Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es fanficsR4nerds, yo solo traduzco con su permiso.


Disclaimer: This story is not mine, it belongs to fanficsR4nerds. I'm just translating with her permission. Thank you so much, Ariel!


Capítulo 18

Bella

Hubo un golpe rápido en la puerta de mi oficina antes que Garrett asomara su cabeza.

—Buenos días, Bella.

Le sonreí.

—Buenos días. ¿Cómo estuvo tu Acción de Gracias?

Él entró a mi oficina, sentándose en una silla frente a mi escritorio.

—Muy frito —bromeó, tocándose el estómago. Me reí—. Volé a la costa este, visité a mi familia, consentí a varios sobrinos, y comimos demasiado pavo.

Solté unas risitas.

—Parece que la pasaste bien.

—Así es. ¿Qué hay de ti?

Sonreí.

—Fue genial. Gracie y yo fuimos a la casa de mis padres en Forks. Vinieron unos amigos y definitivamente comimos en exceso.

Garret se rio.

—Suena divertido. —Golpeteó los brazos de la silla—. ¿Estás lista para comenzar el proyecto hoy?

Sentí una agitación en mi estómago, pero asentí.

—Lo estoy. De casualidad, ¿escuchaste algo más sobre lo que sucedió con la decisión final?

Garrett sacudió la cabeza.

—No, todo lo que estoy obteniendo de la junta es que se sienten más seguros con la reputación de WOL. Sospecho que hay algo más, pero no estoy seguro de nada. —Suspiró—. WOL es bueno. Estoy seguro que harán un trabajo increíble.

Asentí.

—Sí, por supuesto.

Garrett golpeteó la silla de nuevo.

—¿Cómo estás, Bella? ¿Hay algo de lo que necesites hablar?

Fruncí el ceño.

—No se me ocurre nada; ¿por qué?

Él sacudió la cabeza.

—Solo pregunto para estar seguro. Estás por comenzar algo bastante importante, y sé que jamás has hecho algo como esto antes. Estoy aquí si me necesitas, ¿de acuerdo? Y si no tengo la respuesta, encontraremos a alguien que la tenga.

Su apoyo era inesperadamente reconfortante, y respiré profundo, asintiendo.

—Gracias, Garrett. Tu apoyo es muy importante.

Él asintió.

—Por supuesto. —Se puso de pie, mirándome una vez más—. Estaré cerca. Impresiónalos en la reunión.

Le sonreí mientras él se retiraba de mi oficina. A pesar del enamoramiento que sospechaba que él tenía conmigo, Garrett era un hombre bueno y un jefe fantástico. Él siempre había sido más que fiable conmigo en el tiempo que lo había conocido, y estaba eternamente agradecida de tenerlo de mi lado.

Pasé los siguientes cuarenta minutos preparándome para la primera reunión antes de dirigirme hacia el sector de oficinas que habíamos designado para que fuera el centro de operaciones del proyecto.

Adentro, Laurent y su equipo estaban instalándose en sus lugares; ver los planos y las carpetas alrededor del cuarto me llenó de emoción. Realmente estaba sucediendo.

Laurent levantó la mirada cuando entré por la puerta y me ofreció una sonrisa brillante.

—¡Bella, buenos días, adelante! —dijo, haciéndome pasar. Di un paso dentro de la sala, captando la mirada de varias personas. Habían cuatro hombres y una mujer estaban acomodándose, y cada uno de ellos se detuvieron para presentarse a sí mismos. Irina, la mujer, era firme pero amable, y me era evidente que aunque Laurent gestionaba el show, era Irina quien estaba a cargo.

Una vez que había conocido a los cuatro hombres —Jared, Paul, Peter, y Steve— nos sentamos alrededor de la mesa de conferencias que había sido traída.

—Bien —dijo Laurent, golpeteando la mesa—. Esta es una pequeña pre-reunión —reiteró, mirándome—. Solo para que puedas conocer oficialmente a nuestro equipo antes que podamos presentarte a todos los demás. —Se rio, y asentí, agradecida de que las presentaciones vinieran en etapas. Iba a conocer a muchas personas hoy—. Podemos repasar el cronograma del proyecto y las fases ahora, así como cualquier pregunta que puedas tener —pausó, echándole un vistazo a Irina—. Irina se encuentra aquí estrictamente para el presupuesto. Ella es nuestra persona de los números, la que se encarga de asegurarse de que todos estemos en buen camino.

La miré. Ella tenía rasgos pronunciados; cabello rubio platinado recogido en un rodete firme, ojos azules cristalinos que estaban cerca de ser inquietantes cuando te observaban. Era alta, elegante, y aunque ella había sido nada más que agradable hasta ahora, tenía un gran presentimientos de que ella no se iba con rodeos.

—En cualquier momento de este proyecto —dijo, retomando de las palabras de Laurent y girando hacia mí—. Puedes preguntarme sobre los números. Los tendré.

Asentí, agradecida con su diligencia. Por supuesto que yo misma estaría prestando atención a ello, pero ayudaba tener a alguien más también.

Laurent pasó un momento repasando los roles del resto de las personas; Paul era el capataz principal, y me dijo que él estaría en la obra a diario, así como Jared y Peter. Discutimos el cronograma, el cual afortunadamente no había sido modificado desde la licitación, y para cuando terminamos la reunión, me sentí cómoda, lista para enfrentarme a la siguiente ola.

Nuestra reunión se interrumpió por unos minutos mientras esperábamos a que llegaran los subcontratistas, y aproveché el momento para hablar con Laurent.

—¿Emocionada? —preguntó cuando me detuve junto a él. Sonreí un poco.

—Sí. Sigue siendo estresante, pero estoy emocionada por comenzar. He estado soñando con esto por mucho tiempo.

Él asintió.

—Tenemos un equipo increíble montado. Todo irá sin complicaciones en todo momento.

Esto me sorprendió ya que era una promesa extraña. Incluso yo sabía que la construcción era impredecible y probablemente habría varios problemas en el camino.

Sin embargo, antes que pudiera preguntarle sobre eso, él estaba volteando para recibir a un subcontratista, terminando efectivamente nuestra charla. Respiré profundo para calmar mis nervios. Laurent probablemente solo hacía su trabajo, tratando de asegurarme que incluso si hubiera problemas, WOL estaría allí para ayudarme a atravesarlos. Estaba dándole muchas vueltas a esto.

Inhalando profundo de nuevo, volteé hacia el cuarto, el cual estaba rápidamente llenándose.

Era hora de tomar el control.

~WG~

Estaba completamente exhausta.

Había conocido lo que parecían ser cientos de personas hoy, y muy poca construcción real había sido realizada en absoluto. Había previsto eso ya que sabía que hoy estaría lleno de reuniones, pero había pensado que al menos hubiera un poco de trabajo. Todo lo que habían logrado hacer hoy era cerrar el área.

Mañana, comenzaríamos de verdad.

—¡¿Mamá, jugarías conmigo?! —Gracie entró corriendo a la sala, donde me había dejado caer sobre el sofá. Ella estaba sosteniendo una muñeca que había metido en mi regazo.

—Está bien, cariño —dije entre bostezos. Ella subió al sofá.

—Eres Lulu —me dijo—. Y yo soy Bebe, y soy la princesa, y tengo magia eh... tengo un caballo mágico, y ella es rosa y arcoiris, y puede volar. —Se detuvo para arreglar el vestido de Bebe—. Y tú eres... tú no tienes un caballo.

Sonreí.

—¿Puedo tener un delfín mágico? —pregunté.

Gracie consideró esto.

—No, pero yo sí. Puedes tener —pausó, frunciendo la nariz—. Tú tienes, eh... tienes un gato, pero yo también, y el mío es Diego.

Dejé que Gracie dirigiera nuestro juego mientras me contaba la historia de lo que Bebe y Lulu hacían. Ella estaba convirtiéndose en una narradora increíble y estaba profundamente interesada en dirigir incluso los aspectos más pequeños de nuestros juegos últimamente. Había leído que esta era una fase de desarrollo, que ella trataba de representar una visión, así que hacía todo lo posible para dejar que lo hiciera a su manera, aunque nueve de diez veces yo lo hacía mal, y teníamos que comenzar de nuevo.

Mi teléfono vibró sobre la mesa ratona mientras jugábamos, y le eché un vistazo, viendo que era un mensaje de Edward.

Mi corazón se saltó un latido. Había una pequeña posibilidad que el mensaje fuera insinuante, pero quería desesperadamente leerlo y descubrirlo.

Me contuve por treinta segundos antes de sentarme y estirarme hacia este.

¿Cómo fue tu primer día? ~E

Mi corazón saltó a mi garganta.

Estaba ansiosa por cómo esta parte de nuestra relación iría. Estaba aterrada de que Edward se alejara de nuevo, el tema de mi proyecto era demasiado sensible para hablar. Estaba más que aliviada de que él lo mencionara, iniciando esa conversación.

Fue genial. ¿Puedo llamarte en una hora después que Gracie esté durmiendo? ~B

Estaré esperando. ~E

Con esta conversación programada, me sentí más aliviada, el estrés del día se esfumaba un poco.

Jugué con Gracie por otros veinte minutos antes de comenzar a prepararnos para ir a la cama. Gracie conocía nuestra rutina bien, y aunque algunos días ella aún se resistía, la mayoría del tiempo era bastante fácil.

Después de un baño y cepillar nuestros dientes, nos acurrucamos en su cama con un libro. Ella usaba el mismo champú y loción que yo había usado con ella cuando era una bebé, y el aroma suave a talco de cera de abejas traía muchos recuerdos.

Mi dulce bebé.

—Mamá —masculló Gracie, interrumpiendo su libro. La miré.

—¿Sí, cariño?

Ella jugó con los bordes de su manta, una acción reconfortante que ella hacía cuando estaba exhausta o ansiosa. Sus ojos estaban pesados, así que creía que esta vez era cansancio.

—¿Puedo llamar a papi mañana?

Mi garganta se cerró.

—Por supuesto, cariño.

No estaba segura de que Riley contestaría, pero jamás le negaría la oportunidad de hablar con él. Ella soltó un pequeño suspiro.

—¿Qué pasa? —pregunté, apartando el cabello de su frente.

—Quiero decirle que conocí a un príncipe. —Bostezó. Sonreí. Había pasado más de un mes desde que Gracie conoció por primera vez a Edward, y el hecho que no solo ella lo recordaba sino que pensaba activamente en él hacía que mi corazón se retorciera un poco.

—¿Este príncipe estuvo en la escuela? —pregunté, solo para estar segura. Gracie me dio una mirada que me hizo resoplar.

—No, el príncipe Edward —enfatizó, bostezando de nuevo.

Hice su cabello hacia atrás.

—Fue muy bueno conocerlo, ¿o no? —mascullé. Ella asintió su pequeña cabeza.

—¿Podemos verlo de nuevo?

Consideré esto.

—¿Quieres verlo de nuevo?

Gracie asintió, sus ojitos pesados.

—Quiero mostrarle a la princesa Bebe y Lulu y Diego y todos mis juguetes. —Bostezó—. Y quiero que él juegue conmigo porque es un príncipe, y no tengo príncipes.

Sonreí, besando su coronilla.

—Ya veremos, cariño.

Ella se quedó dormida en cuestión de instantes. Me quedé acurrucada con ella por un momento más, disfrutando de estar así. A Gracie le encantaba abrazar, pero estaba demasiado activa estos días, raramente se quedaba lo suficientemente quieta para abrazarnos.

Después de unos minutos inhalándola, salí de su cama, dejando su puerta entreabierta mientras me dirigía hacia la sala. Tomé mi teléfono, el entusiasmo haciendo saltar mi corazón un poco mientras marcaba el número de Edward.

Él respondió de inmediato.

—Bella.

Dios, esa voz; lo que podía hacerme con un simple susurro de mi nombre.

Me senté, llevando las piernas por debajo mío.

—Edward —respondí, mi voz también jadeante. Hubiera estado avergonzada, pero a Edward no parecía importarle.

—¿Cómo está Gracie?

Me derretí en el sofá. Él siempre estaba preguntando por ella, siempre mostrando interés. Era casi tan excitante como su maldita sonrisa.

—Ella está genial —vacilé—. Preguntó por ti esta noche.

Podía escuchar la sorpresa en su silencio.

—¿Oh, sí? —dijo después de un momento. Tarareé.

—Ella quería que vinieras a jugar. —Intenté no reír, y Edward soltó unas risitas.

—¿Ah sí?

Tomé una manta del respaldo del sofá y asentí, aunque él no podía verme.

—Ella no ha olvidado su encuentro con el príncipe Edward.

Con esto, él soltó una carcajada, y no pude contener mi risa.

—Le dije que no era un príncipe.

Sonreí.

—Ella tiene cuatro años. Definitivamente no escuchó la negación.

Edward rio conmigo.

—Estoy contento de haber causado una buena impresión en ella.

Me mordí el labio.

—Ella apenas ha dejado de hablar de ti —admití—. Lo menciona todo el tiempo.

Podía imaginar su rostro, sus ojos brillantes y cálidos llenándose de regocijo, quizás un poco de timidez, bajando la mirada ante mis palabras. Podía imaginar la sonrisa dulce en su rostro mientras asimilaba estas noticias. Podía ver que él estaba contento con esto, y eso me ponía contenta.

—Ella es una niña increíble —masculló. Sonreí.

—Sí, lo es.

Estuvimos en silencio por un momento, y luché conmigo misma. Quería traerlo a nuestras vidas; mandar al diablo las consecuencias. Quería que Gracie tuviera la posibilidad de jugar con su príncipe, quería verlo alegrarse con diversión al jugar con ella. Mi corazón ansiaba verlos juntos de nuevo, pero aún se sentía demasiado pronto, demasiado repentino.

Edward respiró profundo, y me concentré en él.

—¿Cómo estuvo tu primer día? —preguntó. Solté un largo suspiro. Este era un tema más seguro, y estuve feliz de hablar con él al respecto.

—Estuvo bien, creo. Conocí a demasiadas personas que todo parece borroso —admití. Él soltó unas risitas.

Me encantaba poder hablar del trabajo con él. No le había mentido cuando le dije que confiaba en él con el trabajo. Edward era un experto y un buen hombre. Sabía que él sería honesto conmigo, sin importar qué, y si él creía que estaba obteniendo un trato injusto, lo diría. Podía confiar en él para que me cuidara en esto, y eso era más reconfortante de lo que había esperado.

Hablamos del trabajo por un rato; le conté sobre las personas que había conocido y el progreso del proyecto.

—Parece ser un equipo sólido —me aseguró Edward después de haberle contado sobre los diferentes subcontratistas. Tarareé.

—Eso espero. Todos parecían buenos y a la altura de ello hoy —coincidí. Me mordí el labio—. ¿Cómo estuvo tu día?

Él estuvo en silencio por un segundo antes de hablar.

—Fue realmente bueno. Obtuvimos un contrato con una nueva compañía tecnológica justo afuera de la ciudad. Una empresa emergente pequeña pero prometedora. Será interesante.

Sonreí.

—Felicitaciones. Eso suena que puede ser divertido —le dije con sinceridad.

—Gracias. Siempre me gusta trabajar con compañías nuevas. Con pequeños que no saben lo que están haciendo aún. Es un honor ser capaz de trabajar con ellos y guiarlos en esta experiencia.

Sonreí. El noble príncipe Edward.

—Me encanta eso —mascullé—. Amas demasiado este trabajo, ¿o no?

Edward rio.

—Sí. La construcción es genial, pero se trata de las personas. Me encantan. Me encanta trabajar con ellas.

Mi corazón latió erráticamente en mi pecho mientras lo escuchaba. Durante mis veintes, hombres como Riley eran mi tipo, imbéciles que eran arrogantes y emocionalmente confusos en el mejor de los casos. Era joven; no conocía algo mejor.

Después de tener a Gracie, comenzaron a atraerme nuevas cualidades en los hombres; compasión, humor, amabilidad... eran increíblemente excitantes para mí, y Edward los tenía a montones.

Me aclaré la garganta suavemente.

—Edward, ¿te gustaría cenar juntos esta semana?

Podía escuchar su sorpresa.

—Me encantaría.

—¿Te... molestaría si llevo a Gracie con nosotros?

Si creía que él estaba asombrado antes, no era nada comparado con su shock ahora.

—¿Estás segura? —preguntó, aclarándose la garganta.

Inhalé profundo.

—Estoy segura.

Aún estaba jodidamente aterrada de enamorarme demasiado rápido, de que me gustara demasiado. Estaba aterrada de que Gracie se encariñara, aterrada de que uno de nosotros saliera lastimado porque estaba tomando una decisión estúpida.

Pero no podía seguir viviendo con temor. Edward tenía sus imperfecciones, pero era un buen hombre, y si quería conocerlo mejor, tendría que darle una oportunidad. Tenía que dejarlo entrar.

—Bella —masculló, su voz ronca con una emoción que no podía nombrar—. Me encantaría eso.

Solté un suspiro tembloroso, asintiendo una vez.

—Bien —murmuré—. A mí también.

La vida me había enseñado que nada era certero o estaba garantizado. Tenías que aprovechar las oportunidades, jugártela y dar el salto. No sabía lo que le esperaba a Gracie o a mí. No sabía si Edward sería un momento pasajero en nuestras vidas o si sería algo fijo y permanente. Todo estaba en el aire, tan indeciso e incierto, pero como mi mamá siempre decía: "los saltos en la vida llegan cuando menos los esperas". Caes en todo momento, pero es tu decisión si caes con gracia.