Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es fanficsR4nerds, yo solo traduzco con su permiso.
Disclaimer: This story is not mine, it belongs to fanficsR4nerds. I'm just translating with her permission. Thank you so much, Ariel!
Capítulo 20
Bella
—Entonces, ¿las cosas van bien?
Miré a Edward del otro lado de la mesa y sonreí.
—Sí —dije lentamente—. Eso creo. Es difícil saberlo a veces, porque estoy aprendiendo sobre todo esto, pero... —pausé y Edward asintió.
—Bella, espero que sepas que a pesar del asno que fui cuando todo esto sucedió... —Me dio una sonrisa avergonzada, agachando la cabeza—. Estoy aquí para ti, si necesitas o quieres hablar de trabajo. Sé mucho, y si hay algo con lo que pueda ayudarte, incluso si es simplemente escuchando, quiero darte eso.
Mi aliento quedó atascado en mi garganta. Me estiré sobre la mesa, tomando su mano en la mía, y él levantó la mirada.
—Gracias —susurré,—. Eso... —Pausé—. Eso realmente significa mucho para mí.
Él levantó su mano, enlazando sus dedos con los míos.
—Lo digo en serio —susurró—. Estoy aquí para ti, sin importar lo que necesites.
Las emociones en mi interior crecían y me sentía abrumada por ellas, así que tomé aire profundo.
—Ahora mismo —susurré, aferrando sus dedos—. Solo quiero salir de aquí.
Gracie estaba con Rose por la noche, y había pasado demasiado tiempo desde que había estado con Edward. Sus ojos se oscurecieron, inmediatamente comprendiendo lo que estaba diciendo. Se aclaró la garganta, llamando a nuestro camarero para pedir nuestra cuenta.
Él volteó de nuevo hacia mí y me mordí el labio, tratando de invocar la valentía de mencionar lo que había estado en mi mente desde que habíamos llegado al restaurante.
—¿Qué pasa? —preguntó, sus ojos centrándose en mi boca. Sonreí un poco.
—Me estaba preguntando —dije lentamente, mis dedos aferrando los suyos—. ¿Si estarías dispuesto a hacer una parada rápida?
Su ceja se arqueó.
—Claro, ¿qué tienes en mente?
Respiré profundo.
—Noté una tienda enfrente —susurré, mis ojos conectando con los suyos—. Una tienda de adultos.
Sentí su pulso acelerarse en su muñeca, y su reacción en el resto de su cuerpo fue prácticamente inmediata. Él se inclinó hacia adelante, sus ojos como platos antes de volverse extremadamente pícaros.
—Diablos, por supuesto.
Me estremecí, y sabía que mis pezones de repente eran visibles a través de mi vestido. Los ojos de Edward descendieron hacia ellos, y casi gemí cuando se lamió los labios. No podía esperar a salir de aquí.
Pareció tomarnos una eternidad para recibir la cuenta, pero finalmente pagamos. Edward se paró, poniéndome de pie suavemente. Se encontraba tan cerca que mi pecho frotaba el suyo, haciendo que mis pezones ardieran incluso más.
—Vamos —gruñó, envolviendo un brazo alrededor de mis hombros. Él lucía como yo me sentía...al borde de perder por completo todo el autocontrol.
Salimos del restaurante, y el frío aire ayudó a disminuir el deseo un poco, aunque no tuvo efecto alguno en mis pezones. Estreché mi abrigo a mi alrededor mientras cruzábamos la calle hacia la tienda para adultos.
A pesar del exterior vago y algo apagado, adentro era brillante y atractivo. Había una mujer al fondo comprando, pero aparte de ella, éramos los únicos clientes.
—¡Bienvenidos! —Volteé para sonreír a la vendedora mientras nos hablaba—. ¿Hay algo con lo que pueda ayudarles?
Miré a Edward, quien parecía excitado y abrumado al observar la tienda.
—No estoy segura —dije, mirando a la empleada. Ella era baja, con cabello rosa radiante y al menos cinco perforaciones en el rostro.
—¿Primera vez? —preguntó, no de modo insensible.
Edward gruñó.
—Eh, sí.
Sonreí.
—No, no para mí. —Sentí la cabeza de Edward voltear hacia mí, y le eché un vistazo—. ¿Nunca te he mencionado sobre mi caja de juguetes en casa? —pregunté, sonriéndole con suficiencia.
—Mierda —siseó, sacudiendo la cabeza—. Bella, me estás matando.
Le sonreí y di un paso hacia la empleada que estaba sonriendo.
—Bueno, bienvenidos —dijo de nuevo—. Si quieren algunas sugerencias, hay varios juguetes a lo largo de esta pared que son geniales para parejas que acaban de comenzar a explorar. —Nos llevó hacia la pared, señalando varias cosas—. Hemos organizado la pared así la mayoría de los juguetes para principiantes están aquí, mientras que los más picantes o para ciertas personas, juguetes más avanzados están hacia el fondo. —Señaló a la pared—. Si eres nuevo, recomendaría algo como un anillo para polla. Simple, no invasivo, pero que puede hacer maravillas.
Edward se movió a mi lado, y le asentí a la empleada.
—Eso suena interesante. ¿Dónde podemos verlos?
Ella giró hacia la pared frente a nosotros, agitando una mano hacia la sección de juguetes.
—Otra cosa increíble para parejas principiantes son los vibradores pequeños y simples. Se sorprenderían de lo que haría añadir un vibrador. —Guiñó un ojo, y me reí mientras que Edward se movió nerviosamente.
—Gracias —dije, levantando la mirada hacia Edward. Él estaba observando la pared, asombrado—. Creo que echaremos un vistazo alrededor.
Ella asintió cuando volteé de nuevo hacia ella.
—Sí, por supuesto. Estaré detrás de la registradora si necesitan ayuda con algo.
Le sonreí mientras ella nos dejaba para inspeccionar. Giré hacia Edward.
—¿Alguna idea?
Edward me miró.
—Muchas, y todas son sucias.
Me estremecí ante la intensidad de su mirada.
—Bien, es un buen lugar donde comenzar.
Edward soltó una risita oscura.
—Vas a tener que guiarme en esto —dijo, señalando la pared—. Ya que aparentemente eres una experta.
Sonreí y di un paso hacia la pared, tomando un anillo de polla. Giré hacia él.
—Jamás he usado juguetes con algún compañero —dije lentamente—. Todo esto también es nuevo para mí.
Edward se lamió los labios.
—¿Es raro que eso me excite, cierto?
Me reí e incliné contra su pecho, besándolo. Él me jaló hacia su cuerpo, y mierda podía sentir lo excitado que estaba.
—No —dije, apartándome un poco—. También me excita. —La verdad era que nunca me sentí lo suficientemente cómoda con parejas anteriores como para aventurarme a algo así. Las cosas con Edward seguían siendo nuevas, pero había algo sobre él que me hacía sentir que podía confiar para explorar.
Era emocionante.
Me aparté y coloqué el anillo de polla en sus manos.
—¿Qué piensas?
Él lucía divertido mientras bajaba la mirada hacia el juguete. Observé su rostro mientras él lo estudiaba.
—Mierda —susurró cuando se dio cuenta cómo debía ser usado—. Sí, hagamos esto.
Sonreí.
—¿Qué es esto? —preguntó Edward, inclinándose hacia la pared. Me di la vuelta para ver lo que estaba mirando—. ¿Dedo aleteante? —preguntó. Me encogí de hombros, aunque al escucharlo, mi cuerpo se contrajo un poco.
—No lo sé.
Edward lo estudió antes de encogerse de hombros y colocarlos con el anillo de polla. Lo miré con sorpresa y él sonrió.
—¿Por qué no, cierto?
Solté unas risitas.
Nos dirigimos hacia la caja, donde la empleada nos sonreía.
—Increíbles elecciones —dijo, mirando nuestros artículos.
—¿Cómo funciona esto exactamente? —preguntó Edward, señalando al dedo. Ella sonrió radiantemente.
—Este es fantástico —dijo, levantándolo—. Es un vibrador, que básicamente será una extensión de tu dedo. —Señaló a la entrada en la parte trasera y deslizó su dedo—. Esto —Señaló al otro lado—, imita una lengua para una excelente estimulación del clítoris.
Demonios, ¿hacía mil grados más aquí adentro?
Edward asintió.
—Sí, definitivamente llevaremos eso.
Iba a derretirme antes de siquiera salir de la tienda.
La empleada sonrió.
—¡No se decepcionarán! —Giró hacia el mostrador—. ¿Necesitaban lubricante o algo más?
Edward se encogió de hombros y ella tomó dos envases, explicando la diferencia entre ellos. Seleccionamos uno mientras ella nos marcaba. Me estiré en busca de mi cartera, pero Edward sacudió la cabeza.
—Déjame pagar por esto —insistió.
—Pero pagaste la cena —protesté.
—Por favor —dijo, sacudiendo la cabeza—. Déjame hacer esto ya que me has dado mucho más al traernos aquí en primer lugar.
Sonreí, pero asentí.
Edward pagó por nuestros juguetes, y con un agradecimiento a la empleada, salimos por la puerta y nos dirigimos hacia su camioneta.
—De repente tengo una urgencia para llegar a casa —gruñó, jalándome para cruzar la calle. Me reí.
—Siento lo mismo.
~WG~
—Aquí estamos —dijo Edward, abriendo su puerta de entrada. Miré alrededor, asintiendo en aprobación. Era un bonito lugar, aunque no estaba demasiado interesada en un tour ahora mismo.
—¿Cuarto? —pregunté, señalando a mi pequeño bolso de viaje. A pesar que Gracie estaba con Rose, Jake seguía estando en mi apartamento. Edward asintió y me llevó hacia su cuarto.
—¿Quieres algo para tomar? —preguntó, encendiendo la luz.
—Claro —accedí, colocando mi bolso sobre su cama—. Probablemente debamos cargar los juguetes de todos modos.
Edward asintió y salió de su cuarto. Eché un vistazo alrededor de su cuarto, curiosa. Estaba limpio y decorado con simpleza.
—Tengo una extensión aquí afuera —dijo del otro lado de la puerta. Tomé los juguetes y lo seguí hacia la cocina. Él nos sirvió vino mientras yo conectaba los juguetes. Con suerte, no les tomaría mucho tiempo cargarse.
Él me tendió una copa de vino y la tomé agradecidamente. Él me señaló su sala, y nos sentamos en el sofá con nuestras bebidas.
—¿Por cuánto tiempo has vivido aquí?
Edward se encogió de hombros.
—Un par de años ya. Es una buena ubicación en cuanto al trabajo y me agrada el vecindario.
—¿Dijiste que tu familia se encuentra en Seattle también?
Edward asintió.
—Mis hermanos viven cerca de quince minutos de aquí en dos direcciones, y mis padres tampoco están tan lejos.
—Eso debe ser divertido. —Suspiré, apoyando mi brazo sobre el respaldo del sofá. Edward sonrió.
—Mantiene la vida ocupada —dijo con cuidado. Sonreí—. De hecho, es genial. Estoy agradecido de que estén tan cerca.
—¿Cuéntame sobre ellos? —pregunté. Me encantaba escucharlo hablar sobre su familia. Edward era tan bondadoso, y era evidente lo mucho que su familia significaba para él cuando hablaba de ellos. Lo exasperaban, pero percibía que él también haría lo que fuera por ellos.
Hablamos mientras bebíamos nuestras copas de vino, y cuando eso se terminó, no podía aguantar más. Bajé mi copa sobre la mesa ratona y me arrastré sobre el sofá hacia él. Él se enderezó, bajando su copa antes de jalarme hacia su regazo.
—Mierda —gruñó mientras me acomodaba sobre sus caderas—. Te he extrañado.
Asentí de acuerdo, agachándome para besarlo. Él sabía a vino y a Edward, y me sentí ebria por la combinación.
Nos dejamos llevar por el beso, ambos tomándonos un minuto para realmente perdernos en el otro. Nuestras vidas eran tan ocupadas, y aunque realmente habían pasado dos semanas desde que nos acostamos por primera vez, se sentía como una eternidad.
Especialmente desde que lo había estado deseando desde entonces.
—Vayamos a chequear los juguetes —jadeé contra su boca, incapaz de detener mis caderas de menearse contra las suyas. Él gimió, sus dedos flexionándose contra mi cintura.
—Carajo, sí.
Me bajé de él —de alguna manera— y me puse de pie. Me estiré, ofreciéndole mi mano y él la tomó, poniéndose de pie y agachándose para besarme de nuevo. Mi vestido estaba deslizándose entre nosotros, y parecía demasiado fácil levantarlo y dejar que él tenga acceso completo, pero me encontraba demasiado emocionada por probar los juguetes.
Edward se apartó, riendo suavemente.
—Vamos —masculló—. Antes que ceda y te devore en mi sofá.
Mis rodillas se debilitaron.
—Si esa es una opción, estoy completamente a favor —dije con voz chillona. Él sonrió, enlazando sus dedos con los míos y gentilmente apartándome del sofá. Nos dirigimos hacia la isla para chequear los juguetes. Probablemente les vendría mejor cargar por un rato más, pero después de una prueba rápida, los encontramos vibrando y activos. Edward sonrió.
—Diablos, no puedo esperar.
Estaba tan excitada que ni siquiera necesitaríamos ese envase de lubricante. Edward me llevó hacia el cuarto, lanzando suavemente los juguetes sobre la cama. Giró hacia mí, soltando un pequeño suspiro.
—He estado soñando con este momento desde que te recogí esta noche —dijo, jalándome hacia él. Se movió hacia el nudo en mi cintura, y sonreí mientras suavemente lo desataba. Mi vestido se abrió, y él gruñó, su cabeza cayendo de inmediato hacia mi pecho, succionando mis pezones a través del fino encaje de mi sostén. Gemí, llevando mis manos por detrás de su cabeza, sosteniéndolo allí.
—Oh, mierda —susurré, sintiendo placer por todo mi cuerpo mientras él trabajaba sobre mí con su lengua.
—Dios, tu cuerpo podría dejarme de rodillas —gimió contra mi piel, gentilmente apartándose de un pecho y dejando un camino de besos sobre el encaje hacia el otro—. Eres jodidamente perfecta, Bella.
No era perfecta. Eso lo sabía y estaba bien con eso, pero algo me sucedía, algo que no podía explicar, cuando Edward susurraba esas palabras contra mi piel. Era evidente que le gustaba por cómo era, y el alivio de eso era tan abrumador, era casi suficiente para hacerme llorar.
Me quité el vestido de mis hombros, y este cayó al suelo mientras me acercaba hacia su cuerpo. Su lengua talentosa soltó mi pecho, y él comenzó a subir dejando un pequeño camino de besos hasta mi hombro. Mis dedos arañaron su pecho, tratando de concentrarme en desabotonar su camisa mientras él me veneraba.
Al fin, mis dedos desabrocharon sus últimos botones, justo cuando su boca captaba la piel sensible detrás de mi oreja.
—Mierda, nena —gruñó, apartándose de mí—. Sube a la cama.
Asentí, apartándome de él y estirando una mano para desabrochar mi sostén. Este cayó de mi pecho y vi cómo los ojos de Edward se oscurecieron incluso más. Caminé por su lado, sentándome en su cama, moviéndome hasta encontrarme en el medio de ella con solo mis bragas.
—Carajo —susurró mientras me acomodaba con mis brazos por detrás de mí, observándolo—. Te he imaginado en mi cama —Soltó un pequeño suspiro—. Cientos de veces. —Sacudió la cabeza—. Mi imaginación no se compara para nada con la realidad.
Sonreí.
—Ahora que me tienes donde quieres, ¿qué harás conmigo?
Edward soltó una risita oscura.
—Venerarte —dijo, colocando una rodilla sobre la cama. Mi cuerpo emocionado mientras se acercaba a mí—. Venerar absolutamente cada milímetro de ti. —Se encontraba sobre mí, sus labios rozando los míos mientras hablaba, y mi cuerpo se arqueó hacia él.
Me senté lo suficiente para llevar mis brazos alrededor de su cuello, trayendo sus labios hacia los míos. Nuestras lenguas lamiendo al otro, acariciando mientras él se ubicaba entre mis muslos. Mis caderas se abrieron, mi cuerpo meciéndose bajo él, tratando de encontrar la fricción que tan desesperadamente ansiaba. Él mordisqueó suavemente mi labio inferior, y gemí.
—Voltea, cariño —masculló, apartándose de mí. Mi respiración era acelerada, pero hice lo que me pidió, girando sobre mi estómago. Lo sentí apartarse antes de suavemente elevar mi trasero en el aire. Me reacomodé, gimiendo cuando sentí sus labios presionarse contra el pliegue sensible entre mi trasero y mi muslo. Lo sentí moverse, y entonces estaba bajando mis bragas. El aire en el cuarto se sentía frío contra mi piel sobrecalentada, y me quejé, en lo profundo de mi garganta, necesitando más contacto de él. Se rio.
—Veamos qué tan efectivo es este juguete.
Lo escuché moverse, y entonces un momento después, había algo cálido y extraño presionado contra mí. Jadeé, mis caderas meciéndose hacia atrás para tratar de meterlo dentro de mí.
—Quieta —masculló él, una mano apoyada en mi cadera. Él guió el juguete dentro de mí, y solté un largo gemido contra el edredón, mis dedos aferrando la tela debajo de mí. El juguete era grueso y pesado en mi interior, y mi cuerpo se contrajo a su alrededor—. ¿Cómo estás?
Eché un vistazo hacia atrás.
—Más —rogué. Pude ver sus ojos oscurecerse aún más y se lamió los labios.
—Lo voy a encender —susurró—. Prepárate.
Un segundo después, sentí al juguete cobrar vida, y chillé, mi cuerpo tensándose a su alrededor.
—Oh, mierda —me quejé, enterrando el rostro en el edredón. Edward se rio, y un segundo después, sentí el juguete salir de mí, provocándome con cada milímetro. Regresó, yendo más profundo y duro, y entonces sentí la sensación de lamida contra mi clítoris. Chillé, mis caderas empujando hacia atrás contra su mano mientras me follaba con el juguete.
—Mierda, Bella —gruñó, sus dientes mordiendo mi trasero—. Esto luce tan jodidamente increíble, ver tu cuerpo succionar este juguete. —Besó la mordida—. Tu cuerpo tiene tanta hambre.
Las vibraciones, combinadas con la estimulación del clítoris, la penetración profunda, y su voz endemoniadamente sexi estaba volviéndome absolutamente loca. Mi orgasmo llegó rápido y fuerte, y mi cuerpo explotó solo después de unas embestidas más. Edward siguió moviéndose, suavemente manteniendo el fuego dentro de mí ardiendo. Mi cuerpo estaba temblando, y mierda, lo necesitaba dentro de mí ahora mismo.
Él pareció darse cuenta de eso, porque sacó el juguete de mi interior.
—Aferrate, nena —masculló. Mi corazón se aceleró, y asentí, mi rostro aún enterrado en el edredón. Aún podía sentir pequeñas corrientes de placer recorriendo mis músculos.
Lo sentí moverse detrás de mí, y escuché cómo se desvestía. Sentí un estremecimiento en mi columna cuando escuché la suave vibración del anillo para polla.
—Oh, mierda —gruñó—. Carajo, no voy a durar con esto puesto.
Asentí, a pesar de que no podía verlo. Lo sentí posicionar mis caderas de nuevo, y entonces estaba deslizándose en mí, estirándome más de lo que él juguete había hecho.
—Sí —siseé, arqueándome hacia su cuerpo. Él se hundió en mí, y me sobresalté cuando sentí el anillo para polla chocar contra mi clítoris—. Oh, Dios — gemí.
—Lo sé —jadeó, sus manos bruscas en mis caderas—. Mierda, lo sé.
Me levanté sobre mis codos para mejor sostén, echándole un vistazo.
—¡Fóllame! —rogué. Él soltó un largo suspiro, inclinándose sobre mi cuerpo, presionándose contra mí y volviéndome loca mientras sus caderas se retiraban. Él embistió dentro de mí de nuevo mientras sus labios encontraban mi garganta, y grité—. ¡Otra vez! —chillé, las vibraciones del anillo enviando olas de placer por mi cuerpo.
Edward lo volvió a hacer, estableciendo un ritmo que rápidamente estaba desmoronándome. Sentir su cuerpo sobre el mío, tomándome por detrás estaba volviéndome loca. Él besó a lo largo de mi espalda, antes de dejar que su cuerpo cubriera el mío por completo. Estaba completamente rodeada por él, siendo llenada por él mientras embestía en mí.
Sentía que mi corazón fuera a escaparse, estaba latiendo tan fuerte.
Él inclinó sus caderas, y él anillo chocó de nuevo, un poco más fuerte, y estallé, gritando contra sus sábanas. Sus dedos encontraron los míos, enlazándose mientras me corría.
Unos movimientos más, y podía sentirlo correrse en mi interior, todo su cuerpo colapsando sobre mí, anclándome a su cama. Me sentía poseída por él, y casi me aterraba lo mucho que me encantaba.
Sus labios encontraron mi hombro, y me besó suavemente antes de gruñir y salir de mí. Me acosté sobre la cama, girando para verlo sacarse el anillo para polla y sacudir la cabeza. Él se dejó caer en la cama a mi lado y me ofreció una sonrisa cansada. No pude contener la risita que se me escapó.
—¿Qué otro tipo de juguetes hay? —preguntó, su aliento aún corto. Sonreí.
—Hay todo un mundo por descubrir —dije, apoyándome sobre mis codos. Edward sonrió.
—No puedo esperar a descubirlo contigo.
*Dedo aleteante: vibrador con succionador de clítoris precisamente, adapté el nombre en inglés así era evidente por qué no entendían qué era ;) si vieran mi historial de búsqueda para ver tener una visual de lo que era jajajaja
