Pabellón séptimo (Relato de Ranma)

Me asfixio... Dios!!!! Pienso en mí cara!!!!

Se está quemando mí cara!!! DIOS!!!!

Estábamos en el pabellón, como todos los días desde que recibimos nuestras sentencias. ¿Dónde íbamos a estar sinó?

Unidad 2 de Capital Federal. La famosa "Cárcel de Devoto" dónde se desató aquel infierno del cual no solamente soy testigo... sinó parte.

Cuando desperté al primero que ví fue a Shino. Estaba sentado en la silla con la pava y el mate.

-Dale vení- me dijo.El estaba hacía dos años y no sabía cuánto le quedaba o si iba a salir vivo de la cárcel porque... bueno... era un agitador.

Menudo delito realizó. Lo encontraron en la calle con panfletos en su bolso.

El era universitario como yo.

Me acerqué a la mesa y agarré el mate que me cebo.

-Buen día- Le dije.

Cuando mí vista se acomodó un poco más los ví a un costado a Moose y Ryoga. Estaban jugando a las cartas viendo a ver quién se comía la comida del otro esa noche (Si es que nos daban de cenar).

Moose fue un tipo pesado afuera, pero muy compañero acá adentro.

Cayó preso por asociación ilícita. Formaba parte de una banda que se dedicaba a hacer asaltos a bancos.

Ryoga corría con la misma suerte que yo. Lo acusaron de "Complicidad con asociaciones terroristas". Se comió una condena de 10 años solamente por ser vecino de una chica que tenía antecedentes de tirotearse con las fuerzas de seguridad. El no tenía nada que ver, pero los supuestos "Cómplices" iban a la cárcel (En el mejor de los casos).

Y yo tuve esa suerte. Me Dieron 6 años por "Complicidad" de mí prima Ukyo. Por andar divulgando libros proscriptos por la dictadura terminó desaparecida y yo... yo terminé en la cárcel simplemente por ser su pariente. Cómo quien dice "La ligué de rebote".

El día parecía tranquilo, si a recibir constantes garrotazos de los guardias se le puede decir tranquilo.

Era normal que entrarán todos los días a requisar el pabellón. Siempre encontraban algo de más como un paquete de cigarrillos o algún periódico que alguien metió de forma clandestina. Y es ahí donde empieza el teatro del horror de los golpes y el fuego.

Ese día entraron los cabeza de tortuga dispuestos a repartir palos a mansalva.

Cuando empezó la requisa nos hicieron poner a todos contra la pared.

-Nadie levanta la vista carajo- gritaban.

Pasaban uno por uno dándonos bastonazos en las costillas.

Milicos de mierda...

Pero lo malo es que la gente afuera los piensa como angelitos, como impartidores de justicia. Si solo supieran qué en esa cárcel, a la noche, se escuchan los gritos de cómo torturan a los detenidos. Todos los del pabellón fuimos pasados por la picana eléctrica. Hijos de puta.

Ese día estaban rabiosos con nosotros. Y la gota que rebalso el vaso fue cuando agarraron al pobre de Gosunkugi.

Era un buen chico. Le decíamos "Fetiches" porque se la pasaba hablando de magia negra y espiritismo. Si no fuese por su rostro cadavérico, diría que era una persona interesante de escuchar.

No puedo creer aún lo que pasó... Dios, por el pido clemencia.

-Te dije que no mires para arriba!!!!

Le gritó el guardia dándole un macanazo en la pierna.

-Perdon... perdón!!!

Contestó Fetiches arrodillado en el suelo.

-Asi que sos un subversivo? Ahora vas a ver lo que hacemos con los subversivos como vos.

Entre cuatro vigilantes lo llevaron arrastrando de los pelos y le empezaron a dar una paliza tremenda.

Todavía me acuerdo que miré muy de reojo la secuencia.

Nuestro amigo gritaba de dolor, suplicaba que pararan, pero no había caso.

La lluvia de palos fue tan grande que dejó de moverse.

-Dale, levantate-

Le gritaba el guardia al cuerpo de Fetiches.

-Levantate te dije... mierda!!!-

Mientras lo pateaba.

Pero ya no respondía. Estaba muerto.

La sangre que se escapaba de su cuerpo llegó como si fuera un río hasta mis pies.

Shinosuke estaba a mí izquierda.

-Shhh tranquilo- Me susurró.

Pero yo estaba temblando.

Fue cuando la sangre tocó mis pies descalzos que pegué un pequeño grito.

-Ahhhh-.

Para qué...

-QUIEN HABLO? QUIEN ES EL ZURDO HIJO DE RE MIL PUTA QUE HABLO? NO APRENDIERON NADA? SUBVERSIVOS DE MIERDA!!!! AHORA VAN A VER... ACA ADENTRO YO SOY DIOS!!!! TODOS DE FRENTE CON LAS MANOS EN LA CABEZA!!!!! VAMOS ABAJO ARRIBA, SALTO DE RANA!!!!!-

Claro... siempre de castigo nos hacían hacer ejercicio. Es que son tan cagones que nos enfrentan con palos y armas de fuego.

Nos pusieron a "bailar" (Como ellos le llaman a los abusos físicos) en el pabellón mientras uno de los guardias levantó por los pelos la cabeza de Gosunkugi.

-Y el que se pase de inteligente va a terminar así!!!

Gritó.

Moose estaba al lado mío. Lo ví de reojo, algo tramaba.

No sé en qué momento fue... pero tenía una cebolla en la mano... si, una cebolla. Una cebolla que seguramente se había robado de la cocina cuando le tocó ir.

En ese momento Moose, harto del abuso y del maltrato, le tiró el cebollazo al guardia que exhibía el cuerpo de Fetiches.

Se lo puso en el medio de la cara.

Ahí fue cuando empezó el infierno.

Como si todo estuviera orquestado... el pabellón entero se fue contra los guardias.

Shinosuke me agarró del brazo y me dijo "Vamos a traerlo". corrimos esos tres o cuatro metros y agarramos el cuerpo de Gosunkugi para arrastrarlo adentro del pabellón. Mientras nuestros compañeros echaban a golpes a los guardias, Ryoga dijo:

-Las camas.. usemos las camas!!!!

Claro, había que cubrirse porque sabíamos que faltaba poco para que llegaran más guardias con escopetas y empiecen a tirarnos sin asco.

Pusimos nuestras camas de madera y los colchones contra las rejas para con eso intentar frenar los balazos, aunque era un poco inútil.

Ellos disparaban desde las rejas y nosotros les respondíamos tirándoles las mesas, las sillas. Algunas baldosas estaban flojas así que las aprovechamos para tirarlas también.

Fue en un momento en el que alguien (No sé quién) tiró el viejo calentador a kerosene que teníamos.

Esa vieja estufa que nos daba calor en el invierno, voló por la puerta y le pegó a uno de los vigilantes. Eso fue como abrir las puertas del infierno.

Los guardias pudieron cerrar la puerta del pabellón pero hicieron algo realmente sanguinario.

Nosotros nos defendimos, estábamos hartos de esos abusos. Pero no teníamos defensa contra el fuego.

Con las rejas cerradas, tiraron devuelta el calentador contra una de las rejas y lo prendieron fuego. Fuego que se propagó por el kerosene. Fuego que agarró los colchones y las camas que usamos de escudo.

El humo empezó a invadir todo... y las llamas eran cada vez más grandes.

Pronto las mesas y sillas empezaron a quemarse también... y hasta algunos de nuestros compañeros fueron alcanzados por el fuego.

Shinosuke quiso ir a abrir la puerta del pabellón para que podamos escapar. Pero fue inútil... las puertas estaban cerradas y... le pegaron un escopetazo en el pecho.

El pabellón en un segundo se nubló todo y ya no vemos nada.

Probé trepar hasta un ventanal para respirar. Buscaba el aire y me balearon feo, porque los vigilantes nos tiraban de afuera de las rejas... y desde el patio de la cárcel también.

Cómo pudimos nos fuimos recluyendo en los rincones, tirados cuerpo a tierra para intentar respirar un poco.

Los minutos parecían eternos.

Tiempo después seguía escuchando el ruido de los paloteros allá afuera... Hijos de puta... TRAJERON MAS COMBUSTIBLE PARA QUEMARNOS VIVOS!!!

Pobrecito... Pobre de Ryoga.

No pudo más... Se degolló por miedo!!!!

YO LO VI!!! SE PASO SU FACA POR LA GARGANTA!!!

Estaba aterrorizado el pobre.

El era un buen chico, era un buen amigo.

Teníamos muchos planes para cuando saliéramos de la cárcel.

No me olvido de lo bueno que fue conmigo ni lo voy a olvidar nunca porque no pueden borrar mis recuerdos.

Amigo Ryoga... NADIE ES CAPAZ DE MATARTE EN MI ALMA!!!!

El fuego terminó apagándose solo...

Los bomberos de la ciudad habían arribado a la cárcel para sofocar las llamas... pero la policía les negó el paso.

Cuando abrieron las puertas del pabellón nos hicieron desfilar por los pasillos hasta el patio donde nos iban a "Atender"... todavía me acuerdo cómo me ardía la piel.

Todavía recuerdo esa imagen... la cantidad de cadáveres por el piso.

Ibas caminando por los pasillos y sentías como las ampollas se te reventaban.

A medida que fuimos saliendo al patio nos recibieron con garrotazos, nuevamente.

El incendio me agarró gran parte del cuerpo.

Al verme así, no tuvieron más alternativa que llevarme al hospital...

Estoy herido, estoy quemado.
Voy en camilla por el Salaberry.
Voy a tratar de hacer conducta aquí
Para rajar antes que mis pulmones.
Si va a pasar algo conmigo...
QUIERO QUE SEA EN LIBERTAD
ALLA AFUERA!!!!!
Y NADA MAS!!!
IRME Y NADA MAS!!!
Esto que cuento pasó así...
Ya nunca más voy a olvidarlos chicos... nunca!!!


Canción: Pabellón Séptimo (Relato de Horacio)
Artista: Indio Solari y los fundamentalistas del aire acondicionado
Se conoce como «masacre en el pabellón séptimo», masacre de la cárcel de Villa Devoto, o «motín de los colchones» a los acontecimientos ocurridos el 14 de marzo de 1978 en el pabellón número 7 de la Unidad 2 de Devoto, de la ciudad de Buenos Aires Argentina, durante la última dictadura cívico-militar, autoproclamada como el Proceso de Reorganización Nacional.
Al menos 65 personas (64, según la versión oficial) murieron asfixiadas, quemadas o baleadas, por efectivos del Servicio Penitenciario Federal, aunque investigadores sostienen que fueron 74 y un sobreviviente afirma que fueron más de 100. Durante el episodio, el servicio penitenciario impidió el ingreso de los bomberos que llegaron al edificio para sofocar el incendio, argumentando que la situación ya había sido normalizada. No hubo ningún registro de víctimas fatales entre el personal del Servicio Penitenciario Federal; sólo cinco heridos leves.
Los únicos imputados fueron los propios presos sobrevivientes; y las muertes quedaron impunes, de la misma manera que otros episodios de torturas o asesinatos cometidos contra «presos comunes» durante la dictadura En 2014, la Cámara Federal Penal consideró que los hechos constituían crímenes de lesa humanidad y ordenó reabrir la investigación.