Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es fanficsR4nerds, yo solo traduzco con su permiso.


Disclaimer: This story is not mine, it belongs to fanficsR4nerds. I'm just translating with her permission. Thank you so much, Ariel!


Capítulo 22

Edward

—Hola...

Bella me interrumpió, jalándome para besarme. Mis manos la rodearon de inmediato, acercándola más a mí, y ella gruñó.

—Lo siento —jadeó, apartándose un poco—. Gracie está en su cuarto, y necesitaba una probada mientras podía.

La observé, sintiéndome ligeramente deslumbrado.

—Ajá. —Mis manos se flexionaron alrededor de sus caderas antes de soltarla—. Bueno, siéntete libre de recibirme así en cualquier momento.

Ella sonrió y me jaló hacia el interior de su apartamento. Nos habíamos visto más seguido en las últimas semanas, pero nunca era suficiente. Intentábamos almorzar un par de veces a la semana, y había venido aquí para otra noche de películas, algo que rápidamente se estaba convirtiendo en mi manera favorita de pasar una noche de viernes.

Jacob había encontrado un departamento hacía unas semanas, y aunque me agradaba lo suficiente, estaba feliz de tener a mis chicas para mí solo de nuevo.

Entré al apartamento de Bella, quitándome el abrigo cuando Gracie salió de su cuarto.

—¡Edward! —chilló, corriendo hacia mí. Sonreí, atrapándola cuando se lanzó a mis brazos.

—Alegre Nochebuena —le dije. Su nariz se frunció.

—Es Feliz Nochebuena —corrigió. Me reí.

—En mi familia, decimos alegre.

Una de sus pequeñas cejas se arqueó.

—¿Por qué?

Me encogí de hombros.

—Quizás porque mi abuela es de Inglaterra, y así es cómo ella lo dice. —Gracie me estudió por un momento y le sonreí—. Escuché que has estado ocupada decorando el apartamento. ¿Me lo muestras?

Ella jadeó e intentó zafarse de mis brazos. La bajé y ella tomó mi mano, guiándome hacia la sala. Todo el apartamento estaba decorado con guirnaldas, luces y coronas de flores. Había copos de nieve de papel junto a la ventana, y dibujos de Gracie habían sido colgados en todas partes. Ella me dio un tour de su trabajo, contándome en gran detalle sobre cada pieza.

La dejé divagar, escuchándola hablar sobre su trabajo. No comprendí lo que estaba mirando, pero era claro que Gracie tenía una idea clara de lo que había hecho.

Cuando finalmente terminó, Bella se nos acercó.

—¿Deberíamos abrir un regalo? —preguntó, señalando al árbol. Gracie chilló con emoción, corriendo hacia el árbol. Sonreí, dirigiéndome hacia el sofá. Gracie se aventuró en la pila de regalos, emergiendo con una caja. Ella sonrió y giró, corriendo hacia mí y sentándose en mi regazo. Mis cejas se elevaron.

—¿Qué es esto?

Gracie rio.

—¡Es tu regalo! —dijo, sacudiendo la cabeza. Miré a Bella con sorpresa y ella sonrió, acomodándose en el sofá a mi lado. Gracie corrió de regreso al árbol para tomar más.

—No tenías que hacerlo —susurré. Bella sonrió.

—Es una tradición en mi familia. Eres un Swan ahora.

Tragué con dificultad. Quería besarla, y podía ver que ella también quería hacerlo, pero entonces Gracie regresaba a nosotros, trepándose entre nosotros y colocando un regalo en el regazo de Bella. Gracie tenía uno en su propio regazo, y podía ver sus pequeños dedos ansiando abrirlo.

Ella miró a Bella, que sonrió.

—Adelante.

Gracie rasgó el papel como una tormenta, y me carcajeé por lo rápido que ella lo abrió. Adentro había una caja de prendas, y también la rasgó, chillando de felicidad cuando vio el pijama adentro.

—¡Sí! ¡Elsa! —Se bajó rápidamente del sofá, arrastrando el pijama detrás de ella mientras corría a su cuarto. Bella soltó unas risitas al verla irse y volteó hacia mí.

—Tu turno.

Respiré profundo, rasgando el regalo. Sonreí cuando vi que era un conjunto de pantalones pijama a cuadros y una camiseta negra. Lo saqué, riendo cuando leí el frente.

—Feliz Rex-Mas —reí, observando el T-rex con un pequeño gorro navideño. Bella rio.

—Gracie lo escogió.

Giré hacia ella.

—Me encanta, gracias. —Ella se inclinó, besando mi hombro rápidamente antes de voltear hacia su propio regalo, abriéndolo—. ¿Envolviste tu propio regalo?

—Sí, pero Gracie lo escogió. —Sacó su pijama, mostrándome el dulce rostro del reno en la camiseta. Sonreí.

—¿Debería cambiarme? —pregunté, sosteniendo las prendas. Bella asintió.

—Sí, esa es otra parte de la tradición Swan.

Asentí y me puse de pie. Bella hizo lo mismo, tomando mi mano. La miré con sorpresa.

—Vamos —susurró. Me llevó hacia su cuarto, y mi corazón se contrajo en mi pecho. Me señaló el cuarto antes de seguir por el pasillo. Podía escucharla revisar a Gracie mientras entraba. Comencé a quitarme la camiseta cuando escuché a Bella entrar—. Oh, Dios —gimió. Me quité la camiseta y la miré con curiosidad. Ella cerró la puerta con una patada, y entonces cruzó el cuarto, derribándome sobre la cama. Aterricé pesadamente, rodéandola en mis brazos mientras rebotábamos en el colchón.

—Dios, eres sexi —gruñó, sus rodillas a los costados de mis caderas. Lamió mi boca, y gemí, enterrando una mano en su cabello, mientras mis caderas embestían hacia arriba para encontrarse con las suyas—. Mis padres vendrán mañana a la ciudad —jadeó, sus labios frenéticos mientras besaba mi mandíbula y bajaba por mi garganta. Me estremecí cuando lamió mi pecho—. Tendré una noche libre —prometió, sus dientes mordiéndome suavemente.

—Mierda, nena —jadeé, deslizando mis manos por su cuerpo, aferrando su trasero. Ella se meneó contra mi polla y mis ojos rodaron hacia atrás.

Sentía que ella estaba a punto de rasgar mis pantalones y montarme aquí, pero en cambio, presionó un beso en mi pectoral y comenzó a sentarse. Abrí los ojos, parpadeando un par de veces mientras ella plantaba sus manos en mi pecho.

—Lo siento. —Soltó unas risitas, bajando sus caderas y meneándose una vez más contra mi ahora ardiente polla. Gruñí, llevando mis manos hacia su cintura.

—Cariño, detente —gemí. Estaba dolorido, y saber que no podía hundirme en ella me estaba matando. Ella suspiró, y se agachó para besarme dulcemente. No hacía nada para ayudar mi situación.

—Lo siento, no pude contenerme.

Solté una pequeña carcajada.

—Jamás me verás protestar —dije, sacudiendo la cabeza. Ella rio, pero entonces se bajó de mí. Me quedé allí acostado sobre la cama, tratando de recuperar el aliento antes de sentarme.

—Voy a cambiarme en el baño —dijo—. Para evitar mayor tentación.

Asentí mientras ella se metía a su baño.

Me tomé otro minuto para tranquilizarme antes de ponerme los pijamas. Doblé mi ropa, dejándola en el borde de la cama de Bella antes de salir de su cuarto. Me detuve junto a mi abrigo, sacando los dos regalos que tenía para Bella y Gracie antes de regresar a la sala. Gracie se encontraba sentada en el sofá con su pijama nuevo, y me dejé caer a su lado.

—Gracias, Gracie. Me encanta mi nuevo pijama.

Ella me sonrió con alegría. Bella regresó, y no pude evitar notar que ella no tenía puesto un sostén.

—¿Hora de la película? —preguntó Gracie, sacándome de mis pensamientos. Bella asintió y me enderecé.

—De hecho, tengo un regalo más para ustedes dos antes de que comencemos nuestra película. —Saqué los dos paquetes, y Gracie jadeó cuando se los tendí a cada una.

Gracie rasgó el suyo mientras Bella me miraba con sorpresa.

El jadeo de Gracie llevó nuestra atención hacia ella.

—¡Mamá, mira! —chilló, levantando la caja. Los ojos de Bella se suavizaron cuando vio el collar. Había encontrado un pequeño dije de corona para Gracie, similar al collar de pulpo de Bella, aunque el de Gracie no era oro real. No sabía si sería apropiado darle a una niña un regalo tan caro.

Gracie volteó hacia mí, y le sonreí.

—¡Gracias! —Saltó a mis brazos, y la atrapé, soltando un suspiro cuando su rodilla golpeó mi pecho.

—De nada, princesa.

—¿Me ayudas? —preguntó, ofreciéndolo. Asentí, tomando el collar de la caja. Lo coloqué alrededor de su cuello, apartando su cabello a un lado, y asegurando el cierre. Le di una palmada en la espalda cuando terminé y ella me sonrió, tratando de mirarse. Ella no podía ver su collar, así que se bajó y corrió hacia el baño. Volteé hacia Bella, que estaba observando su collar, sus ojos como platos.

—Gracie y yo lo escogimos juntos —le dije. Ella me miró—. Ella tiene una segunda parte que probablemente te dará mañana.

Bella inhaló temblorosamente.

—Gracias —susurró—. Es demasiado, es...

La interrumpí, inclinándome para presionar un suave beso en sus labios.

—Feliz Navidad —mascullé. Ella sonrió, jalándome para un beso más profundo. Me perdí en ella, como a menudo lo hacía, disfrutando de sentir sus labios contra los míos. Mi mano rodeó su cuello, aferrándola contra mí aún más.

El sonido de Gracie regresando al cuarto nos separó y Bella me dio una sonrisa avergonzada. Ella sacó el collar, silenciosamente pidiendo mi ayuda. Asentí, estirándome para asegurarlo alrededor de su cuello.

—¡Oh! ¡Mamá! ¡Tengo uno para ti! ¿Puedo dártelo ahora?

Ella nos lanzó una mirada triste y Bella rio.

—De acuerdo —aceptó. Gracie sonrió y voló hacia el árbol. La había ayudado a envolver la caja la noche que habíamos regresado del centro comercial, pero ella se había esforzado en colocar un moño gigante. Bella reía cuando Gracie se lo acercó.

Gracie volvió a acomodarse entre nosotros mientras Bella abría el paquete. Ella jadeó cuando vio los pequeños aros.

—Esto realmente es demasiado —masculló, sus ojos llenándose de lágrimas.

Gracie frunció el ceño.

—¿No te gusta, mamá?

Bella la miró y la tomó en sus brazos.

—Por supuesto que sí, cielo. Gracias.

Gracie se acurrucó contra Bella y mi corazón se contrajo al verlas.

Bella encontró mi mirada sobre la cabeza de su hija. Gracias, articuló. Asentí.

Gracie se apartó de Bella y volteó hacia mí. Lanzó sus pequeños brazos alrededor de mi cuello y la atrapé, riendo.

—Gracias —masculló, acurrucando su rostro contra mi cuello—. Eres un príncipe bueno —susurró.

Mi corazón se derritió, y mis brazos la envolvieron, abrazándola fuerte.

—Gracias, princesa.

~WG~

Las festividades pasaron rápidamente. Me quedé hasta tarde en Nochebuena con las chicas, e incluso después que Gracie se fue a la cama, ayudé a Bella a envolver los regalos de último momento. Terminé dejando mis nuevos pijamas allí, por su sugerencia. Desafortunadamente, Bella no fue capaz de escaparse con sus padres en la ciudad, y aunque habíamos estado planeando pasar Año Nuevo juntos, mi hermana había demandado que hiciera acto de presencia en la fiesta que ella iba a dar. Había estado solo una hora antes de escaparme para estar con Bella y Gracie. Aunque todo lo que hicimos fue mirar películas y comer pizza, fue una noche mucho mejor de la que hubiera tenido en la fiesta de Alice.

Bella y yo aún no habíamos tenido una noche juntos, y aunque había deseo en ambas partes, también sabíamos que teníamos que ser pacientes. No podía esperar a que las cosas se calmaran después de las festividades.

Abandoné mi oficina justo antes del mediodía, ansioso por recoger a Bella para almorzar. Habíamos tratado de seguir con las citas para el almuerzo un par de veces a la semana, aunque algunas semanas eran más difíciles que otras.

Me dirigí al acuario, afortunadamente encontrando estacionamiento después de solo unos minutos de búsqueda.

Jamás había estado en el acuario tanto en mi vida, pero realmente comenzaba a amar el lugar. No solo me recordaba a Bella, sino que había una sensación increíble de maravilla y emoción en el aire de aquí.

Había olvidado lo mucho que me encantaba aprender hasta que vine aquí.

Caminé hacia la oficina de Bella después de saludar con la mano en dirección al puesto del guardia de seguridad. Ellos ya me conocían, y me saludaron sin problemas.

Toqué suavemente a la puerta de la oficina de Bella, abriéndola más para asomar la cabeza. Ella se encontraba parada detrás de su escritorio, su cabello recogido en un rodete desordenado, sus anteojos posados sobre su nariz mientras sacudía la cabeza, su teléfono presionado contra su oído.

—¿Lo dices en serio? —preguntó al teléfono, echándome un vistazo cuando me escuchó tocar. La vi aterrada por un momento, y fruncí el ceño, entrando a su oficina y cerrando la puerta gentilmente—. No, lo comprendo —pausó, cerrando los ojos—. Por supuesto. No, encontraré algo. ¿Podemos acceder al apartamento para tomar unas cosas?

Mis cejas se elevaron de manera inquisitiva y ella suspiró, su mirada moviéndose de su escritorio a mí.

—Está bien, gracias.

Ella colgó el teléfono y me miró.

—¿Qué pasa?

Ella soltó un suspiro largo y tembloroso, sus ojos se llenaron de lágrimas.

—Estoy bien, en serio. Simplemente estoy abrumada —susurró, dejando su teléfono sobre el escritorio y llevando sus manos a su rostro. Se quitó los anteojos y presionó sus palmas contra sus ojos para detener las lágrimas. Me moví alrededor de su escritorio, estirando mis manos hacia ella y posándolas sobre sus hombros.

—Oye, háblame.

Bella abrió los ojos, su garganta cerrada.

—Una cañería en nuestro apartamento se reventó esta mañana. Tenemos que evacuar el edificio por dos semanas mientras lo solucionan.

Parpadeé con sorpresa.

—Oh, mierda. ¿Tus cosas?

Bella se encogió de hombros.

—No lo he visto para evaluar el daño. No puedo imaginar que sea bueno. —Bajó la mirada a su escritorio, sacudiendo la cabeza—. También me informaron que mi tarjeta de crédito ha sido robada. Captaron los cargos, afortunadamente, pero me enviarán una tarjeta nueva, lo que quiere decir que probablemente tengamos que quedarnos con Rose hasta que llegue. —Gruñó, sacudiendo la cabeza.

—¿Rose vive lejos?

Bella me miró.

—No, pero vive en un estudio.

Sacudí la cabeza, varias ideas pasando por mi mente más rápido de lo que podía procesarlas.

—¿Por qué tú y Gracie vienen a quedarse conmigo?

Todo el cuerpo de Bella se tensó.

—¿Qué?

Me moví, inclinándome contra su escritorio y estirándome para mantener una mano en su brazo.

—Tengo el espacio, y no es como si viviera lejos de aquí. Tu viaje sería mucho más corto, y no estarías incomodando a Rose.

Bella se me quedó mirando, sus ojos como platos, y no importa cuánto lo intentara, no podía adivinar lo que estaba pensando.

—Podrían ser dos semanas —susurró. Me encogí de hombros.

—Bella, no lo pediría si no estuviera listo para ello. —Pausé, preguntándome si esa era realmente la verdad. Sí quería que Bella y Gracie vinieran a quedarse conmigo, pero no le daba la vuelta aún a las dos semanas.

Bella se mordió el labio inferior por completo, y mi mirada se centró en él, distraído.

—¿Lo dices en serio?

Asentí.

—Bella, déjame ayudarte, por favor. Significaría mucho para mí si las dos se quedan conmigo mientras arreglan todo esto.

Ella lució nerviosa, pero eventualmente, exhaló.

—Está bien, gracias —susurró. Sonreí, aliviado—. Pero debes prometerme que si nos volvemos demasiado, me lo harás saber. No me molesta vivir en un hotel —advirtió. Sonreí y me enderecé, estirando una mano para tomar su rostro.

—No van a ser demasiado para mí. No puedo esperar —susurré. Bella sonrió, parte de su energía regresando a sus ojos.

—Solo espera. No tienes idea de para lo que te has apuntado —masculló, sus manos deslizándose por mi pecho. Sonreí, inclinándome para finalmente besarla, y ella se apoyó contra mí. Envolví mis brazos a su alrededor, deseando que su cabello estuviera suelto así podía enredar mis dedos entre las mechas.

—Será genial, Bella. Ya lo verás.

~WG~

Después del trabajo, me dirigí a casa para limpiar mi apartamento. Bella me había enviado un mensaje diciendo que ella y Gracie estaban empacando sus cosas, que llegarían dentro de una hora. No era desordenado, pero ni bien llegué a casa, estaba consciente de lo poco frecuente que desempolvaba. Corrí alrededor del apartamento, tratando de limpiar mis pequeños desastres rápidamente. Tomé mi plumero del armario de la escoba y lo pasé por cada superficie que pude encontrar antes de dirigirme a mi segundo cuarto para asegurarme que estuviera ordenado y a prueba de niños. Mierda, ¿realmente necesitaba asegurarlo para los niños? No recordaba haberlo visto en el apartamento de Bella, pero tampoco lo había buscado.

Me senté en el borde de la cama, tratando de ver el mundo desde la altura de Gracie. No vi nada intrínsecamente peligroso, y después de un momento, asentí y me puse de pie. Saqué la basura y me aseguré de que los baños estuvieran limpios antes de escuchar el intercomunicador vibrar. Corrí hacia la pared, dejando entrar a Bella, mi corazón martilleando en mi pecho. Aunque yo las había invitado, de repente me sentía jodidamente nervioso.

Se me pasó por la cabeza que Bella podría tener mucho que cargar entre ella y Gracie, así que me puse los zapatos y salí corriendo de mi apartamento, apenas recordando las llaves. Atrapé el elevador de camino abajo, mis dedos tamborileando ansiosamente contra mi muslo. Cuando las puertas se abrieron en el vestíbulo, solté un largo suspiro.

Bella tenía una mochila cargada sobre su hombro, y dos pequeñas valijas detrás de ella. Gracie daba vueltas por el vestíbulo, su propia valija arrastrándose tras ella mientras su mochila casi caía en su espalda. Sobre las valijas de Bella había una jaula para gato. Demonios. ¿Cómo me había olvidado de Diego?

—Hola —dije, aclarándome la garganta. Bella levantó la mirada en mi dirección, y pude ver el alivio en su cansado rostro.

—Hola —dijo, asegurándose que Diego estuviera seguro antes de acercarse a mí—. Lo siento mucho. Solo deberíamos ir a un hotel o algo —dijo suavemente. La detuve al presionar un suave beso contra su boca.

—Por favor, quédate, Bella —mascullé, apartándome de ella. Se mordió el labio, luciendo extremadamente ansiosa, pero asintió. Le sonreí—. ¿Con qué puedo ayudar?

Ella volteó hacia su equipaje e hizo una mueca.

—Usualmente no empacamos tan pesado —prometió, volviendo a mirarme. Sacudí la cabeza.

—No es mucho —le aseguré.

Gracie dejó de dar vueltas y dio saltitos hacia mí, abandonando su valija junto a la de Bella.

—¡Edward! ¡Tu casa es tan brillante!

Me reí y la tomé en brazos cuando ella se abalanzó hacia mí.

—Este es el vestíbulo. Mi apartamento está arriba —dije, sonriéndole. Ella suspiró, sus ojos como platos y emocionados.

—Como un príncipe en una torre —dijo, asintiendo con aprobación. Solté una carcajada y Bella soltó unas risitas detrás nuestro.

—Vamos, princesa. Llevemos tus cosas adentro. —La bajé y ella fue a buscar su valija. Tomé las dos de Bella mientras ella cargaba a Diego, levantándolo con un gruñido—. ¿Lo tienes? —pregunté. Ella asintió.

—El gato necesita hacer dieta —se quejó. Me reí y las conduje hacia el ascensor. Gracie se adelantó rápidamente para presionar el botón, y las puertas se abrieron de inmediato. Todos subimos, mis ojos analizando el vestíbulo para asegurarme de que no hubiéramos dejado nada. Me recliné, satisfecho, mientras las puertas se cerraban.

—¿Qué tan malo estuvo? —pregunté, mirando a Bella. Ella hizo una mueca.

—Malo. —Suspiró—. Fuimos capaces de correr cosas a un lugar seco, y me dijeron que no se esparcirá, por lo que mientras eso sea verdad, no debería ser tan malo a largo plazo... —pausó, pasándose una mano por el cabello. Me acerqué a ella, frotando su espalda suavemente y ella se inclinó contra mí, dándome una mirada agradecida.

El ascensor llegó a mi piso y saqué las valijas, volteando para mantener las puertas abiertas para Bella y Gracie. Cuando bajamos del ascensor, señalé hacia el final del pasillo.

—Por aquí —dije, sintiéndome ansioso. Ellas me siguieron por el pasillo hacia mi apartamento. Abrí la puerta y dejé sus valijas junto a la puerta. Gracie corrió al interior de inmediato y Bella ingresó detrás de ella, asimilando el lugar. Ella estaba observando absolutamente todo, y brevemente, estuve aliviado de haberme tomado el tiempo para desempolvar.

Cerré la puerta y Bella bajó la jaula de Diego.

—¿Lo voy a liberar? —preguntó, echándome un vistazo. Asentí y abrí la puerta. Diego se mantuvo en su lugar y Bella se puso de pie—. Seguramente necesite su tiempo para salir. Podemos dejarlo ser —dijo, sacudiendo la cabeza. Asentí.

—Déjame mostrarte el lugar —dije suavemente. Bella giró hacia mí y sonrió. Ella había estado aquí antes, pero no nos habíamos molestado en hacer todo el tour realmente. Señalé hacia la puerta a su izquierda—. Ese es el segundo cuarto —dije, abriendo la puerta—. También a veces es mi oficina —dije, explicando de manera redundante al gran escritorio ubicado en un rincón. Bella estudió el cuarto y asintió.

—Es muy lindo.

—El baño está aquí. La cocina está justo aquí —dije, guiándola por esta—. Mi cuarto —dije, sonriéndole con satisfacción. Ella sonrió.

En la sala, podía escuchar a Gracie hablando consigo misma mientras exploraba.

—Hay un balcón en la sala para mirar hacia afuera —dije en voz baja. Bella me miró, sus ojos llenos de lágrimas—. ¿Bella?

Ella suspiró, secándose los ojos.

—Lo siento —susurró—. Estoy tan abrumada y me siento tan culpable. No tienes idea de lo que estás aceptando con nosotras.

Me estiré hacia ella, trayéndola a mis brazos y ella se apoyó contra mí voluntariamente.

—Bella, no sé cómo más decirte que estoy contento de que todos ustedes estén aquí. —Froté su espalda gentilmente—. Sé que se siente demasiado pronto, pero no nos estamos apresurando a nada aquí. Te surgió una situación y ahora debemos sacarle el mayor provecho. —Me agaché, presionando un beso contra su frente—. Personalmente pienso que será increíble para nosotros —dije. Bella me miró escépticamente—. ¿Qué mejor manera de conocernos más? —señalé. Ella se rio suavemente y se echó hacia atrás contra mi pecho.

—Gracias, Edward —masculló. Dejé un beso en su frente y la abracé de nuevo. Sus brazos finalmente me rodearon, y ella me devolvió el abrazo fuerte. La sostuve por un momento antes de que escucháramos a Gracie entrar al cuarto.

—¡Mamá! ¡Mira! —gritó. Bella se alejó de mí y me sonrió tímidamente antes de voltear para seguir a su hija. Las seguí afuera del cuarto, deteniéndome para inclinarme contra el marco de la puerta mientras ambas asimilaban la vista, el dulce rostro de Gracie presionado contra la enorme pared de cristal que daba a la ciudad. Bella sonrió, pasando una mano por el cabello de Gracie y sentí la esperanza tomar vida en mi pecho. No estaba seguro de qué esperaba de esta estadía con Bella y Gracie, pero estaba esperándolo con ansias.


Buen comienzo de semana :) ¡Quería comentarles que subí la primera parte de un Two Shot el sábado, por si quieren leerlo! Gracias por leer y hasta el próximo capítulo.