminos. Pero para su sorpresa parecía que su hermana era mucho más habilidosa de lo que alguna vez había demostrado, se alegraba que esta vez fuera a por todas.
A penas llegaron al barrio comercial Hanabi comenzó a revolotear de una tienda a otra probándose todos los kimonos que veía y que le podrían quedar bien, pero ninguno le acababa de gustar, siempre acababa encontrándole una pega, logrando que Hinata se riera al ver lo ansiosa que estaba.
La adolescente se había vuelto una chica muy hermosa, su castaño cabello ahora estaba más largo y aunque aún le faltaba desarrollarse se notaba que sería una mujer muy atractiva. Además, ya no era esa niña seria y distante, ahora era más sincera con sus sentimientos o al menos casi siempre, porque cuando Konohamaru Sarutobi entraba en la ecuación las cosas se complicaban un poco.
Además, todo esto del kimono y lo ansiosa que se encontraba por escoger uno era porque se quería ver linda para cuando pasara su cumpleaños con él y su equipo. Porque igual que le había pasado a ella, celebrar su cumpleaños sin Neji era un golpe duro, por lo que ese año su padre no había hecho ninguna fiesta y les había dejado a ambas que hicieran lo que quisieran.
Y como Konohamaru le había dicho que él se encargaría de celebrarlo había estado más que encantada.
Conocía mucho a Hanabi y podía ver su interés por el chico a pesar de negarlo con tanta vehemencia, tal vez los demás no lo notaban, pero ella sí.
Además, había sido muy gracioso ver como se quejaba una y otra vez, ya que había creído que la había invitado para celebrar solo ellos dos, cuando tanto tanto Udon como Moegi iban a venir, haciendo que se molestarla, aunque a esas alturas parecía que no le importaba si podía pasarlo con él.
Hinata solo esperaba que su hermanita tuviera más suerte en el amor que ella, no quería verla sufrir por un desamor, se le rompería el corazón.
No pudo evitar recordarse de Naruto otra vez y una expresión afligida pasó por su rostro.
El chico había ido a Suna por una misión y no lo había visto durante varias semanas y aunque se había prometido dejar de pensar tanto en él ya que sabía la respuesta a la confesión que le iba a ser, le resultaba imposible no preocuparse por como estaría. Lo había hecho siempre, viéndolo desde la lejanía y velando por su bienestar.
Sabía que no tenía que prestarle tanta atención, que aquello solo la lastimaría más, pero no podía evitar pensar en él y extrañarlo.
—¿Qué te parece Nee-chan? —preguntó Hanabi trayéndola de nuevo de sus pensamientos. —¿Ocurre algo? —dijo preocupada, pero Hinata negó y le dio una sonrisa tratando de tranquilizarla. —Estás pensado en Naruto otra vez—afirmó con molestia sonrojando a la mayor.
—N-no y-yo estaba pensando en Kiba y Shino. Me encontré con ellos esta mañana y me dijeron que iban a pedirle una misión al Hokage, pero por mi entrenamiento no pudo acompañarlos—dijo con torpeza intentando ocultarlo, aunque con lo perceptiva que era Hanabi sabía que era inútil.
Esta la miró con sospecha para luego soltar un largo suspiro, no le creía ni un poco, además Hinata no era muy buena mintiendo, al único que conseguía engañar era a Kiba. Además, conocía sobre los fuertes sentimientos que su hermana tenía por el chico y aunque al principio estaba feliz por ello, cambió de opinión al ver el mínimo interés de este por su hermana, haciendo que cada vez le gustara menos, odiaba ver afligido su lindo rostro.
—¡Hinata-chan! —aquella voz hizo girar a amabas hermana, cada una con una actitud muy diferente. —¡Hola! —saludó el chico animado.
—¡Na-Naruto-kun! —le contestó Hinata con alegría y una dulce sonrisa sin poder evitar que su corazón latiera con desespero.
Hacía varias semanas que no lo veía, lo había extrañado tanto, pero rápido se reprochó, estaba tratando de superarlo, no debía actuar así.
—¿Ya has vuelto de tu misión? —preguntó, pero tan pronto como lo dijo se golpeó mentalmente, estaba claro que había vuelto sino no estaría allí, odiaba verse tan torpe cada vez que él estaba presente. Al menos ya no se desmayaba con su cercanía.
—Sí acabo de llegar—informó el chico feliz. —La verdad es que fue una misión bastante larga, pero por fin ya la terminé—comentó alegre con esa típica sonrisa zorruna, haciendo que Hinata sonriera por inercia, se veía tan lindo cuando reía.
—Con razón la aldea estaba tan silenciosa—dijo de pronto Hanabi logrando que Naruto la mirara y Hinata se avergonzara por su comentario.
—¡Oh! ¡Hola Hanabi! No te había visto—dijo con una sonrisa, pero la menor solo hizo un pequeño asentimiento de cabeza para luego chasquear la lengua en señal de desagrado que lo puso un poco incómodo, parecía que ella estaba molesta con él, aunque no sabía por qué.
—¡Naruto-niichan! —dijo de repente una tercera voz que esta vez tensó a Hanabi, haciendo que volviera a poner en la estantería el kimono que estaba mirando, ya quería que fuera una sorpresa cuando Konohamaru la viera.
—¡Hola Hanabi! Hinata-san—dijo él con educación a lo que Hinata sonrió, logrando que su sonrisa se agrandara aún más al ver un ligero sonrojo en su hermana, no muchas veces podía ver a Hanabi así de avergonzada, ya que por lo tranquila que era parecía que siempre lo tenía todo bajo control.
Y aunque una parte de ella sentía pena por verla así, otra quería molestarla, más nunca lo haría, no se vería capaz de avergonzar a su pequeña hermanita.
—Hola—saludó Hanabi como si en nada le hubiera afectado la presencia del chico.
Si de actuar se trataba la menor de las Hyuga era una maestra. Pero, aunque para todos pareciera que no estaba para nada afectada a Hinata no la engañaba, se notaba como Konohamaru la alteraba. Pero no era la única, ya que el chico también se veía algo nervioso, aunque a diferencia de su hermana él era un poco más obvio, pero tampoco demasiado.
Todo aquello la ponía demasiado feliz, ya que por como actuaba y la miraba el Sarutobi significaba que los sentimientos de Hanabi en algún momento serían correspondidos, no podía estar más feliz por ambos.
Pero aquel dulce y mágico momento se vio interrumpido por la interacción de Naruto.
—¡Konohamaru, hola! —dijo él feliz de ver a su discípulo distrayendo al menor. —¡¿Qué tal tu entrenamiento?! —preguntó emocionado.
—¡Oh, muy bien! ¡Ya casi he logrado controlarlo por completo! —respondía muy feliz.
Los dos chicos comenzaron a hablar de sus cosas olvidando por completo la presencia de ambas hermanas, logrando enfadar a la menor, que sin decir nada se fue de allí hecha una fiera, sin siquiera dignarse a voltearse a mirarlo una vez más o despedirse. Pero es que ya estaba harta de que Konohamaru la ignorara, no le pasaba solo con Naruto, si estaba Moegi, Udon u otra persona siempre les daba prioridad, dejándola a ella en segundo plano.
—¡Hanabi, espera! —dijo Hinata atrayendo la atención de ambos. —Lo siento—dijo dando una reverencia. —Ya nos vemos Naruto-kun, Konohamaru-kun—fue lo único que pudo decir para luego marcharse a gran velocidad detrás de su hermanita, mientras Konohamaru solo miraba la silueta de Hanabi alejarse y un malestar se instalaba en su pecho, se habían arreglado hace poco, pero parecía que había hecho algo que la había vuelto a molestar.
Cuando Hinata por fin logró alcanzar a su hermana la vio haciendo pucheros y gritando al aire lo idiota que era el chico, logrando que ella riera.
Hanabi se veía tan tierna cuando hacía alguna pataleta y se comportaba de manera infantil, le gustaba ver a su hermana actuar acorde a su edad. Des de pequeña a causa de su debilidad había puesto demasiado peso en los hombros de la menor, pero ahora todo estaba cambiando poco a poco y se alegraba que por fin Hanabi se distrajera en cosas como el romance.
De nuevo una punzada de culpabilidad se instaló en su pecho, a causa de su debilidad no solo había herido a Neji, sino también a su hermana. Debía poner todo de su parte para poder mejorar y esta vez ser su turno de proteger a los que quería.
—Hanabi-chan—la llamó con dulzura trayendo la atención de la menor que corrió a los brazos de su hermana en busca de refugio.
—Konohamaru es un tonto, siempre es igual, siempre me ignora—se quejó ella logrando que Hinata le acariciara la cabeza.
—No seas así, hacía mucho que no vea a Naruto-kun—le dijo, pero Hanabi solo infló los mofletes en señal de molestia, a pesar que una parte de ella sabía que su hermana tenía razón. —Porque mejor no te traigo unos pastelillos de plátano ¿sí? —propuso logrando que le brillaran los ojos, ya que le encantaban los plátanos, más si eran en pastel.
—¡Eres la mejor! —respondió alegre. —Te espero aquí Nee-chan—dijo mientras Hinata asintió divertida, era tan fácil contentarla.
Pronto la Hyuga comenzó a alejarse de Hanabi para regresar al barrio comercial, entonces durante unos breves segundos sintió la presencia de alguien, aunque no veía a nadie sospechoso a su alrededor. Por un momento creyó que solo se estaba imaginando cosas, pero aquella sensación no se iba, confirmando sus sospechas.
Con disimulo giró la cabeza intentando encontrar al culpable, pero este se estaba escondiendo muy bien, cosa que la puso más en alerta, ya que no era ningún principiante, lo más probable fuera que se tratase de otro ninja, por lo que no eran buenas noticias. Con cautela activó su línea sucesoria buscando al culpable.
A varios metros de distancia, en la cima de un edificio cercano, en un callejón pudo divisar una presencia casi imperceptible. Tal vez antes no lo hubiera percibido, pero gracias a su entrenamiento había mejorado mucho, haciendo que un poco de orgullo inflara su pecho, pero de todas formas no podía ser confiada, debía ir con pies de plomo.
Sin dudar se acercó donde se encontraba el desconocido, temía que aquella persona pudiera hacer daño a algún aldeano, pero al llegar no encontró a nadie, sorprendiéndose por lo veloz que este era. Además de habilidoso, ya que se había dado cuenta de su presencia y había actuado en consecuencia. Lo mejor era ir a avisar al Hokage, parecía que alguien se había infiltrado en la aldea y necesitaban prepararse para cualquier posible ataque.
—Necesito ir con el Hokage—dijo en voz baja.
Se dio la vuelta con decisión para dirigirse a las oficinas del sexto cuando la presencia volvió a aparecer logrando que esta vez se girara y con rapidez fuera hacia él. No podía dejarlo escapar ya que podría ser un peligro para la aldea, tenía que atraparlo, pero el desconocido esquivó con habilidad el ataque, haciendo que Hinata se pusiera en guardia. No iba a ser nada fácil derrotarlo, pero se esforzaría, quería cambiar y avanzar.
—¡¿Quién es, por qué está aquí?! —dijo firme mientras mantenía su posición de combate, pero parecía que el encapuchado no estaba dispuesto a hablar.
El desconocido intentó escapar, pero ella no pensaba dejarlo huir, por lo que sin dudar le lanzó un kunai que lo retrasó lo suficiente como para darle tiempo a activar un jutsu.
—Paso Suave; Puños Mellizos de León Espiral—dijo para luego atacarlo, pero él de nuevo logró esquivarla.
—Sigues siendo igual de fuerte—dijo una voz aterciopelada llena de orgullo que le sorprendió ya que le resultaba un poco familiar, aunque no lograba identificarla, además llevaba una capucha que no le permitía ver su rostro. —Supongo que he de ir con cuidado o acabarás atrapándome—dijo divertido.
—¡¿Quién es?! —dijo otra vez sin relajarse en ningún momento, no podía confiarse ya que no sabía de lo que aquel enemigo era capaz. Pero había algo que le parecía muy extraño, ya que por su manera de hablar y dirigirse hacia ella sentía como si la conociera.
—Lo siento, pero eso es algo que no te puedo decir Hime—dijo el hombre, haciendo que cada vez entendiera menos ¿Hime?, porqué la llamaba así. ¿Acaso la estaba confundiendo con otra persona?
Y mientras estaba ocupada pensando porque aquel hombre la llamaba de esa manera este aprovechó para comenzar a alejarse haciendo que con algo de lentitud Hinata reaccionara. Con rapidez se recompuso e intentó ir tras él, pero le costaba ya que era bastante veloz.
Además, sentía que algo no acaba de cuadrar con aquel desconocido, ya que las dos veces que lo había atacado lo único que había hecho era esquivar, ni siquiera se había defendido o devuelto el golpe y no entendía por qué. No sabía cual era su objetivo ni porque se encontraba allí.
Pero la Hyuga descartó esos pensamientos y activó su byakugan, gracias a su entrenamiento lo había mejorado mucho. Por lo que trató de ver el chakra de ese hombre, así si lo veía otra vez podría identificarlo. Pero su sorpresa fue grande al reconocer aquel chakra y ver de quien se trataba.
—¡¿U-Uchiha-san?! —dijo la chica con desconfianza llamando la atención del hombre que paró de golpe y se giró hacia ella sorprendido.
—Creo que no fue buena idea acercarme a ti—dijo algo frustrado, pero divertido. —Ahora que me descubriste no tiene caso que intente ocultarme más—habló con un tono ronco que la hizo sentir extraña, para luego acercarse y acariciar su azulada cabellera, dejándola todavía más confundida.
Todo eso parecía irreal. ¿Qué es que lo que estaba ocurriendo? ¿Acaso había sido absorbida a otra dimensión? ¿Estaba en un genjutsu? ¿Se trataba de un extraño sueño? Además, podía sentir las cosas como si en de verdad estuvieran pasando, así que no podía tratarse de una simple ilusión, ¿no?
Debía tranquilizarse, seguro que había una muy buena explicación para que el mejor amigo de su amor platónico se comportara de aquella manera y le acariciara la cabeza con tanta dulzura. Solo que ahora mismo no podía pensar en ninguna, pero estaba seguro que si lograba tranquilizarse la encontraría.
Con disimilo miró al chico, tal vez se había confundido y no se tratara de él, aunque esa posibilidad ni ella se lo creía. Lo había visto y reconocido, se trataba del chakra del ultimo Uchiha.
—¿De verdad es usted Uchiha-san? —volvió a preguntar la peliazul algo dudosa haciendo que Sasuke riera, dejándola muy desconcertada.
Sasuke se sacó la capucha, dejando ver a un hombre. Tenía su cabello negro azabache algo largo, que tapaba uno de sus ojos, el cual estaba oculto por un parche, además tenía el rostro pálido y serio bastante característico del exvengador.
¿Se trataría de un jutsu de transformación? Se veía muy distinto, mucho más mayor, para nada parecían tener la misma edad.
Con dudas volvió a activar su Byakugan para verificar de nuevo el chakra del azabache, para comprobar que sí, se traba del exvengador.
—¿Q-qué es lo que ha pasado? ¿No puede revertir el jutsu de transformación? Su aspecto está distinto—dijo la chica esperando una respuesta, pero él no contestó, solo se quedó allí parado; mirándola.
De alguna manera aquel profundo y oscuro ojo la ponía muy nerviosa, podía sentir como su orbe ónix la miraba, casi absorbiéndola. Se sentía tan rara, nunca nadie la había mirado de aquella manera y notaba como su pulso se comenzaba a acelerar.
Ella, gracias a Naruto y Sakura sabía que el chico se había ido a un viaje de redención después de la guerra, era cierto que algunos en ese corto periodo de tiempo habían cambiado, pero era algo tan exagerado. La persona que estaba frente a ella muy poco tenía que ver con el Uchiha que se había marchado de Konoha hace unos meses, parecía mucho más maduro, casi de unos treinta años.
—Sabes, en el fondo sabía que me descubrirías—dijo haciendo que una ligera sonrisa se posara en la faz del morocho, dejándola muy sorprendida.
Una extraña corriente le recorrió el cuerpo al ver esa sonrisa, aquello era imposible. ¡Él no podía ser Uchiha Sasuke!
Sí, admitía que no conocía demasiado al chico, pero por lo que recordaba de la academia él apenas sonreía, además si lo hacía era una sonrisa torcida llena de ego o ironía, que raras veces mostraba, ni siquiera sabía que podía sonreír de aquella manera. Al menos ella nunca lo había visto hacerlo, pero claro, no era como si lo conociera demasiado se repitió, tal vez sin querer lo había prejuzgado.
—Cre-creo que deberíamos ir con el Hokage-sama, él podría ayudarlo a deshacer ese jutsu y que pueda volver a su estado normal—dijo con timidez haciendo que esta vez una socarrona sonrisa apareciera en el rostro del moreno, sonrojándola aún más.
—Eso no es lo que ha pasado—dijo divertido. —Además no puedo ir con Kakashi, no deseo que los demás se enteren de que estoy aquí—explicó.
—P-pero... —el Uchiha puso uno de sus dedos sobre los labios de la kunoichi, tomándola desprevenida y haciendo que su sonrojo aumentara y de nuevo su corazón comenzara a latir de una manera insana.
Hinata de verdad que no daba crédito a lo que ocurría, a pesar de que había comprobado que se trataba del Uchiha, le parecía tan fuera de sí.
—Dime una cosa, cuando viste mi chakra supiste que era yo ¿no? —afirmó haciendo que ella asintiera a duras penas. —Escúchame Hinata. No le puedes decir a nadie que me has visto, sino todo se complicará—le explicó extrañando a la peliazul que no entendía porque el chico le pedía aquello.
—¿Es que Uchiha-san se encuentra en problemas? —preguntó haciendo que él acariciara con suavidad su rostro logrando ponerla como un tomate.
Se veía tan hermosa con sus mejillas sonrojadas y sus hermosos ojos perlas que brillaban por la sorpresa y confusión, le encantaba verla así de avergonzada. Era tan dulce y tierna, se moría por probar sus labios, pero sabía que no era lo mejor, aunque su autocontrol estaba casi al máximo.
—Hinata, esto es muy importante, nadie puede saber que estoy aquí, nadie. ¿Entiendes? —dijo confundiendo a la chica.
—Pero—dijo dudosa más él la interrumpió posando uno de sus dedos en sus labios.
—Solo quédate aquí, conmigo. Ya veré que puedo hacer para regresar—dijo mientras seguía acariciando su rostro avergonzándola más y más.
Sasuke casi al borde de su autocontrol poco a poco se acercaba cada vez más al rostro de la chica, que parecía a punto de un ataque de pánico. Hinata ya no pudiendo aguantar más la vergüenza hizo lo que desde hacía un año no le pasaba, se desmayó.
El con rapidez la atrapó entre sus brazos, logrando que este sonriera y de manera tierna acariciara su mejilla de la inconsciente chica, se veía tan tierna y linda. En ese entonces no había podido hablar mucho con ella, pero ahora la tenía a su lado, casi parecía un sueño.
Entonces de repente un potente grito impregnando de enfado lo distrajo.
—¡Que haces con mi Onee-chan! —bramó Hanabi enfadada para molestia de Sasuke, ya que al ir tan concentrado en Hinata ni se había percatado de la presencia de la Hyuga menor, que para complicarlo más no se encontraba sola, ya que el pequeño discípulo de Naruto también estaba allí.
Parecía que esos dos habían comenzado a salir desde hacía mucho.
A lo lejos dos presencias observan la escena con cierto desconcierto, pero sobretodo sorpresa ya que no entendía cómo podía haber ocurrido aquello.
—¡¿Cómo es que él está aquí?! —dijo preocupado uno de ellos, mirando a su compañero que se encontraba igual de impactado que él.
—Seguro deben haber encontrado uno de nuestros pergaminos—contestó el otro haciendo que por inercia ambos comprobaran si tenían el suyo.
—Minami—susurró uno de ellos como si eso lo respondiera todo.
—La presencia del Uchiha va a dificultar las cosas, tenemos que avisar al Lord, tú ve con ella y llévale un pergamino extra—dijo el chico para que luego el otro asintiera y se marchara con rapidez.
Cuando el desconocido se quedó solo soltó un largo suspiro, estaba muy seguro las cosas se iban a complicar demasiado.
Notas de la autora: Hola después de mucho, mucho tiempo, sé que había dejado algo abandonada la historia, pero ahora ya si que sé como seguirla.
Como ya se habrán dado cuenta he modificado bastante este capítulo y lo he hecho mucho más largo, pero los cambios no solo se verán en este capítulo sino al largo de toda la historia, por eso la borré. Aunque comprendo que algunos estén molestos porque nuevamente he vuelto a reiniciar la historia, pero lo hago solo para que les seas más fácil de leer además que habrán dos fics relacionados con este mundo que estoy formado.
Pero quiero saber si les gusta que los capítulos sean así de largos, más largos o los prefieren cortos, me gustaría saber que opinan.
Solo me queda decir que lamento mucho toda la demora y gracias por toda su paciencia, pero pediré un poco más ya que mi tiempo no es tanto como me gustaría.
Oh, otra cosa, cuando diga Mirai Sasuke me refiero al Sasuke del futuro, esto me lo dijo DAngel7, gracias por la idea.
Muchas gracias por leer y perdonen por ir cambiando tanto la historia, pero espero que les guste más, será la última. ¡Lo prometo!
Muchas gracias por leer, de verdad espero que les haya gustado.
Gracias y ya nos leemos.
