Notas iniciales:
Esta historia es la secuela de mi Oneshot titulado "Sin miedo al Éxito", el cual surgió gracias a un prompt de Cadiie Mustang en el Club de lectura de Fanfiction.
Sin embargo, considero que también puede leerse sin tener que pasarse primero por él. A menos claro, que necesiten tener contexto con lujo de detalles 7u7
En fin, ¡Gracias por estar aquí!
Advertencias:
Adolescentes en situaciones sexuales explícitas
Inmadurez propia de la etapa de desarrollo en la que se encuentran
Violencia
Lenguaje soez
Capítulo 1
A Chifuyu le era imposible dejar atrás lo sucedido.
Aquel intenso encuentro junto a Baji en la bodega de intendencia, mientras el festival seguía su curso en la explanada del instituto. Jamás podría sacar de su mente la mirada penetrante de Baji sobre él, sobre los movimientos que realizaba en determinada parte de su cuerpo y, por último, en su ruborizado rostro.
Y mucho menos era capaz de olvidar lo atrevido que fue al haber aceptado ir a su casa justo después de todo eso.
Desde su perspectiva, resultaba demasiado obvio lo que habría ocurrido entre ambos si la madre de este no hubiese estado ahí a esas horas. En consecuencia, terminó sentado a la mesa compartiendo los alimentos con madre e hijo juntos, y de paso, también con cierta decepción instalada en su pecho.
El peyoung yakisoba jamás le sentó tan mal como aquella tarde.
Una vez que estuvo de vuelta en su hogar, sintió que las ideas en su cabeza se habían enredado más que la bola de estambre de Peke-J. La sombra de la duda le perseguía todo el tiempo.
¿De verdad había aceptado ir a la casa de Baji con la intención de llegar hasta las últimas consecuencias?
O de lo contrario, ¿cuáles eran sus expectativas?
Sobra decir que tratar de llegar a buena respuesta para cada interrogante, le costó el no dormir las horas suficientes durante la primera noche.
Posteriormente, encontrarse al otro día con Baji para caminar a la escuela juntos, fue sumamente incómodo. Y es que su admirado capitán actuó de forma tan natural, tan despreocupada que Chifuyu no daba crédito a ello. Escuchó los acostumbrados buenos días salir de su boca, le respondió y caminó a su lado con la cara impregnada por el desconcierto.
—¿Y tú que le dijiste? —preguntó un ansioso Takemichi, que aferraba a Peke-J con demasiada fuerza a su regazo. El hermoso minino se hartó de ello y saltó de ahí al suelo de la habitación —. Porque le dijiste algo, ¿verdad?
Chifuyu desvió la mirada hacia su gato para evadir la de su compañero.
—¿Qué se supone que debía decirle en ese momento? —le discutió agobiado.
—No lo sé, solo… —Takemichi frunció el ceño, no encontraba las palabras correctas para responder—. ¡No lo sé, Chifuyu! Aquí el de las respuestas coherentes eres tú, yo en tu lugar hace rato que me habría soltado a llorar —admitió con total sinceridad.
Ambos se partieron de risa durante algunos segundos. Podía ser que Takemichi no lo comprendiera a la perfección, pero no lo juzgaba y eso ya era algo muy bueno.
—No creas que no hice el intento, compañero. Lo confronté al siguiente día, cuando ya no me fue posible seguir callando ante su actitud de aquí no ha pasado nada —confesó con más calma—. Fue justo después de terminar una de las reuniones, pero entonces recibió un mensaje de Kazutora y dijo que hablaríamos luego.
Su compañero lo escuchaba atentamente, comiendo una porción de palomitas que tenían en un cuenco sobre la cama. Agradeció que no le interrumpiera.
—Baji-san se apareció por aquí ya en la madrugada, mi mamá había trabajado en el turno de la noche ese día así que me encontraba solo —paseó la mirada por su cuarto mientras hablaba, luego sonrió ampliamente por lo que tendría que decir—. Recuerdo que se lanzó sobre mí ni bien abrí la puerta y me… besó. Luego terminamos tocándonos sobre el sofá hasta que calculé la hora en la que mi mamá regresaría. A partir de ahí no hemos parado de hacerlo.
Al terminar de hablar, Chifuyu suspiró quedito. Un poco de la carga que llevaba sobre sus hombros se había esfumado con el simple hecho de poder hablar al respecto. De compartirlo con alguien más.
Era vergonzoso el haber expuesto así su vida íntima, sobre todo porque implicaba una parte de la de Baji, pero ya estaba hecho.
Una vez que devolvió la vista hacia su acompañante, la sonrisa boba se le esfumó de los labios y su entrecejo se frunció en automático.
Takemichi parecía estar perplejo, demasiado impactado a raíz de lo que recién le acababa de relatar. Transcurrían los segundos, segundos que a Chifuyu se le antojaban más como horas, días quizás, y su amigo seguía igual.
—¡Pero dime algo, maldita sea! —increpó impaciente, al tiempo que le lanzaba uno de sus mangas favoritos directo a la cara.
Consiguió su objetivo, Takemichi fue a dar de espaldas contra orilla de la cama, casi cayendo al suelo en el proceso. Lo escuchó quejarse un poco por el impacto del manga en su frente, por lo que no le quedó de otra más que ayudarlo a reincorporarse.
—¡¿Por qué hiciste eso, Chifuyu? —reclamó Takemichi frotándose la zona dolida.
—Lo siento, pero me obligaste a hacerlo. Te quedaste callado mirando a la nada, así que se me agotó la paciencia, compañero.
—¡¿Y cómo querías que reaccionara si me acabas de decir que Baji-kun y tú asdfftg
No supo cómo ni en qué momento lo hizo, pero Chifuyu ya estaba casi sobre él obstruyéndole el habla con ambas manos.
—¡¿Quieres bajar la voz, grandísimo estúpido?! —le reprendió en voz baja—. ¡Mi madre puede llegar en cualquier momento y si se entera de esto estaré muerto!
Takemichi levantó ambas manos indicándole que todo estaba bien, que no volvería a gritar de ese modo, solo entonces decidió liberarlo poco a poco.
Chifuyu ya se arrepentía de haberle contado precisamente a él, sabía que era una mala idea conociendo cómo podía llegar a ser Takemichi de imprudente. No obstante, de verdad le urgía desahogarse con alguien de confianza. Y bueno, Baji no era una opción viable siendo parte fundamental de todas sus aflicciones.
Sorbió de la pajita de su jugo de uva para tranquilizarse en lo que su noble compañero terminaba de procesarlo todo.
—Entonces… —Takemichi comenzó de nuevo, esta vez con un tono modulado y mayor prudencia. Chifuyu lo vio desviar la mirada con cierta pena y llevarse mano a la nuca— Baji-kun y tú han estado teniendo… ya sabes, ¿sexo?
—No, claro que no —respondió de forma apresurada, luego se mordió el labio inferior al recordar hasta dónde habían llegado Baji y él. Los toqueteos, las mordidas, las marcas que todavía tenía en el abdomen. Todo—. Bueno, no hemos llegado a… —vaciló un momento— nadie ha metido el pene en ningún lado, ¿ok?
El rostro de Takemichi estaba colorado, tenía un intento de sonrisa en él o algo parecido a una. A Chifuyu lo invadió aún más la pena y se cubrió el rostro con ambas manos.
—Lo siento, ignora lo que dije, compañero. Solo te estoy abrumando y contaminando tu mente con mis cosas. Estás muy joven para esto.
—De hecho, soy un tanto mayor que tú así que… en realidad me siento atrasado —admitió, ahora rascándose la mejilla izquierda—. Yo solo he visto un par de revistas sobre ese tema entre dos hombres, pero no me preguntes la razón.
Al escuchar esto, Chifuyu se apartó las manos del rostro. Puede que su compañero dijera aquello con la intención de aligerar el ambiente, pero él lo agradecía profundamente. Ya no tenía cara para seguir hablando sin sentirse como un inmoral frente a Takemichi.
Una vez pasado el bochorno del momento, ambos pudieron seguir conversando al respecto. Chifuyu prosiguió contando acerca de los encuentros que siguieron a lo ocurrido en el festival escolar, claro que omitiendo los detalles no necesarios. No quería que Takemichi se formara una mala imagen de su persona, porque ya tenía bastante con sus propias inseguridades y el temor que Baji opinara lo peor de él por prestarse a tales prácticas.
Lo que existía entre los dirigentes de la primera división de la ToMan no era una cuestión diaria, sino más bien de oportunidades. A veces, durante las noches en las que la madre de Chifuyu salía tarde del trabajo, Baji aparecía en su puerta con el vago pretexto de entregarle a Peke-J para que no deambulara a esas horas por el edificio, pero inmediatamente se desencadenaba todo lo demás. Terminaban encerrados en su habitación mientras el minino descansaba en la sala, ajeno a lo que sus "padres adoptivos" hacían.
—¿Y eso está bien para ti? ¿Te sientes a gusto con esta nueva forma de relacionarte con Baji-kun? —quiso saber Hanagaki, preocupado por el bienestar de su más reciente amigo.
—No lo sé, compañero. Lo único que tengo claro es que no me molesta nada de lo hacemos, no tengo problema con que me toque porque a mí también me gusta tocarlo. Y los besos…
Inconscientemente, Chifuyu se llevó la mano hasta acariciar el borde de sus labios, cerró los ojos un segundo para rememorar la sensación y suspiró. Sin duda, los besos son su parte favorita de todo.
—¿Qué hay con los besos? —indagó su amigo, motivándole a continuar.
—Los besos son el problema, Takemicchi —se recargó a la pared y encogió sus piernas para abrazarse a ellas—. No deben darse a cualquiera, lo he leído en los mangas.
—Entiendo, mi mamá también me lo ha dicho. Así que asumo que es verdad.
Al caer el atardecer, ambos terminaron recostados sobre el colchón, observando el techo como si este tuviera plasmada por ahí la solución al problema del vicecapitán. Ninguno de los dos tenía experiencia en dicha área, apenas estaban descubriendo quiénes eran y lo que les gustaría llegar a ser en el futuro, su desarrollo estaba en pleno apogeo. Por lo tanto, los temas sexuales todavía conformaban un enigma en sus vidas.
No obstante, a Chifuyu le bastaba con tener a alguien que le escuchara.
—Yo creo que deberías comentárselo, ¿no? —Takemichi giró la cabeza en su dirección, con las manos reposando sobre su estómago—. Si de verdad estuvieras bien con lo que sucede entre ustedes, no te sentirías así de afligido así que… es lo que puedo decirte.
—Tienes razón, compañero. De hecho lo haré hoy mismo después de la reunión —Chifuyu se sentó de golpe sobre la cama, con la determinación brillando en sus ojos—. Por cierto, ¿irás?
—Mikey-kun va a pasar por mí a mi casa en un rato, así que cuenta con ello.
En eso, se escuchó el tintineo de unas llaves y la puerta de entrada a la vivienda ser abierta. La madre de Chifuyu estaba de vuelta en casa.
Ambos chicos de miraron dedicándose una sonrisa de complicidad, tuvieron el tiempo exacto para charlar lo necesario. Takemichi se retiró unos minutos después dejando a Chifuyu más despejado.
Una vez a solas en su habitación, comenzó a buscar su uniforme de la pandilla para prepararse para noche. Se quitó la playera y la arrojó al cesto de ropa sucia, luego llevó sus cosas hasta el baño, pero al pasar frente al espejo notó una marca rojiza cerca de la base de su cuello. Maldijo por bajo al revisarla con mayor detenimiento dándose cuenta de que no era una ronchita.
Se trataba de otro recuerdito cortesía de los curiosos labios de Baji y él ni se había percatado de su existencia.
Esperaba que no hubiese estado visible durante todo el día. No necesitaba que nadie más se enterara de lo hacía, mucho menos de con quién lo hacía.
Al dar por terminada la reunión, Mikey se aproximó a ellos e inmediatamente se apoderó de Takemichi llevándoselo cogido por brazo. Como era de esperarse, Draken los siguió de cerca como un padre sobreprotector.
Al verse solo de nuevo, Chifuyu se quedó recargado contra un pilar a la espera de que Baji se desocupara para poder volver al edificio juntos, entonces podría abordarlo y entablar un diálogo apropiado con él. Soportaría el clima frío que le helaba los huesos esa noche si con ello podía sacarse el malestar de encima. Estaba seguro de que todo resultaría bien.
—Pensé que ya te habías ido —Hakkai llegó a su lado con las manos escondidas en las bolsas de sus pantalones a causa del frío—. ¿No llevaste a Takemichi a su casa hoy?
—No, Mikey lo raptó de nuevo —contestó, encogiéndose de hombros.
No era la primera vez que el líder de la pandilla lo hacía. En realidad, se estaba volviendo cada vez más frecuente, y como su compañero parecía no tener problema con ello, Chifuyu prefería mantenerse al margen. Bastante tenía ya con sus propios asuntos.
Hakkai se paró a su costado y juntos observaron en la misma dirección. Aunque con objetivos diferentes en mente, claro está.
—¿Te enteraste de lo que se viene? —le preguntó el otro sin apartar la mirada de cierto individuo de cabello lila a la lejanía.
—¿Lo que se viene?
—Sí, ya sabes. Lo de Kazutora.
Solo entonces Chifuyu se giró en su dirección. Con el simple hecho de escucharlo decir ese nombre tenía ya toda su atención.
—Me temo que no tengo idea de qué me hablas —respondió extrañado. Su cuerpo se preparaba para malas noticias, acelerando su ritmo cardiaco en respuesta.
—Bueno, déjame te lo cuento.
Su compañero de cabello azulado se encaminó hacia un punto alejado de la vista del resto, confirmándole con esta acción que se trataba de algo delicado. Chifuyu miró una última vez en la dirección en la que se encontraba Baji junto a Mitsuya y otros integrantes de la pandilla, le pareció que no se moverían de ahí en un buen rato y decidió seguir a Hakkai.
Ambos tomaron asiento sobre el pasto debajo de un frondoso árbol. La luna brillaba esa noche como ninguna otra, se veía preciosa. Chifuyu se preguntaba si Baji opinaría lo mismo, ya se encargaría de preguntárselo más tarde.
—Si te soy sincero, yo no estoy muy de acuerdo —inició Hakkai captando de nuevo su atención, entonces todo pensamiento sobre la luna pasó a segundo término—. Aunque Taka-chan se ve feliz con ello.
—¿Con qué? —inquirió enarcando una ceja. Cada vez entendía menos.
—Con el regreso de Kazutora a la ToMan —reveló de un solo golpe—- Mikey lo está considerando desde hace semanas.
—¡¿Qué?!
Exclamó tan fuerte que su voz se escuchó hasta donde se encontraban los demás. Se cubrió los labios al ver que volteaban hacia ellos y Hakkai se hizo el disimulado para que todos volvieran a lo suyo de inmediato.
Chifuyu no tenía nada en contra de Kazutora, conocía la historia detrás de él y el resto de los miembros fundadores a grandes rasgos. Nunca quiso profundizar en el tema por no incomodar a Baji. No le veía el caso a remover el pasado cuando el presente era tan agradable.
Es tan agradable a pesar de todo.
Carraspeó antes de volver a hablar.
—Lo lamento, ¿dijiste que Kazutora regresará a la ToMan o escuche mal?
—Así como lo oyes, mi estimado Matsuno. Me extraña que no lo supieras cuando Baji es el que está impulsando todo —le explicó. Y él pudo sentir su mandíbula tensarse sin motivo aparente conforme procesaba las palabras de Shiba—. Tal vez tenga algún interés especial en él.
Hubo silencio después de eso, uno tan pesado que los grillos ocultos alrededor cobraron protagonismo.
Chifuyu levantó la vista al cielo intentado ocultar el dolor de sentirse excluido, al parecer era el único que no estaba enterado. Su mano izquierda se movió sobre el pasto arrancando una porción de este con sus dedos.
—Sí, eso debe ser.
