1. No puedo

—¿Cuándo vuelve Akane de la universidad?

Aquel fue Daisuke, que depositó su refresco sobre la mesa de madera de un parque de Nerima sobre la que Ranma y él estaban sentados, los pies de ambos reposando sobre el banco adyacente.

—Este viernes por la tarde —respondió el artista marcial, sus antebrazos apoyados sobre las rodillas, su mirada ensimismada en otro lugar.

—Estarás deseando verla, ¿eh? —indicó Hiroshi con gracia, alzando las cejas un par de veces para dar a entender lo evidente. Se encontraba de pie con las manos metidas en los bolsillos de la chaqueta.

Los tres se habían reunido aquella tarde de abril para ponerse al día después de haber estado varios meses sin verse. Tras terminar el instituto se habían mantenido en contacto, aunque ya no se veían tan a menudo por las propias obligaciones de cada uno. Hiroshi se había ido a estudiar a una universidad de otra ciudad, tal y como lo había hecho Akane tres años antes. Daisuke, sin embargo, se había puesto directamente a trabajar en la empresa familiar. Ranma se había dedicado a seguir entrenando y formándose como artista marcial para ser quien llevara eventualmente el Dojo Tendo, a la vez que lo compaginaba con trabajos esporádicos que le hacían ganar unos ahorros.

—Venga, Hiro, no empieces —bufó Saotome, sabiendo por dónde le iba a salir su amigo.

—No estoy diciendo ninguna mentira —dijo con una sonrisilla.

—Cierto —comentó Daisuke—. No te hagas el estrecho, Ranma, que ya no estamos en el Furinkan —añadió dándole un pequeño codazo en plan amistoso—. ¿Te animarás esta vez a decirle lo que sientes? No puedes dejar pasar más tiempo. No sé cómo lo aguantas…

Ranma suspiró, sabedor de que no tenía sentido negar lo que sus dos colegas sabían desde hacía bastante tiempo.

—Porque no me atrevo, 'Suke —confirmó—. Esa es la gran verdad —continuó con pesadez y resignación, cansado de saber que era un gallina. Tenía un miedo atroz no sólo a expresar lo que sentía sino a que Akane le rechazara. Se pasó las manos por la cara queriendo de alguna manera hacer desvanecer la sensación.

Llevaba mucho tiempo colado por su prometida. Ya había estado interesado en ella durante el instituto, con sus más y sus menos, pero tras lo de China, sus sentimientos fueron ya muy evidentes incluso para sí mismo. Desde entonces ambos habían llevado una relación medianamente normal, con algunos momentos de acercamiento, pero nada sólido. Se veían cuando ella tenía vacaciones: en verano, Navidades, o en el par de semanas libres que tenían en primavera antes de empezar el nuevo curso escolar.

—No te entiendo, tío, en serio. —Daisuke le pasó un brazo por los hombros en señal de compañerismo—. Tan fiero y valiente para luchar, pero te me vienes abajo con esto del amor.

—Tienes que dar el paso ya, Ranma, no puedes esperar más tiempo —le urgió Hiroshi levantando un pie y apoyándolo sobre el banco—. Creéme, no es para tanto, he pasado por ello —en aquel momento tenía novia—. ¿Qué tienes que perder?

—Estamos hablando de Akane. Me puede mandar a la luna —argumentó el chico de la trenza siendo buen conocedor del carácter de su prometida.

—Creo que te estás haciendo más películas de las que hay —intervino Daisuke separándose de Ranma para coger su bebida y darle un trago—. Tenemos ya 21 tacos, y estoy con Hiro. ¿Qué es lo peor que te puede pasar? ¿Que se enfade? ¿Qué te de una bofetada? Al menos ya lo sabrás, y te habrás quitado un peso de encima. Aunque vamos, como te he dicho otras veces, creo que Akane está loquita por ti.

—No lo sé y, sinceramente, no estoy seguro —mencionó Ranma con algo de inquietud—. La he notado más distante en las últimas llamadas que hemos tenido —confesó—, estoy preocupado.

Se quedó callado, ponderando en su cabeza lo que le había estado carcomiendo aquellas últimas semanas.

—¿Pero ha pasado algo? —inquirió Hiroshi—. ¿Seguro que no te lo estás imaginando?

—No, te aseguro que no. La conozco bien y sé que algo ocurre. Estoy acojonado —admitió—, de que haya conocido a alguien…

—Hey, para el carro. No te precipites —quiso frenarle Daisuke.

—Más razón para que des el paso lo antes posible —aconsejó Hiroshi.

—No sé cómo hacerlo, no se me dan bien esas cosas… —Apretó los puños de la frustración, por sentirse tan impotente.

—Sé directo, suéltalo, no lo pienses —sugirió Hiroshi.

—Bésala y ya está —propuso Daisuke—. No tienes ni que hablar. —Ranma negó con la cabeza al escucharle. Saltó de la mesa para ponerse de pie. —Si hasta te has puesto rojo y todo —dijo su amigo con sorna.

Ranma les miró y al final dejó caer los hombros y sonrió, rindiéndose, sabiendo que estaba como un tomate. Sí, seguía ruborizándose al imaginarse escenas indecentes con su prometida.

—Venga, vámonos. Y cambiemos de tema.

—De cambiar de tema, nada —señaló Daisuke poniéndose también de pie—. Te vamos a dar más tips para conquistar a Akane.

Ranma puso los ojos en blanco, pero se dejó asesorar.