Estaba frente a su computadora, codificando una escalofriante cantidad de datos en diferentes lenguajes de programación. El ruido blanco de su habitación era interrumpido por el de las teclas del ordenador frente a él, pasaba una mano por su cabello mientras nerviosamente continuaba tecleando. Su fachada de inocente y de buen estudiante se iba en esos momentos, por que en internet era una persona diferente, una entidad irreconocible. Ahora no tenía vuelta atrás, nadie podía saber más de lo que pasaba en su vida detrás del ordenador. Tras darle un click final al mensaje de la computadora no pudo evitar sonreír, de todos modos, no se arrepentía.
La escuela era aburrida, una institución llena de gente hipócrita y bullyng que los maestros eran conscientes de que existía pero del que no planeaban hacer nada al respecto, ni ahora ni nunca, por que los matones eran hijos de gente rica o con influencia política en su defecto. Era tan simple, simplemente dando una vuelta por el campus de manera casual y con perfil bajo cualquiera se daría cuenta de eso.
Por pura cuestión de suerte, Toga Himiko no era una de esas personas, pero eso no le impidió introducirse al baño para encontrar a Uraraka Ochako, una chica de bonita y popular vomitando mientras se metía un par de dedos a la boca cuando entro en el baño. El momento fue super tenso, con ninguna de las dos siendo consciente de que decir, Toga estaba en otra clase, no conocía a esta chica. En fin, la chica rubia hizo sus necesidades correspondientes y se fue del lugar sin pensar mucho en eso, no era su asunto.
—¡Toga-chan! Deberías ver esto— Su mejor amigo, Twice, sorprendentemente alto y torpe se le acercaba con el celular en la mano y una sonrisa. Tan característico.
—¿Qué sucede?— Su tono fue de seriedad, aparentemente le afecto más de lo esperado aquel encuentro en el baño con esa chica. Pero su amigo ni siquiera se dio cuenta.
—¡Mira! Es el hacker del que todos están hablando, es realmente interesante, dicen que puede saber cualquier secreto y cosa que quiera.— Uh, Twice siendo Twice. No le interesaba en ese momento, tenía un mal presentimiento.
—Twice, vamos a nuestra siguiente clase, tenemos deportes.— Caminaron hasta llegar a una extensa cancha. El olor a adolescentes sudorosos era horrible, pero ninguno de los dos diría nada, estaban casi acostumbrados.
—Parece que la clase A hoy también tiene clase de deportes.— Asintió, su maestro era un poco irresponsable, eso era prácticamente una hora libre.
Uraraka Ochako, no era la primera vez que escuchaba su nombre, Himiko Toga no era introvertida pero no le interesaba sobresalir, solo salir a jugar con sus amigos y divertirse, por esa misma razón era que tenía el tiempo suficiente para saber que se decía que ella era una de las chicas más codiciadas del campus, aparentemente eso codicia por la chica de cabellos café era costosa, pero no era que le importara. De todos modos... ¿quién era ella para juzgar?
—Juguemos un partido amistoso— Una chica de cabellos rosados se le acercaba, le dio una sonrisa.
—¡Claro!— Se prepararon y fueron al centro de la cancha, que mala coincidencia que Ocbako fuera de la clase A y hubieran tenido ese momento justo ese día. La chica de cabello café era muy llamativa, linda.
Jugar fue sencillo, era voleibol simple. La pelota fue de un lado a otro mientras ella trataba de concentrarse y ignorar los molestos gritos de apoyo de Twice. Pero se estaba aburriendo, para su suerte las chicas del grupo A también.
—Twice, voy a ir al baño. Cuida mi bolso, por favor.— Le dio su pequeño bolsillo y se dirigió de nuevo al baño, aunque era una excusa para encontrarse con Ochako otra vez. Algo le decía que debía de encontrarse con esa chica.
Una vez que estuvo en el baño de nuevo y sus miradas se encontraron Himiko Toga lo supo, Uraraka Ochako era una tonta. Se quedaron en silencio, encontrarse dos veces en el mismo día en situaciones similares ya no era una coincidencia.
—Por favor... No le digas a nadie.— Si, definitivamente la chica de cabellos café era una tonta. Ni siquiera necesitaba más pruebas de ello, su voz asustada y sus ojos temblorosos hablaban mucho y no necesitaban palabras .
—¿Por qué haces esto? Tu eres una de la chicas más hermosas de este lugar, todos los chicos quieres salir contigo y ... Joder, odio admitirlo pero incluso yo te tengo envidia, simplemente no lo puedo entender...— A Uraraka le dolieron sus palabras, era consciente de que la rubia estaba en su derecho de decirlo, pero no se conocían, ni siquiera eran amigas.
—Yo...— No pudo decirlo, no podía confesar las interminables noches con hambre auto impuesta por las que paso ni la manera en la que las burlas en secundaria por su físico la afectaron hasta ese punto.
—Escucha, sé que no nos conocemos pero... No te preocupes, no le diré a nadie. Pero tengo una condición.— Los ojos le picaban, quería llorar. Tenía hambre y estaba cansada por el partido que acababan de jugar, se sentía apunto de desmayar.
—¿Condición?—
—Tienes que buscar ayuda—
—Pero no puedo, mis padres se enterarían...—
—Diles que sales conmigo a estudiar en las tardes, lo haremos si quieres pero en ese tiempo puedes ir con... Un especialista en estos temas.— Ese era el perfecto plan de la chica rubia, por que a diferencia de Ochako, a la Himiko no le importaba en lo mínimo romper las reglas, no eran muy diferentes la una de la otra. La mirada de Ochako se suavizo, sin saber que decir.
—¿Cuál es tu nombre?— Le dio una sonrisa, de segura el grandioso comienzo de algo bueno, aunque fuera en esas circunstancias tan... Raras.
—Te lo digo si prometes intentarlo.— Le extendió la mano para darle un apretón.
—Prometo intentarlo.— Y la chica de cabellos cafés correspondió el apretón.
—Toga Himiko.—
—Toga-chan... Que lindo nombre— La rubia se sonrojó, y le dio una última mirada antes de irse.
—Nos vemos mañana, dile eso a tus padres y yo... Me voy a encargar del resto.— Ese día Toga Himiko fue consciente de que aunque Uraraka Ochako era una tonta, tenía un gran corazón.
