Disclaimer
Ranma 1/2 y todos sus personajes son propiedad de Rumiko Takahashi, así como todos los personajes de XXXHolic son propiedad de CLAMP, los personajes en esta obra son usados simplemente para entretenimiento y sin ningún fin de lucro
Capítulo 1
Debía admitir que la habitación tenía un aire algo misterioso, pero en su vida había visto ya tantas cosas que no le resultaba del todo extraño, sobre todo con los artilugios que poseía Happosai, nadie sabía en realidad de quién los había robado, así que cada cosa que tenía era un completo misterio. Sin embargo, lo que sentía en aquel lugar era por completo distinto, mientras que los hechizos y amuletos que poseía Happosai muchas veces se podía sentir la maldad en ellos, en aquella habitación había misterio y, por extraño que sonara, parecía algo mágico, absurdo, pero era la única palabra que se le ocurría por el momento para describirlo.
Las dos niñas corrieron pronto al lado de aquel sujeto que descansaba cómodamente en lo que parecía un sillón, cuando las dos estuvieron lo suficientemente cerca, él les acarició la cabeza en una forma un tanto paternal, no fue realmente consciente del pensamiento que se filtró en su cabeza, el cual se preguntaba si alguna vez su padre había hecho algún gesto de ese tipo con él, la verdad no lo podía recordar, suponía que su madre sí, pero tampoco lo recordaba.
- Un cliente ha llegado – volvieron a canturrear las dos pequeñas
- Gracias Maru, gracias Moro
El chico de lentes se levantó lentamente de su lugar, sin ninguna prisa aparente, cuando estuvo de pie, Ranma pudo notar que su ropaje era de características chinas, el estilo no le era extraño, él mismo había usado algunos, sin embargo, en definitiva, aquellas ropas eran mucho más elegantes de lo que jamás él llegaría a usar, tanto por el costo, como por el hecho de que no eran muy funcionales en la pelea, ya lo había comprobado alguna ocasión.
El joven se acercó lentamente a él, el ojiazul calculaba que tendrían más o menos la misma edad, sin embargo, su mirada, podía distinguirla bastante bien, estaba llena de pesar, dolor, tristeza y experiencia, demasiada se atrevería a pensar, no comprendía cómo alguien tan joven pudiera tener una mirada tan cargada de años y ser sin embargo tan joven. Casi sintió lástima por él.
- Bienvenido – saludó el joven
- Ah, disculpa – Respondió un poco aturdido al saberse atrapado dentro de sus pensamientos – yo, verás, estaba ahí afuera y creo debo una disculpa, venía un poco molesto y no me fijé bien y golpee tu cerca y la rompí un poco, no tengo dinero para repararla y no poseo nada que pueda cambiar por dinero para dártelo y repararla, pero creí que al menos debía disculparme por los inconvenientes que puedan haber ocasionado mi acción – Se excusó lo mejor que pudo
- No te preocupes – le tranquilizó
Cuando estuvo justo en frente de él, Ranma pudo notar que el joven era ligeramente más alto que él, cosa que a la distancia no se notaba, y que sus ojos eran de distinto color, nunca había visto una persona así antes, por lo cual le causaba mucha curiosidad su mirada.
- Si gustas acompañarme, te atenderé de este lado. Maru, Moro, traigan un poco de té para nuestro cliente
- No soy un cliente, solamente quería disculparme por lo de la cerca, y como ya lo hice, mejor me voy
- Sabes, entrar a este lugar, nunca es una coincidencia – dijo con una voz calmada y siguió su camino
No supo exactamente el porqué, pero sus piernas comenzaron a caminar tras aquel chico, siguiéndolo por el lugar, hasta que llegaron a una habitación que contenía apenas una mesa y un par de sillas, en una de las cuales, el dueño del lugar se sentó, acto que él imitó por puro instinto. En cuanto ambos estuvieron sentados, aquellas dos misteriosas niñas aparecieron con un té cada una, los cuales fueron depositados en el centro de la mesa para su disposición.
- Y bien, dime, ¿En qué puedo ayudarte?
Ranma parpadeó un par de veces como si saliera de algún trance
- Ya te lo dije, yo no soy ningún cliente, sólo vine a disculparme, yo no tengo nada de dinero para comprar ninguna cosa que estés vendiendo
- En esta tienda no se requiere dinero – explicó
El ojiazul debía admitir que se asustó, ya tenía suficientes problemas en su vida como para comprometerse en alguna otra cosa loca y que ahora fuera por su propia voluntad. Por alguna extraña razón se imaginó a él mismo, en su forma femenina, vestido de conejita y atendiendo a hombres ricos y gordos con mentes perturbadas en ese lugar.
- Tampoco ese ese tipo de lugares – dijo un poco divertido
El pelinegro se preguntó si acaso aquel sujeto podía leer las mentes, no le sorprendería, había visto tantas cosas en su vida que realmente eso no estaría tan fuera de lugar.
- No puedo leer mentes – aclaró – Tu rostro es demasiado sincero, eres fácil de leer – Le explicó.
- Si este lugar no es lo que imagino, entonces ¿Qué tipo de lugar es este?
- Es una tienda – dijo como si eso lo explicara todo, aunque la cara de confusión del otro daba a denotar que aquellas palabras dichas no aclaraban nada – Esta es una tienda muy especial, en la cual, se pueden hacer realidad los deseos – explicó
- ¡Cumple deseos! – dijeron alegremente Maru y Moro
- Una tienda que… ¿Cumple deseos?
- Así es
El silencio reinó el lugar solamente interrumpido por el ligero tic tac de algún reloj a lo lejos. Ranma miraba a los ojos al chico, como si le hubiera salido una segunda cabeza. Había escuchado muchas cosas raras y locas, los hechizos y artilugios de Happosai y Cologne encabezaban la lista, inclusive él mismo era una de ellas, es decir, ¿Quién había escuchado que un chico se podía convertir en chica? Si eso no era raro no sabía que lo era. Pero aquello que el otro le acababa de decir, era la cereza del pastel ¿Una tienda que concedía deseos? La imagen de un genio en la botella se hizo presente en su cabeza.
- Ok, entiendo, debes ser uno de esos vendedores de hechizos chinos a los que la vieja y Shampoo suelen comprarles y que, obviamente, ninguno sirve o si llegan a funcionar siempre sale todo mal – Se burló
- Te equivocas – contestó con calma – Verás, en esta tienda podemos cumplir cualquier deseo, sin embargo, en compensación o como pago del mismo, tendrás que pagar con algo del mismo valor, no más no menos.
Ranma quiso burlarse, el tipo estaba llevando demasiado lejos todo aquel espectáculo, pero algo en su mirada no le permitía hacerlo.
- ¿Ah sí? – Quiso probar – Si te pido ser millonario…
- Podría concederse, pero tendrías que pagar algo de igual valor
- ¿Cómo por ejemplo?
- Tus habilidades como artista marcial – contestó seguro
El ojiazul alzó una ceja en señal de confusión, no creía que fuera de igual valor cambiar sus habilidades por dinero, él se había esforzado mucho a lo largo de toda su vida para poder llegar al nivel que tenía actualmente. Su cara hizo un mohín de disgusto.
- No lo considero igualitario – se quejó
- ¿Porqué?
- He entrenado toda mi vida para lograr lo que soy ahora, y ¿cambiarlo solamente por dinero?
- Y ¿Qué te hace pensar que, quien se convirtió en millonario, no ha trabajado toda su vida para conseguir su estatus actual? ¿Consideras que tu esfuerzo para convertirte en un artista marcial de tu clase es menor que aquél que se ha esforzado por conseguir dinero? El esfuerzo, dedicación y empeño son iguales, aunque fueron para objetivos distintos.
No muy convencido, el pelinegro aceptó que tenía algo de razón en sus palabras.
- Tu tienes una maldición encima de ti, una muy especial ¿Quisieras deshacerte de ella? – Preguntó entrelazando las manos y apoyando su mentón en ellas
Ranma lo miró directo a los ojos asombrado, no entendía como había podido saber de su maldición, porque estaba seguro que nunca antes lo había visto en su vida.
- Acaso tu… ¿Tienes la nannichuan?
- No propiamente, pero si tu deseo es deshacerte de esa maldición, yo podría concederlo
- ¿De verdad…podrías deshacer mi maldición?
- Si él dice que puede hacerlo… – dijo Maru
- Puede hacerlo – completó Moro
- Dime, ¿ese es tu deseo?
El ojiazul se lo pensó detenidamente, ese sin duda era su más profundo deseo, al fin poder ser un hombre completo, dejar atrás aquella maldición que le había traído tantas desgracias en tan poco tiempo, se preguntó cuál tendría que ser el pago a cambio de aquél deseo, porque era obvio que poder ser un hombre otra vez debía tener un precio muy alto. Maldijo su suerte, no estaba seguro si estaría dispuesto a pagar un precio como ese para poder romper su maldición porque ¿Qué tal y si también ese deseo debía pagarlo con sus habilidades marciales? La idea le aterró.
El coraje volvió a él, el pago debería darlo su padre, él ya había pagado mucho toda su vida por cosas que no eran suyas, si de verdad esa tienda se basaba en el pago justo, entonces él ya había pagado por adelantado muchas veces. Sus manos se cerraron en fuertes puños intentando contener la furia dentro de él. Cegado por el odio, una idea se le cruzó por la mente
- No – dijo con voz firme – Si en verdad puedes conceder deseos, entonces desearía que no existiera mi padre – sentenció
Los dos chicos se miraron fijamente por espacio de un minuto, el corazón de Ranma latía rápidamente en expectativa de la respuesta y sus manos temblaban ligeramente en señal de ansiedad. De pronto, el chico suspiró lentamente
- Ese deseo… No te lo puedo conceder – dijo finalmente
- Sabía que era pura habladuría lo que decías – dijo mientras intentaba levantarse de su lugar
- Te equivocas, puedo concederte el deseo, pero no quiero hacerlo – las palabras dichas hicieron que el ojiazul se sentara nuevamente – Una vida es algo muy pesado, que sólo puede ser pagado con otra vida, nunca me arriesgaría a cobrarme con algo tan pesado
- ¿Pesado? – preguntó curioso
- Tan pesado que podría llegar a aplastarte. Cobrarse con una vida conlleva muchos riesgos, y para mí, eso no vale la pena. Además, no solamente sería la vida de tu padre, sería también la tuya, y la de tu futura descendencia, entonces lo que se supondría sería sólo una vida se vuelve exponencial.
El pelinegro analizó las palabras dichas, si lo pensaba detenidamente, tenía razón, al no existir su padre, él tampoco llegaría a existir. Por otro lado, podría desear que su padre dejara de existir desde ese momento, pero ya había dicho el otro que no cobraría una vida, así que supuso que ese deseo tampoco sería concedido, sin contar que no remediaría para nada su situación actual. Suspiró derrotado, al parecer estaba atrapado con el remedo de padre que le había tocado, tal vez si debería mejor desear el nannichuan y retirarse de ahí, ya podría después ver qué hacer con tantos problemas. Si tan solo su padre no fuera como era, tal vez todo aquello nunca le habría pasado. De pronto una idea se le ocurrió
- Y si… - comenzó dubitativo - ¿Y si mi deseo fuera, que mi padre no fuera quién es?
- ¿Te refieres a que quisieras otro padre? Sería el mismo caso, tu existencia estaría en riesgo, tu eres el fruto de tus dos padres
- No, no me refiero a eso… me refiero… ¿Si mi padre no tuviera esa forma de ser? – Miró directamente a los ojos del otro – Mi padre, ha abusado de mi toda mi vida, siempre excusándose que con eso me haría un guerrero más fuerte y prometiéndole a mi madre que sería más varonil, pero eso sólo lo ha hecho para satisfacerse a él mismo, si bien me ha llevado a varios lugares y me he convertido en un excelente peleador, muchas de las veces me ha usado para conseguir comida, una cama o algo pero exclusivamente para él, sinceramente ya estoy cansado de eso, no soporto que me siga intercambiando contra mi voluntad, no soy un objeto, soy una persona y peor aún, soy su hijo, un padre debería estar ahí para proteger y cuidar a su familia no para hacerle la vida más difícil sólo para beneficio personal
- Ese deseo…Te lo puedo conceder – dijo con una sonrisa después de unos momentos de silencio – Si realmente es lo que deseas, puede ser concedido
- Espera – interrumpió - ¿Cuál sería el precio?
- Recuerda que el pago siempre es igual al deseo pedido, no más no menos, el precio se determina al momento que pides tú deseo.
Ranma se lo pensó un momento, su vida entera cambiaría con ese deseo y, si bien era lo que quería, le causaba un poco de incomodidad el hecho de pensar que tal vez, el pago fuera que no sería el mismo guerrero que era en la actualidad, sin embargo, si entrenaba fuerte, sin la ayuda de su padre, podría llegar a conseguir el mismo nivel que tenía ahora. Si lo consideraba, no era un precio tan elevado si con ello sus tristezas y traumas desaparecían y, de cualquier forma, las conexiones y relaciones que tenía ahorita no eran tan importantes.
- De acuerdo
- Muy bien, entonces así será – dijo al tiempo que se levantaba de su lugar
- ¿Cómo? ¿Así nada más?
- Si. Ve a tu actual hogar, descansa, tu deseo se concederá. Maru, Moro, acompáñenlo por favor
El ojiazul debía admitir que se sentía un tanto estafado, si bien no esperaba un espectáculo como un show de magia, si esperaba tal vez alguno de esos polvos que siempre le mostraba la china, o quizás una poción o mínimo un espejo o vasija mágica, el que simplemente le hubiera dicho "adiós" le había descolocado, pero, por otro lado, si todo aquello era un fraude, al menos no había tenido que desembolsar un solo yen.
Las dos pequeñas le acompañaron por el mismo camino que había tomado para llegar hasta donde habían estado tomando el te hasta alcanzar la puerta de entrada y, cuando estuvo ahí, le despidieron con la mano de una forma tan tranquila, que él no pudo evitar imitar el gesto.
Cuando salió de aquella propiedad, extrañamente se sentía más tranquilo, tal vez el simplemente pensar por un momento que su miserable vida podía cambiar le permitió relajarse y dejar ir toda la ira que había estado acumulando. Rio por lo bajo al pensar que tal vez ese era el pago que tenía que dar a cambio de su deseo lo cual si lo pensaba no estaba tan mal. Pero pronto se desengañó, sabía que todo había sido un fraude, siempre lo eran.
Para cuando llegó a la residencia de los Tendou ya todo estaba a oscuras, sólo podía escucharse el ligero tic tac del reloj, pensó detenidamente en si debía entrar o simplemente pasar la noche en el tejado, pero la noche estaba algo fresca y él no llevaba ningún sweater, además no entendía el porqué sólo por las tonterías de su padre debía privarse, una vez más, de tener una noche tranquila, confortable y cálida bajo un techo, así que, decidiéndose, entró por la ventana de su habitación y, haciendo uso de todo su autocontrol para no golpearlo hasta cansarse, se metió en su futón dispuesto a dormir.
A pesar de que tenía sueño y se sentía cansado, los eventos recientes le mantenían en vela, no entendía bien que había sido todo lo de esa tienda, sabía bien que todo era una estafa, pero no podía quitarse la sensación de que algo raro había dentro de la misma, aunque no vio nada fuera de lugar. Se acomodó un poco para poder conciliar mejor el sueño y dejar, por fin, todo pensamiento atrás. No supo exactamente cuándo se quedó dormido.
El suave trinar de los pájaros comenzó a despertar cada uno de sus sentidos, se sentía agotado, más que nunca en su entera vida, lo atribuyó a la descarga emocional del día anterior. Se removió un poco entre las sábanas dispuesto a descansar un poco más, aunque eso implicara el enojo de Akane y que se quedara sin desayuno, otra vez, por culpa de su padre, ese día no quería preocuparse por nada, al menos por cinco minutos.
Respiró hondamente, notando el suave aroma de la tierra, pensó que Kasumi quizás estaba barriendo temprano y por eso el olor, giró al otro lado queriendo obligar a su cuerpo a volver a dormir, pero cuando lo hizo, notó que su futón era más suave que de costumbre, acostumbrado a los malos tratos, imaginó que tal vez su padre o Happosai habían hecho algo nuevamente para molestarle así que, con pesar, se incorporó para saber qué habían hecho.
Grande fue su sorpresa al notar que, donde estaba dormido, no era su viejo y maltrecho futón, sino en una suave y mullida cama. Miró a su alrededor desconociendo el lugar por completo, el lugar parecía más bien la habitación de la peliazul, pero era más que obvio que no era de ella, la conocía demasiado bien como para saberlo. Un poco asustado, se levantó dispuesto a investigar dónde estaba.
Pensó que tal vez Kodachi lo había secuestrado nuevamente, o quizás Shampoo, no sospechaba tanto de Ukyo, ella no era de ese estilo. Al abrir la puerta, notó un pequeño pasillo el cual siguió hasta dar con un recibidor, en definitiva, no estaba en la casa de los Tendou. El sonido de la escoba barriendo se hizo más fuerte, quien quiera que fuera estaba justo afuera. Dispuesto a saber dónde se encontraba y quién demonios le había secuestrado, abrió la puerta de golpe. El sol le cegó por unos instantes hasta que su vista se acostumbró a la luz y, cuando lo hizo, sus ojos no podían dar crédito a lo que veía.
- Hola cariño – saludó la suave voz
- ¿Mamá?
Notas del autor
Gracias por haber llegado hasta aquí, espero que te haya gustado este capítulo, ya sabes que agradezco demasiado que leas este fanfic ya que sin ti nunca tendría vida.
También muchas gracias si te molestaste en dejar un review, me animan a poder seguir poniendole empeño a lo que escribo. Diganme qué tal les ha parecido este capítulo en un review, me encantaría saberlo.
