Disclaimer: Naruto y todos sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.

Aclaraciones: Esta es una traducción autorizada de la historia "The Sacrificed", escrita por SasuNarufan13. Pueden encontrar su perfil e historias originales en Ao3 y Fanfictionnet.

Advertencias: Ambiente medieval, hombres lobo, contenido +18, violencia, Mpreg, referencias a acoso sexual, parto, lactancia masculina…

Notas: Este fic es la segunda parte de una serie llamada "El lobo y su sacrificio". Aunque no hace falta leer la primera parte para entender esta historia, sí ayuda como a tener una mejor idea de las cosas que van pasando. Esta historia cuenta con 9 capítulos, todos desde el punto de vista de Naruto. También quiero mencionar que, aunque esta historia no es un omegaverse per se, sí utiliza varios conceptos del omegaverse y pueden encontrar cierto parecido a las dinámicas de alfa y omega.

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El Sacrificado

Naruto es consciente de no ser importante para la mayoría de los aldeanos, pero jamás pensó que en serio lo fueran a sacrificar a la Bestia.

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Parte 1

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—Me dijo que la próxima vez que saliera de la villa me llevaría con él. —comentó, balanceando sus piernas de adelante hacia atrás, sus talones chocando con el gabinete ocasionalmente. —Parece que hay un hombre experto en animales que vive en la aldea al otro lado del bosque, y Kakashi dice que puedo aprender más con él.

La médico se giró con una sonrisa, terminando de escribir lo que fuera que siempre escribía al final del día en ese gran libro. Puso su lápiz a un lado y apoyó la barbilla sobre sus manos entrelazadas.

—Entonces, ¿seguirás trabajando con animales?

El chico se encogió de hombros.

—Sí, quiero decir, Kakashi dijo que soy bueno con ellos y es divertido aprender cómo trabajar con todo tipo de animales. —su sonrisa desapareció cuando pensó en otra razón por la cual aprender más sobre animales sería genial. —Además, si entreno más con los animales, entonces todos dejarán de verme como si fuera un inútil.

—No eres un inútil, Naruto. —Tsunade inmediatamente lo refutó, frunciendo el ceño. — ¿Quién te ha estado diciendo eso? —sus ojos castaños brillaron furiosos, como siempre lo hacían cada vez que escuchaba sobre la manera tan poco favorable en que los ciudadanos lo trataban.

Él volvió a encogerse de hombros, sus piernas ahora descansando inmóviles contra el gabinete mientras observaba con atención el piso.

—Nadie necesita decirlo en voz alta, sus rostros ya lo hacen.

Lo veía en las burlas que le dedicaban cada vez que lo veían en la calle, en las miradas fulminantes y narices levantadas, en la manera en que se mofaban y lo ignoraban cada vez que ofrecía su ayuda a alguien. La gente del pueblo lo consideraba un inútil, un chico estúpido que de alguna manera había sobrevivido cuando una terrible enfermedad se había llevado a sus padres al más allá.

Nadie lo tomaba en serio, nadie quería ni mirarlo… excepto por dos personas. Un hombre mayor llamado Kakashi, quien le había enseñado a leer y a escribir, y había comenzado a enseñarle como cuidar de los animales, llevándole libros y papel para dibujar cada vez que regresaba de alguno de sus viajes fuera de la ciudad.

La otra persona era Tsunade, una mujer rubia que exigía el respeto de todos por su destreza como doctora, y quien se ocupaba de él como tal vez otros cuidaban a sus hijos. Aunque no estaba seguro de ello, porque él nunca supo lo que era tener una madre. Pero Tsunade lo abrazaba, se aseguraba de que comiera y tuviera qué vestir, estaba dispuesta a escucharlo cuando Kakashi no estaba disponible. Eso era suficiente para él.

Ellos eran los únicos dos que no lo trataban como si no sirviera para nada, quienes no lo miraban como si valiera menos que la tierra bajo sus suelas. Con ellos, sentía que importaba, que no estaba solo.

Podía lidiar con la indiferencia de los demás siempre y cuando los tuviera a ellos.

Aunque, tal vez, si demostraba que tenía la habilidad de trabajar con animales, otras personas finalmente dejarían de tratarlo como si fuera un estorbo y comenzarían a tratarlo como si en verdad fuera uno más de ellos.

Se sobresaltó cuando cálidas manos cubrieron las suyas, evitando que siguiera pellizcándose los dedos, lo que ni siquiera había notado que estaba haciendo. Se mordió el labio cuando alzó el rostro para mirarla.

—Escúchame bien, ¿de acuerdo, mocoso? —dijo firmemente y les dio a sus manos un suave apretón. —No eres inútil. Tú eres importante. Eres importante para mí y eres importante para Kakashi y que todos los demás se vayan al diablo. No necesitas demostrar nada a nadie más que a ti mismo. Si se niegan a verte por quién eres, ellos son los ciegos y algún día lo lamentarán.

Le dio un gentil golpecito en la nariz antes de besarle suavemente la frente.

—Eres un joven maravilloso, Naruto. Y si ellos no lo ven, pues se lo pierden.

—Gracias. —sonrió vacilante, frotándose la nariz con su manga derecha.

El rostro de la mujer se suavizó y acunó su mejilla izquierda durante un momento antes de apartarse.

—Es tiempo de que descanses. Es mejor que no estés afuera a estas horas.

El rubio se asomó a las calles, observó al sol descendiendo e hizo una mueca.

—Sí, tienes razón. —respondió abatido y se bajó de la encimera, acomodándose los pantalones despreocupadamente. — ¿Te veré mañana?

Ella asintió y sonrió.

—Pásate por la tarde para que vayamos a comer juntos.

Animándose instantáneamente, el joven sonrió y le besó la mejilla.

— ¡Entonces te veo mañana, baa-chan!

— ¡Todavía no soy tan vieja, mocoso maleducado! —le gritó en respuesta, arrojándole un lápiz.

Lo evadió con agilidad, carcajeándose, y salió de la casa antes de que Tsunade pudiera encontrar algo más grande que arrojarle. Su risa murió cuando comenzó a alejarse, el sofocante silencio de las calles tragándose toda su alegría.

Aún había gente afuera, pero todos se apresuraban a regresar a casa. Nadie quería seguir en las calles cuando la oscuridad les acobijara. Las personas habían comenzado a desaparecer sin cesar desde el mes pasado, terminando mutiladas hasta el punto de no poder ni ser reconocidas. Los asesinatos eran más frecuentes durante la noche en la que en cualquier otro momento era una vívida ciudad, y cualquiera que se encontrara fuera de casa luego de que anocheciera tenía que responder a los guardias.

No habían estado seguros de quién era el responsable de todos los asesinatos hasta que un miembro del grupo de exploración había regresado, despotricando y desvariando sobre una especie de bestia. Naruto había estado ahí cuando el hombre cruzó los portones trastabillando durante la tarde, cubierto con sangre seca, su mirada cruzando al límite de la demencia. Lucía como un lunático. Estuvo vociferando sobre una especie de bestia enorme que se ocultaba en lo más profundo del bosque, y que tenía ciertas demandas que la ciudad debía cumplir.

Él no tenía idea de cuáles serían esas demandas. Al pobre hombre se lo llevaron otros tres guardias y nadie lo había visto ni oído de él desde entonces. Sabía que Kakashi había sido enviado para encontrarse con la Bestia temprano esa mañana, para escuchar sus demandas. Esto no le agradó en lo más mínimo, puesto que temía perder a una de las únicas dos personas a las que guardaba cariño dentro de este pueblo. A decir verdad, se había estado muriendo de los nervios toda la mañana hasta que vio a Kakashi regresar con un semblante severo en el rostro. Le había escuchado decir algo como que la Bestia lucía como un lobo gigante, dos cabezas más alto que él mismo y, curiosamente, siendo capaz de utilizar la lengua humana. Eso es todo lo que Naruto pudo llegar a captar antes de que a Kakashi lo llamaran los del concejo.

Esperaba que Kakashi lo visitara mañana. Tal vez estuviera dispuesto a contarle un poco más sobre la Bestia, como el hecho de que era posible que la criatura parecida a un lobo fuera capaz de hablar. Los animales no podían hacer eso, ¿cierto? Aunque aparentemente este sí podía. O tal vez era porque no era realmente un animal, sino una Bestia, y a las Bestias no aplicaban las mismas normas, ¿no?

Todavía tenía mucho que aprender sobre animales y Bestias, pero se aferró a la promesa de Kakashi de que pronto lo llevaría a conocer a un experto en todo tipo de animales. ¡Tal vez ese hombre incluso le prestara algunos libros! Eso sería en verdad increíble.

— ¡Hey, tú! ¡Apúrate, ya casi anochece! —uno de los guardias le ladró, frunciendo el ceño ante su presencia mientras caminaba junto a otro guardia.

Naruto hizo una torpe reverencia y corrió el resto del camino a casa, esperando no tener otro encontronazo con alguno de los guardias.

Su casa era una vieja choza, pequeña y con solo dos habitaciones: un baño y un espacio abierto que combinaba una cocina realmente pequeña, su cama, y una pobre excusa de sala de estar. Pero aun así era su hogar. Contenía sus dibujos, los pocos libros que Tsunade y Kakashi le habían obsequiado y sus tres sábanas, que eran lo único que le quedaba de sus padres.

No era mucho, pero era suyo y era su hogar, y eso era suficiente para él.

Se bañó rápidamente utilizando la pequeña tina y se vistió con una de las dos pijamas que tenía. Ya estaban desgastadas y definitivamente le comenzaban a quedar pequeñas, los pantalones ya ni siquiera le llegaban a cubrir los tobillos. El invierno estaba llegando a su fin, la primavera haciendo presencia tentativamente ahora que estaban en marzo, así que solo tendría que apañárselas durante unos meses más. Luego las noches se volverían más cálidas y no importaría si sus pantalones estaban muy cortos o si su camisa se le encaramaba cada vez que se daba vuelta en su cama llena de bultos.

Luego de apagar la vela, se metió en la cama y se acomodó para pasar la noche. El último sonido que escuchó antes de que el sueño se apoderara de él fue una especie de vago aullido a la distancia.


La puerta fue abierta de una patada y sus sábanas arrancadas fuera de su alcance antes de que pudiera procesar lo que estaba ocurriendo. Se sentó abruptamente, listo para reclamarle a Kakashi por estar de bastardo, pero su boca se cerró de sopetón cuando se encontró a sí mismo viendo directamente al rostro de Danzo.

Danzo, la segunda persona más poderosa entre los suyos, que era acompañado por tres guardias, los cuales lo miraban con perturbadores rostros carentes de emoción.

— ¿Q-Qué están haciendo aquí? —preguntó Naruto, inyectándole a su voz la mayor cantidad de valor que pudo recolectar.

Nunca le había agradado Danzo. El hombre siempre lo miraba con ojos calculadores, como si estuviera tratando de pensar qué podría hacer con él.

El hombre le ofreció una fina sonrisa, sus ojos más fríos que el viento del exterior.

—Uzumaki Naruto, has sido elegido para actuar como sacrificio para la Bestia. Serás llevado a la Bestia ahora mismo como ofrenda de parte de la ciudad.

Naruto lo observó boquiabierto, sin creerse lo que estaba pasando. Solo cuando uno de los guardias lo tomó del brazo fue que comprendió lo que ocurría.

Iban a sacrificarlo.

Lo tirarían a la Bestia como a una oveja al matadero.

— ¡¿Qué?! ¡No, no pueden hacerme esto! —gritó y golpeó el brazo del guardia para apartarlo.

Evadió al segundo, empujó al tercero para quitarlo de su camino pero, justo cuando estaba a punto de escapar (solo debía llegar con Tsunade, ella lo protegería, ella se aseguraría de que no lo alcanzaran, ella lo cuidaría) un puño lo golpeó en la mandíbula, provocando que cayera de lleno sobre su trasero.

El dolor explotó en su rostro mientras gritaba cuando dos pares de manos lo sujetaban firmemente de los brazos hasta el punto de dejar moretones. Una cruel patada a la parte de atrás de sus piernas hizo que dejara de resistirse un momentos mientas recuperaba el aliento.

—No hagas esto más difícil de lo que debe ser. —le dijo Danzo glacialmente, apoyándose casualmente en su bastón. —Serás sacrificado a la Bestia, resistirte no te ayudará.

—Pero, ¿por qué yo? ¡Envíen a alguien más! ¡Envíen algo de ganado! —gritó, volviendo a retorcerse.

Terror como jamás había experimentado iba apoderándose de él rápidamente, tanto que sintió que se estaba ahogando, como si sus pulmones jamás volverían a tener suficiente aire.

¡No podían en serio ofrecerlo a la Bestia! ¡No podían odiarlo tanto como para que no les importara que muriera para aplacar a la Bestia!

— ¿Por qué enviaríamos a alguien más? —cuestionó Danzo, su voz repleta de desprecio y desdén. —Todos en esta ciudad tienen seres queridos que les llorarán… Todos menos tú. ¿Por qué haríamos a una familia sufrir cuando podemos ofrecerte a ti, un huérfano irrelevante? No creas ni por un segundo que tu vida vale más que la de todos los demás en esta villa.

El hombre les asintió a los guardias. —Llévenselo. Directo a la cueva.

— ¡No, no pueden hacerme esto! ¡Déjenme ir! ¡No pueden entregarme a él! ¡No lo hagan!

Naruto gritó, lloró, suplicó, pero los guardias solo lo arrastraron con ellos despiadadamente, a través de las casas y directo a los portones. La gente salía de sus hogares, observándolo gritar y suplicar mientras se lo llevaban lejos de su hogar, pero nadie alzó un dedo por ayudarlo. Solo lo quedaron viendo sin una pizca de compasión.

— ¡No pueden entregarme a él! ¡No pueden, no lo hagan, por favor! ¡Por favor, no quiero esto! ¡Quiero vivir, suélteme! —lágrimas bañaban su rostro, el frío de la mañana escociéndole las mejillas, los tobillos, las manos.

No podían estar haciéndole esto, ¡no podían en serio entregarlo a la Bestia! Pero la entrada de la villa entró en su campo de visión y su mente viajó más allá de la desesperación, dándose cuenta de que en verdad iban a arrojarlo a los lobos, que lo iban a abandonar a su muerte, a dejar que fuera asesinado como todas esas otras personas.

Arremetió con su pie, giró el rostro para morder y roer la mano de uno de los guardias, un intento vano de liberarse. Uno de los guardias reaccionó y lo último que vio antes de que el dolor le explotara en la parte de atrás de la cabeza y la oscuridad lo consumiera, fue al otro guardia escupiendo sobre él.


La cabeza le martilleaba sin cesar cuando se despertó y cada músculo en su cuerpo gritaba con el más mínimo movimiento. Un gemido de dolor se le escapó cuando sus ojos se abrieron, registrando la manera en que varias zonas de su cuerpo le dolían.

Se le detuvo la respiración cuando su cerebro registró dónde estaba. Se sentó de sopetón, apretando los dientes cuando esta acción solo empeoró el dolor, y apenas se atrevió a respirar cuando reparó en sus alrededores. Estaba en un tipo de cueva, acostado en una fina capa de lo que parecían ser pieles de animales. Había una pequeña fogata algo apartada de él, la única fuente de luz en el oscuro lugar.

A su derecha, en el otro extremo de la cueva, había un par de brillantes ojos rojos mirándole directamente.

Se paralizó completamente, sabiendo de antemano que estaba viendo a la mismísima Bestia aunque nunca antes la hubiese visto. Lágrimas se acumularon en sus ojos sin que pudiera evitarlo, deslizándose por sus mejillas, cayendo sobre sus muslos.

En verdad lo habían hecho. Lo habían abandonado, lo ofrecieron a la Bestia como sacrificio.

Le dieron la espalda para que fuera asesinado.

Incluso luego de años de maltrato, de ser ignorado y burlado, de escuchar una y otra vez que era un bueno para nada, que nunca lograría nada en esta vida… Incluso después de todo ese tiempo, no había querido creer que en verdad fueran a abandonarlo así.

Como si no les importara. Como si su vida no significara nada para ellos.

Como si no tuviera ningún tipo de valor, alguien indigno de ser protegido.

Lo hicieron a un lado de una manera tan sencilla como sacar la basura.

Hipó, un sollozo doloroso le raspó la garganta antes de que despiadadamente suprimiera los demás, tapándose la boca con la mano. Incluso sabiendo que solo dos personas se preocupaban por él, dolía saber que la villa lo había hecho a un lado tan fácilmente.

Se congeló cuando la gigante figura cerca de la otra pared se movió, y solo pudo ver aterrorizado como la Bestia se acercaba a él. Sus garras resonaban en el piso de la cueva con cada paso que daba y, cuando pasó junto al fuego, Naruto pudo observar lo negro que era su pelaje.

La Bestia se detuvo a unos pies de distancia de él, sentándose de modo casi impasible.

—Al fin has despertado. —las palabras fueron dichas en un gruñido bajo, rechinando a través de largos colmillos, pesadas en la 'r'.

Naruto no podría responder incluso si quisiera, sus cuerdas vocales entumecidas ante la presencia de la gran Bestia justo en frente de él.

—Estás algo delgado. —la Bestia continuó, entrecerrando los ojos. Entonces bufó, el sonido áspero en el espacio abierto. —No debí haber esperado nada más de ellos.

El corazón de Naruto casi palpitó a través de sus costillas cuando el gigante lobo se acercó y lo olfateó. Cuando exhaló, su aliento fue como una ráfaga caliente de aire.

—Hueles interesante. —dijo la Bestia contemplativamente antes de ponerse en pie y alejarse, para el asombro de Naruto.

Habiendo esperado ya haber sido devorado a estas alturas, o al menos mordido, exclamó en shock: —Espera, ¿a dónde vas? ¿No vas a matarme y a comerme?

Se encogió al instante en que esas palabras abandonaron sus labios, sin poder creer lo estúpido que acababa de ser. Por alguna razón la Bestia estaba dejándolo en paz por ahora, ¿y la primera cosa que hacía era recordarle a la creatura que la ciudad lo había botado aquí para ser asesinado? ¿Qué rayos pasaba con él?

La Bestia se detuvo y giró la cabeza para mirarlo.

— ¿Por qué querría comerte?

Todo su ser estaba lleno de tanta incredulidad y estupefacción que Naruto sabía que debería de estar aliviado al oírlo, ya que la Bestia no planeaba matarlo, pero todo lo que pudo pensar fue: Ni siquiera soy lo suficiente bueno para ser asesinado.

¿Era acaso tan indeseable que ni siquiera la Bestia lo quería? ¿Qué tan patético era que ni siquiera ese monstruo quería lidiar con él?

Tal vez Danzo tenía razón después de todo: nadie lo extrañaría, nadie nunca lo querría. Ni siquiera una criatura de la noche quería tenerlo. ¿Qué tan triste era eso?

Tragó duro, pero el irritante bulto en su garganta no quería desaparecer.

— ¿Eso quiere decir que puedo irme a casa? —preguntó en voz baja, sus dedos aferrándose al pelaje debajo de él.

Seguro que si la Bestia no quería comerlo, podría irse, ¿no? Aparentemente no era un sacrificio lo suficientemente bueno, así que no tenía ningún sentido quedarse. Y, aunque el pensamiento de no ser lo suficientemente bueno para la Bestia lo hirió, se aferró a la esperanza de poder ver a Tsunade y Kakashi otra vez. Tendría que entrar a escondidas a la ciudad para que Danzo o alguno de los guardias no lo descubriera, pero…

—No puedes irte. —la Bestia destrozó sus esperanzas sin compasión.

— ¿Qué? ¿Por qué no? Dijiste que no ibas a…

—Porque eres mío. —el lobo gruñó y le frunció el ceño antes de alejarse de él, la oscuridad tragándoselo perfectamente.

Dejando a Naruto atrás sin pensárselo dos veces.

Y, aunque sabía que debería estar feliz de que no lo matarían, solo se sintió miserable. Lágrimas se deslizaban por sus mejillas mientras se acostaba sobre las pieles en posición fetal.

No era lo suficientemente bueno ni para ser un sacrificio. ¿Qué tan patético era eso?


La Bestia y él cayeron en una extraña rutina. Cada mañana la Bestia dejaba la cueva para ir a cazar comida. Algunas mañanas regresaba con varios conejos muertos, otros días con un gran venado e incluso algunas veces con un cerdo y algunas gallinas, los que probablemente había robado de algún granjero. Los cerdos y las gallinas no merodeaban por el bosque, al fin y al cabo.

Naruto nunca lo veía despellejar a los animales pero, siempre que la Bestia le traía la carne, no había un rastro de piel en ellas y ya estaba dividida en partes, lista para ser rostizada o cocinada sobre el fuego.

La primera vez que la Bestia le había traído un conejo sin piel, la siguiente mañana luego de haber despertado en la cueva, Naruto solo pudo quedarse viendo al animal muerto que había sido puesto delante de él. La Bestia lo empujó más cerca de él con el hocico y un resopló impaciente antes de darle la espalda.

— ¿Qué se supone que haga con esto? —preguntó Naruto impotentemente, desviando la mirada de los ojos vacíos y carentes de vida del conejo.

La Bestia curvó su labio superior, mostrando una impresionante hilera de dientes. —Comer.

—S-Solo como carne en la cena. —dijo dócilmente el rubio, su estómago revolviéndosele ante la idea de comer carne tan temprano durante el día. O, al menos, asumía que era de mañana, ya que no había salido de la cueva aún.

La Bestia entrecerró los ojos peligrosamente y Naruto retrocedió, temeroso de lo que el lobo pudiera hacer. Se vieron a los ojos en silencio por un rato, la tensión latente en el aire, hasta que el lobo dejó escapar un sonido parecido a un suspiro y desapareció.

Cuando regresó media hora después, llevaba una hogaza de pan entre sus dientes. Naruto ni siquiera preguntó de dónde había sacado el pan, y la Bestia no le ofreció ninguna respuesta. Cada mañana, sin embargo, había pan esperando por él y, luego de tres días, un frasco con mermelada apareció junto a él. La Bestia no le trajo ningún cuchillo (ya fuera porque se le había olvidado que los humanos utilizaban esos utensilios para comer, o porque no confiaba en que Naruto tuviera uno a su alcance, no lo sabía), así que Naruto resolvió utilizando sus dedos para untar la mermelada en el pan.

En ningún momento se quejó. Esta era más comida de la que normalmente conseguía cuando todavía vivía en la villa.

Solo podía dejar la cueva para beber agua de una fuente cercana, para bañarse (aunque solo dos veces a la semana. Más de eso volvía al lobo algo ansioso, por alguna razón), y para hacer sus necesidades escondido entre algunos arbustos. Aunque la Bestia extrañamente estaba dispuesto a darle cierta privacidad para bañarse o ir al baño, en el momento en que Naruto hubiera terminado era empujado de regreso dentro de la cueva.

Naruto no sabía lo que la Bestia quería de él. El lobo había dejado claro que no planeaba comérselo, pero, ¿por qué insistir en que comiera tanto, entonces? ¿Por qué se enojaba y le gruñía cuando no podía terminarse un conejo entero? Apenas le había dirigido la palabra al chico rubio, solo se sentaba o se acostaba ahí, sus ojos rojos siguiendo cada uno de sus movimientos cuando no estaba afuera haciendo quién sabe qué.

El nido (porque eso era, un nido) había adquirido un par de pieles más en las semanas que Naruto llevaba allí, lo que, a decir verdad, lo había vuelto más cómodo a la hora de dormir. Lo que no era tan cómodo era la manera en que la Bestia se le acercaba en la noche para olfatearlo antes de alejarse y dormir en algún otro rincón. Naruto no tenía ni la más mínima idea del porqué el lobo seguía haciendo eso, todo lo que sabía era que era increíblemente intranquilizante el tener unos dientes tan afilados tan cerca de su cuello y espalda cada vez. Aunque no es como si pudiera hacer mucho al respecto. No era rival para tan imponente creatura.

Y así los días se convirtieron en semanas: el lobo escabulléndose dentro y fuera de la cueva, trayéndole comida y pieles nuevas, apenas mediando palabra, su mirada siguiendo a Naruto dondequiera que fuera.

Sin tocarlo, sin matarlo. Solo observándolo.

Naruto sabía que debería sentirse aliviado. A pesar de ser un sacrificio, se le había permitido vivir cuando otros no habían sido obsequiados con la misma piedad. Tenía más comida y agua de la que alguna vez tuvo en la ciudad, excepto por las veces en que Tsunade y Kakashi lo invitaban a cenar. Tenía una "cama" bastante cómoda para dormir, más suave de lo que su antiguo colchón lleno de bultos alguna vez fue. Debería estar feliz.

Pero no lo estaba. Extrañaba a Kakashi y a Tsunade, extrañaba pasar sus tardes con ellos, sabiendo que ese par, a diferencia de los demás habitantes del pueblo, sí lo querían. Extrañaba su vieja choza, aquella a la que había llamado su hogar. Extrañaba sus libros y sus sábanas. Extrañaba los dibujos que había hecho de los animales que había visto y de las dos personas a las que consideraba su familia.

Extrañaba ser capaz de hablar sin tener miedo de que con una sola palabra errada su cuello pudiera ser despedazado.

Y entonces una mañana tomó la decisión de escapar.


Había perdido la cuenta de cuántas semanas llevaba en la cueva. Ya al menos debería ser abril, tal vez incluso mayo, pero no podía estar seguro.

Esperó hasta que la Bestia se hubiera ido a su cacería de rutina, sabiendo que eso le daba al menos una hora antes de que regresara. Había pasado las últimas dos semanas contando los minutos que a la Bestia le tomaba regresar de cazar a la pobre criatura lo suficientemente desafortunada para atravesarse en su camino ese día. La Bestia se tardaba al menos una hora antes de escabullirse de regreso en la cueva, su presa colgando de su mandíbula.

Eso le daba a Naruto una hora para alejarse de la cueva lo más posible. No tenía idea de si ese tiempo fuera suficiente para salir de entre el follaje, ya que no sabía que tan profundo en el bosque la cueva se encontraba, pero tenía que intentarlo. Solo tendría que correr y seguir corriendo hasta dejar todos los árboles atrás. Y entonces… Ni siquiera sabía aún qué haría una vez afuera del bosque, pero se preocuparía de eso después.

Luego de que la Bestia dejara la cueva, esperó cinco minutos, observando el oscuro corredor sin ser capaz de distinguir nada. Sabía que necesitaría todo el tiempo posible, pero tampoco quería arriesgarse a que el lobo regresara por escucharlo atravesando el corredor.

Una vez que estuvo seguro de que la Bestia no podría escucharlo, comenzó a correr a través del negro pasillo, su mano contra la pared siendo lo único evitándole chocar accidentalmente contra la dura roca.

La brillante luz del día lo cegó cuando trastabilló fuera de la cueva, como siempre le pasaba luego de estar horas en la oscuridad. Se tomó un par de segundos para observar sus alrededores y escoger una dirección al azar, corriendo hacia el sur desde la cueva donde los árboles estaban más separados, creando un camino indefinido.

No tenía puestos zapatos, ya que estaba descalzo cuando despertó por primera vez en la cueva y nunca pudo encontrar sus zapatos, así que asumió que los guardias los habían robado. Esto hacía que correr a través del bosque no fuera tarea fácil. Ramas rotas y todo tipo de objetos puntiagudos se le ensartaban y le lastimaban los pies mientras corría a través del bosque, arbustos y ramas bajas enganchándose a su cabello y a su ropa, haciéndole tropezar algunas veces.

Su respiración era demasiado ruidosa, mellando en el aire mañanero, su corazón latiendo como loco dentro de su pecho, sus músculos protestando por el esfuerzo que les estaba obligando a soportar luego de semanas solo dando cortos pasos. La piel le hormigueaba, caliente de manera tan poco natural en medio de la fresca brisa primaveral, sudor empapándole la nuca y el pecho, pero continuó avanzando, obligando a sus cansadas piernas a seguir moviéndose, seguir corriendo, ¡tan rápido y tan lejos como fuera posible!

No vio el empinado declive a tiempo.

Un segundo sus pies pisaban la firme tierra, y al siguiente no había nada debajo de ellos. Cayó, chocando bruscamente contra el suelo mientras rodaba colina abajo, su grito siendo cortado a medias cuando aterrizó dolorosamente sobre su espalda.

Desorientado, se apoyó sobre sus codos y alzó la vista. Se encontraba al pie de una colina, el suelo del bosque siendo interrumpido casi abruptamente transformándose en un pequeño barranco. A su otro lado, el bosque continuaba arriba de él, como si un gigante hubiera cavado una parte del bosque. El otro lado del cerro se alineaba perfectamente con el camino que Naruto había estado siguiendo, lo que explicaba por qué no había notado el hundimiento a tiempo.

Lamentándose miserablemente, todo su cuerpo punzándole como si fuera un gigante moretón, se sentó despacio, rotando los pies cuidadosamente para asegurarse que no se los hubiera torcido de algún modo. Había únicamente una ligera punzada de dolor, probablemente por haber perdido el equilibrio, así que se levantó cautelosamente, mordiéndose el labio.

Su cuerpo entero se estremeció ante el trauma de dolor por la inesperada caída, pero se forzó a sí mismo a ignorarlo. Solo tenía que seguir avanzando, seguir corriendo, y entonces lograría estar a salvo.

Cuando se giró, se topó cara a cara con un gigante oso de color café oscuro.

El oso se encontraba a varios pies de distancia de él y parecía molesto, como si Naruto lo hubiera perturbado. Mientras el chico se paralizaba, completamente aterrorizado, el oso gruñó amenazadoramente y se alzó en sus patas traseras.

¡El oso era enorme! Se alzaba sobre él, al menos cuatro cabezas más alto y cinco veces más grande, y dejó escapar un estruendoso rugido cuando volvió a caer sobre sus cuatro patas, la fuerza de su peso haciendo que la tierra temblara.

—Buen oso, lindo oso. —susurró Naruto asustado, retrocediendo despacio. Sus ojos recorrieron el suelo pero, para alimentar su pánico, no encontró nada que pudiera utilizar como arma, ¡ni siquiera una mísera rama partida! ¡¿Qué se supone que haría ahora?!

El oso volvió a gruñir alto, y corrió directo en su dirección.

Gritando, Naruto se arrojó precipitadamente a la derecha y corrió por la parte de atrás del cerro. Escuchó al oso impactar con la colina de hierba antes de que rugiera y…

Pasos atronadores pronto comenzaron a alcanzarlo.

Iba a morir.

En este lugar, en este momento, iba a ser asesinado. Una risa histérica brotó de su pecho mientras empezaba a correr desesperadamente en zigzag, esperando confundir al oso. Era irónico. Había escapado de la Bestia… ¿Solo para terminar como el almuerzo de otro animal?

El oso gruñía y rugía detrás de él e, incluso a pesar de saber de que no serviría para nada, de que no había nadie que pudiera ayudarlo ahora, vociferó: — ¡POR FAVOR, AYUDA!

Algo firme le rozó la espalda y el toque fue lo suficientemente fuerte como para hacerle perder el balance. Perdió el equilibrio y cayó, raspándose las rodillas y las palmas de las manos mientras giraba apresuradamente, justo a tiempo para evitar que una pata grande y pesada lo golpeara. Eso fue solo un breve respiro.

Estaba justo en frente del oso y no pudo evitar cerrar los ojos y empezar a llorar, sabiendo que era el fin, que no había escapatoria. En solo una cuestión de segundos el oso lo atravesaría con sus garras y…

Un aullido estridente y amenazador rasgó el aire y algo que se sintió como una ráfaga de viento pasó a su lado, siendo seguido rápidamente por gruñidos y rugidos rabiosos.

Abriendo los ojos de sopetón, Naruto no pudo más que apartarse torpemente y observar con la boca abierta la batalla que se llevaba a cabo frente a sus ojos. La Bestia estaba atacando al oso.

El lobo gruñó, sus afilados dientes resplandeciendo a la luz del sol mientras mordía y enterraba sus colmillos con furia, sangre derramándose en el ambiente. La Bestia aulló de dolor cuando el oso golpeó su costado derecho con fuerza con una de sus patas, pero la creatura no dejó que eso lo detuviera. Una y otra vez, atacó al oso, grandes garras clavándose en los costados y el lomo del oso, su mandíbula mordiendo sus patas, gruñendo furiosamente todo el tiempo.

El oso se defendió tan bien como pudo, deslizándose y golpeando al lobo pero, entonces, la Bestia saltó, capturando el cuello del oso con su enorme mandíbula y torciendo su cabeza, arrancando piel y carne y músculo, atravesando las arterias.

Sangre comenzó a brotar de la herida abierta instantáneamente, y el oso soltó un último quejido antes de caer pesadamente al suelo, coloreando sus alrededores con el rojo de su sangre.

La Bestia saltó lejos del oso, respirando pesadamente, y se quedó observándolo un momento, como si quisiera asegurarse de que el oso de verdad estuviera muerto y no solo fingiendo. Luego, giró su cabeza y su mirada se desvió a Naruto, sangre chorreando por su mandíbula.

Como una presa a punto de desbordarse, Naruto comenzó a sollozar, su cuerpo temblando violentamente.

—Lo siento, lo siento, no quise- no quise-. —pero el resto de sus palabras se ahogaron en más lágrimas, dolor y conmoción finalmente instalándose en él. La realización de que pudo haber muerto golpeándole sin piedad.

Si la Bestia no hubiera estado ahí, si no hubiera matado al oso, Naruto hubiera… Él se hubiera…

— ¿Estás herido? —la Bestia le preguntó, acercándosele despacio, su frondosa cola meneándose de atrás hacia adelante agitadamente.

Naruto bajó la mirada, todavía temblando bruscamente, su visión demasiado borrosa por las lágrimas como para detectar cualquier herida que pudiera tener. Todo le dolía pero, honestamente, no estaba seguro de si era por haberse lastimado o porque no podía dejar de temblar fuertemente, sus músculos protestando y tensándose.

La Bestia gruñó y presionó su hocico contra el hombro de Naruto, casi empujando al chico sobre su espalda con la fuerza inesperada. Cuando Naruto solo lo miró desconcertado, el lobo gruñó de nuevo y bajó su gran silueta al suelo.

—Sube a mi lomo. Te llevaré de regreso. —la Bestia rezongó y, cuando Naruto se tardó mucho en moverse, gruñó por lo bajo y retrajo sus labios, mostrando sus dientes.

Soltando un chillido, Naruto se subió en el lomo de la Bestia con cierto esfuerzo, sin ganas de descubrir si la extraña tolerancia que la Bestia parecía tenerle tenía límites. Apenas había logrado aferrar sus manos cuidadosamente a unos mechones de pelaje cuando la Bestia comenzó a correr. Gritando asustado, Naruto se agachó y envolvió los brazos alrededor del cuello de la Bestia como si de eso dependiera su vida, mientras el lobo casi parecía volar en lugar de correr entre el follaje.

Atravesaron los árboles, pasaron cerca de otro arroyo, básicamente volando sobre los arbustos, asustando a los animales que habitaban ahí. Cuando la Bestia redujo la velocidad, Naruto abrió cautelosamente sus ojos de nuevo, solo entonces dándose cuenta de que los había cerrado, y alzó la cabeza. Tragó duro al reconocer la entrada de la cueva, reconociendo de mala gana lo rápido que la Bestia lo había traído de vuelta.

Esto lo hizo darse cuenta, con su estómago revolviéndosele incómodamente, que nunca hubiera tenido oportunidad contra el gigante lobo. Sin importar lo rápido que hubiera corrido, sin importar cuánta distancia hubiera puesto entre ellos, jamás hubiera sido suficiente. La Bestia lo hubiera encontrado de todos modos.

Sin detenerse para que el chico bajara de su lomo, la Bestia trotó dentro de la caverna, sumergiéndolos a ambos en la pura oscuridad cuando se adentró en el corredor que llevaba al centro de la cueva. Avanzó en línea recta hasta el nido, inclinándose para que Naruto se deslizara y bajara de su lomo para aterrizar sobre las mullidas pieles.

Casi inmediatamente el lobo presionó su hocico contra las manos raspadas de Naruto y el chico rubio soltó un gritito de sorpresa, la fría y húmeda nariz sorprendiendo a su sistema. La Bestia lo ignoró y olfateó sus magulladas rodillas y pies irritados antes de gruñir por lo bajo y retroceder un poco.

—Estás herido. —masculló, sonando ridículamente molesto sobre ese hecho.

—M-Me caí. —admitió Naruto con voz cohibida.

La incertidumbre de toda la situación, el no saber qué iba a pasarle ahora, estaba carcomiéndole los nervios. La Bestia lo había rescatado, sí, pero la única razón por la que tuvo que hacerlo fue porque Naruto había intentado escapar. ¿Qué haría la Bestia ahora que su sacrificio había hecho el intento de huir?

Sentía que iba a vomitar en cualquier momento, tenía tantas náuseas y ninguna era por el susto que había experimentado, ni por la adrenalina de su encuentro con el oso.

Ojos rojos se entrecerraron peligrosamente.

—No están sangrando demasiado. —dijo el lobo bruscamente y, repentinamente, su gran y roja lengua lamió el pie izquierdo de Naruto desde el talón hasta los dedos.

— ¿Qué estás haciendo? —chilló Naruto, retorciéndose y alejándose de la rara y cosquilluda sensación. La lengua del lobo se sentía extrañamente suave y cálida contra sus lastimados pies.

Un grave gruñido lo hizo congelarse y mirar con los ojos abiertos a la criatura.

—No. Te. Muevas.

—No me moveré, lo prometo. —musitó con voz aguda, demasiado asustado de solo pensar en molestar a la Bestia por intentar alejarse de nuevo, incluso aunque las lamidas en su piel lo estuvieran volviendo loco por las cosquillas.

Cuando el lobo estuvo satisfecho y consideró que había limpiado sus pies lo suficiente, permitió que Naruto retrocediera hasta la esquina más alejada del nido. Pero no se fue. En lugar de eso, se sentó en el suelo y observó intensamente al chico.

— ¿Por qué te fuiste?

El extraño tono dolorido del lobo provocó que Naruto rompiera en llanto.

—Y-Yo solo… ¡Solo quiero sentirme normal otra vez, ¿de acuerdo?! Los l-líderes de la villa me dejaron aquí como tu sacrificio porque na-nadie me extrañaría, y en verdad t-te agradezco que no me comas, pero solo quiero poder hablar con alguien de nuevo pero no puedo, ¡porque en verdad no quiero que te enojes! ¡Pe-Pero estoy tan solo aquí y no sé qué quieres de mí! Yo solo… Yo solo quiero estar en algún lugar donde la gente me quiera.

El torbellino de palabras terminó tan abruptamente como había comenzado, y enterró su rostro entre sus manos, tratando de acallar sus sollozos lo más posible. Pero fue inútil, y su pecho comenzó a doler por la fuerza de estos, pero no podía parar. Luego de semanas sin ver nada más que una enorme cueva y un todavía más enorme lobo, estaba tan cansado. Quería estar en otro lugar, un lugar donde las personas lo quisieran, donde no sería abandonado como el sacrificio para una Bestia y donde no lo mantuvieran como si fuera un extraño juguete.

Ni siquiera sabía si el lobo lo consideraba un juguete. La creatura lo alimentaba y merodeaba cerca, pero apenas le dirigía la palabra y definitivamente no daba la impresión de que de verdad quisiera que Naruto estuviera allí. ¿Siquiera por qué estaba ahí? Era un sacrificio, sí, ¿pero qué significaba eso?

¿Por qué la Bestia lo dejaba estar ahí, dándole de comer y manteniéndolo caliente, cuando no parecía que quisiera hacer nada más? ¿Qué sentido tenía que él se quedara cuando el lobo solo se dedicaba a observarlo o desaparecía por horas?

¿Por qué estaba aquí cuando era más que obvio que nadie lo quería?

El suspiro del lobo fue como una ráfaga de viento y Naruto se encogió en su lugar, recogiendo sus piernas de modo que pudiera enterrar su rostro en ellas. Si había molestado a la Bestia hasta el punto en que al fin lo mataría, no quería verlo.

Entonces, una extraña voz, suave y ronca, llenó la caverna.

—Mírame.

Desconcertado ante la voz desconocida (¿acaso alguien había conseguido adentrarse en la cueva sin que se dieran cuenta? ¿Cómo era posible? Naruto no había visto a otro ser humano desde que había sido abandonado aquí), alzó la cabeza, cauteloso de lo que pudiera encontrar.

Su quijada cayó al suelo ante la vista que lo recibió.

Había un hombre de pie en frente del nido, justo en el sitio donde la Bestia estuvo antes. Su piel era de un delicado tono claro, el tipo de complexión que Naruto había escuchado que la nobleza se esforzaba por tener. Su cabello era oscuro como una noche sin luna, largos mechones enmarcando su rostro de aspecto aristocrático. Sus ojos eran de un interesante tono negro, como si ardiera de forma parecida al fuego en el hoyo detrás de ellos. Su boca estaba coloreada de un tenue rosa, como si hubiera sido besada por una rosa. Su cuerpo estaba-

Completamente desnudo, Naruto se dio cuenta con las mejillas al rojo vivo y casi se atraganta con su propia saliva.

— ¡Estás desnudo! —chilló descolocado, tapándose la boca con la mano.

Músculos se ondularon impresionantemente cuando el hombre se cruzó de brazos, alzando una ceja en forma de juicio.

— ¿Eso es lo primero en que te fijas? —preguntó sin impresionarse.

— ¡Pero es que estás desnudo! —balbuceó Naruto y se sonrojó aún más cuando sus ojos deambularon hacia abajo casi sin pensarlo. Rápidamente los volvió a enfocar en la cara del extraño, quien estaba sonriendo socarronamente como si se hubiera percatado de hacia donde la mirada de Naruto casi se había desviado. — ¡¿Por qué estás desnudo?!

—Porque cambiar con ropa puesta es imposible. —el hombre respondió secamente. — ¿O piensas que escondo mi ropa debajo de mi pelaje?

—Tu pelaje…—Naruto repitió atontado, sirenas de emergencia sonando en su cabeza. Si el extraño hablaba de su pelaje, eso quería decir que… — ¡Eres la Bestia! —jadeó perplejo.

—Hasta que al fin. —el hombre (Bestia) dijo casualmente y se puso en cuclillas, sus manos descansando en sus rodillas.

—Pero… Si puedes cambiar, ¿por qué no lo hiciste antes? —el chico rubio preguntó anonado.

El hombre se encogió de hombros, el movimiento suave y sin parecer extraño a pesar de su posición. —No quería abrumarte con tantas noticias al mismo tiempo. Quería que te acostumbraras a mi lado animal primero.

—Pero entonces, ¿por qué cambiar ahora?

El hombre inclinó su rostro ligeramente hacia la derecha.

—Porque ahora necesitas más mi forma humana que la de lobo. —respondió con honestidad, como si fuera así de sencillo.

Como si realmente fuera así de simple para él el haber cambiado de forma completamente, solo porque Naruto había querido… Solo porque había necesitado…

Nadie, excepto por Tsunade y Kakashi, jamás se habían desviado de su camino para hacer algo por él. Nadie en la ciudad, excepto ellos dos, habían nunca hecho algo para hacerlo sentir mejor o para tranquilizarlo o siquiera para ayudarlo. Había aprendido desde muy temprano a no esperar nada de nadie y aquí estaba la Bestia, cambiando de forma, volviéndose humano por él, todo porque había sido estúpido y se había puesto a llorar como un bebé.

Incluso después de haber intentado abandonar al lobo, la Bestia había cambiado de forma para ayudar a calmarlo. Él no estaba obligado a hacer nada para ayudar a Naruto, especialmente después de haber salvado su vida de aquel oso, y aun así ahí estaba, completamente humano solo porque Naruto dijo que quería volver a sentirse normal.

Se había despojado de su identidad de lobo por Naruto.

Nadie había algo tan significativo como eso por él jamás.

Esta vez, cuando las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas otra vez, fuertes brazos lo rodearon y lo atrajeron firmemente hacia un pecho descubierto, una nariz rozándole la sien.

Y, a pesar de puntas de garras que podía sentir presionándosele en la espalda a través de la delgada tela de su camisa, a pesar de la fuerza que podía prácticamente sentir irradiando del cuerpo humano de la Bestia, a sabiendas de que el hombre que lo abrazaba podría fácilmente arrancarle la garganta sin que pudiera detenerlo…

Jamás se había sentido tan seguro.

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Notas de la traductora:

Este es, honestamente, uno de mis fics favoritos. No sé ni por qué XD Pero ya lo he leído como cuarenta mil veces y lo sigo releyendo.

Lo quise traducir porque tenía curiosidad de cómo se leería en español, y de paso para compartirlo con aquellos que no entienden inglés para que también puedan disfrutarlo.

El próximo capítulo probablemente esté listo la próxima semana, así que confiemos :D