CAPITULO 1: "Primeros pasos"

Aclaraciones: En esta historia reconstruiré todo fallout 3. Es decir que habrá nuevos acompañantes junto con sus perks, armas, misiones de compañeros, algunas nuevas facciones, material eliminado y más profundidad a algunas zonas. También agregare entre comillas el nombre canon del personaje principal junto su special. Eso es todo.

"Vamos a ver… ¿Eres niño o niña?". Dijo James al sacar él bebe del útero de su mujer. "¿Un niño? ¡Es un niño! ¡Tenemos a un niño, Catherine! ¡Un niño precioso y sano!". Dijo James alegre al verlo.

"Oh… Oh, James… Lo hemos conseguido… Un hijo… Nuestro hijito…". Logro decir Catherine cansada por el esfuerzo.

"Hijo mío, tienes ante ti un futuro brillante. De eso no hay duda…" James observaría a su hijo con detenimiento. "¡Que preciosidad! Eh hola… Soy papá, chiquitín. Tendremos que ponerte un nombre, ¿No? Tu madre y yo lo hemos estado hablando. ¿Qué te parece Albert? Me parece un buen nombre, ¿No crees? Vas a parecerte mucho a tu padre". Lo tomaría con delicadeza y se lo mostraría a su esposa. "¿Lo ves Catherine?"

"Oh… Sera grande y fuerte…". Dijo ella esbozando una sonrisa.

"Hijo mio, el mundo es muy grande y hay gente de todo tipo. ¿Qué me dices de ti? ¿Qué clase de persona te gustaría ser? No eres más que…"

"¿Catherine?". A James se le helaría la sangre. "¡Catherine! ¡Tiene una parada cardíaca! ¡Iniciad compresiones! ¡Salvad al bebé! ¡Vamos! ¡Deprisa!.

Un año después.

No mires fijamente la luz, campeón. Puedes hacerte daño en los ojos. Aquí no queda mas remedio que acostumbrarse. "Ven aquí, pequeñito ¡Vamos! ¡Ven con papá!". Dijo James golpeando sus rodillas para llamar su atención.

Albert camino despacio hacia su padre, que se encontraba en el otro extremo de la pequeña habitación.

"Madre mía! ¡Solo tienes un año y ya andas como si fueras atleta!". Se sorprendió James cuando llego hasta él. "Tu madre habría estado muy orgullosa. Oye peque. Ya sé que no te gusta que papá se vaya, pero necesito que te quedes aquí un momento". James cerraría la puerta de la cerca infantil que dividía el cuarto. "Papá tiene que ir un momento a la oficina. Tu quédate aquí, ¿Vale? Yo vuelvo enseguida; no te pasara nada.

Cuando James regreso a los pocos minutos encontró la cerca abierta y a Albert esperando frente a la puerta de la habitación.

"Así que tienes habilidad de explorador… ¡Esta bien empleado por intentar encerrarte ahí!". Dijo James con una carcajada. "Ven aquí, quiero enseñarte una cosa". Agarro un cuadro pequeño que tenía sobre la mesa y se lo mostro a su hijo de apenas una un año. "¿Ves esto? Era el paisaje preferido de tu madre. Es de la biblia: Revelación 21:6. "Soy alfa y omega; el principio y el fin. Al que este sediento, le daré de beber libremente de la fuente del agua de vida". Siempre le encanto eso. Vale, venga. Vamos a ver si tu amiguita Amata quiere jugar".

James le dio la mano a Albert y salieron de la habitación para dirigirse a la habitación de Amata.

Nueve años después.

Hoy era un día especial para Albert. Cumplía diez años y su padre le había pedido que fuera a la cafetería del refugio, así que se puso el mono del refugio, que era azul claro con el numero 101 grabado en tono amarillo a la espalda, y salió de la habitación para dirigirse a la cafetería. Cuando entro, todo estaba oscuro y sin previo aviso la luz se encendió obligándole a apartar la vista.

"¡Sorpresa!". Gritaron todos.

"Stanley, has encendido las luces de repente". Dijo el agente Gómez. "Has dejado ciego a la pobre criatura.

"¡Feliz cumpleaños!". Volvieron a decir entre aplausos.

"Es increíble lo rápido que crece, ¿Verdad?". Dijo la señora Palmer desde su asiento.

Albert no se esperaba que le hicieran una fiesta sorpresa.

"Feliz cumpleaños chico". Le felicitó su padre, que era la persona más cercana a la puerta. "No puedo creer que ya tengas diez años. Estoy muy orgulloso de ti. Si tu madre…"

"Felicidades joven". Lo interrumpió acercándose por detrás Alphonse Almodovar, supervisor del refugio. "No hace falta que te diga lo importante que es el día de hoy, ¿Verdad? Aquí en el refugio 101, al cumplir los diez años, estamos ya listos para asumir oficialmente las primeras responsabilidades. Así pues, aquí tienes. Como supervisor, te hago entrega de tu propio PipBoy 3000. Acostúmbrate a usarlo. Mañana mismo se te asignara tu primera tarea". Dijo soltando una carcajada después de la última frase.

"Disfruta de la fiesta". Dijo su padre cuando el supervisor se retiró". Solo se cumple diez años una vez, así que diviértete.

Su padre fue al fondo de la cafetería a sentarse junto a la barra.

Albert se colocó su PipBoy en el antebrazo izquierdo. Su función básicamente es dirigir la condición y estado del usuario, permitiéndole acceder a holodiscos y notas recogidas. También funciona como GPS, mostrando un mapa de los alrededores con la opción de marcar lugares para localizarlos más fácilmente. También puede funcionar como una radio sintonizando las señales de las torres de radio cercanas y con una linterna.

"¡Genial, ya tienes un PipBoy! Ojalá yo tuviera diez años". Comento Paul Hannon al pasar por su lado, un chico de raza negra al que le faltaban pocas semanas para cumplir diez años.

Amata estaba frente a Albert. Ya había cumplido los diez hacía varias semanas, pero su padre, el supervisor, no hizo ninguna fiesta.

"¡Feliz cumpleaños!". Le grito. "Te hemos sorprendido, ¿Verdad?. Tu padre tenia miedo que nos descubrieras. Pero yo le dije que no se preocupara, porque eres muy fácil de engañar".

"Es una fiesta genial, Amata. Gracias por hacer esto por mí". Dijo Albert agradecido.

"De nada. Pero tu padre lo hizo casi todo; en serio. Yo solo lo ayude a decorar y eso. ¡Eh! ¿Adivina tu regalo de cumpleaños? ¡Adelante dime!".

"La verdad no tengo ni idea".

¡Aquí tienes! Sabría que te gustaría". Amata le entrego a Albert su regalo. "¿Quién es tu bárbaro preferido?". Le pregunto al tiempo que Albert lo abría. "¡Exacto! ¡Grognak! ¡El número catorce y con todas las paginas! Cuesta creerlo, encontré esto en una caja con cosas viejas de mi padre. ¿Te lo imaginas leyendo comics? Él también tuvo diez años, supongo".

"¡Muchísimas gracias, Amata!". Dijo Albert mientras la abrazaba.

"Bueno, te dejo para que sigas la fiesta con tus invitados. Hablamos luego, ¿De acuerdo? Feliz cumpleaños".

Amata fue y se sentó al lado de su padre, que estaba al frente de la señora Palmer. Albert se acercó al agente Gómez, que se encontraba a su izquierda sentado en un taburete bebiendo algún tipo de bebida blanquecina.

"¡Feliz cumpleaños, hijo!". Le dijo cuándo paso por su lado.

Albert vio como el supervisor le pedía con la mano que se acercara y no quiso hacerlo esperar.

"Espero que aprecies el esfuerzo que ha hecho Amata para preparar esta fiesta. No sé por qué, pero parece que le agradas mucho". Dijo como si no lo encontrara lógico.

"Claro que le gusto. Soy un chico encantador". Dijo Albert con orgullo.

"No te confíes, joven. Aún soy el supervisor y sigo encargándome tanto de este refugio como de todos sus habitantes". Dijo con voz cortante.

Albert volvió su vista a la señora Palmer, la persona más vieja del refugio.

"¿Te lo estás pasando bien?". Le pregunto. "¡Diez años ya, dios mío! Parece que fue ayer cuando llego tu padre… ¡Cielos, ya me estoy pasando! Estas esperando tu regalo, ¿Verdad?".

"Si señora".

"¡Pero que educado eres! Así me gusta, que seas tan sincero. No pierdas ese don; puede que nos haga falta en cualquier momento. Mira; aquí tienes un bollo que te he hecho esta mañana Y es todo tuyo, ¿Eh? Hoy es tu cumple; ¡Nada de compartirlo!".

La señora Palmer le dio un pequeño bollo a Albert y éste lo guardo en su bolsillo para comérselo luego.

"¡Atención a todo el mundo!". Exclamo Andy, un robot modelo " Mr. Handy tipo II ", encargado del mantenimiento del refugio. "¡Ha llegado el momento de cortar el pastel!".

Andy extendió su pequeña sierra circular para cortar el pequeño pastel, y tal y como se veía venir salieron varios trozos de pastel disparados en todas direcciones. La mayoría de los invitados estallaron en risas tras la tontería de Andy.

"¡Feliz cumpleaños, idiota!". Dijo Butch desde su asiento, en la mesa que había tras la del supervisor y la señora Palmer.

Butch estaba sentado frente a Hannon y…

"Tengo hambre y ese estúpido robot arruino el pastel". Dijo en tono furioso. "Dame ese bollo que te dio la anciana Palmer".

Albert se tocó el bolsillo golpeo suavemente el bollo.

"La señora Palmer dijo que no tengo que compartirlo porque es mi cumpleaños".

"La señora Palmer dijo que no tengo que compartirlo…". Imito Butch con tono burlón. "¿Quién ha dicho de compartirlo, idiota? ¡Lo quiero todo!". Sus ojos relampaguearon. "¿Me das ya el bollo o prefieres que te una paliza?".

"Que quede claro Butch. No te voy a dar mi bollo". Dijo Albert serio.

"Ah, ¿Sí? Ya veremos". Butch se levantó. "Prepárate".

Butch empujo a Albert con las dos manos y le propino un leve puñetazo en el brazo.

"¡Butch!". Exclamo el agente Gómez, agarrándole del brazo. "¿Qué crees que estás haciendo?, déjalo en paz

Butch regreso a su asiento como si no hubiera pasado nada. Albert se quedó junto al agente Gómez.

"Espero que Butch no te haya hecho daño ¿Quieres contarme lo que ha pasado?". Le pidió el agente Gomez

"¡Intento quitarme mi regalo de cumpleaños!".

"¿Qué le pasa a ese mocoso? Ya supuse que habría empezado el…No se le ocurre una buena desde que nació. Yo me encargo de todo. Tu intenta no acercarte a él".

El agente Gómez volvió a sentarse en su taburete para seguir bebiendo y Amata se acercó a Albert.

"¿Pero qué mosca le ha picado a Butch? No puedo creer que haya intentado montar un pleito en tu fiesta de cumpleaños. ¡Que imbécil!". Dijo enfadada.

"Ese idiota ha intentado robarme el bollo".

"Dios, es acaso estúpido. ¿Pero qué esperabas de Butch el quita bollos?". Albert no pudo evitar enojarse.

Fue con su padre, que estaba sentado en la barra junto Stanley, técnico de mantenimiento del refugio.

"¿Estas bien? ¿Te está molestando otra vez Butch?". Pregunto su padre cuando Albert estuvo a su lado, observando el pastel que había destrozado hacía unos instantes.

"No te preocupes, papá. Puedo encargarme de Butch". Respondió Albert, seguro de sí mismo.

"Me alegro oír eso. Si dejas que un abusón se meta contigo, nunca te dejara en paz". James miro su PipBoy. "Venga, vamos. Seguro que hay alguien más esperándote con algún regalo".

"¿Te gusta ese PipBoy, hijo?". Le pregunto Stanley detrás de su padre. "¿Te queda bien?".

"¡Es genial! ¿Me lo has regalado tú?".

"La verdad es que sí. Me alegro de que te guste. Hay quien piensa que la serie A es un poco Básica, pero a mí siempre me ha parecido la más fiable".

"Gracias, Stanley".

"No hay de qué. Ah, sí, casi se me olvida". Dijo Stanley llevándose la mano a la cabeza. "¡Feliz cumpleaños! Solo es un detalle, pero me alegro de que te guste".

"Permiteme que te desee feliz cumpleaños. Me gustaría ofrecerte un trozo de pastel, pero…". Le felicito Andy desde detrás de la barra.

Albert se rio al recordar el incidente con el pastel y se dirigió a la mesa en la que estaba Butch para dirigirse a Wally Mack.

"Creo que esta fiesta está muy bien, para un para un niño pequeño, claro". Dijo con soberbia cuando vio a Albert a su lado. "Globos, sombreros de fiesta. Pero no es tan genial como la mía. ¿Recuerdas cuando mi padre trajo a Andy para que hiciera magia? ¿Y cuándo jugamos a cazar el mutante en el atrio? Ah es verdad. Que a ti no te invite a mi fiesta. ¡Qué pena! Fue muy divertida".

Albert paso de ese arrogante para hablar con Paul, que estaba a su lado.

"Oye, gracias por invitarme". Le dijo en tono alegre. "Es una fiesta genial. Lo sé, eh, Butch y yo te estamos molestando, pero tú no te lo tomas en serio, ¿Verdad?". Miro de reojo a Butch. "Bueno, eh, feliz cumpleaños y esas cosas. Debería volver a…ya sabes".

"¿Qué? ¿Ahora es tu mejor amigo? Eh, Wally, aquí el Paul se nos ha vuelto un marica". Se burló Butch

"Oye Paul, ¿Por qué no nos presentas a tu nuevo mejor amigo?". Hablo Wally.

"¿Te refieres a este imbécil?". El tono de Paul ahora era burlón. "¡Feliz cumpleaños, imbécil!".

Albert se alejó del grupo y se fue en busca de su padre, que se encontraba en la puerta de la cafetería hablando por el intercomunicador con alguien.

"Eh, era Jonas en el intercomunicador". Se sorprendió al ver a Albert a su lado. "Él y yo hemos estado preparando un pequeño regalo sorpresa. Jonas está esperándote abajo, en el nivel del reactor. Ve; no creo que a nadie le importe que desaparezcas unos minutos".

Y tenía razón, visto lo visto. Salió de la cafetería y torció a la izquierda por el pasillo. Giro a la izquierda por el pasillo. Giró a la izquierda en lugar de subir las escaleras que conducían al nivel superior y bajo al nivel del reactor. Allí se encontraba Jonas, un hombre de raza negra con gafas cuadradas. Llevaba la misma bata blanca que usaba su padre.

"¿Qué estás haciendo aquí abajo, jovencito?". Le espetó al verle. "Pensaba que los niños no podían acceder al nivel del reactor".

"Oh…pero mi padre me dijo que podía venir aquí". Se excusó Albert.

"¡Eh, relájate!, estaba bromeando". Dijo Jonas con una sonrisa de oreja a oreja. "Oye, ahora que has cumplido los diez no tienes por qué aguantar las palabras de los mayores, ¿Sí o no?". Albert le dio gracia. "Espera un momento". Dijo mirando las escaleras por las que había bajado Albert. "Creo que tu padre quiere darte la sorpresa él mismo".

Albert giro sobre sí mismo para darse la vuelta y, efectivamente, su padre estaba por ellas.

"¿Listo para tu sorpresa?". Le pregunto mientras se acercaba a ellos.

"¿Qué clase de sorpresa?". Dijo Albert, ansioso.

"El supervisor te ha dado un PipBoy y ya eres mayor para trabajar, así que supongo que también eres lo bastante mayor para esto". Le entrego un arma de fuego pequeña color marrón. "Tu propia pistola BB! Es un poco vieja, pero debería funcionar a la perfección. Jonas la encontró aquí abajo. Estaba hecho polvo, tardamos tres meses en encontrar las piezas para que funcionase de nuevo". Albert la observaba impresionado. "¿Tu sabes lo difícil que es encontrar un muelle tan pequeño? Menos mal que Butch "extravió" su navaja automática". Dijo riéndose.

"¿Aquí?". Se extrañó Albert. "No podemos disparar aquí".

"No podemos, a menos que queramos que venga el supervisor a buscarnos, pero Jonas y yo hemos encontrado un sitio. ¡Vamos!".

Abrieron una puerta que había al lado de la sala del reactor y entraron los tres, Albert con su arma en mano. Era una sala alargada sin salida, con tres dianas en el extremo.

"Bueno, ¿Qué te parece?". Pregunto James a Albert al ver que este estaba maravillado. "Puedes bajar aquí y disparar cuando quieras".

"¡Esto es realmente genial!". Dijo Albert, encantado con el regalo de su padre y Jonas. "¡Gracias!".

"No habría podido hacerlo sin la ayuda de Jonas. No olvides darle las gracias".

Albert se colocó a unos metros de distancia y comenzó a disparar a las dianas. Le bastaron cinco disparos para dar a las tres.

"¡Cuidado, una mutaracha! ¿Crees que puedes eliminarla con tu pistola BB?".

Las mutarachas eran una mutación de las cucarachas. Medía medio metro de largas y no suelen ser agresivas a menos que se invada su espacio.

Albert apunto a la mutaracha y disparo dos veces al insecto. Un poco de sangre salió de los agujeros que le habían hecho las balas, uno en la cabeza y otro en el tórax.

"¡Buen trabajo! Una mutaracha menos a la que eliminar". Le felicito su padre. "Vamos a tomarnos una foto juntos para inmortalizar este momento. Jonas, hazme una foto con este cazador de primera.

Padre e hijo se colocaron juntos y esperaron a que Jonas hiciera la foto.

Seis años después.

Albert se encontraba en la consulta de su padre.

"Yo solo veo a un chico de dieciséis años perfectamente sano. Así que sí, tienen que ir a clase a hacer tu examen G.O.A.T.". Le dijo su padre después de examinarlo. "Ahora vete. Tienes que presentarse a la G.O.A.T.".

"Si tú lo dices, papá". Se desanimó Albert.

"Eh, no lo digo yo, son las normas". Le corrigió. "Ya tienes dieciséis años, así que este año pasaras la G.O.A.T.". Albert agacho la cabeza. "Venga, no es para tanto. Todo el mundo tiene que pasarla. Lo harás bien".

"Pero me encuentro mal". Mintio Albert poniéndose las manos en la barriga. "De verdad".

"No, no lo estas". Repitio su padre. "Cuando empecé a estudiar medicina, una de las primeras cosas que aprendí fue como detectar a un niño que finge estar enfermo para no hacer la prueba". Conto con una sonrisa. "Lo harás bien. No es para tanto. Todo el mundo tiene que pasarla cuando cumple dieciséis años. Yo, tú y todo el mundo. Y casi todos apruebas sin problemas".

"Hay algo que deba saber sobre la G.O.A.T.?". Se rindió Albert.

"¡La Prueba de aptitud Ocupacional Generalizada, G.O.A.T.!". Dijo su padre mientras se sentaba en su silla detrás del escritorio. "Te ayuda a hacerte una idea del tipo de trabajo que tendrás en el refugio 101 cuando seas un poco más mayor. Así que presta atención y no te duermas. Ya sabes lo que dice el supervisor: "Hemos nacido en el refugio y moriremos en el refugio. La prueba determinara las habilidades de cada uno, que servirán para contribuir al bienestar de todos los residentes del refugio" ¿Te resulta familiar?".

"¿Tenemos que morir en el refugio? ¿No podremos salir nunca?".

Albert no se hacía a la idea de permanecer en aquel refugio subterráneo formado por túneles toda su vida. Le gustaría tanto ver el sol y el mundo que tantas veces ha leído en los libros, pero eso era imposible.

"Déjalo, no servirá de nada ir por ahí haciendo este tipo de preguntas, y menos cerca del supervisor". Suspiro su padre. "Me gustaría decirte algo; es importante, así que escucha atentamente: este lugar, este refugio, no es perfecto, lo sé, pero es nuestro hogar. Aquí estas a salvo. Si mantienes el favor del supervisor, siempre estarás a salvo. ¿Entiendes? Debes apreciar lo que tienes, porque lo que hay ahí arriba, en el exterior, no es la vida que quiero para ti, y tampoco es lo que tu madre querría para ti".

James hablaba como si conociera el mundo exterior y eso le llamo la atención a Albert.

"¿Es cierto eso, papá? ¿Todos nacieron en el refugio?". Pregunto.

"Eso es lo que dice el supervisor, ¿No?". Sonrió su padre. "No va a dejar que entre nadie más, así que supongo que tendrá que ser así. Ahora estas aquí arriba. Lo único que tu madre y yo queríamos es que estuvieras a salvo y aquí lo estas".

"¿Podemos hablar de…ya sabes, mamá?". Le pidió Albert con pena.

"Tu madre era…, era preciosa. Pero más de lo que hayas visto jamás. Mucho más de lo que esas viejas fotos mostrarán nunca. Sentía verdadera pasión por la vida, por el amor…, pero sobre todo por ti. Nunca la vi tan feliz como cuando se quedó embarazada. Tenía grandes planes para ti…"

James miro su reloj y se sorprendió.

"¡Bueno!". Exclamo. "Es hora de que dejes de entretenerte y vayas a clase. Por favor, hijo, tomate en serio esta prueba. Lo único que necesito es que el fantasma de tu madre me persiga porque su único hijo no es más que un holgazán.

Albert se despidió de su padre y se cruzó con Jonas en la recepción. Le dio una palmada en el hombro y le deseo suerte para la prueba.

Salió de la clínica. A la izquierda se encontraba la puerta que conducía al aula de clase. Fuera, a unos metros de la puerta, se encontraba la puerta que conducía al atrio, y a la derecha el pasillo que conducía al aula de clase. Fuera, a unos metros de la puerta, se encontraba Amata rodeada por las Serpientes de Túnel, la banda formada por Butch Deloria, que era el líder; Wally Mack, que era el cerebro; y Paul Hannon hijo del jefe de seguridad. Sobre sus monos del refugio llevaban chaquetas de cuero con una serpiente verde cuidadosamente bordada y elaborada en la espalda, que formaba una esa mayúscula a su vez. Además, los tres eran altos y corpulentos.

"Dios, Butch, ¿Por qué no me dejas en paz?". Oyó decir a Amata.

"¡Se cree que es mejor que nosotros! ¿Te crees especial porque tu padre sea el supervisor?". Dijo Butch con tono burlón. "¡La niña de papá, la niña de papá! Yo te enseñare lo que es una serpiente de túnel de verdad, Amata".

"¡Fuera, estúpidas Serpientes de Túnel!". Pidió ella sin poder hacer nada.

"¿Qué pasa?, ¿La niña de papá se va a poner a llorar?". Se mofo Butch, acariciándose su peinado rockero.

"Vamos al almacén, Amata, te lo pasaras bien".

"¿Qué está pasando aquí?". Interrumpió Albert.

"No es asunto tuyo". Dijo Butch con tono brusco. "Vete de aquí antes de que te expones si te metes con las Serpientes de túnel, ¿Entendido?".

"Butch entiendo tu falta de inteligencia, pero no es necesario mostrar tanto cortisol en contra de ella". Dijo Albert con un tono inteligente burlándose de Butch. "Así que te recomiendo dejarla o tendras que vértelas conmigo". Le advirtió Albert observando el rostro preocupado de Amata.

"¿Y quién eres tú?, ¿Su novio?". Se burló Butch. "Sigue hablando así, chaval, y te enviaremos con tu papá con unos cuantos huesos rotos para que te los arregle".

"Te lo advertí Butch". Acepto Albert.

"Debes de tener los huevos". Dijo Butch sin creerse lo que oía. "Vamos Serpientes de túnel, este idiota necesita una leccíon".

Sin verlo venir, Paul Hannon, que no había abierto la boca en ningún momento, le propino un puñetazo en la cara, Albert se tambaleo hacía atrás, pero consiguió patear el estomago de Wally. Butch lo agarro por detrás y Paul le volvió a golpear. Albert golpeo con su nuca la nariz de Butch y este lo solto, pero Paul le empujo tirándolo de cara contra el suelo a los pies de Amata.

"Vamos". Dijo Paul. Su voz era fuerte y clara. "Esta mujer no merece nuestro tiempo".

"Muy bien, muy bien". Dijo Butch en tono molesto. "Tu ganas, dejaremos en paz a la niña. De todos modos, no merece la pena perder el tiempo contigo. Venga, Serpientes de túnel, vámonos".

Paul Hannon y Wally, ya recuperados, siguieron a Butch al interior del aula. Amata ayudo a Albert a incorporarse. No sabía si era por los golpes o por las luces del techo, pero Amata parecía más hermosa que nunca.

"Gracias por deshacerte de ellos. Par de idiotas". Gruño Amata. "No sé por qué no me dejan en paz. Supongo que es simplemente porque mi padre es el supervisor. Idiotas".

Dicho esto, los dos se dirigieron al interior del aula, donde el Sr. Brotch los esperaba, un hombre de raza negra de mediana edad.

El aula tenía ocho metros de largo. Había dos filas de pupitres. La de la derecha contaba con cinco, mientras que la de la izquierda contaba con cuatro. La mesa del Sr. Brotch se encontraba al fondo del costado izquierdo. En el centro de la sala había un proyector sobre una mesa que apuntaba a la pantalla que había al fondo al lado de la mesa del profesor.

"Bueno, lo has conseguido, ¿Listo para la G.O.A.T.?". Pregunto el Sr. Brotch a Albert. Amata se sento en el tercer pupitre de la derecha, entre Butch y Wally. Todos estaban ya sentados y solo quedaba libre el pupitre que había delante de Butch.

"Confía en mí, no es para tanto". Prosigio el profesor. "Es algo por lo que todo el mundo tiene que pasar".

"Claro, estoy apunto". Dijo Albert convencido.

"No me cabe duda. Sobre todo, porque son preguntas con varias opciones sin ninguna respuesta incorrecta. Empezaremos en cuanto todo el mundo esté sentado. Buena suerte".

El señor Brotch se dirigio al fondo de la sala y Albert se acercó a Freddie, el hijo del agente Gómez. Ignoro a Paul, que estaba sentado detrás le deseó suerte a Freddie.

"¿Cómo van esos nervios?". Le pregunto Freddie. "Yo estoy bien".

Freddy ansiaba formar parte de la banda de las Serpientes de túnel, pero su padre desaprobaba su relación con la banda.

"Espero que no estuvieras hablando conmigo". Dijo Susie Mack, la hermana de Wally, que estaba sentada delante. "No somos amigos ni nunca lo seremos ¿Entendido?".

Albert ignoro sus estúpidos comentarios y deseo suerte a Christine Kendall, la hija de Stanley, que estaba sentada en primera fila, pero no pareció inmutarse. Cuando se sentó en su pupitre delante de Butch, este le soltó con una risita.

"Luego hablaremos con tu amiguita".

Le dieron ganas de darse la vuelta y arrancarle su estúpido tupe, pero el señor Brotch comenzó a hablar.

"Bueno, ahora que todo el mundo ha conseguido encontrar la clase por fin podemos empezar. No se puede hablar ni mirar a los demás".

Butch soltó una carcajada después de la última frase.

"Sí, Butch, yo estoy hablando contigo". Dijo el señor Brotch con aburrimiento. "Salvo que alguien más tenga un comentario perspicaz, empecemos".

La pregunta que más gracia le hizo a Albert fue la última: ¿Quién es, sin duda alguna, la persona más importante del refugio 101? ¿El, que nos protege de la dureza del Yermo atómico, y a quien se lo debemos todo, incluida la vida? Las cuatro respuestas ponían "El supervisor".

"Soltad el lápiz, chicos, se acabó. ¡Ha terminado la infame G.O.A.T.!". Anuncio el profesor desde su mesa. "Seguro que la mayoría de ustedes cree que no ha sido para tanto. Y el resto… bueno, siempre hay vacantes en el departamento de mantenimiento. No olviden entregar las pruebas antes de irse. No creo que quieran saber lo que le pasa a la gente que "suspende" la G.O.A.T.".

Uno a uno se fueron levantando y poniéndose a la cola. Albert estaba el último. Amata era la primera.

"Aquí tiene, espero haberlo hecho bien". Dijo nerviosa.

"No hay de qué preocuparse, señorita almodovar". La tranquilizo el señor Brotch, examinando su examen. "Veamos… Muy bien. Parece que quieres la carrera de supervisora".

"Gracias". Se alegró Amata. "Hasta mañana".

"Eh, profe, ya he terminado". Dijo Butch sonriente mientras le entregaba su G.O.A.T.".

"Ah, Butch, ¿Sería correcto admitir que llevo muchísimo tiempo esperando este día? Déjame saborear el momento". Dijo el profesor, con ganas de leer sus respuestas. "Bueno, veamos. ¿¡En serio?! Interesante…". Se extrañó. "Me has sorprendido, Butch. No sabía que tenías ese talento… ¡Peluquero!". Exclamo para que lo oyeron todos. "Quien lo habría pensado?".

"Mentira ¡Eso no es cierto!". Protesto Butch a la vez que se retiraba. Albert no pudo contener la risa.

Paul Hannon era el siguiente.

"Ya he terminado, señor Brotch. Creo". Dijo con poca seguridad. "Un segundo, ¿Puedes devolvérmelo un momento? Creo que tengo que cambiar una de mis respuestas".

"Quieres tranquilizarte, Paul". Le pidió el profesor. "Seguro que no tienes de qué preocuparte. Veamos. Sí, justo lo que pensaba. Harás ingeniería. Enhorabuena, Hannon. Has aprobado la G.O.A.T.".

"¡Genial!". Celebro Paul. "No está nada mal. ¡Ingeniería! ".

Uno a uno fueron pasando por el profesor. Christine Kendall era la siguiente, y después le tocaría a Albert.

"Mi madre está deseando saber si estudiare ciencias o economía doméstica". Dijo convencida.

"¿Ciencias? Pues bueno, quizá. Veamos que dice la G.O.A.T.". Dijo el profesor sin ocultar una risita. "Bueno, bueno. Al departamento de mantenimiento. Espero que tu madre este contenta… seguro que Stanley sí".

"¿¡Que?! ¡Imposible!". Se indignó Christine. "¡Se lo diré a mi papá, no dejara que te salgas con la tuya!".

Albert se unió a la carcajada del señor Brotch cuando Christine salió corriendo del aula. Luego le entrego su prueba G.O.A.T.

"Muy bien". Le dijo el profesor tras revisar. "Medico, ¿Eh? Siguiendo los pasos de tu padre".

"Simplemente el refugio necesita unas manos extra para mantenerlo sano y feliz". Menciono Albert con una sonrisa. "Supongo que termino gustándome la carrera".

"Si, es alentador ver tanto…, entusiasmo juvenil". Se asombro el profesor. "Me alegra saber que la G.O.A.T. a veces acierta. Ya sabes lo que dicen de los monos y las maquinas de escribir… Bueno, me alegro de qu las cosas te hayan salido tan bien. Espero que tus compañeros estén la mitad de satisfechos con sus resultados".

Albert saldría del aula para dirigirse a la biblioteca.

Tres años después.

"¡Despierta, vamos, despierta!". Oyó decir a una voz.

Albert abrió los ojos despacio. Empezó a ver un poco borroso. Amata lo estaba moviendo para que despertara.

"¡Venga, tienes que despertarte!". Volvió a gritar.

"¿Eh?". Bostezo Albert. ¿Qué pasa, Amata?".

"¡Tienes que salir de aquí!". Exclamo alarmada. "¡Tu padre se ha ido y los hombres de mi padre te están buscando!".

"¿Qué quieres decir con que "mi padre se ha ido"?". Pregunto Albert, todavía medio dormido.

"¡Ha abandonado el refugio! No sé cómo, pero se ha ido, y mi padre…, es como si se hubiera vuelto loco".

"Nunca te he visto tan asustada, Amata. ¿Qué ocurre?". Dijo Albert al ver la expresión de pánico de su cara.

"Es Jonas…". Amata no se atrevía a continuar. "¡Lo han matado! Los hombres de mi padre lo atraparon y…". Una lagrima resbalo por su mejilla. "¡Dios mío, tienes que irte! ¡Ya!".

"Dios mio…". A Albert le costaba creerlo. Jonas era su mejor amigo en el refugio. Una gran tristeza recorrio su cuerpo y se esforzó por no llorar. "Estas bien?".

"Si, no te preocupes por mí". Respondio Amata, afligida. "Y siento que hayas tenido que enterarte de esta manera. Pero tenemos que irnos ya. ¡Los hombres de mi padre no tardarán en llegar!".

"Imposible que mi padre se haya ido". Dijo Albert extrañado. "La puerta está sellada".

"Parece que ya no. Pero… ¿De verdad me estas diciendo que no tenías ni idea de que tu padre se iba a ir?". Le pregunto Amata cruzándose de brazos. "No te dijo nada".

"No…". Respondió Albert, afligido. "No tenía ni idea de que planeara marcharse".

"Oh, lo siento. Seguro que tenía sus razones. Puede que Jonas fuese a explicártelo todo". Miro al suelo y se le escapo otra lágrima. "No importa, puedo ayudarte a escapar. Tengo un plan".

"¿Escapar del refugio? ¿Cómo?". Quiso saber Albert.

"Escucha. Hay un túnel secreto que lleva directamente desde el despacho de mi padre hasta la salida. Para abrirlo, tendrás que hackear su ordenador. Usa estas llaves para entrar en su oficina. Así es como siempre entro yo".

Le entrego un manojo de llaves que llevaba guardado en el bolsillo del mono del refugio y Albert lo guardo con rapidez.

"Parece un buen plan". Reconoció Albert. "Salgamos de aquí".

"Ah, una cosa más". Amata se volvió a meter la mano en el bolsillo. "Le robé la pistola a mi padre. Espero que no la necesites, pero deberías llevártela por si acaso".

"Gracias Amata". Dijo Albert agarrando el arma. "Te prometo que solamente la usaré como último recurso".

"Muy bien, Intentare encontrarme contigo en la salida. Cuidado con los de seguridad. ¡Buena suerte!".

Dicho esto, Amata salio corriendo de la habitación de Albert, que comprobó la munición de la pistola 10mm. Treinta y seis balas. Fue a su escritorio y se colgó su rifle BB a la espalda. Guardó su pelota de béisbol, una foto de él y su padre en su fiesta de diez años su guante, y tomo el bate. Penso que sería mejor para defenderse que usar la pistola y matar a alguien, así que guardo la pistola en la mochila, aferro el bate con las dos manos, y salió de su sala.

Al salir a la izquierda no había salida, así que fue a la derecha. Un agente se encontraba en un cruce de pasillos. Era el agente Kendall, el padre de Christine.

"¡Ahí está!". Grito al verlo, empuñando su porra.

Albert agarro con fuerza su bate y se dirigió a él, pero antes de llegar aparecieron tres mutarachas por el pasillo de al lado y le atacaron, tirándolo al suelo. Los tres insectos comenzaron a darle mordiscos, encharcando el suelo de sangre. Albert se retiró del lugar mientras el agente moría.

El despacho del supervisor se encontraba en el nivel superior, así que fue en la dirección donde se encontraba la cafetería para después subir las escaleras que bajaban a la zona del reactor, donde Albert había practicado casi todos los días con su pistola BB.

Albert corría por los pasillos esquivando mutarachas. Ya le quedaba poco para llegar a la cafetería cuando Butch apareció corriendo hacía el desde otro pasillo.

"¡Tienes que ayudarme!". Balbuceo. "Mi mamá se ha quedado atrapada dentro con las mutarachas".

Se referia a su habitación, que estaba en el pasillo del que había salido.

"Butch pidiéndome ayuda. Eso no se ve todos los días". Albert dijo, serio.

"Si, te estoy pidiendo ayuda, ¿Y qué? Mira, siento el modo en que siempre te he tratado, pero sabes que no era en serio, ¿Verdad? Pero es mi madre. No puedo dejarla ahí dentro con las mutarachas".

Albert noto miedo en la voz del Líder de las Serpientes de túnel.

"¿Para que necesitas mi ayuda? ¿Te dan miedo las mutarachas?". Pregunto con asombro.

"Bueno". Empezó a decir Butch, vacilante. "Si, odio a las mutarachas, ¿Qué pasa? He intentado volver ahí dentro para ayudarla, te lo juro, pero es que no puedo. Así que te lo suplico, por favor, ayúdala. No sé qué haría sin mi madre". La voz de Butch se quebró.

"Bien, salvare a tu madre". Butch se alegró. "Tú me ayudaras, toma mi pistola BB". Albert le tendió su arma y Butch la agarro con manos temblorosas. "Las mutarachas ya no tienen por qué darte miedo. ¡Ahora vayamos y machaquémoslas!".

Albert agarro firmemente su bate y fueron corriendo a la habitación de la familia Deloria. Su madre Ellen Deloria, se encontraba sobre una mesa rodeada de mutarachas. Albert aplasto a una con su bate y Butch elimino a las otras dos con dos disparos certeros. Ellen bajo de la mesa y abrazo a su hijo.

"¡Lo logramos!". Grito Butch con alegría. "¡Mi mamá va a estar bien! Eres el mejor amigo que nunca he tenido, colega". Dijo estrechándole la mano. "Ya sé que no es mucho, pero quiero que te quedes con mi chaqueta de Serpiente de túnel. Vamos, tómala".

Butch le dio su chaqueta y albert no tardo en ponérsela, le quedaba a la perfección. A cambio le regalo su pistola BB, de todas formas, solo servirá para eliminar mutarachas y Amata le había entregado una pistola de 10mm.

Albert continuo por los pasillos y hasta llegar a la cafetería. Torció por el pasillo de la izquierda, pero tanto la puerta del nivel superior como las del reactor estaban cerradas. Retrocedio hasta antes de girar a la izquierda y continuo recto por el pasillo que conducía al atrio. Tenía que dar un rodeo, pero conseguiría llegar. Tras la puerta se encontraba la zona en la que estaba el aula de clase y la consulta de su padre.

El agente Gomez estaba aplastando una mutaracha con su porra. Albert permaneció quieto sin saber que hacer hasta que el agente advirtió su presencia.

"Tienes suerte de que haya sido yo quien te ha encontrado. Los otros no serías tan piadosos". Dijo con molestia. "No sé qué tienes entre manos y no quiero saberlo, simplemente lárgate de aquí y fingiré no haberte visto".

"Gracias, agente Gomez. Siempre me ha agradado". Dijo Albert extendiéndole la mano.

"Es una pena que todo haya acabado así". Se lamentó el Agente Gómez, estrechándole la mano. "No puedo creer lo que le han hecho a Jonas… El agente Mack ha perdido el control. Pero eres una persona buena. No has hecho nada para merecer esto. Vete a buscar a tu padre, sí puedes".

Dicho esto Albert se dirigió hacia la puerta que dirigía al atrio. Al pasar por la consulta vio como el ayudante Andy quemaba a unas mutarachas con su lanzallamas incorporado.

Al entrar al atrio, vio como Tom Holden y su esposa Mary hablaban mirando al fondo del lugar, donde se encontraba un pequeño pasillo que conducía a la entrada del refugio 101. A la derecha de este pasillo estaban las escaleras que conducían al nivel superior.

"Es nuestra única oportunidad, ¿Te das cuenta?". Le decía Tom a su esposa. "Vamos a salir de aquí, igual que el doctor. No dejare que nadie nos lo impida".

Tom fue corriendo al pasillo, pero dos guardias salieron a su encuentro armados con pistolas. No dudaron en disparar.

"¡Tom!". Grito su mujer. "¡No!".

Mary corrió hacia el cadáver de su marido, pero no puedo llegar. Los guardias abrieron fuego contra ella sin pensar. Albert se ocultó a un lado del pasillo. Los agentes avanzaron y cuando llegaron al amplio atrio le dio un batazo con todas sus fuerzas a uno de ellos. Cayo desplomado al suelo y el otro se giró para ver que ocurría, pero lo único que pudo ver fue como un bate se estrellaba contra su cara.

Con los dos agentes inconscientes, Albert se aproximó a la puerta de la entrada del refugio por si la hubieran dejado abierta. Estaba cerrada. Dio la vuelta y subió por las escaleras al nivel superior. Una vez arriba, aplasto a una mutaracha y siguió el cartel de "administración". Mientras iba, pasó por el lado de la habitación del agente Mack, que según lo que había dicho el agente Gomez, había sido el responsable de la muerte de Jonas. Allen Mack estaba en la ventana que daba al pasillo. La golpeo dos veces con su puño para captar la atención de Albert.

"¡Todo esto es culpa tuya!". Le acuso con agresividad. "¡Tuya y del imbécil de tu padre por irse de aquella manera! ¡Nos ha arruinado la vida a todos!".

Albert lo ignoró y continuo su camino. Después de varios giros llegó al pasillo donde se encontraba el despacho del supervisor. Al fondo a la derecha. Avanzó con precaución y se agacho al ver que en la sala de su izquierda, la sala de los calabozos, podía ver a Amata sentada en una silla con su padre y el agente Mack.

"Vamos a ver, Amata, puede que al agente Mack le guste esto, pero a mí no. Dinos dónde está tu amigo; solo queremos hablar con él". Decía el supervisor.

"Es amigo mío, estaba preocupado por él. ¿Qué tiene que ver él con todo esto?". Le pregunto Amanta con voz trémula.

"Probablemente nada". Respondió su padre con una mueca. "Por eso necesito que me digas dónde está. Es importante que hable con él. Una vez más". Le indico el agente Mack.

"Tienes que aprender a respetar". Dijo el agente Mack levantando la porra.

"¡No, por favor, no!". Lloro Amata.

El agente Mack la golpeo en el brazo y Albert tuvo que soportar detrás de la puerta. Si entraba pondría la vida de ambos en peligro.

"¿Entonces ya estás lista para decirme adonde ha ido tu colega?". Le pregunto su padre. "No es necesario que sigamos con esto".

"¡No voy a decir nada! Y no finjas que no estás disfrutando con esto, papá. ¡Estas enfermo!". Le espeto Amata con hastío. "¿Qué vas a hacer, papá? ¿Matarme a golpes como al pobre Jonas?".

"Siempre te he complacido, Amata, y ahora te estas aprovechando de mi benevolencia. Otra vez". Le ordeno al agente Mack.

Albert no pudo contenerse más. Abrió la puerta y disparo con su pistola al agente Mack. Cayo al suelo con un agujero en la cabeza. Amata salió corriendo por la puerta, pero el supervisor no se movió. Albert se acercó a él apuntándole con el arma.

"Espero que estés aquí para entregarte, jovencito. Ya tienes bastantes problemas por ahora, no empeores las cosas". Dijo el supervisor sin miedo aparente.

"Si vuelves a tocar a Amata, me las pagaras". Amenazo Albert.

"Antepongo el bien del refugio a todo, incluso a mis sentimientos paternales. No podemos permitir que el sentimentalismo nos nuble la razón. Pero admiro tu instinto protector. Muy bien, te doy mi palabra de que Amata no sufrirá más por tus acciones. Pues entonces, si de veras te preocupas por ella, verás lo peligrosas que resultaron las acciones de tu padre. Deja las armas y termina con esta peligrosa situación. No tienes por qué traicionar al refugio como tu padre".

"¿Es eso lo que le dijiste a Jonas antes de matarlo?". Inquirió Albert perspicaz. "¿Dime por qué?".

"Un incidente lamentable, pero a veces hay que tomar medidas duras por el bien del refugio. Eso ha sido siempre mi lema". Se excusó el supervisor. "Piensa un momento. Sí de veras te importan tus conciudadanos, matarme es lo peor que podrías hacer. Sin un supervisor, el refugio será un caos, un desastre. Seguro que tú, como yo, también te das cuenta". Albert bajo un poco el arma. "Si vienes y te entregas, podremos resolver esto de forma pacífica. Que tu padre nos traicionara no significa que tú tengas que hacerlo".

"Me has convencido. Entrégame las llaves y la contraseña e iré para allá". Dijo Albert volviendo a apuntarle.

"¿Crees que me da miedo un mocoso insolente como tú? Yo ya dirigía este refugio cuando tu llorabas por la muerte de tu madre. No conseguirás nada de mí. Moriré antes de comprometer la seguridad del refugio".

Albert deseaba apretar el gatillo, pero no podía hacerlo. El agente Mack había sido la primera persona a la que había matado, pero Alphonse Almodovar era el padre de Amata aparte de ser el supervisor.

"Huiré sin tu ayuda. No fui yo el que empezó a matar gente". Decidió al final.

"No seas hipócrita". Se rio el supervisor. "El mundo es un lugar peligroso y no me disculpare por hacer lo que haga falta para mantener la seguridad del refugio. ¡Guardias!".

Albert tomo su bate, que lo tenía enganchado a la espalda, y le propino un fuerte un fuerte golpe al supervisor, dejándolo inconsciente. Salió de allí y se dirigió a su celda. Era el triple de grande que la suya. A la derecha había una sala de operaciones y a la izquierda las habitaciones. Dentro estaba Amata frente al cuerpo sin vida de Jonas.

"Gracias". Dijo dándole un abrazo." Te dije que mi padre no era el mismo. No sé lo que hubiera hecho de no ser por ti. Encontré la llave de su oficina en su habitación. Será mejor que te vayas. Intentare reunirme contigo en la puerta del refugio. Si no lo consigo…, buena suerte".

Albert giro sobre sí mismo para dirigirse a la oficina, pero Amata lo llamó.

"Deberías mirar en el bolsillo de Jonas".

Se agacho y en el bolsillo encontró una holocinta en la que ponía: "De James para Albert".

Quería escuchar la nota de su padre, pero no era el momento, debía de salir de allí antes de que los guardias llegaran.

Abrió la oficina del supervisor gracias a la llave. Era una sala amplia. Había una mesa semicircular en el centro, con una silla dentro del semicírculo. En la pared de la derecha había un panel con todas las áreas del refugio. A su lado había unas taquillas; y al fondo, el terminal del supervisor.

Albert abrió la taquilla. En ella encontró munición para su pistola y lo que andaba buscando: la contraseña de la terminal fue con esperanza al terminal y lo activo. Una vez dentro vio varias carpetas, pero una le llamo la atención era Instrucciones de reconocimiento. El vería el contenido de esta.

Informe 2241-02-10

Tal y como sugerían nuestras pruebas, las inmediaciones del refugio ya no se encuentran peligrosamente radiadas, aunque la radiación de fondo sigue por encima de los niveles seguros. Por lo visto, radiación más intensa y el agua de la superficie no es potable. Tendremos que llevar amplios suministros de Rad-X con futuros. Pero parece que no hace falta llevar trajes de riesgo para las exploraciones generales.

Nuestros antiguos mapas ya no sirven. La ciudad de Springvale es una ruina abandonada y todas las carreteras anteriores a la guerra han desaparecido o ya no son transitables.

Hemos encontrado un grupo de hormigas monstruosas que han aparecido para confirmar las teorías de Mackay sobre la mutación debida a una exposición prolongada a la radiación. Expulsamos a las hormigas con disparos y conseguimos varios especímenes para estudiarlos cuando volvamos al refugio ( véase la prueba A).

La buena noticia es que la civilización humana aun vive, ¡A pesar de todo! Hemos descubierto un asentamiento llamado "Megaton" (véase la prueba B), cuyos habitantes, aunque al principio se mostraron desconfiados, pronto nos dieron la bienvenida a su ciudad.

Pasamos mucho tiempo en Megaton y nos enseñaron mucho sobre "Yermo capital" (nombre que recibe ahora el área que rodea Washington D.C. ). Megaton es un puesto fortificado de avanzada "civilización" (si se puede llamar civilización), pero parece que las hormigas gigantes son el menor de los peligros de este nuevo mundo. Sugerimos que sea prudente volver al refugio inmediatamente para revisar nuestros planes de reconocimiento después de lo que habíamos descubierto. Lewis y Agnes se quedaron Megaton como "embajadores" y siguen recopilando información hasta que volvamos.

Anne Palmer, jefe del equipo de reconocimiento, 10 de febrero de 2241

Albert a leer la nota se sorprendería de la información, desde el principio sabían que el exterior era habitable, pero ocultaron la información por el "Bien del refugio". Esto lo molesto. Reviso también las fotografías de la hormiga y de Megaton. Albert pondría en su Pip-Boy, alguien o mejor dicho ella debe saber,

Albert acciono el túnel del supervisor. La mesa ascendió dos metros, dejando visible unas escaleras que daban a una puerta acorazada. Albert la abrió y entro en un túnel. Sin duda alguna, este túnel le llevaría hasta la entrada.

Ignoro a la mutaracha que había en él y abrió otra puerta acorazada que había al fondo a la izquierda. Entro a una pequeña sala cuadrada, con una puerta sellada de fondo. Albert accionó el interruptor que había al lado y entro a la sala de la entrada del refugio.

El lugar era espacioso. Había unas escaleras de apenas cinco peldaños que conducían a una enorme puerta redonda. Un cañón colgado del techo la apuntaba. Frente a estas escaleras había otra puerta, seguramente la puerta puerta que conducía al atrio. Al lado de las escaleras se encontraba la palanca para abrir la puerta. Albert no espero y jalo la palanca hacia abajo.

Una alarma comenzó a sonar cuando Albert bajo la palanca a la vez que se escuchaban los mecanismos de la puerta. Amata apareció por el mismo camino que había venido Albert.

"Dios mío, has conseguido abrirla…". Murmuro pasmada.

La gran puerta hizo un ruido metálico y se hizo a un lado con pesadez. Se podía divisar un túnel de roca.

"¡Lo lograste! ¡Abriste la puerta!". Exclamo Amata, empezándoselo a creer. "Dios mío, casi no me creo que fuera posible".

"No podía haberlo logrado sin tu ayuda".

"No, no me necesitabas. Si hay alguien que pueda sobrevivir ahí fuera, eres tú".

"¿Por qué no vienes conmigo?". Se extrañó Albert. Después de todo, su plan era que escaparan juntos.

"Es tentador, pero…, mi sitio está aquí. El refugio me necesita más que tú. Yo soy la única que puede hacer entrar en razón a mi padre. Escucha si encuentras a tu padre, dile que lo siento. Ya sabes…, por Jonas, por mi padre y por todo. Adios.

"Entiendo tu miedo Amata, pero no tienes que temer. Hay un gran mundo que nos espera". Dijo Albert seguro.

"Lo haría, si solo me importara". Dijo Amata insegura.

"No es necesario que estés aquí para resolverlo, tu padre puede hacerlo".

"Ciertamente espero que sí, pero… simplemente no sé". Ella pensaba que el mundo aún seguía irradiado

"Amata, en la terminal de tu padre dice que el mundo exterior es completamente habitable". Esto sorprendería a Amata.

"¿¡Que?! ¿Cuanto supiste esto?" Albert le enviaría el mensaje a su Pip-Boy, ella lo leería y no lo creía.

"Amata si vienes conmigo podemos demostrarle a tu padre que se puede vivir afuera del refugio y reconstruir Estados Unidos". Dijo Albert para que entrara en razón. "Incluso el refugio tiene todos los conocimientos perdidos por la guerra, podemos compartirlos con la gente del yermo". Finalizo él.

Amata observaría la puerta que conducía al refugio, luego la que llevaba al exterior. Ella estaba indecisa si ir con él, pero al ver sus razones y como poder ayudar a la gente tomaría su decisión.

"De acuerdo, tus ganas, pero debemos irnos rápido. ¡Los hombres de mi padre llegaran aquí en cualquier minuto!".

Amata y Albert cruzarían la puerta del refugio y caminaron por el piso de roca. Nunca Albert había sentido el tacto de la roca. A no más de cien metros había una puerta de madera, como si estuviera ocultando la entrada del túnel al exterior. Llegaron hasta ella y, con el corazón a punto de salirse por la boca, la abrieron.

Nombre: Albert

Karma: neutral

Edad: 19

Skills:

Ciencia

Medicina

Armas pequeñas

Carisma

S:5

P:4

E:3

C:7

I:9

A:2

L:10

Raza: Caucasica

Apariencia actual: Pelo café claro corto, ojos negros, piel beige

Armas iniciales: Pistola 10mm. , bate de béisbol,

Ropas iniciales: Mono del refugio 101, chaqueta de las Serpientes de túnel

Rasgos: Disciplina con el gatillo, Bonachon

Ocupación: Ninguno

Items personales: Pelota y guante de béisbol y foto familiar de él y su padre.

Albert ha adquirido el perk de "La supervisora".

Mientras tengas a Amata como acompañante tu habilidad en conversación aumenta un 15%.