Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es fanficsR4nerds, yo solo traduzco con su permiso.


Disclaimer: This story is not mine, it belongs to fanficsR4nerds. I'm just translating with her permission. Thank you so much, Ariel! ❤️


Summary completo: Los saltos vienen cuando menos los esperas. Destruye zonas de confort y transforma todo en un mundo de cambios. Bella, que por mucho tiempo dependió de sí misma, se enfrenta a uno de esos saltos cuando conoce a Edward Cullen, un hombre que tiene mucho por aprender a la hora de ser parte del mundo de ella. Así que, ¿qué pasa cuando ellos también son víctimas de uno de los saltos de la vida? Caen. Y más importante, con gracia.


Capítulo 1

Edward

Mis dedos volaban sobre mi teclado, el clic constante de las teclas un tamborileo héctico. Junto a mí en el escritorio, mi teléfono vibró con otro correo, y lo ignoré, terminando el que estaba escribiendo.

Leí de vuelta lo que había escrito, asegurándome de que había comunicado bien mi punto, antes de enviarlo. Miré a mi buzón de entrada, vi el correo que era de mi hermano y no mi actual oferta, y lo ignoré. Tenía una hora más para obtener los números finales de esta oferta; Emmett podía esperar, carajo.

Mi teléfono vibró de nuevo, y esta vez vi que era una llamada de un subcontratista. Toqué mis Air Pods, respondiendo la llamada.

—Mike —fue mi saludo—. Oye, amigo, dime que tienes buenas noticias.

Al teléfono, Mike soltó una risita.

—Sí, amigo. Pateó nuestros traseros, pero estoy enviándolo ahora mismo.

Mis ojos se movieron hacia mi correo, y lo refresqué con impaciencia.

—¿Cómo luce?

Mike gruñó.

—Como si nos hiciste llegar a un acuerdo. Te estamos dando un enorme descuento, Ed.

Tarareé, viendo el correo. Lo abrí, mis ojos comenzaron a estudiar los números.

—Seremos capaces de recuperar una parte —mascullé, tratando de leer rápidamente—. Nos aseguraremos de que estén cubiertos —continué. Mike suspiró.

—Eso espero. El jefe apenas firmó esto. Contamos contigo para cubrir nuestros traseros.

Sacudí la cabeza. Parece ser que eso era todo lo que siempre hacía.

—Yo me encargo, chicos —dije con confianza—. ¿Algunas condiciones que debería saber?

Mike me contó los detalles de su oferta, explicándome algunos puntos mientras lo estudiaba en mi pantalla. Mantenía cerca de unas cien notas mentales y asentía mientras Mike hablaba.

—Esto luce genial, amigo. Tengo que trabajar en el resto de la oferta. Te llamaré más tarde.

Mike exhaló.

—Por supuesto. Buena suerte.

Colgué, mis manos moviéndose sobre mi teclado mientras insertaba la oferta de Mike en mi hoja de cálculo. Había estado trabajando sin parar en esta jodida oferta, y como en todas, se reducía a los últimos minutos.

Eché un vistazo al reloj, viendo que me quedaban treinta y dos minutos.

—Mierda. —Suspiré, sacudiendo la cabeza. Me estiré hacia mi escritorio, tomando el teléfono y marcando la extensión de marketing.

—¿Sí? —respondió Chelsea al primer tono.

—Estoy listo. Por favor, dime que estamos preparados.

Chelsea se rio.

—Hemos estado listos por días. Envíalo; lo tendré para ti en cinco minutos.

La oferta era enorme y crucial para nuestra compañía. Nos había llevado muchas negociaciones para siquiera poder meternos en la lista de licitación, pero ahora que estamos en ella, no iba a arruinar la oportunidad.

Había estado tratando de meterme en Amazon por tres años. Conocía bien a personas de bajo nivel allí que había estado esperando que fueran capaces de hacerme entrar, pero nada había sucedido hasta ahora. Me había llevado una enorme cantidad de suerte y varios encuentros casuales para poder finalmente encontrar a la persona correcta.

Comparado con Amazon, éramos una compañía de construcción pequeña, pero teníamos a grandes clientes como Boeing y Microsoft que nos daba influencia. Amazon estaba padeciendo un crecimiento demente ahora mismo, y poder ponernos en contacto con ellos casi garantizaba trabajo para el futuro próximo.

Le envíe los correos a Chelsea, esperando que ella fuera capaz de hacer su magia rápidamente e incorporar las ofertas secundarias a nuestro paquete. No era suficiente con enviar una hoja de cálculos con números en estos días. Las compañías querían ser asombradas por una propuesta elegante, y había hecho que nuestro equipo de marketing armara algo desde el comienzo.

Con los correos enviados a Chelsea, me tomé un minuto antes de abrir la hoja de cálculo y volver a revisarlo. Estaba obsesionado, y sabía cada línea de memoria, pero necesitaba estar absolutamente seguro que todo estuviera bien.

Cinco minutos después, recibí un correo de Chelsea con la oferta final. Lo abrí, impresionado con las imágenes nítidas y el diseño elegante que ella logró armar. Se lo envié a Marcus, esperando la aprobación final. Nada nunca salía de esta oficina sin la firma del jefe.

Mientras esperaba a Marcus, leí el paquete final, asegurándome que ella hubiera insertado los documentos correctos.

Cuando lo terminé de revisar, tenía la aprobación de Marcus y siete minutos restantes para enviar. Sacudí la cabeza, armando un correo e incrustando un link al archivo. El paquete era demasiado pesado como para adjuntar, y sabía que saldría mucho mejor si ellos eran capaces de seguir un link al servidor en línea en cambio.

Redacté el correo para el dueño, mi mente inmediatamente agregando sutilezas y profesionalismo. Cuando terminé, leí el correo una vez más, revisé el link, y lo envié.

Eché un vistazo al reloj—un minuto de sobra.

Exhalé profundamente, alejándome de mi escritorio y frotando mis ojos. La adrenalina pura de presentar una oferta me dejaba exhausto, pero demonios, valía tanto la pena, especialmente cuando el riesgo era alto.

—Oye, Ed. —Miré detrás de mí, asintiéndole a Marcus mientras él se acercaba a mi escritorio—. ¿Entregaste esa oferta?

Asentí.

—Sí, con un minuto de sobra.

Marcus sonrió y se inclinó contra mi escritorio.

—Lucía bien; creo que tu estrategia de puja funcionará para nosotros. Hablé con un amigo mío que ha trabajado con Amazon; dijo que casi siempre hay órdenes de cambio del propietario en las que pueden recuperar parte de las ganancias que perdieron en la oferta.

Era un movimiento arriesgado ofertar tan poco, pero me sentía seguro que íbamos a recuperarlo en alguna parte en un trabajo de veinte millones de dólares.

—Eso esperamos —concuerdo.

Marcus me dio unas palmadas en el hombro.

—Fue un trabajo increíble, hijo. Lucía elegante y muy bien presentado. Amazon estará impresionado.

Sonreí, sintiendo la tensión abandonar mis hombros.

—Gracias.

Marcus asintió.

—Me estoy yendo. ¿Te veré este fin de semana? —preguntó. Asentí. El cumpleaños de mi mamá era este fin de semana, e íbamos a reunir a toda la familia, incluido su hermano Marcus y su familia.

—Sí, te veré entonces —le dije mientras él golpeaba mi escritorio dos veces antes de regresar a su oficina. Realmente no había sido mi plan seguir a Marcus en construcción. Cuando estaba en la secundaria, había tenido muchos intereses distintos. Incluso había considerado seguir a mi papá en medicina. Pero en la universidad, había comenzado a meterme en ingeniería, y aunque me encontraba lejos de ser un verdadero ingeniero, había descubierto que realmente me gustaba la construcción. Había comenzado en el campo con Emmett, y ambos habíamos trabajado duro para subir en la pirámide. Había sido director de proyecto por unos años ya, y aún me encantaba el trabajo.

Llevé mi atención de vuelta a mi computadora, revisando mi correo ahora que ya no estaba súper concentrado en la oferta. Leí el correo de Emmett, sacudiendo la cabeza y contento de que no me hubiera molestado cuando estaba en un momento decisivo. Era un reenvío de un artículo, algo que podía leer fácilmente en casa.

Cuando estaba seguro que no había emergencias en mi bandeja de entrada, respiré profundo y comencé a guardar todo por la noche.

Mi teléfono vibró en mi escritorio, y toqué mis Air Pods cuando vi que era Emmett.

—Hola —saludé, guardando mi laptop.

—Necesito un trago. ¿Quieres ir?

Gruñí y asentí, aunque él no podía verme.

—Sí. ¿Finnegans?

Emmett aceptó, y colgamos. Guardé mis cosas, asegurándome de tener ambos teléfonos y todo lo que podría necesitar para trabajar durante el fin de semana, si la ocasión se presentaba. Cuando estuve seguro que mi escritorio estaba limpio, comencé a salir de la oficina. Chelsea era la única aún dando vueltas por la oficina, y me detuve en su escritorio.

—Oye, Chelsea. Lucía increíble. Gracias, de nuevo.

Ella me miró y sonrió.

—Gracias, estoy contenta de que haya ido sin contratiempos.

Me encogí de hombros. Había estado trabajando sin parar para asegurarme de que fuera así, y estaba aliviado de que hubiera dado buenos resultados.

—Agradécele a las chicas; ustedes hicieron un trabajo increíble.

Chelsea asintió.

—Fue un placer. Ten un buen fin de semana.

Le asentí y la saludé con la mano mientras volteaba y me dirigía hacia la entrada. Caminando hacia mi camioneta, metí toda mi mierda en el asiento trasero antes de dar la vuelta y subirme en el frente. Me aseguré de tener los planos para el nuevo proyecto que comenzaba el lunes antes de encender mi camioneta y salir del estacionamiento.

Tuve varias llamadas de subcontratistas en mi viaje, pero afortunadamente, todas salieron bien, y fui capaz de hacer chistes con ellos sobre la oferta.

Me detuve en Finnegans y estacioné, permaneciendo en mi camioneta para terminar mi llamada. Cuando finalmente corté, bajé y me dirigí hacia el patio donde podía ver a mi hermano sentado. Hacía mucho frío afuera, pero sabía que adentro estaba a punto de llenarse con la multitud de los viernes, así que ajusté mi chaqueta a mi alrededor y caminé hacia su mesa.

No estaba lloviendo, pero Finnegans tenía un buen saliente para proteger el patio, incluso si lo estaba. Se encontraba en una pequeña zona increíble, junto a varias tiendas y restaurantes que a veces frecuentaba.

Em me vio venir y bajó su teléfono sobre la mesa, asintiéndome mientras me sentaba a su lado.

—Hola —saludó—. ¿Cómo fue?

Sonreí mientras le contaba sobre la oferta. Em también era un director de proyecto, aunque a él no le encantaba estimar y ofertar tanto como a mí. Teníamos un equipo de tasación en el que Em se apoyaba más, pero siempre me gustaba ser práctico tanto como era posible. Yo era demasiado obsesivo como para dejar que alguien más se hiciera cargo.

Le conté a Em sobre mi oferta, y entonces él me puso al día con el drama de su propio proyecto. Él estaba trabajando en un pequeño proyecto en una secundaria local, y aunque se suponía que fuera sencillo, había sido un dolor en su trasero desde el comienzo.

Me recliné, entretenido mientras él se quejaba del trabajo; los subcontratistas que no llegaban, y entonces de los productos equivocados que fueron ordenados, retrasando el proyecto aún más. No debería ser tal pesadilla, y sabía que mi hermano era jodidamente bueno en su trabajo, así que esta mierda estuviera pasando era completamente raro.

Em inhaló, sacudiendo la cabeza cuando terminó de contarme sobre la última mierda que con la que había lidiado.

—Este trabajo está maldito.

Me encogí de hombros.

—Eso parece.

Él me estudió antes de suspirar.

—Necesito más cerveza. ¿Quieres otra? —preguntó, señalando a mi vaso ahora vacío frente a mí. Asentí, y él se puso de pie, dirigiéndose adentro.

En la mesa, mi teléfono vibró, y le eché un vistazo. Era mi hermana, Alice, molestándome de nuevo sobre arreglar una cita a ciegas con su amiga. Ella había estado tratando de hacer esto con una amiga u otra durante todo el año. O ella no se daba cuenta o no le importaba que no estuviera interesado en una relación ahora mismo. Estaba soltero, y mi vida era el trabajo. Tenía algunas aventuras cuando necesitaba algo, pero de otro modo, estaba solo, y eso funcionaba bien para mí.

Leí su mensaje, sacudiendo la cabeza. Buscaría una respuesta para ella más tarde.

Hubo un ruido de pasos a mi izquierda, y levanté la mirada, asombrado de ver a una pequeña con grandes ojos marrones observándome. Su cabello marrón estaba recogido en dos coletas largas, y todo sobre ella brillaba, incluso sus zapatillas amarillas.

—¿Eres un príncipe?

Parpadeé.

—¿Soy un qué?

Ella inhaló, frunciendo su pequeño ceño.

—Un príncipe, como en un cuento de hadas —explicó, claramente exasperada que no la siguiera.

—¿Dónde están tus padres? —pregunté, levantando la mirada y escaneando la zona. Habían pequeños comercios y restaurantes cerca, por lo que no era tan inusual ver a un niño en el área, pero este era el patio de un bar. Estaba seguro que nadie la había traído aquí. La pequeña dio un paso más cerca de mí, buscando mi mano izquierda.

—No tienes un anillo, por lo que no creo que puedas ser un rey aún —masculló. La miré, perplejo.

Antes que pudiera decir algo más, una mujer con el mismo cabello marrón estaba corriendo hacia aquí.

—¡Gracie! ¡¿Qué dije sobre alejarse?! —reprendió, llegando a la niña. Esta fue hacia su madre, mirándome.

—¡Mira, mamá, encontré un príncipe!

La mujer me miró, divertida. Me encogí de hombros, tomándome un minuto para echarle un vistazo. Su cabello marrón estaba apartado de su largo cuello, e incluso en Seattle en noviembre, ella estaba ligeramente bronceada y tenía los ojos marrones más grandes que había visto jamás. Lucía atlética, aunque era difícil de decirlo en realidad debajo de sus jeans y abrigo. Pero ella era jodidamente hermosa, y si no hubiera sido por la niña, sabía que ella era exactamente el tipo de mujer al que me acercaría.

—Cariño, dejemos a este pobre hombre solo —dijo la mujer, mirando a su hija. La pequeña me miró.

—Si besas a mamá, ¿eso la convertiría en una princesa?

La mujer soltó una risita ahogada, y sonreí, observándola. ¿Era demasiado inapropiado sugerir una prueba en frente de la niña?

—Gracie, así no es como funciona —dijo su madre, pasando una mano por el cabello de la niña.

La pequeña la miró, una expresión obstinada en su rostro.

—Pero me dijiste que Bella se convirtió en una princesa cuando ella y la bestia se besaron —dijo, dando un pisotón con su pequeño pie. Volvió a mirarme—. ¿Te conviertes en una bestia de noche?

Solté una carcajada, y el rostro de la mujer se volvió rojo. Tapó la boca de su hija con una mano, una expresión mortificada y exasperada en su rostro.

—Está bien, señorita, suficiente. Discúlpate por interrumpir la noche de este hombre, y entonces nos iremos.

La pequeña miró a su madre, retorciéndose hasta que la mano estuvo lejos de su boca.

—¡Pero, mamá, él es el hombre más apuesto que he visto! Él tiene que ser un príncipe.

La mujer levantó la mirada en mi dirección, sacudiendo la cabeza. Sonreí, inclinándome hacia su hija mientras la pequeña volteaba hacia mí.

—No soy un príncipe —dije, sonriendo—. Pero aprecio que pienses que lo soy. —Le ofrecí mi mano—. Mi nombre es Edward.

Ella se acercó para estrechar mi mano, sin miedo.

—Soy Grace, pero mamá me llama Gracie o a veces Gigi. —Levantó la mirada hacia su madre—. Tienes que ser educada, mamá —susurró. La mujer me miró y estiró su mano para estrechar la mía.

—Bella —dijo, sacudiendo la cabeza mientras le echaba un vistazo a su hija—. Gracias por tu paciencia.

Asentí y volví a mirar a la pequeña mientras ella me observaba.

—¿Conoces a algún príncipe? —preguntó. Me reí y sacudí la cabeza. Bella le ofreció su mano a su hija.

—Está bien, ya es suficiente. Despídete del Sr. Edward.

Gracie me miró y soltó un pequeño suspiro que me hizo sonreír.

—Adiós, Sr. Edward.

—Adiós, Gracie. Fue un placer conocerte. —Miré a la madre—. A ti también, Bella.

Los ojos de Bella se oscurecieron un poco, y contuve una sonrisa. Si ella hubiera estado sola, tenía el presentimiento que no estaríamos despidiéndonos tan rápido.

—Un placer conocerte, Edward. —Se lamió los labios, y observé el movimiento intensamente. Ella sacudió la cabeza, bajando la mirada hacia su hija—. Vamos, cielo. El abuelo y la abuela nos están esperando.

Comenzaban a irse cuando me incliné hacia adelante de nuevo.

—Por cierto, Gracie, tú eres la señorita más hermosa que jamás he visto —dije. Gracie giró hacia mí, sonriendo. Bella volteó a mirarme, y la sonrisa que me ofreció era un poco más suave. Gracie saludó con la mano mientras se iban del patio del bar, y me eché hacia atrás, riéndome para mí mismo.

Emmett regresó un momento después, frunciendo el ceño cuando vio la sonrisa en mi rostro.

—¿Qué pasa?

Lo miré.

—Acabo de conocer a la niña más divertida.

La expresión de Emmett se transformó, e hizo una mueca, sacudiendo la cabeza.

—¿Niña?

Emmett era dos años mayor que yo, y había estado esquivando a las preguntas sobre matrimonio y niños que mi mamá le había estado haciendo. No creía que él se opusiera en absoluto; simplemente no estaba listo.

Un sentimiento que comprendía por completo.

—Ella era adorable; creía que yo era un príncipe.

Emmett resopló contra su cerveza, y sonreí, buscando mi propio vaso.

—La pobre niña estaba delirando —masculló Em. Me reí y sacudí la cabeza. No había pasado mucho tiempo alrededor de niños, pero no podía imaginar que ellos fueran tan graciosos como Gracie lo había sido.

—¿Estaba sola?

Miré a Em y sacudí la cabeza.

—No, con su mamá —pausé, pensando en la mujer, Bella. Ella era hermosa, y deseaba que hubiera tratado de hablar más con ella. Dudaba que Gracie fuera por allí pidiéndole a extraños que besaran a su madre si ella estaba casada.

Em sacudió la cabeza, de nuevo tomando un sorbo de su cerveza.

—Mantente lejos de las chicas con hijos, no hay nada casual al respecto; te apuntas a una familia al instante. —Fingió estremecerse, y yo resoplé. Él no estaba equivocado, y lo último que quería o necesitaba en mi vida eran más compromisos. Fue lo mejor que no haya intentado hablar con Bella.


¿Qué tal Grace?

Welcome a una nueva traducción. Les cuento que esta historia tiene 27 capítulos y, después de bastante tiempo jajaja, nada de drama ;)

¡Espero leerlas y nos vemos en el próximo capítulo!