Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es fanficsR4nerds, yo solo traduzco con su permiso.


Disclaimer: This story is not mine, it belongs to fanficsR4nerds. I'm just translating with her permission. Thank you so much, Ariel!


Capítulo 4

Bella

—Gracie, ¿terminaste de comer?

Ella me miró mientras salía corriendo hacia la sala pero se detuvo para considerar mi pregunta.

—Eh, no.

Sonreí y le señalé que regresara a la mesa.

—Regresa, cariño. Recuerda que necesitamos permanecer sentados mientras comemos.

Ella suspiró y regresó, frunciendo el ceño.

—Solo quería buscar un libro. —Hizo un puchero.

—De acuerdo, ve.

Ella sonrió con felicidad y salió disparada, sus pequeños pies estampándose contra el suelo de madera de nuestro departamento. Volvió unos minutos después, dejando su libro favorito sobre la mesa.

—¿Lo leerás, mamá?

Asentí, apartando mi plato vacío mientras ella se acomodaba frente a la mesa de nuevo. Había leído A los Monstruos les Encanta la Ropa Interior alrededor de cuarenta veces en las últimas dos semanas. Gracie lo había encontrado en Target y había estado obsesionada desde entonces. Quería seguir alentando su amor por la lectura, así que no discutí mucho, incluso cuando podía recitar el libro de principio a fin.

Ni bien abrí la primera página, Gracie se bajó de su silla y trepó a mi regazo.

—Me gustan estas pantaletas, y estas, y estas —dijo, señalando a sus favoritas. Sonreí y pasé una mano por sus rizos.

—¿Esta noche, éstas no? —pregunté, señalando a un par verde que ella había elegido con anterioridad. Sacudió la cabeza.

—No. Estas.

Asentí y besé su coronilla.

—Cielo, siéntate y termina de cenar mientras leo.

Ella se bajó de mi regazo y se sentó de vuelta en su silla; sus ojos pegados al libro mientras buscaba su tenedor. Comencé a leer, y vi que sus ojos estaban completamente abiertos mientras observaba la página.

Logramos llegar a la mitad del libro antes que ella volviera a bajar de su silla y se trepara sobre mí.

—Mamá, mira las pantaletas con pinches que el monstruo tiene puestas —dijo, señalando la que fácilmente era una de sus páginas favoritas. Asentí.

—¿Lucen cómodas?

Ella sacudió la cabeza, y sonreí. Vi como su pequeño ceño se fruncía, y levantó la mirada.

—¿Los monstruos realmente usan pantaletas?

No pude evitar reírme suavemente.

—No lo sé. Nunca he visto un monstruo, así que no podría decirte si usan pantaletas.

Gracie pensó en esto por un momento antes de asentir y regresar al libro.

—¿Terminaste de comer? —Gracie asintió, y sonreí, envolviéndola en mis brazos—. Terminaré de leer, y entonces necesitamos llevar nuestros platos —le dije. Ella asintió, descansando su cabeza contra mi pecho mientras continuaba leyendo su libro. Ella me hizo parar varias veces para examinar las imágenes, pero finalmente terminé, y nos pusimos de pie, llevando nuestros platos al fregadero. Los enjuagué primero y entonces la ayudé a abrir el lavavajillas. La observé mientras ella cuidadosamente intentaba meterlos adentro. Una vez que estuvieron allí, me sonrió con felicidad, y le devolví la sonrisa.

—Gracias por tu ayuda.

—De nada, mamá. —Se dio la vuelta y corrió hacia la sala mientras yo guardaba la comida y lavaba el resto de los platos. En la sala, podía escuchar a Gracie hablando consigo misma.

—No, Diego. ¡Tienes que sentarte así!

Levanté la mirada para ver a Gracie tratando de mover a nuestro gato de nueve kilos en el sofá. Él la miraba con pereza, y ella bufó antes de reubicarse así el libro se encontraba frente a él, y ella fingía leer. Sonreí y seguí trabajando.

—Mamá. Necesito un príncipe.

Levanté la mirada, sorprendida por las palabras de Gracie.

—¿Qué?

Ella estaba de pie al borde de la cocina, acariciando el cabello de una muñeca. Me miró y extendió su muñeca hacia mí.

—Ella necesita un príncipe con quien estar así puede ser una princesa de verdad y entonces una reina.

Resoplé una risita y bajé la esponja, secándome las manos rápidamente antes de voltear y agacharme frente a ella.

—Eso veo. ¿Entonces todas las princesas deben tener un príncipe primero?

Gracie pensó en esto.

—Bueno, La Bella Durmiente fue una princesa primero —dijo lentamente. Asentí—. También Ariel.

Sonreí.

—Princesa es un título especial que alguien puede tener, así como el príncipe. Si alguien que no fuera un príncipe se casara con alguien que lo es, entonces a menudo se pueden convertir en uno. —Fruncí el ceño, preguntándome si estaba usando demasiadas palabras para explicarlo. Gracie usualmente me seguía, pero tenía una corta duración de atención para las explicaciones.

—¿Entonces Bebe puede ser una princesa por su cuenta? —preguntó, levantando su muñeca. Sonreí y asentí.

—Sí, cariño. Ella incluso puede ser reina por su cuenta.

Gracie consideró esto y asintió.

—Princesa Bebe —masculló, acariciando el cabello de la muñeca hacia atrás. Gracie me miró—. Creo que aún así me gustaría un niño también porque así ella puede convertirlo en un príncipe, y él sería feliz.

Sonreí y me acerqué a ella.

—Buscaremos el correcto —prometí. Gracie sonrió y corrió de regreso al sofá, empujando a la nueva Princesa Bebe frente a Diego. Él apenas parpadeó.

Me puse de pie y volví hacia el fregadero, terminando los platos rápidamente. Hablar sobre príncipes definitivamente evocó recuerdos de Edward de hoy.

Al pensar en él, solté una larga exhalación. Él era completamente apuesto, y que él preguntara por Gracie había sido dulce. Había sido una muy inesperada distracción, seguida por una muy confusa conversación con Esme.

Ni bien Edward nos dejó, Esme volteó a mirarme, sus ojos verdes brillantes.

Debes haber causado una gran impresión en Edward para que él apartara sus ojos de su computadora lo suficiente para verte —bromeó Esme, llevándome hacia su escritorio. Me reí y sacudí la cabeza, sonrojándome.

No, bueno, nos conocimos la semana pasada. Mi hija lo encontró mientras estábamos recogiendo la cena y le preguntó si era un príncipe.

Esme soltó una risita emocionante, y me reí con ella.

¿Espero que él haya sido bueno al respecto?

Asentí.

Lo fue. Ella estuvo entusiasmada todo el fin de semana con su encuentro. No esperaba verlo aquí, siendo honesta.

Esme sonrió y se acomodó a mi lado.

Edward es un hombre increíble. Él es uno de nuestros directores de proyecto en el área de construcción. —Hizo una pausa, dándole unos golpecitos a los planos extendidos sobre su escritorio—. Ya sabes, él es un experto lidiando con proyectos de este tamaño.

Asentí, claramente comprendiendo su intención.

Planeo abrir una licitación para varias compañías para conseguir el mejor precio —le dije.

Por supuesto, querida. No esperaría nada menos. —Sonrió entonces y giró hacia los planos—. De acuerdo, veamos dónde estamos.

Salí de mis pensamientos mientras terminaba en la cocina. Esme había sido amable, aunque bastante obvia con su promoción de Edward. Incluso sin sus palabras, tenía el presentimiento de que él era agradable. Tenía mucho carisma, y las dos veces que lo había visto, él había sido amigable, abierto, e interesante. Echándole un vistazo a Gracie para asegurarme que ella estuviera jugando felizmente, tomé mi teléfono, enviándole un mensaje a Rose.

Bella

Me topé con ese tipo de nuevo, del que te conté temprano. Al que Gracie llamó príncipe.

Necesité esperar menos de un minuto para que ella respondiera.

Rose

¿Qué? ¿Dónde? ¡Cuéntame todo!

Me reí suavemente y sacudí la cabeza.

Bella

Después de que haga dormir a Gracie, te llamaré.

Sabía que probablemente podríamos hablar mañana en el trabajo, pero con mi financiación aprobada, seguramente estaría ocupada durante todo el día. Además, realmente necesitaba a alguien con quien hablar y resolver mis pensamientos.

Rose respondió al mensaje con un pulgar arriba, y guardé mi teléfono en mi bolsillo. Llevé mi atención hacia Gracie, quien estaba ocupada haciendo que su muñeca nombrara a Diego como Guardia Real. De alguna manera, mi determinada hija había logrado colocar un pequeño sombrero sobre la cabeza del gato y actualmente estaba tratando de asegurar una bufanda alrededor de su cuello. Ya que no lograba hacer que usara un collar sin que él intentara arrancárselo, estaba impresionada. Jugué con Gracie por un momento antes de que sea la hora del baño. Afortunadamente, mientras que ella pudiera tener los juguetes, Gracie era genial a la hora del baño.

Cuando finalmente estuvo limpia y en sus pijamas, con su cabello peinado; nos acurrucamos sobre su pequeño colchón para leer una historia. Había una pila de libros en la cama con nosotras ya que ella nunca podía escoger uno. Leímos tres y medio antes de que ella finalmente se durmiera. Le sonreí, besando su frente mientras bajaba de la cama, guardando los libros, y salía de su cuarto. Me aseguré de que el apartamento estuviera cerrado antes de ir a la cocina, sacando mi teléfono. Marqué el número de Rose, y ella contestó al primer pitido.

—Cuéntame todo.

Me reí, estirándome en busca del vino.

—Honestamente, no hay mucho por contar —le dije, sacudiendo un poco la cabeza—. Estaba entrando para esa reunión con Esme Cullen, y supongo que él trabaja en la misma compañía. —Aún no podía creer la posibilidad de que eso pasara. Parecía muy improbable.

—Mm, parece que el destino los estuviera guiando un poco —bromeó Rose. Sacudí la cabeza, sirviéndome una copa de vino.

—Esme Cullen es una gran arquitecta, y su compañía no se encuentra demasiado lejos del acuario. Estoy segura que la suerte tuvo un poco que ver en todo.

Rose bufó, y sonreí mientras tomaba un sorbo de mi vino.

—Claro, claro. Y bien, ¿hablaron?

Me mudé a la sala, poniéndome cómoda en el sofá. Diego me echó un vistazo perezosamente.

—Brevemente. Le mencioné que papá y Gracie miraron el partido y la letanía de nuevos insultos que ella ha aprendido.

Rose se echó a reír.

—Estoy seguro que él estuvo sorprendido.

Me encogí de hombros.

—De hecho, él se lo tomó con calma. Él la nombró, o seguramente yo no habría mencionado nada.

—Espera, ¿él preguntó por ella?

Asentí, tomando un sorbo de mi vino.

—Sí. Como dije, solo teníamos un par de minutos para hablar, pero él preguntó cómo estaba ella. —Rose se mantuvo en silencio por un momento, y fruncí el ceño—. ¿Qué?

—¿Fue dulce o asqueroso cómo él preguntó por ella?

Resoplé.

—Dulce, definitivamente dulce.

Ella tarareó.

—Bien. Confía en tu intuición de mamá si alguien es asqueroso alrededor de ella.

Sacudí la cabeza, incluso antes de que ella terminara de hablar.

—Nada de eso, confía en mí. —Diego se movió en el sofá, percibiendo que me encontraría allí por más de tres minutos. Él se ubicó sobre mi regazo, y gruñí ligeramente cuando se acomodó.

—Entonces, ¿lo invitaste a salir?

Me ahogué con mi vino.

—Apenas tuvimos tiempo para hablar, Rose.

Ella soltó unas risitas.

—¿Entonces te acobardaste?

Fruncí el ceño.

—Jamás dije que lo invitaría a salir.

—Bella. Tú misma lo dijiste; él era sexi. ¿Por qué no lo hiciste?

Puse los ojos en blanco mientras Diego chocaba su cabeza contra mi mano. Llevé mi copa de vino hacia la mesa ratona y entonces me recliné para rascar su cabeza. Casi inmediatamente, comenzó a ronronear.

—¿No recuerdas que te dije justo esta tarde que no estoy buscando un hombre?

Rose bufó.

—Bella, cuando un hombre sexi y amable cae sobre tu regazo dos veces en menos de una semana, captas la maldita señal del universo. —Pensé en eso mientras rascaba a Diego por detrás de sus orejas—. Dime que al menos conseguiste su número.

Sacudí la cabeza.

—Sé dónde trabaja si quiero contactarlo —dije lentamente—. Esme mencionó que él es un director de proyectos. Y uno muy bueno.

Rose inmediatamente entendió lo que estaba diciendo.

—¿Entonces lo vas a contratar?

—No, lo invitaré a la licitación. No voy a simplemente contratarlo porque es sexi y bueno con mi hija.

Rose se rio.

—Bien. Solo chequeaba.

Puse los ojos en blanco.

—Creo que vamos a requerir a las compañías que presenten sus ofertas, así él entrega algo, te haré saber cuando él llegue.

Rose tarareó.

—Ahora hablamos de algo. Me vendría bien alguien bueno para los ojos.

Suspiré, sonó cursi. Rose soltó unas risitas.

—Amiga, él debe ser seriamente sexi para tenerte toda embelesada.

Me mordí el labio, rascando la barbilla de Diego. Sus ojos se cerraron, y su ronroneo aumentó.

—Lo es —prometí. Rose tarareó de nuevo—. Como sea, ¿cómo fue el resto de tu día?

Rose y yo charlamos por un momento, y fue bueno pasar tiempo hablando con ella sin el apuro de que nuestro almuerzo se terminara. Aunque no nos conocíamos por mucho tiempo, realmente me agradaba Rose, y nuestra amistad ya había formado un lazo profundo y eterno.

Eventualmente, me di cuenta de la hora, y nos despedimos por la noche. Lancé mi teléfono sobre el sofá y miré al gato dormido en mi regazo. Él me parpadeó, percibiendo que estaba a punto de moverme.

—Vamos, grandote, hora de ir a la cama.

Suavemente lo aparté de mí, y él se dejó caer pesadamente sobre el sofá. Tomé mi copa vacía y mi teléfono, dejando la copa en el fregadero antes de dirigirme al pasillo. Me aseguré de que Gracie siguiera completamente dormida antes de bostezar y arrastrarme hacia la cama. Dejé mi puerta abierta por hábito y me cepillé los dientes rápidamente antes de meterme debajo de mi edredón.

A pesar de mi agotamiento, ni bien estuve acostada, mis pensamientos giraron alrededor de Edward. Quizás Rose tenía razón, y debería invitarlo a salir. Brevemente, me pregunté si él siquiera diría que sí. No había muchos hombres que estuvieran interesados en una madre soltera y una niña de cuatro años. Todas mis preguntas podrían ser para nada.

~WG~

Un sonido proveniente de mi computadora me hizo saber que tenía un nuevo correo en mi buzón de entrada. Miré a mi computadora, haciendo clic en el correo de Esme.


Para: Isabella Swan

De: Esme Cullen

Fecha: 3 de noviembre, 2018, 13:43

Asunto: 011816_Planos Finales del Acuario de Seattle

Hola Bella,

Espero que este correo te encuentre bien. Te escribo para hacerte saber que los planos serán terminados de nuestra parte para mañana. Mi contacto con la ciudad dice que ella puede acelerar su aprobación ni bien sean entregados. ¿Estás disponible para pasar mañana a firmar todo antes de entregarlos?

Mis mejores deseos,

Esme Cullen

Arquitecta Principal, Edificio PAC


Sonreí y rápidamente le escribí mi respuesta.


Para: Esme Cullen

De: Isabella Swan

Fecha: 3 de noviembre, 2018, 13:45

Asunto: RE: 011816_Planos Finales del Acuario de Seattle

Hola, Esme

Estas son noticias increíbles. Solo hazme saber a qué hora y pasaré por tu oficina mañana. Muchas gracias.

Te veré entonces.

Bella.

Dra. Isabella Swan

Coordinadora Principal — Conservación PGP


Sonreí, regresando a los papeles frente a mí. Odiaba admitirlo, incluso para mí misma, pero no podía esperar a volver a PAC. Secretamente esperaba que fuera capaz de ver a Edward de nuevo.

~WG~

Aparqué mi coche en el estacionamiento de PAC y apenas resistí bajar mi parasol para mirarme al espejo. No iría tan lejos.

Molesta conmigo misma, tomé mi cartera y salí del coche. El estacionamiento seguía lleno, y eché un vistazo alrededor ansiosamente, preguntándome si el coche de Edward estaba allí.

En el vestíbulo, la recepcionista me recibió cálidamente, sus ojos azules sobre mí al momento en que abrí la puerta.

—Bienvenida de vuelta —dijo amablemente.

Sonreí.

—Hola, soy Bella. Me di cuenta que no nos presentamos la última vez —dije, ligeramente avergonzada. Ella estiró su mano para estrechar la mía.

—Jane. ¿Estás aquí para ver a Edward?

Me sonrojé.

—Oh, no. Esme.

Jane asintió y tomó su auricular mientras mi corazón triplicaba su velocidad. ¿Edward estaba aquí?

No pude evitar echar un vistazo ansiosamente en dirección a su escritorio. No podía verlo desde aquí, pero quería mirar desesperadamente.

Jane habló suavemente al teléfono antes de mirarme.

—Te llevaré con Esme. Ella te espera.

Abrí la boca para protestar.

—Oh, está bien; conozco el camino.

Jane me sonrió. Cuando ella se puso de pie, me di cuenta que ella era más baja que yo; también lucía joven.

—Está bien; me dirijo a esa dirección de todos modos. —Me indicó que la siguiera, y aferré la correa de mi cartera, asintiendo.

Me condujo por el pasillo hacia los cubículos. Contuve mi aliento, ansiosa mientras su escritorio entraba en mi vista. Me sentí molestamente decepcionada cuando vi que él no estaba allí. Intenté apartar esa sensación, concentrándome en mi reunión en cambio.

Jane me llevó hacia la oficina de Esme, y le sonreí en agradecimiento antes de tocar suavemente. La voz delicada de Esme me dijo que entrara, y abrí la puerta, sonriendo. Ella sonrió y se puso de pie, dando la vuelta a su escritorio para abrazarme.

—Bella, bienvenida. Por favor, entra —dijo cálidamente. Le sonreí en sorpresa y me moví para sentarme frente a su escritorio—. De acuerdo, vayamos al punto.

Esme Cullen era una arquitecta increíble. Necesitaba la aprobación de la junta respecto a sus planos, pero después de examinar el proyecto, incluso yo sabía que sería pan comido. El diseño de Esme era elegante, sustentable, y se ajustaba a los aspectos más modernos del acuario existente. Grandes partes del laboratorio nuevo estaban designados para la investigación y la conservación. Sin embargo, Esme había sido capaz de incorporar los detalles suficientes así gran parte del trabajo usualmente hecho puertas adentro sería ahora visible para el público. Era una parte crucial del plan que teníamos para el laboratorio.

—Esme, ni siquiera puedo decirte lo que todo esto significa para mí —dije, estudiando sus planos. Ella tenía una libreta de dibujos CAD que eran hermosos, dándome una visual de cómo el espacio podía lucir.

—Bella, ha sido un deleite trabajar en esto. Estoy tan agradecida de que hayas venido a nosotros por esto.

Le sonreí, tratando de contener las lágrimas.

—A la junta le va a encantar.

Esme sonrió, uniendo sus manos.

—Me pone feliz escuchar eso. Tengo copias para que lleves a la presentación. ¿Dijiste que se reunían mañana? —Asentí a su pregunta, y su sonrisa se agrandó—. Excelente. Si todo va de acuerdo al plan, deberíamos estar presentándolo a la ciudad muy pronto. —Hizo una pausa y ladeó su cabeza—. ¿Planeas abrir la licitación pronto?

Tragué con fuerza.

—Sí, voy a llamar a varias compañías esta semana y enviar los documentos para la oferta para finales de la semana.

Esme sonrió.

—Qué maravilloso escuchar eso. Me aseguraré que nuestro equipo lo trate con gran prioridad.

Me sonrojé, mi mente yendo a Edward, y Esme sonrió, luciendo un poco divertida.

—Gracias de nuevo, Esme. Probablemente debería irme ya —dije, echándole un vistazo a mi reloj.

—¿Tienes tiempo para ir a almorzar?

La miré con sorpresa y sonreí.

—Me encantaría, pero mi hija tiene un día corto en la escuela hoy. Tengo que ir a recogerla y llevarla a la oficina conmigo.

Esme asintió, comprendiendo.

—Por supuesto, en otro momento —insistió.

Ella me jaló en un abrazo fuerte de nuevo antes de meter los planos en mis manos.

—Te acompañaré a la salida —dijo amablemente. Asentí, asegurando los planos y metiendo la libreta que ella también me había dado en mi cartera. Salimos de su oficina, y Esme preguntó por Gracie. Abrí la boca para responderle cuando noté a Edward. Él estaba saliendo de una sala de conferencias de cristal, riendo mientras un hombre grande sacudía la cabeza a su lado. Mi aliento se atascó, y esperaba que Esme no lo hubiera escuchado. Un rápido vistazo me dijo que sí lo hizo.

Esme sonrió, envolviendo un brazo alrededor de mis hombros mientras me llevaba hacia Edward.

—Edward —llamó antes de que pudiera detenerla. Estuve tanto mortificada como agradecida cuando él levantó la mirada al escuchar su nombre. Sus ojos verdes brillaban con cariño cuando miró a Esme, y entonces comenzaron a moverse hacia mí y cambiaron, se oscurecieron ligeramente. Me mordí el labio, incapaz de apartar la mirada de él.

Él giró hacia nosotras, el hombre a su lado siguiéndolo con curiosidad.

—Bella —Edward prácticamente ronroneó mi nombre, e intenté relajar mi respiración. ¿Cómo era que este hombre me convertía en una adolescente cachonda e incómoda con solo una mirada?

—Edward —Logré responder, mi voz afortunadamente regular—. Es un placer volverte a ver.

Él sonrió, y su sonrisa era tan brillante y encantadora, que me aturdió por un momento.

—¿Bella? ¿Esa chica que tú...?

Edward codeó al hombre a su lado en el estómago, y este soltó un jadeo.

—Chicos —reprendió Esme mientras yo me sonrojaba.

El hombre gigante frotó su estómago, frunciéndole el ceño a Edward, que seguía mirándome atentamente. Emmett suspiró.

—Muero de hambre. ¿Almorzamos, mamá?

Esme aceptó, y parpadeé, mirándola cuando ella me dio unas palmadas en el hombro.

—Bella, veo que estás en buenas manos. Por favor, llámame si necesitas algo —dijo, sonriéndome. Asentí mientras ella se iba con Emmett. Volteé hacia Edward, mi cerebro trabajando lentamente para procesar todo lo que estaba escuchando.

—Espera, ¿Esme es tu mamá? —pregunté, echando un vistazo a la figura de Esme retirándose. Miré a Edward, quien lucía divertido.

—Lo es. Es increíble que ella no te lo haya dicho. Ella tiene la sutileza de un rinoceronte en un tutú. —Me reí, y su sonrisa se agrandó—. ¿Estás libre para almorzar?

Mi estómago se contrajo, y vacilé.

—Lo siento. Tengo que recoger a Gracie de la escuela. Ella tiene medio día hoy.

Edward asintió, aunque creí notar un destello de decepción en sus ojos. Estaba segura de que lo había imaginado. Me mordí el labio de nuevo, tratando de juntar valor—. Usualmente, en sus medios días, vamos a almorzar cerca del Muelle 58. ¿Te gustaría unirte a nosotras?

—Me encantaría.