Modos inesperados de encontrar el amor
Sinopsis: Naruto es un padre soltero agotado y sin muchas distracciones, por lo que su amiga Sakura decide regalarle la entrada a un famoso club nocturno. Lo que Naruto no se esperaba era encontrarse allí al profesor de su hijo… trabajando. ONE-SHOT / NARUSASU / AU MODERNO / ESCRITO EN VIVO
Advertencias: one—shot AU Moderno, NaruSasu, temas sugerentes, OoC. Es posible que el personaje de Hinata tenga un rol algo controversial. Este fic fue escrito durante un video en vivo en mi página de Facebook el 22 de febrero de 2022 a partir de los pedidos que hacían lxs espectadores en el momento, por eso puede dar algunos giros inesperados y terminar abruptamente (cuando terminó el tiempo del vivo). Como suele ocurrir con todo lo que escribo en vivo, el argumento es bastante inverosímil pero cumple unas cuantas fantasías, je. Agradezco mucho a todas las personas que participaron, ¡esta historia es suya! Yo me divertí mucho siguiendo sus ideas. Para quienes no estuvieron presentes, sepan que aún pueden ver el video en mi página de Facebook. También pueden participar de las próximas sesiones de escritura, aunque de momento están pausadas ya que acabo de tener un bebé. Si desean leer otros fics escritos en vivo, tengo una serie dedicada a ello en Ao3. La portada (que pueden ver en mi Facebook) es una edición de Cecy Leal, a quien le estoy muy agradecida.
La paternidad no estaba resultando exactamente como Naruto la había imaginado. Él creía que tendría una gran familia, que trabajaría muchas horas y llegaría a casa para que lo recibieran sus hijos con una sonrisa y su esposa con una deliciosa comida y una excelente cerveza. Sin embargo, la realidad había arrasado con cualquier fantasía.
Hinata lo había dejado apenas Boruto, su primer y único hijo, había cumplido un año. Ahora que el chico ya estaba en preescolar, apenas hablaban para que le pasara dinero. Al parecer, su hijo le recordaba demasiado a él y por lo tanto prefería verlo lo menos posible. Al final, era ella la que se había concentrado en su carrera laboral y, siendo gerente de una empresa importante de tecnología, cumplía su rol maternal básicamente a través de mantenerlos y enviarle a Boruto regalos caros. Naruto por su lado se dedicaba a ser amo de casa, criar al niño y conseguir en sus ratos libres pequeñas changas como vendedor puerta a puerta. Quizás no tener un trabajo de 9hs como su ex esposa podía sonar a una vida relajada, pero nada era más lejano a su cotidianeidad.
Día tras día, Naruto debía levantarse temprano, cocinar, soportar los golpes de su hijo que se negaba a despertarse, después de llevarlo al jardín tenía apenas cuatro horas para realizar sus principales ventas de Avon en el barrio, tras lo cual iba a buscar al niño, le daba de comer, limpiaba la casa, le ayudaba con las tareas, lo llevaba a inglés, lo regañaba a razón de 50 veces por día porque no había chico más rebelde y difícil que él, y así llegaba a quedarse dormido cerca de las once de la noche mientras terminaba de lavar los platos o de colgar la ropa. Y lo peor es que no había francos o vacaciones: ser padre es una tarea de tiempo completo y los domingos igual que cualquier otro día debía asegurarse de que su hijo no escribiera con crayones en la pared recién pintada, que no se metiera frijoles en las orejas ni se llevara a la boca algo que había encontrado en la basura.
Bueno, en realidad, sí había un pequeño momento de descanso. Se trataba de un fin de semana al mes en el cual Hinata solía llevarse a Boruto a algún parque de diversiones, una playa u otro lugar increíble que la hacía quedar como la mejor mamá del mundo mientras que Naruto solo servía para obligarlo a hacer las tareas y retarlo cuando no se terminaba su plato de comida. En general, Naruto aprovechaba estos días para una actividad totalmente fundamental que echaba de menos hacía años…
…dormir. Su récord había sido dormir 15hs seguidas durante un fin de semana largo. Sin embargo, tras cuatro años de esa rutina, sus amistades empezaron a llamarle la atención. Sobre todo, su amiga Sakura le había señalado más de una vez que él no era el tipo de persona que podía quedarse soltero por siempre. Se le notaba en la cara lo solo que estaba y cuánto necesitaba… bueno… un poco de "afecto". Como insistir con palabras no le daba muchos frutos, la muchacha finalmente optó por regalarle una entrada a un famoso club nocturno de la ciudad. "A ver si así conoces a alguien", había dicho, "o por lo menos consigues con quien pasar una buena noche, en verdad te hace falta".
Naruto, si bien se sintió por completo ofendido por estas polémicas declaraciones, después de pensárselo un rato y de ver lo caro que había resultado el boleto, le entró culpa y decidió ir a probar. ¿Qué había de malo en que saliera de noche una vez?
Y la cuestión fue que sí, sí había algo de malo en salir una noche. Porque apenas ingresó al lugar se llevó la sorpresa de que no era, como él creía, solamente un bar o algún tipo de discoteca sofisticada, sino que muy por el contrario se trataba de un sitio con show de strippers y trabajadores sexuales. Hasta ahí podía no ser tan malo más allá de la vergüenza infinita que lo estaba devorando, sino que lo verdaderamente grave fue que el primero de los strippers al que logró divisar (porque, además, no eran, como en otros lugares, principalmente mujeres, sino que había unos cuantos hombres trabajando) era una persona que él conocía. Así es, y no una que conociera de vista o algo así, sino, justamente… el profesor de su hijo.
Naruto no salía de su asombro. ¿Qué diablos hacía allí, en paños menores y tan llamativos (ok, sí, de verdad que aquel traje de cuero llamaba muchiiiisimo la atención) el hombre serio y formal que se jactaba de ser la única persona a la que su hijo obedecía? Es decir, el gran Sasuke Uchiha, ese hombre como de su edad que nunca sonreía y que se caracterizaba por su puntualidad y severidad, alguien que hasta a Naruto le inspiraba un poco de miedo e irritación por los aires excesivos que se daba, no podía ser el mismo que aquí llevaba orejas de gatito y se contoneaba al caminar de modo tal que los pompones de sus pezones parecían bailar. Una parte de él quería burlarse, denunciarlo, acusarlo de ser mala influencia para su hijo o por lo menos salir corriendo. Otra parte de él sin embargo no podía despegar sus ojos de aquel cuerpo musculoso y delgado de movimientos felinos. Con el delantal de profesor ciertamente no se adivinaban semejantes curvas pero teniéndolas frente a frente no era tan sencillo restarles importancia. Naruto estaba enfrascado en este terrible dilema cuando la expresión de Sasuke cambió por completo de una seductora a una de horror absoluto. Al parecer, acababa de reconocerlo.
Sonrojado, se llevó la mano a la boca y se volteó, decidido a alejarse de allí. Entonces, por fin Naruto pudo reaccionar, aunque no de la manera que él mismo hubiera esperado: se levantó de su asiento como un resorte y lo tomó de la muñeca.
—¡Espera! ¿Tú eres… tú eres el profesor Uchiha, cierto?
Sin girarse por completo, el otro contestó en un tono entrecortado:
—No, no… me estarás confundiendo…
—¡Claro que no estoy confundido, sé lo que ven mis ojos!
Y entonces, como resignado, Sasuke le permitió contemplar nuevamente su rostro y, con una expresión avergonzada, interrogó:
—¿Y se puede saber qué ven…?
Esa pregunta lo tomó por sorpresa. De pronto Naruto comprendió que lo que quería decir era más un coqueteo que otra cosa y ya sin saber cómo resolver la situación, optó por dejarse llevar.
—Pues veo… pues veo al hombre más atractivo que me haya cruzado en mi vida, —ttebayo.
El sonrojo en las mejillas del profesor se intensificó. Desvió la vista, pero volvió a hablar.
—No quiero que este trabajo interfiera con el otro, Naruto… por favor… no se lo digas a nadie, es un secreto.
Naruto entonces jaló un poco más de su muñeca, hasta que lo tuvo tan cerca como para solo murmurar. No estaba nada seguro de lo que estaba haciendo pero sí sabía que no podía detenerse.
—Será nuestro secreto, Sasuke… aunque… ¿qué ganaría yo con eso?
El hombre se estremeció, pero no se apartó de él.
—Tal vez… tal vez podríamos llegar a un acuerdo.
—Me encantaría —declaró el rubio, ya sintiendo la adrenalina correr por su cuerpo.
Sasuke lo llevó a un privado, en el que había un sillón rojo en el que Naruto debió sentarse mientras el otro se quedaba de pie frente a él con los brazos cruzados.
—Muy bien… los servicios disponibles son un baile o…
Pero Naruto lo interrumpió de inmediato.
—¿Yo tengo que quedarme solo viendo? ¿No puedo bailar contigo?
Sasuke pareció descolocado pero luego solo se encogió de hombros.
—Si es lo que prefieres…
Con solo tocar un botón en la pared, una música suave y sensual empezó a escucharse. Naruto se puso de pie y se aproximó a él como si estuviera sacando a bailar a una princesa. Lo tomó de la cintura y de una de sus manos, tras lo cual empezó a girar en círculos muy lentamente. Apoyó la frente en la suya y lo miró a los ojos. De alguna manera, conocer esta nueva faceta del hombre al que llevaba viendo todos los días hábiles al acompañar a Boruto a la escuela le estaba generando toda una serie de emociones inesperadas que superaban con creces a la simple excitación.
Sasuke, que, por la propuesta inicial, había esperado una actitud abusiva, de pronto se encontró inmerso en una situación de tal dulzura que comenzó a aflojar sus músculos en tensión. Cuando los dedos de Naruto se extendieron más allá de su cintura hacia su espalda baja, no logró reprimir un pequeño gemido que le confirmó al otro que podía ir un poco más allá. Entonces, Naruto recorrió el contorno de sus nalgas con la palma apenas apoyada sobre esa piel enfundada en medias de red, enviando una descarga eléctrica a la columna de su compañero. Por las reacciones que estaba generando, se atrevió luego a besarle el cuello, mordiendo suave y dejando un camino húmedo hasta su oreja. Chupó con deleite el lóbulo, siempre atento a las respuestas de placer de Sasuke. Sus besos continuaron despacio hasta su mandíbula. Ahora su boca estaba tan cerca…
—¿…puedo? —preguntó, con los ojos grandes y brillosos de quien está rogando.
Sasuke reconoció en ese momento que ya no estaba tratando de guardar un secreto o sobornar a un cliente; ahora, él deseaba sinceramente recibir lo que Naruto tenía para él.
Se besaron despacio, sin dejar de bailar. Sasuke llevó su mano hasta la nuca del otro y apretó un poco, hasta dar lugar a que ambos abrieran la boca en un gesto apasionado de hambre que delataba cuánto necesitaban esto.
En poco tiempo dejó de importar qué servicios brindaba o no Sasuke, porque todo lo que Naruto pidió lo obtuvo sin restricciones. La noche duró cuanto desearon que durara y aún después se comprometieron a encontrarse fuera de allí.
Naruto nunca terminaría de agradecer a Sakura por aquel boleto para el club nocturno, aunque ella apreció mucho el gesto de que la nombraran madrina en el casamiento que ocurrió solo un año después.
* * * FIN * * *
