Capítulo 25

"Gracias, señora Reynolds. Todo lo que usted ha dispuesto está bien, en cuanto me cambie de ropa iré a hablar con usted para organizar el resto de la semana."

"La estaré esperando, señora Darcy." La señora Reynolds hizo una pequeña reverencia, se excusó y se retiró del salón.

En el momento que la ama de llaves salió de la habitación Elizabeth se dirigió a los recién llegados. "Les pido mil disculpas por mi apariencia, pero los esperábamos para el fin de este mes. Ya saben lo mucho que me gusta caminar y mi nueva casa es sencillamente maravillosa por lo que no resistí la tentación de salir a recorrer el hermoso parque." Elizabeth miraba fijamente a Jane como diciéndole que tuviera paciencia, que ella pronto le explicaría todo. Por esa razón no notaba la cara de odio con la que Caroline la miraba y la sorpresa absoluta en Charles y los Hurst.

"Por las caras de sorpresa que han puesto me inclino a pensar que no se han enterado de las novedades," dijo el señor Darcy. Luego caminó al lado de su esposa y le ofreció su brazo. "Bingley, señora Bingley, señorita Bingley, señor y señora Hurst, permítanme contarles que hace cuatro días mi querida Elizabeth me hizo el hombre más feliz del mundo y aceptó ser mi esposa."

"¿QUÉ? Lizzie, ¿pasó algo? Darcy te forzó de alguna forma… Darcy…" El señor Bingley conocía bien a su cuñada y sabía muy bien la opinión que tenía de su amigo. Ella los había visto discutir en más de una ocasión, había notado la actitud hostil de Elizabeth y escuchado la opinión que su amigo tenía de su cuñada.

Elizabeth sonrió y le dijo muy cariñosamente a su cuñado. "Charles, se que esto debe ser una gran sorpresa para ti porque tú estás convencido de que yo no tengo una opinión favorable de William. Pero la verdad es que él y yo nos conocimos mucho antes de que tú nos presentaras."

"¿Recuerdas que el año pasado antes de mi accidente estuve muy ocupado? Ese tiempo estaba resolviendo algunos negocios que mi padre tenía, y en el proceso, conocí a uno de sus amigos de muchos años, el señor Archibald Stone, tío de Elizabeth." El señor Darcy además explicó que durante ese tiempo él y Elizabeth frecuentaban los mismos lugares y se hicieron buenos amigos. "Pero como ambos somos un poco obstinados, tuvimos algunas diferencias y estuvimos enemistados por un tiempo, por eso no mencionamos que nos conocíamos. En la primavera nos reencontramos en Kent y yo le pedí matrimonio pero ella me dijo que necesitaba tiempo para pensarlo y darme una respuesta. Este verano ella viajó con sus tíos a visitar a su familia en Lambton y finalmente me dio el sí, y yo no quise esperar más y nos casamos. Esa es nuestra historia lo más resumida posible, pero que no les quepa duda que nos queremos sinceramente."

Caroline no pudo aguantar ni un momento más y dijo en tono de burla, "Eliza, ¿qué dice su familia de todo esto? ¿Y cómo están tus hermanas? Supe que Lydia estaba en Brighton disfrutando la compañía de los oficiales." Caroline no podía hablar directamente porque eso suponía admitir que había ocultado el mensaje.

Elizabeth intuyó que Caroline probablemente sabía de la fuga de su hermana, pero no de la resolución del problema. "Lydia ya no está en Brighton porque viajó especialmente hasta aquí para asistir a mi boda, y regresó con mi tío Gardiner a Longbourn."

Caroline comprendió que esa boda repentina probablemente había sido para cubrir el escándalo de la estúpida de Lydia. En ese momento supo que estaba todo perdido y sólo dijo con evidente amargura. "Qué bueno, Eliza, que al menos una de tus hermanas haya podido acompañarte."

"Señorita Bingley, le pido por favor que no vuelva llamar 'Eliza' a mi esposa. Yo sé que a ella le da lo mismo porque suele ser muy tolerante, pero la verdad es que yo lo detesto. Me parece una falta de respeto hablarle de esa forma tan poco respetuosa a una persona que siempre la ha tratado con formalidad. Le sugiero que usted la llame Elizabeth, o señora Darcy, pero por favor nunca más 'Eliza'."

Caroline se sintió devastada y humillada. Para ella llamar a Elizabeth 'Eliza' era una especie de descargo, una manera de recordarle lo muy por debajo que estaba de ella. Pero si el señor Darcy le pedía algo, ella no podía negarse. Él era la única persona de los primeros círculos sociales que era realmente cercana a su familia y tener una relación con él le abría muchas puertas en la ciudad. "Por supuesto, señor Darcy."

El resto de las visitas, una vez pasada la conmoción inicial, felicitaron profusamente a los recién casados. "Creo que debemos hacer un brindis por los recién casados, aunque sea con té," dijo Carles y todos rieron.

"Yo necesito ponerme ropa limpia. Charles, ¿puedo robarte a tu esposa por unos minutos? William, iré a mi habitación a cambiarme y quiero que Jane me acompañe, si está bien contigo."

"Claro, entiendo," dijo el señor Darcy.

Elizabeth tomó de la mano a Jane y salieron del cuarto rumbo a la habitación de la señora Darcy. Una vez allí, Elizabeth le contó todo lo que realmente había pasado a Jane y por qué lo apresurado de la boda.

"Lizzie, son tantas cosas a la vez que no puedo creerlo. Primero el señor Darcy es tu prometido William, después me dices que perdió la memoria y por eso no te reconoció, ¿y Lydia y el señor Wickham? Oh Lizzie, espero que esté todo bien."

"Lo estará, pero no gracias a nuestros padres sino a tío Gardiner y tío Archibald que decidieron tomar el asunto en sus manos." Elizabeth le explicó a Jane los planes que la familia tenía para Kitty y Mary, y que Lydia tendría que conformarse con asistir a una escuela para señoritas o sufrir el ostracismo social.

Después de hablar de las cosas relacionadas con la familia, y antes de retornar con sus maridos Jane le preguntó afectuosamente a su hermana, "¿Eres feliz, Lizzie?"

"Mucho, Jane. Una vez que pudimos aclarar todas nuestras diferencias y que comprendí sus motivos para no revelar su verdadera identidad, no hubo más barreras entre nosotros. Él es el hombre de mi vida y el único con el que podría haberme casado."

Jane abrazó a su hermana y la besó en la mejilla para demostrarle lo feliz que estaba de saber que ella también había encontrado el verdadero amor y comenzando una nueva vida junto a su esposo.

En ese mismo instante, el señor Darcy y el señor Bingley estaban teniendo una conversación muy similar en el estudio. Los Hurst y Caroline se habían retirado a sus cuartos a descansar y el señor Darcy aprovechó para aclarar todo con su amigo.

"Es una historia sin duda alguna muy increíble. Siento lo de tu padre, aunque creo que tú sinceramente lo has perdonado," dijo el señor Bingley.

"Así es Charles, no tiene sentido seguir amargado pensando en el pasado. Ahora estoy enfocado en mi nueva vida junto a mi esposa. Con respecto a eso, quiero decirte que me doy cuenta de lo desacertado del consejo que te di en el invierno, jamás debería haberte sugerido alejarte de la familia Bennet, sino más bien de intentar ayudarlos. Ellos son tu familia, y ahora mi familia también y por amor a nuestras esposas tenemos el deber de acogerlos."

"Me alegra saber que tío Gardiner tomará cartas en el asunto, y por supuesto, ayudaré en todo lo que sea posible. Pero me preguntó por qué no me pidieron ayuda, aunque puede ser que se hayan enterado después de que comenzamos a viajar. En todo caso, creo que es mejor no darle más vueltas a este asunto y que debemos celebrar que ahora somos hermanos, Darcy."

Ambos amigos hicieron un brindis y siguieron conversando relajadamente sobre muchos temas por un largo rato.

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Habían pasado tres días del arribo de las visitas a Pemberley y Louisa estaba un poco preocupada por su hermana. Caroline había pasado gran parte del tiempo encerrada en su habitación, y cuando ella iba a pasar un momento con ella, prácticamente ni le hablaba. Caroline parecía triste, pero sobre todo enojada con todo y con todos.

Pero ella tenía otras cosas más importantes de qué preocuparse en ese momento. Ella tenía todos los síntomas y ya serían tres meses sin su periodo. Ella tenía miedo de ilusionarse y que las cosas nuevamente no resultaran, pero pese a ello, no podía evitar sentirse feliz y llena de esperanza.

"¿Qué pasa querida? ¿Problemas con Caroline nuevamente?" preguntó el señor Hurst cuando entró al cierto y vio a su mujer sumergida en sus pensamientos. Aunque Louisa no le había dicho nada aún, él sospechaba que estaba nuevamente encinta pero no deseaba presionarla. Él comprendía perfectamente que ella estuviera temerosa porque él también lo estaba.

"No te voy a negar que estoy un poco preocupada por ella, no sé, pero parece tan triste y deprimida. Creo que todo esto que ha pasado con Elizabeth le ha dado la oportunidad de reflexionar y tal vez empezar a pensar en su futuro seriamente. Sólo espero que no cometa algún error grave que más tarde no pueda reparar," explicó Louisa.

"Desgraciadamente Caroline no es capaz de ver la realidad hasta que le estalla en la cara. Pero no debes preocuparte tanto, ella no es para nada tonta y sabrá salir adelante cuando finalmente abra los ojos a la realidad," dijo el señor Hurst besando la mejilla de su esposo.

"Henry, yo…"

El señor Hurst puso su mano sobre el vientre de su esposa y dijo, "lo sé, cariño, y te ruego que no te preocupes por nada. Dejemos que todo avance y si esta vez se cumple nuestro sueño lo celebraremos juntos, y si algo pasa en el camino, juntos saldremos adelante."

"Te amo, Henry," dijo Louisa y abrazó a su esposo.

"Y yo a ti Louisa," contestó el señor Hurst emocionado.

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Caroline estaba caminando por la galería en donde estaban todos lo cuadros de las muchas generaciones de Darcy. Siempre que ella visitaba Pemberley fantaseaba en qué lugar pondría el suyo. Pero ahora, ese lugar que ella había vislumbrado en todos sus sueños lo ocuparía la estúpida Eliza Bennet. Ella sería admirada y envidiada por ser la nueva señora Darcy. Como si todo eso no fuera suficiente, la condesa Matlock había organizado un baile en honor de esa mujer vulgar e impertinente para presentarla a las familias más importantes de Derbyshire. Ella no podía soportar ni un minuto más la humillación de esta allí como la hermana del amigo del señor Darcy, mientras esa víbora se paseaba del brazo de él y como la señora de Pemberley.

Cuando se asomó por los grandes ventanales, vio los hermosos jardines y no pudo evitar suspirar ante el sentimiento de impotencia de tener que resignarse que eso jamás sería suyo. Pero de repente sintió una risa familiar que la sacó de sus destructivos pensamientos, miró hacia abajo y vio a Elizabeth Bennet en los brazos del que se suponía iba a ser su esposo.

Lo que más le dolía de todo el asunto, era ver al él tan distinto. Desde que su señor Darcy conoció a esa maldita mujer, parecía embrujado, como si fuera otra persona. El hombre al que ella había amado por tantos años era serio, honorable y jamás se comportaba de una manera inapropiada. Sin embargo, allí estaba él abrazado a esa mujer comportándose como un hombre indecente y sin ningún respeto por las normas morales. Ella sintió ganas de vomitar cuando vio la forma descarada en como esa mujer besaba al señor Darcy y como él parecía disfrutar cada una de sus atenciones.

Afortunadamente, al poco tiempo apareció el bobo de su hermano y un lacayo les trajo sus caballos. Unos minutos más tarde vio como los dos hombres se alejaban cabalgando. Ella no podría haber soportado ni un minuto más ver cómo el hombre de sus sueños se degradaba azuzado por esa mujer.

"Querida, tendré que ir a revisar las cercas del ala norte de la hacienda. El administrador de Pemberley me dijo que las lluvias produjeron daños en esa zona y debo ir a investigar. Charles me va a acompañar y te prometo que volveré lo antes posible," explicó el señor Darcy acariciando la mejilla de su esposa.

"No te preocupes, William. Yo caminaré un poco más por el jardín y más rato iré a ver si Jane se siente mejor. Charles me dijo que estaba durmiendo, esta mañana estaba tan pálida que creo es mejor descanse hasta que se recupere. Además, tengo ganas de jugar con Platón por un rato."

"Elizabeth, has transformado a mi perro favorito de caza en tu mascota," dijo el señor Darcy sonriendo.

"Es que es tan lindo y cariñoso, tal como tú," dijo Elizabeth y le beso la mejilla a su esposo.

"No sé que es peor, que me llames 'lindo y cariñoso' o que me compares con un perro," replicó el señor Darcy resignado.

Elizabeth no pudo evitar reír ante el comentario de su esposo. A ella le encantaba que él se comportara de esa manera tan abierta y desinhibida con ella. "Entonces voy a decir que eres el hombre más guapo que jamás he conocido y que me encantan tus besos."

Elizabeth no tuvo tiempo de reaccionar porque su esposo la tomó entre sus brazos y la besó apasionadamente. "Estoy loco por ti, Elizabeth. Por favor no juegues así conmigo, no me digas esas cosas cuando sabes que tengo responsabilidades con las que cumplir," decía el señor Darcy entre medio de cada beso.

Elizabeth acarició el rostro de su esposo y le dijo con mucho cariño. "Tenemos toda la vida para estar juntos… Y para leer novelas románticas." El señor Darcy se rió de buena gana y continuó abrazando a su esposa hasta que escuchó que su amigo Bingley lo llamaba.

A los pocos minutos ambos partieron rumbo a su cita con el administrador y Elizabeth continuó caminando por el jardín en compañía de Platón. A Elizabeth le encantaba aquella parte del jardín, pero prefería el parque que rodeaba la mansión. "¿Vamos Platón, acompáñame a dar una vuelta por el sendero que rodea el lago."

"Eliza, veo que pese a tu sorpresivo ascenso social, aún mantienes viejas malas costumbres como ensuciar tu enagua con lodo y hablar con animales."

Elizabeth no había tenido ningún encuentro a solas con Caroline y ella prácticamente la había ignorado por lo que no entendía que buscaba esa mujer intentando ofenderla. "Señorita Bingley, justo en este momento me dirigía a caminar por el parque. Espero tenga un buen día, nos vemos a la hora del almuerzo," dijo Elizabeth y llamó a Platón para que la siguiera.

"Sé perfectamente lo que hizo tu hermana Lydia y que esta farsa de matrimonio es una excusa que buscaste para cubrir la desgracia de tu familia," dijo Caroline furiosa.

Elizabeth miró a la cuñada de su hermana por varios segundos y sólo replicó. "Si eso era todo lo que deseabas decirme, te voy a pedir que me disculpes, pero quiero continuar con mi paseo matinal."

"No, aún tengo algo más que decirte. En realidad quiero hacerte una pregunta, ¿Qué hiciste para conseguir que Darcy se fijara en ti? ¿Te metiste a su cama? Sé que los hombres honorables como él son presa fácil para libertinas como tú."

Elizabeth sintió ganas de abofetear a Caroline, pero se controló lo mejor que pudo. Ella no le iba a permitir a esa mujer que le hablara de esa forma pero tampoco iba a rebajarse a su nivel. "Desde el momento en que te conocí, Caroline, nunca entendí ese deseo que siempre has sentido de sentirte superior a los demás, pero sobre todo, de siempre intentar ser ofensiva e hiriente. Sé perfectamente que ni tu hermano ni tu hermana te toleran más, y que incluso Jane, que es un alma caritativa y bondadosa, no desea vivir cerca de ti porque eres venenosa y mal intencionada. Si te hace feliz pensar que mi marido se casó forzosamente conmigo, me da lo mismo. Él y yo nos amamos sinceramente y somos inmensamente felices juntos. Demás está decirte que jamás serás invitada a ninguna de mis propiedades y si te atreves a aparecerte sin invitación pediré que te expulsen. Si me entero que vuelves a repetir lo que me acabas de decir, me encargaré personalmente que nunca más pongas un pie en ningún lugar donde yo esté presente porque dejaré bien claro que si te invitan a ti, yo jamás asistiré. Sólo por consideración a Charles y Jane haré como si esto nunca hubiera pasado y permitiré que te quedes, pero no te equivoques conmigo, yo no soy como Jane," concluyó Elizabeth enfáticamente.

"Tú me quitaste al hombre de mi vida," replicó Caroline sin poder evitar derramar unas lágrimas.

"Yo no te quité nada, el señor Darcy jamás fue tuyo, y lo sabes muy bien. Te juro que podría sentir compasión de ti si supiera que realmente amabas a mi esposo. Pero tú jamás lo has amado a él, sino que a todo lo que él representa y lo sabes muy bien. Caroline, mi hermana y yo siempre quisimos tener una buena relación contigo, pero tú siempre nos rechazaste y despreciaste. Ahora es demasiado tarde, yo sólo espero que mantengamos una cordial distancia cuando tenga la desgracia de toparme contigo y tenerte lo más lejos posible. Pero si vuelves a entrometerte en mi vida, a hacer comentarios mal intencionados de mí o de mi familia, que no te quepa ninguna duda que me voy a defender. Ahora, si me disculpas, mi perro y yo queremos seguir paseando por nuestra hacienda." Elizabeth apresuró el paso, necesitaba estar lo más lejos posible de esa mujer.

Caroline se quedó sin palabras, se sentía humillada y por sobre todo, amargada. En esos momentos sentía que su vida era una verdadera pesadilla y sólo quería despertar.

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Lady Victoria había organizado un baile maravilloso. Ella era famosa por su buen gusto y ser una magnífica anfitriona. El señor Darcy, Elizabeth, Charles y Jane habían llegado el día anterior y pensaban partir al día siguiente de regreso a Pemberley. Louisa y el señor Hurst se excusaron y prefirieron quedarse en Pemberley y a Caroline nadie la invitó por lo que no le quedó más remedio que quedarse con sus hermana y cuñado. Elizabeth le contó a su esposo lo que había pasado en el jardín y él tuvo una conversación muy seria con Caroline. Lo más suave que le dijo era que no la echaba de Pemberley por respeto a la amistad con su hermano, y que no le decía todo lo que merecía por respeto a su condición de mujer.

Caroline se sintió tan avergonzada que pasó el resto de su estadía en Pemberley encerrada en su habitación llorando de pena y amargura. Y se dio cuenta con horror que todo lo que había soñado algún día, no habían sido más que ilusiones de una mujer estúpida a la que ni siquiera su familia estimaba.

Lady Victoria estaba ilusionada con poder ayudar a su sobrino y su bella esposa. Aquella unión la había hecho recuperar la ilusión en que era posible ser feliz en el matrimonio, pero sobre todo, saber que estuviera donde estuviera, su amigo George había cumplido su sueño de ver a su hijo felizmente casado.

Mientras Lady Victoria disponía de todo, su marido la observaba detenidamente. En media hora más comenzarían a llegar los invitados y a él le tocaba asumir el rol de marido preocupado. No es que a él le molestara hacerlo, de hecho lo disfrutaba más de lo que su esposa jamás hubiera podido imaginar.

Cuando se casaron hace más de treinta años, Lord Matlock tenía veintitrés años y Victoria veinte. Para ese entonces, él era el amante de una bella mujer casada con un hombre mayor y tenía una querida, la mujer más hermosa que jamás había conocido. En el momento que le presentaron a su futura esposa, no pudo evitar sentirse decepcionado. Ella era la hija de un conde, de una familia rica e importante, sin duda alguna, la mujer ideal para un vizconde. Y aunque él aceptó casarse con ella, se sintió miserable al hacerlo. Todos sus amigos habían conocido a sus queridas y sabían su exquisito gusto por las mujeres y él estaba seguro que cuando conocieran a su nueva esposa, sería el hazmerreír y el comidillo de la alta sociedad. Su esposa era una mujer insignificante apenas tolerable a la vista.

En el primer año de matrimonio, Victoria había tratado de ser una buena esposa, incluso era cariñosa y siempre estaba preocupada por él. Pero Lord Matlock, siempre la trató despectivamente incluso haciendo bromas de mal gusto sobre su apariencia en frente de otros. Incluso le había faltado el respeto invitando a sus amantes a eventos en los que él participaba con Victoria. Más de alguna de sus amantes, al ver con el desprecio que él trataba a su esposa, intentó ser grosera con ella, pero Victoria sencillamente las ignoró. Por el contrario, ella nunca le pidió explicaciones ni le reclamó nada. Después de un año de casados, al parecer, ella comprendió que el matrimonio de ellos jamás sería un matrimonio feliz y dejó de intentar ganarse su amor. Una vez que Richard nació, ella le habló directamente y le dijo que podía sentirse un hombre libre y que ella sería sólo su esposa en apariencia.

Lord Matlock sintió que la vida le jugó una mala pasada y decidió castigarlo eternamente por sus pecados. En la medida que los años pasaban, Victoria se transformaba en una mujer sofisticada y admirada por su buen gusto e interesante conversación. Aquellas queridas que había tenido en su juventud y que le habían parecido tan hermosas, en la medida que envejecían, se volvían mujeres triviales, una vez la belleza de la juventud las abandonaba, no tenían nada más que ofrecer. Mientras Victoria cada año que sumaba a su vida, la hacía más atractiva y encantadora.

Él supo que estaba irremediablemente enamorado de su esposa casi diez años después de que se habían separado. Siempre recordaba como si fuera ayer aquella vez que la sorprendió conversando íntimamente con George Darcy. Entre ellos había una especie de amistad cómplice, y él moría de celos de pensar que otro hombre era más importante en la vida de su mujer que él. Que ella confiaba sus penas y alegrías a su cuñado, mientras a él lo quería lo más lejos posible de ella. Esa era su condena por no haber descubierto a tiempo la joya que tenía por esposa. Ella le había dado la oportunidad y él la había dejado pasar. Al menos, dos hombres buenos y honorables habían resultado de esa unión, ese era otro de los milagros que había hecho por su esposa, la encantadora Victoria.

Aquellos eventos, en donde ella se tomaba de su brazo y él podía besarle la mano impunemente, eran momentos que atesoraba, eran una pequeño vistazo a lo feliz que sería su vida hoy, si no la hubiera arruinado con su propia estupidez.

"Robert, la primera serie la bailarás con Elizabeth, la segunda conmigo y después con la señora Bingley. El resto de la noche, puedes bailar con quien te plazca," explicó Lady Victoria a su esposo que una vez más la miraba de una manera muy rara. "¿No me digas que has estado bebiendo de nuevo?"

Lord Matlock no pudo evitar reír, "No querida, no he bebido ni una gota de alcohol. Sólo estaba pensando que tú y yo deberíamos bailar la última serie también. Incluso puedo besarte la mejilla una vez terminemos de bailar para que así todos vean lo mucho que admiro y respeto a mi esposa, y de esa forma, asuman que estoy feliz con la nueva esposa de mi sobrino."

"Robert, tú y tus cosas," dijo Lady Victoria con resignación. Ella estaba acostumbrada a las tonterías de su esposo que estaba tan preocupado siempre por las apariencias.

"No puedes negar que se va a ver muy bonita la escena y que todos podrán apreciar lo mucho que admiro a mi esposa. Eso generará comentarios favorables y dará que hablar."

"Si no te conociera tan bien como te conozco pensaría que estás hablando en serio. Está bien, pero si me vas a besar en la mejilla te suplico que no bebas mucho, sabes muy bien que no soporto tu aliento a brandy."

"Lo prometo," dijo Lord Matlock y le ofreció su brazo a su esposa ya que los primeros invitados habían comenzado a llegar. Por las próximas horas, él sería el hombre más feliz del mundo imaginando que todo lo que sucedía en apariencia también acontecía en la realidad.

El baile fue el evento del verano en Derbyshire. Los principales caballeros de la zona acompañados por sus esposas llegaron al baile organizado por los Matlock para conocer a la nueva señora Darcy. Elizabeth dejó una excelente impresión en todos con su belleza natural y su forma tan abierta y amable para relacionarse con todos. Además, al observar cómo el señor Darcy la miraba y parecía no querer separase de ella, intuyeron que lo apresurado de la boda había sido idea de él que parecía completamente enamorado de su joven esposa.

A la semana siguiente del baile, los Bingley y los Hurts viajaron a Scarborough y permanecieron allí por alrededor de un mes. La familia del señor Bingley acogió con mucho cariño a Jane, pese a todas las cosas que Caroline les había contado sobre ella.

Caroline se quedó a vivir con tía Henrietta que jamás se había casado y con tía Stella que había enviudado hace unos cinco años. En un principio ella sintió su destierro como un castigo, pero después de unos meses empezó a disfrutar de la compañía de sus tías y de la sociedad de la ciudad donde vivía. Allí la gente era menos pretenciosa y la miraba con respeto y admiración, muy distinto que en Londres. En Scarborough los Bingley eran una familia de renombre, parte de la especie de aristocracia comercial, y eso a Caroline le había encantado. Ella no tenía que esforzarse para llamar la atención, y siempre todos los hombres querían bailar con ella y conocerla mejor. Eso la hizo sentirse más segura y disfrutar abiertamente de todas las diversiones que su nueva vida le ofrecía.

Jane y Charles regresaron a Netherfield y antes de que el contrato de alquiler expirara, el señor Bingley compró la hacienda. Aunque su suegra los visitaba constantemente, él sabía que Jane se sentía feliz cerca de su madre. La señora Bennet estaba muy sola sin la presencia de sus hijas y tener a Jane cerca la había ayudado a no estar tan triste. Además, un bebé venía en camino y toda la ayuda era bienvenida.

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Elizabeth y el señor Darcy después de un mes de casados pudieron finalmente irse de luna de miel al distrito de los lagos. Ese mes fue absolutamente maravilloso para ambos porque pudieron disfrutar de su amor sin que nadie los interrumpiera.

Cuando retornaron a Pemberley, Georgiana y Kitty se unieron a ellos. La presencia de Kitty ayudó a Georgiana a sentirse acompañada, ella nunca había tenido una amiga de su edad y Kitty parecía estar siempre dispuesta a hacer cualquier cosa que ella le pidiera, e incluso a imitar todo lo que ella hacía porque le decía que algún día quería ser tan refinada como ella. Georgiana siempre había sido una chica muy apocada, y el hecho de que Kitty la viera como un modelo a seguir, la hacía sentirse importante. Y para Kitty también fue beneficiosa la influencia de Georgina, que la trataba con tanto cariño y afecto y parecía sinceramente disfrutar de su compañía.

Sin que se dieran cuenta, el invierno llegó y Elizabeth amó aún más los paisajes completamente nevados de su hermosa hacienda. Aunque era mucho más frío que Herefordshire, ella pensaba que ahora ese era su hogar y que jamás podría vivir en otro sitio que no fuera ese.

"Qué miras tan fijamente, Elizabeth," preguntó el señor Darcy cuando entró a la habitación de su esposa y la vio de pie frente al ventanal.

"Me pregunto cuánta nieve se habrá acumulado en la última hora porque no ha parado de nevar."

"Seguramente mucha, y por eso mismo tendrás que quedarte varios días en casa. Como mucho, podrás salir a dar una vuelta por el jardín."

"William, siempre tan exagerado."

"No señora Darcy, no soy exagerado. Sólo cuido el bienestar y la salud de mi esposa," dijo el señor Darcy y besó la mejilla de Elizabeth, "y de mi pequeño bebé," agregó poniendo su mano sobre el abultado vientre de su esposa.

"¿Y cómo quieres que me entretenga si no puedo salir a ninguna parte?" preguntó Elizabeth besando la mano de su esposo.

"¿Qué tal si leo para ti un libro de piratas? Ya sabes que son mis favoritos."

"¿Por qué no me lees uno de romance mejor?" preguntó Elizabeth sonriendo.

"No, señora Darcy. Esos libros usted me los lee a mí," replicó el señor Darcy. Luego se sentó en la silla y Elizabeth se acomodó en su regazo mientras él leía las aventuras del pirata Smith.

"William, te amo," dijo Elizabeth acurrucándose aún más en los brazos de su esposo.

"Y yo te amo a ti, mi querida y amada Elizabeth."

FIN

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Gracias a todos los que dejan comentarios y siguen la historia con entusiasmo ya sea leyendo directamente o a través del traductor.

Special thanks to everyone who read this story through the translator. I hope it was worth the effort and you really enjoyed it. Like I promise, my next story will be in English, so get ready "grammar police." LoL

Me extendí un poco con el asunto de Lady Victoria, pero quise reivindicarla. Cuando edite, probablemente incluiré esa parte en algún capítulo previo.

En fin, espero les haya gustado esta historia y tener el privilegio de contar con sus comentarios en futuros proyectos. Así como ustedes dicen que les encantan los capítulos largos, debo confesar que a mí me encantan los comentarios largos donde me dejan saber sus opiniones de como avanza la historia.

Pronto publicaré el primer capítulo de mi próxima historia en español, que probablemente comenzaré a publicar a mediados de mayo. ¡Aún no tiene nombre!

¡Mis más sinceros agradecimientos a todos por su atención! A veces me cuesta creer que haya gente que se interese en leer las tonterías que salen de mi cabeza :)

¡Nos vemos pronto en "El heredero"

Saludos,

Yo