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Advertencias del capítulo: (Sexo explícito y lenguaje obsceno)
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Disclaimer: Ranma y sus personajes NO me pertenecen.
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Nota: Esta historia es completa y absolutamente MÍA, y no es permitido tomarla sin mi autorización.
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SOMEONE LIKE YOU
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SINGLE CHAPTHER
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19 años...
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—Akane, creo en serio que debes dejar eso — las duras palabras fueron seguidas de un movimiento veloz.
La chica parpadeó, sin comprender muy bien a través de su pensamiento, nublado por el alcohol, la razón por la que la botella que se empinaba vigorosamente por la boca, había desaparecido de sus manos.
Se apoyó en la isla central dentro de la cocina del idiota que había ofrecido su casa para una fiesta, y miró con los ojos enrolados, los familiares –y odiosamente sensuales– orbes azules de Ranma.
Bufó, mientras intentaba arrebatarle la botella, pero el chico fue más listo y la alzó por sobre el cuerpo, extendiendo el brazo hacia el techo y dejando su objetivo fuera de su alcance.
—Dámela Ranma — ella se puso de puntillas, intentando alcanzarla tontamente.
El moreno negó y fijó una mirada fría en sus ojos.
—No puedo creer que tomes por algo así.
—No tiene que importarte ¡Y no eres nadie para decirme que debo o no hacer! — le aclaró con rapidez e irritación.
—¡Soy tu mejor amigo! — Ranma sonó claramente ofendido.
—¿Y eso que? No te da derecho a evitar que me emborrache si quiero hacerlo — apoyó su dedo en el amplio –trabajado y malditamente sensual– torso masculino, y lo dejó caer un par de veces justo en el mismo lugar, con la fuerza suficiente, como para que Ranma se quejara.
—¡Por Dios Akane! No empieces a actuar como una estúpida — se apartó y dejó la botella sobre una de las encimeras de madera que colgaban en el aire, Akane le miró con odio.
—No lo hago, pero quiero emborracharme por primera vez ¿Por qué eso debe ser un problema? ¡Tengo 19 años!
—Es la razón por la que lo haces el problema. Que el idiota de Ren te terminara, debería ser motivo de celebración. Estoy convencido que estás mejor sin él, era un tipo de lo más ridículo — se cruzó de brazos.
—Eso es lo peor que podrías decir — gimió abatida.
—¿Por qué? — Ranma frunció el ceño.
—Porque un tipo así terminó conmigo — bajó la mirada.
—¿Y eso que?
—Nunca entiendes nada ¿cierto? – preguntó agresivamente.
—Puedes explicarme ¿sabes?
—Justo ahora no quiero. Solo tengo la imperiosa necesidad de tomar.
—No lo harás mientras este aquí ¿Cómo es eso de que es peor que el tipo sea un idiota?
—¡Porque un idiota terminó conmigo! ¿Cómo no lo ves?
—Creí que estabas muy por encima de esas tonterías — el chico rodó los ojos.
—Lo estaba — negó —. Lo estoy, hasta que el imbécil me llamó frígida.
Su lengua estaba muy suelta por el alcohol y en cuanto escaparon las palabras de su boca, supo que no debió haberlas soltado. Notó la tensión que se apoderaba del cuerpo masculino y se acercó a Ranma rápidamente, cuando le observó dar un paso al frente.
—Lo voy a matar.
—No, no lo harás – apoyó las manos en su pecho y lo obligó a recostarse nuevamente en la pared en la que estaba antes.
—Suficiente es con que hubieras aceptado salir con él cuando le aclaré que estabas en contra de las reglas, pero que haya tenido las pelotas de llamarte "frígida" es…
—Bueno, esperaba que me acostara con él, pero como nunca lo hice, me… Un momento — levantó la mirada, Ranma la observó igual de sorprendido.
—¿Nunca te acostaste con él?
—¿Soy contra las reglas?
Las palabras escaparon justo al mismo tiempo de sus bocas, con evidente sorpresa y con la rapidez suficiente como para que el otro apenas pudiera procesar lo que había escuchado y dicho, apenas en un segundo.
—Repite lo que dijiste — le urgió Ranma.
—No, repitelo tú — Akane negó.
—No, yo hable primero.
—Hablamos al mismo tiempo idiota – rodó los ojos.
—Eso no importa, dijiste que nunca te habías acostado con ese idiota.
—¿Y eso que?… dijiste que estoy contra las reglas ¿Cuáles reglas? — una expresión de confusión cruzó su tez — ¿Tienen reglas?
—¿No te acostaste con ese idiota Akane? ¿Es verdad eso?
La chica sabía que Ranma jamás daría su brazo a torcer. Era el tipo más testarudo que jamás había conocido.
—No me acosté con ese idiota ¿contento? — sus mejillas ardían profundamente —. Ahora explícame eso de…
—Hoy si lo mato — la mirada de Ranma se encendió en furia.
—Espera…
—Me dijo que se metió en tu cama a las dos semanas que empezaron a salir juntos. Prácticamente se jactó de que lo hacían como conejos.
—¿Cómo? — la morena jadeó sorprendida.
—Si, no te estoy mintiendo.
—Es un idiota — Akane volvió a sentirse tan indignada como una hora atrás, cuando el imbécil de Ren había creído que podía manipularla para acostarse con él y al ver que no lo lograría, terminó con ella, llamándola por aquel despectivo nombre —. Pero ¿Por qué no me lo preguntaste a mi?
—Porque no quería saberlo.
—¿No querías…?
—No, no quería que me confirmaras que era cierto.
—¿Por qué? — el chico desvío el rostro, pero Akane se movió, buscando mirarle los ojos — ¿Por qué Ranma?
—Déjame — él se alejó y la pelinegra le observó confundida.
Pasaron unos segundos y cuando Ranma finalmente devolvió la mirada hacia ella de nuevo, Akane observó la sonrisa sensual que se había posado en sus labios y supo automáticamente, en lo más profundo dentro suyo, que nunca le diría nada.
—¿Ranma…?
—Salgamos de aquí… ¿No quieres ir a bailar?
—No, no quiero… lo que quiero es que me…
—Yo si — la tomó de la mano y la haló hacia la sala de estar, donde habían improvisado un espacio de baile.
—Espera Ranma… no quiero bailar, quiero que respondas mi pregunta.
—Luego – le prometió tomándola de la cintura.
—No es justo — hizo un puchero —. No eres justo.
—Nunca dije que lo fuera — la música era muy movida, pero Ranma la mantuvo pegada a su cuerpo y luego le dio una vuelta, antes de atraparla entre sus brazos nuevamente.
—No creo que esta canción se bailé así.
—Así la bailamos nosotros.
—Eres un idiota.
—Espero que no uno como Ren.
—Nunca, jamás… no podría compararse contigo.
—¿Debería de sentirme halagado?
—Claro que sí, es el mejor cumplido que le he hecho algún chico.
—Vaya, entonces deberías de agregar algunos más a tu diccionario, podría pensar en algo más halagador que quisiera escuchar de tus labios – él se inclinó y le susurró al oído.
— Ya deja de molestar, alguien puede vernos y le irá con el chisme a Shampoo.
—¿Y eso qué? – él se encogió de hombros.
—Es tu novia Ranma.
—¿En serio?
Su indiferencia fue reveladora.
—Lo es ¿cierto?
—Yo no se lo he pedido — le dio una vuelta.
—Pero… cuando te pregunte no lo negaste.
—¿Porque debería de negarlo en primer lugar?
—Cuando actúas así, me confundes – Akane le miró con el ceño fruncido. Ranma se detuvo un segundo, apenas meciéndose y la observó a los ojos.
—Tú me confundes a mí.
—¿Por qué?
—Creí que estabas enamorada de Ren.
—No lo estaba, no lo estoy — se corrigió rápidamente —. Pero eso que tiene que ver con…
—Aceptaste ser su novia luego de… luego de que nosotros…
—Ranma — Akane enrojeció —. Dijimos que nunca hablaríamos de eso — bajó la mirada.
—¿Por qué no?
—Porque somos mejores amigos y… porque no está bien… los amigos no hacen esas cosas.
—Los amigos no hacen muchas cosas que hemos hecho Akane – rodó los ojos.
—Si, exactamente. Te amo demasiado como para que una relación arruine nuestra amistad — Ranma tragó saliva ¿Cómo una oración podía ser tan dulce y dolorosa?
—No tiene que ser así.
—No podríamos volver atrás si eso sucede.
—Pero…
—Si te cansas de mi o si… mis sentimientos se involucran de más ¿Cómo podríamos actuar luego como antes?
—No tiene que pasar así.
—Pero pasara, lo mejor es fingir que esa noche nunca pasó y seguir nuestra vida como mejores amigos.
—Eso no es justo.
—Nunca lo has sido, no es lo que siempre dices.
Ranma se quedó en silencio, mientras le daba una vuelta.
—Bueno… lo intenté — él sonrió y Akane ignoró la presión en su pecho mientras observaba como volvía a ser el mismo de siempre.
—Si, lo hiciste… ¿Qué te parece si salimos de aquí?
—¿No quieres bailar? — la miró extrañado.
—Hace mucho calor y… creo que me siento mareada.
—Parece que la borrachera se te está pasando — la tomó con firmeza de la cintura —. Ven, salgamos de aquí — la guío escaleras arriba.
—¿Dónde vamos?
—A una habitación, te tienes que lavar la cara y si vas a vomitar, preferiría que lo hicieras en un inodoro y no sobre mí.
—No voy a vomitar — él se encaminó por el pasillo del piso superior hasta la última habitación del lado derecho —. Parece que conoces muy bien este lugar.
—Es la casa de Kuta, un conocido.
—¿A cuántas chicas has traído aquí? — Ranma se detuvo y la observó extrañado, notó como la chica parpadeaba varias veces —. No, ni me respondas. No quiero saberlo.
—Ayy Akane… eres tan dulce que podría comerte.
—¡No te burles de mí!
El moreno abrió la puerta y permitió que la chica ingresará. Era una habitación bastante sencilla, con una cama, un estante con un televisor y un armario.
—Es una suerte que no haya nadie. Vamos Akane, al baño — se encaminó a la puerta que estaba a un lado.
La morena se soltó de él y se acercó al lavabo, en cuanto abrió.
—Puedo hacerlo sola – le dijo mientras se lavaba la cara.
—Puedes necesitar ayuda.
—No, sal ahora.
—Me dijiste que estabas mareada, si te caes…
—Ya me siento mejor y quiero ir al baño — le lanzó una mirada fulminante a través del espejo sobre el lavabo.
—Bueno…
—Y no vas a estar aquí mientras orino — dio la vuelta y lo sacó de un empujón antes de cerrar.
—Si necesitas ayuda, me dices.
—¡Ranma! — chilló sonrojada.
Volteó hacía el espejo y miró su reflejo, reteniendo a duras penas el gemido que quería salir de su garganta.
Su cabello era un desastre y su piel lucía tan pálida que parecía enfermiza, tenía la ropa desarreglada y sus enormes ojos estaban dilatados, no sabía si por el licor ingerido o por la cercanía de Ranma.
Se inclinó hacia el lavabo y volvió a lavarse la cara. Llevaba un bolso consigo y por suerte, algunos implementos en él. Se peinó el cabello y lo tomó en una coleta alta. Se puso algo de rímel de pestañas y un brillo de labios, se pellizco las mejillas hasta que se enrojecieron y en cuanto estuvo lista, uso el sanitario.
—¿Has tardado mucho? ¿Todo bien? — la voz de Ranma se escuchaba justo al otro lado de la puerta.
—Ya salgo.
Podía ser un idiota, pero uno muy dulce.
Akane se miró en el espejo una vez más antes de salir.
—Vaya, tienes mejor semblante — Ranma estaba al pie de la puerta —. ¿Te maquillaste?
—Solo me lave la cara — sintió como sus mejillas ardían, al sentirse expuesta.
—¿Te sientes mejor?
—Mucho mejor ¿Me vas a dejar salir?
—¿Habría algún problema si no lo hago?
—Deja de bromear — lo empujó, el chico se río antes de apartarse.
—¿Te llevo a tu casa?
—¿Tan rápido quieres deshacerte de mí? — Akane levantó la mirada con rapidez —. ¿Tienes alguna cita? O… ¿Piensas volver a la fiesta luego?
—No, pero sé que no te gusta dormir hasta tarde y mañana hay clases, seguramente te vas a levantar con un dolor de cabeza horrible.
—Eso no ayuda… — ella desvío la mirada y jugó con la punta de su coleta.
—Salgamos de aquí.
—¿Adónde? — él la tomó de la mano y Akane observó sus dedos entrelazados fijamente.
—Ya que no quieres ir a casa, te voy a llevar a un lugar.
Tardaron menos de quince minutos en llegar y cuando Ranma detuvo el auto, Akane frunció el ceño mientras observaba el lugar.
—¿Me trajiste al parque?
—Bueno… no hemos venido en mucho tiempo — él apagó el auto —. ¿Todavía te gustan los columpios?
Era tan ridículo y dulce. Akane se sintió renovada mientras miraba la sonrisa tentativa que se deslizaba por los labios masculinos.
—Apuesto que llegó más alto que tú — le retó, bajando del vehículo.
—Espérame.
El parque estaba casi vacío, aunque muy iluminado. Las pocas personas que permanecían ahí, iban en pareja. Seguramente sería un bonito lugar que visitar con un interés romántico. A la luz de las estrellas y con el silencio agradable del lugar definitivamente propiciaba un escenario muy íntimo.
Estaba demasiado borracha, decidió, mientras seguía a Ranma, quien se había adelantado un par de metros, sin percibir que se había quedado atrás.
—Espérame.
—No te quedes atrás, piernas cortas — se quejó deteniéndose.
Akane bufó y siguió de largo, acercándose a los columpios y tomando el de la derecha, observó como Ranma se acercaba con un paso confiado. Él tenía capacidad de hacerle sentir que todo estaría bien, fuera por su excesiva confianza en sí mismo o por la manera en la que hacía que todo pareciera insignificante.
Todo sería más sencillo si no lo amara como lo hacía.
Y si como debería.
Negó con la cabeza y observó cómo se sentaba.
—Bueno… si llego más alto que tú, me tendrás que invitar al almuerzo por una semana.
—No creo que sea buena idea hacerlo si te sientes mareada.
—¿Tienes miedo de perder? – sabía que con eso le convencería y no se extrañó cuando la mirada de Ranma se tornó competitiva.
—Vas a ser tú la que pierda… te lo prometo – observó como daba unos pasos atrás, para obtener impulso.
—Espera… ¿y qué me vas a pedir si pierdo?
—Lo sabrás cuando lo hagas – él siguió retrocediendo, hasta que llegó al límite del columpio.
Akane se apresuró a retroceder también, aunque era muy baja en comparación a Ranma y, por lo tanto, no pudo obtener un impulso tan extremo como él.
—No es justo, eres más alto.
—Entonces crece — se burló.
—Eres un idiota, te aseguro que voy a ganar.
—Cállate minion – ignoró el jadeo de sorpresa de la chica, por la ofensa — A la cuenta de tres empezamos… ¡Uno!... ¡Dos!
—Espera… — la azabache se puso de puntillas.
—¡Y tres!
Ambos se dejaron caer y empezaron a mecerse. Akane alzó las piernas y usó su cadera y el cuerpo entero para impulsarse una y otra vez, pero Ranma le llevaba ventaja y se hizo evidente quien ganaría pasados los primeros minutos. Aun así, la chica no se rindió, hasta que sintió como su estómago empezaba a protestar.
—Alto ¡Alto! — jadeó sin aliento. Se detuvo y se tomó el estómago sintiendo como empezaba a sudar frío.
—¿Qué sucede? — la sonrisa triunfadora en el rostro del chico se borró rápidamente al observar su expresión.
Debía lucir realmente mal, para que Ranma pareciera tan preocupado.
—Te dije que no era buena idea tonta.
—No me molestes.
—¿Quieres vomitar?
—En un segundo voy a estar bien.
Tomó más de un segundo, pero unos minutos después, comenzó a sentirse mejor. Ranma empezó a insistir con llevar a casa, pero ella se negó.
—Ganaste… ¿cuál es tu premio?
—Fue una victoria vacía — él le restó importancia con un movimiento de manos —. Mejor lo intentamos cuando estés bien.
—No sería justo, apuesta es apuesta.
—Ya te dije que no. De todos modos, no creo que hubieras aceptado cumplir ese reto.
—Dímelo y lo haré.
—No, no lo harás. Es tarde y…
—No te vas a librar fácilmente de esta Saotome, siempre haces lo mismo y me dejas a medias — le dirigió una mirada escrutadora —. ¡Dímelo ya!
—No lo haré… además, se canceló el juego.
—Eres un idiota.
—Si, lo has dicho demasiadas veces.
Ambos miraron el panorama en silencio, los dos profundamente metidos en sus pensamientos.
—¿Sabes?… creo que no me dolió que Ren terminará conmigo.
—¿No?
—No, fue más mi orgullo herido. Es un auténtico estúpido y pensar que fue él quien terminó nuestra relación es… humillante.
—Nunca supe porque aceptaste andar con él en primer lugar.
—"Para olvidarte" – Akane lo pensó más no se atrevió a decirlo.
Fue seis meses atrás, apenas habían transcurrido dos semanas desde que ella y Ranma habían dormido juntos en un arranque estúpido de pasión y hormonas revueltas. Fue durante su cumpleaños y su relación no había vuelto a la normalidad.
Estaba enamorada de él, pero era evidente que no era recíproco. La ruptura en su interior sucedió cuando observó como Ranma se besaba con Shampoo unos días después y fue definitivo cuando la chica se vanaglorio de lo buen amante que era. Ren había sido un chico lindo y era caballeroso, o eso había supuesto, entonces pensó que si la gente decía que "un clavo sacaba a otro" era porque realmente sucedía.
No fue así, pero Ranma jamás lo sabría.
—Creí que era un buen chico.
—Si, pues te mintió.
—Eso parece. Además, solo parecía querer meterse en mis pantalones y fue lo suficientemente idiota como para exigirme que debía terminar mi relación contigo.
—¿Qué te dijo qué? — Ranma parecía sorprendido.
—Si, me dijo que no podía soportar que su novia estuviera todo el tiempo con otro chico, que éramos muy cercanos… — mientras soltaba las palabras, volvió a sentirse igual de indignada que unas horas antes, cuando Ren le había soltado aquella estupidez — ¿Sabes? Incluso se atrevió a insinuar que, si no me acostaba con él, era porque lo hacía todo el tiempo contigo… e incluso aseguró que estas enamorado de mi ¿Puedes creerlo?
—Voy a matarlo — Ranma empezó a ponerse de pie, pero Akane lo detuvo rápidamente.
—No vale la pena.
—Es una escoria.
—Recibió su merecido de mi parte, antes de irme, le di una patada ya sabes dónde.
—¿Le golpeaste las bolas? – la miró asombrado.
—Dijiste que si un chico me molestaba solo tenía que golpearle ahí – se sonrojó.
—Bien hecho, espero que le haya dolido.
—Yo igual. Es un idiota.
—Lo es.
—No puedo creer que saliera con ese idiota ¿Qué demonios pensaba?
—Deberías dirigir tu mirada a otras personas.
—Talvez si, esta primera experiencia fue nefasta — empezó a mecerse.
—De los errores se aprende.
—¿Desde cuándo te volviste tan sabio? — le observó con burla.
—Tengo mis momentos – Ranma le dirigió una mirada de reojo y le guiñó un ojo.
Un silencio cómodo, tranquilo, se estableció entre ambos.
—Ranma…
—¿Sí? – él la miró, la chica observaba la luna concentrada.
—Si llego a los 35 años sin una relación prometedora ¿te casarías conmigo?
—¿Cómo dices? – el moreno se detuvo, anonadado.
—Si, eso… — la Tendo le observó con una sonrisa —. Si a los 35 años no me he establecido y tú tampoco, podríamos casarnos y tener hijos… y esas cosas, ya sabes.
—¿Por qué piensas que no tendrías una relación estable a los 35 años?
—Porque solo elijo idiotas al parecer.
—Una relación mala no define tu vida amorosa Akane.
—¿No quieres casarte conmigo entonces?
—No creo que sea… no es eso, pero… es tonto — desvío el rostro, sonrojado.
—No importa. Eres mi mejor amigo y si nuestra amistad sobrevive los siguientes 16 años, talvez también seas el amor de mi vida en forma de amigo. Sería feliz si puedo tener un matrimonio con algo tan prometedor como eso, en un lugar de un amor que puede acabarse en la primera década.
—Eso es muy profundo — se burló Ranma —. El alcohol transforma a las personas.
—¿Eso es un sí?
—Bueno… nunca espere una chica me propusiera matrimonio, estoy demasiado sorprendido… dame un segundo para procesarlo.
—Eres un tonto — se río.
El chico le observó fijamente. Si había algo que adoraba de Akane era cuando reía, no había algo más natural y dulce que eso.
—Está bien — Ranma sonrió —. Si a mis 35 años no me he casado, te pediré que te cases conmigo.
—¡Pero yo te lo pedí a ti!
—Pero es el hombre quien pide matrimonio.
—Estamos en pleno 2003 Ranma, esas son cosas del siglo pasado.
—Yo te pediré a ti que te cases conmigo y asunto cerrado.
—Eres el chico más idiota, bobo y molesto que he conocido.
—Y tú la chica más loca, estúpida y paranoica que he conocido. Mira que hacer un plan de matrimonio casi 16 años antes.
—Pero así nos amamos — soltó Akane sonriente.
—"Si, así te amo" — pensaron ambos al unísono.
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21 años…
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—Mierda, mierda, mierda… — Ryoga Hibiki caminaba de un lado a otro, desesperado.
Al menos así lo que percibió Akane cuando se detuvo frente a la casa del chico y le observó pasearse de un lado a otro.
—Parece más grave de lo que me dijo al teléfono – susurró Akari, su mejor amiga, mientras se quitaba el cinturón de seguridad.
—No veo a Ranma por aquí – Akane se bajó, mientras recorría con la mirada el jardín frontal de la casa.
En cuanto Akari había recibido la llamada de su novio y observó como el rostro de su amiga se contorsionaba pasados los minutos, supo que algo andaba mal y cuando lo único que logró captar fue un "Ranma está en problemas" no dudo en segundo en subir a su auto y llegar ahí.
La pregunta era ¿Dónde estaba Ranma?
—¿Qué sucedió? – le preguntó a Ryoga en cuando estuvo frente a él.
—Empezó a tomar demasiado, no sé qué fue lo que pasó, pero… no dejaba de beber y cuando menos lo espere, estaba liado en una pelea con Asahi – le explicó apresuradamente.
—Estas lastimado – Akari deslizó delicadamente el pulgar por el labio roto de su novio.
—Intenté detener la pelea, pero ambos estaban demasiado furiosos y no paraban de golpearse. Ni siquiera sé quién de ellos dos me alcanzó.
—¿Sabes por qué inicio la pelea? – cuestionó Akane con cautela.
—No, no lo se. Ranma está demasiado ebrio para decírmelo y tampoco pensé que fuera importante cuando lo que quería era separarlos.
—Claro, muchas gracias… — soltó rápidamente —. Me voy a llevar a Ranma ahora ¿Dónde está?
—En la habitación de huéspedes. No ha dejado de tomar, talvez tu puedas hacer algo.
—Lo hare – le aseguró.
Ryoga le indicó como llegar al dormitorio. Akane asintió y entró a la casa del chico. No le costó mucho llegar a su destino, pero en cuanto estuvo frente a la puerta, se detuvo un segundo a respirar.
Su pulso se había acelerado y no sabía muy bien lo que encontraría ahí.
¿Qué había desatado la pelea? ¿Podría ser lo que le había contado a Ranma una semana antes?
Tocó un par de veces, con duda, antes de abrir. Las luces estaban encendidas. Observó la cama y notó que no había nadie ahí, frunció el ceño mientras ingresaba.
—¿Ranma?
Le pareció escuchar un ruido y cuando siguió su origen, observó la figura que estaba tirada en el piso, entre la pared y la cama.
Era Ranma, quien estaba completamente desmadejado en el suelo, con las piernas extendidas, una mano apoyada en el piso y la otra en una botella casi vacía de vodka. Tenía el cabello desmarañado, la ropa desarreglada y el labio inferior partido, además de la ceja derecha cortada. Akane retuvo a duras penas un jadeo y se puso de cuclillas, asombrada.
Conocía a Ranma desde los seis años, casi toda una vida y era la primera vez que lo veía tan destruido ¿Qué demonios había sucedido?
—¿Ranma?
—¿Quién eres tú? – él le mando una mirada agresiva, que se sintió casi dolorosa. Nunca la había observado de esa manera, Akane tragó saliva.
—Soy Akane ¿No me reconoces?
—Tú no eres Akane – las palabras se enredaban en su lengua.
—Si, lo soy. Estas muy tomado ¿cierto? — soltó una risita sin humor.
—Tú no eres Akane. Nunca podrías ser Akane. Akane es diferente — se empinó la botella.
—Me corte el cabello — se acarició las puntas del pelo que le acariciaban los hombros. Siempre lo había usado largo ¿Era por eso que no la reconocía?
—Akane es diferente – él rodó los ojos.
—Pareces muy mal, escuché que te peleaste con Asahi.
—Ese idiota se río de mi.
—¿Se río de ti?
—Se burlo de mí. Me dijo a la cara que se había acostado con ella, se lo dijo a todo el que quisiera escucharlo — una expresión de sufrimiento cruzó su cara —. ¿Porque me hace esto si yo la amo?
Fue como si un puñal le atravesara el corazón. Akane tuvo que recordarse como respirar mientras se dejaba caer sobre su trasero. Tragó el nudo intenso en su garganta.
Conocía a Asahi, tenían bastantes clases en común y cursaban la misma carrera. Era un chico agradable, aunque un poco ególatra. También era muy atractivo y la mayoría de las chicas babeaban por él.
Cuando dos meses atrás, él la invitó a salir, se había negado y lo había hecho cada día durante las siguientes tres semanas, sin embargo, el chico continuó insistiendo. Hasta una ocasión, en la que ambos habían tenido que hacer un trabajo en grupo. Acordaron iniciar en la biblioteca, pero terminaron en un café, cuando les echaron de las instalaciones de la universidad. Asahi le invitó a salir a comer, pero solo en plan de compañeros, fue amable y nunca hizo algo por lo que se sintiera incomoda. Incluso la acompañó a su apartamento y durante la despedida, la había besado en los labios. Era un chico atractivo y podía ser agradable, por lo que le correspondió, pero no pasó a más y cuando las peticiones de cita se reanudaron, pensó que talvez debía conocerlo más a fondo. Solo salieron dos semanas, hasta que lo encontró besándose con Hana en las afueras de la universidad, la entonces novia oficial de Ranma.
Asahi lo negó diciendo que la chica se le había aventado encima, pero Hana refutó, asegurándole que había sido él quien la obligó.
Pasaron un par de días antes de que supiera que hacer. Había terminado con Asahi e inmediatamente después, buscó a Ranma, para comentarle lo que había visto.
El chico lo tomó con sorprendente calma y tras agradecerle, se había alejado. No lo había visto en los últimos tres días y observar su deterioro resultaba doloroso.
Entonces… si había amado a Hana.
¿Por qué otra razón estaría tan desolado y herido?
Akane sintió como las lágrimas le recorrían las mejillas, pero se apresuró a limpiarlas. Tragó una vez más el nudo que se había instalado en su garganta y se puso de rodillas.
¿Alguna vez dejaría de amar a Ranma?
No había sucedido a los diez cuando él se mudó un año lejos con su padre, ni a los quince cuando lo observó besando a otra chica, ni tampoco a los diecinueve cuando Shampoo le hizo creer que se había acostado con él, apenas unos días después de haber estado con ella, ni mucho menos dos años luego, cuando él le presentó a Hana, su primer novia oficial. No había sucedido en todo ese tiempo y no sucedería ahora, aunque él estuviera declarándole abiertamente que amaba a otra chica.
—Ranma…
—¿Cómo puedo arrancarme el corazón?
—No digas eso.
—¿Acaso no merezco su amor? ¿Nunca podrá verme de la manera en que la veo?
—Para Ranma… — susurró —. "Detente, estas rompiéndome el corazón" – gritó en su interior.
—La amo, la amo ¡La amo mucho, maldición!
Era un idiota, que no podía ver lo que tenía enfrente. Molesta y dolida, Akane se irguió y le arrebató la botella.
—¡Pararas de tomar!
—Oye ¿Quién te crees?
—Tu mejor amiga.
—Mi mejor amiga es Akane.
—¡Soy Akane, idiota! — casi se sintió tentada a darle un golpe en la cabeza. Estaba tan molesta que olvidó el dolor y era mejor así, porque debía llevarse al idiota insensible de ahí y no podría hacerlo si era un mar de lágrimas —. Ahora levántate.
—¡Déjame!
—¡Que te levantes te digo! – no supo cómo, pero logró ponerlo de pie.
El chico no paraba de refunfuñar, pero Akane logró que siguiera sus instrucciones. Cuando abrió la puerta, notó que Ryoga y Akari estaban fuera. Los chicos parecieron sorprendidos, pero estaba demasiado emocional para notarlo.
—¿Me ayudarán o qué? – les preguntó rápidamente. Ryoga asintió y fue él quien cargó a Ranma, que balbuceaba incoherencias.
—Parece muy mal – susurró Akari preocupada.
—Y se las verá conmigo mañana.
—¿Crees que puedes con él? — la chica la siguió mientras bajaba las escaleras —. Nunca lo había visto así. No creí que fuera del tipo borracho, mucho menos un borracho agresivo.
—Yo tampoco — módulo su voz para sonar indiferente —. Parece que le afectó mucho su ruptura con Hana.
—No puedes creer eso en serio — Akari parecía incrédula.
—Claro que si ¿Por qué otra cosa estaría así? — al pie de la puerta, buscó las llaves en el bolsillo trasero de su pantalón.
—Akane…
—Como sea ¿Te vienes conmigo?
—Voy a quedarme con Ryoga.
—Ya veo… casa sola — Akane la miró con una expresión elocuente. Akari enrojeció.
—Esta herido.
—Claro, y harás de enfermera — le dirigió una mirada maliciosa —. En turno nocturno.
—¡Akane!
—Te veo mañana — salió de la casa. Ryoga estaba cerrando la puerta de copiloto cuando llegó al auto.
—Te voy a acompañar para ayudarte a bajarlo.
—Puedo sola.
—Está muy pesado y para cuando llegues, se habrá dormido.
—No te preocupes, yo me encargo de él, tú disfruta de tu noche — le lanzó una mirada insinuadora. El chico también enrojeció. Eran tan adorables.
—Bueno… — Ryoga parecía dudoso.
—Nos vemos – se despidió.
El camino hacia su apartamento fue fugaz. Había pensado llevar al chico hacia su propio domicilio, pero no sabía dónde estaban sus llaves y tal como Ryoga había predicho, no tardó mucho tiempo en dormirse. Tenía su propio juego de llaves del apartamento de Ranma, pero no las llevaba consigo porque lo que lo mejor era hacer un solo viaje.
En su edificio, había un guardia de seguridad, y fue el mismo, el que le ayudó a subir a Ranma.
Comprobó que el Saotome tenía una mejor actitud que ella al beber –pese a que era la primera vez que lo veía borracho– cuando le preguntó si deseaba vomitar y él negó, completamente sereno. Aun así, Akane lo llevó al baño y le obligó a darse una ducha de agua fría, lo que trajo al Ranma que conocía de vuelta, aunque aún, un poco desorientado.
Mientras el chico se daba una ducha, llamó a su madre, para avisarle que se quedaría con ella. Nodoka lo tomó bien y le agradeció que cuidará de Ranma.
Dado que no era la primera vez que el chico se quedaba en su apartamento por lo que consiguió una ropa ligera para él, luego le dio un cepillo de dientes nuevo y un vaso de agua con una, y lo dejó acostarse en la cama.
Cuando volvió luego de un baño ligero y de ponerse una pijama, Ranma se encontraba completamente dormido, tanto que hasta roncaba. Se aseguró de que todo estuviera bien cerrado, dejó la luz del baño encendida por si Ranma se despertaba durante la noche y se sentía desconcertado. Tomó un vaso con agua y luego se acostó a dormir a su lado.
—¿Ranma? – susurró para comprobar la profundidad de su sueño. El moreno ni siquiera se movió, por lo que se metió en las sábanas y se permitió apoyar el rostro en su pecho ancho, pasando una mano por la cintura firme.
Solo serían unos minutos, se prometió, mientras hundía el rostro en su piel con olor de jabón y hombre. Su aroma era familiar y siempre lo había amado, era un olor que nunca olvidaría, uno que le traía una sensación de paz tan satisfactoria que esperaba que nunca se terminará. Era un aroma con el que bien podría vivir una vida entera. Lo que daría porque fuera así y no unos minutos robados.
—¿Por qué no puedes amarme como la amas a ella?
Y en el silencio, apenas interrumpido por el tenue ronquido del chico y el ruido propio de la ciudad, Akane lloró por su amor no correspondido
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23 años...
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—¡Estoy saliendo con alguien!
La sonrisa en los labios femeninos nunca le había parecido tan molesta como en ese momento.
Ranma respiró profundamente, tomándose un momento para revolver el azúcar que acaba de ponerle a su café amargo. Dejó la cuchara de lado sobre el pequeño plato y probó su bebida.
Seguía amarga.
Volvió a acomodar la pequeña taza sobre el plato y tomó otras dos cucharadas de endulzante antes de mezclarlo.
—¿No dirás nada? — preguntó Akane extrañada.
—Estoy endulzando mi café — susurró suavemente.
Terminó de revolver, tomó la taza una vez más y volvió a probarlo ¿Por qué sabía aún más amargo? Lo devolvió a su antigua posición y le puso dos cucharadas más de azúcar.
—Eso es demasiada azúcar.
—Esta amargo.
Akane lo miró extrañada y probó su propio café, le había puesto tres cucharadas porque le gustaba un poco dulce. Se sentía perfecto ¿Acaso le habían dado un café más concentrado a Ranma?
—¿Esta bueno ahora? — notó que lo probaba por tercera vez y cuando Ranma hizo un además de tomar más azúcar, quitó el pequeño tarro de porcelana de su alcance.
—Creo que es suficiente con seis cucharadas de azúcar.
—¿Llevabas la cuenta? — él alzó una ceja arrogante en su dirección.
Akane lo observó fijamente, intentando determinar el origen de su mal humor, no le había parecido así la noche anterior cuando cenaron juntos, ni esa mañana, cuando le llamó para confirmar su cita de la tarde.
—¿Pasó algo en la oficina?
Ambos estaban en sus pasantías antes del año social. Aunque habían solicitado la practica en una misma empresa, los puestos vigentes se encontraban ya tomados y solo le permitieron quedarse a ella, por lo que Ranma había tenido que postularse a una compañía diferente, lo cual era una lastima, por que no se veían con la frecuencia usual del pasado.
La noche anterior Ranma la había invitado a cenar con el fin de contarle su más reciente trabajo, el cual había sido alabado, no sólo por su supervisor, sino por el jefe de personal. Aunque había querido comentarle lo de su nueva relación en ese momento, no lo creyó oportuno, pues aquella ocasión se trataba de él, por lo que le invitó a un café esa tarde.
Claro que no se explicaba su actitud ese día.
—No, todo está bien.
—¿Entonces?
—No es nada, el café está fuerte — encogió el hombro derecho —. ¿Decías?
—Ahh, bueno… — Akane enrojeció —. ¿Te acuerdas que te hable del hombre que quedó a cargo de mi pasantía? ¿Shinnosuke Katō?
—Si, creo haberlo escuchado – Ranma se aclaró la garganta.
—Bueno, ha sido muy bueno conmigo y… me ha tratado muy bien — empezó a jugar con el borde de su taza —. Me invitó a salir una vez, para celebrar la presentación de un trabajo y fue muy caballeroso y...
—¿Estas saliendo con tu jefe Akane? — su expresión de seriedad la hizo sentir avergonzada.
—No, bueno… no es mi jefe, es mi supervisor.
—Peor aún, es quien está a cargo de tu calificación. Si la universidad se entera…
—Nadie tiene que enterarse.
—Puede pasar y cancelarían tu pasantía.
—Pero… — frunció el ceño, angustiada.
—Solo te lo digo — tomó un sorbo de café e hizo una mueca —. No creo que hayas pensado bien en los pros y los contras de meterte con tu jefe.
—Haces que suene sucio — lo acusó.
—Lo es ¿Cuánto te lleva? ¿Seis u ocho años?
—Solo tiene 27 años.
—Aun así, es tu superior, está abusando de su poder.
—¡No lo hace! ¡¿Qué demonios sucede contigo?!
—¡Me preocupo por ti!
Ambos alzaron la voz y cuando voltearon, notaron que varias miradas estaban posadas sobre ellos. Akane frunció el ceño, tomó su cartera, dejó unos billetes en la mesa y se levantó.
—Nos vemos luego.
Sin esperar ninguna contestación, salió del café.
Estaba furiosa, pero también indignada ¿Quién se creía Ranma para lanzar su primera relación seria a la basura con unas pocas palabras? ¿Acaso podría imaginar él cuanto le había costado abrirse a otra persona? ¿Cuánto le habría costado no comparar a cualquier hombre con él? ¿A cuántas potenciales relaciones simplemente dejó ir solo porque seguía amándolo como una idiota?
Talvez lo mejor era cortar de una vez su amistad, hasta que aquellos malditos sentimientos se evaporaran, o hasta que dejara de ser lo suficientemente estúpida como para seguir esperando que él en algún momento pudiera notarla.
—Akane… — el llamado fue seguido de un agarre en su brazo derecho. El movimiento fue tan sorpresivo que casi perdió el equilibrio cuando Ranma la obligó a dar media vuelta.
Soltó un jadeo y observó directamente los –malditos y detestablemente llamativos– orbes azules.
—Te estaba llamando.
—No quiero hablar contigo ahora — se zafó de su agarre.
—Maldición Akane, escucha…
—Ya escuché todo lo que tenías que decir.
—No, no es así… me preocupo por ti.
—Si, claro — río irónicamente —. ¿Por qué esta nueva relación te parece tan mala idea? Es un hombre bueno, caballeroso y…
—Dices lo mismo siempre.
—Pero esta vez es así.
—Es lo mismo que pensaste de Ren, del idiota de Asahi y también de aquel imbécil del club de biología.
—Ese último no fue enserio.
—Pero, aun así, siempre asumes que son buenos porque te dicen unas palabras bonitas hasta que descubres que no es así.
—¿Y qué esperas? ¿Acaso debo creer que todos los hombres son unos idiotas mentirosos? Con ese pensamiento me convertiré en una solterona.
—¿Y que tendría de malo?
—¿Es en serio? – lo observó incrédula, dio media vuelta y empezó a alejarse.
—Akane ¡Akane, ven aquí!
—Púdrete Saotome.
—¿Por qué no quieres escucharme? – el chico la alcanzó en un santiamén y volvió a detenerla.
—No necesito escucharte, se lo que vas a decir.
—Entonces ¿Por qué lo haces tan difícil?
—¿Cuándo me escuchaste tu a mí? ¿Por qué debería yo escucharte cuando tú nunca lo haces conmigo?
—¿Como dices?
—Te advertí de Shampoo y te dije que no me gustaba Shion. También sentí algo raro con Hana, pero minimizaste eso hasta que la encontré con Asahi, luego siguió Yumiko y Shika… y…
—Ya entendí.
—Es evidente que no tienes buen gusto ¿Cómo puedes intentar siquiera decirme algo sobre mis relaciones cuando las tuyas distan de ser perfectas?
—Está bien, si… haz lo que quieras – el moreno levantó las manos con una expresión resuelta.
Akane frunció el ceño, dándose cuenta hasta entonces de lo que había dicho.
—Ranma…
—Como sea, ten tu relación, intenta que funcione y cuando todo se derrumbe — respiró profundamente —. Sabes que voy a estar aquí.
—Espera…
—Nos vemos luego.
El chico dio media vuelta y se alejó.
Akane deseó gritar, molesta consigo misma, con Ranma y con su estúpido corazón, que todo lo que deseaba hacer era disculparse con él.
Talvez necesitaba aquella separación. Talvez era lo mejor.
En lugar de seguirlo. Dolida, Akane dio media vuelta y se alejó también.
Ambos por diferentes caminos que, sin saberlo, los llevaría cada vez más lejos del otro.
Al menos por un tiempo
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27 años…
.
Akane dio una profunda inhalación, mientras observaba el gris del cielo de Tokio. El aire se sentía extraño y familiar. Habían pasado apenas dos años desde que se había ido, pero se sentía mucho más tiempo.
Luego de graduarse y recibir una oferta de trabajo en el extranjero, el destino parecía decidida a alejarla de su hogar.
Shinnosuke había estado de acuerdo, considerando la enorme oportunidad laboral que suponía y pese a que deberían llevar su relación a distancia. Su familia la había apoyado y Akari no dudo en darle las palabras de aliento necesarias. Ranma se había mostrado taciturno cuando le dio la noticia, pero no tardó en asegurarle que estaría para ella en todo momento.
No había esperado esas palabras de él, aunque ¿Qué otra cosa podría haberle dicho? Durante su despedida, a pesar de que le había dolido decirles adiós a todos, fue aún más difícil cuando fue el turno de Ranma. Pese a que su relación había cambiado demasiado con los años y luego de su pelea al inicio de su romance con Shinnosuke, aún era la persona más importante de su vida y lo amaba, como quizás jamás amaría a nadie.
Él había estado sereno y dijo las palabras correctas, pero justo cuando soltó su mano, se sintió tan vacía.
Volver implicaba verlo nuevamente, pero la lejanía le había mostrado que sus sentimientos por él jamás desaparecieran y tenía miedo.
Mientras pensaba en ello recorriendo el pasillo de salida, escuchó un grito efusivo. Cuando levantó la mirada, observó el espectáculo que suponían su familia, amigos y pareja con una pancarta de bienvenida. La primera que corrió a sus brazos fue Akari e inmediatamente después su padre y hermanas. Sus excompañeras de trabajo también estaban ahí y Shinnosuke se acercó y la abrazó, plantándole un beso que consiguió varios suspiros femeninos.
Cuando él la dejó en el suelo mirándola como si fuera la cosa más hermosa del mundo, Akane desvío la mirada, buscando entre la multitud.
—Te extrañe mucho – Shinnosuke hundió el rostro en su cuello y Akane le acarició el cabello mientras observaba con curiosidad a Akari quien parecía bastante nerviosa conversando entre susurros con Ryoga, que no paraba de llamar al teléfono.
Lo supo al instante.
Ranma no estaba ahí.
Y rodeada de su familia, de sus amigos y de un hombre que decía amarla con locura, Akane se sintió inmensamente sola.
Dudosa, agitada y nerviosa, Akane se detuvo frente a la puerta del apartamento de Ranma.
Sus manos sudaban y su corazón no había dejado de palpitar rápidamente contra su pecho desde que había puesto un pie en el edificio. Sentía el rostro caliente y no conseguía respirar bien.
¿Qué demonios sucedía con ella?
Había dejado la fiesta de bienvenida que sus seres queridos habían hecho en su honor solo por ir y buscar a Ranma
¿Estaba loca?
Levantó la mano dudosa y la bajó casi inmediatamente. Temblaba y le acometió la necesidad de dar media vuelta y alejarse, pero estaba ahí, y no debía dar su brazo a torcer.
Tocó antes de siquiera arrepentirse. Fueron tres golpes, pero se sintieron muchos más. Esperó unos segundos, ansiosa, y estaba por tocar nuevamente cuando escuchó unos pasos acercarse a la entrada.
¿Podría su corazón latir aún más rápido?
Se tragó el nudo en su garganta y esperó. La puerta se abrió y la sonrisa vacilante que tenía en los labios se borró al instante.
Había una mujer ahí. Tenía el cabello castaño, los ojos dorados y la piel pálida como la nieve, era muy bonita.
Su corazón no debería haber dolido, pero lo hizo. Dio un paso atrás, justo cuando pudo escuchar una voz familiar.
—¿Quién es? — Ranma se asomó por el pasillo.
—Buenas tardes… ¿Cómo puedo ayudarla?
Akane negó, sin palabras y dio media vuelta, encaminándose al ascensor.
—¿Hitomi? ¿Quién es?
El ascensor se abrió. Akane ingresó con rapidez y marcó el número de piso del lobby.
—Era una chica, se acaba de ir – logró escuchar. Cuando levantó la mirada, Ranma había salido del apartamento y Akane observó su mirada sorprendida, atónita.
—Akane…
Ella no respondió, mientras las puertas se cerraban.
Se tomo unos segundos mientras se arreglaba el cabello. Respiró varias veces, controlando a duras penas el nudo en la garganta.
Eran solo seis pisos, pero se sintió como una eternidad hasta que las puertas se abrieron, estaba por dar un paso fuera cuando observó la figura agitada y desarreglada de Ranma.
—Ranma…
—Akane — tenía las pupilas dilatadas y apenas parecía capaz de coger aire en los pulmones, aun así, estaba magnífico.
¿Cómo había llegado antes que ella?
¿Había bajado corriendo solo para verla?
El nudo en su pecho se acrecentó y con el ceño fruncido, Akane salió del ascensor y empezó a alejarse.
—Akane – sintió un agarre en su muñeca.
—Sueltam…
Sus palabras fueron interrumpidas justo cuando unos familiares brazos la rodearon con fuerza.
—Maldición Akane, te he extrañado mucho, boba — él la abrazó suave y dulcemente. Como si fuera un delicado objeto de porcelana, como si fuera a romperse en un solo movimiento, como si su ausencia supusiera un auténtico infierno.
Como si la amara más que nada en el mundo.
Akane negó y logró zafarse de su agarre entera, ignorando la manera en la que su corazón parecía estarse partiendo en mil pedazos.
—Eso pude ver.
—¿Qué? — Ranma lució confundido.
—Salí de mi fiesta de bienvenida porque no estabas ahí y creí –estúpida yo– que algo te había sucedido, porque pensé que jamás, nunca, de otra manera, habrías faltado al aeropuerto a recibirme luego de dos años de no verme... hasta que llegue a tu apartamento y vi a una chica ahí y comprendí que no habías asistido, no porque hubiera pasado algo malo, sino porque decidiste que este día, a la hora en la que arribaba mi vuelo, estarías acostándote con tu amante de turno.
—No es así… ¿Qué demonios…?
—Ahora me tengo que ir. Talvez puedes hacer un espacio en tu agenda para mi luego y me avisas.
—Akane, espera… estas equivocada. Es una mujer casada.
La chica lo miró sorprendida, luego asqueada y Ranma nunca se había sentido más dolido que en ese momento.
—Ya no te reconozco.
—No es así… escúchame maldición, es mi jefa y…
—Fuiste tu quien me dijo que jamás debería tener una relación con mi superior y… es una mujer casada Ranma… yo, no quiero escucharte más — empezó a alejarse.
—Bien… no me escuches — sus palabras le rompieron el corazón.
—¡Bien! — grito dolida.
Dio un paso más hasta que sintió como su muñeca era apresada. Se sentía tan herida, furiosa y humillada que estaba por ponerse a gritar como una auténtica condenada, cuando sintió como Ranma la obligaba a dar media vuelta. El movimiento fue tan sorpresivo que solo logró soltar un gemido y antes de que supiera que sucedía, estaba de cabeza, literalmente.
Ranma se irguió, con la chica firmemente enganchada en su hombro y avanzó hacia el ascensor, que para entonces ya se había cerrado.
Akane estaba demasiado sorprendida en un inicio, sin embargo, en cuanto reaccionó, empezó a patalear, furiosa.
—¡¿Qué demonios pasa contigo?!
—Si no quieres escucharme, talvez la escuches a ella — susurró, presionando el botón del ascensor.
—No quiero escuchar a nadie, tengo una fiesta de bienvenida a la que volver — chillo golpeandole la espalda con la palma abierta. Ranma la ignoró, aunque reprimió a duras penas los gruñidos de dolor que deseaban escapar de sus labios
¡La desagradecida pegaba fuerte!
En cuanto el ascensor se abrió, se hizo a un lado dejando pasar a sus vecinos, que les observaron como si estuvieran locos, y luego ingresó al ascensor. No dejó a Akane en el piso hasta que las puertas se cerraron. La chica estaba tan furiosa que en cuanto la soltó, le empujó, pero Ranma solo la sostuvo de los brazos y la arrinconó contra una de las paredes.
—Cálmate, estás demasiado molesta.
—Púdrete imbécil ¿Cómo se te ocurre cargarme cómo un saco de papas? ¡Y en público!
—No escuchas razones cuando estás enojada.
—No hay nada que digas ahora que desee escuchar.
—La mujer que está arriba es mi supervisora. Puedes comprobarlo con Ryoga y Akari, es una mujer muy amable y ellos la conocen. El día de hoy tuvimos un proyecto que debíamos presentar. Intenté adelantarlo, cancelarlo, posponerlo… intenté todo, pero no pude, se los dije a los chicos, aun así, prometí estar en tu fiesta de bienvenida, iba para allá luego de dejar todos los planos y documentos en el apartamento.
—Si, claro… y tu jefa está aquí ¿Por qué…?
—Porque su auto se averió, iba a llevarla a su apartamento antes de ir a casa de tu padre. No podía dejarla en el parqueo mientras subía tampoco, Akane.
—Claro, muy buena historia – ella asintió – El único problema es que no te creo.
—Bueno, supuse que dirías eso, entonces… — las puertas se abrieron – La vas a escuchar a ella.
—No, debo volver.
—Ya estás aquí y no vamos a tardar casi nada.
—Espera… — el chico la tomó de la muñeca y la arrastró por el pasillo – Ranma, no quiero.
—Si no me crees, entonces talvez Hitomi te convence, tiene un poder de persuasión sorprendente.
—No, te estoy diciendo que no quiero.
—Solo serán unos segundos y luego nos vamos a tu fiesta.
—Te voy a odiar toda mi vida si me haces pasar por esta vergüenza – intentó retroceder, pero su fuerza ante la de Ranma era una burla.
—Lo vas a superar.
—No, no lo voy a hacer, lo digo en serio — gruñó entre dientes.
—¿Me crees entonces?
—No, pero… ¡Ranma, detente!
—Bueno, le vas a creer a ella – abrió la puerta de su apartamento.
Cuando la metió adentro a la fuerza y cerró, Akane supo que hablaba muy enserió y le creyó, de verdad le creyó cada palabra que le había dicho antes, pero Ranma estaba decidido y obligó a su jefa a relatarle todo, absolutamente todo para su humillación, vergüenza y consternación.
—Él me ha hablado mucho de ti… casi tanto que sentí que ya te conocía.
—Hitomi, puedes detenerte ahora.
—Pero… — enrojecida, Akane observó la mirada que Ranma y su jefa se lanzaban.
Parecían hablarse con los ojos y se llevaban muy bien, talvez demasiado. La mujer estaba casada y tenía un matrimonio feliz, a juzgar por los comentarios que había soltado antes. Su relación con Ranma era solo profesional y amistosa, pero, aún así, la hizo sentir celosa, tan profunda y absolutamente celosa.
Ella y Ranma solían intercambiar esas miradas también, antes de que decidiera salir con Shinnosuke y que él se hubiera volcado a una nueva relación, y también, antes de que se fuera por dos largos años.
No parecía tanto tiempo, pero lo había sido. Mucho. Demasiado.
¿Qué sería de su relación ahora?
Seguía considerando a Ranma su mejor amigo ¿Seguiría él viéndola de la misma forma?
—Lamento mucho que Ranma la haya obligado a decirme todo esto. Le dije que no era necesario — soltó suave y juiciosamente.
—No hay problema. Lamento en todo caso haberlo distraído y que no hubiera podido asistir a tu llegada al aeropuerto, estaba tan…
—Hitomi… — él la interrumpió. La mujer lo miró, lanzó una risita y asintió.
—Ahh si… ¿sabes Ranma?... Llame a mi amorcito y me dijo que pasaría por mí, seguramente está por llegar.
—Ahhh…
—Puedes irte a la fiesta de bienvenida de Akane, sé que estabas urgido por hacerlo de todos modos.
—Hitomi…
—Bueno… pero andando. Nunca había visto una fiesta en la que la festejada escapara para ir por un invitado — Akane enrojeció con furia por sus palabras.
—Es un poco suelta de lengua, no le hagas caso — le susurró Ranma para tranquilizarla.
—No te pases Saotome – le advirtió la mujer mayor.
Los tres salieron del apartamento y bajaron al recibidor. Hitomi decidió esperar en los cómodos muebles en la entrada y Ranma se apresuró a llevar a Akane hacia el parqueo, dado que ella había llegado ahí en taxi.
Mientras iban en el auto, la morena no paraba de jugar con el dobladillo de su chaqueta. Cuando finalmente reunió el valor, volteó hacía Ranma con un suspiro.
—Lamento lo de antes.
—No te preocupes — él le restó importancia rápidamente y con tanta tranquilidad que la hizo sentir aún más avergonzada.
—No, en serio lo lamento. Fui una idiota y no te escuché. Ni siquiera se me ocurrió preguntarle a Akari o a Ryoga por ti, solo tome un taxi y llegue a tu apartamento… y saque conclusiones apresuradas.
—Espera… — frunció ligeramente el ceño —. Entonces… ¿Cómo sabias que estaba en el apartamento?
—Lo asumí.
—Podía estar en el trabajo ¿sabes? – él le dirigió una mirada fugaz.
—No lo pensé.
—Estabas muy molesta ¿eh?
—Lo siento.
—Para de disculparte, creo que lo entiendo. Me habría sentido igual si hubiera vuelto al país y no hubieras estado ahí, porque definitivamente esperaría que estuvieras ahí.
—Pero tuviste tus razones, razones poderosas.
—Aun así, de verdad siento no haber estado ahí, quería recibirte en serio. Había comprado la pancarta de bienvenida más grande y ridícula de todo Tokio.
Akane se río, con un repentino nudo en la garganta.
—¿En serio?
—Si, hubieras sentido tanta vergüenza que habrías tomado en el primer vuelo de vuelta a Nueva York.
—Eres insufrible – sus labios temblaron con una sonrisa.
—Pero así me amas.
—Si… — lo miró fijamente, con verdadero sentimiento —. Te extrañe mucho.
—Yo igual... al menos algunas veces – ella le pegó un golpe en el hombro.
—Eres un idiota Ranma y entre más creces, menos esperanzas tengo de que dejes de serlo.
—¿Me estás llamando viejo? Porque te recuerdo que tenemos la misma edad.
—Soy menor que tú — se burló ella.
—Un día, por solo un día — él levantó el índice para recalcarlo.
—Son veinticuatro horas más — fingió soltar un jadeo —. ¡Mira! ¡Hasta canas te han salido! ¡Que lindo!
—No tengo canas – se quejó el hombre rápidamente, cubriéndose el flequillo.
—Definitivamente estoy viendo una desde acá — estiró el cuello fingiendo estar concentrada en su cabello.
—Eres una mentirosa. Parece que necesitas lentes ¿Apenas con veintiséis y ya tienes la vista atrofiada?
—No tengo problemas de vista – se quejó ofendida.
Con la mirada aún en el camino, Ranma alzó dos dedos.
—¿Cuantos tengo aquí?
—Ya te dije que tengo muy buena vista, idiota – tomó la mano de él de un manotazo.
Se río, el moreno también lo hizo y durante el resto del camino, entre risas, malos chistes y anécdotas tontas, ambos permanecieron con las manos unidas y la dicha absoluta de sus corazones habiéndose encontrado una vez más.
.
28 años...
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Sus ojos se vieron cubiertos por unas manos grandes y masculinas. Akane pegó un respingo, sorprendida mientras soltaba el cucharón con el que hacia un segundo, revolvía el té.
—Adivina quién soy – la voz ronca le susurró al oído, trayendo un escalofrío por todo su cuerpo. Con el corazón acelerado y el comienzo de una sonrisa en el rostro, hundió su codo en el abdomen a su espalda y escuchó el gemido que soltaba el hombre mientras la soltaba.
—Como si no fuera a reconocerte – se burló. Ranma se puso a su lado, con una sonrisa que trajo un aleteo familiar a su estómago, y se inclinó, depositando un beso en su mejilla.
—¿Como se sienten los veintisiete? – le preguntó él mientras se apoyaba en la isla central de la cocina, misma donde Akane estaba.
—Tú dímelo, los cumpliste ayer.
—En mi caso, mucho mejor que tú — levantó la mano y le acarició la comisura del ojo izquierdo — ¿Esto que veo aquí es una arruga?
—No tengo arrugas, idiota — chilló Akane alejándolo de un manotazo.
—¿Estás segura?... puedo ver algunas marcas de edad desde aquí… vaya que los años no han sido amables contigo.
—Si vienes a burlarte de mí…
—No… — él chasqueo la lengua —. No lo haría en tu cumpleaños cuando tengo el resto del año, pero debía verte y… ven aquí — abrió los brazos.
Akane lo miró con una tonta sonrisa temblando en sus labios ¿Cómo Ranma podía ser tan idiota y desarmarla aun así con un solo gesto?
Dio un paso adelante y se hundió en su pecho. Sintió como los fuertes brazos la rodeaban y respiró profundamente, inhalando el aroma familiar que su cuerpo más grande desprendía.
Justo ahí, en sus brazos, era como si finalmente hubiera encontrado el lugar al que quería pertenecer, pero siempre era así y los sueños algunas veces eran más dolorosos que la realidad.
—Feliz cumpleaños minion – él depósito un beso en su cabello y la apretó aún más fuerte.
—Muchas gracias tonto – renuente, pero con el conocimiento de que esa cercanía aún pasados los años, continuaba haciéndole daño, Akane se alejó y sonrió mientras volvía a retomar su tarea anterior.
—Talvez cuando apagues las velas de la tarta de hoy puedas desear crecer unos centímetros más, no te caería nada mal – le acarició la cabeza.
—Deja de molestar y mejor lleva esto adentro.
—Ahora mismo – él tomo la jarra y salió de la cocina.
Akane se acercó al lavabo y se apresuró a lavar los utensilios que había ensuciado. Estaba secándose las manos cuando Ranma volvió. Él se apoyó en la isla y se subió, aplastando el trasero en el mármol mientras la miraba.
—Creí que vendrías más tarde – le confío Akane.
—Logre zafarme mucho antes... lo cierto es que entré dos horas más temprano para adelantar el trabajo — la miró seriamente —. Aprecia los sacrificios que hago por ti.
—Siempre lo he hecho – Akane sonrió mientras volteaba hacia él.
—Se de una o dos veces en la que no fue así.
—No empieces.
—Es la verdad — hizo un puchero —. Aunque hubiera deseado llegar antes, ya todos comieron.
—Te aparte un plato abundante de todos tus favoritos, esta en el microondas... además, aún no hemos partido el pastel – le comentó mientras tomaba una espátula y un cuchillo.
—¿Me darás una rebanada doble?
—Podría pensármelo.
—Si me la das, te daré tu regalo — le ofreció. Akane frunció el ceño mientras se cruzaba de brazos.
—Bueno, bueno, eso es injusto… es mi regalo de todos modos. Debes dármelo.
—Podría pensar en dártelo mañana o la otra semana.
—Mi cumpleaños es hoy — le aclaró.
—¿Y eso que?... — se encogió de hombros —. Podría fingir haberlo olvidado en el apartamento.
—Tendrías que ir por él me atrevería a ir yo misma hasta allá para buscarlo.
—No lo harías.
—Rétame — le lanzó una mirada decidida.
—¿Me darás doble porción entonces?
—No bajo chantaje – se cruzó de brazos.
—Pero si lo harás porque soy tu mejor amigo ¿cierto?
—Bueno… veremos.
—Eres mala minion — se río mientras se bajaba de la isla. Se acercó a ella y la acorraló contra el lavabo.
No debería, pero Akane no pudo evitar sentirse nerviosa.
—¿Qué haces? – notó como se inclinaba hacia ella.
La morena sintió como su corazón empezaba a acelerarse y odió cuando percibió que su respiración se agitaba ¿Acaso Ranma iba a besarla?
No fue así.
Sintió como se inclinaba sobre su cuello y se entretenía ahí, tan solo inhalando y exhalando sobre su piel.
—¿Ranma?… — no pudo evitar el temblor en su voz.
—Ya casi — susurró él suavemente. Akane se estremeció y se quedó quieta, tan profundamente quieta como una estatua
¿Qué estaba sucediendo?
No fue hasta que sintió el roce en su cuello que lo supo.
—¿Es un collar? — se lamió los labios resecos.
—Claro — él se alejó, con una sonrisa sensual —. ¿Qué otra cosa podría ser? — la miró a los ojos.
—Podrías haberme pedido que volteara para ponérmelo — susurró suavemente. Sus mejillas ardían y ellos estaban cerca, tan cerca.
—¿Por qué lo haría cuando puedo disfrutarlo también?
Ambos se miraron a los ojos, con aquella sensación de calor y complicidad flotando entre ellos, tan suave y aun así, embriagadora.
—Akane ¿Dónde estás? — el llamado de Shinnosuke rompió la burbuja.
Fue Ranma quien se apartó, poniendo la distancia debida entre ambos. Akane no habría podido moverse, aunque hubiera querido, sentía las piernas débiles y su cuerpo aún se encontraba sumido en una especie de adrenalina, de esas que inmediatamente después drenaban las fuerzas por completo.
—¡Akane! Ahh, aquí estás.
Shinnosuke se detuvo en el marco de la cocina y la miró, luego reparó en Ranma y su sonrisa se borró.
—Ranma… llegaste.
—Hace un momento — el aludido sonrió sarcásticamente.
—Creí que no vendrías — miró a su novia fijamente —. Ya todos están preparados para partir el pastel, solo falta la cumpleañera — notó los utensilios que ella tenía en las manos —. Ya llevas todo ¿Estás lista?
Akane miró a su novio y luego volteó hacía Ranma quien parecía más serio de lo normal. Era como si toda la jovialidad que había visto antes se hubiera esfumado.
—Si, claro.
—Bien, ven – Shinnosuke extendió una mano en su dirección y ella la tomó dudosamente.
En cuanto el hombre la tuvo a su alcance, la lanzó a sus brazos y se inclinó dándole un beso que le robo el aliento por completo.
Sus besos siempre eran muy dulces y suaves, aquel en comparación era apasionado y abrasivo, Akane se estremeció y no de placer.
Cuando se separó, estaba sin aliento y avergonzada, profundamente avergonzada. Su pecho dolía y su tez se sentía enrojecida. Ranma estaba a su espalda y miró a todos lados menos a él. Shinnosuke sonrió y la guío fuera de la cocina y ella necesitaba alejarse, realmente lo necesitaba, por lo que le siguió.
En cuanto llegaron a la sala de estar notó que todos sus conocidos estaban ahí. Los adornos de festejo lucían implacables y habían preparado una mesita en el centro con un enorme pastel de cumpleaños. Todos parecían tan felices, entonces… ¿Por qué se sentía tan desdichada?
Intentó voltear, para buscar a Ranma, pero el sonido de la voz de Shinnosuke la distrajo.
—Se que talvez no es el momento indicado, pero no puedo esperar más.
El hombre se detuvo y la tomó de los brazos, obligándola a voltear. Akane le miró, repentinamente nerviosa y luego desvío la mirada, encontrando finalmente a Ranma entre la multitud. Él parecía serio, casi severo, y la miró a los ojos también.
Un jadeo general la obligó a devolver la atención a su novio y cuando observó como él se inclinaba sobre una rodilla en el suelo, sintió como si un hubiera recibido un golpe en el estómago.
Levantó la mirada hacia Ranma notando que parecía igual de sorprendido que ella, y cuando la devolvió a Shinnosuke, observó su determinación.
Había pensado en lo que sentiría cuando finalmente el amor de su vida se pusiera de rodillas y le propusiera matrimonio. Había tenido diversas ideas y calculó cada una de sus propias reacciones.
Sería la mujer más feliz del mundo, eso sin duda. También sería dichosa y se sentiría muy enamorada, como si toda su vida hubiera esperado a esa persona, ese momento y el futuro que formarían juntos.
Talvez lloraría de felicidad o soltaría una risa nerviosa y de júbilo. Todo su cuerpo se estremecería y su corazón estaría tan acelerado que sentiría miedo que se escapara de su pecho en busca del ser amado, claro que estaría confiada también que no habría lugar más seguro para él que en esa persona. Porque tendría la completa y absoluta certeza de que desearía pasar cada día del resto de su vida con él.
—Akane Tendo… ¿Me harías el honor de convertirte en mi esposa?
Lastimosamente, justo en ese momento, ninguna de esas sensaciones le sobrevino.
Y cuando levantó la mirada y buscó a Ranma, se dio cuenta que él ya no se encontraba ahí y en ese mismo momento lo supo, la razón por la que su corazón tampoco se encontraba en ese lugar.
Él se lo había llevado.
Lo tenía tomado desde sus seis años y nunca se lo había devuelto.
No le pertenecía a ella.
Porque su corazón era de Ranma.
El sonido de la puerta era molesto, tan molesto. Ranma frunció el ceño tirado en el sofá. Una de sus brazos sobre sus ojos, tapando sus sensibles orbes de la molesta claridad, el otro estirado hasta la alfombra, sosteniendo a duras penas la botella de ron casi vacía.
La luz de la lámpara resultaba molesta, pero no tenía las fuerzas, ni las ganas de levantarse y apagarla. Habría podido vivir con ello, siempre y cuando pudiera resguardar sus ojos de la irritante y detestable claridad, pero no así con aquel sonido.
¿Quién tocaba la puerta como si lo siguieran los engendros del infierno? ¿Acaso no sabía que en ese momento era él quien peleaba con sus propios demonios? ¿Acaso tenía una idea de lo destruido que estaba por dentro?
Se iría en los próximos minutos, eso era seguro, porque no tenía la mínima intención de contestar. Quería estar solo, necesitaba estar solo. Necesitaba un momento para recuperarse, para fingir que todo estaría bien, para realmente creerlo.
—Maldita sea – un nudo se formó en su garganta y levantó la botella llevándola a sus labios. El sorbo que bebió se deslizó por su boca quemando todo a su paso, se llevó el nudo y ardió en su pecho, reemplazando el dolor en su interior por uno menos lamentable.
El silencio fue bienvenido, sin embargo, no duró mucho, pues los golpes volvieron a reanudarse. Casi creyó escuchar la voz de Akane llamarle, pero no podría ser ella, jamás ella. Seguramente Akane se encontraba celebrando su compromiso.
—Mierda, mierda, mierda – y volvió a empinarse la botella hasta que la acabó.
Esperaba hundirse en el alcohol, perderse, olvidar, pero no sucedía, seguía lucido y lo suficiente cuerdo, para recordar como su corazón se había roto solo una hora atrás.
Porque había sido tan idiota como para no intentarlo lo suficiente.
Trató dar un sorbo más, pero la botella estaba vacía. Se irguió, casi protestando cuando sus músculos se quejaron y se levantó, un poco tambaleante, pero más determinado que nunca.
Ni siquiera supo cómo logró avanzar hacia la cocina, pero llegó y empezó a buscar en todos los estantes algo de alcohol.
El sonido de la puerta continuaba y empezaba a dolerle la cabeza.
—Vete – creyó gritar, pero más bien susurró.
No había nada de alcohol ahí, la botella que se había bebido la llevó Ryoga unos meses atrás, durante una noche de chicos. Era hora de ir por un poco de ron.
Se puso los zapatos, buscó una chaqueta y se acercó a la puerta. La persona del otro lado seguía tocando y pensó seriamente que le diría que se largara de una vez, porque él no quería hablar con nadie, solo quería alcohol.
En cuanto abrió, casi sintió como si su corazón escapara de su pecho, cuando lo primero que vio fueron los orbes almendrados de Akane.
Seguramente no se había emborrachado lo suficiente como para alucinarla ¿o sí?
—Akane…
—Llevo tocando desde hace quince minutos… ¿Qué te sucede? ¿Por qué no respondías? — ella parecía enormemente angustiada, como si no concibiera su actitud. Tenía los ojos llorosos e hizo que le doliera el pecho ¿Cómo podía ser tan hermosa? ¿Por qué nunca lo había visto de la misma forma en que él la miraba?
—Tengo que ir por alcohol — sus palabras salieron rápida y atropelladamente.
—¿Qué? — Akane parpadeó sorprendida y angustiada. Las lágrimas que retenía en la mirada, le humedecieron las pestañas —. ¿Ahora?
—Mierda… no estoy lo suficientemente borracho si te veo.
—¿Me ves?... — parecía confundida, tan adorablemente confundida que hizo que le doliera el pecho.
—Si, maldita sea.
—Ranma…
—Necesito ir por algo de alcohol.
—Ranma… tenemos que hablar.
—¿Qué? — él sonrió burlonamente — Vienes a decirme la fecha de tu boda ¿Ya la fijaron? ¿Tan pronto?
—¿Qué? — empezó a jugar con sus dedos – No, yo… ¿Por qué te fuiste así?
—Tenía un asunto en el trabajo — se apoyó en el marco de la puerta.
—No te creo — la voz de Akane temblaba, todo ella lo hacía ¿o era él?
—Si no quieres creerme, es tu problema.
—¿Qué te sucede? ¿Por qué actúas así?
—Nada, no me pasa nada — intentó caminar de largo, pero Akane se interpuso, Ranma le lanzó una mirada fulminante —. Te dije que necesito ir a la tienda.
—Y yo te dije que tengo algo que decirte.
—No quiero hablar ahora.
—Pero necesitas escucharme.
—No, no lo necesito.
—Ranma…
—Quítate Akane – le advirtió agresivamente.
—Ranma, por favor.
Fuera algo en su mirada suplicante, en sus palabras temblorosas, en la desesperación de su expresión, algo que sencillamente le hizo imposible negarse. Porque incluso los guerreros más fuertes tenían una debilidad y la suya siempre había sido Akane, no le cabía duda.
—¿Por qué lo haces tan difícil? — susurró mientras daba un paso atrás y luego otro, le dio la espalda y se adentro al apartamento nuevamente, encaminándose a la sala mientras escuchaba como Akane cerraba la puerta.
En cuanto llego al sofá, se dejó caer de sopetón, desgarbadamente. Recogió las rodillas, se quitó la chaqueta y fingió arreglarse el cabello mientras Akane se sentaba frente a él, en el piso, de piernas cruzadas.
Llevaba la misma ropa de unas horas atrás, el cabello alisado sobre la espalda y la frente, el colorete en las mejillas, los labios brillosos, los pendientes de perlas y el collar que le había regalado, descansando sobre sus pechos. Lucía tan bonita que dolía.
Desvío la mirada rápidamente, negándose a verla.
—Y la fecha de boda ¿Cuándo es?
Akane no contestó y se limitó a verlo con tristeza. Ranma sintió que volvía a hacérsele un nudo en la garganta y deseó tener una botella de alcohol para pasarlo.
—Bueno, ya no tendrás que esperar hasta los treinta y cinco años, eso es seguro.
—¿No?
—No – Ranma soltó una risa baja, sarcástica – Es tan patético cuanto deseaba que los años pasarán con más rapidez, para tener una oportunidad al menos
—¿Una oportunidad?
—De que me vieras como un prospecto de pareja, o… de que me dieras la oportunidad de siquiera intentarlo.
¿Qué sería de su amistad luego de esas palabras?
Irónicamente, no le importaba.
Porque ya no podía fingir, porque ya no quería hacerlo. Porque había estado enamorado de Akane por más de una década y estaba harto de aparentar que no era así.
Ya no quería ser su mejor amigo.
Y definitivamente no podría verla caminar al altar hacia otro hombre que no fuera él.
—¿Qué dices?... — Akane parecía aturdida.
Había soltado la lengua y en ese punto, ya no había vuelta atrás. Con una profunda inhalación y más envalentonado que nunca, ya fuera por el alcohol, por la propuesta de matrimonio de Akane o por la resolución de que ese era el inicio del fin de su amistad, Ranma sonrió suave y tristemente, y dejó salir todo.
—¿Te acuerdas de la primera y única vez que estuvimos juntos? Talvez no te lo dije, pero era mi primera vez también. Fue más que solo un momento de calor para mí, porque tú eras más que solo mi mejor amiga. Siempre te quise, pero nunca entendí cuanto hasta ese momento y luego… quería intentarlo, de verdad intentarlo, pero parecías resuelta a que debíamos olvídalo.
Akane jadeó, con un nudo en la garganta. Sus ojos se llenaron de lágrimas cristalinas y su corazón dolió, amenazando con romperse un poco más con cada palabra.
—Nunca pude verte de la misma forma que antes y luego, cuando empezaste a salir con Ren, me dolió mucho y por eso… te hice creer que también salía con Shampoo ¿Te acuerdas tu primera borrachera a los 19? En cuanto te deje en tu casa, volví a la fiesta, busque a Ren y le dio una paliza por llamarte frígida… pero yo, estúpidamente creí que tenía una oportunidad luego de tu propuesta de matrimonio a nuestros 35 años — la manera en la que su expresión se contorsiono de dolor hizo que Akane no pudiera seguir soportando las lágrimas, mismas que se deslizaron por sus mejillas.
—Ranma… yo…
—¿Te acuerdas del reto del columpio? Te vas a reír si te digo lo que iba a pedirte. Dirás algo como "En tus sueños, Saotome"
—¿Qué ibas a pedir? – Akane sabía que sus palabras le romperían el corazón.
—Que fueras mi novia por una semana — Ranma apoyó la cabeza en el respaldo del sofá y cerró los ojos. Soltó una risa sin humor, vacía y dolorosa —. Creí que si lo fingías durante una semana tendría el tiempo suficiente para que te enamoraras de mi.
—¿Por qué nunca me lo dijiste?
—Lo intente, pero siempre decías que valorabas mucho nuestra amistad y luego… empezaste a salir con Asahi y el idiota me restregó en la cara que se metía en tu cama.
—¿Cómo? – Akane le miró sorprendida, a través de las húmedas pestañas.
Recordó la noche en la que Ryoga la había llamado diciéndole que Ranma se había ido a los golpes con Asahi y que estaba borracho. También recordaba cuando él había llorado por una mujer a la que amaba, pero no lo amaba de vuelta.
¿Era ella? ¿Acaso todo ese tiempo podría haber sido ella?
—Odio a Shinnosuke ¡Lo odio!... Intenté que terminaras con él muchas veces y no sirvió de nada… y ahora van a casarse.
—Ranma… acerca de eso…
—No quiero escucharte.
—Pero… tengo que decirte que…
—¡No quiero escucharte! – él tensó la espalda y lo gritó rápidamente.
—Pues tendrás que escucharme – Akane se puso de pie molesta.
—No, no tengo que… — Ranma también se levantó del sofá — Voy a ir por una botella de ron.
—No, no iras.
—Si lo haré.
—No, no lo harás — cuando intentó pasar a su lado, Akane lo tomó de la camisa y lo arrastró hacia la habitación.
El hombre estaba tan borracho, que apenas podía mantenerse en pie. Estaba segura que de estar él en sus facultades completas, jamás podría llevarlo como lo hacía.
—Déjame ¡Déjame, maldición!
—Tenemos que hablar, pero nunca lo vamos a hacer si estás borracho — abrió la puerta del baño y luego la cortina de la ducha, y empujó a Ranma dentro. El moreno se quejó al golpearse contra la porcelana de la pared y soltó un alarido cuando abrió el grifo y el agua fría le azotó la piel sin piedad.
—¡¿Qué demonios haces, loca?!
—Eso es para que se te baje la borrachera, idiota.
—Esta helada ¡mierda!
—Deja de maldecir.
—¿Y cómo debería de sentirme entonces? ¡Maldita sea Akane! ¿Qué sucede contigo?
—¿Conmigo? ¡¿Conmigo?! ¡¿Qué diablos pasa contigo para soltarme toda esa mierda de esa manera?! ¿Cómo esperas que reaccione? ¿Qué se supone que debo pensar al respecto?
Ranma la miró un segundo y luego se apoyó en la pared, cansado y derrotado.
—Acabo de arruinarlo todo ¿cierto?
Parecía más consciente y con un nudo en la garganta, Akane negó.
—Tenía seis años cuando conocí al amor de mi vida. No pensé que fuera un suceso impactante, ni siquiera percibí el cambio enorme que significaría, pero lo supe, en el fondo de mi corazón lo supe — soltó sin aliento. Las palabras salieron a borbotones de sus labios, como si las necesitará decir todas de una vez, como si de no soltarlo, podría perder algo muy valioso.
Ranma inhaló entrecortadamente y se quitó el cabello húmedo del rostro.
—Nos hicimos inseparables y a los dieciocho tuvimos nuestra primera vez juntos. No quería que terminará la noche y a la mañana siguiente, no sabía que decir. Estaba asustada de que eso implicará el fin de nuestra amistad, pero no hubo necesidad de decir nada y creí que era mejor fingir que nada había cambiado, porque prefería tenerlo en mi vida de esa manera, aunque no fuera lo que realmente deseaba — sollozó suavemente y se limpió el rostro con brusquedad.
—Akane…
—Luego vinieron las relaciones con otras personas e intenté buscar, de verdad intenté buscar a alguien que pudiera hacerme sentir, aunque fuera un poco de lo que él me hacía sentir. Lo amaba tanto, todo el tiempo, pero deseaba no hacerlo, porque cada día se hacía más doloroso. Y luego… le vi llorar borracho por un amor no correspondido y solo pude pensar en la ironía que implicaba que él llorara por otra chica, cuando yo lo hacía por él.
—Eso no es… — Akane levantó una mano y le obligó a callarse.
—Y apareció Shinnosuke y creí que podría superarlo, pero no fue así, entonces… cuando salió el viaje a Nueva York, intenté huir de mis sentimientos, pero me di cuenta, que no importaba que tan lejos fuera, nunca lograría olvidarlo, porque mi corazón se había quedado en Tokio, con él.
—¿Por qué?
—No lo sé… quisiera entenderlo, pero no lo sé, solo sucedió y no se va. Es como si por más que lo intentará, nunca pudiera reemplazarlo y solo creo que… nunca encontrare a alguien como él, ni la manera tan maravillosa en que me hace sentir.
—¿Y Shinnosuke? – la calma en la voz de Ranma resultaba tan reconfortante como siempre.
—Rechace su propuesta… yo… siempre me imagine casada con un solo hombre y cuando me mire a mí misma en ese salón, mientras todos estaban a la expectativa de mi respuesta y te busque en la multitud… y me di cuenta que no estabas – respiró entrecortadamente —. Solo lo supe… el hombre con el que yo quería pasar el resto de mi vida no estaba ahí, se había ido.
Ambos se quedaron viendo, con el aliento agitado, los corazones acelerados y la realización de que todos esos años, el amor por el que habían sufrido tanto, siempre fue correspondido.
Ninguno supo quien dio el primer paso, pero un segundo después, sus cuerpos colisionaron y sus labios finalmente se encontraron, con pasión, con amor, con necesidad absoluta.
Akane le abrazó por el cuello mientras Ranma la tomaba por los glúteos, subiéndola lentamente sobre él, hasta que sus piernas le rodearon la cadera. El moreno retrocedió y luego dio media vuelta hasta apoyar el cuerpo más pequeño contra la pared.
No habían apagado el grifo y el agua no tardó en empapar a Akane. Ranma se apresuró a besarle el cuello mientras la chica intentaba quitarle la camisa con las manos ansiosa y torpes.
—Akane…
La morena no respondió, inclinando el rostro en su lugar y besando el torso masculino. El Saotome reprimió un gruñido, mientras se apresuraba también a quitarle la blusa. En cuanto la tuvo en sostén, se dejó caer de rodillas, sin importarle la protesta de Akane y se apresuró a deslizar los pantalones blancos por sus piernas, los cuales se pegaban a su piel debido a la humedad. Tuvo que luchar por varios minutos hasta que finalmente cedieran, solo entonces observó la sencilla braga rosa con el sostén a juego, que si bien, no tenían como propósito seducir, lucían francamente sensuales en aquel cuerpo con el que más de alguna vez había tenido fantasías.
—Ranma.
—Te ves tan hermosa… todo el maldito tiempo — él se inclinó y depósito un beso en el vientre de la mujer. Akane gimió, mirándolo a través de los ojos entrecerrados.
Su respiración estaba agitada y su pecho se movía al compás de cada fuerte inhalación. Sentía los senos pesados, la piel estremecida y caliente, estaba tan excitada.
—Ranma… — gimió suavemente, mientras se lamia los labios resecos. El moreno se inclinó, tomó la braga con los dedos y la miró a los ojos mientras la deslizaba por sus caderas, lentamente por sus muslos hasta que la obligó a levantar una pierna y después la otra.
Habían hecho el amor una única vez y su cuerpo había cambiado mucho desde entonces, pero Akane intentó no avergonzarse. Después de todo aquel era Ranma y la amaba, sorprendentemente la amaba.
El hombre dejó caer el pedazo de tela en algún lugar de la ducha y se inclinó, besando su vientre una vez más. Akane respingo cuando sintió como le mordía una porción de piel, su cuerpo ardió mientras él fue depositando besos sobre su vientre, lentamente descendiendo hacia su intimidad.
Soltó un suspiro, cuando deslizó la lengua entre sus pliegues húmedos y gimió, cuando la obligó a levantar una pierna y ponerla sobre su hombro para tener un mejor acceso a su sexo.
La posición era obscena, pecaminosa, tan caliente. Akane apoyó la cabeza contra la pared, deslizó la mano derecha en el grueso cabello humedecido de Ranma para anclarse a la tierra y su otra mano se disparó rápidamente, buscando sostén mientras sentía como aquella traviesa lengua, se deslizaba una y otra vez por su perla hinchada.
Alzó las caderas cuando Ranma deslizó los labios, tomando su clítoris, y gimió su nombre cuando lo succionó.
Nunca le habían hecho sexo oral, siempre lo había rechazado en ambos sentidos y su experiencia sexual era bastante limitada, pero justo en ese momento se dio cuenta que jamás podría compararse con aquel júbilo.
Estaba sin aliento en el momento en el que Ranma deslizó la lengua en su interior, luego sintió como él reemplazaba la misma por sus dedos y volcaba toda su atención en su clitoris inflamado.
Era demasiado placer, tan intenso, tan caliente que no podía respirar. Tomó entre los dedos un puñado del cabello de Ranma y no supo si necesitaba alejarlo o acercarlo aún más.
Justo cuando estaba por gritar que parara, lo sintió. Era un calor en el cuerpo, la sensación de que algo enorme se avecinaba, no podía pensar, no podía respirar y en el momento en el que creyó que tampoco podría soportarlo más, su mundo entero se desfragmento en miles de pedazos y el cielo mismo pareció iluminarse por unos benditos y gloriosos fuegos artificiales.
—¡Ranma!
Ni siquiera fue consciente de su grito y debió perder la noción de tiempo por unos segundos, pues cuando volvió en sí, Ranma la sostenía entre sus brazos, de pie.
—Eso fue… — él interrumpió sus palabras con un beso abrasador. Sus manos se posaron en sus glúteos, amasando la carne con pasión, y luego sintió como un brazo le rodeaba la cintura y la obligaba a escalar sobre su cuerpo.
Abrió las piernas, tomando consciencia de su piel desnuda que se deslizaba por la piel también desnuda de Ranma. Él la sostuvo de los muslos y la apoyó contra la pared, mientras continuaba besándola.
Nunca nadie la había besado de aquella manera, no podía respirar, pero no importaba, porque era la persona más feliz del mundo en ese momento y moriría siéndolo.
Sintió como Ranma ahuecaba uno de sus pechos y luego dejaba caer los labios sobre su piel, hundiendo el rostro en su escote. Akane tardó en reaccionar y gimió cuando sintió como él tomaba su pezón entre sus labios. La había desnudado con tanta rapidez que no sabía que seguía, pero no importaba, porque cada caricia se había sentido como el cielo.
Fue apenas consciente de la mano traviesa que se deslizaba entre sus cuerpos, y cuando lo percibió, notó que el miembro erguido de Ranma se apoyaba en su entrada. Akane meció las caderas, ansiosa por sentirlo dentro, sin embargo, Ranma fue paciente, y se limitó a acariciarla unos segundos, mientras continuaba deleitándose con el sabor de sus pezones.
Lastimosamente, ella había esperado demasiado tiempo por aquel momento como para apreciar los mimos, y lo necesitaba, de verdad lo necesitaba.
Tomó el cabello azabache entre los dedos y le dio un tirón, obligándolo a levantar el rostro.
—Entra en mi – exigió en un gemido, moviendo las caderas.
El Ranma de siempre se habría reído y talvez habría continuado burlándose de ella un poco más hasta conseguir que le suplicara que la tomara, pero él que estaba entre sus brazos en ese momento, parecía necesitarla tanto como ella lo necesitaba a él y antes de asimilar lo que sucedía, sintió como se deslizaba en su interior.
Akane gimió sobre los labios masculinos, con la mirada entrecerrada fija en los luminosos orbes azules, le abrazó con fuerza por el cuello y hundió las caderas hasta que sintió que no había espacio alguno que pudiera separarlos.
Y lo supo, en lo más profundo en su interior, con una seguridad absoluta, con certeza definitiva, que no volvería a ser la misma de antes y que jamás dejaría ir a ese hombre, porque le pertenecía.
—Akane — él gimió, su voz apenas un susurro ronco, suplicante, majestuoso. La morena asintió agitadamente respondiendo a su ruego y levantó las caderas mientras Ranma salía de su cuerpo, luego se dejó caer, justo cuando él volvía a ingresar y nada nunca se sintió más perfecto.
El vaivén fue lento y preciso, alocado y furioso, suave y dulce. Hicieron el amor como dos personas hambrientas, enamoradas y necesitadas. Cada estocada se volvía más placentera. Su cuerpo no paraba de estremecerse y ella no podía controlar su voz. Toda su piel se sentía sensible, caliente. Cuando Ranma le besó los pechos, ella casi alcanzó la cima y le arañó la espalda logrando que él perdiera el ritmo. Ambos se miraron a los ojos y fue casi magia, era la certeza de que se pertenecían, de que aquello era correcto, de que siempre lo había sido.
—Akane — Ranma gimió, cerrando los ojos cuando tomó sus glúteos entre los dedos. Ella estaba por llegar, el placer construyéndose de nuevo, amenazando con dejarla caer en un oscuro y delicioso abismo, pero estaba decidida a llevarlo consigo.
—Vamos… vamos amor — fueran sus palabras o la manera tan deliciosa en la que ella empezó a contorsionarse, pero el moreno lo sintió y aunque intentó retenerlo, no pudo.
Escuchó el grito femenino de éxtasis y con un ronco suspiro, se dejó ir, sintiendo como todo su ser explotaba en un placer tan inmenso que pareció dividirlo en dos.
Tomó las caderas femeninas y se apretó duramente contra el cuerpo de Akane mientras temblaba, sin aliento, usando las últimas fuerzas que tenía para sostenerlos a ambos.
El silencio perduró pasados los segundos y les permitió asimilar poco a poco —entre sus respiraciones agitadas, que se entremezclaban, los estremecimientos que recorrían sus cuerpos, el acelerado latido de sus corazones sincronizados— no solo el placer, sino también la realidad de lo que habían hecho, de sus sentimientos y de lo que seguiría luego.
Y se sentía como una fantasía, pero no lo era, porque la personificación de todos sus sueños se encontraba ahí, entre sus brazos.
La morena le acarició el cabello y cuando levantó el rostro, le plantó un beso pequeño, cansado y dulce.
Con una sonrisa, Ranma abrió los ojos y miró aquellos orbes almendrados en los que podría perderse una eternidad.
—Te amo — soltaron al unísono y se rieron, como dos locos desquiciados, con la seguridad de que nada podría terminar aquella felicidad.
Una hora después, mientras sus cuerpos se enfriaban luego de hacer el amor por segunda vez. Akane levantó el rostro y lo apoyó en el torso masculino, fijando una mirada en la expresión reflexiva de Ranma.
—¿En qué piensas? – susurró suavemente.
—Solo en… todos estos años…
Akane asintió entendiéndolo sin necesidad de palabras y tomó la mano de él, levantándola y entrelazando sus dedos.
Habían perdido mucho tiempo y jamás podrían recuperarlo.
—Solo… éramos la persona correcta en el momento equivocado.
—¿Crees eso?
—Puede ser — se inclinó y depósito un beso en su pecho, luego devolvió la mirada a sus manos, donde Ranma jugaba con sus dedos —. Pero y si no… ¿Importaría?
—No… mientras estemos juntos de ahora en adelante.
Akane sonrió con las mejillas enrojecidas y se inclinó, para darle un beso que los dejó a ambos sin aliento.
—¿Aun tienes energías? – él parecía sorprendido.
—¿No puedes llevarme el ritmo?... creo que la edad te está pasando factura… anciano — se burló la pelinegra sonriente.
Soltó un chillido cuando Ranma la obligó a voltear y se posicionó sobre su cuerpo desnudo.
—Espero que sepas en lo que te has metido — le advirtió él con seriedad.
—No puedo esperar para que me lo muestres — susurró seductoramente.
Ranma sonrió y se inclinó para besarla, y Akane lo recibió, con todo el amor del que era capaz.
Sabiendo que los verdaderos anhelos y deseos del alma, algunas veces si se volvían realidad.
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FIN DEL CAPÍTULO
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NOTAS DEL CAPÍTULO:
Hola mis bellas, tiempo sin pasarme por aquí.
En primera, esta historia es para la página de Mundo Fanfics Inuyasha y Ranma, en la dinámica #Porque_cinco_fiestas_es_mejor_que_una
Muchas gracias por invitarme a sus dinámicas y por siempre crear estas perfectas y hermosas excusas para escribir.
Amo el friends-to-lover ¿Qué les pareció el fic?
La historia debía estar preparada para el cumpleaños de Akane, pues es la que más se nombra en festejo, pero no me dio tiempo de terminarlo y cuando iba a subirlo, la semana pasada y fui a leer la dinámica, me di cuenta de que se aproximaba el RanKane Day y decidí matar dos pájaros de un tiro.
Espero que la historia les haya gustado, a mi me encantó y realmente, de verdad, ame escribirla. Esperó poder despertar en ustedes, los sentimientos que experimenté mientras escribía cada línea.
Mi ausencia ha sido larga, talvez demasiado. Recibí hace un tiempo un comentario un poco extraño, que me sacó de órbita. No tiendo a poner atención a estas personas y por eso no me explayare explicándolo, pero me mandó directamente a un bloqueo horrible de escritura. He tardado un poco en recuperarme, esta historia es el inicio.
Además, estoy teniendo un terrible problema con mi cuenta de ff, no se si se encuentra muy saturada o si le sucede a todos los usuarios, porque no recibo más notificaciones ¡De ningún tipo! Ni de actualización, ni de comentarios, ni mensajes privados, absolutamente nada. Me ha tocado tener que ir directamente a la página para ver si alguien de casualidad se acuerda de mi y dado mi odiosamente ocupada vida adulta, no es muy seguido, por lo que cuando me doy cuenta, han pasado algunos días y me da pena contestar sus preciosos comentarios ¡Lo odio! ¡Ayuda!
Actualmente no tengo fechas de actualización y eso que se que debo varias, pero estoy intentando ponerme al hilo, talvez el otro mes haga una actualización masiva, se que tengo cuatro historias pendientes de este fandom, por cierto, quite el "completo" de "Crush on You" y ya estoy trabajando en la secuela, la amo.
También se viene el final de "Lo que fuimos" "Bajo el muérdago" y "Príncipe oscuro", y como si fuera poco, también tengo unas sorpresas preparadas, esperó que eso expíe mis pecados al no actualizar.
Muchas gracias por acompañarme en esta historia, amo este fandom, son mi lugar de calma.
Un enorme beso y abrazo. Nos leemos pronto.
Feliz cumpleaños Akane y Ranma.
Y feliz RanKane Day.
27/05/2022
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