Vacío. Así se sentía.
Pero ese vacío era parte de su vida desde mucho antes de que todo a su alrededor colapsara finalmente en un cataclismo que arrasaba todo a su paso.
Draco Malfoy miraba como la lluvia golpeaba la ventana, en otro tiempo, cuando se creía inocente, hubiese prestado completa atención a cada gota que se escurría, juntandose con otra gota solitaria para hacer una más grande, entonces comenzaría una carrera con cualquier otra gota para ver quién llegaría más rápido al final de la ventana.
Soltó un bufido al recordarse en esos momentos, sin preocupaciones excesivas más que la inquietud de que su gota tomara ventaja y ganará esa carrera que el mismo había inventado.
El tren traqueteaba de forma constante, apenas pasaba una hora desde que abandono King's Cross directo a Hogsmeade, luego tomaría las carrozas a Hogwarts...
De tomar sus propias desiciones, habría abandonado el colegio hacía mucho tiempo y precisamente ese año era cuando más ganas tenía de huir. Su penúltimo año, y probablemente el último independientemente del resultado, no sería el mejor, Draco sabía eso y se había preparado un verano entero con la idea en mente.
El agobio se filtraba por sus fosas, el resentimiento quemaba su garganta, la frustración hacía que sus pulmones ardieran, respirando cada emoción negativa una y otra vez, sin salida, ni fácil ni difícil. Simplemente estaba atrapado.
Su padre yacía preso en Azkaban tras la falla en el departamento de misterios.
No quedaban vestigios de su madre, la que había considerado la mujer más fuerte y cariñosa, ahora solo lo miraba con los ojos anegados en lágrimas y sus manos temblando de nerviosismo.
Y su tía Bellatrix, prófuga de Azkaban, se pavoneaba por los pasillos de su hogar como si fuese dueña de estos. Draco trataba de evitarla, si bien no la odiaba, le temía, y ese temor aumentaba después de todo su verano, donde quemaron una maldición en su brazo izquierdo que punzaba con constante dolor, en el que fue obligado a aceptar el "legado" de su padre, aún si el no lo quería, tenía que fingir que si por el bien de su familia.
Un mortifago, un jodido mortifago ¿Pero no había sido el uno de los tantos que predicaba la ideología de los sangre pura? "Bien Malfoy, ahí tienes tu recompensa" pensaba de forma burlesca hacía si mismo, engañandose para tomar las cosas con calma y gracia.
Ciertamente era que, aunque en el pasado hubiese querido un mundo donde no tuviera que ver a ningún Sangre sucia, tampoco significa que quisiera ser un mortifago ni mucho menos participar en la guerra que peleaban "el bien y el mal"
¿Y quién decidía cuál era cuál?
Pero no importaba en qué bando estaba, si Voldemort ganaba, su familia perdía. Si Potter ganaba, su familia perdía y por primera vez en años, se permitía tener miedo sobre el destino que tendrían los Malfoy.
Y una parte importante de esa guerra, ahora recaía en el. Sosteniendo ese peso con sus manos, una misión otorgada por el error de su padre; Matar a Dumbledore.
Una ola de escalofríos se colaban en su espina al pensar en la simple idea de ejecutar cualquier plan, terrible o magnífico. La verdad era que si tenía una oportunidad de sabotearse, no iba a desaprovecharla, pero si alguien preguntaba entonces se daría palmaditas por un trabajo bien hecho.
Si bien no quería hacerlo (y no tenía otra opción) mentiría diciendo a todo el que quisiera escuchar sobre sus planes perfectos, porque a pesar del miedo, la tristeza y el agobio que escalaban desde su estómago, era Draco Malfoy y había nacido para conquistar al mundo. Tomaría cualquier oportunidad dada para demostrar que era digno de tan grande misión, que matar a alguien era como un juego de niños para el, que podía hacerlo, y lo haría... O eso se obligaba a pensar.
Era increíble lo que la mente humana llegaba a cavilar en momentos de estrés constante. Draco divagaba entre las olas oscuras de sus pensamientos, en completa soledad que lo acompañaba desde siempre. Sin nadie que pudiese molestarlo, los alumnos caminaban por los pasillos sin prestarle mucha atención. Algunos de segundo año se sobresaltaban al verlo, y con justa razón cuando Draco había atormentado a unos cuantos solo por ser "Draco Malfoy, rey de Slytherin" patrañas que lo sobrecogian. Era evidente para quien lo conocía que no necesitaba el amor de nadie, ni amigos, solo las personas que seguían sus órdenes porque "era su trabajo" y era otra cosa que ocultaba al mundo, la envidia que tenía a personas con amigos verdaderos. Joder habría deseado poder contarle a alguien de confianza el terrible miedo que tenía.
Recargo su cabeza en la ventana, cerrando los ojos. Finas hebras de cabello platinado le cayeron por la frente, sin embargo no le importo. Solo esperaba encontrar tranquilidad en la oscuridad en la que nadaba, sobre el temor irremediable que sería su vida a partir de ese momento. Se dejó llevar por el sonido de la lluvia golpeando en la ventana, entrando por sus oídos, sobreponiendose ante los malos pensamientos que lo sofocaban. Olvidando esa carrera de gotas que habría inventado...
Aquella tranquilidad que tanto deseaba, que había logrado conseguir fue interrumpida cuando la puerta de su compartimento fue abierta y cerrada con ira, haciendo que Draco abriese los ojos con rapidez ante el intruso. Era evidente que a Olive Hawk poco le importaba interrumpirlo, en realidad nunca le había importado retarlo para ponerlo en su lugar. Algo que lo volvía loco, pero no de la manera en que pensaba.
-Ah, solo eres tú Hawk -suspiro, dejando que los ojos grises de la chica chocarán con los de él, su cabello negro amarrado en una coleta alta. Su cara denotaba enojo, irritación y fastidio. No tenía porque quejarse, al final de cuentas fue ella quien irrumpió en su paz.
-Si, solo soy yo -bufó, al igual que su cara, había enojo en sus palabras-. ¿Por qué no fuiste a la reunión de los prefectos? Me dejaste sola en medio de esos idiotas.
-No tenía ganas de ir -contesto Draco, regresando su vista a los paisajes de Inglaterra, sin darle más atención a la chica-. Tener que escuchar a Granger "optimizar el rendimiento para un trabajo bien hecho" -se burló-, pasó.
-Bien -Olive se cruzó de brazos, recargando su espalda en la puerta-. Por no tener ganas de soportar a los demás, tú harás el patrullaje.
-Si eso te hace feliz -Draco rodó los ojos recordando la tranquilidad que había tenido tan solo unos minutos antes-. Esta bien, me da igual -dijo finalmente hastiado, diría lo que fuera para que Olive Hawk se largará, dejándolo en paz nuevamente.
Porque eso quería, tranquilidad. Olive Hawk no le agradaba, en ningún momento lo había hecho, quizá solo un pequeño instante en su niñez, esa inocencia que ahora consideraba estúpida ¿Cómo demonios pensó siquiera en esa mente de 8 años, casarse con la chica que tenía en frente? Era molesta, irritante, un fastidió que lo volvía loco, y era un pensamiento contradictorio porque había soñado con besarla muchas veces, claro que un sueño solo era eso y para Draco, lo que soñaba no significaba nada. La rivalidad existía entre ellos, odio mutuo, burlas e insultos por ambas partes con pequeños y forzados saludos cordiales exclusivamente por motivos académicos, fuera de eso, no se toleraban. Tal vez se debía al parecido entre ellos...
Aún con todo eso, el desplante de Draco al dejarle claro que no quería tenerla ahí. Olive tomo asiento frente a él, con los brazos cruzados, sin mirar más allá de la ventana goteante.
-¿Piensas quedarte aquí, Hawk? -inquirio Draco con confusión y evidente irritación ante la falta de soledad que Olive le negaba con su presencia-. Creo que es más que obvio que no te quiero aquí.
-¿Alguna vez me ha interesado lo que quieres Malfoy? -replico Olive con sarcasmo-. Es el único vagón casi vacío, necesito pensar y por lo que veo, tu también.
-¿Acaso sabes pensar? -se burló Draco, ¿Era una sonrisa lo que se asomaba por los labios de la Olive? ¿Fue una sonrisa lo que se asomo de sus propios labios al verla? Luego reaccionó, sin abandonar sus barreras
-Tus chistes no dan risa -contestó Olive, aunque mantenía el fantasma de una pequeña risa en sus labios.
Draco rodó los ojos una vez más, dispuesto a ignorar a Olive quien rascaba silenciosamente con su uña la parte baja de la ventana. No parecía que ninguno tuviese ganas o intención de enfrascarse en una conversación, además no se agradaban ¿Que pensaría de Draco si de pronto preguntase por sus vacaciones? Seguramente Olive lo mirase como un lunático y abandonaría el vagón, aunque si eso hacía falta para que Olive se retirará, entonces podría preguntar, aún así guardo silenció.
El tren continuo la marcha como cada año, la lluvia caía con más fuerza siendo el único sonido que desgarraba el silencio sepulcral. Al final de cuentas Olive Hawk no resultaba ser una mala compañía, estaba callada y pensando, justo como había prometido. De vez en cuando Draco despegaba su vista de los árboles empapados para fijarse en las expresiones de Olive, había imitado su acción de recargar su cabeza sobre una mano, miraba a la nada arrugando su nariz por los pensamientos que podrían invadirla, Draco sabía bien que Olive arrugaba su nariz cuando se concentraba. Se negó más de una vez a volver a verla, no quería mirarla, pero con los años transcurriendo, Draco se había dado cuenta que le era imposible no hacerlo, la había observado desde que la conocía hasta ese precios momento, donde una lágrima resbalaba por su mejilla , luego otra.
Fue en un momento en el que Olive escondía su rostro entre las manos sin hacer ruido, intentando que Draco no notaste su llanto silencioso. No era sorpresa para el muchacho verla llorar, sin embargo está vez no entendía el motivo, Olive limpio un poco sus lágrimas sin saber que en realidad Draco si la veía y sin saber que más hacer, este pregunto:
-¿Qué te ocurre?
-No es de tu incumbencia -sollozo Olive, su nariz estaba rosa por el llanto. Draco se estremeció al verla, quizá porque nunca había tenido que consolar a nadie.
-Lo es si estás aquí llorando -bufó Draco en respuesta, tuvo un pequeño impulso de limpiar su rostro, impulso que detuvo cuando sintió su mano avanzar a la chica-. Estoy acostumbrado a ver cómo lloriqueas pero no tan cerca de mí.
-Bueno Malfoy -Olive se secaba las lágrimas con la manga de su suéter-, si fueras un poco más empático no te molestaría un poco de llanto.
-Acabo de preguntar que te ocurre -salto Draco a la defensiva.
-Todo -exclamo Olive en un sollozo muy agudo.
-Se mas específica -bufó Draco con la paciencia al límite.
Olive no hizo más que tocar su brazo izquierdo y Draco la entendió al instante aún sin ver la marca que seguramente estaba tatuada en su piel, la misma marca que el portaba como recordatorio de un fracaso. No le parecía extraño; Eldrick Hawk y Lucius Malfoy habían sido los encargados en recuperar un artefacto del departamento de misterios, Hawk había muerto en el intento y su propio padre se consumía en Azkaban. Esa misma falla debía haber conducido a qué el señor Tenebroso marcará a la chica como castigo... Justo como a él. Trago saliva al recordar la suya, ardiendo bajo su saco, tocando por instinto su brazo al sentirla.
-Entonces también la tienes -susurro Olive, cesando sus lágrimas. Draco no dijo nada, solo aparto su mirada unas vez más-. Por qué a nosotros?
-Es un castigo -contesto Draco, de repente las carreras de gotas volvían a ser interesantes-. Una misión fácil ganada por 6 niños...
Dejo de mirar la ventana, la penetrante mirada de Olive lo inspeccionaba, incómodo. Se levantó de su asiento, acercándose por impulso a Olive quien retomaba el llanto. Comenzaba a fastidiarse de eso, quería gritarle "Superalo Hawk, fuiste marcada. Cumple tu misión y sigue con tu vida" tal como el planeaba hacerlo, tratando de convencerse de lo fácil que sería.
-Deja de llorar -exclamó, aunque se contuvo de gritarle lo demás, nunca admitiría que el mismo lloraba por la simple idea. Y por ese simple hecho la comprendía.
-¿Porqué no eres amable por una jodida vez en tu vida? -preguntó Olive con voz ronca.
-No se que es lo que esperas -preguntó Draco con sorna-. ¿Qué te abrace? ¿Que te dé palmadas en la espalda mientras te susurró que todo estará bien? Sabes que no lo está Hawk.
-Podrías intentarlo -contesto Olive-. Precisamente es lo que espero.
Sin dejarle tiempo a responder, Olive cruzó sus brazos por detrás del cuello de Draco, escondiendo su rostro entre su pecho, dejándose llevar por los latidos acelerados de su corazón cuando lo tomo por sorpresa, no conocía ese sentimiento pero ardía, le quemaba las entrañas y quería más. Enredó sus brazos al rededor de la cintura de Olive, pegándola a su cuerpo queriendo fundirse entre su nivea piel, rememorando aquel sentimiento que tuvo a los 8 años, aquel amor fugaz que cruzó por su mente inocente. Lo que alguna vez sintió, y si dejaba de mentirse, lo que sentía.
Y por ese breve momento dejó de sentirse vacío.
