Menciones de intentos de suicidio, abuso y más cositas.
El chico juntó sus manos en su regazo mientras escuchaba a su padre hablar con la enfermera encargada.
— Si, claro, esperaremos — La voz de su padre se escuchó antes de que los pasos se acercaran a él de nuevo.
— Pa... —.
— Ahora no Corey — Su voz sonaba cansada.
Y Corey no lo culpaba, todo a ido en bajada desde que su madre murió hace un año, nadie de su familia quería hablar de eso pero él escuchaba llorar a su padre por las noches y su hermana le dió igual todo eso yéndose así a la universidad. Fue una egoísta al dejarlo ahí con su padre.
Después estaba él, que sólo había tenido una amiga y cuando ella lo dejó, se comenzó a juntar con malas influencias. Si tan sólo su padre no lo hubiera encontrado a "tiempo" en la bañera desangrándose, tal vez no estaría ahí volviendo a causarle problemas al hombre.
Unos minutos más tarde un doctor pidió que los dos pasaran al consultorio y luego la siguiente hora pasó como un borrón en la memoria del chico con cabello azul.
Recuerda hablar con el doctor sobre sus pensamientos, recuerda a su padre llorar a su lado, recuerda las palabras "Por su bien" e "internar" salir de la boca del doctor, recuerda ser llevado a otro consultorio dónde llenaron hojas y le pusieron una pulsera con numeritos y su nombre, recuerda ser conducido por el blanco pasillo hacía otro pabellón mientras escuchaba a su padre despidiéndose de forma preocupada (Aunque ahora Corey era el preocupado por él) y también recuerda llegar a una habitación con dos camas.
En la habitación no había más que una ventana bloqueada con barrotes de colores, azulejo en la paredes de color blanco con gris, dos camas perfectamente hechas y una chica pelirroja con el cabello corto, usando una blusa verde demasiado grande para ella y unos pantalones rojos, ella estaba descalza y cuando vió a la enfermera junto a Corey entrar a la habitación, ella se puso a la defensiva.
— Laney, él es Corey — La enfermera que acompañaba a Corey, se acercó a la chica que miraba al chico con terror y se alejó unos pasos hasta quedar en la pared — Sé que no te gustan los hombres pero esto hará bien en tu terapia y él es un chico tranquilo, es perfecto para ser tu compañero —.
— ¿Compañero? — La pelirroja procesó las palabras mirando la cama que no ocupaba y luego miró de nuevo con miedo a Corey — ¡No! ¡Por favor no! ¡Me porté bien! ¡Hice todo bien! ¡Tomé mis medicamentos! ¡No pueden dejar que él esté aquí! ¡Por favor! —.
Corey se estremeció al escuchar la voz desgarrada de la pelirroja que ahora se tomaba de la cabeza y comenzaba a llorar.
— Laney, por favor, ya hablamos de esto, si no intentas convivir con los hombres, jamás podrás salir de aquí — La enfermera se acercó hasta estar a la altura de la menor y le tomó de la mano con delicadeza — Vamos, iremos por un poco de aire y hablaremos —.
Las dos caminaron hacía la salida y antes de salir de la habitación, la enfermera le sonrió a Corey señalando la cama para que se acomodara.
Al quedar solo se dejó caer en el suelo junto a la que sería su cama y abrazó sus piernas contra su pecho.
— ¿En qué me he metido? — Quiso llorar pero no tenía sentido.
Se había quedado sin nada.
Sin madre, sin una amiga, sin una familia amorosa, sin nada.
Lo único que era ahora era un chico con depresión, tendencias suicidas, ansiedad seguramente, fan de guitarras que jamás pudo tocar y con una chica que al parecer odia a los hombres como compañera de habitación.
Genial, su vida era genial.
— ¡Mamá! — Corey gritó intentando arrastrarse hacía el auto en llamas pero su pierna rota no ayudaba y la cabeza le daba vueltas — ¡Ayuda! ¡Alguien! ¡Mi mamá está en el auto! —.
Ponía escuchar personas intentando bajar por la colina por la que habían caído pero aún si se apuraban para llegar, su madre ya debía de estar muerta.
Podía ver su cuerpo completamente quemado por la explosión anterior.
Era su culpa.
Sentía que era su culpa y definitivamente Trina siempre se lo recordaba.
No vió a la pelirroja hasta el momento de la cena donde la pudo observar sentada en el suelo lejos de cualquier paciente o persona ya con su comida en su regazo.
La comida no era la mejor del mundo y al parecer había comida especiales para varias personas por que te la daban así como te veían, no te daban a elegir nada.
El "comedor" era en realidad sólo una habitación grande con una mesa desplegable donde estaba dando la comida el personal encargado y al rededor había unas pocas mesas de madera con sillas de plástico.
El Psiquiatrico eran más grande por dentro así que había más personas, entre ellos había jóvenes con 20 años a lo mucho. Algunos se veían muy mal y otros ni siquiera intentaban comer.
Corey pensaba que debería sentirse mejor ahora que entiende un poco más que la vida de las personas ahí era peor que la suya, pero no puede, tal vez sea sólo su depresión hablando o lo que sea que tenga y esté registrado en esa pulsera en su muñeca.
— Vamos Kon, mientras más rápido tengamos nuestra comida, más rápido volveremos a nuestra habitación — La voz de un chico hizo que Corey levantara su vista de su comida y mirara hacía delante por donde pasaban dos chicos.
El chico que habló era un pequeño y delgado, su ropa era negra y desgastada, además llevaba gafas que estaban pegadas con cinta por todas partes y su cabello era corto de color negro. Él estaba por delante del otro chico mirando a todos lados como si estuviera cuidando al de atrás.
— Lo sé... Pero no me gusta la gente — La voz del otro chico apenas se escuchó.
El segundo era alto y robusto (Corey podría decir que tenía sobre peso), su camisa era blanca, pantalones azules y su cabello era largo pero se ajustaba hacía atrás. Este chico parecía incómodo caminando entre la gente para llegar a la mesa de comida y él llevaba la vista fija en el suelo.
— Tranquilo hermano, vamos — El más pequeño tomó la mano del otro y caminaron más rápido hacía la mesa de la comida.
Los vió tomar rápidamente su comida asignada y sentarse en la mesa más alejada del comedor. Al parecer el único que hablaba era el de lentes que intentaba distraer al otro.
Volvió su vista a su comida y suspiró dejándola a un lado, realmente no tenía nada de hambre.
— Debes de terminar tu plato o no te tocará buena comida la próxima vez — Una voz junto a él lo hizo girarse y encontrar a una chica rubia con otra morena a lado de él (Raro por que se había sentado solo).
— ¿De qué hablas? — El chico del gorro no estaba de humor ahora mismo.
— Los enfermeros ven quien come y quien no, dependiendo de lo que comas, te dan tu siguiente comida, así es como conseguí esta belleza — La morena levantó un emparedado que se veía comestible y le dió mordisco.
— Oh — Fue todo lo que dijo el chico antes de volver a comer e ignorar a las chicas que no lo dejaban de ver curiosas, además de ver mucho las vendas que tenía en las muñecas.
— ¿Te damos un consejo? — La rubia hizo que volviera a mirarlas confundido y esperando a que continuara — Busca compañía, nunca es buena estar solo y menos en este lugar —.
Las dos se levantaron al mismo tiempo y tiraron sus envolturas de comida para luego salir del comedor bajo la mirada del chico.
¿Compañía?
Si, claro, como si fuera bueno haciendo amigos.
—¡Eres igual que tu maldita hermana! — Recuerda a Carrie gritarle una tarde en su cochera — ¿¡Has visto a tu padre!? ¡Está preocupado por tí! ¡Y tú sólo vas a juntarte con esos chicos! —.
— ¡Lo que le pase o no a mí familia es mi puto problema! — Se acercó de forma amenazante hacía ella — ¡Tú sólo eres una desconocida para mí y no de mi familia!—.
Carrie se quedó en silencio un segundo antes de estallar en ira.
— ¡De acuerdo! ¡Entonces jodete Corey Riffin! ¡Espero que te mueras igual que tu madre! —.
El chico recuerda el ruido que hizo su mano contra la mejilla de la chica y luego la mirada herida llena de lágrimas de ella pero no hizo nada.
— Será mejor que te vayas de aquí y jamás vuelvas — Le Susurró con veneno el chico señalando la puerta del garaje.
Se fue y no supo de ella desde hace 8 meses.
Volvió a su habitación de mala gana y al abrir la puerta notó que la pelirroja ya estaba ahí levantándose de su cama de manera automática para mirar quien entró.
— Hola — Corey intentó ser amable mirando a la chica que lo veía entre molesta y asustada.
Laney no dijo nada y sólo tomó su almohada lentamente para apoyarse contra la pared mirando la cama de Corey.
— Mira, no te haré nada, no sé por lo que haz pasado pero te aseguro que jamás te tocare — Levantó las manos dejando ver más las vendas debajo de su camisa de manga larga.
La pelirroja siguió sin decir nada mirando ahora las vendas fijamente y luego se sentó en el suelo con la almohada y jaló su sábana para tener una buena vista de la cama del chico.
— O puedes verme dormir, como sea — Se rindió caminando a la cama y acostándose sin molestarse en hacer nada más.
Sintió los ojos de la chica en su espalda pero no se quejó. Supone que la hacía sentir mejor el vigilar que no se acercara a ella mientras dormía.
No quería ni imaginar por lo que ha pasado la pelirroja.
Escuchaba los sollozos de su padre a través de la puerta mientras pasaba por el pasillo pero como siempre sólo lo ignoró y bajó por las escaleras.
Trina se había ido hace poco a la universidad a pesar de que su padre le dijo que no fuera a una tan lejos, ella no hizo caso y un día simplemente se fue.
La misma Trina egoísta de siempre.
Tomó su mochila del suelo del garaje y salió de la casa para dirigirse al parque donde se juntaban los chicos que le ayudaban a conseguir dinero.
Al día siguiente, los enfermeros llamaron a las puertas de las habitaciones para empezar el día.
Lo primero que hizo Corey fue levantarse y mirar a su compañera que se levantaba lentamente del suelo con la mirada fija en él.
— Supongo que no podré hacer que me dejes de mirar cada vez que me muevo, ¿Verdad? — Y cómo esperaba la chica sólo lo miró sin decir ninguna palabra — De acuerdo, entonces seré yo el que hable —.
Tendió su cama con las pocas sábanas que tenía y se dirigió a la puerta para ir a desayunar pero se detuvo en el marco girando hacía la chica que apretó fuerte su almohada contra ella como si fuera a protegerla.
— ¿Quieres venir a desayunar conmigo? — Pudo ver cómo negaba levemente con terror en sus ojos y suspiró asintiendo — Okay, volveré a intentarlo mañana —.
El chico salió a desayunar.
El pueblo pintaba a la familia Riffin como una buena familia pero desde el accidente, todos estaban conscientes de lo que pasaba.
Del hombre que se la pasaba en el trabajo, de la hija que se había ido a otro país y del hijo que veían en negocios ilegales.
La familia Riffin, jamás volvió a ser la familia buena.
En realidad, Corey no recordaba nada de lo que pasó los días siguientes, sólo recuerda estar viviendo y ya.
Tal vez podía decir que recuerda comer, dormir, hacer manualidades para conseguir dinero y dulces de la tienda, intentar hablar con la pelirroja que tenía como compañera, vestirse con la poca ropa que tenían disponible, tomar sus medicamentos, bañarse y hablar con el doctor.
Ni siquiera recuerdaba que ahora mismo estaba pintando un libro para niños en la mesa del salón donde se realizaban las actividades.
Pero podía decir que su oso estaba quedando bonito.
Es increíble en verdad como si había comenzado a adaptar a los horarios de ese lugar y a comer esa horrible comida, además de bañarse en regaderas compartidas.
Sintió que alguien se sentaba a su lado lentamente y dejaba unas cuentas para hacer pulseras en la mesa. El chico no les tomó importancia y siguió coloreando los árboles detrás del dibujo del oso.
— ¿Intentaste...? — La voz de una chica hizo que mirara a su lado y se sorprendió por lo que vió.
Era Laney, su compañera de habitación, estaba a una distancia prudente cómo que no se tocaran y apenas lo veía por que estaba distraída juntando las cuentas de colores de su lazo para pulsera. Sin embargo, señaló levemente con la cabeza hacía las muñecas del chico y él entendió a lo que se refería.
— Si, pero me encontraron por eso estoy aquí — Explicó brevemente intentando no mostrarse algo feliz por que la chica le hablara después de algunos días.
Estos último días siempre le decía lo que iba a hacer para que no se espantara y se sintiera más segura. No sabía que era lo que lo orillaba a actuar así por que no era muy amigable pero la chica a sufrido igual o peor que él así que lo único que podía hacer era ser amigable.
Después de todo se comenzaba a aburrir de estar ahí y el único pensamiento que tenía se relacionaba con buscar algo filoso.
— Entiendo — Asintió un poco aún luciendo incómoda pero Corey valoraba el esfuerzo — Lindo oso —.
— Gracias — Sonrió hacía la chica sabiendo que ella lo vió.
Volvieron a sus actividades y no volvieron a hablar pero la atmósfera se sentía un poco menos pesada que en los últimos días.
— ¡Corey! — El chico escuchaba la voz de su padre al otro lado de la puerta del baño y no pudo evitar maldecir ante eso.
Se suponía que el hombre estaba en el trabajo y no ahí en casa intentando salvarlo.
La puerta comenzó a se empujada justo cuando el de cabello azul ahora sentía como entraba en un shock.
Estaba tan cerca.
Y su padre derribó la puerta.
La ambulancia y sus muñecas sujetadas siempre estarán en su memoria como un fracaso más.
Buenas c:
Bueno, ayer estaba leyendo historias de Grojband en Ao3 y encontré muy buena que tiene la misma temática que la que escribí pero el problema es que jamás la continuaron así que decidí hacer la mía.
Será algo corta y espero que les guste jsjjs.
Necesito más historia de Grojband :c
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