Botón de Oro
Adrien había llegado al barco de la capitana Anarka donde se estaba organizando los preparativos para la fiesta sorpresa por los quince años de Marinette. Por su trabajo, había llegado un poco atrasado, pero cualquier molestia que sentía, se quedó a un lado, cuando observó como todos parecían tan emocionados proponiendo ideas para las decoraciones y otros detalles para hacer de ese un cumpleaños especial, todos unidos por el aprecio que le tenían a Marinette.
Aunque había algo que le llamó completamente la atención:
Todos tenían un nombre de flor.
Pues así los llamaba Alya, mientras coordinaba cada idea dada para que fuera realizada.
—¡Al fin llegó el botón de oro! — exclamó la de lentes en cuanto lo vio, haciendo que el rubio viera por sobre sus hombros, si alguien más había llegado junto a él, pero no.
Ante aquello, se señaló.
—¿Me lo dices a mí? — le preguntó.
—Obviamente —respondió Alya, acomodándose sus gafas — ¿a quién más?
Aquello lo confundió.
—¿Por qué? —preguntó, intrigado del porqué de ese nombre.
—Marinette puso los nombres claves — le explicó, mientras anotaba cosas en su cuaderno—. Yo solo los uso porque es divertido darles órdenes a las flores — respondió con algo de real diversión en sus palabras
— Pero… —la detuvo, aún sin lograr salir de sus pensamientos—… ¿estás segura que yo soy Botón de oro, ningún otro?
—¿Adrien? — Alya lo miró confundido— Claro que es tuyo, Marinette te lo puso por tus cabellos — contestó, tratando de entender cuál era el problema con ese apodo, ¿por qué pareciera que no lo viera para él?—. Si no te gusta...
—No es que no me guste, pero... — dijo, llevándose la mano derecha a su frente— ¿Qué botón de oro no es el código que usa para hablar del chico que le gusta? Es decir...
Todos en el barco hicieron silencio de golpe, mirándolo completamente paralizados. El chico observó a sus amigos, que lo miraban con total sorpresa, que se incomodó.
Regresó la mirada a Alya que se veía algo nerviosa.
—¿Qué?
—¿Cómo sabes eso? — le preguntó — Se supone que esa parte no deberías saberla.
Adrien comprendió el peso de aquella frase.
Pero no podía responder.
¿Cómo les decía que él sabía ese apodo por Chat Noir? ¿Cómo confesaba que ella practicó su confesión con el mismo?
¡Esa confesión!
Lo único que alcanzó a hacer fue, llevar su mano derecha a su boca y salir de ahí, necesitaba aire y pensar.
Dejando a todos sumamente desconcertados.
…
Adrien había salido tan rápido del barco, que, de hecho, sentía que había perdido un poco el sentido de orientación. ¿En dónde es que estaba en realidad?
Bue, como sea.
Sacudió su cabeza para poder enfocarse y buscar a Plagg dentro de su camisa blanca.
—Te siento muy alterado —le dijo Plagg, ni bien se asomó— ¿Estás bien?
—¿Cómo voy a estar bien? —respondió, buscando su teléfono celular para buscar la dichosa flor. Buscar algo que le dijera que Alya estaba confundida, qué él no podía ser ese...
—Ahora entiendo el nombre clave —dijo Plagg observando la flor—. Si está basado en eso, tiene lógica, los pétalos parecen tus mechones de cabello—. Vaya, no se esperaba menos de la... —pero se quedó callado de golpe, haciendo que Adrien lo mirara.
—¿La qué?
—La, solo es una amiga —recordar aquella frase, hizo que Adrien entrecerrara los ojos—. ¿Qué? ¿Ya no es gracioso?
—¡Claro que no! —negó con la cabeza—. Como sea, Plagg, transfórmame.
Chat Noir usó su bastón para elevarse y poder orientarse, una vez conseguido el objetivo, se dispuso a ir hacia el balcón de Marinette.
La chica estaba en su balcón protestando contra su teléfono celular que parecía no tener señal, o algo extraño, puesto que aunque llamaba a todos sus amigos, estos parecían tener el teléfono muerto, fuera de servicio o que sabía ella.
Estaba tan frustrada que empezó a sacudir su teléfono en busca de respuestas, fue en una de esas sacudidas, que su teléfono se le soltó y fue a parar a las manos del superhéroe que se lanzó por él.
—¡Chat Noir! ¡Gracias! —dijo, en cuanto el chico le regresó su teléfono— No me puedo permitir romperlo —y aunque esperaba alguna acotación del muchacho, se sorprendió cuando éste no dijo nada. Al contrario, parecía bastante nervioso y preocupado— ¿Paso algo?
—Solo tengo una duda —comentó, rascándose el cabello con las garras.
—Tú dirás...
—Aquella vez —dijo, avergonzado, jugando con sus dedos índices—, cuando practicamos lo de tu confesión —ante eso, las mejillas de Marinette se pusieron completamente rojas— ¿Pudiste hacerlo?
Marinette rio con algo de nervios y negó con la cabeza.
—No puedo hacerlo, soy muy cobarde —respondió, cubriéndose el rostro con las manos, para luego empuñarlas—. Siento que con él avanzo un paso y retrocedo dos... —suspiró—. Así que lo dejé ser. Supongo que primero tengo que acercarme más a él, antes de confesarme.
—Entiendo... —respondió cruzándose de brazos— ¿Y puedo hacerte otra consulta?
—La salvada a mi teléfono me está saliendo cara —preguntó algo desconfiada— ¿Qué más quieres saber?
—¿Por qué Botón de oro?
—¿Cómo dices? —pestañeó un par de veces confundida por aquella pregunta, ladeando su cabeza de un lado al otro.
—Pensé que era porque te gusta la costura —se explicó— digo, después de todo, es un botón de oro... pero, ahora vi que era una flor.
—A todos mis amigos le tengo un nombre en clave basado en una flor. Empezó como un plan y terminó como un juego entre todos. Al final, terminé con una florería de tantos nombres.
—Déjame ver si entendí —dijo, golpeándose el labio— Entonces, ¿Rose es Rosa?
—No —dijo, riéndose— ella es Tulipán, no puede ser Rosa porque es su nombre.
—Ah, ya entiendo —dijo, golpeándose otra vez los labios para disimular su nerviosismo—. Entonces este chico, está en tu grupo y le pusiste ese nombre...
—Así es.
—¿Y ellas saben eso?
—Por supuesto —afirmó—. Todo mundo sabe que él es Botón de Oro, menos él —dijo con un poco de aire melancólico.
—¿Y sí alguien lo llamara así? —dijo, mostrando verdadera preocupación— ¿No te preocupa? Digo, tanto practicar y que se entere así...
—Para nada —dijo con un gesto de su mano—. Para eso, él debería saber que estoy enamorada de él. Sabiendo solo el nombre clave, no habría problemas, pensaría que es una flor más de mi jardín. —al ver que el superhéroe no la miraba, pues parecía estar debatiéndose algo, siguió— ¿Algo más, señor Noir? —preguntó, y aquello logró sacarlo de su ensimismamiento.
—No, eso era todo, gracias Marinette.
Y tras esas palabras, se fue del balcón. Tenía mucho que procesar.
Marinette lo vio alejarse, un tanto confundida.
Fue en eso que le llegó un mensaje de Alya.
«Tenemos un problema» «En un rato, estaré en tu casa»
Marinette observó el teléfono, confundida. Se desaparecen todo el día y ahora le dicen que tienen un problema, ¿Qué tanto estaban tramando?
…
Chat Noir iba saltando por los techos de París, en dirección a su casa, cuando se detuvo de golpe.
Si Alya le decía a Marinette que él había descubierto que era el Botón de Oro, y a su vez, que sabía que le gustaba ¿no pondría eso en jaque su verdadera identidad?
Él lo descubre y luego, Chat Noir aparece para corroborar.
¡Cielos! ¡Había sido un gran idiota!
¿Cómo no había pensado en eso?
Bueno, quizás porque realmente no estaba pensando en nada más que en corroborar los sentimientos de Marinette, en ese momento.
Su instinto de supervivencia lo hizo regresar su camino hacia el barco, observó que Alya aún estaba ahí, terminando de ordenar las cosas y decidió que debía protegerse.
Se destranformó y volvió a la embarcación.
—Viejo, volviste —exclamó Nino, llamando la atención de todos.
—Sí, lo siento —respondió—. Necesitaba aire para pensar. Y quiero pedirles algo.
—Dinos —le dijo Alya, alentándolo a hablar.
—¿Podemos omitir que yo sé esto?
—¿Qué cosa? —preguntó la de lentes.
—Que descubrí que Marinette está enamorada de mí.
Soltó el aire por la boca, decirlo en voz alta realmente era una sensación extraña, pero por alguna razón, se sentía tan bien.
—¿Por qué? —preguntó Rose—. No podemos mentirle a Marinette.
—Pero, también la conocemos —les recordó el rubio—. Si ella sabe que yo sé, no querrá verme. Me empezará a evitar, y es capaz de no venir a su fiesta sorpresa si sabe que voy a estar presente.
—Adrien tiene un punto —Luka tomó la palabra—. Sabemos cómo ella se comportó después de que terminamos. Con el tema de Adrien sería peor.
Adrien miró a Luka sintiéndose muy incómodo, pese a que el chico no lo miraba de mala forma, era como... ¿Si aquel tema fuera algo que él tenía asumido?.
—Pero, creo que hay un problema con esto —dijo Alix, señalando a Alya—. Alya ya le dijo.
—¿Qué?
—Bueno —respondió la de lentes, algo nerviosa—, no es como que le dije que ya sabías, solo le mandé un mensaje de que teníamos un problema y que iba a ir a verla.
Todos dejaron lo que estaban haciendo para mirarse entre sí, preocupados. ¿Qué iban a hacer?
—Creo que también, estamos olvidándonos de otro punto —la voz de Kagami hizo que Adrien la mirara, algo destellaba en la mirada de ésta— ¿Adrien?
—¿Yo, qué?
—Podemos proteger a Marinette de que sepas la verdad de sus sentimientos, pero, ¿Quién la protege de lo que tú sientes?
Adrien notó que eso que veía en la mirada de Kagami era desafío. Que, finalmente, admitiera eso que ella llevaba tiempo haciéndole ver, y que al igual que con Plagg, había decidido ignorar
Cerró sus ojos y la miró con decisión.
—De lo que yo siento, Kagami, chicos —dijo mirándolos a todos—. De eso me encargo yo.
…
Dicen que del dicho al hecho hay mucho trecho, y Adrien lo estaba comprobando de primera fuente.
Descubrir que Marinette lo quería le estaba generando un sentimiento, que no podía entender.
Nathalie lo observó tan perturbado que se animo a hablarle, quizás ella podía ayudarlo de alguna forma, aunque conociéndolo estaba segura que le diría que no era nada.
—Adrien, ¿pasó algo?
—Nathalie… —dijo sin verla, pero luego, abrió sus ojos y se sentó en la cama para verla—… ¿tú eres mujer, no es así?
La mujer de ojos azules miró al joven tratando de procesar a que iba esa pregunta, pero solo afirmó.
—Así es —respondió.
—Es que… que se hace cuando sabes que alguien que tu quieres mucho tiene sentimientos por ti —le preguntó—. Quiero mucho a esa persona, pero no sé si lo que siento es igual a los sentimientos que siente por mí.
Nathalie aspiró pensando que su sueldo no era lo suficiente para todo lo que hacía, pero decidió darle un buen consejo, sobre todo viendo como era su padre.
—La única persona que puede descubrir eso, eres tu mismo. Piensa en cada detalle, en como te sientes, en como te hace sentir. Si esos sentimientos te alegran o te hunden en el pánico y el dolor…
—Nathalie…
—Escucha a tu corazón, Adrien y piensa en las cosas positivas que puede traer a tu vida o las cosas negativas…
Adrien afirmó y se dejó caer en su cama otra vez.
Tenía hasta que Marinette se animara a confesarse, para pensar en eso.
…
Marinette observaba a Alya frente a ella, jugar con los Kwamis. Algo no le cuadraba en lo absoluto.
—¿Me estás diciendo que el problema que teníamos es que me voy a Londres con mi abuela?
—¡Exacto! —respondió la chica de gafas, poniendo sus dedos como armas—. ¿Qué haremos por tu cumpleaños?
—Aun no sé ni que día nos vamos.
—Ya veo…
—Entonces, ¿eso era todo?
—Sí —Alya se puso de pie y bajó al living donde estaban las otras chicas, conversando con Gina—. Por cierto, Marinette, ¿no crees que es hora?
—¿Hora de qué?
—¡De decirle a Adrien que es Botón de Oro! —explicó Alix
—¡Ya no puedes retrasarlo más! —insistió Rose.
Al ver como la chica se ponía tan roja, Gina decidió intervenir.
—Marinetta, es ese chico rubio ¿no? —al verla afirmar, se paró y la tomó de los hombros—. Mi pequeña hada, el amor da miedo, pero más miedo da vivir con la incertidumbre del que será.
—Lo sé, pero… —Marinette bajó la mirada.
—Sí las cosas van bien, serás muy feliz y si las cosas resultan mal —la tomó del mentón e hizo que la mirara—. Yo estaré aquí, siempre para ti.
—Abuela… —Marinette la abrazó con los ojos llenos de lágrimas. Mientras las chicas se observaban triunfantes, si Marinette se confesaba, quedaría cubierto lo del botón de Oro.
—Por cierto, Marinette… —aun abrazada a su abuela, la chica de ojos azules observó a su amiga Alya—… por cierto, hoy estábamos conversando con las chicas en código de flores y nos preguntábamos, ¿Nosotras podríamos llamar a Adrien, botón de oro? Digo, por si él quiere participar de eso. Así como le decimos a Luka, campanilla, en broma.
Marinette la observó confundida y luego, el espanto la cubrió completamente.
—Claro que no —dijo aterrada, por lo de Adrien y porque usaran ese nombre con Luka—, yo lo haré primero, nadie más puede llamarlo así hasta que lo acepté.
Las chicas volvieron a verse, preocupadas. Bueno, confiarían en que todo saliera bien al final.
…
Adrien no entendía porque Marinette lo había citado en la estación del Startrain, hasta que vio a la de coletas con una pequeña maleta en compañía de su abuela Gina.
—Así que saldrás de viaje... —preguntó.
—Sí —respondió, emocionada—, mi abuela me prometió que para mi cumpleaños número quince íbamos a hacer un viaje, y aquí estamos para cumplirlo.
—Ya veo... —dijo el rubio, sin entender muy bien porque algo dentro de él, le molestaba.
—Así que hablando con mi abuela —le dijo, haciendo que Gina, les diera algo de privacidad—. Y como estaré una semana fuera de París, creo que es un tiempo suficiente para que puedas pensar las cosas.
—¿Pensar las cosas? —preguntó confundido.
—Sí —buscó dentro de su carterita cruzada una carta y se la entregó—, hace unos meses atrás me confundí y te entregué la receta de mi tío en vez de la carta que realmente quería darte. Supongo que aquella vez no era el tiempo, pero ahora quiero intentarlo de nuevo.
Adrien tomó el sobre sintiendo que sus mejillas se calentaban, ¿sería que ella se confesaría por esa carta?
—Mira, solo quiero dejarte claro algo —dijo, haciendo que Adrien la mirara—, esto es sin ningún tipo de obligación, o pedido. Solo quiero que lo sepas, nada más.
—¿Qué es? —preguntó, tratando de que no sonara como si supiera de que iba.
—Lo sabrás cuando lo leas, pero solo quiero que me prometas —le pidió, juntando sus manos frente a ella—, que podemos seguir siendo amigos, después de esto. —aunque el rubio afirmó, empezó a sentirse confundido y bajó la mirada al sobre, entonces, ¿era una confesión o no?
—¡Marinetta! —la voz de Gina, la hizo sobresaltar.
—Ya debo irme —le dijo, tomando su maleta y moviendo su mano libre—. Nos vemos para mi fiesta sorpresa de la que no sé nada.
—¿Cómo lo sabes?
—Son pésimos para guardar secretos —confesó con una sonrisa y se despidió abordando el tren con su abuela. Adrien solo movió su mano para despedirla y cuando las puertas se cerraron, bajó la mirada al sobre.
Llevado por la curiosidad, abrió el sobre, encontrándose con dos hojas. En la primera había una especie de análisis de la flor "Botón de Oro" como si quisiera explicarle el porqué de su nombre clave.
Y en la otra, empezaba con "Adrien, mi querido botón de oro..." y ante aquello la volvió a guardar. Eso era algo que tenía que leer en la seguridad de su habitación.
Casi corrió hasta el auto de su guardaespaldas, pidiendo que lo lleve de regreso a la mansión. Una vez allí, subió a su habitación y apoyándose en la puerta, volvió a abrir el sobre.
Respiró profundo para poder calmarse antes de enfocarse en la lectura.
La carta era una réplica exacta de las palabras que le había dicho a Chat Noir. Exactamente, las mismas. Tanto que prácticamente podía leerlas con la voz de ella en sus recuerdos, aunque había algo más.
"... Adrien, espero que saber mis sentimientos no interfieran en nuestra amistad. Solo quería que sepas que eres para mí, una persona muy especial. Que si a veces hago locuras o cosas muy extrañas es solamente porque quiero que seas feliz y disfrutes de tu vida.
No espero que me correspondas, pero sí que no te sientas incómodo. Solo quiero que lo sepas, para que tengas presente, que siempre voy a estar cuando lo necesites. Marinette."
Adrien se quitó las zapatillas y muy maduramente, se acostó en su cama, tapándose completamente con la manta. Plagg lo miró con negación y se fue a comer queso.
El joven llevaba días tratando de asimilar los sentimientos de la chica por él, creía que ya los tenía claro.
Pero, tras esa carta, entendía que no era así.
Se había quedado corto.
Cerró los ojos con fuerza, mientras recapitulaba cada cosa en que Marinette y él habían estado involucrados.
Algunos gestos y acciones que ahora parecían cobrar más sentido que nunca.
Giró sobre su cama, mirando el techo.
Él también quería que ella fuera feliz, también quería estar para ella para lo que sea que necesitaba...
Y también... a él, le gustaba Marinette.
…
Decir que el grupo no estaba preocupado por lo que fuera a pasar entre Marinette y Adrien, era una real mentira.
Marinette había estado una semana fuera de París, así que nadie la volvería a ver hasta la fiesta y cada que alguno volteaba a ver a Adrien podían notar que el chico estaba bien, realmente bien, aunque Alya sabía que Marinette finalmente le había confesado sus sentimientos.
Vamos, las chicas y ella misma le habían insistido de que finalmente le declarara sus sentimientos a Adrien.
Y no fue hasta que Gina le dio su discurso del vivir el aquí y el ahora, que Marinette volvió a escribir la carta con su declaración y una explicación del porqué de la flor. Afirmando que se la daría cuando se fuera. ¿O es que acaso Adrien no la recibió?
Los nervios de todos, hacían que Adrien se sintiera demasiado observado por ocasiones y agradecía estar acostumbrado para que no le quitaran la paz. Porque, aun no les decía a los chicos su resolución, aun no les decía que sí, que efectivamente a él también le gustaba Marinette.
Pero, es que quería que ella fuera la primera en saberlo, la primera que escuchara esas palabras de él.
Así que volteó y dijo:
—Yo traeré a Marinette a la fiesta.
Con aquella frase, se ganó la atención de todos, pero nadie obtuvo nada más de él.
Así que ahí estaba ahora, esperando en el interior de la panadería, con los brazos cruzados porque se sentía tan nervioso que sentía húmedas las manos. Y aunque hablaba bien con los padres de su amiga, la verdad, la conversación quedó en la nada cuando ella apareció.
Se quedo completamente prendido de la imagen de la Marinette que veía frente a él. Ella llevaba su cabello suelto, una camisa rosada de mangas cortas con vuelos y un short negro, y le sonrió en cuanto lo vio.
—Así que, de verdad, tengo acompañante hasta la fiesta sorpresa de la que no sé nada.
—Y tampoco he dicho nada —respondió Adrien, también con una sonrisa, rogando porque su mano estuviera seca, al momento que se la extendió.
—Nosotros iremos en dos horas más —le informó Tom, que había aprendido a no ocultar el pastel de dos pisos que estaba haciéndole a su hija.
—Los veo allí —se despidió Marinette, tomando la mano de Adrien para salir juntos de la panaderia.
Aunque Marinette se sorprendió, cuando vio al guardaespaldas de Adrien fuera del coche.
—¿Aun no nos vamos? —preguntó.
—No —negó con su cabeza— Quiero hacer algo antes de ir con los chicos.
Marinette ladeó la cabeza confundida. Y se encaminaron a la plaza, donde tomaron asiento en un banco, custodiados por el guardaespaldas.
—Verás —dijo, sacando de adentro de su chaqueta negra un estuche y se lo pasó—, quería darte tu regalo antes de llegar al barco.
Marinette se dedicó a observarlo. Llevaba una camisa blanca con cuello negro y un traje liviano de pantalón y chaqueta, le quedaba tan bien que casi se pierde en la imagen del chico, sino fuera por el brillo que se generó cuando abrió el estuche.
Bajó la mirada y se sorprendió.
—Me costó encontrarlo —respondió sin mirarla, con sus ojos verdes fijos en sus manos, que tenían los dedos entrelazados, los apretó buscando la fuerza para hablar—. Yo, también quería hablar de lo que eso significa.
Marinette se sobresaltó y lo observó.
—Es un collar basado en la flor denominada "Botón de Oro" —le explicó—. Realmente, no sabía que regalarte, pero después de leer tu carta, creía que era un regalo adecuado.
—Adrien...
—No, espera, déjame hablar —le pidió—. Yo, realmente estuve confundido en un inicio, ansioso, digo, sabía que me gustas —Marinette abrió sus ojos con sorpresa— eres una excelente amiga —pero luego hizo una mueca ante esa palabra.
—Entiendo...
—No, no entiendes —dejó de verse las manos y la miró—. Yo creía que lo que sentía por ti, era por eso, porque eres mi amiga, porque siempre estás cuando necesito un consejo o algo. Pero, después de leer la carta, me di cuenta que había cosas que yo no sabía de mí mismo —volvió a correr la mirada— ¿Por qué me sentía tan cómodo contigo? ¿Por qué cada cosa que hacías me parecía adorablemente tierna o me causaban risa? No me malinterpretes, no es que me ría de ti, sino que tus gestos, tu forma de ser, me hace tan feliz, que no puedo evitar reírme.
Marinette observó el collar en sus manos con el corazón apretado, porque no lograba descifrar, ¿la estaba rechazando o aceptando?
—Marinette —Adrien apretó sus manos una vez más—, sé que habrá momentos donde pueda desaparecer porque mi vida es así. Puede que haya momentos, donde te sientas sola por esto, pero quiero ver a donde nos lleva...
—¿Qué? —dijo sobresaltada.
—También me gustas, Marinette —confesó, volviéndola a mirar—. Quiero agradecerte tus palabras y que sepas que yo también quiero que seas feliz.
—Adrien...
—Y si yo, puedo hacerlo, sería un honor para mí.
—Adrien... —volvió a repetir, con los ojos llenos de lágrimas y lo abrazó—...tenía tanto miedo de perderte.
Adrien también la abrazó.
—No me perderás... siempre estaré contigo —le aseguró.
Se quedaron ahí, en los brazos del otro un largo momento, hasta que el gruñido de su guardaespaldas los hizo separar. Adrien tomó el collar y se lo puso a Marinette, quien admiró aquel dije, encantada.
—Es hora de irnos —le dijo Adrien, tomándole la mano a Marinette para ayudarla a ponerse de pie y caminar al auto. Ella se veía tan radiante, tan feliz, que Adrien supo que había hecho lo correcto, porque se sentía igual o más radiante que ella.
Los chicos en el barco estaban todos expectantes a la espera que llegaran, porque ya venían retrasados, pero cuando llegaron y gritaron "sorpresa" los sorprendidos fueron ellos al verlos, a ambos, tomados de las manos.
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Y se acabó.
Para los que no lo conocen, este one shot salió desde twitter donde suelo hacer mini relatos y este terminó teniendo cinco partes xD Cuando las pasé a Word eran casi 3000 palabras, estaba sorprendida… así que me dije, merece estar en Wattpad y en Fanfiction, así que aquí estamos.
Quiero agradecerles a todos su apoyo, pero este especial va sin dudas para dos personitas muy importantes para mí.
Primero, MeimiCaro quien fue la persona que me dio la idea para estos microcortos, mini relatos en Twitter, y que me han ayudado a liberar mucho mi mente cuando estoy colapsada.
Y segundo, a mi querida Princessqueen por apoyarme en cada proyecto en el que me meto y ella siempre está presente como beta reader, como canalizadora de mis ideas, para debatir que hacer y no hacer… Muchas gracias por todo tu apoyo.
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Y eso, no me quiero poner muy cursi xD
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¡Disfruten del día!
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Aquatic~
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14 de Febrero 2022
