Sumario: Un nuevo mundo tiene nuevos descubrimientos. Hanji empieza a experimentar con los nuevos productos encontrados fuera del mundo. Pero todo experimento tiene una consecuencia. Y Levi es la victima de esa consecuencia. ¿O es ella misma?

R18 | Triple M |Levihan


Oneshot: Consecuencias de un Experimento


Madrugada en Paradi.

Con todo lo que hay en el mundo por descubrir, a veces Hanji se sentía culpable de regresar a casa.

Pero por otro lado se sentía ansiosa por los nuevos productos que llevaba, los pergaminos, anotaciones, libros, pequeñas muestras de plantas y químicos que jamás ella hubieran podido conocer de no haber salido de Paradi.

Se instaló en su (no tan) pequeño laboratorio, empezando a clasificar las muestras y anotaciones.

Se llevó en ello más de seis horas que eran las diez de la mañana y ni su cuerpo ni su mente se habían percatado de ello. Estaba concentrada contando las tres gotas de aquella mezcla de polvo rojizo con hierbas verdes que ella había identificado y anotado como «azafran indio» y «variante» porque no pudo comprender bien las palabras del vendedor. En especial estos dos ingredientes había entendido que eran sumamente concentrados.

Iba a experimentar con tan solo seis gotas, por suerte había conseguido aquel implemento pequeño con marcas que le permitía medir cantidades precisas. Y en ese momento tenía 5ML por lo cual volvió a revisar sus apuntes, siendo el equivalente a cien gotas.

Le emocionaba tener esos conocimientos.

Con los dedos ligeramente temblorosos, tratando que el sudor de su frente no cayera en la preparación hirviente que tenía, y totalmente concentrada en su labor, Hanji presionó la perilla de goma con suavidad. Una gota hermosa empezaba a caer lentamente desde el tubo.

—¡OE! ¡HANJI!

Del susto Hanji presionó totalmente la perilla y todo el contenido cayó encima de su brebaje. Maldiciendo mentalmente, Hanji apagó el fuego que hacía hervir su brebaje y se volvió hacia el único hombre que tenía la plena libertad (y osadía) de meterse a su casa.

—Hola a ti también, Levi.

Con un chasquido de lengua el aludido inspeccionó el lugar encontrando libros regados, pergaminos a medio enrollar, frascos y polvos entre abiertos.

—Llegamos hace ocho horas y aún mantienes la misma ropa. Es muy probable que ni te has bañado, menos aún has comido.

Ella se cruzó de brazos, no notando que con esa acción sus senos resaltaban bajo la camisa amarilla.

—Y tú no has dormido. —replicó, con una sombra de sonrisa bajo sus palabras.

De hecho es por ello que estaba experimentando. Después de descubrir que Levi apenas dormía tres horas Hanji estaba empeñada en hacerlo descansar.

—¿Se puede saber qué te tiene tan entretenida que hace que te olvides de ti misma?

Hanji suspiró, sabiendo que a él no podía ocultarle nada.

—Un té relajante, para ti— dijo ella, tomando con cuidado la taza y llevándola a una ventana abierta. Tendrá que desecharlo, pero antes iba a esperar a que estuviera frío. —Últimamente estás muy tenso... No sé si es estrés post traumático por la guerra...

Levi miró la espalda de Hanji, sus ojos viajando hacia su trasero.

¿Estrés post traumático por la guerra?

Ella casi muere, de no haber sido porque Falco llegó a tiempo para evitarle aquel ataque suicida, Levi sabe que la hubiera perdido. No puede negar que tiene pesadillas con aquello y se siente con una terrible necesidad de estar cerca de ella, cuidarla, mantenerla a salvo. Aunque Levi sabe que Hanji jamás ha sido una damisela indefensa para que la rescaten en apuros y aquello lo llenaba de un orgullo infinito.

Levi sabe que tiene traumas psicológicos para esta vida y las siguientes reencarnaciones. Reflexionando sobre sí mismo sabe que hay varias etapas de vida que lo obligaron a forjarse como alguien duro y antisocial. Pero no quiere pensar demasiado sobre ello. Tiene que seguir adelante.

—Ve a bañarte— dijo en respuesta, evadiendo las palabras de Hanji. —Traje el desayuno, pero me niego a que lo tomes estando aún con la mierda del mundo exterior.

Hanji sonrió, llenando de calidez el pecho de Levi.

—No toques mis apuntes.— replicó ella.

—No prometo nada sobre tu desorden.

Aquello la hizo reír. Su risa haciendo eco por toda la casa.

Mientras la veía desaparecer por el cuarto de baño, empezó a acomodar la pila de libros según su tamaño. Inevitablemente llegó a la ventana en el cual estaba el té enfriando.

Hanji hacía mucho por él.

Tomó la taza de humeante té.

Demasiado por él.

Bebió de aquel brebaje caliente.

Y él deseaba devolverle, auque fuera alguna vez multiplicado por tres la felicidad que ella lleva a su vida.

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Para sí misma Hanji admitía que Levi tenía mucha razón.

Necesitaba un baño que no solo quitara la suciedad del viaje, sino que relajara sus músculos. Siente tensión en todo el cuerpo, quizá por el viaje en barco y luego en caballo.

Después de esto la esperaba un buen desayuno. Levi ha mejorado mucho en el arte culinario y aquello le provocaba desde ya ansias de probarlo.

Al desayuno.

No a Levi.

O quizá sí.

Bueno. Han sido años de toques circunstanciales, cuando lo sostenía al estar herido (que eran más ocasiones de las que él se atrevía a admitir) cuando él también la apoyaba al estar lastimada. O cuando...

Las manos de Hanji automáticamente se deslizaron hacia su seno izquierdo, a la altura del corazón.

Ella estaba ciento por ciento segura que aquel toque de Levi no fue con segundas intenciones, al haber aceptado que ella iba a partir hacia una muerte segura. Por ello, al ver a Falco aparecer y salvarla de su autoinmolación, fue como si su sentencia de muerte hubiera sido quitada.

Levi la abrazó apenas volvió a verla. Y Hanji sintió que algo había terminado de cambiar entre ellos. Ya no eran capitán ni comandante, ya no existía una legión de reconocimiento. Solo camuflarse en el mundo, abrirse paso, conocer la bondad de las personas y sí, ser consciente de la maldad de otras.

Y ante cada paso hacia ese nuevo mundo Hanji solo tenía un lugar al cual volver, al que estuviera Levi esperándola.

Por ello, hace meses atrás, cuando dieron aquel paso de amigos a amantes (algo de lo que jamás se arrepentirá) conoció más al hombre que tiene pesadillas cada noche y no puede conciliar el sueño más de cuatro horas. Al menos consiguió que compartieran lecho.

Se envolvió en una toalla, saliendo a buscar una ropa cómoda.

No pudo evitar sorprenderse al ver a Levi arrimado al borde de la puerta, como si la hubiera estado esperando. Aunque notaba su mirada más peligrosa y analítica, aquel porte de estar siempre a la defensiva.

Hanji había visto esa actitud en él hace tantos años, cuando él recién ingresó a la Legión de Reconocimiento.

—¿Qué es lo que hiciste?— dijo con ese tono de voz tan bajo, extrañando a Hanji. Era una extraña mezcla de confianza y alerta. La risa, baja e irónica, puso más alerta a Hanji. —No, no tienes la más remota idea de lo que hiciste.

La mirada apreciativa de él sobre su persona la hizo creer que quizá el verla en una toalla era una invitación. Una parte de Hanji quería dejar caer la toalla y permitirle aquello que ambos desean. La otra, muy minúscula, la alertaba en que había algo diferente en esta ocasión.

Levi sintió que las manos le hormigueaban. Sabía que, si avanzaba hacia Hanji, no tendría que hacer esfuerzo alguno para tenerla pronto debajo de él, delirando de placer. Pero, de todas sus acciones "de dudosa moralidad" no existe poder humano ni sobrenatural que hagan que la engañe.

Y dada las circunstancias, estaría engañándola.

Después de haber probado el placer de su entrega, sería un imbécil desearla y tenerla de alguna otra manera.

—Ven afuera. Hay algo que tienes que ver— dijo Levi, sus ojos aún recorriéndola de manera apreciativa. —Te esperamos.

Hanji quedó más confusa con aquello. No esperaba visitas.

Por lo cual fue a cambiarse de ropa, sin hacer mucho por su cabello húmedo y recién lavado.

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Hanji iba hacia su laboratorio, escuchando los ruidos que hacía Levi cuando estaba limpiando, pero el aroma del desayuno llamó su atención. Ella sabe que, si se aparece sin haber comido, él se enojará. Así que fue hacia el pequeño cuarto de cocina, extrañándose al ver a Levi terminando de servir un poco de jugo natural.

—Pensé que estabas en el laboratorio— dijo Hanji, frunciendo el entrecejo. Solo a Levi le permitiría que tocara sus libros y apuntes.

—Eso explica el por qué aún no has enloquecido— respondió Levi, apartando una silla para que ella se sentara.

Ella pensó que Levi le estaba jugando algún tipo de broma, por lo cual lo ignoró mientras comía. Seguía preguntándose por el ruido en su laboratorio, frunciendo el entrecejo ante la idea de otras personas metiendo mano en sus sagradas investigaciones.

—Come despacio— replicó Levi al verla morder aceleradamente trozos de pan y tragar de manera rápida.

—Confío en ti— dijo Hanji, bebiendo a sorbos del jugo. —Pero no creo confiar en las personas que tienes en mi laboratorio.

—¡Qué contradictorio!— Levi le pasó una servilleta. Hanji analizó a Levi, notando que había vuelto a ese semblante tranquilo con el cual ha convivido en los últimos años. Quizá lo de hace unos instantes atrás fue un arrebato emocional porque ella no había desayunado. —Oe, Hanji... Si pudieras analizarme a detalle... ¿Dirías que he sido... uh... digamos... tres personas?

Aquello pareció fascinarle. Ella no podía negarlo.

—Bueno... ¿Tres personas? Sería un buen resumen— dijo Hanji, como si empezara a hablar de su tema favorito. —Cuando entraste a la Legión eras muy sagaz pero a la vez muy desconfiado... No creas que no noté que estabas a nada de sacarme los intestinos a la antigua porque me acerqué demasiado a tu espacio personal.

Levi asintió.

—Sé que lo supiste— reafirmó Levi. —No hay algo que se te escape. Y supiste dar marcha atrás.

—Aún no era nuestro momento— recalcó Hanji. —Hasta después... —Hanji se refería a cuando Levi quedó solo. En retrospectiva tuvieron una torpe primera cita porque ella lo obligó a almorzar juntos, puesto que se lo había prometido. —En ese momento eras otro tú, como antes, igual de desconfiado e intuitivo, pero más reflexivo.

Levi asintió, pareciendo estar de acuerdo a ello.

—Y tendríamos al hombre que eres ahora, Levi— dijo ella, posando una mano sobre la de él y aprisionándola —Mantienes tu personalidad, pero eres el hombre más leal y fuerte que he tenido la dicha de conocer.

Levi asintió.

Notó que ella terminó de desayunar y se levantó a limpiar de inmediato, haciéndola reír.

—Espero que sigas riendo después.— dijo Levi, enjuagando los trastes.

—¿Por qué no sería así?— Hanji se colocó detrás de Levi, deslizando sus manos alrededor del pecho fornido. Ella aprovechó la cercanía para darle un beso en el cuello. Sintió cierto aroma en él, parecido a las hierbas que había mezclado hace horas atrás. Iba a decir algo pero Levi se volvió y la besó, como pareció haber estado deseando hacer.

Hanji suspiró entre sus labios, abrazándose hacia él y dejando que la arrimara contra la encimera, las manos de Levi deslizándose por su cuerpo a través de la ropa.

—Y yo que me contuve— dijo la voz de Levi, con un claro deje de fastidio. —Soy un maldito bastardo incluso conmigo mismo.

Hanji sobresaltó ante la voz de Levi, notando cómo el hombre entre sus brazos se tensaba y dejaba a un lado sus caricias. Lo escuchó soltar aire entre los dientes, evitando que ella huyera.

—Lo siento...— dijo el otro Levi que la tenía acorralada. Sí, el otro Levi. —No hay nada que justifique mi proceder solo que soy débil ante tus labios.

Hanji miró la pasión en la mirada oscura de Levi. Sentía sus propios labios hinchados e insatisfechos, deseosos de volver a besarlo, pero tuvo que hacer un sobrehumano esfuerzo y volver su mirada hacia el otro Levi.

Efectivamente. Ahí estaba, con la misma ropa que el actual, pero con esa actitud defensiva que ella había percibido en su habitación.

¡Oh! ¡Espera!

—Dijiste... tres...— analizó ella, mordiéndose el labio inferior. Su corazón latiendo intensamente.

—Sí— dijo el Levi que estaba cerca de la puerta. —Estaré aquí pronto. Estoy terminando de acomodar los frascos.

—¿Cómo es que...?

—La bebida que estabas preparando y dijiste que era para mí— dijo el Levi que estaba entre sus brazos. No pudo evitar besarle la descubierta clavícula, haciéndola estremecerse. —La tomé.

—Y de pronto estamos aquí— replicó el que estaba en la puerta, acercándose hacia Hanji, acomodando su húmedo cabello en una rápida coleta. No le importó la presencia de su otro yo y la tomó del rostro, para besarla profundamente.

Hanji sintió que todo su ser temblaba de ansiedad ante las manos de Levi despojándola de las prendas. Ella no lo evitaba, es más, parecía deseosa de aquello.

Y el tercer Levi apareció, soltando un chasquido de fastidio. Hanji sobresaltó más ante aquel sonido, pero sus otros yo no se detuvieron y siguieron atacando su cuerpo.

—Esto no es lo que parece— dijo ella, su cuerpo temblando ante los dedos de los otros explorando sus puntos tensos y acariciándolos.

—Lo que parece es que eres una sucia—dijo el tercer Levi, yendo hacia ella.

—No— dijo otro— Se ha bañado y huele muy bien.

Levi la quitó de los brazos de los otros a pesar de las protestas. Hanji soltó un quejido de frustración provocando que el tercer Levi soltara una risa suave y relajada.

—Y yo me iré al mismo infierno por esto— dijo el último Levi, llevándola entre sus brazos hacia la habitación, haciendo que ella deslizara las piernas alrededor de la espalda de él y se aferrara completamente a su fornido cuerpo. —Pero para todo lo que te haré, la cocina no es el sitio más cómodo. Y primero muerto antes de hacerte sentir mal.

Sintió cómo las piernas de Hanji lo aprisionaban más. Agradeció en silencio por la dicha de tenerla entre sus brazos, nada asustada por la situación y muy, muy emocionada por lo que va a suceder.

Al llegar al cuarto, la depositó al pie de la cama, volviendo a besarla. Los otros dos Levi habían entrado y continuaron despojándola de las prendas, haciendo que Hanji sintiera la boca de él por todo su cuerpo, mordisqueando, chupando, succionando todo a su paso. Hanji no sabía qué hacer con sus manos y aquello parecía ponerla nerviosa.

—Déjame guiarte— dijo el Levi que estaba a sus espaldas. Le tomó la mano para que abarcara la longitud de su pene y deslizara sus delicados dedos por la erección tensa y lista para ella. Otro Levi se colocó a su lado, de rodillas, haciéndola levantar una pierna sobre su hombro. El sexo oral no era desconocido entre Levi y Hanji, así que se dejó hacer mientras él besaba sus labios bajos de la misma intensa manera en que solía besar su boca. Con la otra mano libre Hanji se sostuvo de la cabeza del que le daba placer oral mientras el último mordisqueaba sus pezones, jugando entre ambos, endureciéndolos y deleitándose con la rugosidad de sus aréolas.

Hanji se dejó hacer, sintiendo el aliento de los tres y las manos que parecían no cansarse de acariciarla.

—L.e.v.i.— murmuró ella, tensa y temblorosa.

Las manos del Levi que estaban en su pecho se deslizaron hasta la nuca de ella, acariciándola con firmeza. El que recibía las caricias en el pene mordisqueó el hombro ante un movimiento particularmente intenso, y el que estaba en la parte inferior parecía sediendo buscando el manantial que solo ella podía darle para saciarse.

Hanji se retorció, si no fueran por los brazos de los tres, seguramente hubiera caído. Ella dejó caer su cabeza hacia atrás, exponiendo su cuello, las venas latiendo con intensidad, el sudor deslizándose por su piel canela, los senos bailando suavemente ante su errático respirar.

—Jodidamente hermosa— escuchó ella en una voz roncosa.

Los Levi se miraron entre sí, pareciendo analizar la situación. Son el mismo Levi apasionado por ella y saben el placer que cada lugar del cuerpo de ella pueden darle. Ni en su más grande delirio Levi imaginó alguna vez sentir al mismo tiempo todos esos sitios, pero, error en el té o no, tenía a su alcance la posibilidad de descubrirlo. Y sería un imbécil si no supiera aprovechar esa oportunidad.

—¿Confías en mí?— dijo uno de ellos, con voz tensa y ansiosa.

—Sí— respondió Hanji, sin duda alguna, aun inhalando y exhalando grandes cantidades de aire, sus pechos tentadores y tensos. —Siempre.

Los tres asintieron y parecieron coordinarse ante lo que sigue. Uno se colocó en el centro de la cama, el otro se arrodilló casi al borde de la cama y el tercero la sostuvo entre sus brazos para acomodarla encima del primero.

Volvieron a llenarla de besos y caricias. Unos dedos, Hanji no podía discernir del cual de los Levi, jugaba con su vagina empapada, recolectando fluídos y deslizándolos hacia su entrada trasera, sondeando, tanteando, expandiendo. Hanji usó sus piernas y brazos para aguantar su propio peso y ver cómo el pene de uno de los Levi jugueteaba deslizándose entre los labios de su vagina. La mano de otro Levi se deslizaba por el clítoris tenso y ansioso de más caricias, provocando que ella soltara más fluidos, los cuales eran aprovechados por la tercera mano para seguir dilatando su trasero.

Ella era el centro de aquel pecaminoso acto lleno de lujuria y pasión, haciendo que ardiera sus entrañas por lo que, obviamente, Levi quiere de ella.

Todo.

Su entrega completa.

Y él la tendrá.

Como si sus pensamientos estuvieran sincronizados, Hanji suspiró, relajándose al momento en que las masculinas manos la abrían más hacia el Levi que estaba en la cama. El pene ingresando y tanteando por su ano, entrando un poco, saliendo otro más, volviendo a ingresar con más profundidad, su cuerpo aceptando de a poco cómo Levi la llenaba.

Uno de tres.

Una vez que sus caderas estuvieron contra la pelvis de Levi, otro pareció ansioso, acariciando su labio inferior, su oscura mirada deseosa del mismo placer que él antes le había brindado. Se acomodó un poco, agarrando la coleta del cabello de Hanji solo para soporte, porque siempre la dejaba ir a su propio ritmo y nunca la obligaba a tomarlo a la fuerza. La boca empezando a abarcar la cabeza del pene, las manos deslizándose a través del largo falo. Levi no podía evitar aprisionar el cabello empapado, agarrando los mechones con firmeza, aprisionándolo entre sus dedos, como si se aferrara a ella para que no se escapara de sus dedos como un sueño inalcanzable.

Dos de tres.

Levi tuvo que moverse con un poco de cuidado debido a que Hanji cabalgaba al otro Levi debajo de ella, y tenía que tratar de no ahogarla con su pene ni lastimarse en el proceso. El tercer Levi se arrodilló frente a ella, haciendo que detuviera el movimiento de sus caderas y que temblara de expectativa. Primero la besó en el vientre y luego con su pene empezó a jugar con la ansiosa vagina.

—Esto definitivamente nos llevará a otro nivel— dijo Levi, ingresando la cabeza de su falo en ella, jugando con sus fluidos y mezclándolos con su líquido preseminal. —Y no habrá marcha atrás.

Hanji sacó el pene de su boca, sus manos sin dejar de jugar con él.

—Y no habrá arrepentimientos— dijo ella, su mirada oscurecida del deseo que él sabía liberar y manejar, para placer de ambos. O de los cuatro, en esta singular situación.

—No lo hay— reafirmó Levi, su pene entrando más en ella, sus dedos jugando más con la perla sedosa. Hanji, como pudo, volvió a ingresar el tercer pene en su boca ansiosa. Los gemidos simultáneos de los tres la llenaron de una poderosa sensación, haciéndola sentir invencible y suprema.

La sostuvieron unos instantes, para que se acostumbrara a la abrumadora sensación.

Tres de tres.

Ellos se sintieron aprisionados por Hanji, la estrechez de su cuerpo, la calidez de cada uno de sus orificios, la sedosidad de su piel temblorosa y sudada. Dos manos diferentes se apoderaban de los tensos picos de sus senos, otra acariciaba su nuca.

Se movieron, buscando sincronización, solo para llenarla y darle placer. Uno entraba, otro salía, manteniéndola siempre llena, Hanji se dejó llevar por los sonidos masculinos que revelaban que ella era suficiente para estar complacidos.

Las manos seguían deslizándose por su espalda, abdominales, senos, la sostenían de la cadera para ayudarle a mantener el ritmo que cada vez se volvía más errático, los dedos se enroscaban en sus tensos pezones, los cuerpos exaltados, los corazones latiendo a un desenfrenado ritmo pero en la misma sincronía.

Perdió la noción del tiempo, temblorosa, más que antes, sudada, mucho más que al inicio. La coleta de su cabello se desbarató. Tenía a Levi, literalmente, sosteniéndola por todos lados, así que no cayó en ningún momento.

El ritmo en ocasiones descendía, haciéndola sentir hambrienta y ansiosa, luego volvía, aumentando aquel placer hasta una cúspide alta de la cual bajaría con la velocidad de un tornado. Ese subir y bajar de emociones constantes la tenía con la fuerza de una muñeca de hilos a las órdenes de su titiritero.

Agitándose, en la maraña de cuerpos tensos y sudados, Hanji era la más estimulada por lo cual fue la primera en terminar de explotar en el éxtasis. La imagen de ella, desnuda, sudada, fue demasiado para los ojos de Levi, desde cualquier punto de vista, por lo cual bastaron unos cuantos movimientos más para acompañarla en le petite mort.

Ella se relajó plenamente para recibir todo de cada uno de él.

—Mierda— soltó él, sintiendo cómo el corazón parecía querer escapar de su pecho. —Carajo. —susurró otra palabrota, intentando regularizar su respiración. Ella se lo complicó al dejar que él la viera saborear su esencia, como una gatita golosa degustando su leche. —Joder. —una más se escapó, sintiendo cómo el sudor recorre su piel caliente.

Con cuidado la fue soltando, dejando que descansara su agitado y sensual cuerpo en la cama.

—Eso estuvo espectacular— respondió Hanji, llevando un tembloroso dedo a la comisura de su boca, limpiando restos de semen. Sus piernas, largas y tersas, también vibraban por el reciente orgasmo.

—Y muy agitado— agregó el Levi que estaba frente a ella, colocándose sobre ella y recostando su cabeza en el pecho agitado de Hanji, quien deslizó los brazos alrededor de la espalda sudada. Ella sabía que, en otras circunstancias, Levi la arrastraría a otra ducha sin importar la hora, pero esto fue demasiado placentero pero al mismo tiempo tan cansado.

Ambos cerraron los ojos por unos instantes, pensando en reposar solo unos minutos.

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Hanji fue la primera en despertar. Su mirada buscando de manera inconsciente a los dos Levi restantes, puesto que uno estaba dormido entre sus brazos.

Al darse cuenta que Levi dormía aún, se permitió saborear ese momento.

Lo había conseguido.

Levi dormía profundamente, seguro escuchando los latidos de su corazón. Aquello la hizo ruborizarse, lo cual, si lo analizaba, era bastante curioso. No se había inhibido en ningún instante en aquel desfogue sexual, pero tenerlo durmiendo desnudo sobre ella también desnuda, sí podía ponerla tímida.

Hanji hizo recuento mental de su situación. De no ser por el latir de sus partes bajas casi hubiera pensado que fue una fantasía muy vívida quizá por el vapor de alguno de sus experimentos.

Ahora que lo recordaba, fueron cien gotas de sus dos últimas adquisiciones en un simple té. ¿Qué habrá generado aquel inusual evento? En sus anteriores expediciones al mundo exterior, Hanji conoció personas que hablaban sobre viajes astrales y desdoblamientos.

Sonrió inevitablemente.

Levi definitivamente la había llevado a un viaje astral y Hanji estaba segura que de eso no trataban las teorías de los adeptos.

Sintió cómo él parecía despertar, sobresaltado. Hanji acarició la nuca de él, para calmarlo.

—¿Pesadilla?— preguntó ella, en un suave murmullo.

—No— admitió él, sin faltar a la verdad. —Solo que no sé cuánto tiempo quedé dormido.

Hanji hizo un sonido en su garganta, tratando de calcular la hora a través del atardecer que se veía desde su ventana.

—Unas... ¿ocho horas?

Levi soltó una risa roncosa. Su cabeza levantándose perezosamente de su regazo. La mirada de aquel azul gris en el cual ella amaba más que a nada porque podía verse reflejada en sus ojos. Luego, lo vio fruncir el entrecejo al ver hacia la ventana, calculando también el tiempo transcurrido.

—Mierda— soltó Levi, sin poder evitar sorprenderse ante aquello.

—Carajo— repitió Hanji. Su tono decía que claramente recordaba cada palabra dicha. Aquello pareció hacer recordar a Levi de las dos versiones de sí mismo, por lo cual los buscó con la mirada y, al no encontrarlos, interrogó silenciosamente a Hanji. —No lo sé— respondió ella ante la muda pregunta de Levi. —Al despertar no los encontré en la habitación. No sé si estén en otro lado de la casa.

Levi pareció analizarlo unos instantes.

—No, no lo están— aclaró él, su barbilla descansando en el pecho de Hanji. —Cuando ellos estaban aquí... me sentía... dividido, por decirlo de alguna manera. Ahora vuelvo a sentirme completo.

La mirada de ella brilló ante aquel descubrimiento.

—¡Cuéntame más! ¿Tienes las sensaciones de los otros dos? ¿Cómo fue que exactamente sucedió?

—Tomé el té— recordó Levi. —Sentí una especie de sopor y cansancio, por lo que me recosté unos instantes en la silla. De pronto una mano tocó mi hombro, despertándome. Y mi primer impulso fue lanzarlo contra el estante. Sentí de inmediato el dolor en la espalda. Y otra versión de mí mismo dijo que también lo sintió. No sé cómo más explicarlo.

Hanji suspiró de emoción.

—Tengo la fórmula aún en la mente. Podriamos volver a replicarlo, si te parece.— Levi arqueó una ceja. —En honor a la ciencia, claro está.

—¿Desde cuándo el erotismo forma parte de tus investigaciones?

Hanji acarició el rostro de Levi.

—Desde que logro que duermas las ocho horas que corresponden.— respondió ella, notando cómo él se ponía tímido ante aquella muestra de preocupación hacia su persona. —Además fue una maravillosa experiencia. ¿Si tomo el té podré también hacer tres réplicas mías?

Levi deslizó una mano alrededor de la clavícula de ella, sobre las mordidas que, visto como sea visto, él mismo hizo sobre la piel canela.

—¿Tres como tú?— pareció analizar la idea, como si considerara si eso sería una bendición o una maldición.

—No me engañas, Levi— dijo Hanji. —Tu cuerpo delató la emoción de aquello.

—Maldito traidor— respondió Levi, mirando a su compañero que, efectivamente, despertó ante la idea de tenerla tres veces. —Sí, Hanji. Puedo con tres como tú, y es más, estaré más que dispuesto a ser parte de tus experimentos eróticos.

Todo lo que ella le pida, él se lo dará.

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Días después, y como sucedía cada principio de mes, Falco recibía un paquete el cual contenía un regalo y un pequeño papel con simple palabra.

Gracias.

Al inicio Gabi se había encelado, creyendo que él tenía a alguna admiradora secreta que descubrió que él ayudó a detener aquella matanza masiva de hace años atrás. Pero pronto ella se enteró que aquellos regalos mensuales venían de parte de Ackerman Levi y entonces dejó a un lado sus inseguridades.

Entendió que él era un hombre agradecido por una oportunidad que le fue concedida en un mundo que puede ser hermoso y cruel al mismo tiempo.

Fin del proyecto.


Notas de autor: Lamento que la imagen de portada, tan inocente y pura, haya generado este proyecto triple M para el fandom LeviHan. No, espera. No lo lamento.

Gracias al grupo -ˋˏ ༻💚 𝕀𝔽𝕂𝕂 💜༺ ˎˊ- por ser tan maravillosos y aguantarme las locuras.