Voy a dejar esto por aquí... A modo de prueba.

Es poco pero quiero saber qué piensan.

...

Mi nombre es Tobio Kageyama.

Tengo algunos, muchos años y soy profesor de Literatura.

Por ese entonces hacia un mes, tal vez menos, que había sido transferido a la preparatoria de Miyagi, Karasuno Highschool.

Y es ahí, donde se desatarian los 5 años más intensos de mi vida.

...

-Me duele...

-Shhh... Ya casi...-bese con suavidad el cuello y sentí una pequeña relajación.- ¿de acuerdo?...

-Si.

-Buen niño...

Lo tenía sentado encima de mi.

Con su pequeño shorts un poco bajo dejandome jugar con su cola.

El niño se abrazaba a mi con fuerza cuando sentia como derepente un dedo se colaba dentro suyo... Y eso a mi me ponía demasiado caliente.

-Ah...

-Mmm...-

Hinata hizo un fuerte vaiven al sentir un dedo adentro y mi pene se endureció más. Ese constante rozamiento no hacía más que perderme.

-Quietito... Ya terminamos.

-¿Cuándo?

-Cuando te salga ese liquido blanco otra vez...te gustó la primera vez ¿verdad?

Me miró con ojos brillosos y una sonrisa iluminada.

-¡Si!

-Bueno... Ahora también ... Sólo espera.

Hinata rodeo con sus brazos mi cuello y se aferro dejándome seguir mi labor.

Había bajado lo suficiente su pantaloncito para poder sacar su pequeño pene.

Mientras metía y sacaba de a poco los dedos podía ver cómo este se movía.

Cuando lograba meter uno hasta el fondo podía notar como se ergía.

Había encontrado un nuevo hooby... Hacer acabar a Hinata Shouyou en mi escritorio.

Era la segunda vez que él se quedaba luego de clases. Y al parecer a él, le estaba gustando tanto como a mi.

Aunque por el momento no tenía (no porque no quisiera) pensado follarmelo... Si queria y necesitaba tocarlo a mi antojo.

Lo había conocido un mes atrás, cuando me transfirieron para dar clases en su escuela. Y desde un primer momento me había llamado la atención.

Me gustaba como era, su carácter, su forma extrovertida, mezclado con un poco de inocencia...Y esa predisposición a obedecer lo que yo pedía.

Vi asomarse una sombra por la puerta del aula.

El vidrio esmerilado color negro solo dejaba visualizar una sombra de mi lado debido a la luz del pasillo de afuera.

Adentro del aula, con la luz apagada y ya anocheciendo no se veía.

-Shh...silencio. -

Tape la boca de Hinata y la adrenalina de aquello me hizo sentir más eufórico, más, mucho más caliente. Así que con los dedos que estaba jugando, lo penetre hasta el fondo.

Hinata cerro los puños en mi camisa y sentí algunos arañazos.

Los gemidos de su dulce voz fueron ahogados y aun la sombra seguía allí.

Se escuchó que tomo el picaporte pero se paró en seco al notar que estaba puesto el cerrojo.

Hinata metió su cabeza entre mi cuello y hombro y se quedó asi esperando a que se fuera aquel intruso y también a que yo sacara de una vez aquellos dedos que aún seguían allí. Tal vez le molestaba ... Tal vez no. Pero no me importaba mucho.

Quería hacerle acabar y si para llegar a ese placer había que sufrir...y bueno, lo lamento debía sufrir un poco.

La silueta desapareció luego de aquel intento frustrado de entrar.

-Ya se fue.

-Sensei- la voz salió apenada y algo agitada.

-Lo sé...

Dejar esos escasos segundos mis dedos suspendidos en él, le había logrado hacerle acabar.

Los saque despacio y acaricie el contorno de sus gluteos para hacerle aliviar un poco ese dolor interno.

-¿Duele?

-Si... Mucho.

-Ya se pasará...

Lo dejé un tiempo mas en esa posición esperando que el dolor se apaciguase.

Tenía muchas ganas de tocar más... De hacer muchas cosas más, pero sólo me limitaba a penetrarle de ese modo. Ya tendría tiempo para darle placer de otro modo.

-Es tarde Sensei.

-Si, lo sé.

Le acomode su ropa con cuidado y mire la mía. La camisa blanca manchada con su semen.

-Lo siento. - susurro.

-No te preocupes. Ahora cuando llegue a casa la lavaré. Mientras el saco lo tapará.

Tome mi maletín y Hinata su mochila.

-¿Vas para tu casa?

-Si. Debo ir a la estación.

-Yo te llevo ¿si? ... Quiero verte llegar. A parte creo que llueve.

Hinata elevó sus hombros, restándole importancia al clima y se colocó la chaqueta negra de su club.

-¿A que club dijiste que pertenecías?

-Al club de voley.

-¿Por eso llegas tarde a mi clase?

-Si,sensei. Lo lamento.

Bueno no me importaba si llegaba a clase o si era un alumno aplicado... Tendría total beneficio conmigo y mi clase si me dejaba seguir divirtiéndome con él como lo tenía planeado.

-¿Listo?

Asintió y salió primero.

-Sal tu primero. Y espérame en el estacionamiento. Yo iré en unos minutos.

Y en efecto asi lo hizo.

Me quedé un momento más en el aula batallando conmigo. Mi cuerpo también reaccionaba a las cosas que le hacía y vivía con él. Pero debía controlar la situación. Aun ninguno se encontraba listo para hacerlo.

El por su inexperiencia y yo porque debía controlar mis deseos. No podía así de una hacerlo. Porque le haría daño sin dudarlo, sería demasiado entusiasta y bruto... Y no quería eso. Me despertaba una sed terrible... Pero tenia que encontrar el modo de calmarme.

Su pequeño cuerpo, no estaba preparado para ser cogido sin tacto alguno. Necesitaba preparación, dedicación y amor.

Y estar en su máximo punto. Hinata también tenia que desearme. Querer y pedirme que lo cogiese. Tenía que desearlo también.

Y algo importante hacerle creer que esto era algo nuestro. Que no debia decirle a nadie, ni a su mejor amigo. Hacerle saber que tan prohibido estaba. Y no tenía miedo de que se asustara... Es decir, al chico le gustaba aquello. Y si huía volvería solito por más.

Como lo hizo esa tarde luego del club. Sin proponerle nada, se quedó después de clases y buscando escusas realmente tontas, logro estar a solas conmigo nuevamente.

Yo sólo hacia mi trabajo... El venia por esa mano de obra bien hecha.

...

Luego de serenarme un poco. Salí para el estacionamiento.

Hinata me esperaba sentado en la vereda.

Y había comenzado a lloviznar suave pero insistente.

Lo guíe hasta mi auto. Haciendo un inspección ocular del lugar.

¿Que hacia un profesor con un menor en su auto? Ninguna excusa valía.

Hinata me guió hasta su casa, y no estaba tan lejos de la mía. Tal vez unas 15 calles al sur.

-¿Hay alguien ?

-Creo que aún no han vuelto. - dijo mirando hacia la oscuridad de su hogar.

-Entonces espera, no te bajes.

-¿Por que?

Encendí el limpia parabrisas una vez más, la lluvia se había vuelto un poco intensa.

-No debes decirle a nadie lo que tú y yo hacemos. ¿Entiendes?

-Si.

-¿Lo entiendes de verdad?

-Creo que si.

-No. No me sirve que lo creas. Debes entenderlo.

-No debo decirle a nadie... Porque está mal ¿cierto?

-¿Tu crees que esta mal?

Negó con suavidad. Y junto sus pequeñas manos.

-¿Entonces?

-Para otras personas está mal...

-¿Y para ti?

-¿Para mi?... A mi me gusta... Por eso no está mal.

Reprimi una risa al oír esa sinceridad.

-No Hinata. Esta mal porque tu eres muy joven. Y porque somos hombres. Y está mal que yo me aproveché de eso. Pero a mi no me importa.

-A mi tampoco.- contesto con suma rapidez. Queríendo hacerme entender que era lo indicado. Haciendome saber de esa forma, que le gustaba.

-Esta bien. Pero mañana no te quedes después de clases. No queremos que nadie sospeche ¿cierto? Has tus actividades normalmente y yo te traeré a tu casa. No quiero que vuelvas a tomar el tren.

-Entiendo.

-¿Quieres eso? Es decir ...sino quieres podría

-¡Si! Si quiero. Mañana lo buscaré en el estacionamiento.

Asenti mirando como el parabrisas subía y bajaba. Y hacia ese ruido característico.

-Recuérdalo... A nadie ¿Entendiste?

-Si sensei.

Le desprendi el cinturón de seguridad y bese su mejilla.

-Hasta mañana Hinata.

Con un sonrojo difícil de disimular, tocó suavemente donde le había besado y asintió susurrando un buenas noches.

Lo ví bajarse y emprender su camino por el sendero de cemento que le llevaba a la entrada.

Me saludo con el brazo y entró.

Prendi las luces mas potentes. La lluvia caía con muchas intensidad. Y la oscuridad se habia vuelto más intensa.

Conducí tranquilo a casa.

De alguna forma, bastante relajado.

Aunque era la primera vez que experimentaba tal cosa, me sentía tranquilo.

Siempre me habían gustado los hombres. Pero ninguno uno tan pero tan joven. Y menos con esa intensidad que me desbordaba.

Hinata había dicho que no le diría a nadie. Y le creía. ¿Por que? Realmente no lo sé. Pero quería hacerlo. Y disfrutarlo hasta lo que durase.

Cerca de cumplir los 35 ... Y lejos de la época de niñez,donde los caprichos brotan a flor de piel...volví a sentir uno... Uno bien empedernido : obtener lo que quería.