Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es fanficsR4nerds, yo solo traduzco con su permiso.
Disclaimer: This story is not mine, it belongs to fanficsR4nerds. I'm just translating with her permission. Thank you so much, Ariel!
Capítulo 5
Edward
Era un día frío y ventoso, así que cuando salí hacia el restaurante, entré directamente. Sabía que llegaba aquí antes que Bella y Gracie, y me tomé el tiempo de elegir la mesa perfecta. El lugar estaba relativamente tranquilo, y la recepcionista fue complaciente, coqueteando abiertamente conmigo, incluso después de haberle pedido el menú para niños.
Encontré un lugar junto a un ventanal que daba hacia el agua. Había pasado mucho tiempo desde que había estado cerca de los muelles, probablemente desde que era un niño.
Mis dedos tamborilearon ansiosamente sobre la mesa mientras pensaba en la inminente llegada de Bella y Gracie. Estuve encantado de que Bella me haya invitado a unirme a ellas, pero estaba jodidamente nervioso también. ¿Qué significaba este almuerzo? ¿Acaso significaba algo?
Mi teléfono sonó, y le eché un vistazo, viendo un correo de un subcontratista. Lo abrí para distraerme. Tenía mucho por hacer cerrando trabajos esta semana. Debería estar en la oficina, sumergido en mi computadora, pero en cambio, estaba esperando en un restaurante familiar en el muelle.
Una ráfaga de viento frío entró al restaurante cuando se abrió la puerta, y levanté la mirada con ansiedad. Noté a Bella y, aunque estaba nervioso, parte de mí se relajó al verla. Su cabello estaba suelto, una maraña alrededor de su rostro mientras ella apartaba a su hija del frío y hacia dentro del restaurante. Gracie de inmediato se distrajo por la decoración y corrió hacia la gran pecera cerca del puesto de la recepcionista. Bella sacudió la cabeza, exasperada con su hija, y se agachó para quitarle el abrigo a la niña. Levantó la mirada, encontrándose con la mía, y se sonrojó, ofreciéndome una pequeña sonrisa.
Sentía la mía tirar de mis labios mientras Bella buscaba la mano de su hija.
Me puse de pie, y Gracie me vio, jadeando. Le sonreí cuando una enorme sonrisa se apoderó de su rostro, y jaló de la mano de Bella con más fuerza.
—¡Mamá! ¡Mamá! ¡Es el príncipe!
Ella estaba prácticamente gritando, y las pocas personas en el restaurante voltearon a mirarnos mientras Bella y Gracie se acercaban a la mesa. Me agaché frente a Gracie, sonriendo ante la mirada maravillada en su rostro.
—Hola, princesa.
Ella se contuvo y miró a su madre, quien estaba sacudiendo la cabeza a su hija, una sonrisa cálida en su rostro.
—¿Está bien si el Sr. Edward almuerza con nosotras?
Gracie volteó a mirarme, asombrada de nuevo antes de asentir enérgicamente. Le sonreí y me puse de pie, caminando alrededor de la mesa y apartando una silla para ella.
—Para ti, princesa. —Me miró con ojos grandes y redondos y se movió hacia la silla. La ayudé a sentarse antes de arrimarla a la mesa. Miré a Bella, que me estaba observando con idénticos ojos redondos. Le sonreí y también aparté una silla para ella, señalándola. Ella se sonrojó y se ubicó en la silla. Mamá nos había enseñado buenos modales al crecer, pero raramente los usaba de esta manera. No era un cretino con las mujeres, pero tampoco había apartado una silla para ellas.
Caminé alrededor de la mesa y tomé asiento frente a Bella. El pequeño rostro de Gracie estaba girado hacia el ventanal, mirando hacia el mar.
—Y bien —dije, llamando su atención. Ella me miró tímidamente—. ¿Qué hay de bueno para comer aquí?
Gracie se lamió sus pequeños labios y bajó la mirada hacia su menú de niños. Ella notó los crayones y jadeó, incorporándose en su silla y tomándolos. Sonreí cuando ella comenzó a colorear y giré hacia su madre. Bella estaba mordiéndose el labio, y el solo verlo jalaba algo profundo y oscuro dentro de mí. No quería ser demasiado intenso con ella demasiado rápido, así que aparté la mirada antes que fuera evidente que ella me estaba excitando.
Escuché a Bella aclararse la garganta, y cuando la miré de nuevo, ella estudiaba el menú.
—La crema de mariscos es buena —dijo suavemente—. Gracie a menudo pide los palitos de pollo.
Le sonreí a Gracie, que no estaba mirándonos.
—¿No le gusta el pescado? —pregunté, mirando a Bella. Ella encontró mi mirada y se encogió de hombros ligeramente.
—Creo que verlos en mi trabajo hace que sea difícil para ella comerlos.
Asentí, comprendiendo.
—¿Qué es lo que haces, Bella?
Ella parpadeó, luciendo un poco deslumbrada por un momento antes de inhalar.
—Yo, eh. Dirijo el equipo de investigación dedicado al estudio, la conservación, y la rehabilitación del Gran Pulpo del Pacífico.
Mis cejas se alzaron en sorpresa.
—No creo que alguna vez haya visto a un pulpo —dije después de un momento. Ella sonrió, relajándose un poco.
—Son criaturas fenomenales. Están perdiendo su hábitat debido a la invasión humana. —Frunció el ceño, y una pequeña V se formó entre sus cejas—. Espero generar más conciencia sobre ellos y sus entornos. Quiero hacer que la comunidad se involucre, así las personas se dan cuenta de lo importante que es la conservación marina. —Su voz zumbaba con su pasión, e inhalé profundo para calmarme. ¿Por qué era tan sexi escucharla hablar sobre trabajo?
—Eso suena increíble —dije después de un momento. Bella encontró mi mirada y se sonrojó.
En ese momento, nuestra camarera se acercó a la mesa, enviándome una sonrisa coqueta. La ignoré mientras giraba hacia las chicas.
—¿Listas para ordenar?
Agité una mano hacia Bella.
—Ella pedirá deditos de pollo —dijo Bella, apartando el cabello de Gracie de su rostro—. Y yo la crema de mariscos.
La camarera giró hacia mí, lamiéndose los labios de manera provocativa. Era jodidamente molesto. Por lo que esta mujer sabía, podría estar almorzando con mi familia, y ella estaba prácticamente aventándose sobre mi regazo.
—Pescado frito con papas fritas —dije, entregándole mi menú. Ella asintió, sus dedos rozando los míos al tomarlo. Dejé caer mi mano sobre la mesa mientras ella se alejaba. Me sentí avergonzado y molesto, y me arriesgué y le eché un vistazo a Bella. Ella miraba por la ventana, una pequeña arruga en su frente. Respiré profundo y me estiré sobre la mesa hacia ella. Tomé su mano suavemente en la mía, y ella me miró con sorpresa. Quería disculparme por la camarera, pero no quería hablarlo frente a Gracie. No tenía idea de lo mucho que los niños captaban, y francamente, tenía unas palabras que necesitaba contener.
Bella encontró mi mirada, y vi sus ojos marrones suavizarse y luego derretirse ligeramente. Me ofreció una pequeña sonrisa, apretando mi mano.
Exhalé con alivio, y nuestras manos se desenredaron cuando Gracie levantó la mirada de su dibujo.
—Mamá, ¿puedo usar un bolígrafo?
Bella buscó en su cartera y sacó uno.
—Solo en el papel —le recordó gentilmente. Gracie asintió y regresó a su dibujo. Bella me miró tímidamente—. Entonces, ¿qué tipo de trabajos haces normalmente?
Inhalé y me recliné, sonriéndole.
—Esto y aquello. Trabajo con Microsoft y otras compañías tecnológicas en la zona. He hecho algunos trabajos para Boeing, pero el espacio aéreo es la especialidad de mi hermano.
Bella sonrió.
—Tu hermano parece ser todo un personaje.
Puse los ojos en blanco.
—Perdón por él, puede ser un verdadero... —Hice una pausa, echándole un vistazo a Gracie—. Dolor —dije finalmente. Bella resopló delicadamente, y le sonreí. No estaba acostumbrado a censurarme, pero sabía que podía usar un lenguaje obsceno que un niño definitivamente no debería escuchar.
—¿Trabajas con tu mamá y tu hermano?
Asentí, relajándome aún más.
—El hermano de mi mamá comenzó una compañía alrededor de treinta años atrás llamada Edificio Platt —expliqué—. Entonces, cuando mi pequeña hermana comenzó la escuela, mamá regresó al trabajo, y el Edificio Platt se convirtió en el Edificio Platt y Cullen, o PAC.
Bella asintió.
—¿Siempre planeaste meterte en la construcción?
Fruncí el ceño.
—En realidad, no. Tenía muchos intereses diferentes en la escuela, y por un tiempo, pensé en meterme en medicina. —Hice una pausa, y las cejas de Bella se alzaron en sorpresa—. Pero entonces tomé una clase sobre Gestión de la Construcción, y las cosas simplemente tuvieron sentido para mí. Obtuve mi Bachiller Universitario en Gestión de la Construcción y Tasación y comencé a trabajar con mi tío. Comencé en el campo, pero debido a mi educación, fui capaz de ir subiendo. Acabo de terminar mi maestría en Gestión de Construcción hace un par de años.
Bella lucía impresionada, e intenté no parecer presumido. Trabajé duro para terminar mi educación mientras trabajaba, y había tenido su recompensa. Estaba de camino a hacerme cargo de Operaciones de toda nuestra compañía algún día.
—Parece que encontraste tu vocación —comentó. Asentí, y Gracie nos miró.
—Eh, ¿Sr. Edward?¿Cuál es tu color favorito?
Le sonreí.
—Rojo, creo.
Ella asintió y regresó a su dibujo. Le eché un vistazo a Bella, que estaba sonriendo cariñosamente a su hija.
—¿Qué hay de ti? ¿Siempre quisiste trabajar en Conservación Marina?
Bella me miró y me asintió.
—Desde que era niña, sabía que era algo que quería. Estudié en California y logré encontrar un trabajo decente en algunas agencias locales de conservación, pero no estaba llevándome a ninguna parte hasta que me ofrecieron el trabajo aquí. —Miró por la ventana, y justo a la derecha, podías ver el final del acuario—. Es mi trabajo de ensueño, y estoy muy emocionada al respecto.
—¿Acabas de mudarte entonces?
Bella volvió a mirarme y asintió.
—Crecí en Forks con mis padres. —Agitó una mano hacia el mar—. Pero no he vivido aquí desde la secundaria.
Quería preguntarle por el padre de Gracie, cómo él encajaba en todo esto, pero no quería entrometerme.
—¿Cuánto tiempo has estado aquí?
—Nos mudamos en junio.
Asentí, echando un vistazo a Gracie.
—Bueno, bienvenida a Seattle —dije, levantando mi vaso de agua hacia ella. Ella sonrió mientras yo tomaba un sorbo. Había tanto que quería preguntarle, tanto que quería saber, pero no estaba seguro de qué era apropiado.
Vi a nuestra camarera cruzar el restaurante, sosteniendo una bandeja de comida, y giré hacia Gracie.
—Oye, princesa, creo que nuestro almuerzo está llegando.
Ella me miró, luciendo ligeramente tímida. Bella se acercó para ayudarla a guardar su arte, y ofrecí mi mano. Bella me tendió el individual, y lo coloqué en el lugar vacío a mi lado. Nuestra camarera entregó la comida a Gracie y a Bella antes de tomarse su tiempo, inclinándose frente a mí así podía ver el escote de su camisa. Colocó mi comida frente a mí y se lamió los labios, sonriéndome.
—¿Hay algo más que pueda ofrecerte? —ronroneó.
—Quizás un poco de espacio —gruñí, las palabras abandonando mi boca antes que pudiera detenerlas. Ella parpadeó, quedándose quieta en el lugar.
—¿Disculpa?
Eché un vistazo a Bella, cuyos ojos se habían agrandado, sus cejas elevándose mientras me miraba.
—Me encantaría almorzar con estas encantadoras señoritas en paz —dije, acobardándome de las palabras honestas que se acumulaban en mi interior. Ella frunció el ceño pero se enderezó.
Echó un vistazo entre las chicas y yo antes de girar sobre sus pies e irse. Miré nerviosamente a Bella, que me observaba con una expresión que no podía descifrar.
—Lo siento —mascullé, sintiéndome avergonzado de nuevo. Ella sacudió la cabeza.
—Ella es la que está siendo inapropiada —dijo suavemente. Aún no podía descifrar lo que estaba pensando, y bajé la mirada hacia mi comida, sintiéndome ligeramente ansioso.
—Mamá —dijo Gracie, rompiendo la tensión—. ¿Puedo comer ketchup?
Las miré a tiempo para ver a Bella fruncir el ceño un poco.
—Llamaré a alguien —ofrecí. Bella me miró y me asintió. Llamé la atención de un ayudante, y afortunadamente, fue capaz de traernos el ketchup de Gracie sin ningún drama.
Bella colocó un poco de ketchup en el plato de Gracie antes de tenderme la botella. La tomé y puse un poco cerca de mis papas fritas. Realmente quería vinagre, pero de ninguna manera llamaría a la camarera.
—Y bien, princesa —dije, mirándola. Gracie levantó su mirada, media papa frita en su boca—. ¿Tu mamá me dijo que vas a la escuela?
Gracie sonrió alrededor de su papa y se movió en su silla.
—¡Sí! —dijo, masticando felizmente—. Voy a la escuela, y también mi mejor amiga, y jugamos todo el tiempo.
Sonreí. Realmente no sabía cómo interactuar con niños, pero Gracie era jodidamente adorable; ella lo hacía un poco más fácil.
—¿Quién es tu mejor amiga?
—Eh, es Hannah —dijo, dándome una mirada como si eso debería haber sido completamente obvio. Me reí y asentí.
—¿Ella también es una princesa? —Gracie frunció su nariz.
—No. Ella es un dragón.
Fruncí el ceño, echándole un vistazo a Bella, quien se encogió de hombros, al parecer despreocupada. Regresé a mi almuerzo, mordiendo un pedazo de pescado. Era crujiente, caliente, y tan jodidamente bueno.
—¿Cómo está tu pescado?
Miré a Bella y asentí entusiasmadamente. Me sonrió.
—Está jod... —Pausé, conteniéndome—. Fantástica —solté. Ella resopló delicadamente—. ¿Cómo está tu sopa?
Ella se lamió los labios, y me distraje por completo.
—Deliciosa —tarareó. Echó un vistazo a Gracie—. ¿Qué tal tu pollo, cariño?
Gracie miró a su madre, su boca llena. Tarareó, y Bella sonrió, apartándole el cabello de su rostro. Tomé una papa, masticándola felizmente, y Gracie me miró con curiosidad.
—¿También pediste delicias de pollo?
Sonreí. ¿Delicias de pollo?
—No, pescado y papas fritas.
La pequeña nariz de Gracie se contrajo en confusión, y se incorporó en su asiento para observar la mesa. Empujé el plato hacia ella, mostrándole mi almuerzo.
Ella frunció el ceño.
—Eso parece pollo.
—¿Te gustaría probarlo? —Miré a Bella, preguntándole silenciosamente si eso estaba bien. Sus cejas se alzaron, pero asintió, mirando a su hija con curiosidad. Gracie asintió, y le corté un pequeño pedazo de pescado. Me estiré, colocándolo en su plato, y ella lo estudió. Lo levantó con sus pequeños dedos y lo llevó a su boca. Bella y yo la observamos con curiosidad mientras lo masticaba.
—¡Mmm! —decidió, y Bella sacudió la cabeza, luciendo atónita.
—Dos años tratando que ella pruebe comidas nuevas —masculló Bella. Resoplé.
—Luce divertido, así que por supuesto que debe saber divertido, ¿cierto?
Bella sonrió y sacudió la cabeza, sumergiendo su cuchara en su sopa. Regresé a mi comida mientras Gracie tomaba otro dedito de pollo.
—Nunca desarrollé un gusto lejos del menú de niños —admití. Bella me miró—. Soy un tipo simple, y tengo gustos simples.
Bella sonrió, y su rostro se iluminó. Mierda, ella realmente era hermosa. Mirarla hizo que me quedara sin aliento, y tuve que bajar la mirada a mi comida, mi estómago retorciéndose. No era una mala sensación del todo, sino extraña. ¿Cuándo fue la última vez que había tenido mariposas cerca de una chica? ¿La secundaria?
Gracie ofreció más historias durante el almuerzo, divagando sobre un juego que ella y Hannah jugaban en la escuela. Bella fue paciente y amable mientras su hija parloteaba, y me encontré genuinamente interesado en escuchar a Gracie, a pesar que apenas podía seguirla.
Nuestra camarera se acercó, dejando nuestra cuenta, y la tomé antes que Bella pudiera hacerlo.
—Yo te pedí que vinieras con nosotras —discutió Bella.
Sacudí la cabeza.
—Pero yo te pregunté primero —señalé. Ella frunció ligeramente el ceño, y sonreí, sacando mi billetera y deslizando mi tarjeta en el libro negro. La camarera regresó, y se lo tendí, contento de que ella lo tomara sin tratar de tocarme o algo.
Bella mantuvo la misma expresión por un momento antes de suspirar.
—Gracias —dijo, sacudiendo la cabeza. Le sonreí, aliviado de que ella no fuera a discutir mucho al respecto.
La camarera trajo de regreso mi tarjeta, dándome una mirada antes de irse.
Saqué ambas copias del recibo, mi estado de ánimo disparándose cuando vi que ella había dejado su número de teléfono al final de mi copia con una nota para llamarla cuando terminara de ser niñero.
Bella debió haber sentido mi ira porque la sentí moverse del otro lado de la mesa.
—¿Está todo bien?
Levanté la mirada hacia ella.
—Sí, solo iré a hablar con el encargado —dije suavemente. Sus ojos se abrieron de par en par mientras me ponía de pie—. Ya regreso —le aseguré.
Afortunadamente, el restaurante estaba casi vacío, así que no había nadie demasiado cerca cuando me acerqué a la recepcionista.
—Necesito al encargado —solté. Ella parpadeó, sus ojos se agrandaron antes de asentir y salir disparando. Solo podía imaginar lo furioso que lucía.
Un minuto después, un joven, de alrededor de treinta años, salió, seguido por la nerviosa recepcionista.
—Hola, señor, ¿cómo puedo ayudarle?
Le ofrecí mis recibos.
—Una de sus camareras realmente se ha sobrepasado. —Él tomó los recibos, sus ojos como platos cuando los miró—. Intenté ser educado; incluso intenté ignorarla cuando ella abiertamente coqueteó conmigo en frente de... —Pausé, echando un vistazo a Bella y Gracie. No tenía una palabra para ellas aún. Regresé al encargado.
—Señor, siento mucho que usted y su familia hayan tenido que lidiar con esto —dijo, sacudiendo la cabeza—. Desde luego, me encargaré de esto.
Apreté la mandíbula.
—Comprende que esa pequeña tiene cuatro años, ¿no? —espeté.
Llevó su mirada hacia nuestra mesa.
—Lo siento, señor; esto va en contra de todos los códigos de conducta y ética que tenemos. —Agitó el recibo entre nosotros—. Permítame que cancele los cargos en su tarjeta. El almuerzo va por nuestra cuenta hoy —dijo, ubicándose en la cabina de la recepcionista. Bufé.
—Mire, no me importa el dinero —espeté—. Solo quiero asegurarme que su mierda no sea permitida.
Los ojos del encargado se encontraron con los míos.
—Quédese tranquilo —dijo firmemente—. No será tolerado.
Di un paso hacia atrás, exhalando.
—De acuerdo —dije, sintiéndome ligeramente apaciguado. No me sentía genial al hacer que alguien fuera despedido, pero ella ciertamente se lo tenía merecido. Esa mierda no estaba bien.
—Los cargos han sido cancelados —dijo, mirándome—. Por favor, acepte que el almuerzo vaya por nuestra cuenta con nuestras más sinceras disculpas y la certeza que este incidente no volverá a suceder en nuestro establecimiento.
Tragué y asentí.
—Gracias —mascullé. Él asintió, y levanté una mano, pasándola por mi cabello. Regresé a la mesa, y Bella me miró con curiosidad. Le di una sonrisa tensa.
—¿Estamos listos para salir? —pregunté, mirando a Gracie.
Bella se puso de pie, tratando de ayudar a Gracie con su abrigo. Me coloqué mi propio abrigo y esperé a que Bella y a Gracie estuvieran listas antes de acompañarlas a salir del restaurante. Ni la camarera ni el encargado estaban a la vista cuando nos íbamos.
Afuera, el viento se había calmado, aunque seguía jodidamente frío. Acompañé a Bella y a Gracie por el muelle hasta estar cerca de mi camioneta. El aire frío estaba ayudando a calmar mi furia. Pausé, captando la mirada de Bella y asintiendo hacia el coche.
—Aquí me quedo yo.
Bella asintió, mirando por encima de su hombro hacia el acuario.
—Allí vamos nosotras —dijo, volteando hacia mí. Sonreí y bajé la mirada cuando Gracie jaló del brazo de Bella. Bella soltó la mano de Gracie así ella podía ir a jugar en el jardín entre nosotros y el acuario. Bella se movió así podía ver a Gracie mientras hablaba conmigo.
—¿Todo bien allí? —preguntó.
Exhalé profundamente, levantando una mano para jalar de mi cabello.
—Lo estará —gruñí. Ella arqueó una ceja, y vacilé, preguntándome si debería contárselo. No la conocía lo suficiente para ser capaz de predecir cómo lo tomaría—. Hablé con el encargado —dije finalmente—. La camarera probablemente está siendo despedida ahora mismo.
Las cejas de Bella se alzaron de nuevo, y me preguntaba qué estaba pensando.
—¿Hiciste que la despidieran?
Suspiré.
—Ella se pasó de la raya —gruñí—. Ella intentó darme su número y me dijo que la llamara cuando terminara de ser niñero. —Las palabras me seguían molestando, y podía ver el rostro de Bella llenarse de ira.
—¿Ella qué?
Asentí, rascando mi mandíbula.
—Lo sé. Yo... —Me detuve, sacudiendo la cabeza—. Como sea. Se están encargando de ella.
Levanté la mirada para ver a Bella observando a Gracie, su ceño fruncido. Estaba muriendo por saber qué estaba pensando. ¿Quizás ella era el tipo de persona que no le gustaba que se provocara una escena?
Podía sentirme entrar en pánico y caer en la duda cuando ella me miró, sus ojos cálidos llenos de fuego.
—Nos defendiste —dijo suavemente.
Parpadeé.
—Eh, sí —dije lentamente—. Lamento si eso te hace sentir incómoda o si me he sobrepasado o algo...
Bella estiró una mano, tomando la mía y dándole un suave apretón, deteniendo mis palabras. La miré con sorpresa.
—Gracias —susurró. Sus suaves palabras me aliviaron, y le sonreí. Escuchamos a Gracie reír, y ambos volteamos a mirarla.
—Siento que yo debería estar agradeciéndote, Bella —dije suavemente, trayendo su atención de vuelta hacia mí por un breve momento. Ella lucía un poco confundida, y le ofrecí una pequeña sonrisa—. Por invitarme a almorzar. La pasé realmente increíble. A pesar de todo.
Su sonrisa era cálida y amable e iluminaba sus ojos.
—Yo también —masculló, dándole un apretón a mi mano antes de soltarla. De inmediato, extrañé su calor.
Ambos miramos a Gracie, que se encontraba a unos metros de distancia, corriendo en el césped.
—Edward —dijo Bella, trayendo mi atención de vuelta hacia ella—. Necesito ser honesta. Mañana presentaré los planos finales a la junta. Ni bien obtenga la autorización, enviaré invitaciones en busca de licitaciones —pausó, mordiéndose el labio y mirándome. La observé, mudo, curioso de ver hacia dónde estaba yendo—. Esme, quien ahora me doy cuenta que debió tener intenciones ocultas —Sonrió—, mencionó varias veces que eres el mejor director de proyectos para este trabajo.
Inhalé, tratando de calcular hacia dónde iba con esto. A veces, ella era realmente difícil de leer.
—Me esforzaría por hacer lo mejor para nuestras compañías; es todo lo que siempre puedo hacer —mascullé.
Ella asintió.
—Yo... —pausó, de nuevo echándole un vistazo a Gracie, que estaba agachada, inspeccionando una hoja en el césped—. Estaré buscando la mejor propuesta para el acuario —dijo, volviéndome a mirar—. Todo se reducirá a precio y comunicación. —Se mordió el labio, y sonreí un poco.
—¿Estás preocupada de que esperaré algo porque hemos almorzado juntos?
Ella se sonrojó y supe que había dado en el clavo. Suspiré y sacudí la cabeza, incapaz de contener mi sonrisa.
—Bella, si me llega una invitación para ofertar, estaría decepcionado si no fuera una pelea justa. Muchas compañías en Seattle podrían hacerlo igual de bien, incluso un mejor trabajo. —Pausé, frotando la parte trasera de mi cuello—. Pero te garantizo que ninguna de esas compañías van a honrar la asociación entre nuestras compañías más de lo que nosotros lo haríamos. —Le di una sonrisa brillante—. Espero poder ser capaz de probarte eso, si tengo la oportunidad.
Bella se mordió el labio, y de repente, ya no estaba completamente seguro de que estuviéramos hablando de trabajo. Mi mirada bajó a ese labio, siendo atrapado entre sus dientes, y fui jodidamente distraído; tuve que apartar mis ojos, levantarlos hacia los suyos.
Sus ojos eran grandes y oscuros y mierda, el sonrojo que se asomaba por sus mejillas la hacían lucir excitada.
¿Lo estaba?
Carajo, yo sí.
Bella parpadeó cuando Gracie la llamó, y ambos aprovechamos el momento para recomponernos.
Demonios.
Bella asintió en aprobación mientras Gracia sostenía la hoja y la dejaba caer de nuevo y seguía corriendo en círculos. Bella volvió a mirarme.
—Ya ansío recibir su propuesta, Sr. Cullen.
Le sonreí, incapaz de mantener la dicha que sentí lejos de mi rostro.
—Y yo ansío trabajar con usted, ¿señorita...? —Me di cuenta que ni siquiera sabía su maldito apellido. Ella resopló y extendió su mano.
—Dra. Swan —dijo, dándome una mirada. Mierda, eso fue sexi. Estreché su mano.
—Dra. Swan —mascullé. Quería invitarla a salir, realmente invitarla a salir, pero no parecía ser el momento indicado, hacía malabares entre una relación de trabajo y su hija aquí mismo. Eché un vistazo a Gracie y sonreí. Me agradaba la niña. Hasta ahora, ella era graciosa y bastante fácil de entretenerse sola. Volví a mirar a Bella, y no pude evitar pensar en cómo realmente ella me agradaba también.
—¡Mamá!
Bella suspiró, mirando hacia Gracie. Volteó a mirarme.
—Necesito regresar al trabajo.
Asentí.
—La veré pronto, Dra. Swan.
Ella sonrió, y fue una sonrisa dulce y tímida que hizo que mi corazón se contrajera en mi pecho.
—Tendrá noticias de mí, Sr. Cullen.
Le sonreí mientras ella retrocedía hacia su hija.
—No puedo esperar.
