Los personajes no me pertenecen son propiedad de la gran Rumiko Takahashi.
Este one shot es en respuesta a la dinámica lanzada por las páginas de Facebook Mundo Fanfics Inuyasha y Ranma y por la página Inuyasha Fanfics.
La cual lleva por nombre porque cinco fiestas son mejor que una.
Les advierto que esta historia está algo, muy, demasiado apresurada ya que nunca jamás en mi vida había escrito dos historias en menos de un mes.
Así que pido una disculpa adelantada.
Como siempre agradezco infinitamente a mi bella beta Ziari27 por leer mis locuras y por siempre tener una sincera opinión sobre mis desvaríos.
Esta historia fue escrita con la intención de publicarse para el Rankane day, obviamente no llegué pero más vale tarde que nunca, digo… aquí aun es Mayo, así que aún estoy a tiempo ¿creo?
Sin más preámbulo les dejo leer.
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Lo que escondes
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En la acolchada superficie blanca de aquella habitación el menor de los Saotome se encontraba sentado observando todo a su alrededor, definitivamente las cosas habían cambiado mucho en él, ya había dejado de ser el estúpido boca floja de la adolescencia, aunque sus metas y objetivos seguían siendo los mismos, sus acciones para llegar a ellos habían cambiado, la madurez parecía asomarse discretamente en su vida, dio un largo suspiro mientras sonreía.
–Ha sido un largo camino –se dijo en voz alta al mismo tiempo que pasaba sus largos dedos entre la espesa cabellera negra, despeinándose ligeramente en un gesto de impaciencia, siguió su recorrido con su mano hasta acariciar con su palma la frente y nariz, colocándola sobre los labios, sintiendo su propia sonrisa.
Echó un vistazo al reloj que ese día había colocado en su muñeca, aun había tiempo, a pesar de tener un problema con la puntualidad, ese día era tan importante que estaba ansioso, desesperado por no faltar a aquel evento, que con suficiente premura había reservado y organizado él solo, se sintió orgulloso de él mismo, por momentos quiso palmearse la espalda, felicitarse por aquello.
–Vaya quien lo diría –una vez más a pesar de estar solo habló como si conversara con otra persona –el orgulloso Ranma Saotome doblegado –la risa que sus labios formaron era algo confusa a pesar de estar emocionado y feliz por el próximo evento, sintió algo de nostalgia por dejar atrás algo de su personalidad, era consciente que desde que se topó con ella por primera vez su vida daría un giro drástico, pero jamás pensó que acabaría así, felizmente domesticado el caballo salvaje, por su propia voluntad, sus pensamientos eran un torbellino de recuerdos y vivencias, no podía culpar a nadie, solo a él, en otros tiempos buscaría algún culpable, pero en esta ocasión él había armado todo el teatrito.
-Pero ¿Cómo no hacerlo? –Otra vez su voz contestaba a sus pensamientos rememorando sus acciones pasadas, experimentando aquellas agradables sensaciones que le quemaban la piel –y lo volvería hacer mil veces más –no sentía arrepentimiento ahora, pues todo lo que había hecho lo habían llevado al lugar en donde hoy estaba.
Ahora su sonrisa iluminaba por completo su rostro, sus ojos estaban llenos de picardía y algo de malicia al visualizar a la perfección el inicio de su historia.
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Un año y cuatro meses antes.
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Nerima dejaba atrás un poco las ventiscas invernales, el frio aun calaba en los cuerpos que iban de aquí para allá por las transitadas calles de la pequeña ciudad, los abrigos, bufandas y gruesas prendas de vestir eran comunes durante esa época.
Aunque el mes de Enero y las decoraciones navideñas quedaban de lado, el ajetreo en los ciudadanos parecía ser el mismo, todos corrían de sus trabajos a sus cómodos hogares, los más jóvenes vivían sus vidas un poco más relajadas, asistían a la universidad, tomando clases extras, cursos, actividades entre amigos, visitas a las diferentes bibliotecas, comidas, gimnasio etc., bueno casi todos los jóvenes, pues cierta señorita peliazul corría de un lugar a otro a toda prisa, pues desde que había ingresado a la universidad, decidió tomar un trabajo de medio tiempo para solventar sus gastos.
Era la excusa perfecta para estar fuera de casa y ayudarse económicamente, apenas tenía un semestre cursando la carrera de medicina y el costear libros e instrumentos eran unos lujos que su padre aduras penas podía adquirir sin desproteger los gastos que llevaba su hogar.
El Dojo ya generaba ingresos gracias a las clases que Ranma y los adultos del hogar impartían, lamentablemente la mayor parte de aquella entrada de dinero se iba en pagar los daños ocasionados por las múltiples peleas de los enamorados y prometidas de los menores del hogar, y si a eso le sumaban los viles que generaban mes con mes, aunado con los víveres y estudios de sus hijas, todo esto sumaban cantidades desorbitantes para el patriarca de los Tendo.
Akane observó que Nabiki podía costear cierto tipo de cosas que le facilitaban la vida, como su propia computadora, celular, ropa y toda clase de artículos que su carrera universitaria le pedía, sin la necesidad de molestar a su padre, y fue cuando pensó en tener una clase de ingreso, y definitivo en sus planes no estaba modelar para que su hermana vendiera sus fotos.
Buscar un trabajo que le diera las facilidades de estudiar, y la flexibilidad de hacer sus tareas mientras estaba laborando sería lo ideal sin descuidar sus entrenamientos y su familia. Gracias a su amiga Yuka encontró el trabajo soñado que le dejaba el suficiente dinero incluso para poder comprar ropa de moda y ayudarse con los gastos de su escuela.
Ya hacia un poco más de seis meses que la menor de los Tendo trabajaba como recepcionista en un conocido consultorio clínico de la ciudad, era un corto tiempo el que pasaba en el lugar, recibía llamadas y agendaba las diferentes citas de las pacientes de la ginecóloga, Akane se encargaba de tener café listo, y llevar el control de todo lo referente a las pacientes y sus expedientes etc.
De siete de la mañana a dos de la tarde tomaba clases habituales en las aulas de la universidad de Nerima, tomaba el transporte para poder comer con su familia, degustaba sus alimentos, conversaba un poco, cambiaba su cómodo calzado deportivo por altos tacones y ropa formal para estar a la altura del lugar donde laboraba, de nuevo salía de su hogar para tomar el primer taxi hasta el edificio donde tenía que llegar colocando los folders con la información de las pacientes de ese día en el escritorio de la médico. Iniciando su jornada de trabajo a las cuatro de la tarde y terminando a las ocho de la noche cerrando las puertas de aquella elegante suite del edificio en compañía de la mujer especialista en la salud femenina.
A pesar de su larga y agotadora jornada Akane no abandonaba sus salida matutina a correr, ni por las noches abandonaba sus exhaustivas rutinas de entrenamiento, su vida social quedaba un poco de lado y aun así se daba tiempo para tomar un café con sus amigas de vez en cuando o una simple salida nocturna a algún bar cercano con las chicas de la facultad.
Ranma se preguntaba si aquello era sano para su prometida, a decir verdad la veía poco, últimamente Akane era bastante más esquiva, aunque amable en sus contestaciones, ya no peleaba, esos apasionados enfrentamientos entre ambos habían quedado atrás, y aunque suene algo masoquista Ranma los extrañaba, en su locamente era una manera de obtener atención por parte de la chica de bellos ojos acanelados.
Atribuía aquello a su ocupada agenda, no le daba mucha importancia a aquello, el ojicobalto estaba más preocupado por la salud de la chica que por el distanciamiento, pues él tenía muy claro que en un futuro no muy lejano ambos terminarían casados, Ranma confiaba en Akane aunque era celoso sabia internamente que la chica no iba por la vida buscando muchachos o citas, era verdad que la mujer tenía un encanto natural para atraer pretendientes y enamorados pero era tan distraída que ni siquiera se daba cuenta de ese don. Lo cual el azabache agradecía enormemente, pues si Akane supiera lo que su sonrisa y rostro provocaban en los hombres, él estaría en grandes problemas.
-Gracias al cielo –musitaba el varón de ojos cobalto mientras meditaba en la bañera de la residencia Tendo.
Ese día había tenido un, no muy grato encuentro con las mujeres que se hacían llamar sus prometidas, habían peleado por conseguir una cita con él, quedando Ranma en medio de las tres, recibiendo bomborines, espátulas, somníferos y todo tipo de armas en su cuerpo.
-Estoy harto, ese trio me tienen cansado –hablaba con molestia en su monologo personal recordando cómo cada vez que intenta salir las tres chicas se abalanzan sobre su persona –¿Tendrán un rastreador o algo así? –se decía así mismo mientras se preparaba para salir de la bañera.
Mientras las imágenes en su cabeza iban y venían ideando un plan de como deshacerse de las chicas, escuchó como la voz de su prometida se filtraba en la acústica de la estructura del hogar Tendo.
-¡Ya llegué! –el grito de la chica avisaba con alegría la llegada a su casa.
A Ranma se le dibujó una sonrisa automática en el rostro, hoy Akane estaba en casa muy temprano, por instinto sus ojos se dirigieron a la gran ventana que iluminaba la húmeda habitación, distinguiendo la luz del día, aun no pasaba de las cinco de la tarde –Que extraño –la frase salió de los masculinos labios con algo de sorpresa ante el inusual suceso.
Pero de igual manera se alegró de verla por más tiempo; sin metiches, ni familia de por medio, por fortuna todos los habitantes de aquella casa decidieron salir, en la nevera se distinguía un letrero colgado alertando a los menores del hogar acerca de su salida.
Kasumi como cada tarde fue con Tofu a tomar el té en su consultorio, Nabiki se encontraba en clases extracurriculares, los patriarcas habían salido de compras a una tienda deportiva donde normalmente conseguían material a buen precio para los entrenamientos de sus aprendices, Nodoka había salido por los víveres de esa semana a un mercado no muy lejos de ahí.
Akane leyó lo que la impecable caligrafía de su tía Nodoka le informaba, suspiró y colocó de nuevo la nota en su lugar, miró a su alrededor, la casa aparentaba estar totalmente sola.
–Que lastima y hoy que salí temprano –habló bajito mientras un distraído mohín se instalaba en su delicado rostro, bueno aquello no era tan malo, tenía varias horas para descansar, las cuales le hacían mucha falta.
Subió las escaleras despacio, distraída sin prestar mucha atención a su alrededor, una vez estuvo frente a su cuarto abrió la puerta, de manera instintiva sonrío al ver su perfecta alcoba con la luz del día filtrarse por su ventana, hacía tiempo que no veía aquello, tenía ganas de relajarse, leer un poco, escuchar música y tal vez ver un poco de televisión, eran demasiadas cosas para aquellas cortas horas, así que iniciaría pronto sus actividades, ingresó a la alcoba cerrando de manera distraída la puerta tras de ella, no le dio importancia al pequeño detalle de no cerrar la puerta por completo, el característico click del picaporte jamás se oyó, pero aquel detalle le daba igual, gracias al cielo no estaba el maestro Happosai ni los demás integrantes de aquella variada familia, caminó directo a su escritorio, colocó lo que llevaba en sus manos sobre la superficie de madera, unos cuantos libros y su bolso.
Sus ojos se quedaron observando el bonito cielo que su ventana enmarcaba y sonrío.
En el baño de la residencia Tendo un Ranma se vestía de manera apresurada, tal vez podría tener una plática normal con su prometida, sin malos entendidos, calentaría la cena que muy probablemente su madre y Kasumi dejaron preparada, ese día seria sereno entre los dos, hace mucho que no disfrutaban de su compañía.
Salió del baño con una pequeña curvatura en sus labios, caminó despacio por el estrecho pasillo, carente de luz, su idea era dirigirse directo a la cocina para calentar los alimentos, pero al pasar frente a la puerta de la habitación de Akane escuchó un tenue tarareo, su prometida hacia mucho eso y a él le encantaba observarla cuando lo hacía, era tan natural para ella, distinguió la brecha de luz que se filtraba por la abertura de la puerta, sus ojos buscaron el femenino cuerpo de manera curiosa.
Akane estaba frente al espejo de cuerpo completo aun con su ropa de trabajo, ese día la chica había optado por un vestido entallado, hasta la rodilla, el cual marcaba a la perfección la pequeña cintura, mangas largas, con un cuello que cubría hasta la parte alta de la clavícula, las costuras en el torso realzaban sus bien formados senos, las anchas y femeninas caderas eran gloriosas, su níveo cuello quedaba al descubierto con aquel recogido que llevaba, Ranma ya no escuchaba el tarareo, aunque era consciente de que la melodía emitida por su prometida aun resonaba en la habitación, la atención completa del azabache estaba puesta en la bonita silueta.
Los ojos de Ranma se dirigieron momentáneamente hacia la cama de Akane donde pudo observar el pesado abrigo y la bufanda descansar sobre la acolchada superficie.
"Gracias a Kamisama que no andaba así por la calle" pensó el chico al ver lo linda que se veía con aquel atuendo.
Internamente reconocía que era tiempo de irse, ya había observado lo suficiente, pero los masculinos instintos le pedían ver más, un poco más, tan solo un poco y se iría de la manera más relajada posible –lo prometo –musitó para sí, tratando de apaciguar esa enfermiza voz que le hacía dejar de lado la honorabilidad de guerrero artemarcialista.
Ranma permanecía quieto detrás de aquella estrecha brecha entre la puerta y el marco de madera, donde los latidos de su corazón parecían sonar con fuerza en su cuerpo, aturdiendo por momentos los sentidos, el joven de oscura trenza distinguió en cámara lenta como el cierre trasero del formal vestido cedió ante las manos de Akane, el azabache tragó duro al ver como la blanca piel de la ojicanela quedaba al descubierto, poco a poco Akane deslizó la tela sobre sus brazos en una gentil caricia hacia el sur de su cuerpo, dejando así la parte superior desprotegida liberándola de aquel flexible captor.
El ojicobalto era consciente de lo que ocurría, quiso salir corriendo pero su cuerpo no reaccionó, el bombeo de sangre en ese momento era desbocado, sus ojos se resistían a parpadear, su respiración era difícil de controlar, vio como la pequeña franja de encaje del sostén que rodeaban la estrecha espalda, se encargaba de resaltar la tersura y blancura de la dermis femenina.
Con extrema lentitud observó como las delicadas manos de la chica se dirigieron a los costados del vestido, halándolo con cuidado hacia abajo, los masculinos labios se curvaron en una sonrisa nerviosa, aquello era demasiado, él estaba sobre pasando cualquier tipo de limite, su conciencia le gritaba una y otra vez lo aberrante de sus actos, pero su curiosidad aunada con los instintos le invitaban a seguir. Akane tenía razón; era un pervertido, el peor de todos, Ranma se flagelaba mentalmente repitiéndose aquellas frases sin desviar los iris azulados de su prometida, en cámara lenta distinguió como la vestimenta de la ojicanela caía sin ningún tipo de cuidado a los desnudos pies de la mujer.
El pelinegro casi sufre una hemorragia nasal al ver la pequeñísima ropa interior que su marimacho utilizaba ese día –Por Dios, Akane… –la mente del joven era una verdadera locura, esto era algo insólito, como era posible que debajo de aquellos recatados y formales vestidos Akane llevara literalmente un arma de seducción, capaz de hacer caer hasta el más casto y santurrón de los hombres, los ojos de Ranma no podían despegarse de aquella hermosa Diosa griega.
En tanto Ranma memorizaba cada detalle del femenino cuerpo, escrutando a placer cada curvatura, experimentó instantáneamente la reacción de su virilidad. La minúscula braga en tono rosa pálido dejaba gran parte de los redondeados glúteos expuestos.
-Las mejores caderas de Japón –mencionó de manera inconsciente en un susurro audible solo para él "de todo Japón" repitió en su mente comprobando la frase con sus propios ojos.
Por inercia el varón de ojos azules llevó distraídamente su mano hacia la punzante erección, notó un ligero y momentáneo placer al rozar su masculinidad, los delgados labios del azabache se abrieron como reflejo al contacto.
Emitiendo caricias sobre el estorboso pantalón Ranma pudo apreciar como Akane inclinaba la parte superior de su anatomía con el fin de recoger la formal prenda del suelo, regalando así la más hermosa escena que su acechador personal haya podido disfrutar en su vida, las perfectas y largas piernas de la mujer eran coronadas con unos hermosos glúteos, y si a eso le sumaba el ligero asomo de la zona intima de la chica, la cual se distinguía con mucha facilidad entre la tela de ropa interior.
-Vaya que escondes bellísimos detalles bajo tu ropa Akane –el masculino murmullo llegó a sus propios oídos más gutural de lo que se hubiera imaginado, desconociéndose a sí mismo por momentos, mientras la mente del heredero Saotome iba y venía en sus cavilaciones, sus ojos se deleitaban con la esbelta figura que espiaba con cautela.
Era un verdadero deleite el verle pasear atravez de la habitación buscando ropa cómoda para ese día en casa, Ranma libraba la más feroz de las batallas entre su conciencia donde su ética y moralidad le suplicaban alejarse de aquel lugar, en tanto la naturaleza de su edad fusionada al más puro instinto carnal le estaban regalando el placer de aquello que ningún otro hombre tendría, porque era bien sabido por todos que esa mujer le pertenecía. Su cerebro fraguaba argumentos a su favor, tratando de apaciguar la guerra interna que llevaba en ese instante, pues cualquier varón con un libido sano estaría haciendo lo mismo que él, tratarían de grabar a fuego aquellas imágenes, en sí, él no hacía daño a nadie o ¿sí?, no era culpa de Ranma que la bonita anatomía que se movía de un lado a otro dentro de las cuatro paredes de madera fueran la más pura tentación, claro que no, ellos estaban prometidos, se pertenecían todo aquello era un calmante para su angustiada alma o eso es lo que el cerebro del pelinegro trataba de hacer.
No quería dejar de ver aquellas bonitas caderas, la estrecha cintura y los abultados senos, en la mente del menor de los Saotome se desarrollaban cientos de escenas donde él y su prometida se acariciaban, mordían, besaban, todas aquellas fantasías que su cerebro creaba, los redondeados abultamientos traseros de la mujer le hacían perder el control, eran firmes, tersos y estaban descubiertos, solo para él, el espía que traviesamente se deleitaba con aquella hermosa imagen. Debería quedar implícito en las escrituras divinas que esa braga era un pecado, por Dios, era tan diminuta, como se podía llamar ropa interior aquel pequeño triangulo de tela cosido con bonitos y coquetos hilos que lo unían a la parte delantera…. Absolutamente era la perdición.
Seguía con la labor de acariciar la dura protuberancia por encima del pantalón, ahogando jadeos ante el ligero placer, sin despegar la mirada de la femenina figura que se colocaba el ajustado pantalón.
-Eres hermosa marimacho, "Mi Marimacho" –desde cuando hablaba tanto, pero es que al verla así, salían a relucir tantas cosas y cualidades que Ranma no era consiente de tenerlas.
Jamás perdió de vista su femenino objetivo, sonrió al distinguir como Akane deslizaba por su torso un enorme suéter de capucha, si no fuera por el estampado del anime favorito de la chica, Ranma hubiera jurado que aquella prenda era de su tío Soun, era varias tallas más grande de lo normalmente aceptable –Que manera de guardar tus sexys gustos mi amor – ¿pero que había dicho? se estaba volviendo loco, ya no solo no reconocía su propia voz sino que ahora utilizaba esas bobadas de pareja cursi, se abofeteo mentalmente.
Supo que su tiempo estaba contado, Akane saldría de la habitación en cualquier momento y él tenía un visible problema entre sus piernas, antes de verse descubierto se dirigió hacia la planta baja con rapidez. La agobiada mente inició el planteamiento de una excusa o algún tipo de plan que le ayudara a despistar al enemigo, vio hacia el sur de su cuerpo, estaba aún muy duro… -¿Qué hago? –se cuestionaba mientras volteaba para todos lados buscando algo que le sirviera, caminaba de manera errática, al mismo tiempo que mordía sus ya gastadas uñas, como si eso le brindara la respuesta que necesitaba.
Intento regresar a la segunda planta para ingresar al baño y ducharse de nuevo pero los discretos pasos de la peliazul ya se encontraban demasiado cerca para llevar acabo aquel improvisado plan, corrió directo a la cocina, sin pensarlo dos veces se colocó el delantal de Kasumi, tomando posición frente a la estufa, intentando calentar la comida que se encontraba sobre las hornillas, sintió los delicadas pisadas de su prometida acercarse hacia la puerta de la cocina, Ranma estaba muy nervioso ¿y si lo molía a palos por pervertido? la verdad se lo merecía, hoy simplemente se había comportado como un verdadero pervertido, y como premio extra la incontrolable erección…. No podría negarlo, definitivo Akane le mandaría a volar hasta el otro continente –Aceptaré el castigo con honor –no giraba su cuerpo, solo meneaba los alimentos tratando de desaparecer del lugar.
-Oh, no sabía que estabas en casa, ¿Acabas de llegar? –habló despacio sin entrar al pequeño lugar.
-Si… emmm… yo… llegue… hambre… mucha… habitación… ropa…. Pequeña… -el chico no podía voltear estaba paralizado, sudando frio, su boca y su cerebro no alcanzaban a conectar una frase coherente.
-Perdón, traía los audífonos puestos, veo que estas calentando la comida, iré a la tienda de aquí cerca para comprar bebidas, ¿te parece? –ante las palabras de Akane, el chico asintió de manera mecánica sin ver a su prometida.
Al sentir como los pasos de Akane se alejaban del lugar, Ranma suspiró aliviado –bueno eso no estuvo tan mal –se dijo un poco más relajado.
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Ambos jóvenes sentados en el comedor degustaban sus alimentos, en la mente de Ranma no paraban de desfilar las escenas que anteriormente presenció. Lo sucedido tanto fuera como dentro de la habitación de Akane lo tenía perplejo, siempre reconoció la belleza de la chica, en secreto obvio, jamás lo había externado en público, pero lo que descubrió esa tarde lo había dejado gratamente descolocado. Ahora ahí sentado frente a la chica lo hacía sentirse un poco mal, por lo bien que la pasó.
Akane concentrada en sus movimientos desconocía lo que sucedía en la mente del chico, los ojos canela se fijaban en los diminutos granos de arroz que cogía con parsimonia del tazón, saboreando y distinguiendo los diferentes sabores mezclados, mientras aquello sucedía, Ranma aprovechaba para delinear las bonitas facciones de la chica, sus largas pestañas, la pequeña nariz, sus delicados labios moviéndose de manera lenta "La marimacho era delicada y femenina" le observó colocar el tazón sobre la mesa, para tomar el vaso hecho de material desechable, la ojicanela no levantó la vista, simplemente colocó la pajilla entre sus labios saboreando el dulce sabor de la bebida, por alguna extraña razón Ranma se puso nervioso, veía como su prometida jugaba de manera distraída con el alargado plástico entre sus gruesos bordes, casi de manera instintiva distinguió como la lengua de Akane acariciaba la circular punta "Por qué mi mente esta tan activa hoy… piensa en otra cosa Ranma" se regañaba mentalmente en tanto la frente del chico comenzaba a producir un sudor frio.
-Bueno, iré a mi habitación, tengo muchas cosas por hacer, buen provecho –al terminar su frase, la chica se levantó con cuidado de la pequeña mesa, tomó los platos sucios entre sus manos con la intención de llevarlos al fregadero, por un lado Ranma agradeció el desinterés de la chica, observando como esta se alejaba, no sin antes darle un largo vistazo a su bonita silueta.
"Por favor Ranma, hace cuanto que no la tenías para ti solo, reacciona saca plática, invítala a salir, o por lo menos háblale, todo el rato, has movido la cabeza como un idiota, mientras ella conversa, reacciona tonto" se debatía internamente el menor de los Saotome
-Oye ¿Akane iras al Dojo? –pero que estúpida manera de entablar una plática.
-No, este tiempo lo aprovechare para disfrutar de mi cuarto, hace tiempo que no lo hago –contestó alegre ante la tímida pregunta de su prometido. Ranma asintió en respuesta –Bueno, si necesitas algo ya sabes donde estaré –el joven no emitió palabra alguna, simplemente se limitó a seguirla con la mirada mientras se perdía en la profundidad de las escaleras.
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Esa tarde la puerta de la menor de los Tendo permaneció cerrada, la oscuridad había llegado dado que el invierno les privaba de preciadas horas de luz.
En más de una ocasión Ranma trató de empujar la puerta de la habitación de Akane con su dedo índice, con la intención de ver si esta se encontraba mal cerrada, pero nada, solo escuchaba la música que salía de la habitación, tomando fuerzas de quien sabe dónde tomó una decisión.
-Akane… -tocó con cuidado la puerta con sus nudillos, al no recibir respuesta tocó por segunda vez la madera –Akane –
La chica abrió la puerta despacio dejando ver su rostro frente a la abertura hecha por la separación entre las maderas de la puerta y el marco.
-Me preguntaba si podíamos conversar un poco –habló con la cabeza agachada, jugando con sus dedos índice indicio del nerviosismo que maneja –di… d.. dijiste que si necesitaba algo, ya sabes… entonces, yo, necesito charlar, ponernos al corriente, ya sabes, corres de aquí para allá y pues yo, me preguntaba si… -era tan adorable cuando el ojiazul luchaba por externar lo que en realidad quería, la chica no pudo evitar sonreír ante la petición del menor de los Saotome.
La plática de los prometidos se extendió hasta altas horas de la noche, tenían tanto que platicar, tanto que compartir de sus vidas, entre sonrisas, bromas y ligeros acercamientos concluyeron aquel encuentro.
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Desde ese día Ranma se había convertido en un verdadero pervertido ante él mismo, había buscado la manera de espiar a Akane, buscaba ocasiones en las cuales la familia no estuviera, se había trepado a las ramas de los arboles cercanos a la ventana de la habitación de la chica, buscando con desesperación la bonita figura, la mujer de ojos color canela era cuidadosa, pero Ranma burlaba sus defensas.
A la mente del azabache llegaba el día en que una vez más le observó cambiarse de ropa.
-¿Ahora que tienes para mi bonita? muéstramelo –hablaba despacio mientras sus ojos se plantaban con devoción en la figura delante de él, el encaje que envolvía las caderas de Akane era tan sexy, aunque cubría la parte trasera de la chica, la prenda se transparentaba, permitiendo que la piel asomara coqueta entre las texturas –vamos bonita, dame más, te quiero ver sin ropa –decía entre jadeos mientras que sin ningún pudor filtraba su mano entre sus ropas, teniendo como objetivo auto complacerse –gírate Akane mi amor, voltea te necesito –al menor de los Saotome ya no le sorprendían aquellos soliloquios, incluso se había acostumbrado al cambio en su voz, era como una personalidad escondida emergiendo de él.
La blusa de botones era desabrochada con bastante lentitud por la chica, destapando una brecha hacia el sur de su cuerpo, una vez abrió en plenitud la prenda la deslizó por sus hombros, dejando ver su tersa piel, Ranma sonrío con lujuria al ver que la menor de las Tendo no llevaba sostén –Mi marimacho eres tan perfecta, me pregunto qué sabor tendrán tus firmes pechos, son tan hermosos –susurraba al mismos tiempo que las caricias en su erección eran suaves como si tratara de apaciguar la necesidad de liberarlo de su prisión y masturbarse en el pasillo, las perfectas cúspides de los senos estaban erectas, rosadas, endurecidas a causa del fresco clima, a Ranma se le hizo agua la boca, y rozó instintivamente sus labios con su lengua humedeciéndolos lascivamente –no sabes cuánto te necesito –los diálogos pronunciados por el ojiazul eran emitidos a una interlocutora que no se percataba se su presencia. Ranma se concentraba en los femeninos atributos de la chica, soñaba con lamer aquellas protuberancias, como una bestia en celo, ya imaginaba la textura de la perfecta piel en su lengua, lamería como un desquiciado cada rincón, esa mujer lo estaba llevando al límite, lo trastornaba –seria tu maldito esclavo si me lo pidieras –la erección dolía, punzaba, pedía desfogue, ocupaba con desesperación la fricción de aquel bonito cuerpo delante de él.
Delineó la delicada espalda con su vista, surcando con lentitud desde los definidos hombros hasta la bonita curvatura donde se estrechaba la pequeña cintura, el joven se encontraba concentrado trazando mapas imaginarios en su mente donde el cuerpo de la mujer era el principal lienzo; cuando un curioso detalle llamó su atención.
– ¿Hoyuelos? –Musitó lascivo –Tienes coquetos hoyuelos ¿eh? quiero tocarlos y besarlos, que bonito adornan tu cuerpo –la respiración del heredero Saotome era irregular, los labios entre abiertos disfrutando del espectáculo visual.
Precisamente en ese momento sus sentidos se ponen alerta, el característico sonido de la puerta de entrada al abrirse llego de golpe a sus oídos, no le quedó más remedio que huir a regañadientes de su cómodo y placentero lugar –Maldición, que inoportunos –fueron las palabras dichas antes de encerrarse en el cuarto que compartía con su padre desde hace algunos años.
Así transcurrió cada día, el ojicobalto había descubierto cada detalle de la bonita mujer, al parecer Akane escondía tras esa ropa un arsenal de erotismo puro, el chico sintió ganas de poseerla tantas veces, necesitaba tenerla bajo su cuerpo, soñaba con mancillar su angelical silueta.
–Soy un maldito pervertido, ¿qué me pasa? –se decía una y otra vez mientras las imágenes se tatuaban agradablemente en su ser.
Y que hay de aquel momento en el que se develó ante sus ojos aquella travesura que hizo la chica a escondidas de su padre, si Soun se enterase de lo que Akane colocó en su cuerpo, el patriarca sería capaz de echarla de casa, casi podría llamarse blasfemia para una familia tan tradicionalista.
Obviamente esa irreverencia que la chiquilla de las Tendo llevaba en su anatomía, se había revelado ante los ojos de Ranma mientras vigilaba muy de cerca el intenso entrenamiento que su prometida practicaba con aquella amplia sudadera sobre el menudo cuerpo, los azulinos ojos quedaron prendados del pequeño pero brillante adorno que colgaba coqueto del femenino ombligo.
–Un arete –de manera inmediata el varón espectador de la escena frunció el entrecejo ante el asombro del brillante objeto –Te gusta decorar tu cuerpo pequeña –articuló la frase para sí mismo a modo de afirmación, complacido totalmente ante un nuevo hallazgo, deleitándose al ver como la prenda se deslizaba en una sutil caricia en la anatomía de su prometida a cada movimiento emitido por ella, cada salto, cada patada alta, cada intento de giro en el aire, era una imagen de la piel escondida que la amplia prenda guardaba con recelo.
Aunque el verano aún no se instalaba por completo en Nerima, los fuertes movimientos que la ojicanela realizaba hacían que el esbelto cuerpo se agitase, la cansada respiración era jadeante, anhelante de oxígeno, el líquido salino comenzaba a empapar la gruesa prenda.
Akane al verse abrumada por las molestas condiciones en que se encontraba su cuerpo, ante el desagradable sentir de la humedad en sus cortos cabellos pegándose de manera insistente a la mojada piel, decidió despojarse de la sofocante sudadera que cubría la sudorosa silueta, quedando en unos ajustados pantalones de tela elastizada, el tejido de la oscura prenda inferior parecía una segunda piel sobre la curvilínea anatomía, el redondeado trasero femenino era delineado gloriosamente con la ajustada prenda, mientras que en la parte superior un corto top deportivo cubría los senos dejando su abdomen y brazos al descubierto. El ligero brillo de la piel producido por la transpiración era como un imán para la vista de Ranma, a decir verdad toda la figura de la mujer era como un llamativo pecado, paseaba su vista de un punto a otro capturando toda la feminidad que la ojicanela poseía.
Totalmente ajena a lo que ocurría en la acalorada mente del azabache, la peliazul se dejó caer sobre la duela del Dojo totalmente agotada y agitada, el coqueto y brillante accesorio subía y bajaba por la irregularidad de la respiración, movimiento hipnotizante que provocaba en Ranma quedar completamente prendado de aquel detalle.
-¿Que se sentirá lamerlo? Me encantaría succionarlo un poco mientras lo beso ¿dolerá? Pobre de mí marimacho, tengo tanto por experimentar contigo, tenemos tanto que aprender –una vez más la hombría del joven estaba diciendo presente entre sus cómodos pantalones, el calor de su bajo vientre le estaba haciendo perder la cabeza, y es que era tanto lo que ha descubierto de su prometida que se sentía totalmente pletórico, era increíble y emocionante conocer todos los detalles que rodeaban la belleza de la menor de las Tendo.
El muchacho de cabellera trenzada, ya no podía mas con las hormonas alocadas en su interior, las imágenes de la ojicafe lo ponían en una situación bastante acalorada, en constantes ocasiones buscaba distraerse exponiendo su cuerpo a entrenamientos extremos, exhaustivos ejercicios que necesitaban gran parte de concentración, pero para su desgracia terminaba haciendo los movimientos mal, ocasionando en algunas de las veces, torceduras en sus extremidades, golpeaba sin cesar los instrumentos de entrenamiento, realizaba numerosas rutinas pero poco menguaba el deseo carnal que nacía en él. Intentaba darse frías y largas duchas, pero incluso convertido en Ranko la excitación seguía presente, las ganas de desfogue eran grandes, en sus memorias solo existía el bonito cuerpo de Akane, decorado con las diminutas y coquetas prendas interiores, imaginaba la textura y el sabor de la femenina piel rozando sus labios.
–Maldición –musitaba con algo de molestia, ya que en realidad no le gustaba hacer ese tipo de cosas, Ranma Saotome no era un pervertido que disfrutaba de ver a escondidas a su prometida, pero siendo sincero una voz interna le gritaba que sí lo era. El azabache juzgaba duramente a Ryoga por aprovecharse de su maldición, lo odiaba por estar cerca de Akane, lo odiaba por…. –Un momento, eso quiere decir que el muy cerdo… -paró su monologo personal, totalmente poseído por los celos, quedando completamente de lado los eróticos pensamientos y las flagelaciones donde se castigaba mentalmente.
-¿Cuantas veces habrás visto con total descaro a Akane…? –al mismo tiempo que articulaba la pregunta sus dientes producían un incómodo rechinido –Maldito infeliz, cerdo del demonio –los celos iban en aumento, mientras imaginaba al pequeño animal de pañoleta sentado en el escritorio, observando en primera fila el más preciado de los espectáculos –esa mujer es solo para mí, nadie debe verla, nadie debe de disfrutar de ella, solo yo –en su mente visualizaba las cientos de formas en las que el regordete cerdito seria cocinado por el propio Ranma.
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A Ranma le asaltaba las innumerables dudas en su perturbada cabeza, y es que lo que vio lo dejo paralizado por momentos. Como iba a imaginar que el hijo de la doctora con la que Akane trabaja, tenía un porte de súper modelo, el tipo era todo un adonis, no solo poseía un perfil perfecto, sino que también gozaba de un varonil y fuerte cuerpo.
Cuando Akane charlaba acerca del sujeto lo hacía con mucha confianza, incluso alguna vez mencionó que el tipo le llevaba algún tipo de aperitivo cada que este visitaba a su madre. Era más que obvio que para el artemarcialista, que ese pobre diablo presentaba algún tipo de interés hacia la distraída chica.
Pero seamos sinceros en ocasiones su prometida parecía vivir en otro mundo, como era posible que el niñito bonito le llevara café y galletas a una simple empleada, y lo que es aún peor, de cuando acá un adulto visita todos los días a su madre en su trabajo, ¿Por qué no la visita en fin de semana en su casa? Como la gente normal.
Y luego Yuka la eterna amiga de Akane habla tan animada y feliz acerca de lo perfecto que es, lo amable y lo exageradamente guapo, eso era posible "exageradamente guapo" por dios a esa niña le faltaba mundo.
Ranma quiso exigir una explicación, pero al ver la poca reacción de la mujer ante la inconformidad que él le presentó horas atrás enfureció al grado de no poder reclamar nada, simplemente se giró y se retiró del lugar.
Estaba pensando como atacarla, como reclamar sin expresar los celos que bullían desde lo más escondido de su ser cuando sin más sintió los pasos de la chica entrar a la estructura del hogar, la madera de las escaleras crujió ante su andar, el aura pasiva de la chica se coló por el pasillo, hasta que desapareció en la femenina habitación.
–Por dios yo me estoy muriendo por ti, y tú ni siquiera te dignas a preguntar ¿qué pasó? –una vez más hablaba solo –me estoy volviendo loco –se decía mientras caminaba como fiera enjaulada en su habitación, sus manos despeinaban el espeso flequillo con fuerza a manera de frustración –lo peor es que hasta tu carácter me enloquece, me seduce a perseguirte, a llamar tu atención, tu indiferencia me trastorna marimacho –
Estaba buscando el momento para encararla, le reclamaría le diría que lo vio y las conjeturas que su mente elaboraba.
El chico de la trenza estaba trazando diversas teorías y planes en su mente cuando el distintivo sonido de la puerta del baño al abrirse llegó a los oídos del joven varón, dándole la señal que él necesitaba para ubicarla en un lugar en específico de la casa, Ranma salió de la alcoba escuchando casi de manera inmediata como la llave de la bañera era abierta, el chorro de agua inundaba la acústica del estrecho cuarto húmedo. Plantado tras la división de madera que lo separaba de aquel pequeño recinto suspiró reuniendo todo el auto control y la valentía que en ese momento necesitaba, estaba decidido, si era necesario molestarla para llamar su atención lo haría.
Entró sigiloso, el cuarto húmedo donde se encontraba la gran bañera era su principal objetivo, la azulina mirada se percató de como la puerta ahumada se encontraba cerrada, impidiéndole ver la anatomía de su prometida, los masculinos ojos inspeccionaron el lugar meticulosamente, no quería sorpresas, ni mazazos aturdiendo su cabeza, mucho menos deseaba volar por todo Nerima.
El característico sonido del cristalino liquido saliendo a presión del grifo era lo único que llegaba hasta sus oídos, dedujo por el nulo movimiento en la habitación que la chica ya se encontraba dentro de la tina, una vez que se sintió seguro cerró la puerta sin poder evitar el sonido del picaporte haciendo click al emparejar por completo la madera.
-¿Quién es? –preguntó con calma la peliazul desde la bañera, sin levantar su cuerpo.
-Pe.. Perdón Akane soy yo, no sabía que estabas aquí –no solo se había convertido en un asqueroso pervertido, también era un mentiroso y cobarde. Maldecía su debilidad ante ella, se reprendió mentalmente al notar la inestabilidad en su voz, toda la decisión y seguridad había quedado totalmente de lado, con solo oír su voz.
-Lo siento está ocupado, y lamento decirte que voy a tardar –
-Emmm… no hay problema, yo solo venía a buscar mi… mi… -Ranma buscaba un sencillo pretexto, cualquiera que este fuera, pero su mente parecía no querer cooperar mucho a la causa –mi.. mi… jabón, ¿no lo deje por aquí? –qué tontería, era la excusa más estúpida, era obvio que sus enseres estaban en su cuarto.
-Pues….no, aquí no hay nada –
Las palabras de la ojicanela eran simples, el tono en la femenina voz era tranquilo, Ranma en un inesperado arranque de valor, decidió hablar, ya no era el niño que llegó hace años a esa casa, él tomó una decisión, el necesitaba sentir atención de parte de ella, deseaba estar con Akane, necesitaba sentirla tan suya como cuando eran dos adolescentes que peleaban sin cesar, donde las escenas de celos entre ambos eran muy comunes.
-Oye Akane referente a lo de hace un rato yo…. –
-No hay nada que explicar Ranma, no te preocupes, entiendo –interrumpió el discurso del azabache
-¿Entiendes? –
-Sí, creo que está mal de mi parte el recibir esos detalles de Giyuu, lo hice de manera inconsciente; no creí que fuera a crear ese sentimiento en él, lo mejor será aclarar el tema lo antes posible –Ranma sintió algo de alivio al escuchar aquello, relajó su cuerpo, cerró los ojos con tranquilidad, mientras intentaba acercarse lo más posible hacia el muro de cristal, distinguió cómo sobre el porcelanato del lavabo se encontraba perfectamente doblada la ropa que en esa tarde llevaba puesta la chica, sintió tanta curiosidad de saber que ropa interior eligió llevar ese día, miró hacia los lados moviendo su cabeza de manera brusca percatándose de no ser descubierto.
-Akane yo… -habló para ser escuchado en tanto sus manos movían con delicadeza la ropa buscando lo que su mente imaginaba –gracias por entenderme –mencionó al mismo tiempo que sonreía abiertamente al encontrar su objetivo, perfectamente extendido entre la blusa y el pantalón formal, el color morado de la pequeña prenda, era decorado con encajes, al observarlo dedujo que era un estilo muy sexy, los pequeños lazos a sus costados, eran lo que sostenía a la prenda en su lugar, transparencias en la parte trasera le hacían imaginar el redondeado trasero de Akane.
Estiró sus temblorosos dedos hacia la prenda, palpó los bordes del encaje con la yema de estos, experimentando las rugosas y suaves texturas de la tela, no conforme con el ligero toque sintió la necesidad de palparlo a plenitud, su gran mano apretó la braga con fuerza, tratando de dejar en ese lugar un poco de su anhelante deseo por la chica, percibiendo en el tejido aun la tibiez de la prenda.
-¿Ranma sigues ahí? –cuestionó con algo de incertidumbre al no escuchar ningún sonido fuera de la ducha, pero si sentía su presencia.
-Sí, perdón ya me voy –mencionó aquello con la prenda en la mano, acariciando el material –pensé que estaría el jabón en algún gabinete –estaba dando el ultimo vistazo a la prenda cuando su mente inicio el recorrido de aquellas imágenes grabadas en su memoria, tenía tanta curiosidad de conocer su aroma, acercó despacio la prenda a su rostro, necesitaba experimentar esa sensación de manera más íntima, su corazón latía desesperado, en sus oídos podía escuchar el retumbar de sus pulsaciones, el golpe de cada latido era más y más fuerte mientras lo acercaba hacia su rostro
-¡Espero que el baño no esté ocupado! –hablaba Nabiki mientras con un fuerte golpe abría la puerta del lugar, Ranma sintió pavor de sus acciones, no podría soportar ser descubierto frente a Akane por culpa de Nabiki, arrugó la prenda en su palma y de manera rápida la introdujo en el bolsillo de su pantalón –¿Qué haces aquí Ranma? –era raro que la chica de melena castaña se viera sorprendida, pero es que el desencajado rostro del azabache decía mucho más que mil palabras.
-Nada solo vine a buscar algo –contestó simulando una seguridad usual en él, mientras sus dedos seguían sintiendo la tibiez de la femenina prenda en el interior del bolsillo de su pantalón.
-Y con alguien en la ducha, espera… ¿no será que estas con una de tus prometidas? –aun cuando la mediana de las Tendo tenía una necesidad fisiológica, no podía dejar pasar aquella oportunidad, pues ese detalle podría significar algo de plata extra.
-Pues sí, estoy con Akane, pero no como tú crees –el ojiazul prefirió ir con una verdad a medias, ¿Qué podría decir? ¿Cómo explicaría aquella escena donde una bonita y sexy pantaleta reposaba en su bolsillo?
-¿Como…? ¿Mi hermanita está aquí? esto me dará muchas ganancias –la mirada gatuna en la mujer siempre fue algo que intranquilizó al joven artemarcialista. En un claro mecanismo de defensa Ranma rodo los ojos con fastidio –Dime ¿tomaron una ducha juntos? –sonrío con malicia ante su inapropiado comentario, le gustaba sacar lo peor de las personas, hacerlos sentir vulnerables era su punto fuerte.
-Piensa lo que quieras –y sin más se alejó del lugar dejando a una sonriente Nabiki.
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En su habitación el menor de los Saotome, estaba tan nervioso, cerró la puerta con llave, se dirigió a la ventana cerrándola con el seguro y bajando las persianas, escondiéndose de su entorno.
-¿Que hice…? ahora soy como Happosai, digno aprendiz de él –se dijo mientras con su mano palpaba la prenda que estaba dentro de su pantalón, sintió las diferentes texturas entre la piel de sus dígitos –No Ranma contrólate, no seas un maldito pervertido, te estás pasando de la raya, mejor piensa como entregar esto a Akane sin ser descubierto –se decía al mismo tiempo que sacaba con lentitud la diminuta prenda de su pantalón, la observó con detenimiento, tratando de alejar todo pensamiento lascivo –solo un poco, si nadie se entera, más tarde la entregaré –la apretó y de manera desesperada la llevo a su nariz, aspiró con fuerza una sola vez, detuvo un poco el aire grabando aquel femenino aroma, trató de retener lo más que pudo la esencia en su mente, cuando sus pulmones no soportaron más dejo salir el aire ante la necesidad de respirar –eres un maldito enfermo –murmuró, mientras sostenía la prenda aun cerca de su rostro, con sus labios acaricio las variadas texturas, dando suaves besos a la braga que mantenía entre sus dedos, su miembro estaba tan erguido, mientras su mente fantaseaba con la gran travesura que estaba haciendo.
Colocó una de sus manos sobre su hombría, mientras que daba otra fuerte aspiración, el aroma de la intimidad de la chica lo hechizó, en tanto besaba la tela, cerraba los ojos imaginando lo que se sentiría tocarla puesta en el cuerpo de Akane, mientras su mente volaba su mano ya se había colado bajo su pantalón y bóxer, su mano se movía por inercia –Akane mi amor –susurraba con la respiración pesada.
Conocer una parte más de Akane le enloquecía, primero su bonita sonrisa, su indomable carácter, su belleza natural, después todo subió de nivel, había descubierto que bajo las recatadas ropas existía un erotismo instintivo en la figura de ella, su ropa interior, las marcas de nacimiento colocadas de manera estratégica en lo largo de su cuerpo, los hoyuelos sobre su cadera, el arete que adornaba su ombligo, unía todos aquellos detalles como un rompecabezas en su mente teniendo una perfecta imagen.
Bajó sus prendas inferiores con torpeza hasta las rodillas, liberando su miembro, irguiéndose en todo su esplendor, abarcó con sus dedos y palma la circunferencia de su miembro acariciando de arriba abajo sacando un ronco jadeo, al experimentar el tacto, cerró los ojos trayendo a su mente los flashazos de las diferentes escenas de su prometida, acercó la mano con la femenina prenda a su rostro aspirando el intimo olor, beso la prenda entre abriendo la boca ligeramente explorando las texturas, mientras la braga capturaba el caliente aliento de Ranma
Con su dedo pulgar palpó la prominente punta de su virilidad, esparciendo la gota de lubricante natural en la delicada piel, sintió placer ante el roce del tibio líquido, con toda su palma abrazó la extensión del erguido órgano, haciendo movimientos ascendentes y descendentes, la sensación era placentera, recreando eróticas imágenes, el gutural gemido era ahogado con pesar.
La fricción llegaba a ser dolorosa, los movimientos eran cada vez más bruscos, desatando los instintos del menor de los Saotome, la prenda de Akane era apretujada contra la piel del masculino rostro, en un desesperado intento de imaginar el contacto entre ambos, anhelando con el alma y corazón el momento en el que la mujer le brindara placer carnal.
Subió hasta su boca la mano que utilizaba para auto complacerse, depositando un poco de su tibia saliva, una vez más bajó directo a su erguido objetivo, frotando los húmedos dedos por la longitud de la ancha masculinidad, sus labios se abrieron para que un gutural y ronco jadeo saliera desde su garganta, resonando con fuerza en su cavidad bucal.
La película que recreaba en sus memorias, aunado a sus instintos sexuales le estaban llevando a subir la velocidad de las imaginarias embestidas de su cuerpo, su mano se deslizaba con fiereza de arriba abajo, dejando muy en claro que la acústica de sus gemidos eran acompañados del acuoso sonido del auto complacerse, mientras las fricciones le hacían experimentar pequeñas convulsiones de placer que se instalaban en su bajo vientre avisando que el clímax estaba a punto de llegar, la respiración era pesada, su mente ya no pensaba en que podría ser descubierto, estaba totalmente poseído por la lujuria, su mandíbula estaba apretada por momentos aguantando los sonoros e impúdicos sonidos, le excitaba el olor de ella, su cuerpo, su piel.
-Maldición –dijo entre dientes, entre tanto sus caderas comenzaron un ligero vaivén.
Una última aspiración a la braga, y su mano derecha se vio inundada por el viscoso líquido, su rostro se descomponía ante las abrumadoras sensaciones que explotaban en su interior, aunque no se estaba observando frente a un espejo, podía imaginar cómo su mirada era inestable, besó la prenda mientras exprimía las ultimas gotas de placer de su miembro, con movimientos mucho más lentos y suaves.
El orgasmo golpeo fuerte la anatomía de Ranma, las piernas le fallaron por momentos, sus rodillas parecían ser un punto vulnerable ante la oleada del mas pervertido y concupiscente placer.
-Por Dios –musitó al distinguir todas aquellas sensaciones, era verdad que más de una vez se había auto complacido, el orgasmo tocaba a su puerta cada que sus deseos se salían de control, pero el experimentar aquella sucia fantasía le había hecho sentir más cerca a la mujer, siempre soñaba con ella, siempre la imaginaba pero aquello fue diferente, tal vez por la adrenalina, la culpa, la necesidad de tenerla, arrugó una vez más la prenda en su puño –soy peor que Happosai, digno heredero de sus manías –musitó mientras veía la prenda... –Si no la devuelvo ¿Akane le echara de menos? –
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Presente
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-Vaya y ahora estoy aquí un año después de todo aquello, quien lo diría –sonrío con picardía al tener en su mente todas aquellas travesuras. Observó su entorno la habitación estaba impecable, todos los detalles eran perfectos tal y como esa mujer se merecía, hizo un último repaso en su lista mental.
-Camino de pétalos de rosas… listo…. Velas encendidas iluminando tenuemente el comedor, el camino y la habitación… listo…. Comida.. lista…. Bebidas.. listas…. Postre… listo… regalo… listo… cama con pétalos… listo… -sonrío ante el exitoso plan, Ranma había planificado aquel momento en su cerebro tantas veces, este sería el mejor momento para ambos.
Escuchó la perilla de la puerta girarse, la gruesa madera hizo un extraño rechinido al momento de abrirse.
Sintió que el corazón se saldría de su pecho, los nervios traicionaban su seguridad se acercó al lugar al lado del camino de pétalos donde toda esa tarde había ensayado cada palabra y movimiento, el umbral que dejaba ver la puerta cada vez se hacía más grande mientras al mismo tiempo se distinguía una silueta muy conocida para él.
-Hola –dijo la mujer con una radiante sonrisa –espero haber llegado a tiempo –mencionó mientras con su vista delineaba el lugar desde el marco de la puerta – ¿puedo pasar? –preguntó aun con la misma sonrisa aun sin recibir algún tipo de contestación, ella conocía los nervios que el azabache presentaba cada vez que ella estaba delante.
-Si.. si.. claro pasa –al parecer el ensayo previo no había funcionado mucho, incluso había memorizado algunas cuantas frases de poetas que halagaban a la mujer, pero por Dios todas aquellas adulaciones eran pocas para tan hermoso ser, sus ojos no se podían apartar de la linda figura enfundada en un ajustado vestido blanco, que le llegaba hasta las rodillas, la hermosa línea de reloj de arena era una verdadera tentación, su estrecha cintura resaltaba de manera majestuosa con el corte de aquel vestido, las mangas largas en una tela más ligera y traslucida le hacían lucir como el más bello ángel, pensó el chico al verle entrar –Akane, yo… veras, tengo… -
-¿Esto es para mí? ¿Tú lo hiciste? –Cuestionó mientras sus ojos observaban cada detalle, era como en los famosos dramas que a ella le encantaban, sus ojos brillaban ante la imagen –Es hermoso… -expresó mientras sus iris se humedecían de la emoción, su estúpido Baka ya no era ni la sombra de aquel pesado niño que le molestaba.
-De verdad te gusta –comentó con miedo y con un ligero temblor en la voz –yo lo hice todo, hasta la comida, tengo espagueti, ensalada, compre una pizza, te encanta la comida italiana, también tengo vino, y tu refresco favorito, el pastel de chocolate lo compré y un gran regalo un enorme regalo –Ranma hablaba sin control, no detenía su verborrea definitivo los nervios y la ansiedad o lo dejaban mudo o lo hacían hablar de mas, Akane sonrío mientras se acercó lentamente a él.
-Sshhh… -tomó el ansioso rostro del chico entre sus manos depositando un besó en los labios, fue un ligero roce, una caricia casi fugaz, pero que por momentos tranquilizó el errático comportamiento de Ranma, haciendo que sus parpados cubrieran sus ojos en un lento movimiento –será mejor que pasemos al plato fuerte, antes de sentarnos en el comedor, porque con esos nervios te tiraras todo encima –sonrío alegre la chica al terminar la frase, al mismo tiempo que entrelazaba su mano con la del rígido muchacho, halándolo directo a la habitación, caminando sobre el sendero de pétalos de rosas que era iluminado con las inestables llamas de las velas enmarcando su destino, Akane observó con detenimiento aquella alcoba, el edredón era de un impoluto blanco, perfecto casi inmaculado, la cálida iluminación al igual que el aroma que emanaban las veladoras hacían que los pétalos de rosas sobre la cama se vieran en un romántico tono que contrastaba con la pureza de aquel color, el gran ramo de rosas rojas adornado con globos metálicos le daban un toque de ilusión y fantasía, era como en tantas ocasiones observó en los dramas románticos que a ella tanto le gustaban.
Ranma estaba parado junto a ella, aun con sus extremidades unidas, escudriñando cualquier reacción por minúscula que esta fuera, veía como los bonitos ojos color canela se iluminaban ante el elaborado panorama.
Sintió como el agradable calor de su mano lo abandonó, distinguiendo como ella avanzaba hacia el interior de aquel cuarto, Akane no quería perder ningún detalle de aquel momento, necesitaba grabar aquella imagen en sus recuerdos.
-Me pregunto si – musitó la ojicanela mientras detenía su anatomía justo a unos pasos de él, sin girar su cuerpo dándole la espalda –te gustaría venir de una vez por todas conmigo a la cama o…. –giró discretamente su rostro hacia el ojiazul quien le observaba totalmente embelesado –te gustaría quedarte en el marco de la puerta, espiando lo que llevo debajo de este bonito vestido –Akane dibujo una sonrisa coqueta, casi malévola en sus labios –Te gustaría ver el espectáculo como tantas veces lo hiciste en casa Ranma –el juego había iniciado hace mucho tiempo atrás, las travesuras, coqueteos e inclusos caricias obscenas y llenas de lujuria, por fin culminarían en el acto más instintivo e impúdico posible, donde sus cuerpos se unirían en un solo ser, dando rienda suelta a la pasión que ambos cuerpos experimentaban.
-Este día es de fiesta Ranma, este día lo celebraremos como una pareja, como Ranma y Akane –habló la ojicanela al mismo tiempo que desabrochaba el vestido.
A partir de aquel momento celebrarían cada 27 de Mayo como su día especial, donde ambos jóvenes se amarían tan intensamente como sus cuerpos les dejasen, donde a pesar de los años se jurarían amor eterno, entre caricias, mimos y jadeos llenos de placer.
fin
Hasta aquí mi aporte a esta dinámica….
Uffff llegue justo a tiempo, aquí donde yo vivo aun es Mayo muajajajaja…..
Solo una ligera explicación, yo sé que esto es un sueño guajiro, pero déjenme soñar, lo que pasa es que un chico de 19 o 18 años tiene mucha curiosidad y más si la mujer que le gusta está bajo su mismo techo. No me culpen mi mente es muy pervertida….
Gracias a todos por leer,
Gracias a todos por sus reviews, por colocarme como favoritos a todos muchas gracias.
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Saludos a las chicas de mi equipo.
Saludos al #teamRanmaC
Gracias otra vez a mi bella beta ziari27, sin ella esto no sería nada, gracias hermosa por siempre estar dispuesta a leer mis locuras.
Y como siempre Me despido como los grandes
GRACIAS TOTALES!
