Ninguno de los personajes me pertenecen, solo me dedico a inventar historias con ellos
Bruselas, año 201 D.C
Edificio ESUN
Relena Darlian miró desconcertada el documento que tenía en sus manos. Sabía que ya lo había leído por completo y, aún así, no lograba recordar de qué se trataba. Retrocedió hasta el título del manuscrito: "Mejorías pendientes con relación al comercio de hortalizas entre México y colonia L4".
- Bueno, no es particularmente fascinante - pensó la joven algo frustrada. Ya eran pasadas las siete de la tarde, solo había comido una barrita proteica entre reuniones y se sentía cansada y hambrienta. Claramente, no era el mejor estado para leer informes de comercio.
Levantándose de su escritorio, estiró los brazos y se masajeo levemente el cuello y las sienes. Lo mejor sería dejarlo hasta ahí y continuar mañana con sus deberes.
- Disculpa, Jessica - llamó a su asistente por el intercomunicador - creo que ya es todo por hoy. ¿Podrías avisar que estoy lista para ir a casa?
- Sí señorita Darlian, no hay problema - contestó amablemente Jessica.
Relena ordenó los papeles de su escritorio, dejando el manuscrito de las hortalizas en primera fila para leerlo en la mañana. Se estaba colocando su abrigo color crema cuando dos golpes secos en la puerta llamaron su atención. Intuyendo quien era, lo dejó pasar mientras buscaba su bolso.
- ¿Estás lista?
El tono seco de esa voz no impidió que sintiera un pequeño y agradable cosquilleo en su espalda. Incluso después de todo ese tiempo, seguía reaccionando como una adolescente cuando se trataba de él. Se giró y sonrió levemente.
- Comandante Yuy, tan rápido como siempre. Sí, ya estoy lista. Vámonos.
Caminaron en silencio por los pasillos casi vacíos del edificio. A diferencia de varios de los miembros de la ESUN, quienes trabajaban con horario de oficina, Relena siempre parecía ser la última en abandonar el lugar.
- No te imaginas el hambre que tengo - comentó con tono ligero a su acompañante - Fueron muchas reuniones otra vez, ya hacia el final solo pensaba en un trozo de pizza.
- Hn
- De hecho, creo que camino a casa pediré a domicilio, hace mucho que no lo hago - viendo que su interlocutor no parecía responder, Relena suspiró e hizo un último intento - ¿Quisieras algo tu también?
- No, gracias.
Tratando de no sentirse demasiado decepcionada (o enfadada), Relena se encogió de hombros y decidió no insistir. Mantener una conversación activa con el comandante Yuy podía ser tan exitoso como intentar salir de la oficina a un horario decente. Simplemente, no resultaba.
Una vez en el estacionamiento del edificio, el chófer los esperaba al lado del auto negro con vidrios polarizados. Le abrió cortésmente la puerta a Relena, mientras la joven le sonreía. Una vez instalada, tomó su celular y buscó su pizzería favorita. Mientras Heero se sentaba a su lado, lo miró de reojo.
- Última oportunidad - le dijo mostrándole el teléfono. El joven se limitó a negar con la cabeza mientras abría su laptop y comenzaba a teclear. Relena volvió a suspirar y completó su pedido.
Mansión Peacecraft
Relena se encontraba con una copa de vino en mano, sumergida en la bañera con el agua caliente aromatizada con lavanda y burbujas cubriéndola hasta el cuello. Tomó un sorbo de vino mientras pensaba en el tiempo que había pasado desde que conocía a Heero y en su relación. Si es que le podía llamar a eso "relación". Hacía seis años que se conocían y tres desde que trabajaban relativamente juntos, él como miembro de la Unidad de Preventivos y ella como ministra de relaciones exteriores. Aunque desde que se uniera oficialmente a los preventivos siempre había estado asignado para su protección, solo hacía un tiempo que Lady Une lo había elegido para ser su guardaespaldas oficial, lo que significaba que se había ido a vivir a la mansión Peacecraft desde entonces. Sobra decir que su hermano no había estado muy feliz con la decisión.
En un principio, Relena se había emocionado lo indecible al saber que Heero Yuy viviría bajo su mismo techo y, cual adolescente, comenzó a fantasear mil y una maneras distintas de encuentros románticos, declaraciones apasionadas y un noviazgo de ensueño. Por supuesto, nada de esto ocurrió.
Si bien vivían en la misma casa, la habitación de Heero no podía estar más alejada de la suya, casi parecía a propósito. Y, descontando las pocas veces que comían juntos, apenas se cruzaban. Bueno, tampoco era como si ella pasara mucho tiempo en casa, prácticamente vivía en el edificio de la ESUN y los fines de semana en su oficina. Y Heero, mientras estaban en casa, se dedicaba a trabajar en los protocolos de seguridad, chequear cincuenta veces las cámaras que cubrían la mansión y, si se sentía ocioso, leer manuales sobre la mantención de distintas armas.
Relena sonrió mientras soplaba las burbujas acumuladas. La idea de ocio de Heero nunca dejaba de sorprenderla. Una vez, luego de un día muy trabajado, le había sugerido que salieran a caminar y tomar aire fresco. Él no entendió cual sería el atractivo de caminar a la vista de todos y ser un blanco fácil para un francotirador. En días como aquellos, pensaba si no sería mejor rendirse, dejar ir los sueños de amor y las fantasías con el héroe del espacio para poner los pies en la tierra.
Había intentado salir un par de veces con otros hombres, pero tampoco le había puesto mucho empeño. La mayoría le parecían superficiales, a veces intimidados por su trabajo o simplemente aburridos. Y desde que Heero se había convertido en su guardaespaldas oficial, las citas se habían reducido al mínimo. No tenía mucho sentido salir a cenar con un prospecto cuando el hombre de tus sueños está sentado en la mesa de al lado.
Frustrada, contuvo la respiración y sumergió la cabeza en el agua. Realmente, o se olvidaba de él y seguía adelante, o se resignaba a una vida de soltería. No parecía haber muchas más opciones.
Probablemente habría seguido adelante mucho antes si no fuera por los besos. Ah, los besos. Contados con los dedos de una mano, pero existían. Y eso es lo que no la dejaba continuar.
El primero había sido hace muchos años, antes de la batalla contra Marimeia y Dekim, cuando miembros de la organización de Colmillo Blanco habían intentado un ataque contra los gundams. Cuando acabó el conflicto y mientras se despedían, Heero la besó por primera vez. Había sido un breve roce, pero quedo grabado a fuego en su mente para siempre.
Luego de la batalla final contra Dekim y tras destruir la base en Bruselas, había colapsado en sus brazos a causa de sus heridas. Mientras lo abrazaba y pedía ayuda, Relena no había podido contenerse y lo besó. Aunque sintió que él le correspondía levemente, no podía estar segura y no sabía si contaba como un beso real.
El último había sido hace casi un año, poco tiempo después de que lo asignaran como su guardaespaldas. Habían discutido por los nuevos protocolos de seguridad que él estaba implementando y que ella encontraba ridículos e innecesarios. Lo recordaba perfectamente…
FLASHBACK
-¡No puedo creer que hayas hecho eso! - exclamó la ministra dando un golpe en su escritorio.
- Tenían antecedentes criminales. No se encontraban aptos para formar parte de tu equipo de seguridad - contestó Heero tranquilamente, mientras se apoyaba contra la pared y se cruzaba de brazos.
- Llevaban años trabajando con mi familia, no tienes derecho a despedir a los trabajadores de esta casa.
- Une me designó como tu guardaespaldas y jefe de seguridad, por lo que sí, puedo disponer del personal relacionado - Heero la miró con el ceño fruncido - Y ya que estamos en eso, debemos hablar sobre Pagan.
- ¡Ni siquiera te atrevas a tocar a Pagan! - gritó Relena, roja de rabia - Es mi empleado de mayor confianza y mi amigo, ha estado a mi lado desde el principio.
- Exacto- respondió él, sin inmutarse ante la ira de la joven - Es mayor, Relena. No puede continuar como tu chofer, sus reflejos no son los mismos.
- ¡Como me entere de que lo has despedido, puedes ir empacando tus cosas, porque no te quedarás en esta casa!
- Sabes que es lo correcto. Mañana hablaré con él.
Relena se sabía pacifista, pero en ese momento habría sido capaz de matarlo. O al menos de hacerle mucho daño. Resoplando, avanzó hacia él hasta quedar lo bastante cerca para presionar su dedo contra su pecho, en un gesto acusador.
- Hazlo y te vas a enterar de lo que es bueno, Comandante Yuy.
Heero se descruzó de brazos y bajó la mirada para observar esos ojos azul cielo, que brillaban de ira.
- ¿Qué piensas hacer?
- Yo… yo…
Relena no pudo terminar su frase. En ese momento, Heero tomó su mentón y la silenció con un firme beso. Paralizada, no alcanzó a reaccionar cuando él se apartó. La miró fijamente durante unos segundos antes de hablar.
- Como te dije, hablaré con él mañana.
Y sin esperar respuesta, abandonó la habitación
FIN FLASHBACK
Relena salió bruscamente del agua, respirando agitadamente. Restregándose los ojos para sacar el exceso de agua, soltó una risita irónica. Vaya forma de callarla se le había ocurrido aquella vez. Recordaba haberse ido a la cama con la cabeza en las nubes y miles de preguntas. Apenas había logrado dormir y cuando lo hizo, los sueños más inquietantes la habían abrumado.
A la mañana siguiente, no vio a Heero. Pagan le había dicho que el joven Yuy había hablado con él, pidiéndole si podía prescindir de sus tareas de chofer, manteniendo su labor como mayordomo principal de la mansión. El había estado de acuerdo, ya que sentía que estaba más lento y le dolían las articulaciones. Relena solo había asentido antes de preguntar donde estaba su guardaespaldas.
Pero mientras iba en su búsqueda, se acobardó. ¿Qué pensaba decirle? Él la había besado. Ya no eran niños, no se estaban despidiendo, pensando que no se verían más, ninguno había estado semi inconsciente. ¿Significaría algo ese beso? Y si era así, ¿no debería ser él quien le diera explicaciones? Él había comenzado.
Con mil pensamientos de ese tipo, Relena decidió pasar el día en su oficina, escondiéndose de su nuevo guardaespaldas. Lo que no fue difícil, ya que él tampoco tenía intenciones de hablar con ella al parecer. Y así pasó el tiempo, sin volver a mencionar lo ocurrido.
Casi un año después, su relación no había avanzado mucho más. Cierto, era mucho más cordial y Heero era una buena compañía, silenciosa, pero agradable. Lamentablemente, parecía destinado a quedar solamente en eso, agradable.
Con resignación, Relena se levantó y salió de la bañera. Envolviéndose en una bata lila y colocándose una toalla en el pelo, tomó su copa y se dirigió a su habitación. Se sentó frente al tocador y se dedicó a cepillar su cabello, mientras bebía pequeños sorbos de vino. Cuando terminó, se puso su piyama y se acostó en la amplia cama. Apagando las luces y cruzando las manos detrás de la nuca, tomó una decisión.
- Ya es suficiente. Tengo que seguir y olvidarme de él.
Edificio ESUN
Relena se encontraba inmersa en la lectura del manuscrito referente a su próxima reunión, cuando su asistente Jessica la llamó por el intercomunicador.
- Disculpe señorita Darlian, pero se encuentra su hermano aquí. Dice que es urgente.
- Gracias, Jess. Hazlo pasar y tráenos café por favor.
Relena se levantó y sonrió cuando su hermano entró a la habitación. Milliardo Peacecraft, aún conocido por la gente como Zechs Marquise, todavía no se había decidido a retomar sus labores como heredero del reino. Parecía bastante satisfecho con su trabajo en la jefatura de los Preventivos. Y aunque todavía existían roces entre ellos, habían logrado establecer una muy buena relación con los años.
- Buenos días, Milliardo. Que sorpresa verte.
Zechs sonrió y se acercó para abrazar suavemente a su hermana y darle un beso en la frente.
- ¿Es que acaso no puedo venir a ver a mi hermanita y preguntarle por su día?
- Pues claro que sí - contestó ella riendo - solo que no sueles venir a mi oficina a menos que quieras decirme algo malo.
Zechs hizo una mueca pequeñísima, pero Relena, ya acostumbrada a leer el lenguaje facial de su hermano, captó enseguida.
- ¿Qué ocurre? Vi tu cara, algo me tienes que decir.
En ese momento, entró Jessica cargando una bandeja con una jarra de café, tazas y un plato con bizcochos. Zechs se levantó para recibir la bandeja de sus manos y, dándole las gracias, la despidió.
Mientras servía el café y le ponía azúcar a la taza de su hermana, Zechs suspiró.
- ¿Sabes? Extraño el tiempo cuando no me conocías y podía esconderte cosas.
- Puede ser, pero en ese tiempo no te habías visto privilegiado con mi compañía.
Zechs le sonrió a su hermana antes de servirse una taza de café y sentarse frente a ella. Tras beber un sorbo, la miró seriamente.
- ¿Has estado bien?
- Pues, ya sabes. Bastante trabajo, pero ya tengo algo de práctica en eso.
- Heero me ha dicho que no duermes mucho.
Relena bajó la vista y se concentró en su taza.
- Lo suficiente. Nada que un buen café no pueda combatir. ¿Qué me dices de ti?
- No me quejo.
- ¿Cómo esta Lucrezia?
- Muy bien, pero no creo que vuelva a dejarlas salir juntas. Desde su última ida de compras creo que no tengo cajones disponibles para mí.
Relena se rio. Su hermano y Noin no eran demasiado públicos con su relación, pero se habían ido a vivir juntos no hace mucho a una propiedad cercana a la mansión Peacecraft. Relena había logrado mantener su amistad con Lucrezia y había descubierto una nueva compañera de compras. Para desgracia de Milliardo al parecer.
Zechs sonrió antes de terminar su café. Entonces dejó la taza y miró seriamente a su hermana.
- Tienes razón, hay algo de lo que debemos hablar. Pero no aquí.
- ¿Qué ocurre? - de pronto, Relena se asustó - ¿Hay alguna amenaza o algo así?
- No, no, tranquila. Pero es algo complicado que puede llevar a consecuencias… poco agradables. Une solicitó tu presencia en una reunión en el cuartel general de los Preventivos. Debemos ir inmediatamente.
Relena supo que su hermano hablaba en serio. Rara vez solicitaban su presencia en el cuartel general. Si había alguna medida especial o cambios en la seguridad, Heero se limitaba a transmitírselo.
- Esta bien. Dame un momento - dejando su taza, se dirigió al intercomunicador - Jessica, necesito que canceles mi reunión de las doce. Avisa al comandante Yuy que debo salir con mi hermano.
- Sí señorita.
Relena se volvió y observó que Zechs había tomado su abrigo y bolso. Al parecer, tenían que darse prisa.
- Yuy ya está enterado de la situación - dijo con tono seco mientras la ayudaba a ponerse el abrigo- Nos esperará en el auto.
Salieron de la oficina con paso rápido. Relena saludó a los colegas con los que se topaba en los pasillos, tratando de parecer tranquila, sonriendo y asintiendo. Cuando llegaron al estacionamiento, Heero ya estaba allí. Relena lo miró curiosa. Parecía más hosco de lo normal. Sin decirle una palabra, le abrió la puerta del auto mientras le asentía a Zechs a modo de saludo y se sentaba a su lado. Zechs se sentó en el asiento de copiloto.
- Al cuartel general- dijo seriamente al chofer. Sin más comentarios, se pusieron en marcha.
Cuartel General Oficina Preventivos
- Tanto tiempo, Relena. Espero que te encuentres bien.
Lady Une le sonrió cálidamente a la joven. En calidad de jefa de los Preventivos, Lady Une tenía un papel importante en la seguridad y bienestar de la ministra de relaciones exteriores, así como también en todo lo relacionado con la seguridad espacial y la unidad antiterrorismo. Una tarea poca.
Relena le devolvió la sonrisa. Si bien su relación no había empezado de la mejor forma, (no olvidemos que Une fue la primera persona a la que Relena disparó), a estas alturas ya tenían claro que pertenecían al mismo bando. Y por supuesto, Relena iba con tanta frecuencia como podía a visitar a Une y Marimeia.
- Muy bien, Lady, gracias.
Relena observó a los presentes mientras Zechs la guiaba hasta uno de los asientos. Había varias caras conocidas y no pudo evitar sonreír y saludar al joven rubio que se encontraba a su lado.
- ¡Oh, Quatre! ¡Me alegro mucho de verte! - ambos se tenían la confianza para saludarse con un abrazo, pero en vista de que había varios miembros de la Unidad, lo hicieron lo más breve posible. Aunque conocía al resto de los pilotos, Relena apenas había mantenido una conversación con ellos fuera del ámbito de trabajo, por lo que se limitó a estrechar sus manos.
Lady Une se acercó hacia la cabecera de la mesa y automáticamente todos guardaron silencio. Silenciosamente, pasó revista con la mirada. En el cuartel se encontraban ella, los cinco expilotos gundams, Sally Po, Noin, Zechs y Relena. Había decidido prescindir del personal innecesario, ya que la información que tenía que dar era de carácter sensible, por decir lo menos.
- Muy bien, ahora que estamos todos, vamos a proceder - usando un control, encendió la pantalla y mostró lo que parecía una carta firmada con un sello que representaba una serpiente mostrando los colmillos de forma amenazadora a un pequeño pájaro- Esta es la tercera carta que hemos recibido de esta organización que se hace llamar "Cobras Doradas". Si bien comenzaron solamente como un llamado de atención, ahora están francamente amenazando a la ministra Darlian. Por lo que hemos podido averiguar, si bien este grupo es nuevo, el sello de la serpiente devorando al petirrojo data de varios años como escudo de la familia Van Acker, una de las cofundadoras del reino de Sanc.
Relena observó perpleja el sello de la serpiente y se giró para ver a su hermano.
- ¿Cofundadores?
- El reino de Sanc solía ser parte de algunos países del norte de Europa - explicó Zechs - Nuestra familia fue una de las responsables de la independencia, junto con varias otras. Los Van Acker fueron un importante aliado. Una vez se estableció el reino, la mayoría estuvo de acuerdo con que los Peacecraft nos quedáramos con el trono.
- No me digas - masculló Wufei - Y ahora estos chiquillos decidieron que no están conformes con esa decisión ¿cierto?
- No es tan así - continuó Une, acercando la imagen de la carta para que se pudiera leer el contenido - La verdad es que los Van Acker siempre han sido aliados de los Peacecraft y fieles devotos a su legado. El problema es que son… algo retrógrados en su forma de pensar.
- ¿A qué te refieres? - preguntó Towa.
- El reino de Sanc siempre ha tenido un rey - dijo Une seriamente - Desde sus inicios hasta la muerte de Marticus Rex, el padre de Zechs y Relena, siempre ha sido un hombre el que gobierna la nación.
- No entiendo que tiene que ver eso conmigo - dijo Relena, todavía sorprendida por la información y la mención de su padre biológico- Yo no soy la reina de Sanc y no he manifestado intenciones de serlo tampoco. Ni siquiera llevo el apellido de mi familia.
- Es cierto, pero el legítimo heredero conocido como Milliardo Peacecraft supuestamente murió en combate durante la guerra contra las colonias - explicó Noin con suavidad.
- Y aunque he pensado en reestablecer mi identidad, no tengo planeado seguir con la línea de sucesión - añadió Zechs con tono irónico - Tampoco sería bien visto que el rey de Sanc fuera un ex guerrillero.
- Todo esto es muy interesante, pero yo tampoco entiendo porque la toman contra la señorita - preguntó Duo Maxwell, mientras se balanceaba en las patas traseras de su silla.
- Dado que el primogénito de Marticus está fuera del mapa, Relena es legítimamente la heredera al trono. Aunque por razones políticas haya decidido mantener su apellido Darlian, oficialmente sigue siendo una Peacecraft - Une volvió a señalar la pantalla, donde se resaltaron algunas frases de la carta - Como ya mencionaron antes, los "Cobras Doradas" no están de acuerdo con que una mujer gobierne el sacrosanto reino por el que tanto lucharon sus antepasados. Y antes de que me digan que Relena no tiene intenciones de gobernar en Sanc, ellos ven cada actividad política de ella como ministra de relaciones exteriores como una representación de su nación frente al mundo. Quiéralo o no, es vista como la reina de Sanc.
Relena permaneció en silencio mientras digería la información. Lo encontraba un poco ridículo, pero no había que tomar a la ligera el fanatismo de ciertas personas por sus orígenes, pensaba mientras leía las frases resaltadas de la carta.
"No permitiremos que una mujer nos represente ante el mundo." "Fueron hombres quienes lucharon por el reino, hombres son los que nos deben gobernar." "Si permiten que esa perra se mantenga sola al mando, tomaremos cartas en el asunto".
La habían insultado otras veces, con cosas mucho peores, pero había un resentimiento en esas líneas que la hizo estremecer. Con cuidado para que nadie lo notara, miró a Heero de reojo. Estaba con su laptop tecleando a velocidad de la luz, pero su ceño fruncido estaba más profundo que nunca. Estaba enfadado.
-¿Qué quieren decir con eso de mantenerse sola al mando? - preguntó Sally.
- Ah, esa es la guinda de la torta y el motivo principal de esta reunión. Luego de seguir maldiciendo durante un par de frases más, el grupo presenta una oferta. Si Relena estuviera acompañada de una contraparte masculina y cediera sus derechos al trono a él, sería todo más aceptable para estas "Cobras".
Un profundo silencio cayó sobre la sala. Heero dejó de teclear y miró a Une alzando una ceja. Duo dejó de balancearse. Quatre miró a Relena con preocupación. Wufei y Trowa alzaron la vista de la mesa para mirar también a su jefa. Noin estiró el brazo y cubrió la mano de Relena con la suya.
Relena sintió la boca seca. Miró a Une, luego a su hermano, quien apartó la vista tras un momento, y nuevamente a Une.
- No creo estar segura de entender. O mejor dicho, preferiría creer que no es lo que estoy pensando.
Une le devolvió la mirada con algo de culpa en los ojos.
- Es lo que crees. Relena, debemos encontrarte un marido.
¡HE VUELTOOO!
No, no desaparecí, solo me tomé un break de (ejem) 10-11 años. Mis más sinceras disculpas, pero la vida se interpuso ^-^U
Hace un tiempo que tenía ganas de volver por estos lugares, asi que finalmente me senté con un litro de café y nació esta historia ^o^ y no desesperen porque hice un borrador previo y esta casi lista jajajaja
Sobre mis otras historias, la verdad es que las leo y me siguen gustando, pero no sé si podré retomarlas con el mismo tono del principio. Al menos "Cambios, para bien o para mal" tiene una linea más o menos definida, tendré que ver si mi musa me apaña.
Como siempre, todos sus comentarios, aportes, felicitaciones, reclamos y sugerencias son bienvenidos, ya que despues de todo, escribo para ustedes 3
Nos vemos en el siguiente capitulo!
