Capítulo 21

"Jane, querida, debes hablar con tu esposo sobre todo lo que está pasando. No tienes por qué aceptar que la señorita Bingley siga abusando de tu confianza de esta forma," dijo la señora Gardiner consolando a su sobrina y sinceramente preocupada.

"¿Pero qué puedo hacer, tía? Si le cuento a Charles, él se va a enfurecer, entonces van a discutir, y él se va a enojar tanto con Caroline, que temo pueda quebrar la relación de ellos para siempre," dijo Jane visiblemente emocionada.

"Entiendo, y creo que tienes razón para preocuparte si crees que algo así puede pasar. Lo único que se me ocurre, es que cuando ellos conversen, te asegures de estar presente, de esa forma te puedes asegurar de que las cosas no escalen a un punto que después sea imposible de reparar."

"Es que yo no quiero hablar con Charles de todo esto. Tía, nosotros somos tan felices y cada vez que Caroline interfiere en nuestras vidas, de cierta forma, creo que nos distanciamos."

"Jane, ninguna relación sana se puede construir sin confianza. Debes creer en tu marido, conversar con él y compartir todas tus inquietudes." La señora Gardiner habló por varios minutos más con su sobrina, y más tarde cuando llegó el señor Bingley, les dio tiempo para conversar a solas.

Charles llegó animado a Cheapside, la noche anterior su esposa había sido tan cariñosa con él, que eso le había bastado para andar todo el día sonriendo. Al entrar al cuarto vio a Jane tan hermosa como siempre y sintió como se le aceleraba el corazón de tanto que la amaba. Pero después de saludar a tía Gardiner, y ver como ella discretamente los dejaba solos en el salón, él supo que algo estaba pasando y lo confirmó al mirar los ojos aún llorosos de Jane. "Mi amor, ¿qué pasó? FUE CAROLINE, ¿cierto?"

"Charles, por favor…"

El señor Bingley se puso de pie y enfáticamente dijo, "Se lo advertí, le dije que no volviera a tratarte como la sirvienta de la casa. Me imagino que en este momento nuestra casa está llena de gente que ni conozco…"

"Charles, siéntate y por favor escúchame," imploró Jane.

El señor Bingley al ver a su esposa tan nerviosa, se calmó un poco y se sentó al lado de ella, le besó la mano y escuchó lo que tenía que decir. "Charles, tenemos que conversar con Caroline, ambos juntos y unidos, para que ella sepa que si está dispuesta a cambiar y a respetar nuestra casa, siempre será bienvenida, pero si no, es mejor que busque su propio camino."

"Entiendo, querida, y creo que tienes razón. ¿Y qué propones que hagamos?"

"Que no hablemos con ella hoy, para que estemos ambos tranquilos y podamos conversar sin gritos, ni discusiones innecesarias."

"Tienes razón, mi amor. No sólo eres la más hermosa sino la más inteligente de todas las mujeres," dijo el señor Bingley besando la mano de su esposa una vez más.

"Mi tía fue quien me sugirió todo esto, es ella quien es muy sabia por eso siempre busco su consejo," dijo Jane sonriendo mucho más tranquila.

Una vez que los Bingley decidieron cómo resolver sus problemas, fueron a cenar con el resto de la familia y pasaron una agradable velada. Cuando regresaron a casa, se fueron inmediatamente a su habitación, mientras Caroline conversaba animadamente con sus amigos sin saber que al día siguiente su mundo cambiaría radicalmente.

PPPPPPPPPP

El Coronel Forster había ido a conversar con el señor Bennet porque deseaba ver a su amada esposa contenta. Él había estado toda su vida en la guerra, y había conocido muy poco lo que era la felicidad hasta que conoció a la encantadora Harriet. Él tenía casi cuarenta años, mientras su maravillosa esposa era joven y hermosa. Él muchas veces pasaba prácticamente todo el día trabajando y su pobre mujer quedaba sola en casa, en lugares donde no conocía a nadie. Por eso, él quería complacerla y haría todo lo posible para que el padre de la señorita Lydia le diera permiso para viajar con ellos, como la amiga especial de Harriet.

El señor Bennet estaba cansado de tener que estar todo el día monitoreando lo que hacían sus hijas, en especial Lydia que era la más rebelde. Entonces, vio como una buena oportunidad para descansar, el que Lydia se fuera por unos meses a Brighton.

La señora Bennet estaba con Elizabeth, Mary y Kitty en el pequeño salón cuando Lydia entró corriendo y eufórica dijo "Me voy a Brighton como la amiga especial de Harriet. Podré ir a todos los bailes con oficiales y no tendré que estar aquí encerrada todo el día leyendo libros aburridos."

"Mi niña hermosa, no sabes lo feliz que estoy por ti. Estoy segura que te divertirás mucho," dijo la señora Bennet igual de emocionada.

"¿Estás segura que papá te dio permiso, Lydia?" preguntó Elizabeth muy seria. Mary tampoco podía entender la decisión de su padre, porque Lydia no había cambiado nada en los últimos meses. Al menos, Kitty y ella habían hecho el esfuerzo de mejorar su conducta y educación.

"El coronel Forster acaba de hablar con papá y él dio su autorización, Lizzie," contestó Lydia petulantemente. "Seguro mamá, que para fines de este año ya estaré casada, mientras tú, Lizzie no tienes ni siquiera un pretendiente."

"Yo también quiero ir, no es justo que sólo Lydia pueda divertirse mientras yo tengo que quedarme aquí encerrada leyendo cosas que no entiendo," dijo Kitty muy enojada.

"Lo siento, Kitty, pero a ti no te invitaron," contestó Lydia.

"Pero no es justo…" repetía Kitty enfurecida mientras su madre le decía que no fuera envidiosa.

Elizabeth se puso de pie y fue derecho al estudio de su padre, mientras escuchaba como Kitty y Lydia discutían sin parar. Cuando entró, el señor Bennet estaba muy concentrado en un libro, por lo que tuvo que esperar unos cuantos minutos hasta que terminara de leer el capítulo.

"Dime, Lizzie, ¿qué quieres? Por tu cara asumo que estás enojada por algo."

"Padre, no puedes darle permiso a Lydia para que vaya a Brighton. Ella no está preparada para cuidarse en un ambiente lleno de hombres en busca de señoritas a quien engatusar. Lydia es una reconocida coqueta entre los oficiales, y me temo que pueda hacer algo irreparable para su reputación y la de todos nosotros."

"Lizzie, Lydia ha estado leyendo filosofía por casi dos meses. Estoy seguro que eso le ha ayudado a mejorar su comprensión de la vida en general. Además, en algún momento va a tener que enfrentarse al mundo real sola y debe aprender a tomar buenas decisiones. Yo no puedo estar todo el tiempo cuidándola."

"Concuerdo contigo, papá, es sólo que ella aún no está lista. Aún no es lo suficientemente responsable como para decir a las tentaciones, y sobre todo es muy ingenua y puede creer las mentiras de cualquier sinvergüenza que quiera aprovecharse de ella." Elizabeth siguió dándole argumentos a su padre para hacerle entender los peligros que corría Lydia sola en Brighton, pero no consiguió nada.

"Bueno, Lizzie, no tengo nada más que decir sobre este tema. Ahora deseo seguir leyendo mi libro. Por favor cierra la puerta cuando salgas," dijo el señor Bennet y retomó lo que estaba haciendo antes de que Elizabeth lo interrumpiera.

PPPPPPPPPP

Caroline se levantó pasadas las diez de la mañana por lo que tuvo que desayunar sola. Cuando pensaba regresar a su cuarto, el mayordomo le dijo que el señor Bingley la estaba esperando en el estudio, y aunque no deseaba hablar con su hermano, no tuvo más remedio que ir hacia allá.

"Charles, estoy un poco cansada, sé breve por favor para que pueda regresar a mi cuarto," dijo Caroline a la defensiva. Su hermano estaba de pie, y a su lado y tomado de su brazo estaba Jane. Ella asumió que la tonta de su cuñada la había acusado con su hermano, por lo que estaba lista para defenderse, y por supuesto, hacerse la víctima si era necesario.

"Intentaré ser lo más breve que me sea posible, Caroline. Creo que no podemos seguir viviendo juntos y cuando retornemos de Scarborough, tendrás que vivir con los Hurst si te aceptan, o te daré el dinero de tu dote para que puedas establecerte en la ciudad si es que no quieres vivir en el norte," dijo Charles lo más calmado que pudo.

Caroline estaba furiosa e inmediatamente atacó a Jane. "Siempre supe que debajo de esa apariencia de niña buena se escondía una mujer inescrupulosa capaz de todo. Dime, Jane, ¿qué le dijiste a mi hermano para que me echara como a un perro de mi casa?" replicó Caroline con fuerza.

Jane respiró hondo y contestó la pregunta de Caroline. "Le dije que a ti no te gusta cómo yo arreglo los cuartos, los menús que escojo, ni la decoración que he comprado o me han regalado. Además, tú siempre invitas amigos sin preguntarme o avisarme, y me dices que prefieres que ni yo ni Charles participemos en nada de los que tú organizas en nuestra casa. Sin contar que la única vez que invité a mi tía y tío a cenar, les hiciste un desaire y te encerraste en tu habitación," dijo Jane calmada y serena. "Eso le dije a Charles, Caroline. ¿He dicho algo que no es verdad?"

Caroline se quedó muda por un rato, ella estaba preparada para pelear pero sus interlocutores parecían estar extremadamente calmados. "Charles…"

"No, Caroline, mi esposa te hizo una pregunta y yo demando que la contestes si quieres que te escuche," dijo el señor Bingley con firmeza.

"Bueno, no, pero no puedes pedirme que me siente feliz a la mesa con gente que se dedica al comercio, Charles," dijo Caroline a la defensiva.

"Nuestro padre se dedicó al comercio hasta el día que murió, Caroline. Además, si te desagrada todo lo que hace mi esposa, no hace sentido que quieras seguir viviendo aquí, en la casa de ella."

"Charles, me está empezando a doler la cabeza, no tengo más tiempo para tus tonterías."

"Caroline, no te pido que te vayas en este momento porque eres mi hermana y no puedo echarte a la calle e ignorar lo mucho que te quiero y el respeto que le debo a mis padres. Pero cuando regresemos del norte, Jane y yo queremos vivir solos en esta casa. En tu propio establecimiento, podrás hacer todo lo que te dé la gana sin tener que pelear ni discutir con nadie."

"¿Eso es lo que querías, Jane, separarme de mi hermano? Te felicito, por que lo conseguiste," dijo Caroline intentando generar conflicto para quedar como víctima.

"No, Caroline. Yo quería que los tres viviéramos juntos en armonía en esta casa. Que de la misma manera en que yo tolero cosas tuyas que no me gustan, tú lo hicieras conmigo. Pero para ti la única opción es, o haces lo que yo quiero o estás contra mí. Eres tú, Caroline, la que no quiere vivir en esta casa bajo mis reglas, y sinceramente siento mucho que nunca hayas entendido que yo sí deseaba ser tu amiga," explicó Jane con la voz entrecortada por la emoción.

Caroline se quedó sin respuesta porque sabía que Jane tenía razón, pero además porque no le daba la gana admitir que había actuado mal. Y como era usual en ella, comenzó a quejarse de lo injustos que todos siempre eran con ella. Pero el señor Bingley ya estaba harto de escuchar a su hermana repetir las mismas cosas, por lo que le pidió a Jane que le diera un momento a solas con ella y le prometió que no perdería el tiempo en discusiones inútiles.

Cuando Caroline vio que Jane salía del estudio, pensó que era su oportunidad de persuadir a su hermano de lo que estaba haciendo. "Charles, nosotros siempre hemos sido muy unidos, no dejes que esa mujer…"

"Esa mujer es mi esposa, y te voy a pedir que la respetes. Le pedí a Jane que nos dejara solos porque tengo algo que comunicarte. La próxima semana regresaremos a Netherfield y pasaremos unas semanas allí antes de ir al norte. Además haremos una parada en Pemberley…"

"No quiero ni imaginar que va a decir el señor Darcy cuando sepa que vuelves a ese lugar lleno de salvajes y cerca de esa familia tan vulgar. Parece que olvidaste su sabio consejo."

"Puede que sean vulgares como tú dices, pero siempre nos han tratado con respeto. Sin embargo, Jane no puede decir lo mismo de mi familia. Caroline, ¿qué pasó en tu vida que te transformaste en esta persona que eres hoy? ¿No te das cuenta que te estás quedando sola? Esos amigos tan elegantes de los que tanto presumes, siempre están dispuestos a venir y comer a mis expensas, pero jamás nos invitan a sus casas. Caroline…"

El señor Bingley seguía hablando pero su hermana ya no lo escuchaba. Ella estaba planeando qué podía hacer para salir de ese embrollo. Su hermano tenía razón, ella no podía seguir viviendo en esa casa sin tener roces con Jane. Se dio cuenta de que lo mejor que podía hacer era quedarse callada para que Charles no se enojara más, y la mandara directamente a Scarborough. Su única salvación era Pemberley, en las dos semanas que estuvieran allí, ella debía conseguir por las buenas o por las malas transformarse en la nueva señora Darcy.

"Está bien, Charles, viajaré contigo a Netherfield y después al norte y me quedaré con tía Henrietta. Creo que pasaré la próxima temporada con ella."

"Gracias, Caroline, por entender. Por favor, el tiempo que nos queda por vivir juntos, intentemos hacerlo en paz y armonía, ¿te parece?" preguntó el señor Bingley.

"Está bien, Charles," replicó Caroline.

Desde ese día, Caroline cuidó cada una de sus palabras y actos para evitar hacer enojar a su hermano. Muy pronto ella podría tener su propio hogar y un marido que estaba segura la haría inmensamente feliz.

PPPPPPPPPP

Casi tres semanas después de que Lydia partió a Brighton con los Forster, Elizabeth comenzó su propia travesía con los Stone y los Gardiner. Ellos hicieron una parada de dos días en Longbourn y Agatha y Archibald tuvieron la oportunidad de conocer mejor a los padres de Elizabeth, y confirmaron la imagen que tenían de ellos. La señora Bennet parecía una buena persona, pero era evidente que entendía poco y nada de cómo funcionaba el mundo. Mientras el señor Bennet vivía inmerso en su mundo de libros tal como si fuera un ermitaño sin responsabilidades ni familia. Mientras las dos hermanas que estaban en la residencia, parecían no recibir ningún tipo de atención de ninguno de sus padres.

La razón por la que pasaron dos días en Longbourn fue porque Archibald le explicó al señor Bennet sobre el testamento que él y su esposa habían hecho en favor de Elizabeth. Además, al regreso del viaje ella se iría a vivir de forma permanente con ellos, y por esa razón, había una serie de asuntos legales que Archibald quería dejar solucionados con la ayuda del señor Phillips.

Al señor Bennet le agradaron mucho los Stone, aunque él los había conocido muchos años atrás, nunca había tenido la oportunidad de convivir tan de cerca con ellos. Además, no podía negar que se sintió aliviado al saber que Elizabeth heredaría una casa en Londres, y dinero en fondos de inversiones. Eso era suficiente para que pudiera mantener a su madre y a sus hermanas, en caso de que no se casaran. Él estaba un poco aburrido de tener que ahorrar tanto, sobre todo porque no había podido comprar nuevos libros y la calidad de su brandy y porto había bajado mucho.

Finalmente, Elizabeth partió rumbo al norte ilusionada en conocer nuevos paisajes y disfrutar de la compañía de sus amados tíos y tías. Ella aún estaba un poco melancólica por todo lo que había ocurrido con el señor Darcy, pero asumió, que como ella, él también deseaba dejar todo lo que había ocurrido entre ellos en el pasado. Hace casi tres meses se vieron por última vez el día que él le entregó aquella carta, y sobre todo, desde que ella lo rechazó con tanta vehemencia y lo acusó injustamente de querer perjudicar a Jane y al canalla del señor Wickham. Aunque ella pensaba que él estaba profundamente equivocado en la manera en cómo veía la vida, ella era capaz de reconocer que en sus acciones no había malicia. Ella sinceramente le deseaba lo mejor, y aunque no le era fácil aceptar la idea de no verlo nunca más, se había propuesto mantenerse lo más alejada posible de él. Incluso, si era posible, no deseaba volverlo a ver nunca más.

Las dos primeras semanas de viaje fueron encantadoras. Los paisajes del norte del país eran sencillamente asombrosos. Pero además, la compañía había hecho que el viaje fuera todo lo que ella había esperado. Tío Archibald tenía un espíritu igualmente aventurero al de ella, por lo que juntos iban a todos esos lugares donde el resto no se atrevía. Con su usual sentido del humor, tío Gardiner los mantenía a todos entretenidos en las largas horas que viajaban en carruaje. Y sus tías la protegían y mimaban con su ternura y dedicación. Ella no podía tener mejores compañeros de viaje que esas cuatro personas.

Cuando finalmente llegaron a Lambton, y para no importunar a la familia, se alojaron en la posada del pueblo. Allí tenían mucho más libertad para salir a pasear y permitir que la familia de Rose pudiera alojar en su casa a la familia del prometido de Audrey. Ese era su tercer día en Lampton, y en dos días más era la boda por lo que en casa de los Murray, todos estaban ocupados con los preparativos de ese importante evento.

Durante la mañana, ellos habían recorrido los alrededores de Lambton y habían visitado a una prima de tío Archibald. En la tarde, habían salido a recorrer el pueblo, que aunque pequeño, tenía varias atracciones, entre ellas, su antigua iglesia. Tío Archibald y la señora Gardiner tuvieron la oportunidad de visitar lugares que habían sido muy importantes durante sus infancias.

Afortunadamente, ellos tenían unas habitaciones en el segundo piso que incluían un pequeño comedor y sala de estar, lo que les permitía cenar alejados del bullicio del comedor común.

"Mañana tenemos el día libre, creo que lo mejor es no aparecer por casa de Rose porque sin lugar a dudas sólo iríamos a estorbar," dijo el señor Gardiner sonriendo.

"Estoy de acuerdo contigo, querido. Por eso tengo una idea perfecta, ¿qué les parece si vamos en la mañana a conocer Pemberley? Te aseguro Lizzie que la hacienda es mucho más linda que Newland que tanto te gustó," dijo la señora Gardiner entusiasmada. Ella no sabía que el señor Darcy y William eran la misma persona.

Archibald y Agatha esperaron a escuchar la respuesta de Elizabeth para dar su opinión sobre el tema. Si ella no deseaba ir, ellos inventarían alguna excusa para poder quedarse con ella.

"Tía, creo que no se vería bien que fuéramos porque el señor Darcy puede pensar que queremos usar la amistad con Charles para imponerle nuestra presencia en su casa. No quiero que los Darcys piensen que estamos invadiendo su privacidad," explicó Elizabeth un poco nerviosa.

"Creo que tienes razón, Lizzie. Aunque yo pensaba hablar con la ama de llaves para preguntarle si la casa estaba abierta al público, sin mencionar a Charles." La señora Gardiner notó que Elizabeth no tenía ganas de ir y no quiso presionarla, pero la mucama que estaba sirviendo la comida les contó que los dueños de casa no estaban y que la mansión estaba abierta a los visitantes.

"¿Te animas, Lizzie?" preguntó tío Archibald.

Elizabeth no podía negar que se moría de ganas de conocer el lugar, y si la familia no estaba en casa, la posibilidad de que él se enterara que ella estuvo allí eran nulas. Seguramente la hermosa mansión recibía muchos visitantes en la temporada de verano. "Está bien, vayamos a conocer Pemberley para ver si es o no tan lindo como la señorita Bingley siempre repite."

Los cinco viajeros acordaron que al día siguiente, inmediatamente después de desayunar, irían a visitar una de las haciendas más hermosas de Derbyshire.

PPPPPPPPPP

El señor Darcy se había levantado temprano porque deseaba llegar antes del mediodía a Pemberley. Las últimas seis semanas las había pasado viajando y en Greenland, una pequeña hacienda que le heredó la tía abuela de su padre que nunca se casó ni tuvo hijos.

A los pocos días de recuperar todos sus recuerdos, él partió rumbo a Escocia. Necesitaba salir, ocupar su mente en cualquier cosa, para no pensar en todo lo que había hecho. Él había logrado conquistar el corazón de la única mujer que había amado ocultando su verdadera identidad. Finalmente, comprendió que ese beso con el que tanto soñaba había ocurrido en la realidad, y que Elizabeth lo había embrujado de la misma manera dos veces. Al darse cuenta de que probablemente la había perdido para siempre, el señor Darce se había sumergido en una tristeza muy profunda. Por eso, se había dedicado por completo a trabajar y agradecía enormemente que su tía hubiera invitado a Georgiana a Matlock, porque él no era buena compañía para nadie, ni siquiera para sí mismo. El sólo pensar que Elizabeth lo odiaba, lo hacía odiarse a sí mismo.

Él sabía que debía disculparse con Elizabeth, explicarle todo lo que había pasado en su vida en el momento que ella lo conoció como William Thompson, pero no tenía el valor de mirarla a la cara. La primera vez que le pidió matrimonio lo hizo bajo engaños, y la segunda vez, humillando y despreciando a ella y su familia. Además estaba seguro que ella no querría volver a verlo en su vida, y él no la culpaba. Lo único que esperaba era que ella pudiera ser feliz, y todas las noches le rogaba a Dios porque la cuidara y protegiera.

Después de más de una hora cabalgando, finalmente él logró vislumbrar Pemberley a lo lejos. Esa casa tan elegante y que tantos visitaban para maravillarse con su arquitectura y decoración, su hogar, en el que siempre se había sentido solo y lo seguiría estando por su maldito orgullo y estupidez. Si Wickham no hubiera aparecido nuevamente en su vida, tal vez en ese momento estaría con Elizabeth en esa misma casa. "Debo dejar de pensar en lo que no fue ni jamás será. ¿Qué debo hacer para poder olvidarte, mi amada Elizabeth?"

Como su caballo estaba cansado, desmontó por unos minutos para observar lo majestuoso del paisaje, pero después de unos minutos, no pudo evitar sacar del bolsillo de su chaqueta el pañuelo y el pequeño retrato de Elizabeth. "No sabes que daría amor mío por poder verte aunque fuera a lo lejos," dijo el señor Darcy apoyando su espalda en el tronco de un árbol y cerrando los ojos para recordar todas aquellas veces en que Elizabeth le juró amor eterno.

PPPPPPPPPP

"Es una lástima que no hayamos podido ver la biblioteca, he oído que tiene una de las mejores colecciones de historia de Inglaterra. Pero además, sé de buena fuente que la armería tiene piezas exclusivas tanto de armas como espadas," dijo Archibald lamentándose.

"La ama de llaves fue bien enfática cuando dijo que esas partes de la casa no están abiertas al público porque forman parte de las colecciones privadas de la familia," añadió la señora Gardiner. "Además se ve que ella es muy leal a sus patrones, sólo tuvo elogios para el señor y la señorita Darcy."

"Tendremos que conformarnos con recorrer esta parte del jardín. El resto está cerrado porque lo están reparando," agregó tía Agatha. Ella no sabía que los arreglos habían comenzado el año pasado y que era uno de los regalos de boda que el señor Darcy había planeado para Elizabeth. Con el accidente de él, todo se había pospuesto y recién al fin del invierno se habían retomado los trabajos.

"¿Les molesta si camino por el sendero que rodea el lago? Se ve tan bonito," preguntó Elizabeth.

"Claro que no nos molesta, Lizzie," dijo tía Agatha. "Yo aprovecharé de sentarme a la sombra de este hermoso árbol a descansar mientras mi marido graba en su memoria cada uno de los detalles de la arquitectura de esta torre."

"Yo también estoy un poco cansada, así que te haré compañía tía," explicó la señora Gardiner. "Lizzie, en media hora más nos iremos, así que no te alejes mucho."

"Prometo estar de regreso en menos de media hora, tía" dijo Elizabeth y caminó en dirección al lago. La casa del señor Darcy era realmente hermosa y ella comprendió que él tenía mucha razón para sentirse orgulloso de ella. Pero además, recorriendo Pemberley, ella se había dado cuenta de lo inmensamente rico que era el señor Darcy y de las gigantescas diferencias sociales que existían entre ellos.

Mientras caminaba por el sendero, ella intentaba recordar todo lo que había visto en la hermosa mansión, pero especialmente, el retrato del hombre que aún amaba. "Aunque la casa es muy bonita, creo que mi parte favorita es este parque," pensó Elizabeth mientras miraba al lago.

"Por favor, Jonas, dale una porción extra de alfalfa y después déjalo pastar libremente," ordenó el señor Darcy a unos de los hombres que trabajaba en el establo mientras le entregaba las riendas de su caballo. Luego se sacudió un poco el polvo de la chaqueta, y comenzó a caminar rumbo a la casa siguiendo el sendero que bordeaba el lago. Pero de repente, en frente de él había una mujer que miraba al lago y sintió ganas de tomar el camino que iba por detrás del establo. En ese momento no tenía ganas de lidiar con nadie, y además estaba aún lleno del polvo del viaje.

Pero la mujer parecía tan familiar, que no pudo evitar acercarse para cerciorarse que no estaba soñando. Cuando estuvo lo suficientemente cerca para observar bien a la señorita, ella notó su presencia. En cuanto lo vio, lo miró muy sorprendida y se sonrojó completamente.

"Señor Darcy," dijo Elizabeth casi sin aliento.

"Señorita Bennet," respondió él sin saber qué más decir. Elizabeth, su Elizabeth estaba allí con él, en Pemberley. En el incómodo silencio que se produjo, el señor Darcy pensó que la vida le estaba dando una oportunidad y estaba decidido a no dejarla pasar porque de eso dependía su felicidad.

PPPPPPPPPPPPPPPPPPPPP

Gracias a todos los que dejan comentarios y siguen la historia con entusiasmo ya sea leyendo directamente o a través del traductor.

Nos quedan cuatro capítulos más y creo que podré terminar esta historia esta semana. Probablemente el domingo publicaré el último capítulo y les dejaré el próximo capítulo de mi próxima historia en español.

Estoy muy sorprendida porque la historia tiene muchos comentarios para estar en un idioma que no es el inglés.

En el próximo capítulo habrá mucho amor :) y una mala noticia :(

¡Nos vemos pronto!

Saludos,

Yo