Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es fanficsR4nerds, yo solo traduzco con su permiso.
Disclaimer: This story is not mine, it belongs to fanficsR4nerds. I'm just translating with her permission. Thank you so much, Ariel!
Capítulo 17
Edward
No podía contener la jodidamente estúpida sonrisa en mi rostro mientras miraba los mensajes de Bella. Habíamos estado coqueteando por dos días ya, y me estaba volviendo loco. No podía esperar a volver a verla.
—Y bien —dijo Alice, sentándose a mi lado en la hamaca del porche. Todos estábamos en un aturdimiento pospavo. Mis padres habían subido a dormir una siesta, y Emmett estaba roncando en el sofá de la sala.
Miré a mi hermana.
—¿Qué pasa?
Ella sonrió.
—¿Invitaste a salir a la mujer?
Solté un suspiro, levantando una mano para rascar mi mandíbula. Mi barba picaba mis dedos.
—Sí —dije, sonriendo—. Salimos. —Alice me quedó mirando, obviamente esperando más. Me encogí de hombros—. ¿Qué?
Ella puso los ojos en blanco.
—Tienes esta estúpida sonrisa en tu rostro ahora mismo —señaló. Sentí mi cuello arder de vergüenza—. Realmente te gusta, ¿o no?
Me aclaré la garganta.
—No hemos pasado mucho tiempo juntos —comenté—. Pero sí, realmente me gusta.
Alice sonrió.
—¿Qué hay de su hija?
Le eché un vistazo.
—Estamos yendo despacio.
—¿Despacio?
Subí un hombro.
—Ella no quiere que su hija se encariñe en caso que las cosas no funcionen.
Alice fruncía el ceño cuando la miré.
—Supongo que eso tiene sentido —dijo lentamente—. Pero, ¿qué necesita para estar convencida que esto va a alguna parte?
Miré a mi hermana con sorpresa.
—No lo sé.
—Entonces, ¿vas a seguir moviéndote en sus términos, aceptándolos ciegamente?
Fruncí el ceño, moviéndome un poco.
—No es así realmente. Ella tiene mucho más en riesgo.
Alice se estiró hacia mí, empujando mi hombro con el suyo.
—¿Cómo eso es más importante de lo que tú arriesgas?
La miré con sorpresa.
—No lo sé. Simplemente es diferente.
Alice se echó hacia atrás, al parecer sopesando esto. Me estaba confundiendo. La comprendía, pero no había pensado sobre mi relación con Bella en esos términos antes. Quería ser digno de ella y de Gracie; ¿eso no debería ser suficiente?
—Simplemente no quiero que te conviertas en alguien que no eres y salgas lastimado en el proceso —dijo Alice suavemente.
—Quizás estoy convirtiéndome en alguien que debería ser —señalé. Alice consideró eso.
—Quizás —concedió—. Personalmente, me agradas así como eres. Espero que esta mujer no esté esperando que cambies para ella o su hija.
Sacudí la cabeza.
—No lo hace —dije rápidamente—. Bella no es así.
Alice estuvo callada por un largo momento antes de asentir.
—De acuerdo, bien.
Nos reclinamos y mecimos suavemente en la hamaca por unos minutos en silencio. Comprendía a Alice, pero también sabía que era sensible al tema de la identidad ahora mismo. Ella luchaba por encontrarse a sí misma más allá de la influencia de sus amigos, y tendía a arremeter contra cualquiera que la cuestionara. Ella lo superaría, estaba seguro, pero aún le llevaría un tiempo.
—¿Cómo están las cosas en el trabajo? —pregunté, queriendo cambiar de tema. Ella me miró.
—Oh, eh, bien.
Considerando que Alice una vez pasó dos horas despotricando sobre cada interacción que ella había tenido en el trabajo esa semana, su respuesta se sentía confusa y sospechosa.
—¿Bien? —repetí.
Ella se lamió los labios, moviéndose en su lugar a mi lado, su mirada apartándose de la mía.
—Mhmm.
Había algo que ella no me estaba diciendo. Me incliné, empujándola suavemente con mi hombro.
—¿Es Heidi?
Ella me miró con sorpresa.
—¿Heidi? No, fue fácil lidiar con esa arpía.
Me la quedé mirando. Pensaba que ella y Heidi eran amigas, pero aparentemente, me había perdido de algo.
—¿Pasó algo?
Alice puso los ojos en blanco.
—Ella es una perra manipuladora, y estoy harta de ello. —De repente, Alice se sonrojó, luciendo avergonzada. Su mirada subió a la mía antes de bajar a su regazo.
—Dios, tengo una horrible confesión —masculló. La observé, intrigado. Ella estuvo en silencio por un minuto antes de soltar un fuerte suspiro—. Esa noche que traje a Heidi para que te conozca, tenía intenciones completamente egoístas. —Mis cejas se alzaron, y me recliné hacia atrás, indicándole que continuara. Ella bufó—. Heidi había logrado conseguir uno de los clientes con los que yo había estado trabajado por meses. Era mi ballena blanca, y había estado trabajando con ellos todos los santos días, tratando de hacer que vengan a trabajar con nosotros. Era una cuenta enorme, y esa perra logró arrebatármelos en mi cara. —Sus ojos ardían, y sacudió la cabeza, sus fosas nasales dilatadas—. Heidi no responde a la confrontación directa, al menos no como una persona racional. A ella le encanta, y simplemente alimenta la mezquindad en ella. Si quería recuperar a ese cliente, necesitaba manipularla para quitárselo. —Ella me miró, y comenzaba a ver adónde iba esto.
—Yo era parte de la manipulación —mascullé. Alice soltó un largo suspiro.
—Lo siento, Edward. Soy una perra —gimió, inclinándose hacia adelante y llevando su cabeza hacia sus manos—. No estaba pensando; solo estaba demasiado furiosa.
La crueldad de Alice no me sorprendía. Ella siempre había sido así. Estaba un poco molesto de que ella creyera que podía joder con mi vida personal de esa manera, pero como las cosas no habían funcionado de esa forma para ella, podía darme el lujo de ser benévolo al respecto.
Me acerqué, envolviendo un brazo alrededor de sus hombros.
—Te perdono, Ali.
Ella se sentó, mirándome con sorpresa.
—¿Qué?
Me encogí de hombros.
—Fue una mierda, y no lo hagas de nuevo —dije, mi voz volviéndose severa para hacerle saber que no estaba bromeando. Ella asintió—. Pero lo entiendo. Lamento que Heidi te haya puesto en esa posición.
Alice exhaló y se echó hacia atrás, acurrucándose a mi lado mientras mi brazo la envolvía.
—Dios, esto me hace sentir incluso más como una perra —se quejó. Me reí.
Ella se zafó de mi brazo, y la miré.
—¿Qué vas hacer con respecto al cliente?
Alice sacudió la cabeza.
—No sé si puedo hacer algo. Ellos aman a Heidi, y ella ya tiene a un equipo trabajando para ellos —bufó—. Lo arruiné.
Le di unas palmadas en la espalda.
—Otra ballena blanca vendrá —le prometí. Ella se encogió de hombros, obviamente sin creerme.
Nos sentamos en silencio por unos minutos, ambos perdidos en nuestros pensamientos. Me preguntaba si podía hacer que Bella y Alice pasaran el rato. Bella era tan buena persona y un fuerte ejemplo de virtud; inevitablemente se le pegaría a Alice.
—¿Alguna...? —La voz de Alice me sacó de mis pensamientos, y la miré. Ella lucía como si estuviera luchando con lo que estaba a punto de preguntarme—. ¿Alguna vez has visto a alguien y has sabido de inmediato, sin siquiera hablar con ella, que era diferente?
Fruncí el ceño.
—¿Diferente cómo?
Alice me echó un vistazo.
—Importante. Importante para ti, incluso aunque no la conoces aún.
Sonreí.
—Tuve esa sensación cuando Gracie y Bella entraron a mi vida —señalé. No me había dado cuenta de inmediato, pero había estado allí. Había sabido desde el primer momento que había visto a la pequeña y dulce Gracie que era una niña que podía cambiar mi vida—. ¿Por qué?
Capté el sonrojo de Alice mientras apartaba su mirada.
—Nada —masculló. Abrí la boca, queriendo presionarla, cuando papá salió al patio, sorprendiéndome.
—Vamos a comer pastel —dijo, señalando a la casa. Asentí, y Alice se puso de pie rápidamente. Se apresuró hacia la casa antes que pudiera presionarla más.
~WG~
Escuché el zumbido de mi teléfono del otro lado de mi sofá y casi me caí de la maldita cosa mientras me tiraba de cabeza hacia él. No había escuchado de Bella desde el día de Acción de Gracias cuando ella me había enviado unos mensajes algo dolorosamente excitantes sobre toda la carne que ella no podía esperar para devorar. Estoy completamente llena, no debería haber sido tan caliente como lo fue, pero no pude dejar de mirar el mensaje. Suponía que estaba convirtiéndome en un bastardo retorcido.
Saqué mi teléfono, mis hombros se cayeron cuando vi que era un mensaje de Emmett. Él quería venir a pasar el rato, pero sabía que probablemente quería asaltar mis restos de comida de Acción de Gracias. Mamá los repartió equitativamente entre los dos, pero el bastardo siempre se comía la suya dentro de un día.
Bajé mi teléfono y regresé a mis mini sándwiches que había hecho con los rollos que habían sobrado de Acción de Gracias. Él podía tener mis sobras sobre mi cadáver.
Mi teléfono volvió a vibrar, y la lógica me dijo que era Emmett, pero después de considerarlo por medio minuto, no pude soportarlo más y me estiré para tomarlo. No era Emmett, y sonreí cuando vi que en realidad era mi amigo Liam.
Hola, Ed. Estoy en la ciudad. ¿Cerveza? ~Liam
Sonreí, rápidamente respondiéndole con un rotundo sí. Metí el resto de mi bocadillo en la boca mientras esperaba a que él respondiera. Liam y yo habíamos sido amigos desde la universidad. Habíamos sido compañeros de cuarto de primer año y nos llevamos muy bien. Aunque la vida nos había llevado en muy diferentes direcciones, aún nos manteníamos en contacto y nos reuníamos de vez en cuando. No lo había visto desde el pasado abril, y ya debíamos ponernos al día. Él me envió los datos del bar por mensaje, y me levanté del sofá, llevando mis platos a la cocina. Los dejé en el fregadero, resignado a lidiar con ellos más tarde.
Fui a mi cuarto, quitándome la ropa y desechándola por el cuarto descuidadamente. Decidí que necesitaba desesperadamente una ducha, habiéndome salteado una ayer. Le envié un mensaje a Liam con mi hora estimada de llegada antes de dirigirme al baño.
La idea de pasar tiempo con Liam había alegrado mi día considerablemente. Era mucho mejor que esperar aquí un mensaje de Bella, o peor, esperar a que Emmett se apareciera en mi apartamento buscando comida.
Me duché rápidamente, sin molestarme en tomarme el tiempo de afeitarme antes de vestirme.
Liam era de Tacoma, pero después de la universidad, él se había mudado a Portland por trabajo. No estaba tan lejos; diablos, solíamos conducir a Portland en busca de donas y café cuando yo estudiaba en la Universidad de Washington, pero ahora que éramos adultos con trabajos, raramente veía a Liam ya.
El bar que él había mencionado no se encontraba demasiado lejos de mi apartamento, y no me llevó mucho tiempo conducir hacia allí. La lluvia se mantenía alejada por ahora, pero estaba jodidamente frío.
Podía ver a Liam sentado frente a una mesa cerca de las puertas de entrada. Él lucía diferente a como era en la universidad. Ambos habíamos sido niños delgados y desaliñados que pensaban que eran geniales. Liam seguía siendo delgado, pero trabajar en una oficina corporativa lo había refinado, pulido su barba.
Incluso con jeans y un suéter, lucía caro.
—Hola, amigo —dije cuando estuve lo suficientemente cerca de su mesa. Los ojos azules de Liam se iluminaron, y se puso de pie, jalándome en un corto abrazo y golpeando mi espalda dos veces.
—Oye, Ed. Es genial verte. —Nos sentamos frente a la mesa, y Liam me sonrió—. Luces increíble, amigo.
Sonreí.
—Gracias, tú también. ¿Cómo están las cosas?
Él suspiró, reclinándose en su silla.
—Oh, ya sabes. Lo mismo de siempre. —Se encogió de hombros.
—¿Cómo están las cosas en el trabajo? —pregunté, haciéndole señas al camarero. Este se acercó, y ordené una bebida mientras que Liam pedía unos nachos para la mesa. El niño se fue para encargar nuestro pedido, y regresé hacia Liam
—Igual de siempre. —Se encogió de hombros—. Los seguros no cambian demasiado. —Se rio. Sonreí.
—Cierto.
—¿Qué hay de ti?
Vacilé. Todavía había un leve pinchazo cuando pensaba en el trabajo de Bella que no conseguí, pero lo tragué.
—Las cosas están geniales. Estamos trabajando mucho con tecnología y aeroespacio. Atraerá buenos negocios.
Liam sonrió.
—Eso es increíble, amigo. ¿Cómo están las cosas con Victoria?
Hice una mueca. No me había dado cuenta de que no lo había visto desde que había roto con ella.
—Nos separamos hace un tiempo. Tú lo predijiste, por cierto. —Él sonrió engreídamente.
—¿Se volvió loca?
Asentí.
—Demasiado. Ella ya es historia.
Liam rio.
—Bien. ¿Hay alguien más en escena?
Me moví.
—Eh, sí, de hecho. Acabo de comenzar a salir con esta mujer, Bella. —Me detuve, sonriendo—. Ella es una investigadora en el acuario. Jodidamente inteligente y probablemente la mujer más paciente que haya conocido.
Liam resopló.
—Ella tendría que serlo para tolerarte.
Sonreí, y el camarero trajo mi bebida. Le di un sorbo, intentando juntar mi valor para confiar en él sobre Gracie.
—¿Alguna vez has salido con alguien que tiene un hijo?
Las palabras salieron de mi boca antes de que pudiera detenerme. Liam sonrió.
—Sí —Se detuvo, aclarándose la garganta—. De hecho, quería hablarte de eso.
Lo miré asombrado, indicándole que continuara.
—¿Recuerdas a la mujer con la que estaba saliendo, Siobhan? —Asentí. Recordaba escucharlo hablar sobre ella la última vez que hablamos—. Ella tiene una hija, Maggie. —Sentí mis cejas elevarse.
—¿En serio?
Liam asintió.
—Ella es una niña increíble. Jodidamente divertida. —Pausó, sonriendo—. Maggie pasa mucho tiempo en la casa de su padre, así que no nos veíamos mucho al principio.
—¿Cuántos años tiene?
—Seis. —Liam tomó un sorbo de su cerveza.
Me eché hacia atrás, pasmado.
—No tenía idea.
Liam asintió.
—De hecho, acabo de pedirle a Siobhan que se casara conmigo. Esperaba poder pedirte que seas mi padrino.
Me alegré.
—¡Por supuesto, amigo, felicitaciones!
Estaba jodidamente sorprendido pero feliz al mismo tiempo. Liam sonrió y levantó su cerveza. Brindé con él, chocando nuestros vasos y sacudí la cabeza.
—No sabía que las cosas con Siobhan iban tan en serio.
Liam se encogió de hombros.
—Cuando lo sabes, lo sabes. Ella me entiende, y honestamente, el hecho que ella venga con Maggie es incluso mejor. Amo a esa niña.
Estaba sorprendido. Liam, como yo, había disfrutado de su soltería. No me di cuenta que él estaba preparado para una familia.
—¿Su papá está involucrado?
Liam asintió.
—Su papá es un cretino, pero es bueno con ella, y eso es todo lo que realmente importa.
Pensé en eso. No sabía nada sobre el papá de Gracie, no en realidad. Me preguntaba si él estaba involucrado.
—Y bien, ¿ella tiene un hijo?
Miré a Liam.
—Sí. Gracie. Tiene cuatro. —Me recliné en mi asiento, sacudiendo la cabeza—. De hecho, así es cómo nos conocimos.
Al ver su ceja arqueada, le conté la historia de cómo Gracie me encontró en el bar. Él se carcajeó, atrayendo la atención hacia nuestra mesa. Sonreí y me reí con él.
—Ella suena problemática.
Asentí.
—Ella es adorable. No he pasado mucho tiempo con ella, pero sí, ella es increíble.
Liam sonrió.
—No siempre es fácil —dijo después de un minuto—. Salir con una mujer que tiene un hijo. Hay mucho que sortear, y tienes que ser jodidamente paciente, pero, amigo, vale la pena.
Reflexioné sobre eso.
—Siento que no soy digno de ellas —dije después de un momento, expresando un miedo que no había sido capaz de admitirme a mí mismo. Liam ligeramente inclinó la cabeza.
—¿A qué te refieres?
Llevé una mano a mi cabello.
—No lo sé. Ellas son muy buenas, y Bella es muy correcta. Tienen esta vida feliz que sé que trabajaron duro para tener, y siento que estoy llegando como una bola de demolición. Me agradan, en serio que sí, pero temo no ser suficiente para ellas. Necesitan a alguien con quien puedan ir hacia adelante, y no sé si soy capaz de eso.
Liam respiró profundo mientras consideraba mi confesión. Finalmente, habló.
—Veo que no te has vuelto más inteligente desde la universidad —dijo secamente. Fruncí el ceño—. Amigo, no puedes darle tantas vueltas a esto. Sé un hombre, o aléjate. Si lo quieres, tienes que trabajar por ello. Eso es lo que ellas necesitan. No te necesitan con un pie afuera porque vas a tientas. Ellas necesitan que tomes una decisión, de una manera u otra.
Fruncí el ceño. Podía ver lo que él estaba diciendo, y me di cuenta que tenía razón. Había tenido un pie afuera durante todo este tiempo, pensando que no podría ser suficiente.
—No tenemos que madurar, amigo —dijo Liam, sacándome de mis pensamientos—. Tenemos que crecer, pero madurar no es obligatorio. —Pausó, inclinando la cabeza—. Pero, te digo algo, la vida es mejor cuando decides madurar. Las cosas simplemente tienen mayor significado.
Comprendía lo que él estaba diciendo. Era un hombre adulto, pero eso no quería decir que había estado actuando como uno. De repente, me sentía avergonzado de mí mismo, avergonzado de que hubiera actuado tan infantil e inmaduro. ¿Cómo demonios Bella había seguido estando conmigo todo este tiempo?
Liam bebió su cerveza, entonces sonrió, suavemente golpeando mi espinilla con su pie.
—Ya llegarás allí, amigo. —Lo miré—. Estás a mitad de camino —señaló—. Tienes un trabajo estable; no sales de fiesta todas las noches como solíamos hacerlo. El resto, te lo ganarás.
Asentí.
—Gracias, amigo.
Bebimos nuestras bebidas mientras dejaba que sus palabras se procesaran. Después de un minuto, lo miré.
—Bueno, cuéntame más de Siobhan y Maggie.
