Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es fanficsR4nerds, yo solo traduzco con su permiso.
Disclaimer: This story is not mine, it belongs to fanficsR4nerds. I'm just translating with her permission. Thank you so much, Ariel!
Capítulo 15
Edward
Fui un completo imbécil.
Era un milagro que Bella fuera tan misericordiosa; ciertamente no había hecho mucho para ganarme eso de ella. Solo podía estar agradecido de que ella fuera una persona más fuerte y amable de lo que me merecía.
Estaba avergonzado de cómo me comporté, apenado de la inmadurez que de alguna manera era innata en mí aún, a pesar que era un hombre adulto.
La pequeña mano de Bella era cálida en la mía, y rocé mi pulgar sobre su piel. Había sido completamente incapaz de no estirarme hacia ella, de tocarla de alguna forma, y no se me había escapado el hecho que ella no me estaba deteniendo. Incluso cuando estaba molesta, había recibido mi caricia.
—¿Cómo estuvo el resto de tu fin de semana? —pregunté, levantando mi bebida con mi mano libre. Bella sonrió un poco.
—Gracie estaba eufórica después de pasar tiempo con Rose —dijo, sonriendo suavemente—. Ella estaba... entusiasmada.
Sonreí.
—¿Cómo está el gato?
Bella rio, su sonrisa estirándose e iluminando su rostro. Dios, ella era tan hermosa.
—Aún ligeramente violeta. —Solté una carcajada, sacudiendo la cabeza—. Pero él es bueno. Solo recibí unos pocos rasguños cuando intenté bañarlo.
Bajé la mirada a sus brazos y vi varias marcas rojas asomándose por sus mangas que no había notado antes. Me estiré y las rocé suavemente.
—Mi hermana encontró un gato cuando éramos niños —dije lentamente, el recuerdo brotó en mi mente—. Era una cosa vieja y sarnosa, y ella lo metió y nos convenció a Emmett y a mí de ayudarla a bañarlo así habría más posibilidades de que mi mamá aceptara que nos quedáramos con él. —Pausé, sonriendo—. Fue un desastre. El gato destrozó el baño, y eventualmente, mi mamá nos encontró a los tres todos lastimados. El gato se encontraba en el rincón del baño, siseando, y escupiendo y mamá nos tuvo que explicar qué eran los gatos ferales.
Bella rio, y la miré.
—Me daría un infarto si Gracie trajera a casa un gato feral.
—Mamá fue sorprendentemente paciente al respecto. Creo que dedujo que haber recibido rasguños fue suficiente castigo. —Solté una risita, sacudiendo la cabeza—. Ella llamó a una amiga que es una auxiliar veterinaria, y ella vino a recoger el gato.
Bella sonrió.
—¿Alguien intentó traer un animal callejero de nuevo?
Me reí.
—Oh, sí, eso no nos detuvo. Es increíble que mi mamá haya sobrevivido a todo sin perder la cordura.
Bella se rio conmigo, y silenciosamente me pregunté si ella planeaba tener más hijos algún día. No era una discusión que estuviera preparado para tener, pero sabía que Gracie sería una hermana mayor increíble.
Me moví en mi asiento, sorprendido e incómodo con el giro en mis pensamientos.
Me aclaré la garganta.
—Mamá quería que te invitara a ti y a Gracie a la cena de Acción de Gracias —comenté, levantando la mirada para encontrarme con la de Bella. Sus ojos se agrandaron en sorpresa antes de que una sonrisa cautivadora suavizara todo su rostro.
—Eso es muy dulce —masculló—. De hecho, iremos a la casa de mis padres mañana.
Asentí ni bien habló.
—Cierto, me contaste sobre eso. —Sonreí—. Probablemente sea lo mejor. Mamá no sabe en realidad que salimos, pero creo que está buscando respuestas. Aunque puedo contenerla por un tiempo más.
Bella rio.
—Hombre valiente —bromeó. Sonreí engreídamente.
—No tienes idea. Esme Cullen es una mujer de armas tomar, especialmente cuando se trata de sus hijos. Pero vales la pena.
Bella se sonrojó, y llenó de felicidad mi corazón.
A pesar de cómo habíamos terminado aquí, era bueno pasar tiempo con ella así un martes por la tarde. Me sentía profundamente atraído por ella, y me di cuenta que la había estado extrañando desde que nos separamos el sábado.
Nos sentamos y hablamos por unos minutos más hasta que ambos terminamos nuestros cafés. No podía atreverme a soltarla durante todo el tiempo que estuvimos sentados allí.
Nos pusimos de pie cuando terminamos nuestras bebidas, y finalmente la solté. La pérdida de contacto hizo arder mi palma, y mis dedos se crisparon a mi lado mientras nos movíamos para tirar nuestras tazas.
—¿Dónde está Gracie? —pregunté mientras regresábamos a mi camioneta. Bella me miró, sonriendo un poco.
—Ella está con Rose.
Asentí, levantando una mano para rascar mi mandíbula.
—Rose suena como una amiga increíble.
Bella sonrió brillantemente.
—Lo es. Muere por conocerte —admitió. Sonreí, sorprendido pero complacido con esto.
—Me encantaría conocerla también —dije lentamente. Bella sonrió mientras subíamos a mi camioneta. Se suponía que debíamos ir lento con esto, descubrir las cosas entre nosotros antes de sumar amigos y familia, pero no importaba cuánto lo intentara, simplemente no podía ir despacio con ella. Cada vez que nos veíamos, quería más y más de ella.
Era una adicción en la que había caído felizmente.
Nos llevé de regreso a la oficina, y el viaje fue demasiado corto para tener una conversación real. Aunque incluso el silencio con Bella era cómodo.
Mientras estacionaba, me di cuenta que no estaba preparado para despedirme, y abrí la boca, inseguro de qué quería preguntar con exactitud cuando ella volteó hacia mí.
—Quiero agradecerte, Edward —dijo suavemente, estirándose hacia mi mano. Enlacé mis dedos con los suyos, frunciendo el ceño ligeramente.
—¿Por qué?
Frotó sus dedos sobre los míos, sonriendo hacia nuestras manos.
—Estoy segura que habrá muchas cosas que debamos atravesar mientras nosotros... —Pausó, sus ojos se encontraron con los míos. Sonreí un poco, y ella hizo lo mismo—. Mientras continuamos descubriendo qué es esto —dice lentamente, volviendo a bajar la mirada hacia mi mano—. Me llena de paz saber que podemos comunicarnos.
Intenté no encogerme.
—Lamento haber sido un imbécil —dije de nuevo, sacudiendo la cabeza. Bella apretó mis dedos suavemente.
—Oye, hablaste conmigo cuando contó.
La miré. Ella era mucho más misericordiosa de lo que me merecía.
—Seré mejor —prometí. Ella asintió, levantando nuestras manos y besando mis nudillos suavemente. Sus labios contra mi piel me hicieron dar cuenta que no la había besado ni una vez desde que ella había llegado a la oficina.
Me zafé de su mano y me estiré, tomando su rostro. Ella me miró mientras me inclinaba sobre la consola central de mi camioneta. Me encontró a mitad de camino, sus labios encontrándose con los míos.
Me estremecí cuando nuestros labios entraron en contacto. Ella era tan suave, y olía tan bien.
Dejé que mis dedos se deslizaran por su largo cabello, envolviéndose alrededor de su cabeza, y ella se acercó más, abriendo la boca, permitiendo que mi lengua accediera a la suya. Sabía a menta, café y azúcar, y gruñí, enredando mis dedos bruscamente en su cabello. Ella gimió contra mi boca, y estuve tentado de jalarla sobre la consola, cuando el fuerte sonido de mi teléfono nos interrumpió.
Nos separamos, jadeando suavemente mientras bajaba la mirada hacia mi teléfono. Era mi hermano, por supuesto. Ignoré la llamada, silenciándolo. Miré a Bella, que me estaba sonriendo tímidamente. Era tan fácil perderse en ella, tan fácil dejarme llevar.
—Debería irme —dijo suavemente, buscando su cartera. Asentí, soltando un suspiro. Tomé mi billetera y mi teléfono antes de abrir la puerta. Me encontré con Bella al frente de la camioneta, y cuando ella me sonrió, no pude evitar devolverle la sonrisa.
—Fue muy bueno verte en un día de trabajo —dije suavemente. Me di cuenta al momento que mis palabras estuvieron fuera de mi boca que podrían ser tomadas de manera pasiva agresiva, pero afortunadamente, Bella sonrió y asintió de acuerdo.
—Lo fue —masculló.
Sus labios eran tan suaves y tentadores. Me agaché, besándola de nuevo, mis dedos asegurándose alrededor de la parte trasera de su cuello y su cadera. Su puño se cerró en el dorso de mi chaqueta.
Nos separamos, sonriendo. No quería despedirme, pero sabía que debíamos hacerlo. La vida tenía que seguir, a pesar de lo que podríamos querer.
—Conduce con cuidado —dije suavemente.
Bella asintió.
—Te haré saber cuando lleguemos allí —masculló. Sonreí y me agaché para besarla de nuevo. Ella tarareó contra mí, y deseaba más que nada poder llevarla a un lugar privado, solo para tener un poco más de tiempo con ella.
—¿Puedo verte? ¿Después de Acción de Gracias? —pregunté, alejándome de ella. Sonrió, sus dedos se flexionaron contra mi espalda.
—Por supuesto.
Ella se estiró para besarme una vez más antes de apartarse de mis brazos, asegurando su cartera sobre su hombro. Solté un suspiro mientras ella retrocedía, una sonrisa en su rostro sonrojado.
—Ten un buen Acción de Gracias —masculló. Asentí.
—Tú también. Conduce con cuidado —dije de nuevo.
Ella sonrió, mordiéndose el labio.
—Te hablo pronto —prometió. Asentí y la observé mientras subía a su coche. Me quedé allí, mirándola hasta que salió del estacionamiento.
Una vez que se fue, exhalé profundo, pasando una mano por mi cabello. Me tomé un momento para tranquilizarme antes de girar y dirigirme hacia el interior de PAC.
Me sentía mejor de lo que me había estado sintiendo todo el día, pero eso rápidamente se esfumó cuando abrí la puerta de entrada del edificio y vi a mamá y a Emmett en el vestíbulo. Ambos lucían presumidos, y supe allí y entonces que habían estado viéndome.
Mierda.
Nos quedamos en silencio por un momento antes que mamá se aclarara la garganta, su rostro presumido y emocionado.
—¿Ella vendrá para Acción de Gracias?
Tragué fuerte.
—No, ella irá a ver a sus padres.
Mamá asintió.
—Ella vendrá a cenar en algún momento en diciembre entonces —dijo firmemente. Abrí la boca para protestar, pero mamá me sonrió, acercándose para dar unas palmadas a mi mejilla—. Ella es una de las buenas, Edward. Asegúrate de merecer su confianza.
Sus palabras me tomaron por sorpresa, y la estudié. ¿Acaso ella sabía que había estado actuando como un imbécil? ¿Cómo podría?
Tuve problemas para encontrar las palabras, y mamá sonrió, palmeando mi mejilla una vez más antes de darse la vuelta y regresar a su oficina. La observé irse, asombrado.
Una vez que se fue, giré hacia mi hermano. Él se encogió de hombros, luciendo divertido.
—Oye, intenté avisarte cuando vi que los dos estaban besándose en la camioneta. Mamá los vio al frente.
Solté un suspiro.
—Era solo cuestión de tiempo, supongo —mascullé. Emmett asintió de acuerdo.
—Ma sabe todo.
Le eché un vistazo. Ella usualmente sabía todo porque mi hermano tenía una bocota, y ella podía sacar lo que fuera de él. Él se movió a mi lado, dándome unas palmadas más fuerte de lo que era necesario. Gruñí.
—Y bien, no conseguiste el trabajo —dijo, encogiéndose de hombros—. No importa porque habrá muchos trabajos. Eso ni siquiera se acerca a lo importante que es conseguir a la chica.
Me sorprendí ante la percepción de sus palabras, y asentí de acuerdo.
—Sí —coincidí—. Poder estar con ella vale mucho más que el trabajo que nos unió.
Emmett sonrió.
—Bien, ahora que has sacado la cabeza de tu trasero, quiero mostrarte una nueva invitación de licitación que acaba de llegar. Creo que te interesará.
Le sonreí a mi hermano. Él era enorme y molesto y malo para guardar secretos, pero era un buen amigo, y sabía que él siempre cubría mi espalda, sin importar qué.
—Sí —dije, asintiendo—. Me parece bien.
