Capítulo 23

"Richard, ¿qué haces aquí?" preguntó Georgiana un poco sorprendida. Ella estaba en el jardín recolectando algunas flores para tener una hermosa decoración para la cena de la noche.

"Asuntos de negocios, Georgie. ¿Darcy está trabajando en su oficina o anda recorriendo la hacienda con su capataz?" preguntó Richard. Él necesitaba hablar lo antes posible con su primo por un asunto urgente.

"Ni uno, ni lo otro, Richard," dijo Georgiana con una sonrisa enigmática.

"¿Qué pasó? ¿Hay algo de lo que no me he enterado? ¿Dónde está Darcy?"

"Está en Lambton visitando a una amiga," contestó Georgiana, y disfrutó enormemente la cara de sorpresa de su primo.

"¿Visitando a una amiga? Una señora de unos ochenta años, supongo. Fitzwilliam Darcy no tiene amigas jóvenes porque cree que todas las mujeres quieren casarse con él," dijo Richard riendo.

"La señorita Bennet me parece bastante más joven que ochenta años," agregó Georgiana.

"¿La señorita Elizabeth Bennet está en Lambton? Esa si que es una sorpresa. En todo caso no me extraña que tu hermano esté visitándola, si vieras con la cara de bobo que la miraba cada vez que nos encontrábamos con ella y no sólo la cara, se comportaba como un verdadero estúpido en frente de ella. O se quedaba mucho como una roca o comenzaba a discutir con ella, te juro que era para morirse de la risa. Pero por favor, cuéntame más detalles del asunto," dijo Richard ayudando a su prima con las flores.

Georgiana le contó que Elizabeth estaba viajando con sus tíos y tías y que se había reencontrado con el señor Darcy, y al parecer, las cosas iban muy en serio entre ellos.

"Me alegro por él, ella no sólo es una mujer muy bonita, sino también inteligente y con una personalidad muy abierta y amigable. Tu hermano necesita una mujer como ella para que lo ayude a ser más sociable y para que se encargue de bajarlo de esa nube y no ser tan pomposo y arrogante."

"Richard, qué cosas dices de Wiliam, tú sabes que él es muy bueno. Es sólo que como yo, no se siente cómodo con extraños. Así que no te burles tanto de mi hermano porque sé muy bien que tú también tienes una amiga muy especial."

"¿Yo? Qué cosas dices, Georgie," dijo el Coronel intentando desviar la conversación.

"Sí, claro, hazte el desentendido. Me encantaría saber qué va a decir Ruth cuando sepa que tú no la consideras una amiga especial."

"Tú no vas a contarle nada a nadie, ni menos a la señorita Carter, pequeña traicionera," dijo Richard inmediatamente. Ambos primos ingresaron a la casa mientras seguían hablando.

El señor Darcy desmontó su caballo y entró corriendo a la casa. Tenía que hablar con su valet para pedirle que preparara todo para partir al día siguiente muy temprano y además, explicarle a Georgiana que los invitados no podrían venir a cenar porque debían partir inmediatamente a Londres por una emergencia familiar.

En ese momento sólo deseaba tener a Wickham en frente de él para hacerle pagar todo el daño que le había hecho a él y su familia. Justo cuando todo iba tan bien con Elizabeth, cuando él pensaba que muy pronto todos sus sueños se harían realidad, tenía que aparecer Wickham para arruinar todo.

Pero lo que más le dolía era ver a Elizabeth tan triste y devastada. Él no soportaba estar lejos de ella en un momento como ese, y no poder ser él quien estuviera allí para poder abrazarla y consolarla.

Justo cuando el señor Darcy iba a pedirle a un lacayo que le dijera a la señora Reynolds que necesitaba hablar urgentemente con ella, sintió la voz de Richard que lo llamaba. "Darcy, necesito hablar contigo urgentemente."

"Fitzwilliam, no podías escoger peor momento. Lo siento, pero vas a tener que esperar que arregle unas cosas…"

"No, Darcy. Esto es urgente y necesito hablar contigo ahora," dijo tajantemente Richard.

El señor Darcy le hizo un gesto al lacayo para que se retirara y él y Richard fueron hasta su estudio para poder conversar más privadamente. "Está bien, te escucho pero te suplico que seas breve. Estoy en medio de una situación muy compleja que debo intentar solucionar y para eso debo partir mañana a primera hora a Londres."

"Entiendo, seré breve entonces. Unos días atrás llegó a la Oficina de Guerra una alerta para atrapar a un desertor, y ese desertor es nada más ni menos, que el maldito George Wickham. Yo me ofrecí para capturarlo y hacerme cargo de él, y todas las pistas que tenemos de é,l apuntan a que está escondido en Lambton. Estoy con unos cuantos hombres, dos están conmigo aquí, y los otros dos están en Lambton haciendo averiguaciones. Estoy aquí porque quiero saber si me puedes dar alojamiento a mí y a mis hombres por unos días. Por supuesto te mantendré informado de cómo avanza el asunto."

"¿Wickham en Lambton? Ese maldito desgraciado no logrará escaparse nuevamente," dijo el señor Darcy sonriendo. "No sabes el alivio que siento al escuchar lo que me acabas de decir. De hecho, ya no es necesario viajar a Londres." El señor Darcy le sirvió una copa de brandy a su primo y le contó el asunto de Lydia Bennet.

"¿En serio? Ese desgraciado es un pervertido, siempre abusando de niñas ingenuas. ¿Y qué piensas hacer?" preguntó el Coronel.

"Iré a Lambton a conversar con Elizabeth y su familia," dijo el señor Darcy.

"¿Elizabeth? Parece que las cosas entre ustedes están mucho más avanzadas de lo que Georgie cree," dijo Richard sonriendo burlonamente.

"Mira Fitzwilliam, no tengo tiempo para tus tonterías. Elizabeth y yo estamos enamorados y en cuanto sea posible nos casaremos. Ya sabes todo lo que tienes que saber, y ahora me despido porque debo ir a Lambton."

"Voy contigo, déjame avisarle a mis hombres y en cinco minutos estaré listo."

El señor Darcy, su primo, y dos oficiales partieron rumbo al pueblo para seguir investigando, y sobre todo para tranquilizar a Elizabeth y su familia. Al parecer, el asunto de Wickham y la tonta de Lydia podría resolverse antes de lo proyectado.

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El señor Bennet retornó a Longbourn después de estar tres días recorriendo Londres de arriba para abajo sin ningún resultado. Nadie sabía nada y él no tenía dinero para contratar ayuda. El poco dinero que había logrado ahorrar en los últimos meses, él lo había gastado en unos libros de colección y en darle dinero a Lydia para llevar a Brighton después de la constante insistencia de la señora Bennet.

Él sabía que se había equivocado gravemente en la manera en que había criado a sus hijas, pero principalmente a Lydia, que había crecido sin recibir una educación adecuada y se comportaba como una chica grosera y vulgar donde quiera que fuera. Lo peor de todo era que él ni siquiera tenía dinero para sobornar a Wickham para que se casara con ella, por lo que sabía que toda su familia sería arruinada por la acción de Lydia.

Lo primero que él hizo, fue ir a la habitación de su esposa y explicarle que no había encontrado a Lydia y que debido a que no tenía ninguna pista había decidido regresar y esperar a que el señor Gardiner regresara del norte para ver si juntos podían hacer algo para recuperarla.

"Oh, señor Bennet, mi pobre niña, ¿dónde estará? ¿cuándo podremos tenerla de vuelta en esta casa?" dijo la señora Bennet llorando inconsolablemente.

"Lydia está donde ella eligió estar, y me temo que nunca podrá retornar a esta casa, es lo único que podemos hacer para preservar la reputación de sus hermanas."

"¿Qué dice, señor Bennet? Cuando los encuentren organizaremos una hermosa boda para que todos vean que mi hija es una señorita decente y dejen de comentar asuntos que no saben."

El señor Bennet le volvió a explicar a la señora Bennet todo lo que el coronel Forster le había dicho sobre Wickham y que posiblemente nunca tuvo la intención de casarse con Lydia. "Esto es culpa nuestra, señora Bennet. Usted siempre permitió e incluso promovió el comportamiento irresponsable e incluso desvergonzado de nuestra hija. Y yo, viendo lo que usted hacía y sabiendo lo peligroso que era todo eso, nunca hice nada por corregirlo. Y cuando algo intenté hacer, ya era demasiado tarde y no quise tomarme el trabajo de corregirla como era debido."

"¿Cómo se atreve a decirme esas cosas, señor Bennet? Es que acaso usted no tiene piedad por mis pobres nervios."

"La verdad es que no, porque usted nunca ha tenido piedad con mis oídos. Pero en fin, a usted le va a tocar sufrir y pagar por sus errores cada vez que recuerde a su hija perdida. Por mi parte, a mí me tocará sufrir cuando vea el desprecio de mis hijas por no haber sido el padre que ellas merecían. Me voy al estudio, por favor que nadie me moleste," dijo el señor Bennet y salió de cuarto mientras su esposa lloraba desconsoladamente.

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Los Gardiner, los Stone y Elizabeth estaban reunidos en la pequeña sala de estar contigua a sus cuartos. Todos estaban muy preocupados no sólo por el futuro y la reputación de la familia sino también por Lydia. Los Stone la habían visto sólo dos veces cuando era más pequeña, y aunque les había parecido una chica bastante mimada y desagradable, no podían dejar de sentir pena por el futuro que le esperaba si no se casaba con ese hombre.

Elizabeth tenía los ojos rojos de tanto haber llorado, pero estaba más tranquila. El señor Darcy le había ofrecido su protección, tanto que ayudaría personalmente a rastrear a Wickham. El sentir el apoyo de él, era lo único que la mantenía esperanzada.

La señora Gardiner estaba sirviendo el té mientras pensaba en lo que había acontecido más temprano y se preguntaba si aquella chica que había visto era verdaderamente Lydia. De acuerdo a los reportes, ella estaba en Londres, pero pese a que su razón le decía que no era posible que fuera Lydia, tenía una corazonada de que esa supuesta aparición no había sido fortuita.

De repente la criada anunció visitas y el señor Darcy y el coronel Fitzwilliam entraron en el cuarto. Una vez saludaron y se hicieron las presentaciones de rigor, los recién llegados fueron directo al punto que los traía a hablar con ellos.

"El Coronel tiene información importante que compartir con ustedes," dijo el señor Darcy mientras todos escuchaban con atención.

Richard explicó sobre cómo se había enterado de la fuga de Wickham de su puesto militar y de cómo lo habían rastreado hasta Lambton. "Uno de mis hombres me acaba de informar que después de hacer unas cuantas preguntas por aquí y por allí, descubrió que Wickham tiene una tía que es dueña de un bar. Al parecer, él y la señorita se están alojando allí."

"Claro, yo vi a una chica muy parecida a Lydia dos horas atrás. Es ella, está aquí," dijo la señora Gardiner.

"Yo y mis hombres iremos a apresar a Wickham, espero que ustedes puedan hacerse cargo de la señorita," explicó el Coronel. "Siento mucho tener que comunicarles esto, pero creo que es mejor para la reputación de la señorita Lydia el alejarla de ese hombre y buscar la forma de encubrir su indiscreción."

"Así lo haremos," dijo el señor Gardiner. Él, su esposa y Elizabeth acompañaron a los oficiales, y como era de esperar, el señor Darcy también fue con ellos. Agatha y Archibald se quedaron en la posada para no estorbar.

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Lydia estaba aburrida de estar encerrada en ese cuarto sucio y miserable. Wickham desaparecía todo el día y la dejaba sola. Además la comida era horrible y ella se moría de hambre, incluso el agua estaba sucia y le daba asco beberla. Esa mañana, decidió salir a caminar y cuando regresó, la horrible mujer que estaba a cargo de ese antro la reprendió por varios minutos y cuando ella quiso defenderse, ella simplemente la abofeteó y la encerró en ese cuarto sucio que ni siquiera tenía una ventana.

Cuando la señora Buchanan vio entrar al señor Darcy no sabía si estaba soñando despierta o se había vuelto loca. La estúpida chiquilla que Wickham había traído con él, era la niña más mimada y altanera que jamás había conocido y sólo deseaba que Wickham regresara y se la llevara lejos de su establecimiento. Pero además, el señor Darcy venía acompañado de varias personas que parecían muy elegantes.

"Señora Buchanan," dijo el señor Darcy con su conocida voz de mando. Él sacó una pequeña bolsa con monedas y las dejó sobre el mesón del bar. "No sé qué le habrá dicho el miserable de Wickham, pero puedo asegurarle que él está metido en graves aprietos y espero que entienda que si intenta protegerlo, usted será considerada su cómplice. Por favor, acepte este dinero, y díganos todo lo que sabe."

Nellie conocía muy bien a su sobrino político y no estaba dispuesta a arriesgarse por él. Además el dinero que le ofrecía el señor Darcy le serviría para recuperar lo que había tenido que gastar en comida para alimentar a esos dos inquilinos extras. Ella pensó que tal vez el padre de esa niña tonta era amigo del señor Darcy y que podían acusarla de secuestro, por lo que relató toda la historia que Wickham le contó. "El me dijo que el cuñado de la señorita era un hombre muy rico y él pagaría por todo."

"¿Nos puede decir dónde está la señorita?" preguntó Elizabeth.

"Los llevaré donde ella está, y por favor, llévense a esa chica inmediatamente de aquí. Jamás en mi vida conocí a alguien tan desagradable," dijo la señora Buchanan exasperada mientras llevaba a los Gardiner y a Elizabeth hacia el cuarto. El señor Darcy y Richard esperaron junto al bar para estar vigilantes de cualquier movimiento de Wickham.

Una vez que entraron al cuarto, Lydia estaba muy sorprendida con todos los visitantes pero se alegró de cierta forma porque ya no aguantaba más encerrada allí. "Lydia, toma tus cosas porque nos vamos inmediatamente," dijo la señora Gardiner.

"Lo siento, tía, pero yo no voy a ninguna parte sin mi querido Wickham. En unos pocos días más seré la señora Wickham y no pienso separarme de mi marido."

"Lydia, por favor, deja de hablar cosas sin sentido," dijo Elizabeth enojada.

"Lizzie, tú me tienes envidia porque yo soy mucho más joven que tú y me voy a casar, mientras tú no tienes a nadie…"

"SILENCIO," gritó el señor Gardiner absolutamente enfurecido, tanto que Lydia no se atrevió a decir ni una palabra más. "Aquí no está tu madre que te consiente en todo, ni tu padre que tolera tus bravatas de niña mimada sin corregirte, Lydia."

"Les dije que era insoportable, pero además es tonta," dijo la señora Buchanan. "Deberían dejarla botada porque no se merece sus esfuerzos, esta niña es tan bruta que cree que Wickham está enamorado de ella, cuando pasa todo el día visitando a una antigua amante. ¿Quién va a querer a una mujer tonta y fácil como tú, niña? Agradece que tienes una familia que quiere protegerte, yo no era ni la mitad de tonta de lo que eres tú, y mira cómo acabé por creerle a un canalla como Wickham."

Lydia para ese entonces se había puesto a llorar y Elizabeth la abrazó. A los pocos minutos finalmente lograron sacarla de ese lugar y llevarla a la posada. Después de tomar un baño, Lydia comió todo lo que le dio la gana, después de días prácticamente sin nada.

Después de interrogarla, la señora Gardiner se enteró que Lydia no había perdido la virginidad. La primera noche que huyeron, ambos estaban muy cansados y los días siguientes, Wickham regresaba demasiado tarde y borracho para poder consumar la unión.

Aprovechando que ellos habían empacado todo para partir a Londres a primera hora, el señor Darcy les propuso que se quedaran en Pemberley por los próximos días. Allá tendrían tiempo y tranquilidad para poder definir cómo enfrentar el escándalo creado por Lydia.

Richard se quedó en la habitación donde estaba Lydia, y cuando Wickham volvió tarde y un poco pasado de copas, le dio el recibimiento que se merecía.

Wickham abrió la puerta de la habitación e inmediatamente se puso de mal humor. Si Lydia comenzaba a reclamar y protestar nuevamente, estaba dispuesto a darle una buena bofetada. Él no era un hombre violento, pero esa niña sacaba de quicio hasta al hombre más paciente. "Lydia, vengo cansadísimo y sólo quiero dormir, así que ni te atrevas a quejarte…"

Richard encendió una vela y respondió, "Me llamo Richard, no Lydia, y fíjate que tengo una larga lista de cosas de las que me quiero quejar, maldito cobarde," dijo Richard y le dio un fuerte puñetazo en la cara a Wickham. "Esto es por la canallada que le hiciste a Darcy y a todas las mujeres a las que has engañado."

"¿Qué haces aquí, Fitzwilliam," dijo Wickham asustado y adolorido.

"Estoy aquí para arrestarte en nombre del ejército. El coronel Forster te reportó y yo seré el encargado de llevarte a la corte marcial lo antes posible. En menos de una semana te veré en la horca, tal y como te mereces."

"No puedes hacerme eso," dijo Wickham, se puso de pie e intentó huir pero en la puerta había cuatro oficiales que lo redujeron.

"Claro que puedo, y es lo que haré," replicó Richard.

Él y sus hombres maniataron a Wickham y lo subieron a una carreta en donde viajó en calidad de prisionero hasta llegar a Londres. La corte marcial lo condenó al destierro y después de un mes de estar en prisión fue enviado a Australia. Desgraciadamente para él, el barco naufragó y no hubo sobrevivientes.

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Caroline estaba harta, llevaban dos días encerrados en una posaba en el medio de la nada. Las lluvias de la semana anterior habían hecho crecer el río, y se habían llevado uno de los puentes que conectaban la parte sur con la parte norte del país. Eso había hecho que tuvieran que tomar una ruta alternativa que alargó el viaje en casi una semana. Ella estaba ansiosa por llegar a Pemberley y enterarse de las novedades de la ruina de la familia Bennet. Era lo mínimo que se merecían por haber estropeado todos sus planes.

Pero además de todo eso, ella se sentía cada vez más aislada de su familia. Louisa y el señor Hurst parecían cada vez más cercanos a Charles y la tonta de Jane. A ella no le había quedado de otra que fingir que todo estaba bien, pero en el fondo deseaba que todos se fueran al infierno.

"Jane, tienes que enseñarme todos tus secretos para poder tener un jardín tan bonito como el que tú tenías en casa de tu padre," dijo Louisa mientras cenaban en la posada. Ese día habían viajado muchas horas y pensaban irse a dormir temprano.

"Lo esencial es que lo hagas con cariño y dedicación, esa es la receta más importante," explicó Jane.

"Louisa,¿ estás segura que deseas permanecer horas trabajando en un jardín? Eso hará que tu piel se broncee y se vea como la de una campesina," opinó Caroline con desprecio en la voz.

"Esas son cosas de la gente de ciudad, Caroline. Los hijos e hijas de caballeros terratenientes pasamos muchas horas al aire libre, ya sea en el jardín, cazando, montando a caballo, y cosas por el estilo. Si no te gusta el campo o las actividades que ofrece, creo que deberías casarte con un comerciante, ellos siempre viven en la ciudad," explicó el señor Hurst con sorna.

"En las grandes haciendas los trabajos los hacen los empleados, Henry," replicó Caroline molesta.

"Las haciendas donde el señor y la señora de la casa delegan todo a empleados se van a la ruina," Caroline. "En las que son prósperas, sus dueños pasan gran parte del año trabajando al aire libre."

"Darcy siempre está ocupado recorriendo su hacienda," agregó el señor Bingley. "Pero hablemos de cosas más agradables. Jane, cuando estemos en Pemberley quiero mostrarte su hermoso parque."

Caroline se quedó observando a su familia y deseando que los días pasaran rápidamente para poder ver y disfrutar de la compañía del señor Darcy y su hermosa hacienda.

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Toda la familia se había reunido en uno de los salones del ala sur de la casa. Ese lugar ofrecía mucha más privacidad para poder tratar los temas delicados de los que debían hablar. En la mañana llegó un expreso de Richard en donde confirmaba que la fuga de Lydia era un hecho bien conocido en Meryton. Un oficial amigo le contó que Wickham fue amante de la esposa del coronel Forster, y cuando este la dejó por Lydia, ella le contó a todas sus amigas de ese pueblo lo que Lydia había hecho. De esa forma, el rumor comenzó a circular y en ese instante, era el comidillo de toda la comunidad.

Lady Victoria llegó muy temprano para averiguar un poco más sobre la chica que había conquistado el corazón de su sobrino, y sin quererlo se encontró con esa situación.

"Lo mejor que se puede hacer para contrarrestar un chisme es generar otro aún mucho más interesante," explicó Lady Victoria.

"Parece una idea muy buena, tía, pero espero no estés sugiriendo que debemos crear otro escándalo," dijo el señor Darcy desconcertado.

"No un escándalo, sino una noticia sorprendente, que sea mucho más entretenida de contar y que además, pueda ofrecer una buena excusa para la presencia de esta niña aquí," dijo Lady Victoria apuntando a Lydia. Ella la había escuchado por cinco minutos y le bastaron para darse cuenta de lo desagradable que era, nada que ver con la angelical Jane. Por lo menos, su hermana Elizabeth se parecía mucho más a su hermana mayor en temperamento y comportamiento.

"Sin duda alguna, mi Lady, su idea tiene mucho mérito. ¿Pero tiene alguna idea de qué podríamos hacer?"

"No sé, tal vez una boda. ¿Está alguna de sus sobrinas comprometida?" preguntó Lady Victoria mirando a su sobrino.

El señor Darcy miró a Elizabeth y ella le hizo una venia. "Yo le pedí matrimonio a la señorita Bennet y ella me aceptó. Estaba pensando viajar lo antes posible a Hertfordshire para hablar con su padre. Entre todo lo que tenemos que hacer, dudo que podamos casarnos antes de dos semanas. Además, tenemos que justificar que la señorita Lydia haya abandonado la casa de su amiga de forma tan abrupta. Además, quiero que la señorita Bennet tenga una boda hermosa, tal como se merece."

"A mí eso no me importa, señor Darcy. Usted sabe que cuando lo acepté, lo que menos esperaba era tener una boda por lo grande," explicó Elizabeth. Él le había pedido matrimonio cuando él era William, y ella pensaba que tendrían una boda muy sencilla debido a los escasos recursos económicos de su prometido.

"No es justo que Lizzie se case y tenga una bonita boda. Yo me iba a casar antes que ella y ustedes lo arruinaron todo," dijo Lydia petulantemente. Pero no consiguió lo que deseaba porque todos la ignoraron y no le quedó de otra que quedarse en silencio rumiando su frustración.

"Esa habría sido la solución ideal para arreglar el enredo que armó esta niña," dijo tía Agatha.

"William, ¿cuánto tiempo te demoraría comprar una licencia?" preguntó Archibald.

"Puedo obtener una mañana mismo, si es necesario," contestó el señor Darcy.

"Darcy, podríamos decir que esta niña dejó a su amiga en Brighton para asistir a la boda de su hermana. Y créeme que será la noticia de la temporada que Fitzwilliam Darcy se haya casado de manera sorpresiva con una chica tan encantadora," dijo Lady Victoria.

"El problema, mi Lady, es que yo no soy mayor de edad aún. Sólo tengo veinte años y al señor Darcy le llevará más de una semana poder viajar a pedir la autorización de mi padre. Creo que lo mejor es que regresemos a Hertfordshire con Lydia y nos escondamos de todos hasta que los rumores cesen. No veo otra salida."

"Yo sí veo otra salida," dijo Archibald sonriendo.

"¿Cómo?" preguntaron todos al mismo tiempo.

"Lizzie, esta era una sorpresa pero dadas las circunstancias tendré que contarte todo. Mi esposa y yo te vamos a hacer nuestra heredera, y como hay una serie de documentos que tramitar y tú pensabas vivir con nosotros, cuando estuve en casa de tus padres, le pedí a Bennet que me cediera tu custodia. Tú tío Phillips legalizó todos los documentos, por lo que sólo necesitas mi autorización para casarte," explicó Archibald. "Claro, siempre y cuando tú quieras casarte," agregó con un guiño.

"Tío," dijo Elizabeth y corrió a abrazar a Archibald.

"Todo resuelto, entonces. Tenemos veinticuatro horas para organizar una boda, así que es mejor que nos pongamos a trabajar," dijo Lady Victoria muy animada.

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Al día siguiente, un poco después del mediodía, Elizabeth Bennet firmó por última vez un documento con ese nombre porque a partir de ese momento, su nuevo nombre era Elizabeth Darcy.

En Pemberley se organizó una pequeña reunión en que la familia festejó a los recién casados. La condesa invitó a todos a Matlock y se llevó a Georgiana con ella para darles a los enamorados la posibilidad de tener un tiempo de luna de miel.

Los Gardiner y los Stone se quedaron una noche con la Condesa y al otro día partieron rumbo a Hertfordshire con Lydia. Ellos habían conversado mucho con Lady Victoria y ella prometió ayudar en todo lo que fuera necesario. Todos habían acordado un plan de acción para encargarse que ni Lydia, ni los negligentes de sus padres, pudieran arruinar el buen nombre de la gran familia que ahora, todos ellos conformaban.

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El señor Darcy no podía dejar de mirar a su hermosa esposa. Ella dormía plácidamente entre sus brazos y él pensaba que ni en sus mejores sueños había podido vislumbrar lo feliz que se sentía en ese momento.

"¿En qué piensas, Fitzwilliam?" preguntó Elizabeth riendo.

"¿Fitzwilliam? ¿Por qué me llamas así, mi dulce amor? Preguntó el señor Darcy con la voz entrecortada por la inmensa pasión que sentía al tener el cuerpo de su hermosa esposa tan junto al de él.

"Porque cuando estás así de serio me recuerdas al hombre que en Netherfield me dijo que no se llamaba William sino Fitzwilliam," dijo Elizabeth imitando su voz.

"Señora Darcy, sé que disfruta enormemente burlándose de su esposo. Pero me veo en la obligación de advertirle que cada vez que se atreva a bromear a mis expensas recibirá un castigo acorde con la falta," dijo el señor Darcy mientras besaba el cuello de su esposa con pequeños y apasionados besos que despertaron una serie de risitas nerviosa en su esposa.

"Ya William, está bien… Eres William, no Fitzwilliam," dijo Elizabeth intentando contener la risa.

"Demasiado tarde, mi amor" dijo el señor Darcy y silenció a su esposa con un apasionado beso. "Te amo, Elizabeth"

"Y yo a ti William," contestó Elizabeth, y se dejó llevar por el amor y la pasión de su esposo.

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Gracias a todos los que dejan comentarios y siguen la historia con entusiasmo ya sea leyendo directamente o a través del traductor.

Dos capítulos más y esto se termina. Debo confesarles que ya tengo ganas de empezar a escribir "The Heir"

El próximo capítulo estará dedicado a los primeros días de matrimonio de Elizabeth y el señor Darcy, que serán interrumpidos por la inesperada llegada de los Bingley.

¡Nos vemos pronto!

Saludos,

Yo