Disclaimer: Todos los personajes de Twilight pertenecen a la genial Stephanie Meyer. Yo sólo juego con ellos =)


*Mil gracias a mi beta de aquel entonces: larosaderosas que me ayudó muchísimo en mejorar este fic en su primera versión. Aprendí muchísimo contigo, Rosa. =)


Música recomendada:

- "Born to be my baby" - Bon Jovi.

- "With or without you" - U2


Capítulo 14

Bella

Mi corazón palpitaba con fuerza.

Estaba detenida, tratando de pasa desapercibida, y agudizando mis sentidos al máximo para poder escuchar lo que sucedía. Como si el universo confabulara a mi favor, el ruido del salón se volvió nada y sólo tuve oído para escuchar la voz chillona de una rubia que estaba segura había seguido los pasos de Edward para encararlo. Iba a preguntarme por qué, pero era lógico a estas alturas el por qué.

¿Lo adivinaron?

—(…) mi hermana está muy alterada por tu repentino alejamiento sin una explicación, Edward. Así que le conté todo lo que vi ese día en la Bienal de arquitectura que asistimos con Emmett y Jacob. Vi cómo mirabas a esa chica mientras daba un discursillo en el podio principal —expresó Tanya, esto último con desprecio—. Parecías un cachorro embobado y yo no podía permitir que le hicieras eso a mi hermana.

— Por favor, Tanya… tu hermana sabe muy bien porque terminamos. Además, hiciste muy mal, ¿quién te manda a meter las narices donde nadie te llama? —le dijo con rudeza.

— Es mi hermana Edward y odio verla sufrir.

Edward bufó.

— Por eso me interrumpiste aquel día engañándome que tenías dolor de cabeza para que te llevara a tu casa y así no pudiera acercarme a Bella, ¿no es así?

— Sí —dijo sin titubear.

La noticia demoró en ser procesada por mi cerebro, ¿qué hacía esa mujer en la Bienal? ¿Será por eso que Alice se mostró intranquila y enojada? ¿Tanya fue la "causa" que le prohibió saludarme?

Por culpa de esta "señorita", nuestro primer encuentro no se llevó a cabo. Pequeña rubia estúpida.

— Aún no puedo creer que esa se haya transformado en la mujer que vi hoy —dijo ella despectivamente.

— Tanya trata bien a Isabella, por favor. Ella no te ha hecho nada para que seas tan maleducada.

Se hizo un silencio. Mi corazón bombeaba desenfrenadamente.

— Deberías cuidar a tus mujeres, Edward. Poner al tanto a Irina solo ha sido salvarte de una desagradable escena con ella. ¿Te imaginas si hubiera descubierto tu traición sin estar avisada?

— Tanya, por favor no juegues conmigo. Tu hermana sabía muy bien todo lo que pasó entre nosotros. Si tú no estabas al tanto, te ruego se lo reclames a ella y a mí me dejes en paz —el tono de voz de Edward adquirió un tinte de aburrimiento. Parecía que no era la primera vez que Irina o su hermana insistían en el asunto, pero, ¿por qué? ¿Por qué Edward era tan cotizado por las hermana Denali? ¿Se debía sólo a su buen físico y su gran empeño por el trabajo? ¿Existía acaso otra razón? Era extraño, pero a la vez tan racional. No desvié mi mirada de las flores, pero capté el sobresalto en la respuesta de la rubia.

— ¡No seas tan malditamente irracional! —espetó.

— No lo soy, pero Irina no tiene nada que ver en este asunto. Lo nuestro ya acabó y ella lo sabe muy bien. Por algo no la he llamado todo este tiempo, ¿no?

— ¿Cómo puedes ser tan cruel? Ella te ama.

— ¿Desde cuándo eres una experta en el amor? —se burló él.

— Han dado mucho que hablar este año. Hacen la pareja perfecta, Edward. Es suficiente para saberlo.

La vista fija que tenía en los maceteros del restaurante se desconcentró al escuchar esto último. Podría pretender que no lo había escuchado e intentar apartarme emocionalmente de ciertos asuntos que no me incumbían por tratarse del pasado, pero… se trataba de Edward, mi príncipe, mi hombre… era lógico que un tipo como él había tenido en su vida varias mujeres, no podía faltarle una, y sin duda, Irina era preciosa y sería fuego en la cama, cosa que los proclamaba la pareja perfecta… ¿no?

No. No lo eran.

— Irina volverá a ser la de antes, cariñosa y dulce como la conociste, si pones en claro tus prioridades.

— Mi prioridad es Isabella —afirmó sin dudar, como si quisiera que se quedara grabado en piedra, lo que hizo que mi corazón saltara de emoción a la vez que una oleada de alivio me inundaba el cuerpo. Nuestra conexión permanecía inalterable. Yo era lo más importante para él que cualquier otra cosa.

— Algún día tu insufrible ego será tu perdición, Edward —le advirtió irritada e hizo que se me encrespasen los vellos de la piel. En mi opinión, las personas creídas y arrogantes eran lo peor, pero las personas dispuestas a hacer daño deberían recibir una dosis de su propia medicina.

Edward no se había equivocado, estas hermanas tenían escrúpulos suficientes para amenazar y cobrar venganza. Y yo odiaba eso.

Con una nueva fuerza, adquirida también por las palabras de Jasper y Riley, salí de mi hueco para enfrentarla exactamente como me dijo Leah: si quería ser feliz y empezar a construir mis fantasías, debía enfrentarme a todos los obstáculos y luchar con todas las armas posibles, olvidar los monstruos de cartón y de papel y aceptar los de carne y hueso… Y pues, aquí estaba, lista para la batalla.

Tenía que creer en mí.

— Edward —lo llamé entrando al Hall, una pequeña salita de estar invitaba a la conversación, pero aquí el ambiente era muy tenso—. ¿Querías hablar conmigo?

— Bella, mi amor, que bueno que ya estés aquí —me sonrió tomándome de la mano en señal de afecto y me hizo acomodarme en su pecho haciéndome sentir demasiado unida a él—. Estuve hablando con Tanya y creo que te debe una disculpa, no sólo por hoy sino por algunos hechos del pasado.

— ¡Edward! —protestó furiosa.

— No estaría mal para empezar, Tanya. Además, no querrás poner incómodos a los invitados de tu primo, ¿no?

Con la mandíbula rígida y cada átomo de su cuerpo exhalando odio ante su inminente derrota, se disculpó conmigo. Edward tomaba ventaja de su edad y no le había dado escapatoria. Tanya era manipuladora, pero también era una muchacha de menos de veinte años y parecía que tenía muy en consideración a Edward.

— Discúlpame Isabella. De verdad que no tenía intención de hacerte sentir incómoda —me dijo suavemente consiguiendo forzar una sonrisa.

— Yo tampoco quiero causar problemas, Tanya. Pero supongo que ha tenido que ser un muy golpe fuerte el tener que aceptar a alguien desconocido en esta cena. Ha sido una conmoción conocerlos, no lo puedo negar, pero estoy segura que se acostumbraran a verme más seguido por ser la novia de Edward —le dije con una sonrisa y tratando de apaciguar los martillazos de mi corazón por haber sido valiente. Tanya entendió muy bien de qué iban mis palabras y entrecerró los ojos, poniéndose a la defensiva. Ella pensó encontrarse con una estúpida, pues se equivocó, de eso no tenía ni un pelo.

— Me reuniré con ustedes en la terraza en cuanto pueda —finalizó. Edward reprimió una risita y de inmediato ésta le lanzó una última mirada de desafío para luego encaminarse hacia el pasillo opuesto.

— Bien hecho —murmuró Edward tan cerca de mi oído que su aliento cálido me hizo estremecer y los nervios que tenía tan sensibilizados por la pequeña afrenta se transformaron en un cosquilleo placentero—. Ven… —me tomó de la mano y me llevó por el pasillo.

Pasamos una mampara de vidrio conocida y nos adentramos al lounge. Como si fuese un dejavù, las imágenes de nuestra primera cita se arremolinaron en mi cabeza como pequeñas diapositivas en vinilo haciéndome parar y sentirme entre mareada y feliz.

El vino… los Spaguettis… sus caricias… el cuadro del Castillo de Italia… las velas…

Con sólo recordar que aquí estuvimos juntos riendo, cenando, conversando y compartiendo momentos muy lindos me sentí vibrar y una sensación de regocijo atacó mi pecho…

Edward intuyó todo esto y me abrazó por la espalda pegándome a su cuerpo.

— Mi amor, eso estuvo magnífico —me apremió—. No pensé que le hablarías a Tanya así… —sonrió apartando el cabello que cubría mi cuello y parte de mis hombros para presionar mi piel con sus labios mientras que sus manos afianzaban su agarre por mi estómago acercándome hacia él.

— Ni yo... — cerré mis ojos.

La adrenalina del momento aún seguía alterando mi flujo sanguíneo haciéndome recordar con cada pulsación la valentía que había tenido para hablarle claramente a esa mujer y no haber permitido que su altivez influyera en mí. Además, esta misma adrenalina hacía que brotaran desde lo más profundo, sensaciones de gozo y excitación a la vez, lo que Edward intensificaba y daba un tono más sexual con el movimiento circular de la yema de sus dedos en mi vientre.

Quise olvidarme del mundo, rendirme a su deseo, pero mi consciencia me dictaba al oído que lo primero era esclarecer nuestra pequeña divergencia. Con mi mano, traté de soltar las suyas, pero él fue más fuerte, me apretó aún más a su pubis mostrándome lo muy dispuesto que ya estaba.

—Has estado asombrosa hoy —murmuró, mordisqueando mi cuello—. No tienes idea de lo excitante que ha sido verte así, dejándoles bien en claro lo que somos, Bella.

Sonreí porque a mí también me gustaba verlo defenderme y defender lo nuestro. Pero si no hablaba en este momento, estaba segura que no hablaría más y él debía de saber que había obrado mal.

— No Edward… no creas que ya te perdoné —dije aún temblorosa.

— ¿Sigues molesta?

— ¿Y todavía lo preguntas? —Le dije soltándome de su agarre y adentrándome más en el bar—. Yo acudía a tu llamado sólo para dejar bien en claro este punto.

— Pero Bella, mi amor... Sabes que no puedo aguantar que nadie se te acerque, ni se fije en ti como él lo hace —me dijo mostrando carita de niño abandonado. No iba a funcionar esta vez.

— ¡Edward! Jacob no te ha hecho nada —me atrapó de la cintura y me arrinconó en la pared más cercana al bar—. No, no… déjame hablar —logré zafarme—. Que Jacob me haya invitado a una cita y me haya visitado en la obra no es motivo para tratarlo como si fuese un criminal.

— Pero... ¡Pero ya sabes que soy celoso!

— ¡Edward! Reconoce que has hecho mal. Si no, no te voy a volver a hablar durante toda la noche ni en las siguientes —lo amenacé, pero ni yo misma estaba convencida.

— ¡Te había invito a almorzar, te había invitado a la cena de esta noche y te estaba tocando! ¡Es motivo suficiente para...!

— No Edward, ¡no lo es! Él no me ha hecho nada malo, simplemente se ha mostrado cordial, como siempre lo hace. Además, debes saber que puedo defenderme sola y Jacob en ningún momento ha hecho algo que yo no quisiera —dije con voz alta. Por supuesto que yo tenía razón. Jacob podía ser haragán, tardón e irresponsable, pero él no se había comportado como lo había hecho James.

— Se metió donde no lo llamaron. Pretendió lo que es mío.

— Edward, soy tuya... Ya lo sabes. Pero debes controlarte más —me miró enojado, pero sólo le duró un segundo porque luego, como un niño malcriado se cruzó de brazos refunfuñando. Me di media vuelta suspirando y buscando un lugar para apoyarme, cuando vi, en la barra del bar, algo que me sorprendió: dos copas de vino y un pedazo de torta de tiramisú de chocolate decorado con fresas y cartuchos de fudge—. ¿Qué es esto, Edward? —le pregunté recostándome sobre la barra. Él levantó su rostro confundido, como si hubiera estado abstraído en sus pensamientos.

— Ah… eso… Pensé que podríamos comer el postre aquí, los dos solos recordando nuestra primera cita —confesó apenado.

Me mordí el labio, ¿por qué tenía que ser así? ¿Por qué tenía que ser tan detallista? ¿Por qué me hacía sentir culpable?

Cosas, tan dulces como esta, me hacían volar y sonreír de ilusión pura.

— ¿Aceptarías comer el postre conmigo?

— No… —se asustó—. ¿Cómo podría decirte que no?

— No lo hagas —la tensión de su rostro fue sustituida por una sensual sonrisa y se acercó a donde estaba. Mi corazón inició un alocado galope y mi resistencia empezó a ceder—. Bella hoy ha sido un día espectacular. Te presenté a mis amigos, les caíste bien, salimos airosos de las trampas de Irina... No podía ser más perfecto... —me acarició el brazo izquierdo con el dorso de su mano e hizo que me estremeciera.

Él tenía razón.

— También lo siento así, Edward...

— Entonces, ¿me perdonas? —Me miró con cara de corderito. Hermoso.

— Claro.

—¡Que se joda Jacob!

Reí, aunque no debiera.

—Pero debes ofrecerle una disculpa. Él no hizo nada malo...

Se produjo un silencio.

— Está bien… —dijo finalmente—. Pero no puedes pretender que lo perdone por sobrepasarse contigo hoy y llegar tarde a la reunión —apuntó con seriedad y yo sólo sonreí… ¿habría forma de cambiar a mi chico cavernícola? No, no lo había, y así me gustaba.

— Bueno, podría vivir con eso —Edward rio aumentando a mil el atractivo sensual que tanto me atormentaba—. ¿Sabes? Me gustó todo lo que le dijiste a Tanya e Irina. Me hiciste sentir especial —añadí con un tono de voz más sensual al tanto que delineaba su barbilla.

— Hice lo que mi corazón me dijo, nada más. Sabes que, por ti, haría lo que sea — sonreí mordiéndome el labio inferior. Me encantaba que me hablara así, tan genuino y dulce—. Y discúlpame si…

— Shhhh —le presioné los labios con los dedos—. No digas nada más. Lo sé.

Suspiró aliviado y nos besamos con delicadeza. Sólo un roce de labios. Luego, cogió las dos copas de vino de la barra y me alcanzó una.

— Salud por tu triunfo, mi amor. Salud por nosotros y porque pasemos muchas noches como esta. Juntos por siempre.

— Salud —entrechocamos las copas suavemente y tomamos un sorbo mirándonos por el filo de cristal exactamente igual a como fue nuestra primera vez.

Sentir su verde mirar con un destello cálido hizo que cada parte de mi cuerpo se mostrara ansiosa por sentir su piel en libre contacto con la mía.

— Prueba esto…—me dijo volviéndose hacia el tiramisú y cogiendo el cartucho de chocolate de este. Me lo puso en la boca y yo, de manera sensual, abrí mis labios y lo mordí haciéndolo crujir y saboreándolo al máximo.

Mmmm… delicioso

— Eso no es nada, cariño. El mejor sabor será con el tuyo.

Tragué en seco por la sensualidad que exhibió su tono de voz y tuve que hacer presión en los músculos de mi entrepierna. "¡Si sigue así, sería capaz de montármelo aquí mismo!"

—¡Edward! —Él volvió a besarme y decidí que no podría más. Una oleada de calor fluyó por mis venas.

Terminamos de saborear el postre y con una clarísima tensión sexual, que prometía una noche llena de sorpresas, decidimos regresar a la fiesta antes que nos empezaran a buscar. En definitiva, tendríamos que volver a aquí para celebrar su cumpleaños o el mío y poder tener el lounge sólo para nosotros, estaba segura que ahí, sí no podría negármele a nada.

— ¡Hey! ¿De dónde vienen? —preguntó un Jasper con tono divertido, pero a la vez, sus ojos mostraban cierta contrariedad.

—No te importa, Jazzy.

El aludido rodó los ojos.

—En realidad, te estaba buscando porque necesito que me hagas un favor.

— ¿Qué sucede?

— Mis padres me necesitan esta noche para resolver un caso que podría convertirse en juicio si no encontramos una solución cuanto antes. El cliente es una empresa de sociedad anónima cerrada muy reconocida aquí en Chicago y ha puesto una buena cantidad de dinero en su defensa. Debo revisar pilas de papeles, expedientes y todo documento que nos ayude a probar su inocencia.

— ¿Estás luchando contra una demanda?

— No exactamente, más bien los acusan por malversación de fondos —respondió Jasper seriamente sin darse cuenta que esas cinco palabras me ponían los nervios de punta puesto que mi empresa constructora hacía lo mismo con los materiales—. En fin, las chicas están listas para ir a la fiesta de Heidi y Riley, pero no podré acompañarlas por las obvias razones. Así que te pido por favor estés pendiente de mi hermana y la cuides. Sabes que no puedo dejarla sola y mis padres no quieren que Elisa vaya a una discoteca siendo menor de edad sin supervisión adulta —pidió con acento sureño agarrándose el cabello y tirando de él como desesperado. Su voz no era la excepción—. No tienes idea del berrinche que acaba de hacer en la terraza —agregó con voz pesarosa.

— Irá Jacob, no veo cuál sea el inconveniente.

— ¡Por Dios Edward! ¡Jacob! una sola palabra, un solo nombre y un gran problema. Sabes cómo es él —se dirigió hacia mí y bajó el tono de su voz—: Discúlpame Bella por la forma de expresarme, pero conocemos muy bien de que pie cojea Jake y mi hermana es extremadamente caprichosa para salirse con la suya, no quiero ni imaginar que pasaría si dejo a esos dos solos.

— Te entiendo —respondí de inmediato. Wow…sí que Jacob tenía una fama que lo precedía… No era del todo exagerado lo que Edward me decía de él.

— Bella, mi amor, ¿te molestaría ir a bailar o prefieres ir a descansar?

Negué. Por el rabillo del ojo vi a las "brujas" cruzarse de brazos y murmurar entre ellas, cosa que le importó muy poco a mi diablita ya que ella cogía la manzana que dejaron caer al suelo, la limpiaba y le daba un gran mordisco de pura satisfacción pues de mí, de nosotras dependía su diversión… Sí señor… era genial sentirse importante.

— No, no es ninguna molestia —le sonreí y me dirigí al castaño— Lo hago encantada, Jasper.

— ¡Genial! Lo dije, tienes una novia muy simpática Edward, aparte de ser muy linda —me guiñó el ojo.

El aludido bufó y su amigo silbó haciéndole fruncir más el ceño.

.

Minutos después nos encontrábamos despidiéndonos de los señores Whitlock, los jefes de Edward y los padres de Heidi, quienes conversaban con elegancia a la vez que se servían de las bandejas de plata, copas de vino blanco. Eran pasadas las doce de la noche y recién la verdadera fiesta iba a empezar, para ello, debíamos ir al "Copacabana" en autos separados, pero la protección para Elisa incluía el transporte, ida y vuelta, de la discoteca a la mansión, y como si sus miradas de águila fuesen pocas, se sumaron en el asiento trasero el áspero genio de una de las hermanas Denali mientras que la otra, Irina, se iba en el coche último modelo del apacible Frank Vulturi, por lo visto, un muñeco de compañía más.

Cuando el auto se desvío de la Avenida Lake Shore y se decidió atravesar el malecón de la costa verde, una moto a toda velocidad pasó como si fuese una estrella fugaz formando una cola inmensa de humo y dióxido de carbono. Vi fruncir el ceño a Edward, pero no cambió su temperamento para nada. Se mantenía tranquilo pero inquieto a la vez, como si la conversación que tenían Tanya y Elisa atrás fuese el peor ruido de su vida. Quería escuchar música, algo de jazz, o de Debussy, o de Beethoven, lo que fuese con tal de aliviar las arruguitas de su precioso rostro.

Jacob estacionó su moto en la misma línea blanca que el auto de Edward y lo miró de soslayo hasta que, apenas, cambió la luz roja del semáforo a verde, se adentró velozmente en la aterciopelada noche mientras mi chico se sumió en sus pensamientos tan claros como míticos.

Atravesó el Melrose Park, hasta tomar la avenida Foster y llegar en cinco minutos al "Copacabana" un pub ubicado en una de las zonas de música en directo más conocidas de la ciudad. El edificio en sí había estado dedicado a la industria de principios del siglo XX y su dueño original había mantenido la arquitectura victoriana de la fachada, pero con el transcurrir de los años, las actividades que fueron desarrollándose en la zona hicieron que el edificio adoptara nuevas funciones y copiara a los negocios que se iban instalando hasta que, después de varios intentos y con un poco de arquitectura y diseño de interiores moderno, lograra convertirse en lo que era ahora, uno de los mejores clubes nocturnos de Chicago.

— ¿Te encuentras bien Bella? —me preguntó después de unos largos minutos, cuando Elisa y Tanya se perdían entre la multitud de la zona VIP.

— Sí.

— Estupendo, porque hoy es noche de Rock and Roll.

Atiné a sonreír porque sabía que llegado el momento no bailaría ni una sola canción. Me conozco y el Rock no es uno de mis bailes preferidos, menos sabiendo que mis dos pies izquierdos no podían dar ni siquiera un swing. Para Alice podría resultar un baile súper divertido ya que era una malabarista y tenía una gran agilidad con las piernas y para Leah podría resultar lo más aburrido del mundo porque ella prefería la salsa o el merengue por las raíces latinas que tenía… Pero para mí, era sólo un baile que me gustaba escuchar, pero no bailar… No, no y no… Mi fuerte era otro tipo de baile…

Oh sí… el baile sensual.
Quizá.

— ¿Te parece bien este lugar? Tenemos una gran vista a la pista de baile o, ¿prefieres el que está allá? —sugirió señalándome la mesa vacía que se encontraba al otro extremo del mezanine, también tenía vista a la pista de baile, pero, por el juego de luces, se mostraba como un lugar más tranquilo y discreto.

Perfecto para una buena ronda de besos y caricias.

— Ese está muy bien —le dije acercándome a su rostro para rodear su cuello con mis brazos y empezar a besarlo. Si cada sentido, si cada caricia por separado, era capaz de producirme una fuerte reacción emocional, el besarlo me transportaba al séptimo cielo… Cada beso, cada roce inesperado hasta la misma fusión de nuestros cuerpos por medio de los labios se parecía al choque, a la colisión de dos estrellas… No sabían la tranquilidad que era el volver a sentir sus labios… era como si no los hubiese tenido una eternidad, como si hubiera estado sedienta de él por años… sólo de él.

Terminamos de besarnos con un simple roce y vi a Edward sonreír en mi boca. Me miró de aquella forma que me deslumbraba y que me hacía olvidar donde estábamos, aquella forma en que sus ojos verdes tornasolados se fijaban en los míos como si quisiesen fijar su alma en ellos.

— El azul hace maravillas en tus ojos y en tu piel, Bella —me guio hacia el sillón de cuero negro y nos acomodamos uno al lado del otro.

El área VIP se caracterizaba no solo por encontrarse en el entrepiso del edificio sino por la utilización de colores lilas y azules haciéndolo más sofisticado y en contraste total con la gran pista de baile. Era una zona pequeña, la música no golpeaba de manera escandalosa y se podía conversar con tranquilidad; pero aun así, no había rastro alguno de Jacob ni del resto, lo que nos tenía sin cuidado, sobre todo a mí porque tenía a Edward a mi lado y era lo único que me debía interesar. Al instante que tomamos asiento, una chica se nos acercó y nos ofreció la carta de tragos, Edward me hizo elegir primero y escogí un Blue Long Island a lo que él imitó pidiendo además dos Ginger Ale. Mis favoritos. Siempre que salíamos con las chicas nos tomábamos dos de esas peceras azules alcoholizados para "entrar en onda" y bailar al ritmo de Leah.

— Isabella deja de mirarme con esa cara o quieres que todos se enteren de lo que soy capaz de hacer contigo en este preciso instante — Inténtalo. Oh sí… —Y no sería para nada suave —añadió con voz sensual pasando uno de sus brazos alrededor de mi espalda mientras que con los dedos sostenía un cigarrillo que segundos atrás sacó de una cajetilla blanca.

— Te ves muy sexy con un cigarrillo en la boca —exhaló el humo al costado y mi cuerpo palpitó—. El señor Cullen es también un chico malo.

— Todos tenemos un aire de maldad en nuestro interior, Bella.

— Pues a mí me pareces sexy… No puedo dejar de imaginarte con un cigarrillo en la boca mientras te las das del gran estafador encubierto en el casino de Las Vegas. Verte jugar Texas Hold'em debe ser una maravilla —le dije y él rio de lado.

— ¿Mafioso como Paul Newman? —Asentí—. Ves muchas películas mi amor… pero ¿sabes? Deberíamos ir un día a jugar juntos. Te sorprenderías del gran instinto que tengo para ganar —le dio otra caladita al cigarro de manera sexy.

— ¿Siempre eres tan pedante?

— No, pero si voy contigo, sería la envidia de todos, suficiente para enseñarles quién tiene el mejor premio del mundo.

— Ahí sí serías el gran "patán apostador patán Cullen"

— Me gusta cómo suena —me sonrió de oreja a oreja y apagó su cigarrillo en el cenicero para luego levantarse del sillón con rapidez—. Vamos a bailar. Esta canción me gusta.

— ¡¿Rock de los sesenta? —exclamé al escuchar las primeras notas musicales de la melodía.

— La misma.

— Yo no bailo, Edward… ¡Edward!

Y fue en vano.

Me arrastró a la pista de baile tomándome de la mano para darme un par de vueltas sobre mi sitio y empezar a moverse al compás de la canción de Elvis Presley…

The warden threw a party in the county jail.
The prison band was there and they began to wail.
The band was jumpin' and the joint began to swing.
You should've heard those knocked out jailbirds sing.
Let's rock, everybody, let's rock.
Everybody in the whole cell block
was dancin' to the Jailhouse Rock

Spider Murphy played the tenor saxophone,
Little Joe was blowin' on the slide trombone.
The drummer boy from Illinois went crash, boom, bang,
the whole rhythm section was the Purple Gang.
Let's rock, everybody, let's rock.
Everybody in the whole cell block
was dancin' to the Jailhouse Rock.

Number forty-seven said to number three:
"You're the cutest jailbird I ever did see.
I sure would be delighted with your company,
come on and do the Jailhouse Rock with me."
Let's rock, everybody, let's rock.
Everybody in the whole cell block
was dancin' to the Jailhouse Rock.
.

Empecé a reír, no sabía qué hacer y él bailaba hermoso inclinándose ligeramente hacia mí moviendo sus caderas con maestría, con la misma que tiene cuando nos dejamos llevar por la desenfrenada pasión que nos caracterizaba. Edward me tomó de la mano derecha y me dio unas cuentas vueltas más para después enrollar su brazo en mi dorso y hacerme girar… wow… no sabía yo que podía bailar… aun así no paraba de reír. Traté de seguir su ritmo empezando a mover mi pie izquierdo y luego el derecho, pero no me salía del todo bien… ¡Demonios! Ya me imaginaba la cara de Alice si me viera de esta manera, dando pena, de seguro estaría igual que mi diablita exhibicionista y malévola, totalmente ceñuda y con los brazos cruzados.

Edward, por el contrario, se carcajeó conmigo en todo momento y fue genial porque habíamos aprendido a compartir momentos íntimos fantásticos no solo en el ámbito sexual sino en el ámbito subliminal, sentimental, cosa nueva para mí. La música fue cambiando y él me atrajo hacia su cuerpo haciéndome apoyar mi rostro en su pecho para comenzar a bailar más despacio, bajando de ritmo y de cadencia; así nos mantuvimos por un buen rato hasta que empezó a sonar una canción de U2, "With or without you", una de mis preferidas desde que vi uno de los capítulos de la segunda temporada de Friends

Bailamos pegadito, rozándonos y haciéndonos estremecer con cada respiro y roce.

La noche, madrugada o el día ya no contaba para mí, nos divertimos muchísimo, nos reímos, bromeamos, nos besamos, bebimos nuestros tragos, conversamos y admiré un par de veces más cómo salía el humo del cigarro de sus finos labios.

— Ya regreso, iré por unas bebidas —le dije parándome del sillón, pero él fue más listo y me atrajo de la mano para sentarme sobre sus piernas. Su boca quedó a centímetros de mi cuello y su aliento a menta y cigarro hizo que los nervios de mi columna se excitaran al máximo. Al parecer la posición también le afectó porque tragó saliva y sus manos fueron a parar a mis muslos.

— No vayas…

— Déjame mimarte… Quiero ser una buena novia después de todo lo que has hecho por mí hoy.

— No deseo tomar más alcohol, Isabella. Preferiría beber de ti… —dijo con voz de mando, iba a refutar, pero él me calló con uno de sus dedos— Shhhh… sé que es difícil por la posición en que estamos, pero si sigues insistiendo en que irás por tragos, soy capaz de echarte en este mismo sillón y hacerte rendir de placer.

— Edward…

Oh… Mi niño caprichoso se convirtió en mi sexy cavernícola otra vez… Aquel que lo quería todo sin medir las consecuencias… y eso me encantaba, sí señor

— Solo si me dejaras acariciar por aquí… —susurró mientras sus dedos empezaban a juguetear por mis muslos haciéndome erizar la piel— o tocar por acá…—apartó mis piernas y siguió su recorrido adentrándose lentamente hasta mi sexo— para sumergirme dentro de ti e invadirme con tu ardor… —hizo pequeños círculos tratando de abrir la carne provocando que me humedeciera aún más y un escalofrío delicioso recorriese todo el largo de mi columna—…con eso… estaría más que satisfecho.

— Edward… No me provoques… —sollocé.

— No lo hago, solo te aviso lo que haré contigo si no te portas bien.

Morí y ascendí al cielo.

O descendí al infierno.

No me importaba donde estaba… su aroma y sus palabras me inquietaban y me excitaban a tal punto que solo humedecía mis labios porque no podía dejar de temblar para hacer algo más mientras él seguía jugando con mi piel.

Gemí, las llamas me consumían. Necesitaba sus labios y lo besé.

— Me encanta que me hables así, Edward —le susurré sensualmente con el poco aire que me quedaba ejerciendo un poco de presión sobre su entrepierna. Él gruñó en aprobación y volví a besarlo—. Pero en verdad quiero complacerte esta noche… déjame ir —me paré de inmediato sin darle tiempo a nada. Cuando él reaccionó, yo ya estaba arreglándome el vestido disimuladamente, le mandé un besito volado y él solo rio echando su cabeza hacia atrás. Bello. Quizá me ganaría un pequeño castigo de su parte luego, pero que importaba, tenía ganas de consentir a mi hombre…

La barra de la zona VIP se encontraba en medio de la pista de baile, pero en ningún momento interrumpía el tránsito, es más, hacía que la discoteca se viera más fluida y ordenada porque el piso de bloques de vidrio la hacía resaltar y permitía que fuese el eje central y el más llamativo de toda la estancia. Los colores, verdes, azules y amarillos, acompañados de una sutil decoración tropical hacían que verdaderamente te sientas en alguna discoteca de alguna playa del Caribe, de aquellas que vi muchas veces en las revistas de viajes que guardaba en mi departamento. Si no podría viajar, al menos podría transportarme a exóticos lugares con el poder de la mente.

— Buenas noches, ¿podría darme dos Tequila Sunrise? —pedí amablemente, no esforcé mucho mi voz porque la música en esta área era baja.

— Enseguida, señorita —me respondió el barman con una sonrisa.

— Así que tú eres la nueva acompañante de Edward… —dijo una voz detrás de mí. Al instante supe de quien se trataba pues ya me parecía raro que no me hubiera hablado en toda la noche. Por sus miradas, sabía que tarde o temprano, el rostro cínico, la máscara de perfección tendrían que caer.

— Hola, Irina —le respondí volteándome. Me importó muy poco que ella sea rubia, exuberante y de ojos azules, yo tenía la esencia de Edward en mí, tenía su olor a hombre impregnado en mi cuerpo, y eso me daba valor para empezar la lucha.

— Querida, nunca dije que podías tutearme. Tú y yo no tenemos el mismo nivel.

Saca la espada láser, Isabella… ¿Quién se cree esa?

— Lo mismo digo —respondí. Yo no tenía por qué esconderme ni amilanarme ante ella. Podré haber sido una miedosa en las relaciones sentimentales, pero no era ninguna idiota para no saber defenderme.

— Mira querida, seré clara —dio un paso más hacia mí—. Te lo voy a decir para que no salgas lastimada. No te hagas muchas ilusiones con Edward… vas a ver que al final del día sabrá quién y qué es lo que le conviene para su vida. Es lógico que sienta curiosidad por experiencias nuevas —dijo ella con un brillo envenenado en su mirada—. Quizá seas una simple ilusión, o un capricho pasajero, pero cuando se tenga que enfrentar y abrir los ojos a lo que le espera en el futuro, se dará cuenta del error y la pérdida de tiempo que fue estar contigo —finalizó con arrogancia, cada palabra, cada frase retumbaba en mi oído haciéndome hervir la sangre.

Si quería hacerme sentir mal, estaba muy equivocada. Nadie podía hacerme sentir mal, mucho menos amenazarme. Odiaba las amenazas.

— No necesito esto —espeté—. Edward no es un niño de kindergarden para no saber disertar entre lo que quiere y lo que ya no quiere. Si él no te ha buscado es porque ya no te quiere ver, es obvio, ¿no crees?

Irina entrecerró los ojos con recelo estudiando mis facciones. Lo mismo hice yo sin bajarle la mirarla. La guerra entre las dos felinas estaba iniciándose, dos mujeres por igual. Una, luchando con la frente en alto con el poder de su hombre como único escudo y la otra, mostrando su superioridad ante un escenario fuera de lo común, donde las dos teníamos las de ganar o las de perder.

— Lo has tenido para ti sola durante algunas semanas, espero lo hayas disfrutado, porque pronto, se dará cuenta de lo que realmente le conviene —volvió a remarcar esto último mientras transformaba su expresión en una sonrisa que no consiguió llegar a sus ojos—. Sigue sirviéndole de juguete barato para que descargue su furia y su rebeldía…

Me acerqué totalmente indignada. Tranquila. Esto no podía permitírselo. Irina ha mostrado el cobre… tu demuéstrale que eres una reina, al estilo dama inglesa.

— Repite lo que dijiste —dije con toda la calma de la que era capaz mientras intentaba mantener la compostura.

— Ay, cariño, es algo simple: eres una regalada —soltó—, dime, ¿crees que todo lo que vives es genuino? ¿Crees que nadie se ha dado cuenta de la forma animal con que te mira Edward?

— Eso no te importa —la miré con furia. Ella solo sonrió.

— Claro que no… tú eres la zorr…—apreté mi puño y ya me iba encima suyo cuando fui interrumpida por una voz rasposa a la vez que la susodicha fingía sentirse escandalizada.

— ¿Sucede algo, Irina? —los ojos de Frank Vulturi ardían con la exigencia de saber que pasaba, iban de mi pose de atacante ante su "damisela en apuros" a Irina.

— No... —respondió nerviosa—. Bueno, en realidad trataba de hablar con ella, pero me he dado cuenta que con gente fuera de nivel es difícil entablar conversación —su descarada arrogancia reavivó en mí el resentimiento por verme forzada a esta situación. Frank adoptó una expresión más severa, por lo visto, el papel de víctima le había quedado muy bien frente a aquel hombre—. Vamos Frankie, no vale la pena —frunció sus labios en una sonrisa falsa y se retiró enviando sus ondas platinadas hacia atrás. El moreno le pasó el brazo por la espalda como si estuviera consolándola y avanzaron entre la multitud hasta desaparecer.

Aparte de creída, amenazante, era una manipuladora de primera.

— Sus bebidas señorita —me recordó la voz del barman. Giré mi cabeza y lo miré con extrañeza. ¿Qué había sido eso? ¿Qué mierda había sido eso? Con la cólera y el instinto de protección y supervivencia dentro de la selva bebí de un solo trago todo el tequila.

— Dame otro igual.

Regresé de inmediato al lugar donde estaba Edward con una rabia que no cabía en mi interior. Él se dio cuenta de mi estado de ánimo y de inmediato se paró para ayudarme con las bebidas.

— ¿Qué pasó mi amor? —me miró preocupado.

— Nada.

— Vamos dímelo. Si alguien te faltó el respeto o trató de sobrepasarse contigo, solo dime quién fue que yo me encargo del resto.

Me mordí el labio fuertemente. Si uno quiere que la relación avance, lo mejor es decir la verdad y compartir los problemas por más estúpidos o difíciles que sean. La clave para que todo marche bien, es la honestidad y con mentiras u omisiones no se podía construir el mundo. Y si yo quería sentirme realmente unida a él, debía confiar en su palabra y su protección.

— Hablé con Irina —dije por fin en una zona más tranquila, cerca de los sanitarios.

— ¡¿Cómo?! —Gritó confundido—. ¿En qué momento…? ¿Qué te dijo? —se puso serio.

— Me encontró en la barra. Supongo que nos vio aquí y me siguió hasta allí para insultarme y advertirme del daño que me harás si continuara contigo.

— ¡Mierda! ¿Qué más te dijo? —preguntó enojado, su rostro adquirió un matiz extraño y puedo jurar que masculló más palabras para sí.

Le di unos cuantos detalles más, pero omití la parte en que se hizo la víctima. No era necesario decirlo ni tampoco alargar este asunto. Eso era entre ella y yo.

— No debí dejarte ir. ¡Atreverse a tanto!

— Sé cuidarme sola, Edward. Ya te lo dije, no soy una muñeca de porcelana —le respondí apretando con fuerza el puente de mi nariz, la cólera palpitaba vivamente por mis venas.

— Lo sé Bella, lo sé… ¡Mierda! —gritó—. Pero debes entender que eres lo más importante que tengo ahora. Mi deber es defenderte y protegerte contra todos, Isabella.

— Edward… —dije acongojada. ¿Cómo era capaz de pronunciar tan bellas palabras en medio de un caos? —. Ven… —me acerqué y lo abracé con fuerza, expresándole en ese gesto todo el cariño que le tenía y lo feliz que me hacía su apoyo—. Quiero olvidarlo, Edward… solo fue un momento agrio que no quiero recordar.

— Nadie Isabella, nadie hará que tú y yo nos separemos —levantó mi rostro con suavidad—. Sé que eres una mujer fuerte y valiente que no tiene miedo a decir la verdad. Eso fue lo que me gustó de ti, eso es lo que me encanta... Pero déjate cuidar, mi amor… Ya estoy aquí.

Sonreí. Otro obstáculo más. Otro maldito obstáculo más. Pero, la vida está llena de ellos, ¿no? Sino no sería vida…

— Ven… vamos a movernos un poco…

Terminaba de sonar "Sex on fire" y empezaba una canción muy ochentera, de aquellas que podías bailar lento y despacio y eso hicimos… nos movimos sin prisa, disfrutando de la cercanía del uno del otro hasta que la melodía cambió hacia un estilo pop-rock moderno, el cual nos encantó, sobre todo por la letra de la canción… ¿Irina nos vería?, ¡claro que lo hacía! Y era muy satisfactorio saber que teníamos público.

Rainy night and we worked all day
We both got jobs 'cuz there's bills to play
We got something they can't take away
Our love, our lives

Close the door, leave the cold outside
I don't need nothing when I'm by your side
We got something that'll never die
Our dreams, our pride

My heart beats like a drum (all night)
Flesh to flesh, one to one (and it's alright)
And I'll never let go cause
There's something I know deep inside

You were born to be my baby
And baby, I was made to be your man
We got something to believe in
Even if we don't know where we stand
Only God would know the reasons
But I bet he must have had a plan
Cause you were born to be my baby
And baby, I was made to be your man

— Naciste para ser mía, Isabella. Y yo nací solo para estar a tu lado —me dijo al oído.

— ¿Crees en el destino?

— Creo en todo lo que me haya llevado hacia ti… pero esto —llevó una mano a mi corazón— y esto —llevo la otra mano a mi cadera para apretarla contra sí— esto es fatalidad pura Isabella, es química asombrosa… es…

Sonreí acariciándole el cabello y atrayéndolo hacia mí para depositar sobre sus labios miles de besos muy pequeños recorriendo así toda su boca y la comisura de ella. Sabía lo que podía decirme y aún no estaba lista para escucharlo. Lo sentía, lo estaba sintiendo cada vez más dentro de mí… pero para ello, debía estar más preparada.

Light a candle, blow the world away
Table for two on a TV tray
It ain't fancy, baby that's OK
Our time, our way

So hold me close better hand on tight
Buckle up, baby, it's a bumpy ride
We're two kids hitching down the road of life
Our world, our flight

If we stand side by side (all night)
There's a chance we'll get by (and it's alright)
And I'll know that you'll be live
In my heart till the day I die

Cause you were born to be my baby
And baby, I was made to be your man
We got something to believe in
Even if we don't know where we stand
Only God would know the reasons
But I bet he must have had a plan
Cause you were born to be my baby
And baby, I was made to be your man

My heart beats like a drum (all night)
Flesh to flesh, one to one (and it's alright)
And I'll never let go cause
There's something I know deep inside
Cause you were born to be my baby
And baby, I was made to be your man
We got something to believe in
Even if we don't know where we stand
Only God would know the reasons
But I bet he must have had a plan
Cause you were born to be my baby
And baby, I was made to be your man

— Yo también lo siento igual, Edward.

.

Después de este momento sublime, ya me sentía recorrer toda la avenida principal de Chicago con mis hermosas alas plateadas, me sentía resplandecer en medio de la noche con un aura de felicidad y emotividad al máximo que ponía celosas a las estrellas.

"Hoy miro al cielo y en ti puedo ver a la estrella que siempre soñé"

El tiempo pasó volando y el alcohol había hecho su efecto. Me sentía más tranquila y desinhibida, listísima para atacar a la primera zorra que se apareciese en mi camino… así como también muy dispuesta, con los vellos de mi cuerpo erizados, para disfrutar del toque sutil y erótico de Edward mientras bailábamos. Y fue así, que logramos disipar a Riley y Heidi que estaban de lo más felices bailando, el castaño pasó la voz a mi novio y se nos acercaron luego de terminada la música. Se unieron a nuestra mesa y conversamos un poco más. Heidi estaba más desenvuelta, pero con la misma mirada envenenada hacia mí. Al parecer la influencia de la señorita perfección había tomado efecto en todas. No me sorprendía pues no era la primera vez que me topaba con gente como ella.

En medio de la charla me pareció ver a un hombre musculoso, de la misma contextura que Jacob, transitar entre las mesas, lo seguí con la mirada disimuladamente hasta que lo vi detenerse en una esquina poco iluminada donde se encontró con una rubia, parecida a Tanya. Quizá eran efectos de las copas o del cansancio o el dolor de pies lo que me estaba haciendo tener visiones, pero en un momento de la conversación, vi cómo ella lo observaba con una profunda expresión de indiferencia en el rostro antes que éste se volviera hacia el otro lado y encendiese un cigarrillo.

Era extraño, pero no quise inmiscuirme en asuntos que no me competían. Solo cuando fue la hora de irnos, Tanya demostró la poca cortesía que aún tenía para conmigo y dejó a Elisa sola para introducirse nuevamente en el pub alegando que su hermana la llevaría.

— Edward, no pienso irme contigo —refutó Elisa.

— Debes hacerlo, señorita. Tu hermano te dejó bajo mi responsabilidad y no puedo dejarte sola.

— Jacob me cuidará —respondió con firmeza sorprendiéndome… ¿por qué estas niñas eran tan pegadas a Jacob?

— No discutas Elisa. Nos vamos ahorita.

— Aún es temprano, pareces un viejo gruñón, exactamente como dice Jake. ¡Tienes veintiséis seis, no cuarenta y seis! —exclamó Elisa colocándose un sacón de terciopelo negro y una cartera a juego. Miró a Edward enojada, esperando una respuesta, pero él solo abrió la puerta del coche y esperó hasta que ella entró al volvo maldiciendo por lo bajo. Él había ganado nuevamente frente a estas niñas, no obstante, todo el trayecto a la mansión de Jasper, se puso serio. Le acaricié el rostro con el dorso de mi mano demostrándole mi apoyo y él la buscó con sus labios para besarla, luego de esto, me acurruqué en mi asiento, sintiendo frío y cansancio. Estaba tan agotada por haber bailado con Edward, por haber enfrentado tantas emociones en una sola noche, que ya no daba más. Parecía una zombi.

Cuando llegamos a mi departamento, abrí los ojos, ni siquiera me había dado cuenta que Elisa ya no viajaba con nosotros, que había bajado del auto hacía media hora o menos. Edward me guio hasta el ascensor, luego a mi piso y me abrió la puerta como todo un caballero inglés.

— ¿Qué… —bostecé— hora es?

— Las cuatro y media de la mañana. Vamos a acostarte Bella.

— No… —musité— yo… pero… yo… quiero —bostecé— oh discúlpame Edward… pero estoy muy cansada —él sonrió y me besó con dulzura.

— No lo había notado, pero eres hermosa así también, mi amor. Ven —me alzó con sus brazos y me llevó al dormitorio—… Es hora de dormir.

Moví mis piernas como niñita, articulé palabras incompletas, cosas inentendibles y sabrá Dios que otras cosas más habré dicho, sólo me dejé llevar por él, por la invitación que me hacía su cuerpo y su calor. Cuando mi espalda descansó en una superficie suave y acolchonada, sentí, como si fuese algo lejano, algunas caricias y besos por todo mi rostro y luego del último que depositó en mis labios, cerré los ojos y no los abrí más…

Esa noche, soñé con Edward Cullen.

"Es intuitivamente que te llevo dentro
Es intuitivamente que has llegado a mi
Contigo me divierten todos los excesos
Se alejan mis dudas y venzo los miedos
Encuentro mis razones entre tus misterios
Me ato a la magia de este sentimiento
Y cada deseo se traduce en ti…"

.
.

Al día siguiente desperté con una sonrisa, saboreando cada momento vivido de ayer. La noche anterior había sido un cúmulo de sensaciones, una tómbola de experiencias que giró y giró con una intrépida velocidad y que regresaba a mi consciencia como un carrusel de imágenes.

La cena… el tiramisú… la pelea con Irina… el pub… el baile… sus palabras…

Abrí mis ojos lentamente suspirando e inhalando el aroma más maravilloso que nunca en mi vida había olido. No sabía qué hora era, pero no me quise mover ni un milímetro. Me encontraba desnuda con el cuerpo de Edward descansando a mi costado, su espalda totalmente descubierta era mejor que cualquier paisaje y un diminuto bóxer que cubría sus glúteos de albañil era el pecado más perverso de todas mis adicciones. Era tan fácil despertar con él…

Con una sonrisa triunfal, giré en mi sitio y empecé a recorrer su atlética y fornida figura, aquella que provocaba celos hasta al más perfecto dios griego. No me había detenido antes a admirar cada centímetro de su espalda.

— Hey —dijo con voz aterciopelada.

— Buenos días…

— Buenos días… —se me acercó—. Me hiciste cosquillas, Isabella, ¿qué tocabas?

— Solo te observaba… pareces un ángel durmiendo.

Me sonrió de la única forma que él solía hacer y me giró sobre la cama terminando encima mío. Posó sus labios sobre mi piel, recorrió tiernamente cada espacio de mi cuerpo desnudo haciéndome sentir poco a poco, la fuerza salvaje de su pasión.

— Me gustan tus lunares. Por más que quise contarlos, me fue imposible —le dije pasando mis manos por su espalda, su cabello castaño cobrizo se veía hermoso totalmente enmarañado.

— ¿Sabes lo que dicen acerca de contar los lunares?

— No.

— Pues… —empezó a besarme el cuello— si cuentas los lunares o tratas de contarlos…— posó sus labios en otras partes sensibles de mi cuerpo logrando excitarme— los lunares se reproducen más y más… y nunca… —llevó su boca a mis pezones erectos y los acarició con su cálida lengua— terminarán por desaparecer… nunca… —presentí una sonrisa austera y luego una corriente eléctrica me asaltó por completo al sentir como sus dientes tiraban, succionaban, se adueñaban de mis pezones mientras que él gruñía y se desesperaba al sentir mi humedad y el calor de mis entrañas golpear su piel, invitándolo al desenfreno y a la lujuria.

Cada sonido estremecía mi piel, embrujaba mis fantasías sublimes… no podía decirle con palabras lo que estaba sintiendo por él, me era difícil utilizar palabras cariñosas con él, me costaba decir frases tan románticas como las suyas, pero con mi cuerpo, con mis labios recorriendo su pecho, lo seducía, lo conquistaba sin ningún tabú. Nos entregábamos, nos olvidábamos de la existencia del tiempo, nos olvidábamos del mundo, solo nosotros dos existíamos en esta cama, en este lugar…

Y fue en ese instante, en el que con una simple mirada que lo significaba todo, me penetró, haciendo que mi rostro se contrajera de placer y sintiera estallar una tormenta enfurecida en mi cuerpo. Lentamente fue meciendo sus caderas bajo un ritmo lento y sensual, sacando y metiendo con suavidad para luego volver a arremeter con fuerza hasta el fondo haciéndome gemir y lloriquear de un placer y una sensación que jamás pensé sentir con un hombre…

Mi hombre… mi sexy capataz… mi chico misterioso pero romántico, aquel que deseaba ser amado y comprendido… aquel que desbordaba erotismo…

Era mío, y solo mío…

Los últimos sonidos, placenteros y excitantes, penetraron mis pensamientos a la locura de desearlo, querer tenerlo con más ímpetu, con más fuerza, hasta estremecerme el alma y haciendo que nuestra unión se tornase en una tormenta silenciosa… con eróticas y tiernas miradas naciendo de nuestros ojos.

"Como aguja en un pajar, te busqué sin cesar,
como huella en el mar, tan difícil de hallar
Tanto tiempo busqué, pero al fin te encontré...
y no quiero nada más que vivir en tus brazos…"

Y así pasamos todo el domingo… sin contar el tiempo, el espacio ni el lugar.

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Lunes. Día trágico. Primer día de la semana. Día de usar la guillotina. Día de regreso al mundo real. Odiaba los lunes porque ni el café ni el Redbull podían ir en contra de mi naturaleza de odiar las primeras horas de la mañana. Jessica siempre me esperaba con un cappuccino doble de caramel en mi escritorio, al lado colocaba mi Mug con café cargado que había comprado con Alice hacía unos meses. Era mi rutina de siempre, algo aburrida, sin duda, pero desde que tengo a Edward en mi vida, todo había cambiado… y es que, ¿no les parece que todo podría funcionar mejor cuando sienten un abrazo sincero, un beso o unas palabras que les lleguen al alma?

A mí sí… y era, hasta ahorita, lo mejor que podía existir.

Isabella Swan, chica anti-citas, alérgica al compromiso y señorita libertinaje puro lista para embarcarse en la más terrorífica pero placentera aventura… ¡era realmente épico!

— Arquitecta Swan. ¿Recuerda el congreso de estudiantes que se desarrollará esta semana en Los Ángeles? —parpadeé varias veces cuando el arquitecto Chang me llamó por mi apellido. Estábamos en plena reunión del mediodía y yo no dejaba de soñar despierta… como una enamor… ¡Shhh!

— Sí doctor, dígame, ¿sucede algo?

— Ha habido un cambio de planes, la arquitecta Sutherland no podrá asistir, mucho menos representar a nuestra empresa por motivos personales. Así que hemos hecho un cambio de planes, irá usted a dictar el seminario y ofrecer nuestros servicios. Sabe que nuestra idea de expansión está en pie y conquistar un mercado amplio y generoso como lo es California, sería un gran éxito para nosotros —abrí mis ojos desmesuradamente. Por el rabillo del ojo vi a James acomodarse en su asiento con burla, como si disfrutara de todo esto, y Victoria, la implicada en todo este asunto sólo sonreía con cara inocente. Malditos—. Desde luego tendremos que discutir ciertos asuntos, pero espero no haya problema.

— No lo entiendo doctor Chang —respondí—. No puedo abandonar una obra de construcción de un día para otro, tengo un horario y esquema que cumplir.

— No tenemos a otra persona capaz de desempeñar tal papel. Soy consciente que abandonará el proyecto, pero solo serán tres días. Después, podrá reintegrarse de manera habitual.

Viejo estúpido. ¡Claro! Cuando le conviene, me da permiso para viajar, pero cuando se trata de mis vacaciones o unos cuantos días libres es un "no" rotundo.

Su rostro se tornó ávido y serio, casi amenazante. Alzó su ceja derecha y tuve que aguantar la respiración y morderme la lengua para no sacarle en cara sus injusticias.

— Está bien doctor.

— Aquí tiene el expediente completo que Victoria había desarrollado. Puede darle una mirada —me alcanzó el folder y en cuanto ojeé las primeras hojas solo leí líneas que ya conocía de memoria. El trabajo que Victoria Sutherland pretendía presentar en el seminario de Los Ángeles era el mío, ¡exactamente el mismo que presenté hace unas semanas! ¿Cómo se podía atrever a copiar mi trabajo y presentarlo como suyo? ¿Cómo tuvo acceso a mis documentos? ¿Acaso los dueños de la empresa estaban ciegos o eran tontos? ¿Qué le pasaba a todo el mundo?

— Y a su regreso se firmará el contrato de compra–venta del terreno ubicado al noroeste del lago Michigan. No lo olvide.

— Descuide, no lo haré.

Con un fuerte dolor de cabeza me fui a mi oficina no sin antes regocijarme con los moretones que tenía James en la cara, uno alrededor del ojo y el otro al lado de su boca, hasta podría jurar que su nariz estaba desviada hacia la izquierda… él no me dirigió la palabra, ni siquiera trató de mirarme para pedirme disculpas o alguna otra explicación y para mí fue lo de menos pues ya no lo quería en mi vida.

— Arquitec... Bella, no… te preocupes —me dijo Jessica pasadas las tres de la tarde al verme sumergida en miles de papeles como si fuese un avestruz. Conforme había pasado el tiempo, nuestro trato había mejorado y ya no era necesario recordarle que éramos de la misma edad y odiaba los 'usted'—. Lo harás bien y si te enamoras de las playas de Los Ángeles, puedes reportarte enferma dos días más. Nadie tendrá que reclamártelo porque estás salvando de un fiasco a la empresa.

— Eso quisiera Jess, pero las cosas aquí se me están complicando.

— ¡Oh vamos Bella! Olvídate de los problemas y llévate a tu novio contigo, tómalo como unas pequeñas vacaciones, claro, haciendo caso omiso a lo aburrido que podría resultar estar sentada más de ocho horas en un auditorio lleno de estudiantes.

— ¡No me lo hagas más difícil!

— Sólo te lo recordaba —rio Jessica muy dulce y genuina. No tendría por qué negar su encanto, y junto a Mike, un ex contratista y víctima del "recorte del personal" de la empresa, hacían la pareja perfecta a pesar de los problemas económicos que atravesaban. Veían el lado positivo de la vida y eso me ayudaba mucho a competir con ánimo la gran batalla a la felicidad.

— Lo sé, Jess y te lo agradezco. Solo estoy un poco nerviosa.

Tenía menos de doce horas para dejar mi oficina impecable. Si debía de ausentarme por más de tres días, no podía ser descuidada y dejar siquiera algún papel importante regado por ahí, sobre todo los de la empresa. En este lugar era muy difícil encontrar a gente leal, podrían simular ser tus amigos para aprovecharse de ti, pero nunca estarían a tu lado si te sucediese algo malo. Y yo, no confiaba en ellos, salvo Alice y Jessica.

— Oh vamos Bella. ¿Te acuerdas de los días que faltaste para ver a tu padre en Forks? —asentí— ¡No pasó nada! Y eso fue sin permiso del jefe, ahora lo tienes... Así que, yo de ti, estaría escogiendo un lindo bikini...

— ¡Jess! ¡Voy a trabajar!

— El trabajo no dura veinticuatro horas, Bella.

— Buen punto —sonreí—. Eres una buena amiga, Jess, muchas gracias.

Siguiendo su consejo y sabiendo que dejaba mi oficina en buenas manos, respiré más tranquila...

O al menos eso creía.

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.•.•.•.


Chicas, muchas gracias por leer, por esperarme, por aguantarme (u.u).

El próximo capítulo ¡nos vamos a Los Ángeles! Y, ¿Cómo les pareció este? A mí, me encantó cómo se encaró con las rubias Denali, pero, ni con eso, paso a Irina.

¿Qué les pareció el "recordar la primera cita" en el lounge? Yo tenía duda en sí hacían de las suyas en el Lounge xD (6)

Un saludo especial a Car Cullen Stewart Pattinson, Lore562, kasslpz, jupy, DobleRose, TataXOXO, veritob, y otro especial a las chicas fundadoras del Team: Jeni, Kali, Gabi, Lis y Diana ! Las recuerdo siempre *-*

Besos, Lu.