-Feliz cumpleaños, hijo!-lo saludó a través del celular alegremente su madre, apenas pasadas las 12 medianoche.
-Gracias, mamá-respondió a regañadientes. No había nada menos importante para él que otro tonto cumpleaños.
-Oh, Ranma querido, tu padre iba a felicitarte también pero se ha quedado dormido, ya sabes cómo es de holgazán.
-Está bien, mamá, no hay problema-añadio con cansancio.
-Vendrás a cenar a casa o festejarás tu cumpleaños esta vez con una hermosa jovencita?
Sí, ahí estaba otra vez la permanente inquietud materna de Nodoka Saotome.
-Cariño, sigues ahí?- insistió la mujer ante la ausencia de respuesta de su hijo.
-Discúlpame mamá, es que estoy cansado y debo levantarme temprano-respondió apretando el puente de su naríz para intentar calmar su molestia
-Cariño, sabes que siempre eres bienvenido. Ay, pero en verdad me gustaría saber que estás con una chica este año.
-Mamá...
-Eres mi único hijo, Ranma, estoy loca por ser abuela!-exclamó sin poder contenerse Nodoka
-De acuerdo. Hablaremos de eso en la cena. Te quiero, mamá.
Sin esperar respuesta y aún sabiendo lo grosero que estaba siendo con su madre colgó la llamada y dejó sin ganas el teléfono sobre la cama.
Luego se quitó la camisa azul, el pantalón y los lentes claros, quedando solo con los negros bóxers frente al espejo. El ejercicio diario había dejado su huella en su tonificado cuerpo definitivamente.
-Supongo que mamá tiene razón, debería invitar a alguien esta noche.-se dijo a sí mismo admirando su reflejo. La única falla en su cuerpo era una fea cicatriz que le surcaba el abdomen, recuerdo de un accidente de juventud.
Tras la breve apreciación se dio un refrescante baño y se metió bajo las sábanas a dormir.
Al diablo todo, no saldría con nadie ese día y ya por último tampoco iría a casa de sus padres.
No es que no quisiera verlos pero realmente no soportaba las "indirectas" de su madre y los comentarios cizañosos de su padre
Se quedaría haciendo ejercicio y después a dormir.
Él no estaba para citas. No sabía nada de citas y no recordaba hace cuanto había sido su última cita pero era un hecho que había sido un completo desastre del cual no podía sino culpar a sus entrometidos padres.
Se dio la vuelta y tiró la almohada extra al suelo. No le gustaba tener tanta cosa alrededor suyo. Más bien, no le gustaba ver aquella pieza que le recordaba su soledad.
Era mejor así. Un ocupante, una almohada. Y se acabó.
El sueño lo pilló otra vez mirando las formas que se dibujaban en el techo de su apartamento y tan pronto como un parpadeo la noche había terminado, dando paso a un nuevo día.
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-Ranma, escuché que hoy es tu cumpleaños!-gritó agitando su mano a modo de saludo al verlo llegar aquella chica de recepción.
Él asintió sin prestar mayor atención al pasar frente a ella y apretó varias veces el botón del ascensor, como si con eso pudiera hacer que aquel aparejo se diera prisa.
La mujer, muy bonita y de largo cabello purpura, se alejó de su lugar de trabajo y fue a su lado para insistir con el tema.
-Cómo lo festejarás?-preguntó tomándolo del brazo-Deberíamos ir por un trago juntos?-insistió ella.
-Te lo agradezco pero ya tengo planes...- Cómo diablos se llamaba esa mujer? Tenía un jodido nombre imposible de recordar para él.
-Xi'an-pu-lo ayudó a terminar la frase con una sonrisa falsa en los labios femeninos.
-Claro, Xi'an-pu-se apuró a responder al tiempo que el ascensor, por fin, llegaba a salvarlo del incómodo momento.-Nos vemos-se despidió apresurado y marcó el piso 12 sin mirar nuevamente a la extranjera.
-Saotome!-escuchó decir a coro a sus compañeros de redacción tan pronto como llegó al piso doce - felices treinta y tantos!
-Gracias, chicos-intentó responder lo más animado que pudo al recibir el pequeño dulce con una cerilla a punto de apagarse. Qué demonios se suponía que era eso, un muffin, una magdalena?
-No teníamos presupuesto para nada y esto fue lo mejor que pudimos traer para festejar.
-Está bien, no soy un crio-sonrió por cortesía
-Los hizo una amiga de mi novia-intervino otro de sus compañeros-Bueno, los a hecho porque mañana es su cumpleaños y ya sabes, le ha dado ahora por la repostería.
-Ya veo-respondió dejando el feo dulce junto a su laptop con la cerilla ya consumida.
-Hombre, sé que no se ve bien, pero el sabor es realmente bueno-se defendió el amigo de aquella repostera sin talento
-Entiendo, lo probaré en un rato.
-Te conozco y sé que lo tirarás a la basura en cuanto puedas-insistió el hombre
Él respiró profundamente y con tal de dar por terminada la conversación se llevó el dulce a la boca y le dio una mordida.
No estaba mal. En realidad el sabor era bastante único. Otra cosa era la presentación del pobre dulce.
-Dale las gracias a tu amiga-dijo terminando el dulce bocadillo y su compañero sonrió con orgullo- aunque dile que siga intentando con la forma y que de sabor es suficientemente bueno como para venderlos.
-Estas loco Saotome, si le digo eso a ella me matará...y luego vendrá por ti-sentenció el hombre
-Déjalo, Saotome tiene el tacto de un cactus cuando se trata de mujeres.-intervino el otro hombre
-Y supongo que por eso sigue soltero-murmuró el primero
-Suficiente, volvamos al trabajo-indicó antes de que la conversación se tornara en una digna de sus padres.
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Dejó su celular en la mesa y fue directo a la cocina. Una botella de jugo de naranja lo miró desde el fondo de la vacía refrigeradora. Dos huevos, algo de pan y no estaba muy seguro de lo que había en un recipiente dejado por su madre unos días atrás eran todo lo que lo acompañaba.
-Demonios-se quejó impaciente. El hambre que tenía no era una broma.
Sin más opciones tomó sus llaves y salió nuevamente, está vez con rumbo al supermercado más cercano a su edificio.
Caminó distraído en sus propios pensamientos hasta que llegó al lugar donde podría comprar algo con lo que preparar una cena medianamente decente.
Definitivamente no iría ese día con sus padres.
No estaba de humor y además aún le quedaba una pila de información que coordinar.
Empujó la puerta de cristal y la mantuvo abierta mientras una anciana salía. La mujer cuyos cabellos habían sedido al tinte de los años le sonrió en agradecimiento y siguió su camino cargando una pequeña bolsa con frutas.
Una distraída mujer de cabello corto apareció enseguida en su ángulo de visión al doblar en la esquina.
Usando un vestido negro con flores blancas y botas oscuras parecía venir hacia él a paso lento mientras escuchaba alguna melodía en sus grandes y amarillos audífonos y tamborileaba el ritmo con sus dedos golpeando sobre su abdomen plano.
-Buenas tardes-dijo sonriendo al pasar frente a él, que aún sostenía la puerta del local.
-Buenas tardes-contestó como pudo y luego la vio perderse entre la multitud de la ciudad.
-Muchacho, irás tras de ella o vas a quedarte mirando a la chica nada más?-el gordo y viejo vendedor del supermercado lo cuestionó desde la caja casi como un reproche.
-No es asunto tuyo, Tomoda.-le contestó al hombre y con la sensación más extraña en el pecho entró finalmente y se dispuso a buscar los ingredientes de su cena.
Tomó hongos y vegetales frescos además de pasta y salsa, ese sería el plato de la noche. Pasó por el pasillo donde los chocolates lo miraban con coquetería y elegío algunos de sus favoritos. Luego se detuvo frente a los vinos y tomó la botella con el nombre más difícil que encontró. Nada sabía de eso y poco le importaba.
Deambuló un poco más por el vacío supermercado y como último objeto de su compra tomó del freezer un helado.
La campañilla de la entrada resonó al abrirse la puerta de cristal.
-Buenas tardes-escuchó saludar a la femenina voz que de inmediato reconoció.
-Buenas, jovencita-contestó el viejo Tomoda
Él se acercó a la caja con la canasta de la compra en una mano y olvidándose de ocultar el helado que tanta vergüenza le daba comprar. Era una tontería, pero uno de sus mayores miedos era ser juzgado por su gusto a los dulces.
-Hola-saludó la mujer al notar su presencia y una sonrisa se dibujo en sus labios al verlo abrazado al pote de helado. Después se concentró en preguntar al vendedor por una lista de ingredientes, utensilios y cosas que él no tenía ni idea de para que servían.
-Tercer pasillo-resolvió el anciano, la chica agradeció y se desapareció entre los anaqueles.
Dudando, empezó a pasar las compras. De vez en vez daba una mirada a la cámara de seguridad del tercer pasillo y la veía concentrada tomando alguna cosa.
-Es linda, no?. Si yo tuviera unos 50 años menos-suspiró el viejo.
Ranma lo miró con molestia. Él tenía esos 50 años menos, pero no se atrevería a acercarse a ella.
-La vida se va en un segundo, muchacho. Un día eres joven y apuesto-dijo señalándolo a él-y al siguiente eres un viejo sin oportunidades como yo.
Nota de la autora:
Hola, debería estar editando los otros fics pero me han ganado las ganas de escribir algo en conmemoración del cumpleaños de Ranma y Akane (tarde, lo sé).
En teoría es un One-shot, pero ya se estaba quedando muy largo así que lo dividí en partes.
Estaba escuchando música, La cita y Tú, de Jeremías; un cantante venezolano que escuchaba en mi juventud y al que amo con todo mi corazón y puff me llegó la inspiración
