Este es el primer capítulo de mi próxima historia en español. Esta historia tendrá mucha aventura y algo de drama. Espero les guste.

(Sin nombre aún)

Capítulo 1

Habían transcurrido dos días desde que el señor Darcy había aparecido en la casa parroquial para hacerle aquella insultante propuesta matrimonial. Ella había pasado gran parte del día y de la noche pensando en qué había llevado a ese hombre a decirle que la amaba para luego tratarla como a un ser inferior que debía estar agradecida de que él hubiera hecho el sacrificio de fijarse en ella. "¡Qué hombre más insufrible, se merecía cada una de las cosas que le dije!" decía Elizabeth mientras caminaba por el sendero de regreso a la casa de su primo.

Pero la verdad era que Elizabeth sentía algo de remordimiento por la forma en que le habló al señor Darcy. Más aún cuando se enteró que no había podido retornar a Londres porque había estado con mucha fiebre aquejado de un fuerte resfrío. Ella recordaba particularmente el rostro desencajado del señor Darcy cuando ella le dijo que ni aunque se hubiera comportado de una manera más caballerosa, ella igualmente no lo habría aceptado porque jamás podría casarse con un hombre como él.

Pero aunque ella admitía que no debería haber perdido el control de esa forma, él no tuvo argumentos para defenderse de las acusaciones que ella le hizo. Es más, admitió abiertamente que se regocijaba de haber logrado separar a Jane de su amigo Charles Bingley, y ridiculizó la precaria situación en la que el señor Wickham vivía por culpa de él. "No, ese hombre se merecía cada una de las cosas que le dije, tal vez por primera vez en su vida alguien se atrevió a decirle en su cara la clase de persona que es," pensaba Elizabeth para no sentirse aún peor.

La verdad era que las dos últimas noches ella había soñado con el señor Darcy declarándole su amor, y se le iban las horas del día analizando cada una de sus interacciones. Ella recordaba como si fuera ayer la primera vez que lo vio entrar en la asamblea de Meryton. Inmediatamente le llamó la atención por lo alto y guapo que era, pero además, había algo en él que le pareció muy atractivo. Pero en el momento que lo vio interactuar con sus vecinos, supo que no era más que un hombre arrogante y presumido e inmediatamente cualquier atracción que pudo sentir por él, se desvaneció. Además, todas sus sospechas sobre su carácter fueron confirmadas en el momento que escuchó cómo hablaba de ella con tan poca delicadeza sin importar quien pudiera escucharlo.

El resto de las veces que se encontraron, ella siempre buscaba provocarlo y hacerle ver lo mucho que él le desagradaba. Ella recordaba con mucha inquietud todas las veces que vio cómo la observaba intensamente, al parecer, con admiración, aunque en ese entonces ella pensaba que era con censura y para buscar defectos en ella y poder criticarla.

"No voy a estar tranquila hasta que esté lejos de ese hombre y esté segura que no volveré a verlo nunca más," pensó Elizabeth antes de entrar a la casa de los Collins. El hecho de saber que él estaba tan enamorado de ella como para querer casarse dejando de lado todos sus prejuicios la hacía sentir muy intranquila.

Después de quitarse el gorro y los guantes fue al pequeño salón donde su amiga solía pasar la mañana. Charlotte estaba acompañada por una de las feligreses de la parroquia de su esposo y mantenían una interesante conversación que captó su atención.

"Siento mucho, señora Collins que no pueda facilitarme a una de sus sirvientas por unos días. Con estas lluvias repentinas muchas personas se han enfermado, y la muchacha que pensaba acompañarme a Londres está en cama y con fiebre. Mi hija está por dar a luz y yo deseo llegar lo antes posible a la ciudad. Por eso le pido fervientemente que si sabe de alguien que esté interesada en ganarse unos chelines, tengo dos pasajes comprados para la diligencia de mañana," explicó la señora Taylor.

"Le prometo que haré todo lo posible para encontrar a alguien," dijo Charlotte sinceramente.

Elizabeth pensó que esa era la oportunidad que había estado rogando que ocurriera. A ella le quedaban aún diez días más en Kent y no soportaba quedarse ni un minuto más allí expuesta a las futuras represalias del señor Darcy. Además, Elizabeth había notado a Jane muy triste en su última carta y deseaba tener la oportunidad de acompañarla unos días en Londres antes de regresar a Longbourn. Ella siempre disfrutaba mucho de la compañía de su tío y tía Gardiner.

"Señora Taylor, yo necesito viajar a Londres lo antes posible," y mirando a Charlotte exageró un poco la verdad para justificarse. "Jane ha estado enferma en los últimos días y necesito ir a acompañarla. María puede quedarse un mes más, tal como lo deseaba y retornar a Meryton con tu padre."

"Eso sería excelente, señorita Bennet," dijo la señora Taylor emocionada.

"Yo necesito viajar hasta la casa de mi tío en calle Gracechurch, cerca de Cheapside," explicó Elizabeth.

"Eso no es problema señorita. Mi yerno me irá a buscar a la estación en su carreta. Mi hija vive por esa misma zona así que la podemos dejarla en casa de su tío al pasar," dijo la señora Taylor muy animada.

Pese a que Charlotte no estaba muy contenta con la repentina decisión de su amiga, no había nada que pudiera hacer. Ella conocía muy bien lo obstinada que era Elizabeth y cuando se le metía una idea en la cabeza no había cómo hacerla cambiar de opinión.

Una vez Elizabeth dejó todo acordado con la señora Taylor se fue a su habitación para empacar todo para el día siguiente. El esposo de la señora Taylor pasaría a buscarla muy temprano por lo que debía estar lista para partir y dispuesta a dejar atrás todos los recuerdos sobre ese hombre y su ridícula propuesta.

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Cuando el señor Darcy salió de la casa parroquial después que Elizabeth lo rechazó, caminó por varios minutos sin saber dónde iba. Se sentía herido y decepcionado consigo mismo, se había dejado llevar por sus emociones y qué había conseguido, hacer el completo y más absoluto ridículo en frente de una mujer que jamás había merecido su cariño y menos el honor de ser la nueva señora Darcy y ocupar el lugar de su madre.

Sentía decepción y desprecio al darse cuenta cómo Elizabeth se había burlado de sus sentimientos. Cómo desde el momento en que la conoció ella había hecho todo lo posible por llamar su atención, para incitarlo hasta hacerle perder la razón y el buen juicio a tal grado, que le había propuesto matrimonio. Él, Fitzwilliam Darcy, uno de los hombres más ricos de Inglaterra con conecciones directas con la nobleza, había estado dispuesto a tener a la señora Bennet como suegra con tal de estar con la mujer que él creía amar, y que además estaba seguro que lo amaba. Pero todos sus cálculos eran errados porque ella no sólo no lo amaba sino que más bien lo despreciaba, tanto, que estaba dispuesta a creer las mentiras de una canalla como Wickham y dudar de su honor.

Pero pese a que su cabeza le decía que debía olvidarse de ella, que no valía la pena, su corazón se revelaba y le hacía de cierta manera admirar lo que ella había hecho. Él sabía que una mujer más fría y calculadora, hubiera obviado cualquier cosa que tuviera en contra de él, y lo habría aceptado gustosamente, incluso hubiera fingido amor que no sentía con tal de asegurarse un matrimonio ventajoso y estabilidad económica. Sin embargo, Elizabeth Bennet había defendido a su hermana, y a un canalla que no lo merecía porque creía que era lo justo. Ella le había dicho todo lo que pensaba de él sin reservas, y además, lo había reprendido duramente por la forma tan descortés en cómo él le propuso matrimonio.

Mientras caminaba absorto en sus pensamientos destructivos una intensa lluvia caía sin césar. Él estaba absolutamente empapado, pero no se daba cuenta de lo que pasaba a su alrededor. El dolor que sentía en su alma era tan profundo, que nada le importaba.

Cuando finalmente llegó a Rosings después de caminar por casi media hora bajo la intensa lluvia, se fue inmediatamente a su cuarto. Él estaba decidido a limpiar su honor de alguna forma y defenderse de las duras acusaciones que ella le había hecho. Inmediatamente entró al cuarto, se quitó su abrigo y el frac y se sentó a escribir. Pese a que su valet le insistió en que se cambiara la ropa mojada, él no escuchó a nadie y sólo cuando logró completar aquella carta se sintió en paz consigo mismo, se quitó la ropa y se fue a dormir.

Como era de esperar, al día siguiente amaneció congestionado y con mucha fiebre. El Coronel y su valet lo cuidaron lo mejor que pudieron, pero como la fiebre no bajaba, Lady Catherine llamó al boticario del pueblo que le dio algunas hierbas medicinales para beber y que al día siguiente lograron disminuir la fiebre y hacer que se sintiera un poco mejor.

"Darcy, siento mucho tener que dejarte así, pero sabes muy bien que debo volver a mi regimiento. Hemos alargado nuestra visita por casi dos semanas y ya no tengo más tiempo libre. Debo reportarme con mi oficial superior mañana a primera hora. No te preocupes por el carruaje, me iré a caballo."

"Gracias por acompañarme todo este tiempo, Fitzwilliam, te entiendo perfectamente. Yo partiré mañana temprano, y te enviaré tu equipaje a casa de tus padres."

"No seas irresponsable, Darcy. Todavía tienes un poco de fiebre, quédate unos días más en cama, por lo menos hasta que te recuperes completamente."

"Te digo que estoy bien, no te preocupes."

El Coronel miró a su primo y supo que algo le pasaba. Mientras estaba con fiebre alta había delirado y aunque no se lograba entender nada de lo que balbuceaba, se le notaba muy inquieto. Él siempre había sido un hombre muy reservado y sereno, pero ahora se veía triste y ojeroso, y se notaba ausente, como que su mente estuviera muy lejos de allí. "Antes de irme me gustaría saber si estás bien, no sé, te ves preocupado. ¿Te pasa algo?"

"Estoy bien, Fitzwilliam. ¿No que tenías tanta prisa por irte?" dijo el señor Darcy pero inmediatamente se disculpó. "Lo siento, creo que estoy un poco cansado."

"No te preocupes, nos vemos en la ciudad." El Coronel se despidió y se marchó.

El señor Darcy intentó dormir un poco para recuperar energías pero no pudo. "Mañana te entregaré esa carta, Elizabeth, y después de eso espero no verte nunca más en mi vida," dijo sin poder evitar derramar unas pocas lágrimas.

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"Gracias Jane por ayudarme a decorar todo tan bonito. Tienes que enseñarme como hacer esos arreglos florales, alegran tanto el comedor. Hace mucho tiempo que no vemos a Martha y Joseph y quiero que todo esté precioso para que sientan lo mucho que nos agrada volver a verlos."

"Me alegro tía que te hayan gustado tanto, y por supuesto, cuando tengas tiempo con gusto te enseño como hacerlos, es muy fácil," contestó Jane contenta de poder ayudar en algo. Ella llevaba dos meses en casa de su tía y tío, y ellos la habían tratado con mucho amor y compresión, pese a que ella no era buena compañía para nadie en esos momentos. Había pasado más de un mes desde que vio a Caroline por última vez, y el señor Bingley jamás vino a visitarla.

Finalmente las visitas llegaron y Jane tuvo la oportunidad de pasar un rato muy agradable con ellos. El señor, la señora Cooper y su hijo eran muy simpáticos, y cómo todos los amigos de su tía y tío, muy cultos y refinados.

Martha Cooper era originaria de Lambton y había sido amiga de la infancia de Eunice Wood, madre de la señora Gardiner, pese a que había una diferencia de más de diez años entre ellas. Al igual que la familia Wood, la familia de Martha emigró a Londres para poder expandir su negocio. En Londres, Martha conoció a su marido, un joven procurador que trabajaba en la firma legal de su padre en Manchester. Una vez que se casó, ella se fue a vivir con su esposo al norte del país, pero siempre mantuvo correspondencia con la familia Wood y cada vez que podían, se visitaban.

Joseph y Martha Cooper eran un matrimonio muy bien avenido y se amaban mucho, al igual que los Gardiners. Pero pese a todo lo felices que eran, los primeros diez años de matrimonio estuvieron marcados por la tristeza de no poder ser padres. Cuando Martha tenía treinta y cuatro años y Francis treinta y ocho, Jonas llegó a sus vidas y desde ese momento nunca más sintieron que les faltaba algo. Ese hijo que había sido tan deseado llegó a iluminar sus vidas y se transformó en la persona a la que más amaban.

Jonas creció rodeado del amor y la comprensión de sus padres, lo que lo hizo ser un hombre justo y seguro de sí mismo. Pero a diferencia de su padre, él era ambicioso y en vez de quedarse a trabajar en la firma legal que un día fue de su abuelo, su padre y su tío, él había preferido emigrar a Londres en busca de oportunidades. Gracias a su talento y buena disposición, logró conseguir una plaza en una importante firma que tenía dentro de su cartera de clientes a las personas más ricas y destacadas de la sociedad londinense. Él acababa de cumplir veintisiete años y sentía que el mundo era un gran lugar lleno de alternativas y posibilidades.

Sus padres habían venido a visitarlo y a pasar unos días con él, y Jonas estaba feliz de poder acompañarlos a visitar a los Gardiner, a quienes estimaba sinceramente. "Jonas, mira como has crecido. ¿Hace cuántos años que no nos vemos?"

"Creo que dos o tres, señora Gardiner. Pero la verdad es que no he crecido mucho, sólo engordado un poco. La última vez que me vio, yo todavía parecía un niño de escuela," dijo Jonas riendo.

"Eso debe ser, dijo Madeline." Jonas en los últimos años se había transformado en todo un hombre comparado con la imagen de niño que la señora Gardiner tenía de él.

"Mi hijo está cada día más guapo," dijo Martha con mucho orgullo.

"Lo siento, hijo, pero que tu madre te encuentre guapo no es suficiente evidencia de que lo eres," agregó Francis haciendo reír a todos. La verdad era que Jonas era un joven bastante guapo. Tenía ojos azules y cabello rubio, muy distinto a sus padres que eran ambos de pelo y ojos oscuros.

Jonas notó que había una señorita acompañando a los Gardiner y sintió mucha curiosidad por saber quién era. Sin duda alguna, ella era una de las chicas más guapas que había conocido en el último tiempo.

"Perdón, con la emoción de volverlos a ver después de tanto tiempo se me olvidó presentarles a mi querida sobrina que está pasando la temporada con nosotros. Ella es Jane Bennet," dijo el señor Gardiner mientras le presentaba a sus amigos.

Los Cooper, pero especialmente Jonas, quedaron encantados con la dulce Jane que parecía un ángel caído del cielo, con su rostro hermoso y su sonrisa serena.

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"Darcy, Richard me encargó expresamente que te hiciera entrar en razón y te rogara que descansaras unos días más," dijo Anne a su primo.

"Anne, estoy bien. En serio, tengo muchas cosas pendientes en Londres y debo irme lo antes posible," explicó el señor Darcy a su prima.

"Sé que diga lo que diga igual te irás, pero al menos lo intenté. Aunque reconozco que te ves bastante mejor, creo que no te habría hecho nada mal descansar un poco más," dijo Anne resignada.

"En serio, Anne, no debes preocuparte. Te prometo que en cuanto llegue a casa intentaré guardar todo el reposo que sea necesario."

"Está bien, dile a Georgiana que me escriba para contarme cómo estás. Pero antes de que te vayas quiero agradecerte que no hayas puesto a mi madre en su lugar cada vez que hablaba de nuestro supuesto compromiso. Tengo miedo que si sabe que nunca nos casaremos intente buscarme otro esposo, agradezco mucho que dejes que ella siga soñando con nuestra futura boda, y con eso me permitas tener algo de paz."

"Querida Anne, tú eres como una hermana para mí. Esas ideas están sólo en la cabeza de tu madre y siempre que podamos, Fitzwilliam y yo te protegeremos."

"Lo sé Darcy, y por eso los quiero tanto, aunque tenga que ser así, a escondidas de mi madre. Bueno, pero llegará el día en que te cases y me toque enfrentarme a ella," explicó Anne resignada.

"No creo que me case, Anne. Tengo el presentimiento que el futuro heredero de Pemberley será hijo de Georgiana y no mío," dijo el señor Darcy con una sonrisa triste y melancólica.

"Qué tonterías dices, Darcy. Aunque no te gusta que te lo digan, tú eres un hombre muy guapo y además rico y poderoso. Cuando una mujer sea capaz de ver lo que hay más allá de tu apariencia y fortuna, estoy segura que se enamorará perdidamente de ti y formarás una hermosa familia con ella."

"Gracias, Anne," dijo el señor Darcy y abrazó a su prima para despedirse de ella mientras se preguntaba qué diría Anne si supiera lo que había pasado con Elizabeth. Ella había sido capaz de ver más allá de su apariencia y fortuna, y todo lo que había visto era un hombre presumido y arrogante.

Después de despedirse de su prima lo hizo de su tía, que no paraba de reclamar porque no había dejado que ella y Anne lo cuidaran hasta que se recuperara completamente.

"Antes que te vayas, toma, entrégale esto a tu prima," dijo el señor Darcy pasándole un pequeño estuche que contenía un anillo.

"Tía no quiero que vuelvas a insistir con eso," dijo el señor Darcy exasperado. Afortunadamente, justo en ese momento, el señor Collins u otros dos hombres llegaron para hablar con su tía y él aprovechó la oportunidad para escabullirse.

Cuando finalmente pudo librarse de su tía, abordó su carruaje y partió rumbo a Londres. Esa mañana, él se había levantado muy temprano con la ilusión de poder entregarle la carta a Elizabeth. Pero sólo pudo despedirse de la señora Collins, que le comunicó que Elizabeth se había ido esa misma mañana.

Él no pudo evitar sentirse desilusionado porque esa había sido su última chance de clarificar todo con ella. Por alguna extraña razón que no lograba entender, él no deseaba que ella siguiera pensando en él en tan duros términos. Él deseaba que ella fuera justa con él y lograra entender los motivos por los que aconsejó a su amigo de olvidarse de Jane Bennet, y por supuesto clarificar todas las mentiras que Wickham le había contado. Llevaba la carta en el bolsillo de su abrigo, sabía que debía destruirla, pero no tenía las fuerzas de hacerlo pensando que tal vez, en algún momento podría entregarla a Elizabeth. Pero además se dio cuenta de que tenía el anillo que su tía le había dado. Debía recordar mandarlo de vuelta a primera hora para evitar que su tía comenzara a hacer planes.

En la primera hora de viaje logró dormitar un poco, pero el cochero lo despertó para comunicarle que el puente del camino principal había sufrido grandes daños con la crecida del río debido a la lluvia y deberían tomar un camino alternativo. Eso retrasaría el viaje en más de dos horas, pero de igual forma podrían llegar a Londres antes que oscureciera, si es que no tenían ningún otro inconveniente. El señor Darcy prefirió no pensar más en el asunto y relajarse porque le dolía un poco la cabeza y había comenzado a toser incesantemente.

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Elizabeth y la señora Taylor estaban sentadas en el comedor de la posada en donde la diligencia había parado para hacer descansar a los caballos. El viaje se había alargado debido a imprevistos en el camino, pero ellas esperaban llegar a Londres antes del anochecer. En la posada habían aprovechado de descansar y tomar un plato de sopa caliente con un trozo de pan. Era una merienda bastante modesta, pero era lo mejor que esa posada podía ofrecer. Era un lugar bastante modesto, ubicado en un camino donde usualmente pasaban sólo carruajes de tráfico local.

"Señor, creo que este lugar es lo mejor que vamos a encontrar para poder descansar," le dijo el cochero a su patrón.

"Está bien, Smith," dijo el señor Darcy y descendió de su lujoso carruaje. El cochero y su acompañante, se encargaron de alimentar y dar de beber agua a los caballos, mientras ellos comían algo en el establo.

Después de refrescarse, el señor Darcy se dirigió al comedor principal de la posada que se veía bastante simple. Él no estaba acostumbrado a lugares como ese, pero sabía que no podía quejarse. Él sólo deseaba poder tomar una taza de té caliente o algún plato de sopa mientras esperaba.

Al entrar se dirigió inmediatamente a un rincón en donde no había nadie. Él no deseaba tener que hablar con ninguna persona, y menos tener que mantener una conversación trivial con algún desconocido.

Desde ese rincón, comenzó a mirar a su alrededor para ver si había alguien podía traerle un poco de té, pero todos los empleados estaban ocupados. De repente, vio a Elizabeth que estaba sentada sola mientras tomaba algo que parecía una sopa. Al instante, su corazón se aceleró y pensó en ir hacia donde estaba ella y entregarle la carta. Pero estaban en un lugar público y hacer algo como eso suponía ponerla en una situación comprometedora. Además, no deseaba que ella notara su presencia, él deseaba poder mirarla libremente y recordar cada uno de los detalles de su rostro.

La señora Taylor había ido a refrescarse hace más de diez minutos y aún no regresaba. Elizabeth estaba un poco preocupada y cuando iba a ponerse de pie para ir en busca de ella, un grupo de tres hombres armados entró al comedor insultando a todos los presentes y haciendo todo tipo de amenazas.

Esos hombres eran un grupo de rufianes locales que vieron una buena oportunidad de hacer dinero fácil gracias al desvío en los caminos. Ellos no notaron al señor Darcy, porque estaba casi oculto en aquel rincón, pero si vieron a Elizabeth y uno de ellos se sintió muy interesado en ella.

"Hola bonita, ¿cómo te llamas?" dijo el rufián con voz lasciva. Elizabeth estaba tan asustada que no pudo contestar.

"Cole, no vinimos a este antro a jugar con chicas sino a robar."

"Lo dices porque estás celoso, Jack, pero yo la vi primero, es mía. Verá señorita, los hombres como nosotros no estamos acostumbrados a relacionarnos con preciosuras como tú," añadió Cole acercándose peligrosamente a Elizabeth.

Ella estaba aterrada, porque ese hombre la miraba de una forma que la hacía sentir sucia. "Señor, por favor…"

"¿Está todo bien, querida?" preguntó el señor Darcy a Elizabeth. Ella estaba tan sorprendida pero contenta a la vez que no pudo evitar sonreír de alivio. Nunca pensó que después de rogar no verlo nunca más, se iba a alegrar tanto al verlo.

"¿Y este quién es, preciosura," dijo Cole mirando con desprecio al alto y elegante hombre que estaba enfrente de él y que lo miraba desafiantemente.

"Yo soy Fitzwilliam Darcy, y ella es Elizabeth Darcy, mi esposa," dijo el señor Darcy, se sentó al lado de Elizabeth y tomó su mano entre las de él.

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Este es el primer capítulo de mi nueva historia que por ahora, no tiene nombre. Comenzaré a publicarla una vez haya terminado con "El heredero" Esta historia será 100% en español y no creo que la traduzca al inglés, por lo menos no en el corto plazo.

Díganme qué les parece y además acepto sugerencia de nombres.

Saludos,

Yo