Disclaimer: los personajes de Twilight son de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es Rochelle Allison. Yo solo traduzco con su permiso.
Disclaimer: The following story is not mine, it belongs to Rochelle Allison; I'm only translating with their permission.
Dame una Señal
Lunes
Edward
—Llámame —dice Heidi, tacones altos golpeando el concreto como una serie de puntos de exclamación—. Lo digo en serio esta vez, Edward. Llámame.
—Lo haré —miento, escapando hacia el estacionamiento del edificio. No me molesto en echar un vistazo atrás hacia la rubia alta y ágil que me sigue, si siquiera le doy una pizca de aliento, ella reventará mi teléfono por una semana. Quizás más.
Garrett, mi vecino, me da una sonrisa engreída mientras pasa con su perro. Él presenció la salida completamente dramática de Heidi un par de meses atrás, así que probablemente se esté preguntando por qué ha regresado. Yo mismo me lo estoy preguntando. Ella es la representante de ventas farmacéuticas más sexi que he conocido, pero es aterradora cuando no obtiene lo que desea.
Pero ella estaba dispuesta y lista —a quién engaño, fue absolutamente demandante— anoche cuando salía de trabajar. Un trago se convirtió en cuatro. Y...
Como sea. Estoy exhausto y estoy a punto de llegar tarde. Heidi levanta sus cejas significativamente desde el coche junto al mío y da marcha atrás, finalmente yéndose. Haberle permitido quedarse la noche no había estado en los planes, pero no podía exactamente echarla después que terminamos. No soy un maldito.
Es un día brillante y soleado en Atlanta. Conduzco por las calles transitadas de Midtown y hacia las aún más transitadas de Buckhead, abriéndome camino hacia el trabajo. Han estado construyendo en Peachtree últimamente, así que doblo a la derecha y maniobro mi Tesla por la calle lateral llena de coches apenas dejando espacio para pasar. Entonces, regreso a Peachtree, y un poco más adelante—estoy más cerca del hospital.
¿Pero qué es esto?
Más obras de construcción. Le echo un vistazo al reloj. Son las siete cuarenta y seis.
—Mierda —mascullo, forzado a avanzar a un ritmo glacial con todos los otros idiotas que no se dieron cuenta que había una obra al final de la calle. Reprendiéndome por no haber usado Waze, llamo a mi padre.
—Edward —dice—. Por favor, dime que estás aquí.
—Estoy atascado en el tráfico, pero...
—Inaceptable. Has sido consciente de esta reunión por un mes —se queja—. No me importa si es tu día libre.
De repente, tengo doce años de nuevo y acabo de fallar una prueba. Odio decepcionarlo. Me duele la cabeza. Demasiado alcohol anoche; insuficiente descanso.
—Estaré allí tan pronto como pueda.
—Haz eso —dice, y cuelga.
Estaría molesto con él, pero no puedo. Él es el jefe de personal en el Hospital Piedmont de Atlanta y yo soy el director médico de la sala de emergencias. Lo que hago se refleja en él, especialmente cuando la cago.
Tres carriles se funden en una. Me tomo dos ibuprofenos, bajándolos con lo que queda de mi agua. Piedmont, donde paso la mayoría de mi vida despierto —y a veces no despierto, si cuentas el cuarto de guardia— se asoma a la distancia, bajo la misma construcción. Tamborileo los dedos sobre el volante, entrecerrando los ojos hacia el equipo en la calle más adelante. Están dirigiendo el tráfico alrededor de lo que parece ser una serie de pozos y maquinarias pesadas.
El coche frente a mí sigue. Estoy a punto de seguirlo cuando el tipo sosteniendo el cartel lo cambia a un "PARE". Pisando los frenos, lo fulmino con la mirada. Solo que no es un él, sino una ella... una morena con coleta que rebota y piernas largas y delgadas en shorts demasiados cortos para tenerlos un tipo, a menos que te guste eso y oye, si lo haces, está bien—nací y crecí en Atlanta y trabajo en una sala de emergencias... Lo he visto literalmente todo...
Diablos, llego tarde y esto no ayuda.
Ella me mira con una sonrisa dulce, sosteniendo ese cartel como si fuera una señal de buenas noticias mientras hiervo de rabia y pongo el aire acondicionado bien alto. Podría encontrarla atractiva si ella no estuviera haciéndome llegar aún más tarde. Después de que difícilmente dos tercios de la ciudad tuvo permitido pasar, es mi turno. Paso, con cuidado de contener mi temperamento —he visto los resultados de las discusiones de tránsitos y conducción agresiva, y ninguna es bonita— y continúo por Peachtree.
Cinco minutos para llegar. Mierda.
Llamo a Alice.
—¡Hola! Pensé que tenías una reunión con papá y los peces gordos del hospital.
—Así es. Estoy llegando tarde. Me preguntaba si tú o Jasper podrían estacionar el coche por mí.
Ella chasquea la lengua.
—¿De nuevo?
—¿Puedes o no puedes?
—Jasper puede. Acaba de terminar con uno de nuestros distribuidores —dice—. ¿Qué tan lejos estás?
Miro el reloj.
—Dos minutos.
—Él estará enfrente.
Terminamos la llamada, y un momento después, entro al estacionamiento del hospital. Mi cuñado, Jasper, corre hacia mí, tomando mis llaves mientras me apresuro a salir del coche.
—Gracias, amigo.
—No te preocupes.
Jasper y Alice tienen un carro de comidas exitoso. La mayoría de las mañanas los encuentras cerca del Hospital Piedmont, ofreciendo al personal y familiares de pacientes comida deliciosa. Y gracias a Dios, porque sin Jas ahora mismo estaría hasta el cuello.
~GMaS~
Bella
—Estoy hambrienta.
Emmett asiente, secando su ceja sudada.
—Sí, yo también. ¿Te diriges a Fork in the Road?
Asiento, sonriendo. Em me conoce bien, y desde que descubrí el camión de comida cerca del Hospital Piedmont, he sido fanática de su comida—especialmente el pollo frito y pan de maíz. Ahora todo el equipo es adicto, y vamos más días de los que no.
—¿Quieres?
—Ya lo sabes —dice, sacando un billete de veinte de su bolsillo—. Cómprate algo.
Tomo el dinero, pero pagaré lo mío. Mi hermano ha estado cuidándome desde siempre, pero tiene sus propias cuentas que pagar y un bebé número dos en camino. Lo último que él necesita es otra boca que alimenta.
—¡Mike! —grito. Él levanta la mirada del martillo neumático, quitándose los tapones de los oídos—. ¿Quieres que compre el almuerzo?
Él sacude la cabeza.
—Nah, estoy bien. Me encontraré con Jess en un par de horas.
Tomo las órdenes del resto de los chicos y, mirando a ambos lados, cruzo hacia la acera. El sol arde pero hay una brisa, y el cielo está tan azul que hace que tu pecho se hinche.
—¡Demonios, nena!
Proviene de un coche que pasa, pero simplemente les muestro el dedo del medio y continúo. La ironía de que yo, una trabajadora de la construcción, sea acosada no se me pasa desapercibida. Parte de mí desea que pudiera seguir ayudando a mi papá, Charlie, el dueño de Constructora Swan y capataz de este proyecto en particular, pero así no es como va. A pesar de ser la hija del jefe, soy una simple trabajadora. Es un trabajo de verano para mí de todos modos, una manera de aprender sobre el negocio familiar y hacer un poco de dinero hasta que me gradúe con mi máster en planificación urbana.
Mientras tanto, Fork in the Road se encuentra cerca, y ya puedo saborear ese pollo derritiéndose en mi hambrienta boca.
Como siempre, hay una pequeña fila, mayormente doctores y enfermeras por lo que parece. Espero pacientemente hasta que sea mi turno, sonriendo a la chica pequeña y de cabello oscuro en la ventana.
—Hola, tú —dice, devolviendo la sonrisa—. Tenemos un especial hoy: dos piezas de pollo frito con pan de maíz, repollo y té dulce. ¿Qué dices?
—Diablos —digo, a punto de desmayarme del hambre y los sabores apetecibles provenientes del carro—. Voy a tener que decir que sí, por favor. Llevaré dos de esos, una galletas y salsa, y tres po'boys.
—¿De cangrejo o camarones?
—Cangrejos.
—Ya sale —dice, volteando hacia el rubio detrás de ella.
Le tiendo el dinero cuando ella regresa a mí, y por un momento charlamos como siempre, ella pregunta por el progreso que hemos estado haciendo mientras trabajamos en Peachtree, yo le pregunto por el negocio aquí en el hospital.
—Hemos estado trabajando en el Parque Piedmont los sábados —dice, levantando un dedo cuando el tipo le tiende nuestra comida—. Aquí tienes, cariño.
—¿En serio? —Tomo la comida, casi desmayándome por lo delicioso que huele—. Estoy allí todo el tiempo.
—Deberías venir a visitar —dice con un guiño—. Puede que valga tu tiempo.
Me río un poco, asintiendo.
—Quizás lo haga. ¡Gracias!
Ella me saluda suavemente con la mano y regresa su atención al siguiente tipo en la fila mientras me alejo, mis brazos llenos con el almuerzo.
~GMaS~
Martes
Edward
Bostezando, golpeo la alarma y salgo de la cama. Son las 5 a.m. y voy a trabajar guardias de doce horas por los próximos tres días. No siempre es así. A veces tengo una guardia de doce horas y dos días libres, o tres días de guardias de seis horas, pero hemos estado cortos de empleados desde que la gripe comenzó a dar vueltas. Sí, los doctores también se enferman.
Cuando finalmente me encuentro en la carretera, inhalando café, vitaminas y una rosca seca, son casi las seis. Pero todo está bien. No tengo que estar en el trabajo hasta las siete. Estoy perdido en mis pensamientos, tratando de descifrar cómo Alice y yo podemos hacer el próximo cumpleaños número sesenta de nuestra madre especial, cuando noto destellos de luces naranjas adelante.
Haciendo una mueca, recuerdo la construcción. Me detengo frente a la morena con el cartel, el cual ya se encuentra en "PARE". Hoy ella tiene puesto una camisa a cuadros sobre esos pequeños shorts. Las mismas botas. Luce como si se disfrazara para trabajar en construcción, pero de nuevo, ¿cuál es el atuendo indicado para señalar un cartel? Nos miramos por un momento antes que ella arquee su ceja y cambia el cartel a SIGA.
La saludo al pasar, preguntándome si ella obtiene satisfacción al tener ese poder.
Es un día normal, pero todos los días lo son. Hay un intento de suicidio. Un accidente de moto. Una mujer con un ojo negro y una nariz rota que dice que cayó por las escaleras. Su hermana dice lo contrario, e incluso si no fuera así, sospecharía de abuso. Bree, la enfermera trabajando conmigo, finalmente confirma nuestras sospechas y hace la denuncia.
Alrededor de la una, hay un horrible accidente automovilístico en la 85, cerca de la salida de Peachtree, que trae una familia de seis. El más pequeño es un niño que, afortunadamente, tenía el cinturón de seguridad en su silla. Además de unos moretones, se encuentra bien. El papá, que estaba conduciendo, obtuvo más heridas entre quemaduras de la bolsa de aire y unos huesos rotos, pero él también estará bien. ¿Pero el conductor del camión que los impactó? Condición crítica. Lo estabilizamos, pero solo el tiempo dirá si logra sobrevivir o no.
Son las tres cuando me doy cuenta que no he ido al baño ni una vez desde que comencé la guardia.
—Oye, Cullen —dice Tanya, bostezando mientras camina.
Pausamos en el pasillo.
—Hola, Denali. ¿Sigues aquí?
—De salida ya. Tuve que ayudar a Dion con esos dos tipos que llegaron.
Asiento, recordando. Sobredosis. Uno solo sobrevivió. Estudio el rostro de Tanya, pero ella se encuentra bien. Ella ha estado aquí más tiempo que yo, y he estado en Piedmont por cinco años.
—¿Cómo volverás a casa?
—Uber —dice con una risa cansada—. No podría conducir ahora mismo ni que me pagaras.
—Envía mis saludos a Alec.
—Lo haré —dice, su voz desvaneciéndose por el pasillo.
Logro llegar al baño, pero no a comer un bocadillo, antes de que la próxima emergencia ingrese por las puertas.
~GMaS~
Jueves
Bella
Si te dan la oportunidad entre limpiar escombros con los chicos —lo cual hice ayer— y actuar como uno de los guardavías, elijo guardavías. Levanto y giro el cartel y le agradezco a Dios por el buen protector solar.
Allí está él de nuevo, el tipo en el Tesla. Me pregunto si él me extrañó ayer. Generalmente, parece que tenemos horarios similares. Hoy, hay todo tipo de malas caras: con el sol brillando en su parabrisas, sus ojos mientras se centran en mí... Casi puedo verlo obligándome a que gire el cartel.
Contengo una sonrisa, no queriendo molestarlo. Bueno, quizás eso quiero... un poco. Al señor Pantalones Elegantes en su coche elegante le vendría bien un poco de paciencia en mi honesta y humilde opinión. Cada mañana que he estado aquí, él viene por la calle solo para ser retrasado por una construcción que, ahora irritante, solo mejorará el tráfico en la calle que él obviamente toma todo el tiempo.
Además, no depende realmente de mí. Giro el cartel cuando obtengo el visto bueno de Mike, que ayuda a dirigir del otro lado hoy.
—Okey, Bella —dice Mike justo entonces, su voz quebrándose a través del walkie talkie en mi cintura.
—Muy bien. —Con lentitud meticulosamente, giro el cartel SIGA y le doy una enorme y brillante sonrisa al Tesla.
Oye. Tengo que divertirme de alguna manera. Puede que sea mejor que limpiar escombro, pero a este trabajo le hace falta diversión.
Para la hora del almuerzo, tengo tantas ganas de ir al baño que estoy casi bailando. Mike me releva así puedo aliviar mi vejiga en la estación de servicio en la esquina, donde tomo una bebida energética y una barra de granola mientras me encuentro allí. Mi teléfono vibra en mi cadera mientras doy un paso hacia el sol, y cuando bajo la mirada, Vicky me sonríe.
—Hola, tú —respondo alrededor de un bocado de algo con almendras, avena y chía.
—Hola, cariño. ¿Sigue en pie esta noche?
—Será mejor que sí —gruño prá está cuidando de un primo rico que vive en Buckhead. Tienen una piscina, un jacuzzi, y mucho vino. Perra con suerte—. ¿Qué puedo llevar?
—Quizás algunos de esas magdalenas de GiGi. He estado antojada de chocolate. Y tus pijamas. Bien podrías pasar la noche, ¿cierto?
—Por supuesto.
—¿Cómo te va allí?
Deteniéndome frente a la senda peatonal, presiono el botón.
—Bien. Mis pies siguen doloridos.
—Esas botas pesan, como, cinco kilos cada una.
Resoplando, cruzo la calle.
—Sí, bueno. Sabes que a papá le importa mucho la seguridad. Aparentemente, mis Converse no eran suficiente.
Nos ponemos al día hasta que regreso a la obra, donde guardo mi teléfono. Si hay algo que Charlie Swan odia, es no hacer nada cuando se supone que estás trabajando. «El tiempo es dinero», le gusta decir, alisando su bigote. «Y si estamos desperdiciando tiempo, no estamos haciendo plata.»
Hablando de eso, allí se encuentra, haciéndome señas de que me acerque a la camioneta.
—¡Bella Marie!
—Hola, papá.
—Mike cuidará el fuerte por ahora, así que ¿por qué no vas y ayudas a Reneé en la oficina? Termina con un poco del papeleo. —Intento contener mi sonrisa, pero él la ve de todos modos—. Sí, sí. Vuelve con tu delicadeza.
—¡No soy delicada! —contesto, ajustando mi coleta.
Él sonríe, encendiendo la camioneta.
—¿Te quedas o te vas, entonces?
—Definitivamente me voy.
—Bien. —Asiente—. Oh y, eh... Llévale a tu mamá esas donas que le gustan de Sublime. —Me tiende un billete de veinte de su billetera.
—¿Cuántas donas necesita? —Me río.
Guiñando un ojo, sube su ventana y se aleja del bordillo.
~WG~
Sábado
Edward
Amo mi cama. Amo mi cama. Amo mi cama.
Bostezando, giro y abrazo mi almohada. Mi guardia comienza a las nueve esta noche. No termina hasta las cinco de mañana, pero no me preocupa eso. Todo lo que importa es esta cama. Y lo mucho que la amo.
Pero, de acuerdo con mi teléfono, son las 11:45. El Green Market en el Parque Piedmont solo está abierto hasta la una, y si me pierdo el camión de comida de Alice y Jasper de nuevo, seré vetado de eventos familiares. Arrastrándome fuera del cálido capullo de edredón y sábanas de algodón pima de 280 hilos, me tomo una linda y larga ducha y me visto.
Alice sonríe cuando me ve en la fila. Le devuelvo la sonrisa, contento de haber venido. Invertí en Fork in the Road cuando era un sueño de ella y Jasper, y no me he arrepentido desde entonces. Ella me ha devuelto el dinero, de todos modos... y no que quería que lo hiciera. Alice siempre había sido una persona que consigue lo que desea y brutal, así que no aceptar su dinero no era una opción.
—¿Pollo frito? —dice, cuando es mi turno.
—Y repollo. Y pan de maíz. Pero envuélvelo... Me lo llevaré a casa.
—¿Queeé? —Ella exagera al mirar a sus alrededores, agitando una mano—. ¡Pero si es un día espectacular!
—Estoy exhausto, Al —digo, encogiéndome de hombros—. Y tengo guardia de nuevo esta noche.
—Solo quédate un rato. El sol y socializar son buenos para ti.
Jasper estira un brazo alrededor de Alice, tendiéndome un contenedor para llevar pesado.
—Va por la casa, hermano.
Sé que no debo protestar, así que lo acepto y doy un paso al costado.
—Está bien. Estaré en el lugar.
Ella asiente, llevando su atención hacia la mujer detrás de mí. Lo cierto es que es un buen día. También sería bueno regresar a la cama, pero no he pasado tiempo con mi hermana en un tiempo, así que me acerco a nuestro lugar—una zona acolchada y llena de césped debajo de un grupo de árboles.
Alguien chilla de la risa. Mordiendo mi pan de maíz, noto a un par de chicas sobre la manta debajo de otro árbol. Ambas tienen varias bolsas de comida con el logo de mi hermana, y la morena se está riendo de algo que la pelirroja dice. Sonriendo ante su alegría, regreso a mi comida, dándome cuenta lo hambriento que me encuentro.
Alice corre hacia aquí mientras estoy terminando, sentándose y envolviéndome en un abrazo.
—Estoy tan feliz de que finalmente vinieras.
—Yo también. —Mi estómago está lleno y tengo más sueño que nunca, estoy tentado de simplemente acostarme aquí en el césped, pero se siente bien estar aquí en el exterior—. ¿Cómo les fue hoy a los dos?
—Oh, genial. Este es uno de mis lugares favoritos. Tenemos nuestros clientes regulares, pero siempre hay rostros nuevos... y Edward, montones de vendedores diferentes. Una señora vende quesos de cabra, ¡y trajo cabras bebé hoy! Abandoné a Jasper durante el rato de bajas personas así podía ir a jugar con ellas...
Asiento, escuchando, pero mis ojos están en la morena de nuevo. Ella y su amiga están levantándose, juntando sus cosas. Algo sobre ella se siente tan familiar, pero probablemente sea mi mente jugándome unas pasadas. No sería la primera vez. Me encuentro con tantas personas con regularidad que a veces sus nombres y rostros se mezclan.
—Holaaaa...
Me concentro con culpa de nuevo en Alice.
—Lo siento, creí haber visto a alguien que conozco.
Ella echa un vistazo alrededor, asintiendo.
—Probablemente. Este sigue siendo el lugar indicado para los sábados.
Crecimos cerca de aquí, en Ansley Park. Tengo muchos recuerdos de pasar el rato aquí, y sé que Alice también.
—Bueno, debo ayudar a Jas a limpiar —dice, poniéndose de pie y quitando el césped de sus shorts—. ¿Vienes a lo de mamá y papá mañana para almorzar?
Asiento, poniéndome de pie.
—Por un rato.
—Bien. Te extrañé la última vez.
—Habla con papá.
Ella pone los ojos en blanco, pero lo entiende. Crecimos con un padre que tenía los mismos horarios que yo ahora, así que nadie espera que sea bueno conmigo.
—Trabajas demasiado.
—Lo sé. —La abracé—. Gracias por el almuerzo.
—Cuando quieras.
~GMaS~
Lunes
Edward
No sé cómo ella lo hace, pero esta chica siempre está dirigiendo el tráfico cuando intento llegar al hospital. ¿Cuándo van a terminar con esta parte de la calle, por Dios santo?
Estoy exhausto. Trabajé anoche, hasta tarde, y estoy yendo tarde de nuevo, elevando mi impaciencia a alturas épicas. Apretando el volante, contemplo la última vez que tuve unas vacaciones.
Los coches frente a mí se detienen y siguen, se detienen y siguen. Yo sigo, solo para ser detenido cuando la encargada gira el maldito cartel de nuevo. PARE. ¿Acaso ella reconoce mi coche o algo? Agotado y con poca cafeína, bajo mi ventanilla, saco la cabeza y grito:
—¿Me estás jodiendo ahora?
Sus ojos se agrandan, y la sonrisa engreída se esfuma de su rostro. Finalmente, finalmente, luce tan molesta como yo me siento. Y sí, quizás debería sentirme mal, pero no lo hago. Esto no es un juego. Tengo un trabajo que hacer. Un trabajo importante. Volviendo a subir la ventanilla, trago el resto de mi café. El cartel gira y procedo, apenas conteniendo la urgencia de pisar el acelerador.
Después de todo, salvo vidas. No las pongo en peligro.
Las horas corren.
Niño, anafilaxia. Adolescente, severo dolor abdominal. Hombre, mano casi serruchada. Accidente automovilístico. Una señora mayor con sepsis. Entra un hombre, su rostro de color ceniza. Infarto agudo de miocardio. Francamente, es increíble que haya llegado aquí.
De alguna manera, en el medio del drama, hay tiempo para que coma algo.
Acabo de terminar de admitir a una víctima de infarto cuando Bree guía hacia una joven. Ella está encorvada, abrazando su brazo sangriento mientras el hombre mayor a su lado camina de un lado al otro, preocupado, mascullando. Supongo que es su padre.
—La paciente presenta una laceración en su brazo izquierdo —dice Bree—. Posibles fracturas.
Echo un vistazo a la información que la joven dio, asintiendo.
—Rayos X ni bien terminemos aquí.
Bree asiente, apresurándose a preparar una unidad portátil.
Finalmente miro al rostro de la paciente. Bueno, mierda. Es la chica del cartel de la obra. Me detengo por una milésima de segundo, pero entonces mi entrenamiento entra en acción.
—Hola... —Echo un vistazo a su muñeca—. Bella. Soy el Dr. Cullen. Dime lo que pasó.
Sus ojos están llenos de lágrimas y ella está pálida... Supongo que más pálida de lo usual gracias a su herida.
—Yo, eh. Me caí.
—Estamos trabajando en la carretera —suelta el hombre, su rostro rojo. Es difícil decir si es por estrés o por el sol. Probablemente ambos—. En una obra. Había un par de herramientas dejadas en el suelo y ella se resbaló. Cayó justo dentro de la zanja que los hombres estaban haciendo...
Regresé mi atención a Bella.
—¿Puedes moverlo?
—No —dice pesadamente, mordiéndose viciosamente el labio. Sospecho que es para evitar llorar.
—Estarás bien, Bells —dice el hombre, pareciendo que él también fuera a llorar.
—¿Eres su padre? —pregunto mientras Bree termina de vendar la herida.
—Sí.
—Ella estará bien. Vamos a realizar unas placas, así que si no le molesta esperar en...
—Por supuesto. —Con un brusco asentimiento, él le da una palmada al brazo sano de Bella y desaparece. Ella se sorbe la nariz, cerrando fuertemente los ojos mientras trabajamos en él. Es una laceración espantosa, pero podría haber sido peor. Mucho peor.
—Lo estarás, ¿sabes? —mascullo mientras Bree termina—. Estará bien.
—Gracias, Dr. Cullen —dice temblorosamente, echándole un vistazo a mi credencial. Ella es incluso más hermosa de cerca, con ojos grandes y marrones y una generosa pizca de pecas a lo largo del puente de su nariz.
Ella no me reconoce. Estoy tentada de dejarlo pasar, pero siento una punzada de culpa por el comportamiento de esta mañana. Me aclaro la garganta.
—Bella.
Quedándose quieta, me mira. Bree también lo hace, frunciendo el ceño ligeramente.
—Me disculpo. Por esta mañana.
Ella sacude la cabeza, claramente confundida.
—¿Esta mañana?
Tengo que irme. Hay otros pacientes, otras emergencias. Y aún así, me obligo a mantener el contacto visual.
—En la carretera. Conduzco el Tesla.
Su rostro se llena de comprensión mientras me estudia. Sus mejillas enrojecen, y baja la mirada.
—Oh.
—No debería haberte hablado de esa manera —continúo. Esto no podría ser más incómodo ni aunque lo intentara.
La máquina de rayos X aparece. Bree posa su mano con vacilo sobre la espalda de Bella.
—¿Puedo...?
El momento se esfuma.
—Sí, por supuesto. —Doy un paso lejos del caos, dejándolos atrás.
~WG~
Martes
Bella
La lluvia cae afuera de la ventana de mi cuarto de la infancia, donde mamá me está haciendo quedar por el próximo día o dos. Estoy un poco confundida, gracias a mis analgésicos, pero estoy bien. Tranquila. Estirando mi brazo sano, tomo mi teléfono.
Nueve de la mañana. Usualmente, a esta hora, he estado en la obra por horas. O, si es durante el año académico, estoy en clases. Siempre me he levantado temprano. Pero no estaré haciendo mucho hoy. Gracias a la emoción de ayer, estoy fuera de servicio por un par de días, y cuando regrese, será trabajo de oficina con mamá.
Incluso si mi brazo no estuviera enyesado, papá está demasiado aterrado como para permitirme hacer algo más. Supongo que no puedo culparlo, pero... agh. Qué desastre. Mike, el loco por la seguridad, me advertía a diario que tenga cuidado con la zanja, la asfaltadora, los conductores dementes que puedan tratar de pasar—y entonces en un momento de distracción, tropecé con la maldita sierra de concreto que él había dejado en el suelo. Por solo cinco segundos. Papá dice que tengo suerte de que no me haya rebanado una extremidad.
Aún así, todo fue un jodido desastre—desde la caída a la histeria que provocó (mi padre de todas las personas, que se ha encargado de los equipos por décadas, estuvo fuera de sí) a la sala de emergencias donde quién me trató fue el Dr. Tesla.
Por supuesto. Por supuesto que él es un doctor. Un doctor jodidamente sexi más adecuado para los dramas médicos en la televisión que en la vida real. ¿Sus ojos? Hermosos. ¿Su mandíbula? Ridícula. ¿Su disculpa?
Inesperada.
La Bella Fuerte le hubiera dicho que lo pensaba, pero la Bella Herida estaba demasiado aterrada. La adrenalina me había dejado exhausta y al borde de las lágrimas y cuando él dijo que lo sentía simplemente... me derretí.
No que importe. Incluso si jamás lo vuelvo a ver. Lo único que teníamos en común era la obra en construcción, y no tengo permitido volver allí. Incluso si papá lo supera, los chicos piensan que llevo mala suerte.
Suspirando, giro. Me rompí el mismo brazo cuando tenía nueve años, trepando una cerca. Afortunadamente, es el izquierdo. No debería abstenerme de conducir o tomar notas en clases o lo que sea. Duele un poco, así que me tomo otro analgésico y vuelvo a dormir.
~GMaS~
Sábado.
Edward
Dos días libres seguidos, y es algo bueno porque la falta de sueño no es un chiste. Pasé el día de ayer durmiendo, despertándome solo para usar el baño y devorar restos de comida antes de caer sobre la cama de nuevo.
Hoy, me siento más como yo mismo de nuevo. Disfruto mi tiempo en la ducha, agradecido de no tener que apresurarme. Me siento y me relajo en la cocina, bebiendo mi café mientras juego con mi tableta y me pongo al día con las noticias. Y cuando finalmente he hecho suficientemente nada, reviso mi teléfono. Hay un mensaje de voz de mi madre, preguntando si tengo planes para cenar esta noche, y varios mensajes de mis amigos y colegas. Dos son de Heidi. Ella también quiere saber qué haré en la noche.
Estoy tentado de ignorarla, pero respondo que estoy ocupado y me deslizo hacia el mensaje de Alice.
¡Dos días libres seguidos! ¿Vienes al Parque Piedmont hoy?
Reclinándome, me rasco la barriga y considero la posibilidad. La lluvia que hemos estado teniendo parece haberse despejado, y por una vez, me siento algo descansado. Debería aprovecharlo y salir afuera, incluso por un rato.
Bueno. Nos vemos en un rato.
El Parque Piedmont siempre está lleno los sábados, pero hay otro festival hoy así que está atestado. Después de pagar el estacionamiento, camino hacia el Green Market, esquivando niños con helado, parejas con perros, un hombre inexplicablemente de traje... hasta que detecto el camión de Alice y Jasper. La fila es larga, pero no tengo que estar en ninguna parte.
Jasper me ve primero. Él asiente, su boca torcida en una sonrisa.
—Hola, hermano. ¿Lo de siempre?
Alice levanta la mirada.
—¡Edward! ¡Vienes temprano hoy!
—De hecho, pude dormir ayer, así que...
—Bien. —Me da una mirada reprobatoria—. Lo necesitabas.
No me molesto en discutir, porque tiene razón. Lo necesitaba. Desafortunadamente, así es mi vida. Me encanta lo que hago, pero este es el precio que pago.
—¿Algún especial hoy?
—¿Realmente pedirás algo que no sea pollo frito? —pregunta, alzando sus cejas—. ¿Quieres probar un po'boy? ¿De marisco?
—Me parece bien. —Le tiendo un billete de diez, el cual ella ignora.
—Solo un segundo, ¿sí? Jas te lo empaquetará.
Pasándome una mano por el cabello, doy un paso al costado así la siguiente persona en la fila puede ordenar.
—Hola, Alice.
—¡Bella! Por Dios, ¿qué le pasó a tu brazo?
Levanto la mirada de mi teléfono, boquiabierto y confundido de que mi hermana y Bella, la encargada de los carteles, hablaran como viejas amigas. Su brazo está enyesado, su cabello suelto y tiene puesto un vestido azul. Un solero azul con tiras.
—¿Bella?
Ella se detiene a la mitad de una frase, llevando su mirada hacia mí.
—¿Dr. Tes...Cullen? ¿Qué es...?
Jasper se asoma por la ventana.
—Ya está la orden, Edward.
Miro de Bella, a Jasper, a Alice y de vuelta a Bella antes de tomar el contenedor para llevar de Jasper.
—Eh, gracias.
—¿Ustedes se conocen? —Alice sonríe curiosamente mientras sus ojos se mueven de un lado a otro entre nosotros.
Asiento.
—¿Algo así?
La pelirroja que está con Bella da un paso hacia adelante, aclarándose la garganta.
—¿Podemos pedir dos tés dulces y dos po'boys de camarón para llevar, por favor? —Ella me mira brevemente mientras le paga a Alice, y no puedo evitar preguntarme si Bella le ha contado sobre mí.
Por supuesto que ella le ha contado. Las mujeres se cuentan todo... lo que me hace preguntar qué tan bien Bella conoce a mi hermana. ¿Le ha contado a ella también? Mierda. Comienzo a alejarme.
—No te vayas muy lejos, Edward —dice Alice, dándome una mirada.
—Estaré en nuestro lugar —prometo.
La pelirroja le da a Bella un pequeño empujón.
—Yo llevaré la comida. Tú elige un lugar.
Bella me mira, sus mejillas sonrojándose de la misma manera que lo hicieron en la sala de emergencias. Antes que pueda decir algo, su amiga se la lleva. Las observo irse, finalmente caminando hacia mi propio lugar en el césped. Está lleno hoy, pero hay suficiente espacio para sentarse. Bella y su amiga están cerca. Ellas hablan y comen, mirando en mi dirección cada cierto tiempo.
Volteando ligeramente, arraso con mi comida. Está buena, tan buena que me deja en un sopor después. Me acuesto sobre el césped, agradecido por la sombra y la brisa, cerrando los ojos ante la música, las voces y las risas. ¿Cómo es que jamás he visto a Bella antes de la semana pasada y ahora está en todos lados?
—¿Dr. Cullen?
Mis ojos se abren. Allí está, su pequeño vestido azul agitándose con la brisa. Intento en vano no bajar la mirada hacia esas piernas largas y bronceadas.
—Ya no estamos en el hospital. Solo llámame Edward.
—Solo quería agradecerte de nuevo por el otro día —dice, llevando un rizo por detrás de su oreja.
Me siento, quitando el césped de mi cabello.
—Es mi trabajo. Estuve feliz de ayudar.
—Y para decir que acepto tu disculpa —dice, una expresión determinada en su rostro—. Aunque me hiciste sentir como la mierda esa mañana.
Bueno, probablemente me merezca eso.
—Realmente lo siento. No fue mi mejor momento.
Ella me mira, asintiendo lentamente. En el fondo, su amiga Vicky nos está observando.
—No has regresado —digo—. A la obra.
—Ellos no me dejan regresar —dice, una pequeña sonrisa en su boca.
—Oh. Lo siento mucho.
—No lo hagas. —Pone los ojos en blanco—. No es mi carrera... no importa lo mucho que mi papá probablemente desea que lo fuera. Simplemente estaba ayudando para pasar el tiempo. Hacer un poco de dinero. Volveré a la escuela en otoño.
¿Cuántos años tiene? ¿Y por qué me importa?
—¿A dónde asistes?
—Georgia Tech. Estoy trabajando en un máster en planificación urbana.
Inteligente y hermosa. No sé por qué esto me hace sentir incómodo. Poniéndome de pie, la miro.
—¿Cómo está tu brazo?
Ella sacude la cabeza, luciendo desconcertada.
—Está bien, ¿supongo? No lo sé. No duele tanto ya.
Meto las manos en mis bolsillos.
—Tendrás que mantenerme al tanto.
Sus ojos se entrecierran.
—¿Y cómo haré eso?
—Podrías darme tu número.
Ella no se sonroja esta vez. El silencio entre nosotros es aún más fuerte que el ruido que nos rodea. Algo sobre Bella hace que mi boca hable antes que mi cerebro lo pille, pero lo dije en serio. Me gusta. Me gusta cómo luce, y me gusta que me haya reprendido.
—Apenas te conozco —dice.
—Lo sé. —Asiento—. Y yo siempre estoy trabajando. No sé cuándo realmente tendré tiempo para verte. Pero me gustaría hacerlo.
Ella extiende su mano.
—Dame tu teléfono.
Lo hago, y ella rápidamente escribe algo antes de devolvérmelo.
—Gracias.
Ahora se sonroja.
—De nada.
~GMaS~
Lunes
Bella
No escucho del Dr. Edward Tesla Cullen hasta el lunes por la mañana, cuando me envía un mensaje alrededor de las nueve. Estoy en la oficina con mamá, y tomo con torpeza el teléfono, mi corazón se saltea un latido cuando veo las palabras debajo de un número desconocido.
Hola, Bella. Es Edward. Parece que tendré el jueves por la noche libre. ¿Estás libre?
Vaya, vaya. Parece que él hablaba en serio. Sonriendo, escribo una respuesta.
Claro. ¿Qué tienes en mente?
Cena. ¿Te gustan los tacos?
Tendrías mi permiso para no volver a hablar conmigo si no me gustan los tacos.
Jaja. ¿6 pm?
Me parece bien.
Le envío mi dirección y espero a que él continúe, pero nunca lo hace. Quizás había una emergencia.
En el almuerzo, Vicki sonríe sobre su hamburguesa.
—¿Qué? —pregunto, tratando de dejar de sonreír. No está funcionando.
—El Dr. Tesla está moviendo sus fichas, ¿eh? Espero que él mantenga sus arrebatos al mínimo.
—Sí, en serio. —Me encojo de hombros, arrastrando una papa frita por el ketchup—. Él no parece un asno de cerca, pero supongo que el tiempo lo dirá.
—Sé honesta. Solo le estás dando una oportunidad porque es sexi.
—Oh, totalmente.
Ella se carcajea, levantando su mano para chocar la mía. Se la doy, pero solo después de haber comido mi papa frita. La vida con una mano es más complicada de lo que parece.
De regreso en la oficina, debato sobre si debería volver a mensajearle. Por un lado, él probablemente sea la persona más ocupada que conozca, y no quiero molestarlo si se encuentra en el medio de algo importante. No lo sé, volviendo a coser el dedo de alguien. Por el otro lado, quiero conocerlo... y no quiero esperar hasta el jueves por la noche. Usualmente no soy tan estúpida cuando se trata de citas, pero Edward es diferente. Él es un poco mayor que yo, aunque no sé por cuánto, y es un doctor. Él es tan serio todo el tiempo. No es mi tipo de siempre.
Eventualmente lo supero y le envío un mensaje.
Hola, sé que probablemente estés ocupado y no tengas tiempo para responder pronto. Solo quería hacerte saber que estoy emocionada por nuestra cita/por conocerte.
Presiono enviar antes que pueda acobardarme, y entonces paso la siguiente hora sintiendo vergüenza por lo tonto que fue mi mensaje. ¿Soné muy ansiosa? Él me preguntó, después de todo.
Su respuesta me espera cuando regreso del baño.
Estoy ocupado. Pero, por favor, envíame mensajes cuando quieras y siempre responderé ni bien pueda. También estoy emocionado por conocerte.
Lo termina con un emoticón de :—).
Eso es una buena señal.
~GMaS~
Jueves
Bella
Edward toca mi timbre a las 6:01, cegándome con su belleza cuando abro la puerta.
—Hola —digo, saliendo hacia el pasillo.
Él tiene puesto unos jeans oscuros, una camiseta verde, y zapatillas realmente buenas. Unas Nike vintage. No esperaba eso, pero ahora que lo pienso, él estaba vestido de manera similar en el parque el sábado. Su cabello está cuidadosamente peinado pero aún un poco desordenado, y es adorable. Tan adorable.
Él sonríe lentamente, mirándome de arriba abajo.
—Hola, Bella. Luces bien.
—Gracias. Tú también.
Nos robamos miradas al bajar las escaleras, intercambiando pequeñas sonrisas ñoñas. Necesitaba verlo así, como si realmente quisiera esto como yo.
—Ah, el Tesla —digo cuando abre la puerta para mí—. Hola, viejo amigo.
Riendo, se ubica a mi lado.
—Estoy feliz de que se reencuentren en mejores circunstancias esta vez.
—Yo también. —Paso las manos sobre la consola de cuero—. Elegante, ¿eh?
—Tiene buen consumo por kilómetro. —Me echa un vistazo—. Y es bueno para el medio ambiente.
—Ah. —Sonrío.
—¿Por qué? ¿Qué conduces tú? —pregunta, saliendo del estacionamiento.
—Esa vieja Chevy roja junto a la que estabas estacionado —digo, sacando mi acento.
—Una camioneta muy grande para una pequeña como tú —dice, usando su acento.
—¡Lo sabía! —Me río, juntando mis manos—. Chico de ciudad, mi trasero.
Él se ríe, sus ojos brillan.
—Soy un chico de ciudad. Nací y crecí por aquí. ¿Tú?
—Snellville.
—Los suburbios —dice, asintiendo—. No demasiado lejos. Pero definitivamente tiene más lugar para camionetas viejas.
Resoplando, asiento.
—Sí. Mi papi me enseñó a conducir su camioneta, por lo que cuando me gradué de la secundaria, me dio una igual.
—Tu papá parece ser un buen tipo —dice Edward, cambiando de carril. El tráfico siempre está pesado a estas horas, especialmente los días de semana.
—Él es un blandito —digo—. El mejor.
Me enorgullezco de conocer los mejores lugares en la ciudad, pero esta es la primera vez que he ido a Holy Taco. Pronto nos encontramos sentados en el patio, compartiendo papas y salsa. Ya terminé de tomar los analgésicos, así que pido una margarita.
Pero solo una. Necesito dejar una buena impresión, y no puedo hacer eso si estoy demasiado ebria.
Edward ordena una cerveza.
—Tengo que trabajar por la mañana —explica mientras leo la etiqueta: Tecate—. Sino me uniría a ti.
—¿Te gustan las margaritas?
—Tendrías mi permiso para no volver a hablarme si no me gustaran las margaritas —bromea, chocando su botella con mi copa
Me derrito un poco. Él no es super serio como había asumido.
—Entonces, ¿qué haces cuando no estás trabajando?
—Duermo —dice irónicamente—. Paso tiempo con mi familia.
—¿Todos viven aquí?
—Sí. Alice... a quien ya conociste... y Jasper regresaron después de la universidad años atrás, y mis padres viven en Ansley Park.
—No puedo creer que Alice sea tu hermana. Pequeño mundo.
Él asiente, tomando una papa frita.
—Y Ansley Park, ¿eh? ¿Allí es dónde creciste? —pregunto.
Él vuelve a asentir.
Escondo una sonrisa.
—Entonces, un chico rico de ciudad.
—¿Acaso tu papá no es dueño de su propia empresa constructora? He visto las vallas publicitarias, Bella.
Sorprendida, bajo mi bebida.
—Bueno, sí.
Él arquea una ceja, algo así como... jaque mate.
El camarero trae nuestros tacos, y por un momento simplemente comemos. Él es gentil y sociable, accesible, algo que no me esperaba. Después de todo, nuestros primeros encuentros estuvieron llenos de tensión.
—¿Sabes? Jamás me dijiste por qué estabas tan enojado ese día. —Estamos regresando a su coche ahora, y me he relajado por el tequila y un par de horas de charla—. ¿Fue porque tenías que esperar?
—Estaba completamente agotado. Y llegaba tarde —dice, pasándose una mano por su cabello—. De nuevo. Y eso no es aceptable para alguien que hace lo que yo hago. Además... —Pausa, estudiándome mientras abre la puerta—. Tenía la impresión de que estabas jugando conmigo.
Me muerdo el labio vergonzosamente.
—No del todo. Tenía que esperar a que Mike me diera el visto bueno desde el otro lado antes de dejar pasar mi lado.
—Eso lo entiendo. Pero lucías muy presumida al respecto.
—Lo fui un poco. Lo siento —digo. Y lo hago.
—Yo también.
—Sé que lo haces. Ya te has disculpado —digo—. Al menos, dos veces.
~GMaS~
Sábado
Edward
—Alguien está de buen humor —bromea Tanya, alcanzándome junto a la máquina expendedora.
—¿Lo estoy? —Bajo mi botella de agua mientras tengo la posibilidad. La sala de emergencias había estado más lenta de lo usual esta mañana, pero las cosas cambian en un parpadeo por aquí.
—Has tenido una sonrisa en tu rostro cada vez que te veo.
—Tuve una buena noche de sueño —contesto.
—No se diga más. Sé exactamente cómo se siente eso —dice, sus ojos bien abiertos—. Te hace sentir como una nueva persona.
—Así es. ¿Cómo has estado últimamente?
—Estoy bien. Tratando de llegar a fin de mes. Alec y yo llevaremos a los niños a Hawai.
—Oye, eso es genial —digo, palmeando su brazo. Tanya trabaja casi tanto como yo lo hago y con una familia. No sé cómo lo hace.
Bree me encuentra en el pasillo.
—La Sra. Ellison está aquí de nuevo.
—¿Ella está bien? —pregunto, acelerando mis pasos. La Sra. Ellison es una de nuestras pacientes regulares. Ella sufre de demencia y tiene otros problemas físicos.
—Dice que le duele respirar.
Cuando salgo de trabajar, el sol comienza a bajar. Estoy cansado, pero hay una ligereza en mis pasos que usualmente no está allí. Saco mi teléfono para enviarle un mensaje a Bella, solo para encontrar que ella ya lo ha hecho. Hace cuatro horas.
Hola. Me divertí mucho anoche. Gracias por la cena. ;)
Yo también. ¿Qué haces?
Estoy en lo de Vicky. ¿Estás en el trabajo?
Acabo de salir. Yendo a casa ahora.
¿Trabajas mañana?
Sí, pero tengo el lunes libre.
Pasa un instante, y entonces:
¿Puedo preguntarte algo?
Resistiendo la urgencia juvenil de decirle que lo acaba de hacer, respondo.
Por supuesto
Tienes una agenda héctica y loca. ¿Adónde ves que va esto?
Estoy sorprendido por su franqueza, pero quizás no debería estarlo. Es consistente con lo que he experimentado de Bella hasta ahora.
Sí tengo una agenda héctica. Pero me gusta pasar tiempo contigo.
Cuando ella no responde después de un momento, sigo.
¿Adónde ves que va esto?
No lo sé, pero realmente me gusta pasar tiempo contigo también.
~GMaS~
Lunes
Edward
Decido invitar a Bella aquí así puedo hacerle la cena. Quizás sea un movimiento atrevido, pero estoy cansado y no tengo ganas de lidiar con el tráfico o las personas.
Además, hay algo atractivo sobre pasar tiempo a solas con la chica con la que has estado hablando por mensajes toda la semana. Siento que estoy conociéndola de a pedazos, en bromas que ella cuenta y preguntas que hace, pero no hay sustituto para la realidad.
—¿Cena? —Ella había dicho cuando la había llamado—. ¿En tu apartamento?
—¿Eso está bien?
—Por supuesto, está bien. ¿Qué puedo llevar?
—Solo a ti.
—Sabía que dirías eso. —Hubo una risita ronca de su lado de la línea—. Pero mi mamá no me crió así. Llevaré algo.
Así que no estoy sorprendido cuando suena mi timbre y es Bella, con dos botellas de vino en una cartera—. No sabía si te gustaba tinto o blanco —dice como saludo—. He traído cosas para preparar margaritas, pero no sabía qué ibas a cocinar, así que...
Ella está nerviosa. Es adorable. Suprimiendo una risita, tomo su cartera y me inclino para besar su mejilla. Es espontáneo, probablemente nos sorprende a los dos—. Hola, Bella.
—Hola —dice, sonriéndome tímidamente.
—Te dije que me llamaras cuando llegaras... Hubiera bajado a recibirte.
—Mi brazo está roto, no mis piernas.
—Bueno, adelante. —Cierro la puerta tras ella—. Estoy haciendo pollo marsala.
—¿En serio? —dice—. Estoy impresionada.
—No lo estés. Es prácticamente lo único que sé hacer.
Ella se ríe, siguiéndome a la cocina.
—Este lugar es increíble. He visto el edificio de pasada, pero... vaya.
Asiento, abriendo la botella de tinto.
—He estado aquí por poco más de dos años ya. Mi papá pensó que debería comprar algo más cercano al hospital, pero realmente no quería estar en Buckhead.
—¿Te llevas bien con él? —pregunta, aceptando la copa que le doy.
—Sí. Y hay varios hombres que respeto más.
—Apuesto que él ama que estés siguiendo sus pasos —dice.
—Sí y no. Él está orgulloso de mí, y le gusta que trabajemos en el mismo hospital ahora, pero es una vida demandante. Su agenda evitó que estuviera mucho en casa cuando éramos niños. Él se preocupa de que sea lo mismo para mí. —Me encojo de hombros.
—Mmm —dice Bella, tomando un sorbo de su vino.
Sonriendo ante su tacto, regreso hacia la estufa y revuelvo la cena.
—¿Y tú? Recuerdo que dijiste que a tu papá le hubiera encantado que te unieras al negocio familiar.
—Vamos, Edward —dice, de repente justo a mi lado. Ella tiene puestos jeans esta noche, y una blusa de apariencia suave que no para de caer por su hombro—. Creo que todos sabemos el desastre que eso sería. Él finalmente entiende eso.
—Trabajar en tu máster no está tan mal.
—Sí, él está emocionado por eso. Él no terminó la universidad, así que...
Le ofrezco una cuchara así puede probar la salsa.
En vez de tomarla, ella abre la boca, permitiéndome que la metiera en esta. Mierda. Ella había bromeado sobre que esto era un tipo de "Nextflix y relajarse", pero ahora que está aquí estoy comenzando a sentir que podría serlo.
Esta es tu segunda cita. La has conocido por menos de un mes. No seas ese tipo de hombre. No seas...
—Mmm —gime—. Eso está muy bueno.
Quizás una cita afuera hubiera sido más inteligente.
Pero la cena transcurre sin contratiempos, y pronto nos encontramos en el sofá, bebiendo nuestra segunda botella de vino.
—¿Por qué no tienes una novia, Edward? ¿Es porque estás casado con tu trabajo? —bromea.
—Algo así.
Ella me estudia de manera especulativa.
—¿Realmente no hay nadie?
Considero a Heidi, y varias de las mujeres con las que he salido. No han habido muchas, pero no soy célibe.
—Nadie serio, no.
Ella asiente, bajando su copa.
—¿Qué hay de ti? —pregunto.
—Lo mismo, supongo. La escuela ocupa la mayoría de mi tiempo durante el año.
Nos miramos, y ella me sonríe. Me pregunto qué es esto para Bella, por qué estar con ella se siente natural. Es fácil hablar con ella, a pesar que de muchas maneras somos completamente diferentes. Ella se ejercita porque siente que debería hacerlo. Yo lo hago porque me encanta. A ella le encanta la playa. A mí me encanta las montañas. Ella ama a los Falcons. Yo prefiero ver Atlanta United FC.
—Tengo pases de temporada, si alguna vez quieres ir —ofrezco.
—¿Cuándo tendrías tiempo de ir? —Pincha mi pierna, sus ojos llenos de travesura.
—Hago tiempo para las cosas que me importan. —Ladeo la cabeza, mirándola—. Haría tiempo para ti.
Ella sabe lo que estoy diciendo porque sonríe, bajando la mirada.
—Eso me gustaría.
—¿Sí? Me gustas.
—¿Es ahora que te ofreces a poner Netflix? —pregunta, mordiéndose el labio.
—Solo si tú lo quieres. —Me río, fuerte, porque ella tenía razón antes y ambos lo sabemos.
Ella se ríe. Estamos sentados cerca, porque me ha sido imposible permanecer lejos de ella, y ahora me inclino hacia ella, apartando su cabello por detrás de su hombro. El hombro que he estado observando toda la noche.
—No necesitamos Netflix para relajarnos —bromea, estremeciéndose cuando todo ese hombro, deslizando mis dedos ligeramente sobre su piel suave.
—Lo que dije fue en serio. —Beso su hombro—. Me gustas. Mucho.
—También me gustas —susurra—. Mucho.
—No iba a hacer esto... dime que me detenga. —Beso su cuello.
—No tienes que parar —dice, acurrucándose más cerca.
—¿No? —Beso su mejilla.
—No pares. —Toma mi rostro, lo lleva hacia el suyo. Nos besamos lentamente—. Solo sigue.
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Po'boy es un sándwich submarino típico de Luisiana. Es parecido a un bocadillo y se sirve en una baguette. Está compuesto generalmente de marisco o pescado rebozado, o carne. Se unta con mayonesa y ketchup, y suele llevar lechuga, tomate y pepinillo.
¡Hola! Capítulo sin betear. Decidí hace unos días que iba a subirlo por mi cumpleaños, y pues me pasé la noche y parte de hoy traduciendo. La segunda y última parte la subiré en unos días :)
Gracias por leer y a las que siguen allí :3
