Salir con Draco Malfoy
Sumario: Harry quiere salir con alguien. Draco quiere salir con Harry. Zacharias está harto.
Género: Romance/¿Comedia?
Claves: Drarry/Harco. EWE. Inefables.
Disclaimer: Si HP fuese mío, esto sería canon. Ya que no lo es, saben lo que significa.
No es exactamente de temática de cumpleaños, pero se menciona, así que vale, sí, sí, soy re organizade (esta historia viene con la anécdota de que estuve un mes esperando el cumpleaños de Draco, pero pensaba que el lunes era cinco y me enteré que era hoy a la uNA DE LA MADRUGADA…)
Salir con Draco Malfoy
Harry exhaló y se tiró sobre la cama. Rebotó un poco en el colchón, ahogó un vago quejido y se dio la vuelta sólo para atrapar la almohada y hundir el rostro en esta. Gimoteó otro par de segundos, antes de escucharlo suspirar.
—Está bien, ya te oí —Cuando se alzó, notó que Draco acababa de bajar el libro que sostenía y le echaba un vistazo por encima de los lentes de lectura que se le resbalaban por la nariz.
Harry estiró una mano para acomodárselos y él le agradeció en un murmullo para después hacer la pregunta.
—¿Por qué el espectáculo de Potty queriendo robarme mi título de reina del drama?
Al decirlo, apuntó en dirección a la pared contraria a su cama, donde colocaba los "trofeos". Tenía uno por jugar Quidditch con un equipo local, de concursos de pociones y un letrero enorme de un intenso amarillo y con luces en los bordes que lo declaraba "la reina del drama de la Academia Invisible". La repisa en el centro era para una corona de oro trasmutado mediante alquimia que se convertiría en hierro al menor roce; hasta entonces, relucía y lo llenaba de orgullo.
Harry contuvo la risa al recordar cuando Zacharias y él se la hicieron. Estuvieron dos días buscando y trabajando el hierro, sin magia, porque no podía haber recibido ni una pizca antes de la trasmutación. En realidad, era su modo de decirles que la vida de futuro Inefable era un poco más divertida si Draco se quejaba en voz alta frente a los profesores acerca de que no les dejaban tiempo para tener una vida.
—Nadie podría robarle su título, Su Alteza —contestó él, con una media sonrisa, recargándose mejor en la almohada para quedar de lado y observarlo.
Draco imitó su posición, lo que causó que estuviesen cara a cara desde diferentes camas con un espacio de un metro entre sí.
—¿Qué es? —preguntó Draco, en voz baja.
—¿Que es qué?
—Lo que obviamente quieres decirme.
Harry sonrió un poco más, sin notarlo.
Sí, Draco y él solían llevarse mal, y no, claro que no fue fácil cuando se enteró de que tendría que aguantarlo también durante los cuatro años en la Academia Invisible, el hogar de estudio de los Inefables. Los espacios de la residencia se dividían en una pequeña sala, un laboratorio y un cuarto compartidos, organizados en conjuntos de tres o cuatro estudiantes. Evitarse hubiese sido imposible, a menos que quisiera probar un hechizo para fundirse con la pared, cosa que intentó.
No salió nada bien.
Resignado a que la mala suerte lo persiguiese incluso después de la guerra, Harry aceptó su destino como compañero de cuarto y laboratorio de un Hufflepuff "malvado" y un ex-Mortífago.
Apenas entendía cómo fue que una noche cualquiera Smith lo ayudaba a encender una televisión con magia, mientras Draco les leía la información de la película que verían.
A partir de ahí, sucedía al menos una o dos veces por semana. También hacían otras actividades, como estudiar juntos en la sala, ayudar al que tuviese dificultades en el laboratorio, cocinar juntos, acompañarse en los trenes que tomaban para abandonar el área desolada en que quedaba la Academia Invisible, que no admitía un método diferente de entrada y salida. Hablaban por las noches desde sus camas, se aseguraban de que los otros dos siguiesen vivos tras los exámenes y se daban una buena sacudida, con un par de gritos (de Smith), si alguno lo necesitaba para poner los pies en el suelo.
En ese momento, Zacharias se encontraba presentando una prueba para la clase de Alquimia, que seguramente pasaría, porque ya tuvo suficiente práctica con la "corona" de Draco. Eran sólo ellos dos en su área de la residencia, y aunque Harry tuvo intenciones de esperar por un "concejo de compañeros", se rindió y acudió a Malfoy. Incluso si no le decía nada, estar acompañado en su miseria lo haría sentirse mejor y más esperanzado.
—Es…una tontería —reconoció, en tono quedo.
Draco apartó su libro, se giró para estar boca abajo, con los codos sobre el colchón, y aguardó.
—Hace dos días me preguntaste si mi cabello estaba hecho de nubes, Potter.
Harry se sonrojó.
—Estaba muy, muy ebrio entonces.
—Te embriagaste con licor de chocolate —replicó Draco, con ese tono de que no lo podía creer—, le dije a Smith que no te volviese a dar esa cosa. Ni el whisky de fuego te ha puesto tan idiota.
Él desvió la vista hacia sus dedos y se puso a jugar con uno de los anillos que les daban al superar un semestre, con una habilidad mágica de regalo. Le faltaban dos para completar la carrera y uno de la especialización.
—Harry —Draco habló en voz baja—, ¿quieres convocar un concejo de compañeros de cuarto?
Él lo sopesó por un instante. Luego asintió.
—Pero es muy…muy tonto.
Draco se encogió de hombros.
—Smith convocó un concejo porque cambié mi acondicionador y el baño olía diferente cuando entró. Sabes cómo es con su rutina y los cambios…—Rodó los ojos.
Ambos asintieron y Harry se permitió una risita.
Bien, tal vez se le hiciera más fácil hablarlo con Zacharias presente.
—0—
No se le hizo más fácil.
Zacharias bostezaba, estirándose como un gato en uno de los tres sillones de su sala compartida. Draco lo regañaba, alegando que era una falta de educación si Harry pensaba hablar.
Harry, sentado en el reposabrazos del "sillón jefe", con la varita que simularía el ruido del mazo de un "Juez", intentaba encontrar las palabras exactas. Ya que no funcionó, interrumpió su discusión con lo único que se le ocurría.
—Quiero una cita.
El silencio dominó su sala compartida. Draco había agarrado un brazo de Zacharias para que se echase hacia un lado y aflojó el agarre, moviéndose en el sillón a una velocidad increíblemente lenta. Smith, en cambio, se reclinó de nuevo en su respaldar y arqueó las cejas.
Harry carraspeó, ruborizándose. De pronto, Zacharias extendió las piernas frente a sí, utilizó sus brazos como almohadas y sonrió.
—Harry, de verdad me siento halagado, pero…
—No oí la parte de que quisiera que esa cita fuese contigo —comentó Draco, al tiempo que cruzaba las piernas.
—Déjame terminar. Pero —siguió él, como si no le importase la interrupción— pienso que harías mejor pareja con Draco —Zacharias le guiñó a Draco y se encogió de hombros al volver a fijarse en Harry.
Harry boqueaba, sin poder creer en lo que su concejo se había transformado. "Llamó" al "orden", golpeando la varita contra su rodilla, lo que producía el ruido del mazo contra la madera gracias a un hechizo que colocó antes de empezar. Sus dos compañeros lo observaron con atención.
—No le estoy pidiendo salir a ninguno de los dos —aclaró.
—Lástima —Smith chasqueó la lengua y meneó la cabeza, haciendo que Draco rodase los ojos.
—La cosa es que…—Harry sopesó su varita entre las manos—. Es- olvídenlo, es tonto. Sé que lo es.
Draco y Zacharias intercambiaron miradas, sin que él se diese cuenta. Luego escuchó el golpeteo de un falso mazo y alzó la vista para encontrarse con que Draco imitaba su truco con la varita.
—Quiero proponer un acuerdo para este concejo —Draco se aclaró la garganta—. A pesar de que Harry James Potter se emborrache con licor de chocolate, me pregunte si mi cabello está hecho de nubes, intente robarme mi puesto de reina del drama y haya explotado un caldero la semana anterior, en esta sesión se hará un juramento que asegurará que nadie se reirá, burlará, atacará ni utilizará lo que Harry James Potter quiera decir en la confidencialidad de nuestra sala compartida en la Academia Invisible durante la noche del —Echó una ojeada a Smith, que movió los labios, sin emitir un sonido— veintiuno de mayo del presente año.
Ofreció su varita a Smith. Zacharias levantó la suya y entrechocó ambas piezas de madera.
Luego los dos se inclinaron hacia adelante para tendérselas a Harry, que se empezó a reír al comprender la situación. Se estiró y tocó las otras dos con la suya. Se produjo un estallido breve de chispas doradas.
—Juramento realizado —prosiguió Zacharias, con voz solemne—. Nos convertiremos en oro si mentimos y en plata si fallamos.
—Sí, nos- —Draco arrugó el entrecejo y lo observó de reojo—. ¿Por qué en oro y plata?
Zacharias se encogió de hombros.
—¿Por qué no? ¿Tienes algún otro metal en el que quieras ser mágicamente convertido por romper un juramento?
Draco lo sopesó un momento, después resopló y negó. Ambos regresaron su atención a Harry.
—¿Qué decías de querer una cita, Potty?
Harry tuvo que batallar contra los nervios que lo invadían para formular las palabras. Eran sus amigos. Tenía a Ron, a Hermione, Ginny, incluso Luna, pero ellos existían sólo fuera de las paredes de la Academia Invisible. Pasaba demasiado tiempo ahí dentro. Y con ellos dos.
Si alguien podía entenderlo, debía ser uno de sus compañeros.
—Quiero una cita, no pude tener citas decentes con todo lo del mago loco queriendo matarme —explicó, más bajo—. Quiero…me gustaría ir a un sitio agradable, quizás comer algo, hablar un rato y ver si…pasa algo.
—¿Pero…? —Lo instó a continuar Zacharias, agitando una mano. Lucía más serio.
Él tragó en seco.
—Pasamos seis días a la semana aquí encerrados y no siempre salimos el día libre que nos toca —recordó Harry, despacio—. Me encanta este lugar, estoy muy, muy feliz por poder hablar con Teddy a través del espejo con el hechizo que me enseñaste —le indicó a Smith, antes de que tuviese oportunidad de pensar lo contrario—, adoro que seamos amigos —Vio de reojo a Draco esa vez. Él rodó los ojos—. Quiero ser Inefable. En serio. Es sólo que es…agotador. Hemos llevado esta vida por casi tres años y sólo quiero- sólo digo que-
—Que quieres experimentar algo diferente —concluyó Draco, con aire pensativo y un tono casi interrogativo.
Harry asintió. Después negó, confundiéndolos.
—Es…—Harry suspiró—. Bien, sé que suena muy absurdo y sé que tengo tiempo para preocuparme por esto, pero- supongo que una parte de mí se imaginó que después de librarme del loco que intentaba matarme año tras año, podría hacer cosas normales como…salir con alguien. Y es lo que menos he hecho estos años.
Sus compañeros se observaron. Parecieron llegar a un acuerdo silencioso, porque asintieron y volvieron a ver a Harry, con una firme determinación en los ojos.
—Mira —Zacharias soltó ese largo suspiro de las ocasiones en que se veía como si se preguntase por qué le ocurrían aquellas cosas—, quieres una vida normal, eso no es tonto.
—Es natural —Draco asintió—, en especial tomando en cuenta toda tu…situación.
Harry no pudo evitar que una sonrisita apareciese en su rostro.
—Así que…
Ellos se miraron de nuevo por un instante.
—Si lo que quieres para sentirte normal es alguien con quien salir, supongo que habrá que buscar opciones —dictó Smith, asintiendo. Se sacudió las manos como si tuviese que limpiarlas tras un trabajo pesado y luego añadió:—. Y siempre te queda Draco. Él tampoco ha salido con alguien desde que estamos estudiando aquí —Lo último lo dijo en un tono que pretendía ser confidencial, aunque lo bastante alto para que el mencionado arquease una ceja.
—¿Acaso tú sí, hufflepunk?
Zacharias se enderezó, acomodándose el cuello de la túnica de entrenamiento.
—Pues, ya que me lo preguntas, pensaba invitar a Nancy a salir en nuestro día libre de la siguiente semana…
Draco elevó la otra ceja.
—¿A dónde?
Y la fachada de Smith se vino abajo, porque empezó a ver alrededor y boquear.
—A…pues a donde sea que se invite a una chica cuando sales con ella —masculló, entre dientes. Golpeó el reposabrazos del sillón con la varita, generando otro conjunto de chispas doradas y se puso de pie, evitándolos con maestría—. Lo realmente importante aquí es que Harry merece unos candidatos apropiados que…
La sesión duró alrededor de una hora, entre la selección de posibles candidatos, la discusión de quién dejó una poción hirviendo en el laboratorio compartido esa mañana y a qué sitio podría invitar Smith a Nancy.
—0—
No era un secreto que la mala suerte de Harry lo perseguía en cada aspecto de su vida. Citas incluidas.
Tras un par de preguntas, llegaron a la conclusión de que probarían sólo con hombres, ya que Harry parecía haber comenzado a inclinarse más por ellos que por las chicas en los últimos años.
El primer candidato fue Charlie Weasley. Esto debido a la familiaridad que se tenían, que Charlie fuese un sujeto agradable y sobre todo que estaba de visita en La Madriguera al mismo tiempo que Harry tenía un día libre; esto era de vital importancia.
Lo que sucedió fue que Harry pasase demasiado tiempo en silencio durante el paseo que dieron en torno a La Madriguera durante la noche, al punto en que Charlie le preguntó si algo andaba mal. Probablemente no tendría que haber lloriqueado y comenzado a contarle sobre la Academia y lo mucho que quería sentirse un poco normal, pero al fin y al cabo, aquella fue la señal de que el primer intento no tenía sentido.
Los Weasley eran familia. Ron era como su hermano, y por ende, sus hermanos reales también. Fue lo mismo que cuando intentó salir con Ginny y se dio cuenta de que, por increíble que le pareciera, eso no iba a funcionar como pretendían.
Charlie terminó desordenándole el cabello, pasándole un brazo sobre los hombros y diciéndole que se sentía halagado de haber sido la primera opción. Lo molestó con eso por un rato, le dio algunos consejos para el siguiente ("busca a alguien con quien puedas hablar sin cansarte", por ejemplo) y luego se pasó un rato hablándole de cómo Percy no consiguió ninguna cita hasta un par de años después de empezar en el Ministerio y que a él parecía sucederle igual.
Harry se sentía cómodo. De esa manera en que se habría sentido conversando con George y Ron.
Descartado.
La segunda opción llegó a su mente tras un recordatorio de los viejos tiempos, durante un juego de Quidditch con Smith.
Oliver Wood.
Harry solía admirarlo y sabía lo dedicado que podía ser en lo que le interesaba. Además, Oliver ya le había coqueteado en una reunión de ex estudiantes de Gryffindor que Hermione organizó.
Su mente se encontraba tan absorta por la Academia Invisible y su vida allí que ni siquiera sabía con certeza si ese coqueteo breve fue durante el año pasado o el anterior a ese. De cualquier modo, decidió probar suerte enviándole una carta.
—¿Cómo conseguirías tú una cita con alguien? —Se le ocurrió preguntarle a Draco, después de meter el sobre en la caja de correo.
Las cartas se desvanecían allí y llegaban a una oficina de lechuzas que tenía la única conexión con la Academia; los Inefables sufrían de paranoia, en su opinión.
Draco, que leía sobre uno de los sillones, le echó un vistazo desinteresado.
—Preguntándole —Se encogió de hombros— o metiendo la idea en su cabeza hasta que reaccione y me lo pregunte a mí.
Harry se rio por la segunda opción.
—0—
La cita con Oliver fue más que sólo desastrosa. Fue mentalmente agotadora.
Wood respondió con entusiasmo al coqueteo. Demasiado entusiasmo, en realidad. Fueron al Callejón Diagón y lo que Harry pensó que le serviría para mantener una conversación, sí, claro que sirvió. Pero luego su "paseo" se convirtió en una "plática de Quidditch". Terminaron metidos en una tienda deportiva, mientras Oliver le preguntaba su opinión de unos guantes y Harry intentaba no reírse de la idea de que su tono no había cambiado nada y lucía como el adolescente fanático de Hogwarts.
Descartado.
Al final se aburrió y le envió un mensaje a Smith a través de unos brazaletes que utilizaban para comunicarse dando su posición. Se comió un helado durante el rato que tuvo que esperar para que lo encontrase y regresar a la Academia juntos.
—0—
La tercera fatídica opción fue Duncan Walsh. Iba en el último año de la Academia de Aurores y solían encontrarse en el Ministerio. Las prácticas mensuales en sus respectivos Departamentos coincidían. Joven, atlético, habilidoso. Muy, muy caliente.
Pensó que estaría bien.
Harry comprendió que beber algo con él entraba en su lista de "peores decisiones de la adultez" cuando se encontraba aprisionado contra una pared lateral del local y de repente sintió que se desplomaba sobre él.
Con su suerte, Harry en verdad temía que estuviese muerto y no desmayado por el alcohol. No sabría cómo explicarlo.
En esa ocasión, el que acudió a la señal de su brazalete fue Draco. Ayudó a Harry a cargarlo fuera del callejón un par de metros, sin magia para no llamar la atención de todos los muggles en el local y la otra calle. Al menos hasta que se encontraron bajo la luz de la calle y se percató de que Harry tenía la ropa desarreglada y los labios todavía húmedos y enrojecidos.
Draco lo soltó como si le quemase el contacto. Ya que era él quien le sujetaba la parte superior del cuerpo, Harry tuvo que rendirse y usar magia para evitar que la cabeza de un inconsciente Duncan se estrellase contra el pavimento.
—Acabo de recordar que la última vez, con lo del licor de chocolate, dije que al único idiota borracho que cargaría serías tú.
—Draco, no puedo dejarlo aquí-
—¿Por qué no? —Draco deslizó la varita fuera de su manga y utilizó una serie de hechizos que levitaron a Duncan, invisible ante los ojos muggles, de regreso al callejón—. Ahí está.
—No creo que esté bien-
—Oh, estará bien. Hay un servicio de elfos que regresa a las personas del mundo mágico ebrias a sus casas cuando no tienen la suerte de convivir con alguien como yo.
—¿Eso…es en serio? —Harry titubeó.
Él asintió y llevó a cabo algún tipo de señal con la varita. Pronto hubo un par de sonidos de aparición y Harry notó que los elfos tenían sellos oficiales del Ministerio en sus viejas prendas.
Draco le agarró el brazo y le dedicó apenas otro vistazo, antes de Aparecerse. Seguramente llamaron la atención de algún muggle, pero la mayoría de los que se encontraban por allí debían estar ebrios también, medio dormidos o ambos, así que dudaba que fuese a producir un gran impacto.
—0—
En la siguiente sesión del concejo de la residencia, Zacharias adoptaba aquella expresión pensativa que les traía problemas. La última vez que la vio, tuvieron que evacuar los cuartos.
—Deberías salir con Draco.
Dos pares de ojos fueron a parar a Smith, que se estiraba en el sillón, como si no acabase de decir gran cosa.
Harry soltó una risita.
—Zac-
—Sé que se lo están tomando a broma —replicó él, sacudiendo una mano en el aire—, pero Draco no ha salido con nadie en más de un año y tú quieres un poco de normalidad. Y ya se llevan bien, ¿no?
Entonces Harry vio a Draco, que apretaba los labios y probaba si sería posible maldecir a un mago sólo con la mirada.
—Tus problemas fueron que te sentías cómodo para hablar con Weasley, pero no para coquetearle, sólo tenías un tema de conversación con Wood y Walsh-
—No hay mejor primera impresión que desmayarse —murmuró Draco, entre dientes.
Zacharias se rio y lo apuntó.
—En cambio, ustedes ven las mismas clases, comparten residencia, tienen gustos medianamente similares…
—Te estás olvidando de un detalle —indicó Harry, vacilante—: se supone que una cita debe ser con alguien que- que-
Gesticuló con las manos, porque no estaba seguro de cómo fuese a reaccionar Draco si terminaba con un "alguien que al menos te atraiga o interese". Podría imaginarlo dándose la vuelta, arqueando las cejas y preguntándole si es que él no le generaba más interés que Duncan.
Harry sabía que se quedaría en blanco al oírlo.
No quería arriesgarse.
No podría decir que no y no creía que fuese del todo correcto responder que sí.
—Podrían usarlo como práctica —Zacharias se encogió de hombros—, ya sabes, como cuando hacemos una simulación de duelo o una prueba para los resultados de un experimento. No sales con nadie desde tu intento de relación con Ginny Weasley, así que te falta práctica, y Draco- —Lo abarcó con un gesto y pareció sopesarlo un instante—. Bueno, es Draco. Y mañana es su cumpleaños, puedes verlo como una forma de celebrarlo. ¿En serio necesitas más razones para salir con él? Estoy seguro de que es un gran ejemplo de persona con la que alguien podría salir.
—¿No serás tú el que quiere una cita conmigo, Smith? —Draco arqueó una ceja.
—Mi tipo no son los narcisistas rubios oxigenados, pero gracias por la ofer-
Se desplazó hacia un extremo del sillón justo a tiempo para evitar la patada sin fuerza de Draco. No lo suficiente para el almohadazo que le siguió.
Zacharias se quejó, le regresó la almohada y se enderezó.
—Sólo digo que no puede ser lo más incómodo que ustedes dos han vivido y serviría para que Harry tenga en claro lo que quiere y lo que no, de manera que no se vuelva a equivocar con sus candidatos —bufó y rodó los ojos. Se fijó en Harry de nuevo—. ¿O tienes una idea mejor?
Harry observó a Draco. Este lo vio de reojo y resopló. Se encogió de hombros frente a su pregunta silenciosa.
—Supongo que puedo aprovechar ese tiempo para enseñarte algo sobre coquetear y exigir que me invites una buena comida de cumpleaños.
Él estrechó los ojos.
—¿Se supone que me vas a enseñar a coquetear? ¿Qué te hace creer que no sé…?
Draco y Zacharias se rieron de sus protestas durante los próximos cinco minutos. Luego llegó el turno de Harry de burlarse por la manera en que Smith se hundía en el asiento, diciendo que Nancy lo rechazó porque ya iba a salir con otro chico de la Academia Invisible ese día.
—0—
Lo curioso fue que por una vez no tuvo que esperar al día libre para salir con un "candidato". Ya que ambos estaban en la residencia, eligieron un momento del día siguiente en que sus deberes estaban terminados y abandonaron su sala compartida.
Smith alzó ambos pulgares detrás de ellos, deseándoles bonita noche y recordándoles la importancia de cuidarse si se emocionaban demasiado y quería darle un "regalo extra" de cumpleaños a Draco.
Caminaron por uno de los pasillos que los conectaban a otros espacios con cuartos y salas compartidas, en silencio. De pronto, Draco resopló.
—Ni siquiera sé por qué le estamos haciendo caso a Smith, hay algo muy mal con él y sus ideas, ¿acaso no viste la cara que ponía cuando tuvimos la práctica con el cerebro mutante?
—Daba bastante miedo —Harry asintió. Se miraron de reojo, se echaron a reír y el ambiente tenso desapareció—. Vamos, ¿qué es lo peor que puede pasar? ¿Que te enamores perdidamente de mí?
—¿Disculpa? —Draco emitió un vago sonido de indignación. Le tocó el pecho con el índice, "amenazante"—. Si eso sucediese, ten por seguro que sería al revés. Mis técnicas de coqueteo son infalibles, Potty.
Harry procuró lucir curioso y lo más inocente posible al contestarle.
—¿No estás un poco oxidado en eso?
—¿No lo estás tú? —replicó Draco, negándose a perder—. ¿Hace cuánto fue lo de la Weasley? ¿Cuatro, cinco años…? Recuérdame cuántas citas tuvieron.
Él estrechó los ojos. Draco le enseñó una sonrisa de medio lado. Tras un instante, Harry negó y le tendió una mano.
—Hagamos esto como algo divertido, entre amigos. Diremos que es por tu cumpleaños más que nada —le propuso.
A esas alturas, Smith ya debía haber utilizado magia en la sala compartida, impidiendo que regresasen sin haber tenido su "cita". ¿Por qué no usar el tiempo, de cualquier modo?
Draco asintió despacio y le estrechó la mano.
—Será una experiencia…interesante.
Se sonrieron y continuaron por el pasillo de cristal que separaba la entrada de la residencia de cada espacio asignado para los estudiantes. Draco le abrió la puerta y carraspeó, irguiéndose cuán alto era.
—Primera lección de coqueteo —mencionó. Harry se rio al escucharlo—: caballerosidad y cortesía.
Harry cruzó la puerta, se rio con más fuerza cuando Draco murmuró algo sobre "la gente" que no agradecía los gestos y avanzaron juntos por el sendero que salía de la residencia a los otros sectores de la Academia.
Los caminos estaban hechos de un cristal un poco opaco y se desvanecían a unos metros de su posición, por lo que era necesario saber bien dónde se encontraban y a dónde querían llegar. Incluso desde esa distancia, la Academia en sí no se distinguía, los hechizos que rodeaban el edificio hacían que fuese imposible verla desde afuera y había que cruzar la entrada para toparse con el resto.
A su alrededor, una planicie de césped se extendía hasta donde alcanzaba la vista. Los árboles eran escasos y se agrupaban para formar conjuntos cerrados. Más allá, existían unos muros de piedra que ponían fin al terreno, con un túnel que el expreso Inefable utilizaba en días específicos.
No lucía como el sitio ideal para una cita, ni siquiera una falsa.
—¿También arrastraras la silla por mí y todas esas cosas? —indagó Harry, divertido, al tiempo que deslizaba un brazo bajo el suyo para dejar que lo "llevase".
—Ese es el plan —aceptó Draco, bastante serio. Sólo la chispa en los ojos lo delataba.
—¿Lo haces con todas tus citas?
—Sí.
—¿Desde siempre?
—Sí —repitió él, rodando los ojos—, incluso en Hogwarts —añadió, en respuesta a la obvia cuestión que rondaba la mente de Harry.
Sonrió ante la idea de un Draco Malfoy de quince años, ese cretino orgulloso y déspota, abriendo la puerta para la persona que le gustaba, sólo porque creía que era un lindo detalle. Luego pensó que le hubiese gustado conocer esa faceta antes.
—¿De dónde sacaste que era buena idea hacerlo?
—De mis padres —Draco se encogió de hombros—. Mi padre siempre tiene esos gestos con mi madre, estén dentro o fuera de casa, solos o con más personas.
Harry acababa de abrir la boca para decir algo sobre que no conseguía imaginarse esa versión del matrimonio Malfoy cuando se percató de que el sendero de cristal por el que andaban se perdía en el césped. Detrás de ellos, ni la residencia ni el resto de los edificios eran visibles, y al frente, un conjunto de cuatro árboles aguardaba. Podrían haber pensado que se encontraban perdidos en medio de la nada, si fuesen muggles.
Zacharias les había dicho que él se ocuparía del "ambiente para la cita" y de su cena.
A medida que se acercaban, notó que hileras con pequeñas luces en forma de gotas envolvían los árboles, desde la base hasta la copa. Se enroscaban en las ramas y creaban arcos luminosos que los conectaban con las otras plantas, formando paredes improvisadas y un precioso techo para el área en que alguien transfiguró el césped en el mismo cristal de los senderos. Una mesa y dos sillas los esperaban. La comida debía aparecer por su cuenta apenas tomasen asiento.
—Tengo que decirlo: el hufflepunk tiene talento para esto.
Harry asintió, incrédulo.
—Hay que convencer a Nancy de que salga con él.
Sellaron su acuerdo con un par de asentimientos y se aproximaron a la mesa. Draco arrastró la silla para él, como predijo. Harry intentó verse más agradecido y menos burlón, pero el enternecimiento lo superaba desde que se imaginaba a un Draco Malfoy adolescente intentando ser así con alguien.
—Sé lo que te estás imaginando, deja de hacerlo —Draco lo apuntó con el tenedor, causando que la sonrisa de Harry fuese más grande.
—Pero es…
—No —Draco bufó. Giró el cubierto en su mano y pareció sopesar un detalle, porque volvió a fijarse en él—. Dime que no eres de esas personas empalagosas que quieren darle de comer en la boca al otro.
Harry frunció un poco la nariz sin pensar y negó.
—Más bien, un par de veces hice…—Se detuvo por una risita y se cubrió parcialmente el rostro cuando se dio cuenta de que era algo vergonzoso.
—¿Qué? —Draco elevó las cejas al verlo negar, divertido—. Oh, vamos, te juro que no me voy a reír.
Se llevó una mano al corazón junto con la promesa, así que Harry inhaló profundo y jugueteó con su cubierto.
—Es como- como cuando comes algo muy cerca de una persona y la manchas un poco jugando para- ya sabes, te da una excusa para limpiarlo y besarlo. En la mejilla. Lo hacía en la mejilla, no- —Harry resopló—. No es muy original, ¿cierto?
—¿Te funcionaba?
Harry movió la cabeza a un lado y al otro en un gesto que sólo podía ser interpretado como un "más o menos". Draco lo sopesó y luego se inclinó hacia adelante.
—A ver, intenta.
Se demoró unos segundos en comprender lo que pretendía.
—¿Que te…?
Draco se encogió de hombros.
—¿Cómo puedes tener una cita falsa conmigo sin pretender que me coqueteas? —argumentó.
A él le sonó casi lógico.
—Pues…—Harry observó su plato, el cubierto y a Draco.
Se sintió menos nervioso al recordar que sólo era él. Lo había visto ser atrapado y sacudido por un cerebro mutante con tentáculos. Aquella no era la situación más extraña en la que estaban metidos juntos.
Se estiró un poco y le manchó la mejilla de salsa, arrancándole a Draco una risa baja y un comentario sobre lo sutil que era su plan.
—Podría haber sido más sutil, pero tú ya sabías que lo haría y nada te tomaría por sorpresa —alegó él, sujetando una servilleta para estirarse y limpiarle la mejilla.
Harry jaló con cuidado su mejilla al terminar, provocándole una sonrisa divertida.
Eso sí fue a propósito.
—Bien, ¿ahora viene el beso?
Harry asintió, solemne. Cuando Draco arqueó las cejas, se le escapó un "ah" y se inclinó hacia adelante para besarle la mejilla.
—Es…muy obvio, pero podría ser útil —admitió Draco, comprobando que no le hubiesen quedado rastros de comida en la cara—. Supongo que siendo más sutil- aunque yo sospecharía de todos modos de lo que intenta.
—Menos mal que sólo he tenido citas con Gryffindors y una Ravenclaw entonces, ¿no?
Él asintió.
—Creo que vamos a cambiar tu premio de "mago con suerte #1" a "el-niño-que-no-sabe-disimular".
Así como Draco tenía su corona de reina del drama, Harry tenía una banda en el armario, roja y dorada, con una calavera atravesada por una "x" y el título de "mago con suerte #1". Smith se la dio después de que hubiese esquivado dos ataques en el mismo duelo sólo por moverse a tiempo, sin tener idea de que se dirigían hacia él.
—¿Acaso tú tienes algo mejor? —inquirió Harry, ganándose una mirada desafiante de su parte.
—Por supuesto.
—Permíteme dudarlo, Malfoy.
Draco le tocó la pierna por debajo de la mesa, a manera de protesta. Harry se lo devolvió. Tras un par de segundos de fingir estar concentrados en la comida y una intensa "pelea" moviendo los pies en el suelo, Draco terminó por entrelazar sus piernas y Harry se echó a reír.
—Oye, eso- —De pronto, entendió y se le escapó un grito—. ¡Fue eso! Lo fue, ¿cierto?
—Es un tipo de contacto físico no invasivo —Draco se lo explicó con calma—; técnicamente, tú me dejas hacerlo al devolverme el toque. Además, puede ser juguetón o provocador, así que yo diría que es una buena técnica.
—¿Te funcionaba? —repitió Harry, con sus palabras exactas. Se sorprendió al verlo asentir, tranquilo—. ¿Lo usas en la primera cita?
Draco negó.
—Esperaba a la segunda, es cuestión de confianza.
—¿Así que confías en mí? —Harry sonrió.
—Potter, la semana pasada me metí a un estanque con ácido contando con que tú sostenías mi cuerda y mantenías una barrera sobre mí —Draco arqueó las cejas—. Creo que puedo fingir que te coqueteo libremente después de eso.
Harry lo aceptó y siguieron comiendo. Sus piernas continuaban entrelazadas. De vez en cuando, jugaban un poco con ellas, mientras Harry se quejaba de una de las tareas alocadas de su profesora de psicomagia.
—No puedo creer que Smith consiguiese tartaletas —murmuró Draco cuando cambiaron de platillo.
El orden de la comida estaba alterado, y en lugar de quejarse, ambos lo encontraron bastante gracioso, así que el plato que aparecía los tomaba por sorpresa.
—¿Qué tienen? —cuestionó Harry, sosteniendo una.
Se le ocurrió preguntarle si él estaba acostumbrado a comerlas con cubiertos. Draco le restó importancia y se entretuvo con la expresión de un feliz Harry que podía darle una mordida a gusto a su postre.
—Son de mis favoritos —Él se encogió de hombros—, es una de las primeras recetas que aprendí a hacer.
Harry masticó muy, muy lento, permitiéndole a su cerebro que asimilase lo que acababa de escuchar.
—¿Sabes hacer tartaletas?
—Mi madre me enseñó.
Estaba seguro de que su expresión de aturdimiento debía ser bastante divertida. Dio otra mordida y lo sopesó por un instante.
—Los Malfoy tienen elfos —recordó, vacilante.
—A mi madre le gustaba preparar postres, en secreto, claro, sus padres jamás se enteraron. Cuando era joven, los hacía y se los enviaba a mi tía Andrómeda o a su primo Regulus a través de un elfo y me enseñó cuando era niño, sin contarle a mi padre —Draco sonrió al explicárselo—. Era divertido, una de esas ocasiones en que podíamos pasar toda la tarde juntos y no importaba que tuviese más cosas que hacer después.
—No tenía idea de que pudieses cocinar algo —Al darse cuenta de que sonaba bastante mal, aclaró:—. Es que tenías elfos y…
Calló cuando Draco volvió a elevar las cejas. Harry entrecerró los ojos y lo apuntó con lo que quedaba de su tartaleta, con el aspecto más amenazante que alguien podía adquirir bajo esas circunstancias.
—Es una mentira, ¿cierto?
Draco sacudió la cabeza.
—No, mi madre sí me enseñó y me encantan las tartaletas. Era un poco adicto a los postres de niño —se excusó, agitando una mano en el aire—. Pero a la mayoría le gusta oír una historia "tierna" de un niño con padres ocupados en una familia estricta, es algo que enternece mucho, por alguna razón.
Harry comprobó esas últimas palabras por la manera en que su pecho se había entibiado ante la imagen mental de lo que le contaba un momento atrás.
Resopló, sin poder creer que cayó con un truco tan bajo y simple.
—No sabía que te aprovechabas también del enternecimiento.
—Tú tienes la historia de un héroe y una infancia difícil para contar, yo tengo lo mío. Ciertas anécdotas generan bastante interés en otras personas...
—¿Así que si sales con alguien esperas al postre para contarle algo que lo deje enternecido? ¿En serio funciona? —No pudo evitar preguntarlo.
—¿Lo dudas? —Draco se llevó una mano al pecho, indignado—. ¿No estás bastante enternecido tú?
Él se mordió el labio, negándose a reconocer que sí.
—¿Qué otras historias tienes en mente si el postre no es algo que sepas preparar?
Draco se enderezó en su asiento y carraspeó, como si acabase de desafiarlo.
—Tengo una que hacía suspirar a los Slytherin en quinto y eso no es fácil de lograr —aclaró, en tono de obviedad. Harry asintió, atento a lo que decía—. Bien, cuando tenía cinco años, quería ir un fin de semana con los Parkinson y no me dieron permiso, así que me disfracé de crup, con la idea de que mis padres jamás notarían que su único hijo estaba desaparecido por dos días…
Harry se cubrió la boca para evitar carcajearse en el preciso momento en que el plato vacío del postre se esfumaba y era reemplazado por otro. Según sus cálculos, sería el último de la noche.
—¿Cuánto tiempo estuviste "oculto" antes de ser atrapado?
Él soltó un pesado suspiro.
—No llegué ni siquiera al vestíbulo de la Mansión.
—Eras un niño adorable —admitió Harry, asintiendo—. ¿Por qué tuviste que cambiar tanto en Hogwarts?
Balanceó sus piernas entrelazadas por debajo de la mesa, a manera de protesta. Draco sonrió a medias.
—Supongo que Hogwarts nos alteraba a todos.
Harry también sonrió y se pasaron un rato conversando sobre el colegio de magia. Resultaba divertida la manera en que chocaban sus perspectivas de los eventos en sus años de estudio.
Con el primer año, por ejemplo, Draco emitió un sonido irritado ante la mención del trol.
—¡Lo recuerdo perfectamente! Dumbledore nos mandó a las mazmorras…al mismo sitio donde estaba el trol.
A Harry, que estuvo en el baño buscando a Hermione, jamás se le pasó por la cabeza ese detalle.
Con el segundo año, Harry se detuvo cuando estaba a punto de hablarle de su entrada a la Sala Común de Slytherin y Draco arqueó una ceja. Decidió contárselo. Para su sorpresa, él se echó a reír cuando terminó.
—Siempre lo supe, Potter.
—¿Qué? Pero…pero…
—Uno usaba lentes cuando los encontré, el otro se puso pelirrojo de pronto y sus reacciones tampoco fueron las mejores —aclaró Draco, entretenido por la manera en que Harry boqueaba—. Además, la Sala Común de Slytherin es bastante elegante, y sí, es fría, pero no insoportable. La veían así porque la Sala Común tiene un mecanismo que la esconde de los que no pertenecen a la Casa, incluso si logran pasar.
—Eso...es increíble.
—Propio de un Sly —Draco elevó la barbilla, bastante orgulloso.
Charlaron sobre su encuentro en Hogsmeade durante tercer año, con algunas quejas sobre cómo Harry pudo entrar a la Cámara de los Secretos, pero no le permitían ir al pueblo mágico con el resto sin un permiso firmado. Del Torneo de los Tres Magos, de cómo fueron las pruebas en verdad y cómo lo veía Malfoy desde afuera.
A Harry le sorprendió la facilidad con que ahondaron en las anécdotas de quinto y sexto, desde sus quejas sobre la situación con sus amigos y las de Draco sobre una Pansy enamorada de él, hasta asuntos más relevantes, como la guerra y el armario evanescente. Simplemente conversaron, sin detenerse. La comida se acabó y Harry se reclinó en el respaldar de su asiento, con la sensación de que aquello no era ni remotamente similar a lo que esperaba de una cita.
Pero era mejor.
—¿Sabes qué otra cosa he probado y me funciona, aunque sea tonto? —comentó, después de un rato de risas y protestas por su visita al salón de té en quinto—. Las cicatrices.
Draco observó su frente sin ningún disimulo.
—Bueno, tiene un significado bastante…
—No —Harry negó y le tendió la mano—, la otra. La de Umbridge. De algún modo, las personas con las que he intentado salir terminan acariciando las letras, ¿no es raro? Ponen una cara de "pobrecito niño".
Tras un instante, Draco le sujetó la mano, por encima de la mesa ya desocupada. Examinó las palabras como si nunca las hubiese visto y rozó las líneas con el pulgar.
Harry contuvo la respiración.
No tenía intenciones de que lo hiciera cuando se lo dijo.
A pesar de que era cierto que no era la primera vez y que nunca había entendido por qué le prestaban especial atención, cuando Draco lo hizo no le pareció un detalle absurdo. Él lo vio de reojo, como si quisiera disculparse por haber estado del lado de Umbridge, incluso si también la detestaba, pero supiese que no serviría para cambiar nada.
En el momento en que lo soltó, Harry tuvo que parpadear para obligarse a centrarse.
Por suerte, Draco acababa de ponerse de pie para rodear la mesa. La sensación de embotamiento de un momento atrás fue reemplazada por la diversión frente a la reverencia teatral que realizaba, después de arrastrar su silla y ofrecerle una mano.
—¿Eres de paseos de la mano? —inquirió Harry, intrigado.
Se dejó llevar fuera del conjunto de árboles, más allá de las hileras de luces y el precioso espacio que crearon para su "prueba".
Draco, un paso frente a él, le dedicó un vistazo por encima del hombro y se encogió un poco. Esperó a que estuviese a su lado para contestarle.
—No realmente, aunque me parece que tú sí.
—¿Por…?
Draco observó sus manos unidas como respuesta. Harry no se había percatado de que entrelazó sus dedos apenas lo sostuvo.
Sonrió al verlo de nuevo, aunque podía sentir un ligero ardor en su rostro.
—Sí, está bien, lo admito. Me gustan los paseos de la mano, ¿acaso eso es malo? Es…me agrada la idea de que a alguien no le importe si otras personas nos ven así.
—Está bien —lo tranquilizó Draco, en un tono tan suave que Harry en verdad sintió que podía balancear sus manos y juguetear con sus dedos, si quería—, querer que te lleven de la mano no es exigir demasiado, Harry.
—Es una cursilería —murmuró él.
—Supongo que todos tenemos derecho a que nos gusten una o dos cursilerías.
Harry se detuvo, y por el agarre, Draco con él. La luz de las hileras en los árboles se encontraba lo bastante lejos para apenas iluminarles el camino, la noche ya había caído, y por la distancia entre ellos y los edificios, la Academia Invisible no quería dejarse ver, así que parecía que se encontraban en medio de la nada.
Pensó que no era lugar para una cita. Y se equivocó.
—¿Cuál es tu "cursilería"?
Draco apretó los labios un instante y desvió la mirada. Harry aguardó. Sus manos todavía estaban unidas en el espacio entre ambos.
—Es bastante…
Lo que fuese que notó en el rostro expectante de Harry, cambió su respuesta. Draco debió intentar evadirlo, pero se arrepintió. Terminó por soltar un bufido de risa y sostenerle la mejilla con su mano libre.
Harry cerró los ojos, sin pensar. Aunque una parte de sí, muy en el fondo, se decepcionó, el estallido de tibieza en su pecho y el hormigueo en su estómago fueron lo bastante fuertes para ignorarlo cuando sintió que Draco depositaba un beso en su frente.
Entreabrió los ojos y lo observó desde abajo por los centímetros de diferencia entre sus estaturas.
—¿Besos en la frente? —Harry sonrió, enternecido.
—¿No son lindos? —respondió Draco, ladeando la cabeza.
Qué cerca estaba.
Él asintió, despacio.
—Creo que nadie había rozado la cicatriz de Voldemort antes…
—Es sólo una vieja cicatriz —contestó él, tirando de la mano de Harry con cuidado para que siguiesen avanzando.
—¿Prefieres dar o recibirlos?
Draco se rio de la pregunta. Él también lo hizo.
—Seguimos hablando de los detalles cursis, espero.
—¿Esperabas que hablara de otra cosa? —indagó Harry, en un tono levemente sugerente.
—Sería imposible que me dieses un beso en la frente, Potty —Draco se giró para caminar de reversa, sin soltarlo.
Con la otra mano, marcó su altura en el aire, a comparación de la de él.
—¡Claro que puedo hacerlo!
Harry saltó hacia adelante y se estiró para besarle la frente. Draco se rio y se apartó. Él trastabilló, jaló su mano y casi se estrelló contra su pecho. En esos segundos de aturdimiento, Draco lo liberó y huyó de nuevo.
Se persiguieron por el comienzo de uno de los senderos durante un largo rato. Draco lo esquivaba, Harry intentaba apresarlo entre los brazos para que se quedase quieto. Se movían rápido, respiraban agitado, sus risas llenaban el aire nocturno.
En cierto momento, la espalda de Draco chocó contra la pared de la residencia, invisible desde el exterior, igual que el resto de la estructura. Harry aprovechó la oportunidad para atraparlo. Le faltaba el aliento, tenía una sonrisa dibujada en la cara y se olvidó de por qué se suponía que lo perseguía e intentaba capturarlo segundos atrás.
Draco era cálido. El esfuerzo de corretearse por el sendero le dejó el rostro ruborizado. A Harry no le importaba que fuese un poco más alto. Quizás necesitaría ponerse de puntillas para…
Sus respiraciones se mezclaban. Estaban casi del todo a oscuras. Harry intentaba que ese pensamiento no se terminase de formular en su cabeza. No sabría lidiar con el.
Fue Draco, sin embargo, el que acabó con todos sus esfuerzos. Casi lo escuchó tragar en seco, antes de pronunciar:
—¿Eres de los que besan en la primera cita?
—No —Harry estuvo a punto de reírse de su mala suerte y el arranque de sinceridad que sufrió—. ¿Tú?
—Podría serlo.
La respuesta vibró dentro de Harry, en forma de cosquilleos por todo el cuerpo.
—No es exigir demasiado —musitó, devolviéndole sus palabras. Sintió, más de lo que vio, la sonrisa de Draco.
Él también sonrió. Seguía haciéndolo cuando se estiró para unir sus labios.
Fue como si hubiese presionado un interruptor que llevaba un tiempo ahí y nunca se le ocurrió accionar. Harry se deshizo ante el contacto. Ligero sabor a las especias de la cena, labios suaves, movimientos lentos. No debería haber sido tan especial, pero el pensamiento de que fuese Draco, de algún modo, lo cambiaba todo.
Él le acarició la espalda baja y lo sujetó para mantenerlo cerca. Harry suspiró sobre sus labios y fue por otro beso.
Pasaron un largo rato allí parados, sin preocuparse por el frío.
—0—
Cuando llegaron a la sala compartida con Smith, su compañero lucía bastante entretenido con un libro. Ocupaba su sillón usual, tenía las piernas cruzadas y balanceaba un pie en el aire. Les dedicó un vistazo por encima de la página que leía.
Draco y Harry se detuvieron bajo el umbral, tomados de las manos.
—¿Es ahora cuando me dicen que tuve una excelente idea? —indagó Zacharias, con falso desinterés.
—La verdad es que luces bastante orgulloso de ti mismo —comentó Draco, dando el primer paso dentro y cerrando la puerta detrás de ambos.
—¿Cómo podría no estarlo? —Zacharias colocó el libro en su regazo y sonrió, divertido—. Llevo más de un año intentando que dejen de darse miraditas y actúen. Y Nancy aceptó salir conmigo, porque piensa que un chico que ayuda a sus amigos a organizar su cita es "encantador" y "dulce". Fue una grandiosa noche para todos, por lo visto.
Ellos intercambiaron miradas y se rieron. Harry asintió y apoyó la cabeza en el hombro de Draco.
—Fue una buena idea —admitió Harry, sonriendo.
La expresión pedante de su compañero se suavizó al detallar los rostros contentos de ambos.
—Bien —Zacharias carraspeó, poniéndose serio—, porque ahora ustedes dos me van a tener que ayudar con Nancy. No, es en serio, tengo que pensar en algo. Ella cree que soy encantador y dulce, ¿a qué clase de persona se le ocurre definirme así? No, no, dejen de reírse, esto es serio...
