Notas de la autora: Este fanfic lo he estado escribiendo desde que se inicio el juego, sin embargo nunca me había atrevido a publicarlo hasta en este momento. Aquí trataré de tomar los capitulos que mayor relevancia tuvieron para mi y dar un ligero cambio en ellos. Espero lector, sea de tu agrado. Muchas gracias por tomarte el tiempo de leerlo.

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CAPITULO I

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Era ya medio curso en el famoso instituto Sweet Amoris, un colegio de gran prestigio, con un gran nivel académico, grandes instalaciones y un ambiente realmente agradable. Era medio día y todos los estudiantes se encontraban en su respectiva aula; excepto una chica un tanto peculiar que se encontraba en una de las sillas en la recepción, afuera de la dirección, vestía unos jeans negros de pitillo con aberturas a lo largo de las piernas, botas y una blusa negra holgada que caía dejando al descubierto su hombro y tan corta que se podía ver su ombligo adornado por un pequeño arillo; llevaba unos lentes redondos obscuros en la base de su cabellera, la cual era corta, irregular y desalineada, aunque eso no llamaba tanto la atención como el extraño color azul metálico que poseían sus cabellos. Sus ojos azules claros, tan cristalinos que podías ver un resplandor dorado alrededor de la pupila, tenían un delineado negro intenso y en su nariz lucía una argolla y otras dos en la hélice de su oreja derecha.

Dentro de la dirección se encontraba un hombre alto y bastante apuesto, de cabellos marrones y los mismos ojos azules que la chica, quien mantenía una acalorada conversación con la directora, el hombre daba sonrisas nerviosas y ademanes con las manos a la intolerante directora, quien mantenía el ceño fruncido y negaba continuamente, hasta que al final solo soltó un suspiro y asintió resignada, el hombre sonrió con amabilidad y apretó su mano con ella.

La chica veía desinteresada la estancia, hasta que el de cabellos marrones salió del despacho de la directora.

- ¿Nos vamos? –, se levantó inmediatamente del asiento tomando su mochila

- En realidad solo yo. ¡Te aceptaron cariño! –Exclamó con una enorme sonrisa –estudiarás aquí

- ¡¿Qué?!

La chica abrió la boca estupefacta, no pensó que la admitieran, no después de la mirada reprobatoria que le había lanzado la directora en cuanto entro, aún no salía de su sorpresa cuando el más alto la abrazó cariñosamente.

- Pórtate bien cariño, ¿Me lo prometes? –Se separó para tomarle de los hombros y verla a los ojos suplicante, a lo que la chica se sonrojó y desvió la mirada

- I'll try daddy … -murmuró bajito

- Bien, creo es un avance- Sonrió levemente, hasta que el teléfono en su saco timbró, lo revisó y soltó un suspiro –es una urgencia, debo irme –tomó su maletín de la silla de al lado y beso su frente – ¡Te veré en la casa! –y de inmediato salió del despacho.

La chica lo vio salir por la puerta, tan apresurado como era su costumbre, soltó un suspiro con cansancio.

- Señorita Robbins –volteó al escuchar su nombre, la directora le veía con una sonrisa –Por favor valla a la sala de delegados y pregunte por Nathaniel, él le dará su horario y ayudará con sus clases

- Vale…-tomó su mochila y salió del despacho

La peliazul caminó por el largo y solitario pasillo, justo el que la secretaria le había indicado, apenas unos metros adelante, encontró una puerta con un pequeño letrero negro sobre el cristal "Sala de delegados", no había sido difícil encontrar el lugar, dio un par de golpecitos hasta que oyó un "adelante" que venía desde adentro.

Abrió la puerta para encontrarse una pequeña habitación, a su derecha había unos estantes donde cada cajón tenía una letra, probablemente con los expedientes del alumnado, a la izquierda un anaquel con algunos libros y documentos y justo frente a la puerta un escritorio de madera, desde donde un chico rubio y de ojos color miel le veía con bastante sorpresa, la chica bajó la mirada escaneando el vestuario del rubio, bastante formal debería decir, camisa blanca, corbata azul e incluso había un par de bolígrafos en su bolsillo, no dudaba que usara pantalones de vestir y zapatos bien lustrados, soltó un suspiro, comprendiendo la sorpresa seguramente debida a la forma en como ella vestía, por lo que carraspeó llamando su atención.

- Disculpa, busco a Nathaniel

- ¿Eh?... –el chico al fin salió de su sorpresa -Oh perdón… -murmuró levemente sonrojado y se aclaró la garganta –Soy yo

- Soy nueva en el instituto, la directora dijo que tú podrías ayudarme…

- ¡Si claro! –El chico no le dejó terminar y empezó a buscar dentro de su escritorio –La directora Shermansky me había comentado que vendría alguien nuevo… ¡Aquí esta! –sacó un par de papeles y comenzó a leerlos -Veamos… ¿Isobel Robbins?

- Izzie –interrumpió –Todos me llaman Izzie

- Oh vale –El rubio sonrió y le tendió ambos papeles – Aquí tienes tu horario de clases y los profesores titulares

- Gracias –murmuró la chica tomando las hojas

- La segunda clase empezará en unos minutos–señaló en la hoja del horario –Será mejor te apresures y bienvenida a Sweet Amoris, Izzie –el chico le sonrió sinceramente cerrando los ojos, sacándole una ligera sonrisa a la peliazul.

- Gracias Nathaniel…

La chica salió de la sala y caminó por los pasillos, iba tan concentrada leyendo su horario para ir a la siguiente clase, que sin darse cuenta tropezó con un chico haciéndola caer de trasero al suelo.

- ¡Auch!

- ¡Hey! ¡Fíjate boba!

La peliazul levantó la vista para encontrarse a un chico alto, pelirrojo y con una chaqueta negra, que le veía con el ceño fruncido; vale que ella estaba distraída en el condenado papel, pero su mueca desdeñosa y como se cruzó de brazos, sin siquiera preguntarle si estaba bien, aun cuando se encontraba en el suelo, la molestó.

- ¡¿A quién le dijiste boba?! –Se levantó de un salto y lo enfrentó

El pelirrojo abrió los ojos con sorpresa, no esperando esa reacción por su parte, le escaneó con mirada, definitivamente era nueva, aquella ropa y cabello no le hubiesen pasado por desapercibido, y aun así, no se había intimidado ni un poco, estaba justo frente a él, con el ceño fruncido y picando su pecho con su índice, a pesar de ser por lo menos dos cabezas más baja.

- ¡Tú fuiste el idiota que no se fija dónde camina!

Oh no… había pensado en darle crédito, pero ahora en definitiva no lo haría, no después de que lo llamara idiota cuando ella fue la que tenía la culpa.

- ¡Tú eres la que no se fijó por leer ese estúpido papel! –arremetió alzando la voz

Pronto algunos chicos que se dirigían a sus clases se detuvieron observando la pelea, Izzie se cruzó de brazos, no dejándose intimidar, aunque ella pudiera tener un poco de culpa, el también tendría que haberse disculpado, en especial por haberla arrollado de esa forma; el pelirrojo dio un vistazo a su alrededor y al ver a los espectadores solo chasqueo la lengua, le molestaba ser el centro de atención, en especial por una estúpida pelea.

- Como sea, hazte a un lado que estorbas

El chico la hizo a un lado empujándole de un hombro y siguió su camino, Izzie volteó para verlo desaparecer al dar vuelta por un corredor, lanzó un bufido, recogió su mochila y se dirigió a su respectivo salón de clases entre el cuchicheo de los que presenciaron el incidente.

- Ese cabrón, ya me las pagara... –siguió murmurando enfurruñada

Después de vagar por un par de pasillos, al fin encontró el aula de su clase, dio un largo un suspiro y un par de golpecitos en la puerta, de inmediato fue recibida por un hombre, de complexión delgada, ligeramente encorvado y con anteojos.

- ¿Eres la chica nueva, cierto? –murmuró ligeramente nervioso

Izzie dio un ligero asentimiento, haciéndolo sonreír levemente, se adentró al aula e hizo una seña para que Izzie lo siguiera.

- Chicos –hablo cuando estuvo al frente del grupo –Ella es la chica de nuevo ingreso, espero todos sean agradables con ella.

Izzie volteó hacia la clase, donde la mayoría le veía con ojos curiosos y murmuraban muy bajo entre ellos, paseó su mirada por el lugar, hasta toparse con un par de ojos color miel, que reconoció de inmediato, Nathaniel, compartía la misma clase y le sonreía tratando de hacerla sentir más cómoda.

- Emm…-el profesor volvió a su nerviosismo -¿P-podria presentarse?

Izzie volteó hacia el profesor y dio un largo suspiro, detestaba ser la nueva y el tonto protocolo de presentación, lo había hecho al menos 3 veces ese mismo año; dio unos pasos al frente y ladeó la cabeza desinteresada.

- Mi nombre es Izzie Robbins, me acaban de trasladar a Swett Amoris y…

Fue interrumpida a media frase por el sonido de la puerta al abrirse, por ella atravesaba el mismo pelirrojo que hace algunos minutos le había empujado

- Señor Castiel, llega tarde… de nuevo –suspiró el profesor con ligero cansancio

- Si, lo siento –murmuró el pelirrojo, sin darle demasiada importancia

Castiel dirigió su mirada al frente, encontrándose con la chica que le había echado la bronca hacia un rato, frunció el ceño y soltó un bufido de fastidio, Izzie de inmediato le devolvió el gesto, volteó ignorándola se dirigió hacia su asiento, al fondo de la clase, mientras el profesor suspiró resignado, parecía ya acostumbrado a su falta de puntualidad.

- Amm bueno, señorita ¿Puede continuar?

Izzie lo había seguido con la mirada, hasta que la voz compujida del profesor llamó nuevamente su atención y afirmó con la cabeza; sin embargo, alguien más había notado la mirada que se habían dado ambos chicos, una rubia de largos cabellos y ropa a la moda que frunció el ceño con molestia, desde que conocía a Castiel, jamás se había molestado en mirar a alguien recién llegado y ahora de la nada aparecía esa chica y ya había robado la atención de su amado pelirojo, no, definitivamente no dejaría a esa enana apropiarse de algo que ella desde hace tiempo ya había estado rondando.

- ¿Señorita? –Interrumpió con voz divertida –Yo no veo ninguna

Le lanzó una mirada de superioridad, mientras a su lado una morena de rasgos asiáticos y una castaña de coleta alta soltaron unas risitas burlonas, algunos de sus nuevos compañeros de grupo voltearon a verla con lástima, la rubia era de esas chicas que no se tocaban el corazón a la hora de molestar a alguien y cuando ya había fijado un objetivo, se esforzaría en hacerle la vida imposible; las risas también llamaron la atención de Castiel, que al fin se dignó a prestar atención a la chica al frente, quien se mantenía en silencio, soltó un suspiro, no le agradaba, pero le compadecía, sabía lo pesada que podía ser la rubia. Izzie al fin soltó un suspiro mostrando poco interés.

- No hace falta verse artificial como Barbie para ser una chica ¿Sabes?

Todo se quedó en silencio, la rubia abrió la boca con sorpresa, sin nada más que decir; Izzie volteó hacia ella y le sonrió con burla, casi de inmediato algunas risa por parte de sus compañeros se hicieron presentes; al fondo del aula, Castiel la veía con sorpresa, usualmente alguien nuevo se hubiera cohibido ante un comentario de la rubia, pero aquella chica le había devuelto el ataque con total naturalidad.

- E-ejem b-bueno –el profesor trato de interferir, pero fue interrumpido rápidamente por Izzie

- Como decía… acabo de ser trasferida a este instituto, hasta hace poco vivíamos en Los Angeles, pero mi padre fue trasferido al hospital EtoileMedic aquí en Francia y tuvimos que mudarnos –algunos hicieron exclamaciones de sorpresa, mientras el profesor carraspeó llamando nuevamente la atención

- G-gracias señorita, sea bienvenida.

El profesor sonrió nervioso e invitó a que tomara asiento, Izzie asintió y paseó su vista por el salón, notando un lugar libre justo al lado del delegado, quien le sonrió amable y dirigió la mirada al asiento, ella trató de devolverle la sonrisa y tomó el lugar, sin darse cuenta que desde algunos lugares atrás, el pelirrojo la veía con interés.

Al fin sonó la campana que indicaba el término de las clases, Izzie se levantó tomando su mochila y se encaminó a la salida rápidamente, para evitar las preguntas con las que seguramente le acosarían sus nuevos compañeros, daba gracias que fuera viernes, así descansaría y tendría tiempo de terminar la mudanza. Después de unos 20 minutos caminando llegó a su hogar, daba gracias que al menos el pequeño departamento que rentaron quedara cerca del colegio.

- Estoy en casa…

Se anunció apenas al entrar, sin embargo no recibió respuesta, dio un largo suspiro, la casa se encontraba a oscuras, señal de que su padre aún no había llegado; arrojó su mochila al sofá y se dirigió a la cocina, sobre la mesa se encontraba una bandeja con comida y encima había una nota color rosa pegada.

- "Te dejo la cena, caliéntala, volveré noche" –leyó la perfecta caligrafía de su padre, soltó un bufido y tiró la nota al bote –si claro...

Esa era la excusa más vieja que su padre daba cada que encontraba la casa vacía, tomó el plato, que consistía en un poco de pasta y carne que seguramente su padre había improvisado, y lo colocó al microondas, mientras regresaba a la sala a encender el televisor y colocar una película; estaba acostumbrada a cenar sola desde que tenía 10 años, su padre siempre se encontraba en el hospital, si no era para cubrir sus largos turnos, era porque había una emergencia, ¡Dioses! siempre había emergencias… En cuanto el microondas sonó, sacó su plato y caminó al sofá, colocando la bandeja de comida en sus piernas, se puso cómoda mientras se reproducía una de esas películas de zombies que tanto le divertían.

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A la mañana siguiente, los rayos del sol comenzaban a colarse por las cortinas, dando de lleno en el rostro de la peliazul, se removió entre las sábanas, tratando de cubrir sus ojos, pero el insistente sol evitó que pudiera volver a su sueño; se sentó en la cama perezosamente y dio un bostezo, odiaba levantarse temprano, ella era lo que se podía considerar nocturna, podía estar hasta las 4 de la mañana en una fiesta o viendo películas, pero jamás funcionaria antes de que la mañana tuviera dos dígitos, maldijo las cortinas tan delgadas de su habitación, sin dudas pondría unas más gruesas ese día… de pronto abrió los ojos con sorpresa, ayer recordaba haberse quedado en el sofá viendo una película y justo ahora ya se encontraba en su habitación, por lo que sonrió para sí misma, seguramente su padre había llegado en la noche y la había cargado hasta su habitación; emocionada bajó corriendo las escaleras, aún en pijama, seguro su padre tendría libres esos días para acomodarse en su nuevo hogar; entró apresurada a la cocina, donde nuevamente encontró otra nota sobre la mesa "Tuve que salir temprano, te deje el desayuno, nos vemos más tarde"

- Hmp, si claro, días libres…

Suspiró derrotada, tendría que hacer la mudanza ella sola, como había sucedido en otras ocasiones, pasó del desayuno y volvió a su habitación, ya que se había despertado lo mejor era aprovechar el día y empezar de una vez.

Algunas horas más tarde, un rubio se encontraba frente a la puerta del departamento de Izzie, lucía algo incómodo, llevaba ya algunos minutos ahí, aun sin decidirse a tocar la puerta; tomó aire y armándose de valor tocó el timbre, espero unos segundos y al no obtener respuesta soltó el aire aliviado, dio vuelta rápidamente para bajar los escalones, pero el sonido de la puerta abrirse a sus espaldas, le hizo detenerse en seco, arruinando su escape.

- ¿Hi? -La voz de la chica le hizo sonrojarse al verse atrapado en su huida –Oh, pero si eres el delegado del instituto ¿Verdad? Como era... Nathaniel

- Esto… si –el chico volteó y desvió la mirada nervioso

- ¿Se te ofrece algo? –la chica le veía curiosa, mientras el rubio rascaba su nunca incómodo

- Emm, como soy el delegado de la clase, la directora me encargó darte los apuntes, ayer iba a hacerlo pero en cuanto te busque ya no estabas en el instituto.

- A claro –rio levemente –En cuanto acabaron las clases me he vuelto a casa –soltó un suspiro -Así que los apuntes… supongo no hay de otra ¿verdad? Vamos pasa.

La chica se adentró a la casa dejando la puerta abierta a modo de invitación, Nahaniel, aún dudoso, entró detrás de ella, no era muy popular y nunca había ido a casa de algún compañero del instituto, y ahora esta chica que lo había conocido apenas ayer le permitía el paso como si fuera cualquier cosa; adentro fue recibido por el estridente sonido de guitarras eléctricas y una voz gutural, dio un suspiro, claro que con la ropa con la que había conocido ayer seguramente era fan de aquella música de la que él no lograba entender ni una frase, pero haciendo eso a un lado, le sorprendió que ella pudiera escucharla a tales decibeles, si fuera él, sus padres ya le habrían dicho apagara ese ruido.

- ¿Dónde están tus padres?

- Él está trabajando –contestó restándole importancia

Un escalofrío recorrió su espalda, ahora se encontraba aún más incomodo, eso solo significaba que… ¡¿Estaban ellos dos solos?! Fue entonces cuando le hecho una ojeada al departamento, se veía algo desordenado, con algunas cajas abiertas en un rincón y otras pocas aún sin abrir apilada en el pasillo; ahora recordaba que ella se había mudado apenas, por lo que debía estar arreglando su nueva casa, lo que explicaría la austera ropa que vestía; llevaba un pequeño short de mezclilla y una camisa negra enorme, de alguna banda desconocida para él y que le cubría el short perfectamente, iba descalza y con un pañuelo blanco en la cabeza, de inmediato se sonrojó como el granate, avergonzado ante tal escudriño de su parte y del que por suerte ella no se había dado cuenta. Izzie bajó el volumen a la música y se sentó en el sofá al estilo indio de frente a otro sofá donde se sentó Nathaniel.

- ¿Cómo diste con mi apartamento?

- Oh bueno, tu dirección estaba en el formulario de inscripción –se sonrojó –N-no creas que te estoy espiando ni nada de eso

Los nervios de rubio y su incomodidad hicieron gracia en Izzie, que soltó una risa divertida.

- Creo que serias el último chico del qué pensaría eso. Así que dime delegado, ¿Qué es eso de los apuntes?

Nathaniel asintió más tranquilo y de su maletín sacó un montón de libretas, que ella vio con la boca abierta

- ¡¿Estas de broma?! ¡¿Es todo eso?!

- Me temo que si- le lanzó una mirada compasiva, a lo que ella dio un suspiro resignado.

- Que remedio…

Después de un par de horas, en las que ella había pasado gran parte de los apuntes y él le había explicado cosas que no entendía, Izzie se recostó en el suelo exhausta ante la divertida vista de Nathaniel, por muy al contrario de lo que pensaba, la chica era agradable, tal vez un poco descuidada pero muy inteligente, ya que casi todo entendía con una vez que se lo explicase, sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido del estómago de la peliazul.

- ¿Hn? –el rubio le vio curioso, mientras la chica se levantaba de golpe con un ligero rubor en sus mejillas

- L-lo siento, es que… no he comido –rio rascándose la nuca, a lo que Nathaniel sonrió divertido.

- Está bien, de hecho es un poco tarde –revisó el reloj de su muñeca -Debería ir a casa.

- ¿No quieres quedarte a comer? –la chica llamó su atención –Digo, es lo menos que puedo hacer para agradecer que vinieras hasta aquí por lo de los apuntes.

- E-en verdad no fue nada… -trató de negarse

- ¡Oh vamos! No cocinare yo, mi papá dejo algo ya hecho en la mañana; así que no morirás intoxicado –le guiño un ojo mientras se levantaba y caminaba a la cocina –será algo rápido

La chica desapareció por la puerta sin dejarlo negarse, por lo que el rubio sonrió resignado y empezó a guardar las cosas dentro del maletín nuevamente, terminando se dio la oportunidad de admirar la estancia; tres paredes eran de un gris claro y una de un rojo intenso que aunque sonara raro quedaba bastante bien; los sillones negros y la mesilla de centro de madera oscura iban muy acordes a la estancia, no había muchas decoraciones, más que uno que otro cuadro colorido que decoraba las paredes, y una pequeña repisa con algunas fotografías; se levantó y se acercó para verlas mejor.

En la primera fotografía se veía a Izzie posando con algunos amigos, su cabello era de un escandaloso magenta y vestía totalmente de negro con unos calentadores rosados en las manos, los chicos que le rodeaban vestían como todos unos rufianes, con pantalones rotos, camisetas negras y algunas perforaciones, valla amigos, inmediatamente Castiel, el molesto pelirrojo del instituto, vino a su mente por lo que rodó los ojos y pasó a la siguiente fotografía, era muy diferente a la anterior, Izzie se encontraba dentro de una piscina, usaba un traje de baño escolar, un gorro y le sonreía a la cámara con el par de goggles en la mano; la siguiente era muy parecida, se encontraba con el mismo traje, solo que sobre un podio de primer lugar sosteniendo una medalla mientras hacia una señal de amor y paz a la cámara y justo al lado de las fotos una pequeña caja trasparente con tres medallas doradas; abrió los ojos con sorpresa, no se imaginaba que ella seria de las chicas que practicaban deporte, sino más bien de las que huían de clases y se metían en problemas, justo como la primera fotografía indicaba.

Sus ojos se desviaron a un retrato horizontal, en la imagen se encontraba un hombre de cabellos marrones tumbado en el sofá roncando, mientras Izzie sonreía divertida a la cámara, aparentemente de su celular, mientras tomaba la foto, era una escena muy cómica, ya que se notaba la chica la había tomado a hurtadillas del que él suponía era su padre. Un poco más apartadas se veían dos retratos dorados, en el primero se veía a una más joven Izzie, de tal vez unos 12 años, lucía un cabello largo de color cobre y un vestido purpura, se encontraba sobre un escenario, lo más seguro escolar, tocando una guitarra del mismo color de su vestido y cantando; en el segundo retrato, había una fotografía un poco más desgastada, se veía una pequeña niña de no más de 5 años sentada en el regazo del hombre de cabellos marrones, solo que eran más más largos, atados en una pequeña coleta, el hombre sostenía una guitarra negra mientras con cuidado colocaba los dedos de la pequeña en las cuerdas. Sin darse cuenta Nathaniel tomó esta última para verla mejor, la escena era muy cálida, el mayor le sonreía cálidamente mientras ella hacía un puchero de concentración, al parecer el padre de Izzie era por mucho lo contrario del suyo; de pronto unos pasos lo sacaron de su ensoñación, haciéndolo casi tirar el retrato.

- Ya está listo, es un poco de pasta y ensalada –Izzie llevó las cosas a la mesilla de centro, mientras Nathaniel dejaba de inmediato la fotografía.

- Y-yo lo siento… no quería curiosear… -murmuró avergonzado mientras ella tomaba su lugar en el sofá

- Tranquilo, si no quisiera que las vieran no estaría allí ¿No lo crees? –le sonrió –Vamos, ven a comer o se enfriará

- G-gracias…-Nathaniel se sentó y tomó una porción de pasta y ensalada- ¿Te gusta tocar la guitarra?

- Es lo primero que aprendí, aunque en realidad me gusta más el bajo –le sonrió empezando a comer -¿Qué te parece? –preguntó en cuanto lo vio dar el primer bocado.

- Está delicioso –murmuró sorprendido, sacándole una risilla a la peliazul

- Te lo dije, papá no cocina tan mal –le guiñó un ojo

Siguieron un poco más la plática hasta que terminaron la comida, después de recoger todo, Nathaniel se despidió para ir a casa; ese día llegó un poco más tarde de lo esperado, y aunque tenía planes de terminar el libro que había estado leyendo desde hace semanas, no le tomó mayor importancia, Izzie, la chica nueva, podría lucir problemática, sin embargo era muy agradable e interesante y no le había molestado en lo más mínimo pasar el día con ella.