Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es fanficsR4nerds, yo solo traduzco con su permiso.


Disclaimer: This story is not mine, it belongs to fanficsR4nerds. I'm just translating with her permission. Thank you so much, Ariel!


Capítulo 2

Bella

—Gracie dijo que conoció a un príncipe hoy —dijo mamá, entrando a la sala y acomodándose en el sofá.

Puse los ojos en blanco.

—Ella salió corriendo cuando estábamos recogiendo la cena. Gracias a Dios era al lugar de al lado. Ella estaba acosando a un tipo en el patio del bar.

Mamá sonrió, y papá me miró con preocupación.

—¿Ella sigue escapándose?

Me encogí de hombros, buscando mi copa de vino.

—Ella sale disparada de vez en cuando, pero está comportándose mejor. —Hice una mueca—. Ella le preguntó a un tipo si se convierte en una bestia por la noche y si estaría dispuesto a besarme.

Mamá se rio a carcajadas, y papá se puso apropiadamente rojo de la vergüenza. Sacudí la cabeza, soltando mis risas, a pesar de mi mortificación.

—¿Qué hizo él? —Mamá logró preguntar entre sus risitas.

—Él fue muy bueno. Realmente amable con ella, gracias a Dios. —Tomé un sorbo de mi vino. Él había sido más de lo que había esperado de un extraño. La manera fácil con la que trató a Gracie hizo que mi estómago se contraiga solo un poco.

Los ojos claros de mamá se enfocaron en mí.

—¿Él era adorable?

—Renée —se quejó papá, moviéndose en el sillón reclinable. Mamá le dio una mirada, y me reí.

—Él era lo suficientemente apuesto para ser confundido por un príncipe, de acuerdo con mi hija —dije, de nuevo tomando un sorbo de mi vino—. No puedo creer lo atrevida que es ella.

Mamá se reclinó en el sofá, asintiendo.

—Ella saca eso de mi lado de la familia —declaró. Papá y yo la miramos—. No hay timidez en la familia Higginbotham.

Puse los ojos en blanco, echándole un vistazo a papá para ver que él estaba haciendo lo mismo. Sonreí dentro de mi copa de vino.

—Entonces, haciendo a un lado al apuesto extraño, ¿cómo están?

Miré a mamá y coloqué mi copa de vuelta sobre la mesa ratona.

—Estamos bien. Gracie está acostumbrándose a su nueva escuela bien, y el trabajo es fantástico —dije, acomodándome en el sofá. Mamá y papá habían venido a la ciudad por el fin de semana. No vivíamos tan lejos de todos modos, pero viajar a cualquier parte con una niña de cuatro años era mucho trabajo, así que las visitas eran pocas y no tan seguidas entre nosotros. Había estado emocionada cuando mamá había llamado preguntando nuestra disponibilidad este fin de semana. No estábamos tan lejos de las festividades, y sabía que a Gracie le encantaría pasar todo el tiempo posible con sus abuelos.

—¿Vas a ser capaz de estar fuera de la oficina este fin de semana? —preguntó papá, bebiendo su cerveza. Lo miré.

—Despejé mi agenda, y mi jefe sabe que estoy en la ciudad. Dudo que tenga que ir.

Papá asintió, una pequeña sonrisa levantando su bigote mientras bebía su cerveza de nuevo.

—Bien, bien.

Gracie y yo solo habíamos estado en Seattle desde finales de junio. Finalmente había conseguido mi trabajo de ensueño con el Acuario de Seattle, haciéndome cargo del equipo de investigación dedicado a los pulpos del Pacífico Norte. Era una oportunidad increíble, y Gracie y yo habíamos estado fuera California y subiendo la costa este a días de haber sido contratada.

Gracie era una niña increíble, y ella había lidiado con la mudanza mejor de lo que había esperado. Había estado viviendo en California desde antes de que Gracie hubiera nacido. Había estado nerviosa de quitarla de un estado y mudarla a otro, pero ella era joven y extrovertida, y dentro de las primeras dos semanas viviendo en Seattle, ella había encontrado amigos nuevos en nuestro edificio. Cuando las clases comenzaron, ella sentía que Seattle era su casa. Estaba bien cómoda ahora y tenía varios amigos nuevos en la zona, para mi alivio.

—¿Se sabe algo del sinvergüenza?

Miré a mi papá por encima de mi copa.

—No lo llamas así frente a Gracie, ¿o sí?

Papá sacudió la cabeza.

—No, por supuesto que no.

Asentí, aliviada.

—Gracie lo llamó cuando nos mudamos. Ella quería darle nuestra nueva dirección. Él no ha llamado desde entonces, aunque ella lo ha llamado un par de veces. —Puse los ojos en blanco, mi rencor claro en mi voz. Mamá frunció el ceño.

—¿Cómo alguien puede abandonar a esa pequeña? —bufó, su rostro oscureciéndose con su furia. Riley y yo no habíamos estado casados cuando nació Gracie. De hecho, habíamos estado a punto de separarnos cuando me enteré que estaba embarazada. Tratamos de seguir juntos durante los primeros meses de mi embarazo, pero las cosas se habían deteriorado rápidamente. Aunque sabía que Riley amaba a Gracie, su ausencia en la vida de ella era frustrante para todos.

—¿Él sigue en Nueva Jersey? —preguntó papá. Fruncí el ceño, sacudiendo la cabeza mientras tomaba un sorbo de mi vino.

—Él está en Baltimore, y sí, sigue allí.

Papá puso los ojos en blanco.

—Oh, de todos los lugares donde terminar —refunfuñó—. Qué imbécil.

No comenté. Papá típicamente clasificaba las ciudades de los Estados Unidos de acuerdo a su equipo de fútbol. Aunque Baltimore tenía un equipo decente, papá no podía soportarlos. La reputación de la ciudad solo había caído en picada, según él, cuando Riley se mudó allí hace un año.

—Hablando de eso —dije, tratando de apartar la conversación de Riley—. ¿Tú y Gracie van a mirar el partido este fin de semana?

Papá sonrió con orgullo.

—Por supuesto que sí. Le dije que iríamos a la tienda mañana para comprar los bocadillos correctos y todo.

Sonreí.

—Cierto, solo recuerda que tiene cuatro años, así que no la sobrepases de azúcar, y por favor, no le enseñes malas palabras nuevas. Ella aterrará a los niños de la escuela si aprende más.

Mamá se rio mientras que papá sonrió, tomando su cerveza.

—Él se portará bien, ¿o no, cielo? —Papá le envió una mirada, y mamá sonrió, volteando hacia mí—. Cuéntanos sobre el trabajo.

Me tomé el tiempo de disfrutar estar sentada y hablar con mis padres. Raramente era capaz de hablar con ellos sin que Gracie necesitara nuestra atención, y por teléfono, papá tenía la paciencia de un mosquito. Cuando habíamos estado en California, apenas había hablado con él cuando llamaba antes de que le pasara el teléfono a mi mamá. Ahora que podíamos hacerlo en persona de nuevo, que pasar tiempo juntos era una posibilidad de nuevo, estaba muy agradecida.

~WG~

El fin de semana pasó rápidamente. Era divertido ser capaz de pasar tiempo con mis padres, y estaba agradecida de que Gracie pasara tiempo con ellos también. Pero un par de días durmiendo en el sofá mientras que mis padres tomaban mi cuarto, sin mencionar el tiempo constante con mi demasiado enérgica madre, y ya estaba lista para que nuestras vidas regresaran a la normalidad.

Mis padres se fueron el domingo por la noche después que los Seahawks ganaron su juego divisional contra los 49ers, y definitivamente escuché a mi hija gritar comentarios desagradables a los jugadores en el televisor. Cuando fui a verla a ella y a mi padre, ellos me dieron sonrisas idénticas que no creí ni por un segundo.

El lunes por la mañana fue un comienzo un poco difícil ya que habíamos tenido un fin de semana intenso, pero eventualmente, llevé a Gracie a la escuela y logré llegar al trabajo a tiempo.

De camino a mi oficina, vi a Rose, una tabla sujetapapeles en sus manos mientras revisaba la agenda del día. La llamé, saludándola con la mano, y ella levantó la mirada, devolviéndome la sonrisa y el saludo.

—¿Almorzamos?

Asentí en confirmación mientras me dirigía hacia mi oficina. Bajé mi cartera detrás de mi pequeño escritorio, estirándome para encender mi computadora. Mientras lo hacía, salí de la oficina, yendo hacia la cocina para encontrar un poco de café.

—¡Bella! —Levanté la mirada y le sonreí a Garret, mi jefe.

—Buenos días —le dije mientras buscaba una taza. Él se acercó, su sonrisa gigante.

—Es una buena mañana —dijo, inclinándose contra el fregadero mientras yo me servía una taza de café. Lo miré con curiosidad.

—Luce excepcionalmente bueno —dije, estudiando su emoción.

—¿Qué pasa?

Él sacudió la cabeza, su mano revolviendo su cabello marrón hacia abajo mientras sonreía aún más grande.

—Acabo de recibir la noticia. —Se inclinó hacia mí—. Dra. Swan, oficialmente tiene su financiación y el visto bueno.

Casi dejé caer mi taza.

—¿Qué?

Garrett se alejó de la encimera, su emoción propulsándolo a moverse.

—Las autoridades te lo harán saber oficialmente esta mañana, pero no pude esperar a contártelo.

Lo miré boquiabierta.

Esta había sido la promesa que me había traído a Seattle. Había sido contratada con el objetivo a largo plazo de comenzar un laboratorio de investigación y conservación dedicado al estudio, protección, y rehabilitación del Pulpo del Pacífico Norte. Mi primera tarea había sido finalizar la financiación para comenzar, y aunque había estado trabajando con las subvenciones desde que me sumé, no creía que sucedería así de rápido.

—¿En serio? Ni siquiera he terminado todo el papeleo para la subvención. Pensé que nos tomaría un año por lo menos.

Garrett me ofreció una sonrisa brillante y juvenil.

—Te enviaré por correo los detalles así puedes verlos antes de nuestra reunión a las nueve. Quiero avisarte que la junta esperará que des un paso al frente para encargarte de las próximas etapas del proyecto, incluido conseguir un arquitecto.

Me sonrojé, trazando el borde de mi taza.

—De hecho, ya tengo un arquitecto. —Garrett arqueó una ceja, y sacudí la cabeza—. No la he contratado oficialmente o nada, pero la encontré hace unos meses, y ella tiene algunos planes que intenta finalizar. La llamaré más tardes para ver donde se encuentra.

Garrett sonrió.

—Sabía que traje a la persona correcta. —Llevó una mano hacia mi hombro y le dio un pequeño apretón—. Increíble trabajo, Bella. ¿Te veré en treinta? —preguntó, echándole un vistazo a su reloj. Asentí mientras él se iba. Mi cabeza daba vueltas, y me di la vuelta y regresé a mi oficina para prepararme para la reunión.

~WG~

—Es seriamente increíble cuántos papás pervertidos vienen a estos tours escolares.

Le sonreí con satisfacción a Rose mientras nos sentábamos en el banco con nuestros almuerzos. Ella apartó su cabello rubio por encima de su hombro, abriendo su ensalada con enojo.

—Están aquí con sus hijos. Uno pensaría que eso sería suficiente para detenerlos de coquetear conmigo.

Resoplé.

—Jamás detuvo a Riley —gruñí, abriendo mi ensalada. Rose me dio una mirada apologética, y agité mi mano para quitarle importancia—. Algunos hombres son unos cerdos. El comportamiento nunca se corrige, así que empeora cada vez que se salen con la suya.

Rose bufó, apuñalando su lechuga tan fuerte que pensé que ella quebraría su tenedor de plástico.

—Ellos no se salen con la suya conmigo.

Le sonreí mientras trataba de abrir mi aderezo. Arrimé el pequeño tarro en la esquina de mi ensalada y me aseguré de que mi servilleta estuviera sobre mi regazo antes de comenzar a comer.

—Hazlos pasar un infierno —mascullé antes de probar un bocado de la ensalada. Rose se rio.

—Oh, confía en mí, lo hago. Es tan inapropiado, y honestamente, es triste que piensen que obtendrá atención positiva de mi parte. Como si estaría interesada en un hombre que abiertamente coquetea con una mujer que no es su esposa.

Asentí mientras Rose continuaba atacando su ensalada.

—Hablando de eso, ¿tuviste respuesta de Mary King?

Rose me dio una mirada y soltó una larga exhalación. Ella había estado viendo a Royce King durante tres meses, y jamás la había visto más feliz hasta que ella se enteró que el bastardo estaba casado. Era un misterio para las dos cómo él había sido capaz de ocultárselo por tanto tiempo. Ella arremetió contra él, había hecho grandes daños a su coche demasiado caro, y delató su infidelidad a su esposa.

—Sí, ella me devolvió la llamada. —Rose fulminó con la mirada su ensalada—. Ella me agradeció por la llamada y por mi preocupación, pero lo que pasa en su matrimonio es entre ella y su marido. —Me echó un vistazo—. Ella estaba tan jodidamente calmada. No debo haber sido la primera.

Hago una mueca, sacudiendo la cabeza.

—Mierda, eso es malo.

Rose suspiró.

—Ella se va a quedar con él. Podía escucharlo en su voz.

Fruncí el ceño.

—No puedo imaginar quedarme con un hombre que me trate así.

Rose se encogió de hombros, soltando un poco de su ira mientras picaba su almuerzo herido.

—A veces, es difícil juntar el valor. Creo que ella depende totalmente de él. Me sería difícil irme también si fuera ella.

Estaba sorprendida de escuchar a Rose decir eso. Rose era fuerte, más fuerte que la mayoría de las personas que había conocido jamás, y no podía imaginarla rendirse por completo en una relación. Solo nos conocíamos por seis meses, pero ella ya se sentía como una amiga que había tenido por años. Nuestro lazo había sido inmediato y significativo.

—No hubiera podido quedarme con Riley. —Suspiré, sacudiendo la cabeza. Rose me echó un vistazo. Habíamos hablado un poco sobre mi relación con Riley, pero no con tantos detalles. Ella no presionó en busca de detalles, y hasta ahora, no había estado preparada para contarlos.

—¿Tú lo dejaste? —preguntó. Le eché un vistazo y me encogí de hombros.

—¿Algo así? Jamás nos casamos, y estábamos prácticamente separados cuando me enteré de Gracie. Seguimos juntos por los primeros de mi embarazo, pero simplemente no podía hacerlo. No vivíamos juntos ni nada, y después que Gracie nació, él había venido varias veces a verla. Se volvió cada vez menos frecuente rápidamente, y cuando ella ya tenía un año, me di cuenta que él no iba a estar muy involucrado en su vida. —Sacudí la cabeza—. Riley ama a Gracie, a su manera, pero creo que él no estaba listo para renunciar a su vida por ella.

—Cielos —gruñó Rose—. No podría imaginar ser una madre soltera.

Me encogí de hombros.

—Él hizo lo que pudo, pero honestamente, sin él cerca, se volvió más fácil. Gracie tenía una crianza conflictiva de nosotros, y sin él, finalmente fue capaz de establecer rutinas, límites, y reglas. —Sacudí la cabeza—. Él es un niño, y la trata como un par.

Rose hizo una mueca, comiendo un bocado de su ensalada.

—¿Qué dijo cuando te mudaste aquí?

La miré.

—Él se fue con una chica que conoció el año pasado. Él ha estado en Baltimore desde entonces. Llama a Gracie durante las fiestas y en su cumpleaños. Cuando le dije que nos íbamos a mudar, no le importó.

Rose soltó un jadeo, sacudiendo la cabeza.

—Qué cretino.

Asentí, comiendo mi ensalada. Nos sentamos en silencio por un momento antes que Rose sacudiera la cabeza.

—Vi que estuviste en una reunión bastante importante esta mañana. ¿Qué pasa?

Ante su pregunta, volví a la vida, bajando mi ensalada.

—Conseguimos la financiación.

Los ojos azules de Rose se agrandaron.

—¿Lo consiguieron?

Asentí, y ella bajó su ensalada antes de envolverme con sus brazos.

—¡Bella, eso es tan genial! ¡Felicitaciones! —Me reí, devolviéndole el abrazo.

—Gracias. Ha sido una mañana loca, y aún intento comprenderlo todo porque sé que acabo de comenzar.

Rose se echó hacia atrás, sus ojos como platos.

—Bien, ¿y ahora qué?

Volví a tomar mi ensalada y la pinché mientras pensaba.

—Esta tarde, me reuniré con una arquitecta con la que me he estado comunicando. Espero que podamos tener los planos firmados por la ciudad, y entonces podamos comenzar a hablar de la construcción.

Rose sonrió de oreja a oreja.

—Eso es una locura. No puedo esperar a ver qué crearás.

Sonreí, bajando la mirada a mi ensalada.

—Son años de trabajo dando sus frutos. —Suspiré—. He trabajado tan duro para llegar a este momento, pero honestamente, no creí que conseguiría esto hasta años más adelante en mi carrera. Es sorprendente lo rápido que las cosas han comenzado a suceder.

Rose soltó una risita feliz mientras pinchaba su comida.

—Bella, eres tan increíble. Por supuesto que se te dará. Te mereces esto y mucho más. —Tenía un pequeño brillo en su ojos cuando la miré, y fruncí el ceño.

—¿Qué?

—Bueno, cuando pasé por la sala de conferencias, no pude evitar notar a Garrett dándote unas miradas bien serias.

Puse los ojos en blanco, sonrojándome ligeramente.

—Rose, no puedo salir con nuestro jefe.

Ella suspiró.

—Quizás —comentó—. Pero no puedes decirme que ese hombre no es hermoso.

Suspiré, sus palabras recordándome de la otra historia que tenía para ella.

—Deberías haber visto a este tipo que Gracie encontró la semana pasada. —Gruñí mientras la mirada de Rose se centraba en mí.

—¿Qué tipo?

Le conté la historia de la escapada de Gracie y que encontró a Edward, y Rose se rio.

—Por favor, dime que conseguiste su número.

La miré boquiabierta.

—¿Bromeas? Intentaba salir de allí lo más rápido posible. De todos los momentos para que mi hija literalmente no tenga filtros...

Rose soltó unas risitas.

—Si él es tan sexi como lo describes, deberías haber averiguado si él se convierte en una bestia de noche.

Ambos estallamos en carcajadas, y sacudí la cabeza.

—Honestamente, lo último que Gracie y yo necesitamos ahora mismo es un hombre en nuestra vida. Finalmente comenzamos a establecer una rutina aquí. No quiero traer algo que pueda arruinar eso.

Rose asintió pero suspiró dramáticamente.

—Los solteros disponibles y apuestos de Seattle llorarán tu indisponibilidad —bromeó. Puse los ojos en blanco—. Pero, en serio, si Garrett alguna vez tiene las agallas de invitarte a salir, por favor, prométeme que al menos dirás que sí. Él es hermoso e inteligente, y ya sabes que a Gracie le agrada —señaló.

Sacudí la cabeza pero no dije nada.

No podía prometer que diría que sí a esa cita si alguna vez es ofrecida, pero Rose tenía razón sobre él, y definitivamente lo consideraría.