Draco lo vio un día mientras realizaba una broma junto a su hemano. Desde el principio había logrado ver una diferencia sutil en ambos, parecían iguales, como dos gotas de agua. El mismo cabello, casi estaba seguro que el mismo número de pecas, el msimo color de ojos, la misma ropa fea, el mismo mal gusto.
Aun así Draco noto las diferencias aún sin darse cuenta. Sus personalidades eran muy distintas, su mirada era diferente, su estilo también era distinto, con ropa fea y gastada pero la manera en que lo combinaban era diferente y por último sus sonrisas. No sabía sus nombres pero los llamo Weasleycopia 1 y Weasleycopia 2. Le caían mal, eran Gryffindors y Weasleys, y esas eran razones suficientes para odiarlos, después encontraría más razones para hacerlo pero por el momento esas eran las principales y más importantes. Aún así reconoció el ingenio, la astucia y la inteligencia de ambos. Su broma fue increíble.
Esa era la primera que veía, conocía de oídas sus otras bromas y aunque en las historias él creía que eran exageraciones o que todavía no conocían las buenas bromas, hechas por él mismo, tuvo que admitir al verlos que podría aprender algo de ellos. Si tan sólo las cosas hubieran pasado de otra forma, sabía que juntos serían más grandes que los Morodeadores. La culpa era de Potter.
Entre muchas cosas que Draco odiaba había cosas que disfrutaba, como volar, jugar quidditch, preparar pociones, los duelos y las artes oscuras. Y por entre esas cosas las bromas. Le gustaban las bromas, le fascinaban, y se enorgullecía cuando una nueva broma era mejor que la anterior. Y como buen bromista en Hogwarts conocía la historia de los Morodeadores y los admiraba. En secreto y fuera de la mirada de reprobatoria de su padre y amigos. Pero ahora también estaban los gemelos Weasleys, eran bromistas de corazón y eso le llamó la atención.
Intentaba no hacer caso de su curiosidad y no prestarles atención, pero de cierta forma le agradaba verlos, detallar algunas diferencias entre ellos y determinar cuál le gustaba más, cuál era más inteligente, cuál era la mente detrás de cada broma, cuál hacía que hechizo. Cuando se entero que jugaban en el equipo de quidditch no pudo evitar e ir a uno de sus entrenamientos. Otra cosa en la que eran buenos. Eran rápidos y fuertes. Parecían tener una conexión extraña entre ellos y eso ayudaba mucho para ciertas maniobras. Admiraba esa forma de jugar. Por unos momentos olvido que Potter jugaba y estaba ahí haciendo alarde de su 'talento natural' cuando lo vio el enojo volvió y decidió mejor irse.
Dos pares de ojos vieron al rubio desde que llegó y hasta que se fue. Pero sólo un par se fue antes de que se terminará el entrenamiento para seguirlo ignorando los gritos de sus compañeros. Por alguna razón sabía a dónde iba o esperaba que por su mirada fuera al mismo lugar. Había ido durante los siguientes días pero no lo había visto, incluso habia usado el mapa a solas para saber si Draco estaba cerca del gran árbol. Porque quería saber su reacción a la casa.
Sí. Iba al árbol. Quizà solo iba en sus ataques de ira. No lo sabía, pero algún día podría preguntarlo. Por alguna razón Fred no quería ser descubierto, todavía, así que tomo otro camino para llegar antes y esperar en el árbol. De esa forma podía ver la cara de Draco cuando llegará y sí, Draco venía en camino. La mirada furiosa, la energía del enojo a punto de ser lanzada sobre piedras o cualquier cosa a su alrededor, murmullos. Fred solo podía encontrar eso encantador, le agradaba. Sonrió.
- Pero ¿Qué mierda!
