¡Hola, chicos! Aquí estamos de nuevo, empezando con una nueva historia que espero disfruten y suspiren leyéndola como yo lo estoy haciendo al escribirla. Debo aclarar que esta historia está publicada en Wattpad como un original porque así fue concebida, pero cambié los nombres y descripciones físicas para poder traérselas a Fanfiction, y esto lo hago porque soy la autora original y tengo el derecho de hacerlo xD
Como siempre, aclaro que los personajes de CCS no me pertenecen, pero todo lo que verán en esta historia surgió de mi completa imaginación.
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Queda terminantemente prohibida la copia parcial o total, así como el uso de escenas o la trama sin mi consentimiento.
Bueno a comenzar :D
La dama de medianoche
Capítulo 1
Una vez dado el mordisco a la manzana prohibida,no pude hacer otra cosa más que seguir alimentándome de ella y disfrutar de su dulce sabor, sin importar que fuera un pecado y que la sociedad pudiera condenarme por ello. Eso eran para mí los libros, esa fruta de exuberante rojo que se había vuelto mi todo y mi más profundo secreto.
"Y aun si tenía que blandir mi espada una y otra vez sin descanso, aun si mis manos debían teñirse del rojo de la muerte, aun si mi alma llegaba a colorearse por completo del negro de la traición, al punto de ganarme el infierno, todo valdría la pena porque sus alas puras le serían devueltas, y podría alzarse en vuelo hacia la libertad que ella tanto amaba y que había sacrificado por mí.
Las sombras no la tocarán jamás porque yo me aseguraría de ello… De esa forma, aun cuando la historia olvidara a este simple mortal, al menos ella, mi amada y benevolente hada, sonreiría a las estrellas desde donde yo estaré, venerándola eternamente. Ese era mi juramento sempiterno, mis últimas palabras de amor, ese amor que no muchos comprendían, pero tampoco importaba cuando la intensidad de los sentimientos se desbordaba de tal forma. Mi dicha, mi alegría, mi corazón y religión; mi todo… lo era ella."
Dejé la pluma a un lado y tomé el delicado papel donde había plasmado las palabras que cerraban el capítulo, experimentando en mi pecho la desolación y el profundo amor que mi querido protagonista profesaba hacia su amada. Su sacrificio era algo tan profundo y hermoso, que me hizo suspirar y las lágrimas fueron convocadas por el remover de las emociones.
Y si yo lo sentía así, mis lectores también lo harían.
Di pequeños soplidos sobre la tinta para que secara más rápido y le di una última lectura rápida.
―La semántica es la adecuada y la evolución de las emociones también.
Tomé la pluma de nuevo y en la primera hoja que expresaba el contenido resumido, plasmé mi rubrica como Haruki Yoshida: el seudónimo que me permitía cumplir mi sueño de escribir y ser aceptada como una escritora seria, en un mundo dominado por hombres.
El misterio que había creado alrededor del "joven escritor" encantaba a los lectores y me hacía vibrar de emoción, más cuando me fue concedido el apodo de Amo de los Suspiros por las personas que, mes a mes, esperaban con ilusión leer la continuación de las aventuras románticas de mis personajes, porque eso eran mis historias: el romance en letras.
Un golpeteo suave en la puerta me sacó de mis pensamientos, y tras dar la autorización, ingresaron mis dos doncellas de confianza, Chiharu y Rika. Nos conocíamos desde niñas y ellas pertenecían al grupo selecto que sabía de mi secreto.
―¿Ha finalizado, señorita Sakura? ―Rika acomodó un mechón castaño detrás de su oreja y mostró su habitual sonrisa gentil.
―Acabo de colocar el punto y final de esta entrega ―correspondí su gesto y comencé a organizar todo dentro de una carpeta de cuero negro.
―¡Ah! No puedo esperar a que lo publiquen, porque el último capítulo nos dejó suspirando y llorando ―añadió Chiharu, tan vivaz como siempre, haciendo que sus trenzas castañas bailaran con sus pequeños brincos.
―Les he dicho muchas veces que el esperar no es necesario cuando pueden leerlo antes que cualquiera.
―Y nosotras le hemos contestado que amamos leerlo directamente en el impreso ―replicó ella―. Además, son dos ejemplares que se suman a la cuenta y eso hará más famosa a la señorita.
Contra ellas no tenía nada que hacer. Me levanté, negando con la cabeza, y dejé que mi largo vestido rosa pastel se deslizara sobre el suelo con cada paso. Rika recibió el ejemplar original de mis manos, ya que a través de su hermano, Kazuya, se lo hacía llegar a mi editor. Algunas personas podrían pensar que era algo exagerado de mi parte, pero siendo Yoshida el preciado personaje que me permitía cumplir mi sueño, debía protegerlo.
―Debe llegar hoy al señor Yamasaki. ―Ella asintió, sonriente, y salió de la habitación para cumplir mi encomienda.
―¿Desea un peinado sencillo el día de hoy? ―Asentí a la pregunta de Chiharu, mientras me sentaba frente a la cómoda―. Su cabello es tan bonito.
―Algunos dicen que es demasiado… simple.
Tomé un mechón de mi cabello y observé ese tono miel que no era ni rubio ni castaño. En una sonrisa divertida, pensé que el nombre de rubio almíbar le quedaba bien. Sonaba bonito y original.
―Pues debe ser la envidia hablando por ellos. Es sedoso, suave y resplandeciente ―dijo ella, pasando el cepillo sobre las ondas que llegaban hasta la mitad de mi espalda.
En el reflejo que mostraba mi espejo, vi que mis ojos verdes parecían más oscuros por la tonalidad de mi cabello, pero guardaban en su centro tonalidades terrosas que se arremolinaban cerca de las pupilas con el jade. Los entorné y sonreí, era como un secreto a voces y las personas tenían que verme en realidad para notar ese detalle.
―El día está precioso ―retomó mi doncella―. ¿Le parece si preparo todo para que tome el té en el jardín cuando llegue la seño…? ―Se tapó la boca y, tras aclarar la garganta, continuó―: Lo siento, la marquesa. Es que todavía no me acostumbro.
―Hace tres meses que Tomoyo se casó con lord Reever, así que yo tampoco lo hago.
―Espero que esté bien… Sabe todos los chismes que rondan al marqués sobre su carácter de hielo. ―Pude ver como fruncía el ceño a través del espejo.
―Es cierto, pero en sus cartas Tomoyo me dijo que estaba… conforme.
―Conforme. Esa palabra es tan vacía ―reviró sus ojos cafés.
Hice una mueca porque era cierto, pero en nuestra sociedad los matrimonios arreglados como el de mi querida amiga eran comunes. Uniones donde solo importaban los beneficios que las familias ganaban a nivel económico y político, aunque había sus excepciones desde luego.
Una sonrisa se dibujó en mis labios al pensar en mis queridos padres, un claro ejemplo de que el amor podía surgir con el pasar de los días, la convivencia y el respeto. La intensidad de lo que sentían el uno por el otro se podía ver en sus ojos y en su trato; mi padre adoraba escucharla cantar y cuando ellos creían que nadie los estaba observando, se daban pequeñas caricias furtivas y besos fugaces, como si fueran un par de adolescentes enamorados. Mi estilo de escritura había nacido de leer incontables libros de romance y de ver a las parejas pasear en el parque, pero con el tiempo ellos se convirtieron en mi principal fuente de inspiración.
Y el otro era mi hermano, Touya.
No comprendía por qué mi padre lo había echado de casa por haber escogido al amor por encima de sus responsabilidades, cuando él conocía la intensidad de ese sentimiento. Mi madre decía que era una prueba para ver si ese amor superaba las adversidades de una vida austera, pero yo no estaba tan segura… Jamás había visto a mi padre tan furioso y a mi hermano tan decidido.
"Si estás dispuesta a entregarte con cada palabra, gesto y acción, entonces es amor, Sakura. Todas mis miradas, mis caricias y detalles son para Kaho; no podría dárselos a ninguna otra… Ofrecería mi alma por ella sin dudarlo y por eso lucharé por lo nuestro. Lo único que me duele es alejarme de ti y de Naoki… pero sé que podremos vernos en algún momento. Te lo prometo". Eso fue lo que me dijo el día que partió de casa para no volver, renunciando a su apellido, a las comodidades y dándome una gran lección: el amor no siempre era de color rosa, pues a veces implicaba sacrificios. Pero era un sentimiento tan noble que aun en las penumbras, si estabas al lado de tu ser amado y era reciproco, se podía sonreír con sinceridad.
Y ese era el motivo por el cual adoraba escribir sobre ello, aunque todavía no había tenido la bendición de vivirlo.
―Está lista ―anunció Chiharu y entonces me observé en el espejo.
Mi largo cabello estaba recogido en un lindo moño ladeado, dejando que los bucles de mis puntas cayeran libres a un lado de mi rostro. De esa forma, mis ojos parecían brillar mucho más.
―Perfecto como de costumbre.
―¿Preparo entonces la mesita de té en el jardín?
―Me parece una idea estupenda, así no molestaremos a nadie con nuestras risas, porque tras tres meses sin ver a Tomoyo, estoy segura que habrá muchas.
Tomé mi vieja libreta de notas y ambas descendimos a la planta baja.
Siendo el hogar de uno de los hombres más ricos de la ciudad, nuestra casona gozaba de una amplia, elegante y robusta estructura de tres pisos, adornada con finos vitrales que reflejaban sus colores en el suelo reluciente de mármol beige. No era tan impresionante como las históricas mansiones de los nobles, pero mi padre se había esmerado en llenarla de costosas obras de artes, ya fueran pinturas o esculturas, pero mis preferidas eran las que mi hermano menor había pintado. Naoki gozaba de manos prodigiosas que plasmaban paisajes únicos y mágicos, ya fueran castillos, bosques, prados o montañas. Y obviamente los usaba de inspiración para crear los ambientes de mis novelas.
Lo extrañaba tanto, pero sabía que, al llegar las vacaciones, volvería y compartiría conmigo todo lo que había aprendido en la universidad. Siempre era así.
Después de dejarme instalada en la salita matinal, Chiharu fue a organizar todo lo necesario antes de la llegada de Tomoyo, sabiendo que yo solía sumergirme en mi trabajo y no me gustaba ser interrumpida. Escribía, tachaba o redirigía las ideas hacia otro punto; era un proceso arduo que requería toda mi concentración y aprovechaba cada segundo en soledad que tenía para avanzar, porque la imprenta de la editorial no se detendría por mí. Al mes siguiente, hubiera o no capítulo de mi parte, la edición de Pasiones Líricas, el fascículo donde se publicaba mi novela, saldría a la venta, ya que yo no era la única escritora que ellos publicaban.
Me reí al recordar a Naoko, una gran amiga que solía visitarme para debatir y teorizar sobre lo que leía en ese Librillo del Mal como solían decirle: "Esto no puede salir de estas paredes, Sakura, y si lo hace lo negaré con mi vida. Tengo una reputación que mantener y a mi esposo le daría algo si se entera que leo Pasiones Líricas", eso siempre me lo decía cuando sus visitas acababan.
¿Qué pensaría si supiera que era yo quién se ocultaba detrás de Yoshida? Con seguridad se desmayaría, pero Naoko no era la única que pensaba de esa forma.
La verdad era que, debido a su contenido, el fascículo no era de libre tránsito y solo podía adquirirse en ciertas librerías autorizadas por la editorial… Y se podría decir que me gustaba pasear por las calles esos días de publicación para ver como las personas pasaban por tales establecimientos para adquirirlo, mirando en todas direcciones y tapando su rostro para no ser reconocidos, ya fuera con su sombrero de copa o algún velo en el caso de las damas. Un espectáculo absurdo, pero muy divertido.
Esos días solía preguntarme: ¿qué tenía de malo leer sobre el amor en todas sus formas? Y lo decía porque en ese librillo se podía conseguir de todo… como era el caso de un escritor en particular que sabía cómo plasmar en letras cosas que… Dios bendito, de solo pensarlo me ardía la cara.
―Mejor enfócate en lo que debes, Sakura ―me dije y seguí escribiendo la estructura de lo que sería mi próximo capítulo.
Media hora después que supe aprovechar con creces, el repiqueteo de unos tacones se escuchó en el vestíbulo. Enseguida me levanté y dirigí mis ojos hacia el pie de la escalera, donde divisé a mi madre tan hermosa como siempre, aun cuando llevaba ropas sencillas.
―¿Visitará a Touya?
―Debo aprovechar que el testarudo de tu padre está en la compañía enfrascado con un cargamento de telas ―suspiró y se acercó―. Kaho está en el primer trimestre y debe ser muy cuidadosa, por eso les llevaré algunas cosas
―Mamá, ¿cree… que esto se acabe en algún momento?
Ella acarició mi mejilla y presentó una sonrisa.
―Fujitaka es un hombre orgulloso como cualquier burgués, querida, pero tiene un corazón de oro y estoy segura que apenas conozca a ese bebé, pedirá a Touya que vuelva a casa con su familia. Después de todo, él será su sucesor.
―¿Padre no lo desheredó? ―pregunté con sorpresa, pues esa había sido su amenaza.
Mi madre rio y negó con su cabeza.
―Te lo dije antes: solo los está poniendo a prueba. ―Se dio una última mirada en el espejo del vestíbulo, reacomodando algunos mechones negros que se habían escapado de su sencillo recogido, y fijó sus ojos verdes en mí a través del reflejo―. Trataré de volver antes que tu padre, pero si no es así, dile que he ido a visitar a lady Rowbottom.
―Como diga, madre ―incliné mi cabeza.
―Saluda a Tomoyo de mi parte.
―Y usted, por favor, dígale a Touya que lo amo y que espero verlo pronto.
Nadeshiko Kinomoto sonrió y tras asentir, salió a las cálidas calles Zándar, nuestra ciudad. Internamente recé para que las cosas salieran como ella decía, y que mi padre rectificara porque yo ansiaba mimar a mi sobrino apenas abriera sus ojitos al mundo.
Soltando un suspiro, intenté volver a lo mío, pero ante tal escenario familiar la inspiración huyó de mí. Afortunadamente, no pasó mucho tiempo para que la campanilla de la puerta sonara y un par de minutos después, el rostro sonriente de mi querida amiga apareció en el saloncito, luciendo tan bella y pulcra como siempre. Sus perfectos bucles negros caían por su pecho, haciendo contraste con sus ojos azules y su piel de alabastro. Me levanté y recibí su emotivo abrazo, gustosa.
―¡Por fin estás aquí!
―El campo es pintoresco y agradable, pero tres meses alejada de la ciudad fue mucho tiempo.
―Un total suplicio ―le dije, apretando sus manos―. Tienes que contarme todo lo que ha pasado con el marqués.
―Oh, querida, pero si te he contado todo en mis cartas con lujo de detalles. A diferencia de ti que has tenido mi alma en un hilo ―se quejó en una mohína, haciéndome reír―. ¿Terminaste el capítulo de este mes?
―Sí, lo he envidado hace poco ―sonreí―. Pero vamos a fuera, hace un día espléndido y Chiharu ha preparado todo para tomar el té en el jardín.
Entre risas y uno que otro comentario, ambas caminamos hacia el colorido lugar que era orgullo de mi madre, pues había invertido años de su vida en hacerlo florecer. El lila era el color dominante por ser su favorito, sin embargo, también podían verse las rosas impolutas que representaban ese amor que ella le profesaba a mi padre y entre los dos solían cuidar de ellas. Era una de mis imágenes favoritas sin lugar a dudas.
―Entonces… ¿lista para iniciar la temporada? ¡Falta solo un mes! ―expresó con una sonrisilla.
―A estas alturas no sé si encontraré el amor en los salones de baile ―musité, desaminada―. Será lo mismo de siempre: los mismos salones, los mismos jóvenes… y ninguno de ellos ha provocado algo aquí en las tres temporadas anteriores ―señalé mi pecho―. Ni siquiera un suspiro.
―Sakura… pero quizás aparezca alguien nuevo, alguien que te provoque eso que anhelas.
―Lo dudo mucho ―suspiré―. Y sabes que si no es por amor no me casaré.
Mi querida amiga tomó mi mano y la apretó.
―Todas somos soñadoras y asistimos a los grandes salones con la esperanza de un amor como los que plasmas en tus novelas, pero… amiga, a veces llega un momento en que debemos pensar con la cabeza y no con el corazón… Suena horrible, lo sé ―me interrumpió al verme abrir la boca―. Sin embargo, no es tan malo.
―¿Hablas por tu matrimonio?
Tomoyo asintió con una sonrisa pequeña.
Siendo mi mejor amiga, ella era la única que había estado a mi lado leyendo, nutriendo nuestras cabezas de romance y me había acompañado en cada uno de mis procesos creativos, aportando ideas cuando me bloqueaba o simplemente haciéndome reír para relajarme durante algún momento de frustración. Por eso ambas habíamos estado esperando esa clase de hombre que con tan solo una mirada hiciera temblar las piernas por su intensidad y que sacara los suspiros más profundos del corazón.
Como era de esperarse, el padre de mi amiga entró en desesperación cuando pisamos los veintidós años sin ninguna propuestas decentes, así que intervino para que ella saliera de las sombras y de esa forma, entró en escena el flamante marqués de Reever, lo cual resultó ser una sorpresa para todos.
Negué con la cabeza; ese hombre era muy atractivo, pero su carácter era tan frío y apático que no podía evitar compararlo con el protagonista de una novela gótica.
―¿Te trata bien? ―quise saber, mientras servía el té.
―Eriol puede ser algo intimidante de entrada, pero es muy caballeroso y… podría decirse que tierno a su manera. ―Hizo una pequeña mueca―. Apenas llevamos tres meses de casados, nos estamos conociendo, pero ambos nos esforzamos por llevarnos bien.
―¿Solamente bien? ―pregunté, sintiéndome desanimada―. Después de todo lo que hemos vivido, sufro al verte atrapada en una vida sin amor, amiga.
―Tranquila, me siento bien a su lado. El amor vendrá después… o es lo que espero, aunque no todo es malo… si sabes a lo que me refiero. ―Arqueó sus cejas y cambió su expresión a una traviesa que yo conocía muy bien.
―¡Por el amor de dios, marquesa! No la creía capaz de sacar tal tema a colación ante una señorita soltera ―la reprendí en burla.
―No me salgas con esa mojigatería después de haber investigado y leído al Erudito de las Sábanas, querida ―sonrió de lado y bebió de su té.
Miré hacia todas partes, asegurándome de que no había nadie por allí, y acerqué un poco más la silla para susurrar lo siguiente:
―¿Es como lo narra él?
―Que descarada, señorita Kinomoto ―se burló―. Queriendo saber de cosas que solo una dama casada debe dominar.
―Sabes muy bien que mis lectores quieren que yo… que yo… ―me trabé y me sonrojé hasta las orejas―. Es lo que me falta, Tomoyo. Digo… lo que les falta a mis personajes. Y por eso admiro tanto a Yufeng Murakami; ese hombre es como el dios del romance erótico y es muy diestro para plasmar las escenas… tú sabes.
―Eso se debe a que tú no tienes la experiencia que él definitivamente sí ―sonrió.
Me removí incómoda en mi lugar. Tomoyo tenía razón, no era una puritana en cuestión de lectura ya que me gustaba leer de todo y formar mi propia opinión… Y al ser catalogado como el mejor escritor de romance erótico, había estudiado muchos de sus escritos y debía admitir que se había ganado su apodo a pulso.
Obviamente, así como pasaba con Yoshida, Yufeng Murakami era un seudónimo que ocultaba su verdadera identidad. Podía ser cualquiera… incluso cabía la posibilidad de haber departido con él en alguna velada y yo ni enterada, pero más importante que su verdadera identidad, era lo que él lograba con sus escritos. Retrataba el amor y las escenas amatorias de una forma que no resultaba grotesco al leerlo; era atrayente y natural. Cada palabra estaba escrita con cuidado, reflejando la pasión, el deseo y un sinfín de sensaciones que podían experimentarse en la propia piel al leer. De verdad era bueno… muy bueno, y a pesar de que mi género era el romance novelesco, yo aspiraba a ser igual o mejor que él. Ser una escritora versátil y completa.
Era como mi ídolo y fantaseaba con conocerlo algún día para estrechar su mano y pedirle consejos. ¿Por qué no? Si el hombre escribía con tanta libertad sobre el amor, no creía que tuviera problemas con que una mujer escribiera novelas, ¿verdad?
―Pero volviendo al tema que querías saber ―dijo Tomoyo, sacándome de mis pensamientos. Bajó la taza y me observó con fijeza―. Las cosas en la realidad no son como las dice Murakami en sus escritos… o quizás es porque no he descubierto esa conexión todavía con mi esposo. No diré que es malo en la cama… él me satisface, mucho… pero todavía no he sentido esa plenitud que eriza la piel como nuestro escritor favorito lo describe.
―Traidora.
―¡Oh! ¿Cómo te atreves a decir eso cuando fuiste tú la que me llevó al lado oscuro de sus frases? Moriría derretida en los brazos de Eriol si me dijera algo parecido ―suspiró.
―¿Y por qué no se lo pides?
―Porque se supone que una marquesa no debe leer ese tipo de cosas ―se rio―. ¿Te imaginas? Esposo mío, ansío ser tocada de esta forma y quiero que me recites: "Hermosa y gentil cual flor, abre tus pétalos para mí, querida, porque quiero beber del dulce néctar de tu amor. Recogerlo en tus muslos mientras me embriago en su fragancia única hasta llegar a la fuente misma de tu excitación".
―¡Tomoyo! ―Miré en todas direcciones otra vez y suspiré aliviada al ver que estábamos solas―. ¿Cómo pudiste memorizar tal cosa? ―le cuestioné, abanicándome para bajar el calor de mis mejillas.
―Es de mis favoritos ―me guiñó un ojo―. Murakami es poético, romántico y explícito al mismo tiempo, por eso gusta tanto.
―He intentado escribir un poco de eso, pero no lo logro ―resoplé frustrada―. No puedo plasmar algo que en realidad desconozco.
―Tampoco te has enamorado nunca y tus romances son perfectos.
―Pero lo he visto en los demás, lo he leído también, pero esto es diferente. No transmito nada y eso me enerva… ¿Cómo hace él para crear frases tan excepcionales?
―Ya te lo dije, es la experiencia. Eres muy inocente en ese aspecto y eso no es malo.
―Pero debo…
―No, no debes. ―Palmeó mi mano―. Yo adoro tu forma de escribir. Eres sutil, dulce, y brindas esperanza en un mundo tan gris como el nuestro ―sonrió―. Pero si aún deseas incluir ese tipo de escenas, quizás puedas hacerlo dándoles otro enfoque diferente al de Murakami. No necesitas ser explicita para fomentar la pasión.
Ante sus palabras me sentí mucho mejor y no pude detener el impulso de abrazarla. Tomoyo siempre lograba calmar mis ansiedades y por eso la adoraba como a una hermana.
―Me hiciste mucha falta.
―Tú también ―suspiró―. Estoy segura que las cosas mejorarán ahora que estamos juntas, aunque la mascarada puede que interfiera. Será en mes y medio, pero será la primera fiesta que organizaré como la nueva marquesa de Reever y debo esforzarme para que todo quede perfecto.
―Si necesitas ayuda, no dudes en pedírmela.
―Claro que sí ―sonrió.
Después de eso, nuestra charla migró hacia las aventuras de nuestra adolescencia: como las largas cabalgatas en el lago de nuestra casa veraniega, la vez que nos colamos en la habitación de Touya para robarle una botella de licor, las bromas a Naoki por ser más pequeño que nosotras, y algunos chismes de la sociedad, algo que no me gustaba compartir, pero que mi amiga adoraba. Así, el tiempo transcurrió demasiado rápido y la hora de partir llegó. Tras un profundo abrazo y la promesa de vernos a la semana siguiente, Tomoyo se fue y se llevó consigo unas galletas de miel y avena que había horneado el día anterior para ella, ya que eran sus favoritas y aparentemente las del marqués también. Eso les daría algo de qué conversar si las degustaban en compañía del otro; nadie podía culparme por intentar crear ambiente allí para que surgiera el amor, ¿verdad?
Con ánimo renovado, volví al cálido interior de la mansión y me encontré de camino a mi habitación a Chiharu y a Rika; con tan solo ver su rostro sonriente, supe que su misión había sido un rotundo éxito.
―El señor Yamasaki quedó muy satisfecho con el resumen, según me comentó mi hermano ―dijo―. Solo nos queda esperar a que lo publiquen.
―La semana que viene será un día de revuelo para todos y veremos filas para adquirir el Librillo del Mal ―se burló Chiharu.
―Bueno, espero que las opiniones sean buenas porque estamos entrando en el clímax.
―¡No nos diga nada! ―Se tapó los oídos―. La señorita debe tener piedad con nosotras, por favor.
―Entonces, siendo una ama piadosa, las dejaré ir para que no se enteren de mis planes malévolos para Velkan y Samira.
―¡No escucho! ¡No escucho! ―salió gritando, haciéndome reír.
―¿La señorita necesita algo más?
―Puedes retirarte, Rika. Muchas gracias por todo ―le dije, dándole un ligero apretón en su mano, y después entré en mi habitación.
Tras echar pestillo, pues no quería que nadie me viera, me agaché a un lado de mi cama y moví un tablón flojo que estaba debajo de ella. En ese gran espacio, estaban ocultos mis tesoros y… las páginas donde reposaban las letras de Yufeng Murakami.
Me senté en el piso y tomé uno de los más antiguos. Repasé con la yema de mis dedos las palabras que formaban aquellas frases tan llenas de pasión… de fuego. Era verdad que había llegado a sus escritos por mera curiosidad, pero en sus manos… o más bien, en sus letras, conocí un mundo fascinante.
Mi piel ardía al leerlo y me hacía querer vivir algo así. Experimentarlo con el compañero adecuado como él solía decir, porque solo así, cada toque, cada caricia, cada lamida y cada beso hacía vibrar el cuerpo y el alma. Murakami lo llamaba: "La sincronía de los amantes", y le daba toda la razón.
"Amor mío, déjame descubrir la belleza de tu cuerpo y adorarlo con la entrega que merece. Que mis manos reconozcan tus curvas, se amolden a ellas, y las reclamen como suyas; mientras mis labios esparcen besos a lo largo de tu ser y se deleitan con tu sabor. Y tus senos… Oh, tus senos que son mi mayor debilidad y mi perdición, déjame sentirlos suplicar por las formas indecentes en las que los haré míos, para que luego mis labios se encarguen de apaciguar su clamor. Permíteme presenciar como tu cuerpo se estremece y se arquea en búsqueda del contacto y el frote tan anhelado por ambos, y que finalmente pueda escuchar de tu preciosa boca la sinfonía de tus gemidos; el sueño de un hombre como yo, que solo desea llevarte al paraíso.
Mi miembro palpita, incapaz de esperar más por entrar en ti, así que te imploro que termines con su martirio y te abras para que nuestra unión sea completa, que nos poseamos el uno al otro y que al fin seamos uno solo. Y cuando me escuches susurrar ese "te amo", impregnado de la pasión que solo tú me inspiras, sabrás que ya te he alcanzado en el éxtasis puro al que me has elevado con tu cadencia y ternura; desbordándote y llenándote. Sí, querida, fluyo en ti".
Un suspiro abandonó mis labios, pues sus letras seguían causando la misma sensación electrizante.
Sin importar quién se ocultara tras el seudónimo, ese hombre lograba proyectar fogosidad a través de las páginas. Algo que me gustaría lograr también, pero más allá de eso… también deseaba sentirlo.
Yo deseaba amar y ser amada, vivir un romance sin igual como el de mis historias, pero también vivir esa pasión que Murakami describía. Quería ser… tocada de esa forma y que mi cuerpo palpitara como el de esas damas que él describía en sus historias; no yacer con un hombre solo por cumplir con la obligación de darle algún descendiente. Eso mataba la excitación y la inspiración de cualquiera… y ese era mi mayor temor. Que al casarme por obligación perdiera mi facultad de escribir por la carencia del amor en mi vida.
Suspiré y miré sus escritos que reposaban en mi regazo, rezando a Dios que trajera a mí ese hombre ideal que me hiciera suspirar de pasión y arder de deseo… antes de que fuera demasiado tarde.
Y bien, aquí tenemos el inicio de esta nueva aventura donde tenemos a una Sakura muy particular. Una escritora que ha decidido romper las reglas para poder cumplir su sueño.
Debo aclarar que la idea fue concebida durante el amigo secreto que hicimos en el 2020, en el cual me tocó regalarle a WonderGrinch. Ella solicitó un oneshot que mostrará un romance de época, pero no quise plantear un típico cliché. Así que, a medida que fui planeando y planeando, las ideas fueron surgiendo y se convirtieron en esto, una historia que ya va por su capítulo 27 escrito y puede que llegue a unos 35 xD
Esta vez la dinámica será diferente porque, como mencioné en un principio, a medida que fui planeando, sentí que la historia merecía sus propios personajes, así que dejaron de ser CCS casi desde el principio xD En Wattpad encontrarán la versión original como fue concebida y espero me apoyen por allá también; la trama será la misma, pero hay detalles en la versión original que no podrán ver aquí por la diferencia en las características físicas, y bien sabemos que son esos detalles los que hacen a una obra especial xD
Mi agradecimiento especial a Wonder por haberme retado a escribir un oneshot de época que se convirtió en un nuevo proyecto, y por apoyarme y hasta ayudarme con la elección de los nombres originales :D Y al señor Pepsipez le agradezco un montón por sus grandes consejos masculinos para plasmar bien a ese escritor escandaloso y por su valiosa revisión xD
Sin más nada que decir, los invito a sumarse a este viaje que, como vieron en el booktrailer, promete sábanas y suspiros ;)
Un beso,
CherryLeeUp
