DECLARACIÓN:
Los personajes de Naruto no pertenecen son pertenecientes a Masashi Kishimoto.
CAPÍTULO 1
Hinata.
—Tardó más de un mes —sollozo mientras Sasuke termina de contarme cómo empezó lo de la apuesta. Se me revuelve el estomago y cierro los ojos en busca de alivio.
—Perder. No paraba de salirnos con excusas y de pedir más tiempo, y rebajó la cantidad que iba a percibir. Era muy raro. Todos pensamos que estaba obsesionado con ganar, con demostrar algo o vete tú a saber, pero ahora lo entiendo. —Sasuke hace una pausa y estudia mi expresión
—No hablaba de otra cosa. El día que te invitó a ver una película se puso como loco. Después de llevarte a casa me dijo hasta de lo que me iba a morir y me dijo que me alejara de ti. Pero me lo tomé una broma porque pensaba que estaba borracho.
—¿les contó... les contó lo del arroyo? ¿Y todo... lo demás? —Contengo la respiración. La lástima que veo en sus ojos es toda la respuesta que necesito—. Dios mio. —Me tapo la cara con las manos.
—Nos lo contó todo... santo y seña... —dice en voz baja.
Permanezco en silencio y apago el celular. No ha dejado de vibrar desde que salió del bar. No tiene ningún derecho a llamarme.
—¿Dónde está tu nueva residencia? —Pregunta Sasuke. Estamos cerca del campus.
—No vivo en una residencia. Naruto y yo... —Apenas si puedo terminar la frase
— Me convenció para que me fuera a vivir con él hace una semana.
—No. —Sasuke alucina.
—Si. Es un... Es un... —tartamudeo, incapaz de encontrar la palabra adecuada para su crueldad.
—No sabía que hubiera llegado tan lejos. Creía que después de enseñarnos..., ya sabes, la prueba... volvería a la normalidad, a liarse con una distinta cada noche. Pero desapareció. Apenas le hemos visto el pelo, excepto la otra noche, cuando vino a los muelles a intentar convencernos a Orochimaru ya mí de que no te contáramos nada. Le ofreció a Orochimaru un montón de dinero para que mantuviera la boca cerrada.
—¿Dinero? —digo.
Naruto no podría ser más rastrero. La cabina de la camioneta de Sasuke se hace más pequeña con cada repugnante revelación.
—Si. Orochimaru se limitó a reírse, claro está, y le dijo a Naruto que no iba a contarte nada.
—¿Y tú? —pregunto recordando los nudillos magullados de Naruto y la cara nueva de Sasuke.
—No exactamente... Le dije que, si no te lo contaba él pronto, lo haría yo. Salta a la vista que no le gustó la idea —dice señalando su cara—. Por si te hace sentir mejor, creo que le importas de verdad.
—No le importo y, aunque le importara, lo mismo da —replica apoyando la cabeza en la ventanilla.
Naruto ha compartido con sus amigos cada beso y cada caricia, todos los momentos que hemos pasado juntos. Mis momentos más íntimos. Los momentos únicos de intimidad de mi vida resultan que no lo han sido.
—¿Quieres que vayamos a mi casa? No va con segundas ni nada por el estilo. Puedes dormir en el sofá hasta que... decidas qué vas a hacer —me ofrece.
—No. No gracias. ¿Puedo usar tu celular? Me gustaría llamar a Shikamaru.
Sasuke señala con un gesto de la cabeza hacia su celular, que está sobre el salpicadero, y por un momento me pregunto cómo habrían sido las cosas si no hubiera rechazado a Sasuke por Naruto después de la hoguera. Nunca habrían ocurrido todos estos errores.
Shikamaru responde al segundo timbre y, tal y como esperaba, me dice que vaya a su casa. No le contó lo que ha pasado, pero él es así de amable. Le doy a Sasuke la dirección de Shikamaru y permanece en silencio mientras atravesamos la ciudad.
—Va a venir a buscarme por no haberte llevado con él —me dice.
—Te pediría disculpas por haberte metido en esto..., pero lo cierto es que te lo has buscado —replico con sinceridad.
Sasuke me da un poco de pena porque creo que sus intenciones eran más nobles que las de Naruto, pero mis heridas están demasiado recientes como para poder pensar en eso ahora mismo.
—Lo sé —dice—. Si necesitas cualquier cosa, llámame —se ofrece, y yo asiento antes de bajar del coche.
El vaho sale de mi boca en bocanadas cálidas que se pierden en el aire helado. Sin embargo, yo no siento el frío. No siento nada. Shikamaru es mi único amigo, pero vive en casa del padre de Naruto. No se me escapa lo irónico de la situación.
—La que está cayendo —dice invitándome a entrar a toda prisa—. ¿Y tú abrigo? — me riñe medio en broma. Luego parpadea perplejo en cuanto la luz me da en la cara
—¿Qué ha pasado? ¿Qué te ha hecho?
Examino la habitación, rezando para que Kakashi y Yoshino no estén abajo.
—¿Tanto se me nota? —Me seco las lágrimas.
Me da un abrazo y yo me seco los ojos otra vez. Ya no tengo fuerzas, ni fisicas ni mentales, para sollozar. Estoy más allá, mucho más allá, de los sollozos. Me trae un vaso de agua.
—Sube a tu habitación —me dice.
Consigo sonreír, pero un instinto perverso me lleva a la puerta del cuarto de Naruto cuando llego a lo alto de la escalera. En cuanto me doy cuenta, el dolor que amenaza con desgarrarme reaparece con mayor intensidad. Rápidamente, doy media vuelta y me meto en el cuarto que hay al otro lado del pasillo. Me asaltan los recuerdos de la noche en la que crucé el pasillo corriendo al oír a Hardin gritar en sueños. Me siento en la cama de «mi habitación», incómoda, sin saber qué hacer después.
Shikamaru aparece a los pocos minutos. Se sienta a mi lado, lo bastante cerca para demostrarme que está preocupado y lo bastante lejos para ser respetuoso, como de costumbre.
—¿Quieres hablar de lo ocurrido? —me pregunta con amabilidad.
Asiento. A pesar de que repetir todo el culebrón duele aún más que haber descubierto el pastel, el hecho de contárselo a Shikamaru es casi una liberación, y me consuela saber que al menos había una persona que no estaba al tanto de mi humillación.
Él me escucha inerte como una piedra, hasta tal punto que no sé qué está pensando. Quiero saber qué opina de su hermanastro. De mí. Aunque cuando termino, salta, cargada de energía furiosa.
—Pero ¿qué demonios le pasa a esa idiota?! Es que no me lo puedo creer. Yo que pensaba que casi se estaba convirtiendo... en una buena persona... y va y hace... ¡esto! ¡Es de locos! No me puedo creer que te lo haya hecho precisamente a ti. ¿Por qué iba a jorobar lo único que tiene?
Tan pronto termina la frase, vuelve la cabeza alarmada.
Entonces yo también lo oigo. Alguien esta subiendo por la escalera. No son unos pasos cualquiera, sino pesadas botas que hacen crujir los peldaños de madera y avanzan a toda velocidad.
—Está aquí —decimos al unísono, y durante una fracción de segundo me planteo esconderme en el armario. Shikamaru me mira muy serio.
—¿Quieres verlo?
Niego frenética con la cabeza y él se levanta a cerrar la puerta al mismo tiempo que la voz de Naruto me atraviesa:
—¡Hinna!
En cuanto Shikamaru alarga el brazo, Naruto vuela por el pasillo y lo echa a un lado para entrar en la habitación. Se detiene en el centro y yo me levanto de la cama.
Shikamaru se queda ahí parado, patidifuso; no esta acostumbrado a estas cosas.
—Hinna suerte que estás aquí. —Suspira y se pasa las manos por el pelo. Me duele el pecho de verlo, aparte la mirada y me concentro en la pared.
—Hinna, nena. Escúchame, por favor. Tú sólo... No digo nada y camino hacia él. Se le ilumina la mirada, esperanzado, y extiende el brazo para agarrarme, pero yo sigo andando y lo dejo atrás. Con el rabillo del ojo veo como la esperanza desaparece de sus ojos.
«Te lo mereces».
—Háblame —me suplica.
Pero niego con la cabeza y me planto junto a Shikamaru.
—No, ¡no voy a volver a hablarte nunca! —grito.
—No lo dices en serio... Se acerca a nosotros.
—¡No me toques! —grito cuando me agarra del brazo.
Shikamaru se interpone entre nosotros y le apoya a su hermanastro la mano en el hombro.
— Naruto, será mejor que te vayas. Él aprieta los dientes y nos mira a uno ya otro.
—Shikamaru, será mejor que te quites de en medio —le advierto. Pero Shikamaru no se mueve, y conozco a Naruto lo suficiente para saber que está sopesando sus opciones, si vale la pena o no pegarle un puñetazo delante de mí. Finalmente parece decidir que no y respira hondo.
—Por favor..., danos un minuto —dice intentando mantener la calma. Shikamaru me mira y mis ojos le suplican que no lo haga. Le da la espalda a Naruto.
—No quiero hablar contigo.
—¡No me digas lo que quiere! —le grita Naruto, y estrella el puño contra la pared. El yeso se abolla y se agrieta. Pego un brinco y me echo a llorar de nuevo. «Ahora no, ahora no», me repito en silencio intentando controlar mis emociones.
—¡Naruto, vete! —grita Shikamaru justo cuando Kakashi y Yoshino aparecen en la puerta.
«Ay, no. No debería haber venido.»
—¿Qué demonios pasa aquí? —Pregunta Kakashi.
Nadie dice nada. Yoshino me mira comprensiva y Kakashi repite la pregunta. Naruto le lanza entonces una mirada asesina.
—Estoy intentando hablar con Hinna y Shikamaru se empeña en meterse donde no lo llaman!
Kakashi mira a Shikamaru y luego a mí.
—¿Qué has hecho, Naruto? —Su tono de voz ha cambiado. Ha pasado de la preocupación al... ¿enfado? No sé muy bien cómo definirlo.
—¡Nada! ¡Mierda! — Naruto da un manotazo al aire.
—Lo ha fastidiado todo, eso es lo que ha hecho, y ahora Hinna no tiene adónde ir
—aclara Shikamaru. Quiero hablar, solo que no tengo ni idea de que decir.
—Sí que tiene adónde ir. Puede ir a casa, que es donde debe estar. Conmigo —réplica de Naruto.
— Naruto ha estado jugando con Hinna todo el tiempo. ¡Le ha hecho algo horrible!
—explota Shikamaru. Yoshino ahoga un grito y viene hacia mí.
Quiero desaparecer. Nunca me ha sentido más expuesto e insignificante. No quería que Kakashi y Yoshino se enterasen..., aunque tampoco importa mucho porque no creo que quieran volver a verme después de esta noche.
—¿Tú quieres irte con él? —me pregunta Kakashi frenando mi barrena mental. Niego débilmente con la cabeza.
—No pienso irme sin ti —salta Naruto. Da un paso hacia mí, pero retrocedo.
—Creo que es hora de que te vayas, Naruto —dice Kakashi para mi sorpresa.
—¿Perdona? —La cara de su hijo adquiere un tono de rojo que sólo puedo describir como rabioso—. Puedes considerarte exitoso de que venga a tu casa... ¿Cómo te atreves a echarme?
—Me ha hecho muy feliz ver crecer nuestra relación, hijo, pero esta noche es mejor que te vayas. Naruto da manotazos en el aire.
—Menuda mierda; ¡¿a ti qué te importa ella?! —grita. Kakashi me mira y luego mira a su hijo.
—No sé lo que le ha hecho, pero espero que haya valido la pena porque ha perdido lo único bueno que tenías en la vida —dice agachando la cabeza.
No sé si lo han dejado pasmado las palabras de Kakashi o si su enfado ha alcanzado el punto máximo y luego se ha disipado como una tormenta, pero lo cierto es que Naruto se queda muy quieto, me mira un instante y sale de la habitación. Nadie se mientras mueve lo oímos bajar la escalera a buen ritmo. El portazo retumba en la casa en silencio. Miro a Kakashi y sollozo:
-Lo siento. Ya me voy. No era mi intención que ocurriera nada de esto.
—No, quédate todo el tiempo que necesites. Aquí siempre eres bienvenida — dice, y Yoshino y él me abrazan. Entonces ella me agarra de la mano y me la estrecha. Kakashi me mira cansado y exasperado.
—Hinata, quiero a Naruto —asegura—, pero creo que los dos sabemos que, sin ti, no hay nada que nos una.
Hasta aquí el primer capítulo, que les pareció.
Pienso que como se le ocurre a Hinata ir a la casa del papá de Naruto esto se podrá bueno.
