En el baldío

Me sentía abrumada y deprimida. Ya no quería saber nada de la existencia. Soy muy sensible cuando se trata de intentar seguir adelante. Me refugio en la ausencia de la luz. Soltar primera el golpe, tal vez, sería mejor pero no.

Detesto mirar atrás y sentir que no tengo nada, cuando tal vez no sea así.

Tengo a mí familia. A mí padre y mis hermanas. Pero me siento abandonada incluso cuando estoy con ellos.

Amigas, tengo amigas. Son de esas que sobran cuando una tiene y de las que faltan cuando una ha perdido.

Porque así fue, he perdido. Y no me puedo sobreponer.

No sabes cuánto te extraño mamá...

Hoy se cumple un año de tu partida.

No logro comprender cómo hace la gente para superar esas cosas. Se perfectamente que no seré ni la primera ni la última persona en perder a su madre. Mí amiga Shampoo paso por lo mismo y ahí está, llevando su vida con alegría nuevamente. ¿Cómo lo hace?.

Yo ya no entiendo nada. No entiendo la vida.

¿Cuánto cuesta vivir? ¿Y para qué? Si al fin y al cabo la vida no sirve para nada... nada sirve para nada y todos nos vamos al mismo lugar.

Pero hay algo que me susurra al oído -No lo hagas, no lo hagas-. Mí estúpido subconsciente.

Aunque también escucho voces como ecos alejados que me dicen -Es hora, hacelo-. Deben ser mis deseos de dejar está existencia...

¿A cuál tengo que obedecer?

Voy a dejarlo en manos de la suerte.

A cara o cruz... cómo la vida misma.

Si sale cara vuelvo a mí casa... Si sale cruz, lo hago.

La moneda gira en el aire y cae en el césped de este terreno descampado que estoy cruzando en esta calurosa noche de verano.

Todo estaba dicho.

Fui caminando hacia el puente que pasa por arriba del baldío.

Ese puente que debajo tiene las vías muertas del viejo ferrocarril que ya no pasaba por ahí desde que lo privatizaron.

Salté el alambrado y subí despacio las escaleras.

Llegué hasta arriba de todo. Se veía la ciudad, esa maldita ciudad.

Miré hacia abajo dispuesta a saltar al vacío, pero las voces seguían en mí cabeza.

-Hacelo!!!

-No saltes!!!

Se repetían constantemente.

Levanté mí pierna, luego la otra y quedé sujetada firmemente de la baranda.

Mil cosas pasaron por mí mente.

El recuerdo de mamá y de papá.

Mis hermanas, mis amigas.

Estaba segura de lo que estaba por hacer, pero había algo que me hacía sentir que era un error... más que algo, era alguien.

Miré el cielo estrellado y la luna llena y sin motivo alguno me largué a llorar.

Porque esta es la única solución que hay, estaba furiosa con Dios que no me ayudó cuando más lo necesitaba.

Malgaste mares y mares de plegarias para que ayudara a mamá y no lo hizo.

Pero en ese momento, él me demostró que estaba conmigo... de una o de otra forma.

En el cielo se vió un relámpago acompañando de un trueno ensordecedor.

Una onda expansiva violenta me dió de frente y fue ahí cuando lo ví con mis propios ojos.

Las garras de un terrible ser desplumaban un ángel del cielo.

Desde allí lo ví caer hacía el baldío... el baldío de los misterios.

Como pude volví a cruzar la baranda y bajé del puente.

Podía ver claramente al ángel cayendo con rostro de sufrimiento, totalmente abatido.

Salté nuevamente el alambrado y corrí desesperada hacía el.

En mí pecho sentí el ardor de una herida abierta.

Al llegar quedé diezmada, estaba el ángel ahí tirado... y en sus ojos habló la tristeza.

Tenía las alas rotas cubiertas de sangre, en su abdomen desnudo tenía abierta una herida profunda.

Caí de rodillas ante ese ángel de ojos azules y cabello negro trenzado.

-Akane (Me dijo con mucha dificultad y posando la palma de su mano en mí mejilla)... Sabía que no ibas a saltar.

Al tacto de su mano sentí un alivio gigante.

Fue extraño, pero era como si absolutamente todo lo malo hubiera desaparecido de repente.

Ese ser me transmitía paz.

Pero una sensación de terror también se advertía en el ambiente.

Descendiendo del cielo bajó un ser de las tinieblas riendo maleficamente.

-Ja ja ja... Te atrapé Ranma... no vas poder a escaparte de esta

Ranma: Taro!!!! MISERABLE SER!!!

Gritó el ángel con todas sus fuerzas ... ahora sabía su nombre.

Al tenerlo al lado es como si lo conociera de toda la vida.

No sé cómo decirlo, pero al verlo agonizar sentí un vacío a mis espaldas y sentí que me estaba quedando sola.

Pobre ángel.

Las espinas del cardo santo lo abrazaron en su caída y entre sahumerios de basura se estaba muriendo.

-Ranma... (Le dije llorando)

Ranma: Akane... Perdóname... pero deberás seguir sin mí por ahora.

El demonio maldito se acercó unos pasos y le piso la herida.

Taro: Voy a disfrutar mucho este momento!!!!

Le dijo.

Akane: ALEJATE DE EL!!! DEJALO EN PAZ!!!

Le grité con furia e intentando golpearlo, pero fue en vano.

Rápidamente me tomo del brazo y me lo torció.

Caí de rodillas al piso y me sujetó del cuello.

Acercó su cara a la mía, su olor era nauseabundo, y me lamió la mejilla de forma muy asquerosa mientras que al mismo tiempo me tenía agarrada muy fuertemente de mí pelo corto.

Taro: MIRALO!!!!

Me gritó al oído.

Taro: Ja ja ja ja se está muriendo.

No paraban de brotar lágrimas de mis ojos.

-No!!! NOOOOOOOO!!!

Grité sin aceptar lo que me decía.

Ese ángel estaba agonizando frente a mis ojos rodeado de ratas que comenzaban a morderle la carne.

Akane: Ranma...

Intenté hablarle abrumada por el llanto.

Pero me dijo

Ranma: Akane!!! No me mires así... Dios me hizo para caer y no sientas pena por mí porque logré mí cometido...

Akane: Cuál cometido?

Ranma: Evité que ese maldito te hiciera saltar del puente... no estés triste Akane...

No podía mover ningún músculo. Y ese demonio que se regocijaba en su maldad.

Taro: Te das cuenta Akane? ES EL ÁNGEL QUE TE CUIDA EL QUE VES CAÍDO!!!! LO TENGO A MI MERCED!!!!!

Mí ángel de la guarda...

Mí salvador...

Mí protector...

Taro: El ángel que te cuida se está muriendo acá!!!!

Dijo el demonio y me soltó con violencia.

Quedé frente a Ranma...

Yo sostenía su mano mientras él gemia de dolor.

Y ese maldito demonio bailaba alrededor del ángel moribundo azotándolo con un látigo.

La ira me atacó. Intenté detener a ese ser oscuro como pude, tirándole botellas, piedras, hasta con un palo... pero era inútil.

No había forma de detenerlo.

Taro: No comprendes verdad, Akane? Ahora puedo tomar tu alma podrida desde la tumba. Dios lo sabe, tu espíritu no puede ser salvado... Te lo saqué... tu ángel guardián, el que te protegía... ya no estará contigo... preparate porque dentro de poco nos vamos a ver devuelta.

Dijo eso y desapareció entre las sombras.

Y yo ahí, de rodillas tomando la mano de mí ángel agonizante.

Lo miré a los ojos y le acaricié el rostro.

Akane: Qué voy a hacer ahora que ya no te tengo?

Le pregunté.

Ranma: Nunca vas a estar sola... Akane. Ya te lo dije... Dios me ha hecho para caer... y no sientas pena por mí. Es el deber que me encomiendo mí creador... No renuncies a tu vida... Akane Tendo...

Su respiración disminuía, sus párpados le pesaban.

Cerró los ojos y exhaló su último suspiro.

Allí quedó el cuerpo de aquel ser que me cuidó toda mí vida.

Fui separando mí mano de la de él que ya no se movía, me levanté del suelo y me sequé las lágrimas.

Lentamente comencé a caminar dejando atrás aquel baldío.

Caminé unas cuadras de regreso a mí casa y me senté unos instantes en el cordón de la vereda intentando asimilar lo que me había pasado.

En el muro de la fábrica abandonada que tenía en frente se leía una frase pintada con aerosol negro... "Tal vez vivir cueste el pecado".

Carajo... cuánta razón había en esas palabras.

Mí furia con Dios por haberse llevado a mí madre era mucha... pero esta noche comprendo que no fue su voluntad, como tampoco era su voluntad llevarme hoy.

Me levanté y decidí volver a mí hogar...

Una brisa fresca acariciaba mí pelo.

Vagando errante por el aire caía una pluma blanca... pluma que se chocó contra mi pecho.

La tomé entre mis dedos con sutileza y al observarla lo comprendí... Ya no estaba sola está vez... Dios me envió otro guardián.

Quizá sea su forma de darme una segunda oportunidad para hacer las paces con el.

En ese baldío de los misterios sentí la paz más grande y el tormento más furioso... sentí el amor y el odio... sentí el dolor y el placer... todo al mismo tiempo.

Jamás olvidaré esos ojos tristes que me hablaban...

Mí mamá siempre me decía que vivir solo cuesta vida... y cuánta razón tenía... aunque tal ves vivir cueste el pecado.

Y si todo lo he soñado... no vive en realidad.


Personajes pertenecientes a la gran Rumiko

Canción: En el baldío

Conjunto: La renga

Un temazo pedazo de la vida.

Quien no sintió que su ángel lo abandonaba?

Vayan a escucharlo porque es excelente!!!!