Hola, esta historia nació hace ya varios meses, pero no había logrado terminarla. Agradecimientos especiales a Cilenita79 que me ayudó a editar y mejorar un poco esta idea.
PANDEMIA.
Capítulo 1: Coronavirus.
09 a.m
Nadie, ningún gobierno, ni especialista pudo prever que algo como esto ocurriría. Los días pasaron, los pacientes no paraban de llegar y ya no habían camas algunos países ni los ataúdes eran suficientes para todos los muertos a causa de este nuevo virus; en cosa de semanas el mundo cambió y como se ve el futuro cercano, volver a la "normalidad" no será posible muy pronto.
Ya no sabía a ciencia cierta si era de día o de noche, hubo horas que llevaba sin dormir o cuando fue la última vez que pudo sentarse a comer algo. Llevaba 25 horas trabajando, el área de urgencias estaba repleta de pacientes covid19 y la enfermera que debía llegar a relevarla no llegaba.
Miró el reloj en su celular y pensó en enviar un WhatsApp a su suegra -ex suegra- para avisarle que no llegaría a tiempo para desayunar con sus hijos, desde el inicio de la pandemia decidió que los niños se queden con su abuela, de esa forma, no estaban para trasladándose a cada rato, ya que los horarios laborales de las enfermeras estaban todo, menos estables. Entonces era Candy quien iba después del trabajo a pasar tiempo con ellos, no le agradaba abusar de la buena voluntad de Eleanor, pero en estos tiempos, contar con ella era una bendición.
En eso estaba cuando la voz de su jefa la sacó de su pensamiento.
- ¡Dulce! Qué bueno que te encuentro, gracias por no haberte ido aún, sé que tu turno terminó hace una hora.
- Sabes que no soy de dejar a mis pacientes sin atención- replicó Candy.
- Lo sé- le aseguramos, con igual seriedad. - Tengo que darte una mala noticia, Karen no llegará a trabajar, se contagió, tiene covid- dijo con expresión de pesar Flamy.
Candy se quedó de una pieza, no podía creer que una de sus colegas, y amiga, estuviera enferma, se le pasaron mil cosas por la cabeza. Mientras divagaba, Flamy habló:
- Estuvieron trabajando juntas el turno anterior, tienes que hacerte el examen ahora mismo e irte a tu casa en cuarentena preventiva, al menos hasta tener el resultado de tu PCR.
- Sí, claro - dijo dirigiéndose a la caja de atención destinada para la toma de exámenes.
Luego de pasar por el poco agradable procedimiento, se dispuso a llamar a Eleanor para contarle lo que ocurría y pedirle que les explique a los niños no podrían verso al menos por unos días.
- Tranquila Candy, sabes que amo cuidar a mis nietos y nunca son una molestia.
- Por favor, no les digas que podría estar contagiada, no quiero que se asusten. El resultado lo tendré mañana.
- No te preocupes, sólo cuídate y descansa.
- Gracias Eli.
No terminó de colgar la llamada cuando las alarmas de monitoreo de un paciente comenzaron a sonar y Candy junto con otros profesionales del equipo entraron a la sala para auxiliar al enfermo.
13:00
Le dolía cada fibra de su cuerpo, finalmente fueron 30 horas ininterrumpidas de trabajo, el paciente de las alarmas había caído en paro a causa del covid y Candy colaboró en la emergencia, finalmente ya estaba ahí y faltaba personal.
Metió la llave en la cerradura y entró a su departamento arrastrando los pies. Lanzó su bolso al sofá y una sombra se levantó de un salto asustando a Candy.
- Mier**! Terry ¿qué haces aquí?- dijo molesta.
- Hola para ti también Candy- respondió sarcástico y volvió a sentarse en el sofá- Hasta que por fin llegas, se supone que tu turno terminó hace horas.
- Si, 5 horas, para ser precisa, gracias por recordármelo, si no me lo dices no lo habría notado-se que sentó en el sofá y volvió a preguntar: ¿A qué viniste? Estoy muy cansada para las visitas, menos para discutir contigo mis horarios otra vez. Los niños están con tu madre, así que no sé qué haces aquí.
- Tranquila sólo vine a ver cómo estás, mi madre me contó sobre Karen y tu cuarentena preventiva, decidí venir a traerte algo de comida y provisiones, supuse que podrías sentirte mal y estar cansada aún para pedir por app.
Candy respiró hondo, dejando de lado la hostilidad y la actitud defensiva, debió reconocer que el refrigerador estaba vacío y que estaba muriendo de hambre.
- Gracias, en realidad tengo hambre.
- Date una ducha mientras preparo algo para comer, lo dejaré sobre la mesa y me iré, no quiero molestarte, debes descansar.
Ella le sonrió asintiendo y se dirigió al baño. Él la miró mientras se alejaba, seguía siendo tan hermosa como el primer día, ni los 11 años que llevaban juntos, ni dos embarazos, ni los largos turnos en pandemia habían causado mella en el irresistible cuerpo de su esposa. ¡EX! Esposa, se reprendió así mismo por estar pensando y sintiendo lo que sintió después de más de un año separados.
Se habían separado hace un año, después de 8 años de matrimonio, el estrés y la rutina, junto con el carácter fuerte de ambos hicieron que las diferencias entre ellos ganaran al amor que se tuvieron.
Terry se preparó a servir el almuerzo de Candy para luego retirarse a su casa cuando escuchó que cerraba la llave del agua y le gritaba desde el baño:
- ¿Aún estás aquí? ¿Terry?
El hombre se acercó a la puerta y respondió:
- Sí pecosa - por un momento pensado medio en broma, medio en serio, preguntarle a través de la puerta si quería que la acompañara en la ducha, pero desistió inmediatamente. Candy estaría preocupada por la salud de Karen y la propia, no necesita más estrés con sus "bromas" así que sólo agregó.- ¿Necesitas algo?
Candy abrió la puerta envuelta en una bata y una toalla en su cabeza.
- Pensaba en si te gustaría quedarte y comer conmigo, ya que viniste preocupado por mi, es lo menos que puedo hacer, ofrecerte al menos un café.
La verdad es que durante la ducha, el estrés del trabajo se fue disipando y comenzó a aparecer el estrés de la incertidumbre de estar o no contagiada. De ser así ¿Qué pasaría con sus hijos si a ella le pasara algo? Esa y otras preguntas la salieron a llevar hacia el pánico y no quiso quedarse sola, necesitaba otro ser humano para mantener la mente ocupada y recuperar su autocontrol.
Terry sonrió, le gustaba pasar tiempo con ella, de ser por él no se había separado, pero Candy era terca como mula y no quiso entrar en razón.
- Claro pecosa, acepto el café.
Se sentaron a la mesa, manteniendo la distancia preventiva, y conversaron como antes, compartiendo las últimas anécdotas de los niños, hablando trivialidades de la vida vía zoom. Sin darse cuenta habían pasado casi dos horas.
- Creo que es hora que me vaya, debes tener sueño- Comenzó a caminar hacia la puerta, ella lo siguió hasta el recibidor y lo detuvo antes de que él abriera para salir.
- Espera- dijo Candy.- voy a buscar algo de ropa limpia para que le lleves a los niños, no sé cuántos días más tendrán que…- se quedó callada. Sintió un nudo en la garganta y las lágrimas llenaron sus ojos. En ese momento había caído en cuenta de que no sabía por cuánto tiempo no podría estar con sus hijos, ni siquiera estaba segura de si volvería a verlos y su templo de hierro se rompió. Terry al verla quebrarse hizo el intento de abrazarla, pero ella lo rechazó, lo que hizo encender la furia del castaño y su enojo habló por él:
- Demonios, Candy ¿ni siquiera estando en medio de una pandemia mundial puedes dejar de lado tu animadversión por mí? ¿Tan repulsivo te parece un abrazo mío?
- Siempre tan egocéntrico Granchester, no se trata ni de ti ,ni de mi, si no te dejo acercarte ahora es para no contagiarte. Nuestros hijos necesitan al menos uno de sus padres sanos y salvos, y yo ya no estoy seguro de poder cumplir ese papel- Dijo convertir la espalda para que no la viera llorar nuevamente.
- Perdóname, como siempre mi bocota funciona más rápido que mi cerebro, tienes razón. Pero no solo puedo irme y dejarte así, sabes que puedes contar conmigo para todo, puedes desahogarte libremente. Eres la madre de mis hijos y aunque no quieras voy a cuidarte siempre.
Ella suspiró, escuchar esas palabras le calentaba el corazón, si bien Terry y su bocota le hacían enojar continuamente, tenerlo cerca en estos momentos era más importante de lo que ella misma quisiera reconocer.
- Voy a dormir, nada va a ocurrirme, vete y cuida a nuestros hijos.
- Duerme, yo me quedaré aquí viendo algunas series y si todo sigue igual, me iré antes del toque de queda.
- No voy a convencerte de lo contrario ¿verdad?. El castaño negó con la cabeza y su sonrisa de triunfo, ya sabía que había ganado esta batalla.
11:15 pm
Despertaba algo desorientada, estaba oscuro, de pronto recordó los últimos acontecimientos, la casa estaba en penumbras, sin ruidos; miró el reloj ya pasaban de las once de la noche, supuso que Terry se había ido sin despertarla hacía rato, el toque de queda comenzó a las 21. Se levantó para ir a la cocina a comer algo, pero se encontró con un largo y castaño bulto durmiendo encogido en el sofá con la televisión encendida.
¿Qué hago ahora? Se preguntó, primero pensó en despertarlo para que se fuera, pero cuando se acercó para hacerlo se le quedó observando. Se veía tan guapo, era sin lugar a dudas el amor de su vida, un idiota, posesivo y arrogante, pero a pesar de todo, lo amaba; sin embargo, se amaba más a si misma y ya no estaba dispuesta a ceder su libertad e independencia por las inseguridades o traumas emocionales de su marido.
Él se movió un poco dejando salir un quejido, realmente estaba incómodo en ese sofá, Candy le tocó el brazo y le dijo:
- Es tarde, acuéstate en la cama de uno de los niños.
Terry se estiró bostezando y la miró algo avergonzado.
- Creo que ya no me fui. Lo siento, no era mi intención.
- No importa- dijo la rubia encogiéndose de hombros mientras entraba en la cocina y sacaba huevos y una sartén.
Un silencio un poco incómodo se había instalado en el departamento, necesitaba romperlo.
- Llama a Eleanor, debe estar preocupada por ti.
Candy estaba nerviosa, estar solos toda la noche era algo que no ocurría desde...antes que tuvieran hijos. No habían estado tanto tiempo en una misma habitación desde que él se fue de la casa; pensar en esos hechos la perturbó, tomó conciencia de cuánto lo extrañaba, él le dio una sensación de seguridad que no ha encontrado de ninguna otra manera. Siguió cocinando mientras intentaba controlar sus emociones.
Terry la observaba desde el otro lado de la isla de la cocina, se fijaba en cada movimiento de la rubia, la delgada tela del pijama que llevaba puesto lo estaba poniendo nervioso, su pelo, sus hombros, su cintura...En ese momento algo cayó al piso y Candy se agachó a recogerlo dando a Terry una muy buena vista de su trasero lo que hizo que el hombre dejara salir un gemido mientras sentía como algo crecía dentro de su pantalón.
- ¿Dijiste algo?- Pregunta ella- has estado muy callado.
- N..no, sólo leía unos WhatsApp- mintió para disimular- Te ayudo a servir...
Nuevamente compartieron una agradable charla junto a unas copas de vino, esta vez la conversación comenzó a hacerse más profunda, reinaba entre ellos un poco de esa confianza y complicidad de los primeros años. En ese contexto, él se atrevió a preguntar:
- ¿Cómo te sientes con respecto a tu posible covid? ¿Tienes miedo?
- Soy enfermera, el contagio es un riesgo que siempre está ahí, no tengo miedo por mi, me asusta no estar para los niños. Por el momento no tengo síntomas.
- Quizás es una señal del universo para que dejes de trabajar- No terminó de decir la frase cuando ella se puso roja de rabia y se levantó bruscamente pasando a llevar la mesa y derramando el vino tinto sobre Terry.
- No pierdes la oportunidad de recordarme las razones por las que nos separamos. Te repito que mi trabajo es muy importante para mí y dejarlo no está en discusión- dijo Candy enojada- es mejor irnos a dormir.
Terry suspiró, otra vez su bocota había roto el momento de paz y complicidad.
- Lo lamento, no quise decir eso, me refería a que yo también tengo miedo, miedo de que si no estás enferma ahora, te enfermes en cualquier momento, miedo de tener que explicarle a mis hijos porqué no pueden ver a su mamá, miedo a tener que decirles que mamá no va a volver…- La voz de Terry se quebró y Candy no pudo más que levantar la mano para limpiar una lágrima de la mejilla del castaño, quién rápidamente la atrapó impidiendo que la retirara. Aprovechó la ocasión para acercarla a su cuerpo mirándola a los ojos- Candy, tengo miedo de perderte- la mirada de Terry le transmitió tanto: miedo, dolor, pero sobretodo, sincero y profundo amor.
Sus respiraciones se escuchan agitadas y la necesidad de estar más cerca es inevitable.
Candy quiere escaparse, pero Terry no pierde tiempo y dándole un buen uso a su impulsividad, la besa. Pretendía darle un beso corto y lleno de añoranza, porque estaba seguro de que Candy lo rechazaba, pero para su sorpresa fue correspondido en ese beso, haciéndole sentir en el paraíso. Ella por su parte, no quiso pensar y se entregó a disfrutar aquel contacto... y vaya que lo estaba disfrutando... no quería separarse de esa boca que bien sabía era capaz de llevarla al cielo en unos minutos, sólo recordarlo hizo que la mitad inferior de su cuerpo reacciono, sus piernas se relajaron y su vagina se contrajo...entonces el cerebro tomo control de la situación y comenzó a terminar el beso. Terry entendió que era mejor tomarse las cosas con calma.
- Apesto a vino...¿puedo tomar una ducha y lavar mi ropa? - dijo tratando de parecer sereno.
- Claro, iré a buscar algo para que te cambies- respondió.
Candy salió disparada como una bala hacia su dormitorio, donde cerrando la puerta suspiró, golpeándose la frente mientras se reclama a sí misma por haber sido tan débil y caer en la tentación de esos labios tan, pero tan deliciosos...ahora él estaba desnudo en el baño, de solo pensarlo se le secaba la boca ¿qué iba a hacer, qué ropa le iba a pasar? Si ya no quedará nada de él en ese departamento…
Terry también suspiró en cuanto Candy desapareció por el pasillo...tenía una erección enorme y no quería incomodarla más de lo que ya lo había hecho. Se dirigió al baño, se quitó la ropa y dejó correr el agua intentando pensar en otra cosa, pero su testosterona se opuso a cooperar y no le quedó más remedio que solucionar su problema con sus propias manos.
Después de revolver varios cajones Candy llegó a la conclusión que dadas las circunstancias, la única ropa que podría quedarle a Terry era un pijama de algodón, así que se acercó al baño y tocó la puerta.
El castaño abrió sólo cubierto por una toalla y ella pretendió mirar a otro lado.
- Toma, es lo único que tengo más o menos en tu talla.
- Gracias pecosa, me veré muy lindo de rosado- Dijo bromeando para aliviar la tensión del momento.
- Dame la ropa sucia- afortunadamente ese día él vestía de colores oscuros y no habría manchas. -Dejaré funcionando la lavadora y en la mañana estará tu ropa seca. Buenas noches Terry.
- Buenas noches pecas.
Cada uno se metió en su cama y trataron de dormirse lo más pronto posible para evitar la tentación que les llamaban a buscarse.
Continuará.
Bien espero que les haya gustado este primer capítulo, escríbanme sus opiniones, me encanta leer sus comentarios y me animan a seguir escribiendo. Les prometo subir el siguiente capítulo pronto.
