Decir que había echado a perder lo poco que construyó con Olive lo hacía sentirse miserable, más que por cualquier otra cosa, inclusive podría jurar que sus sentimientos eran peores que cuando su padre lo golpeaba o cada que recordaba la misión del señor tenebroso.
Sin embargo Olive había decido sentarse en el mismo compartimiento de Tren, solos. El miraba la ventana sin saber que decir ante el enfado que Olive emanaba por todo su ser. Recordaba un momento lejano y a la vez muy cercano, solos en un mismo compartimiento, distraídos y enojados, era increíble ver como las cosas cambiaron en tan poco tiempo. Como un abrazo, el contacto con el otro los había llevado a ese preciso momento, al mismo tren, los mismos sentimientos con los que no sabían como lidiar. Draco sabía que Olive no cedería tan fácilmente, que debería darle su espacio, pero por otro lado le irritaba la actitud de la chica, claro que su error fue revelarle a Snape que Olive era una mortifaga, ¿Cómo demonios iba a saber él que era un secreto?
Quería atreverse a decirle que dejara su estúpida postura y se dedicara a besarlo, aún así se quedo callado, ignorándola mientras por dentro quería cambiar las cosas. Olive era la única persona que había escuchado un "Lo siento" susurrado por sus labios, creía que ella era extraordinaria y merecedora de esas dos palabras que nunca se atrevía a decir y no diría de nuevo a menos que la situación lo ameritara, ya se había disculpado y Olive lo había rechazado llevándolo a el mismo a enojarse, considerándola insensata, quizá una perdida de tiempo. Dudaba de si mismo nuevamente ¿Amor o capricho? ¿Estaba dispuesto de verdad a perder a Olive por aquella estupidez?
-Llevo buscándote por todo el tren -dijo Daphne mientras entraba al compartimiento, seguida de Theo, Pansy y Blaise. Draco y Olive suspiraron con pesadez ante la intrusión de sus amigos.
-¿Qué hacen los dos solos? -preguntó Pansy, tomando asiento en las piernas de Draco, el chico no hizo nada, sin embargo tampoco le prestaba atención, ni siquiera Olive le regalaba una mirada celosa, como si no le importara. La única que mostraba incomodidad era Daphne.
-Malfoy me decía como comportarme en su hogar -mintió Olive sin mirar a nadie, entretenida con los botones de su abrigo-. Como si yo misma no supiese como actuar.
-No lo sabes -se burló Blaise-. Anoche me dejaste plantado en la fiesta, ¿Sabes lo que eso podría hacer a mi reputación?
-Oh lo siento -contesto Olive en tono sarcástico acompañado de una sonrisa exagerada-. Olvidaba que solo soy un puto objeto para enaltecerlos a todos.
-Olive...
-Cállate -exclamo Olive interrumpiendo a Theo, saliendo del compartimiento no sin antes dejar escapar un sollozo.
-Eres un imbécil -Daphne salió tras Olive después de Theo. Blaise se incorporo de igual manera para pedir perdón a la chica.
-¿No iras detrás tu también? -inquirió Draco a Pansy, quien seguía sentada sobre sus piernas. Había estado a punto de golpear a Blaise, sin embargo algo lo retuvo. Aún así anhelaba consolar a Olive ante sus extraños cambios de actitud.
-No es como que Olive y yo seamos grandes amigas -explico Pansy-. Sabes que solo la uso por interés propio.
-Voy al baño -Draco se incorporo sin importarle tirar a Pansy en el proceso, la chica se quejo al rebotar en el suelo, pero Draco salía de aquel compartimiento que les había brindado soledad hacía unos instantes, estaba en busca de Olive. No encontraba rastro de ella ni de sus amigos que la habían ido tras ella.
Ahora tampoco tenía un compartimiento en el cuál estar, dedicándose a vagar por los pasillos de todo el tren, mirando con disimulo tras las ventanas de los compartimientos ocupados, casi al final del ultimo vagón la encontró, rodeada de los brazos de Neville Longbotton y frente a ellos una muy incomoda Hermione Granger. Nuevamente resistía sus impulsos, sacarla a rastras de ahí le parecía una buena opción ¿Cómo se vería eso? Definitivamente mal, sin embargo el parecía tener mas celos por Olive que los que ella había demostrado cuando se veía involucrado con otra chica. Con Astoria en la fiesta apenas si había observado, aquel día en el tren parecía no importarle que Pansy estuviese sobre él. Tal vez el estar con Longbotton era una forma de vengarse.
Suspiro, tallando sus ojos irritados. ¿Era un vació lo que sentía?-Olive, querida -saludó Narcisa cuando ambos estuvieron en el salón de la Mansión Malfoy-. Que honor verte de nuevo.
-Lo mismo digo, señora Malfoy -contesto Olive con cierto tono despectivo hacía su anfitriona
-Draco ¿Cómo estas? -preguntó Narcisa abrazando a su hijo.
-Perfectamente, madre -rápidamente se separó de ella-. Me gustaría ir a mi habitación.
-Pensaba que podríamos tomar el té -dijo Narcisa, insistente-. Tu tía nos espera en la terraza.
Dejo su baúl en el salón, subiendo con rapidez las escaleras hacía su habitación. Pensaba permanecer ahí el resto de las vacaciones, los planes que había ideado el día anterior para poder pasar mayor tiempo con Olive se desvanecían al mismo tiempo que el temor se instauraba en su ser. Había sido en su propia casa donde fue marcado, lo que antes consideraba un refugio se convertía en una agonía, había dejado tontamente que su juicio se viera borroso al imaginarse unas vacaciones de ensueño con Olive que opacaran las demás cosas que odiaba de esa mansión. En ese instante, encerrado en su insonorizada habitación, se dio el lujo de sollozar ante tantas ideas que se convertían en un vórtice en su mente. Por fin sacaba dentro el pánico que sentía, el remordimiento por casi matar a Katie Bell, la angustia de ser asesinado si no cumplía su parte. Tres meses, no avanzaba nada, se sentía estúpido, vacío y despechado.
Así pasaron dos días, las únicas ocasiones donde Draco y Olive se veían eran en los momentos para comer. Olive lo evitaba a toda costa, encerrándose en su habitación, asistiendo a tomar el té con Narcisa y Bellatrix de manera incomoda. Cuando Draco lograba robarle una mirada solo podía observar incomodidad y dolor, Aquella noche se disponía a arreglar las cosas. Dándose cuente el mismo que su necesidad de consolar a Olive era mas grande que su orgullo, su mente divagaba en lo que afectaría a la chica ¿Pasar tiempo lejos de su madre?
-Olive -susurro abriendo las puertas de su habitación, encontrando a Olive acostada como un ovillo, mordiendo su almohada, sus manos contrayéndose sobre su vientre y lagrimas de dolor se cernían sobre sus párpados.
-Lárgate -exclamo Olive escondiendo su rostro sobre la almohada.
-¿Qué demonios te ocurre? -Draco se acerco hacía ella, sin entender nada.
-Lárgate -exclamó de nuevo Olive, incorporándose para darle la cara. Cosa que Draco aprovecho para abrazarla, dando alivio a su pena y el mismo sintiéndose despreocupado. Olive regresó el abrazo, haciendo que se acostase en la cama con ella, solo para mantenerse en sus brazos y calmar las ansias que sus cuerpos sentían. Observaba con asco lo que acababa de hacer, había intentado tener un detalle hacía Olive, sin embargo aquello sobrepasaba sus límites, irritado tiro otro pan quemado al basurero que lo trago con ansias. El humo casi hacía que se asfixiara, mientras tosía dejo un pedazo de lo que parecía carbón en un plato, maldijo a aquella panceta que había decidido carbonizarse, inclusive los huevos que mantenía en la estufa de piedra eran negros con pedazos de cascarón cafés entre ellos. Se sorprendió a si mismo de no quemar el agua también.
-¿Qué pasa? -preguntó Olive entrando a la cocina, agitando sus manos para evitar inhalar humo.
-¿Qué haces aquí? -Draco tosió nuevamente mientras ocultaba su desastre-. ¿Cómo sabías que estaba aquí?
-Un elfo murmuraba en mi habitación -explico Olive, acercándose con lentitud a Draco-, se quejaba de que el joven amo invadía y quemaba sus cocinas.
-Dime que elfo fue -dijo Draco, arrogantemente-. Le daré una maldita prenda para que aprenda a quedarse callado.
-Dime que haces aquí -Olive lo tomo de los brazos con una sonrisa dibujada en el rostro. Aunque Draco se sintiese humillado no podía ocultarle nada, aunque eso lo dejara en ridículo.
-Mi padre hacía esto por mi madre, preparar su desayuno -explico Draco, tratando de sonar con arrogancia mas que con pena-. Una estupidez, apuesto que mi padre mentía sobre cocinar -bufó tirando la comida quemada a la basura con trastos incluidos-. Está maldita cosa ni siquiera funciona.
Olive trato de esconder la risa que se formaba desde su garganta, sus labios temblantes la delataban.
-Una completa idiotez -repitió Draco, una pizca de ira sonaba en su voz-. Calla tu estúpida risa.
-Jamás hubiese imaginado a Draco Malfoy tratando de cocinar -Olive se rio sin importarle molestar a Draco-. Lo siento, creo que es algo tierno.
-Te burlas de mí -bufó Draco, recibiendo un beso de consuelo.
-Ven -Olive tomó su mano para guiarlo hacía la estufa-. Primeramente el fuego está muy alto, así cualquier cosa podría terminar hecha cenizas.
-Todo lo que hago es perfecto-repitió Draco, intentando echar la culpa al instrumento de piedra-. Esa cosa no sirve.
-No dudo de eso -dijo Olive, intentando subirle el animo-. Ve a sentarte, por hoy yo preparare el desayuno, pero tendrás que aprender a hacerlo tu solo.
-¿Para qué? -resoplo, tomando asiento-. Para eso están los elfos.
-Porque sería lindo que terminaras el gesto que empezaste.
-No te esfuerces -otro bufido salió de su boca-. Se me quitó el hambre.
-Supongo que será en otra ocasión, cariño -Olive lo abrazo por detrás, plantando besos en su cuello y nuca, paseando sus manos por debajo del suéter de Draco.
-¿Ahora me tratas bien?
-Lamento mi comportamiento estos días -susurro Olive en el oído de Draco-. No estaba en mi mejor momento, y ahora que lo estoy me gustaría pasar estas vacaciones al lado de mi novio.
Draco giró rápidamente, ¿la había escuchado bien? Olive le dio un beso en el cabello antes de salir de la cocina diciendo:
-Te veré en el almuerzo.
El corazón casi se le salía del pecho, su primera novia, alguien a quien quería. Por mucho tiempo se creyó incapaz de eso, que su vida se vería envuelta de noches clandestinas y si llegaba a casarse sería con alguien que sus padres eligieran, lo pensó; Olive era de una familia prestigiosa, seguía los ideales de la sangre y parecía ser leal a la cause del Señor Tenebroso. Por un momento, solo por un momento vio cumplida aquella fantasía de cuando era tan solo un niño, un sueño donde Olive vestía de blanco y su cabello rodeado de Margaritas blancas, como aquellas que ignoro de niño para tomar las tijeras, tal vez si hubiese tomado las flores su historia sería diferente.
Tal vez no podía cambiar el tiempo, pero podría repararlo, paso la mañana completa en el invernadero de su madre, evitando los golpes de las tentácula venenosa o envenenarse con las Trompetas de Ángel, recolectando solamente las flores blancas. Se vio a si mismo como un ridículo, detestaba verse así, lo seguía haciendo por Olive, porque para el valía ver la misma sonrisa encantadora de esa mañana. Como incluso, aunque no fuese el mundo, lo hacía mejor. Si, tenía la maldita marca en el brazo, pero hasta eso se olvidaba con una risa cantada por los labios de Olive. Era el calor que se expandía por su cuerpo eliminando el frío, la luz que podría guiarlo en la oscuridad. Se rio de si ante todas las estupideces que pensaba y como a la vez no eran tonterías, si no solo sus sentimientos que gritaban ser expulsados. Más que deseo, más que necesidad, estaba convencido de que solo alguien enamorado tendría esas cavilaciones, ¿Cómo incluso el podría estar enamorado? Era una sorpresa inclusive para él. Aquel que se veía amargado al mundo, que gritaba crueldades y tenía miedo, ahora un miedo irracional a perder de verdad a Olive. El mismo miedo a aceptar esos sentimientos.
Olive restregaba un paño sobre el elegante vestido negro que portaba, lo hacía con rabia, murmurando por lo bajo. Draco se acercaba por detrás, manteniendo las flores ocultas, cuando Olive decidió quitarse el vestido, dejando ver la piel desde su ombligo y hasta parte de su pierna enrojecida.
-¿Qué te paso? -preguntó Draco, dejando las flores en el tocador de la habitación.
-Tu tía Bellatrix considero buena idea tirarme encima la tetera hirviendo -explicó Olive, rebuscando entre sus cajones-. "Fue un accidente" -imito la arrogante voz de Bellatrix antes de untar díctamo sobre su piel quemada, quedando nívea al instante, se coloco un albornoz blanco, casi transparente para cubrirse-. ¿Son para mí?
-¿Crees que pase toda mi mañana recolectando flores para ti?
-Si, eso creo -Olive tomo el ramo de Margaritas-. ¿Así que somos amigos incondicionales? bueno, al menos no me trajiste aceitunas.
-Solo di gracias -bufó Draco, evitando mirar la desnudez de Olive-. No es tan difícil.
-Me encantan, pero si querías conquistarme debías traer rosas. Las margaritas significan pureza.
-Hay una historia detrás de estas flores -contó Draco, con superioridad-. El día que nos conocimos habían margaritas y Lirios regados por el jardín.
-Lo recuerdo.
-Decidí tomar las tijeras en lugar de estás -tomó una de las flores para colocarla con delicadeza en su largo cabello negro, contrarrestando el color-. Todo hubiese sido diferente. Aunque ya esta hecho, vístete, iremos a almorzar.
-Adoro que seas tan romántico -se burlo Olive-. Prefiero hacer otra cosa.
Tomó su varita apuntando a un tocadiscos en la habitación, la música comenzaba a sonar extremadamente fuerte que Draco sintió que sus oídos serían reventados. Olive por su parte comenzaba a drogarse con la melodía, danzando con parsimonía ante el ritmo.
-¿Qué haces? -pregunto Draco, sin entender.
-Intento molestar a tu tía.
El blanco albornoz se pegaba a su cuerpo como si se tratase de una segunda piel, Delineando sus curvas. Podía observar su desnudez y como su mente era tragada por completo gracias a la melodía resonante en la habitación. Se acercó a el lentamente, enredando sus brazos al rededor de su cuello, mezclando sus alientos.
Draco la beso, alejando el albornoz para poder apreciarla completamente, no la había deseado antes como en aquel momento, ni con tanto fervor, volvía a ser una necesidad complacerla y a el mismo en el proceso, nunca se aburría de aquello.
-Me vuelves loco -susurró contra sus labios, envolviendo su cintura con sus brazos, pegando su cuerpo al de él.
-Naturalmente -contesto Olive con arrogancia. Draco la tomo fieramente de las caderas, cargándola sin dejar de besarla. Fundiendo sus dedos con cada parte de su piel. Necesitaba saciar sus deseos, pero con Olive siempre incrementaba la lujuria con cada movimiento.
Incrusto sus dedos duramente contra sus piernas, dejando marcas rojas en su piel, besando sus labios arduamente, pronto la música se vio olvidada concentrándose exclusivamente en los rastros rojos que dejaba en el cuello de Olive. Cada sonido que emitía, cada gesto que reflejaba su rostro, cada caricia que dejaba en su piel eran para él señales inequívocas de que su felicidad se encontraba con ella y con nadie más. Nunca había sentido aquello, como si todos los problemas que lo aquejaban desde su niñez se esfumaran mientras su mente, su cuerpo y su alma se entregaban a esa chica de ojos grises que lo tenía cautivado. Encajando los dedos de su mano izquierda entre los mechones de su cabello, dando un tirón para tener mayor acceso a su cuello.
La recostó sobre la cama sin dejar de besarla. Los dedos de ella jugaban y se enredaban entre los rubio mechones de su cabello invitándolo a seguir con lo que hacía , empujándolo suavemente hacia abajo. Draco entendió lo que Olive le pedía incluso sin que esta hubiera dicho nada. Empezó a besar su cuello y a dar pequeños mordiscos que eran recompensados con leves gemidos por parte de ella. Siguió descendiendo en su camino de besos mientras una de sus manos recorría por completo la desnudez de Olive y la otra se mantenía masajeando uno de sus pechos.
A esas alturas la lujuria y la pasión que ambos sentían era incontenible. Ya no les importaba nada, en ese momento no eran un Malfoy y una Hawk eran Draco y Olive. Simplemente ellos dos, demostrando con sus cuerpos los sentimientos de sus almas. Mientras su mano se mantenía masajeando el pecho izquierdo de Olive, Draco acercó sus labios al derecho dejando suaves besos alrededor de su cima antes de aprisionar entre sus dientes aquel rosado y erecto pezón ocasionando que la chica soltara un suspiro bastante audible.
Siguió su camino descendiendo hasta los muslos de ella, su mano se abría paso con lentitud, desde su abdomen, deteniéndose unos segundos entre sus pechos hasta llegar a su cuello, donde se aferró con suavidad para no herirla, apretando ligeramente, ganando otro gemido de Olive, indicando que aquello le gustaba, expresando más que con palabras. El mismo desabotono su camisa, quitándola con urgencia para nuevamente subir y ser prisionero de los besos de Olive, un leve dolor se instauro en su labio inferior haciendo que se separara, una gota de sangre cayó a la barbilla de Olive, quien le regalaba una mirada retadora ante su pequeño acto.
Draco sonrió con perversión asomada entre sus grises orbes, las veces que se había entregado por completo a Olive era completamente diferente a eso. El fulgor pasional se extendía desde su abdomen, dispuesto a seguir el juego de Olive, volvió su mano nuevamente a su cuello, masajeándolo a la vez que se detenía con constancia para apretarlo con delicadeza y erotismo.
Olive comenzaba a morder sus propios labios sin darle la satisfacción a Draco de escuchar siquiera un suspiro, nada que delatara que aquello le gustaba. Sin embargo, Draco no se desespero ante eso, porque sabía con perfección que a Olive le encantaba. Con tantas veces tenía estudiadas sus reacciones para darse cuenta de que descolocaba a la morena, si era sincera, cualquier caricia provocada por el, la hacía temblar. Para ese momento sus brazos estaban aprisionados sobre su cabeza por una de las manos de Draco, mientras la otra seguía sobre su cuello y los labios del rubio se deleitaban sobre su pecho. Mordiendo sin lastimarla, succionando, el mismo suspiraba entre ellos, logrando con su caliente aliento que Olive exclamará su nombre.
Fue todo, Draco se descompuso de satisfacción al oír su nombre tan finamente recitado por Olive, quería que gritara su nombre las veces que fuesen necesarias hasta que grabara en su mente que indudablemente se pertenecían. Abandono sus manos y su cuello para acariciar con premura sus piernas, quitando la pieza de tela que le estorbaba. Acaricio con su pulgar aquello que volvería loca a la chica, introduciendo sus índice y corazón en su entrada, sin dejar de frotar su intimidad.
-Vuelve a decirlo -ordenó Draco entre besos, regreso su atención a su cuello, mordiéndolo finamente-. Hazlo.
Olive suspiro nuevamente su nombre, buscando con desesperación los besos de Draco. Cerró los ojos al no ver complacido ese capricho, enterró por completo sus uñas sobre la espalda del rubio, con fuerza mientras el calor se extendía desde su abdomen, contrayéndose entre espasmos hasta que perdía el aliento.
Draco finalmente se olvido de su pantalón, dispuesto a complacerla por completo. Hundiéndose en ella, mezclando sus cuerpos. Encajando sus dedos con fiereza en la cabecera de la cama, tratando de controlarse por las deliciosas sensaciones que estremecían su cuerpo. Escondiendo sus propios gemidos entre el cuello de Olive, acariciándolo al mismo tiempo con su nariz. Gozando las exclamaciones placenteras que la chica le regalaba en el oído, aumentando el gozo que lo invadía desde la punta de sus pies, se arremolinaba en su miembro y continuaba subiendo hasta su acelerado corazón. La lentitud con la que había comenzado se transformaba con rapidez en movimientos mas intensos. Buscando llegar al punto definitivo donde ambos gritarían de éxtasis. Queriendo un orgasmo y al mismo tiempo seguir con el alborozo en la habitación.
Momento interrumpido por la profunda voz de su tía Bellatrix entrando a la habitación abierta:
-Quita tu asquerosa música muggle.
-Mierda -exclamaron ambos perdiendo por completo las emociones, sintiéndose completamente estúpidos al darse cuenta que ninguno tuvo la sensatez de cerrar la puerta.
-Vístanse -exclamó con arrogancia, saliendo de la habitación con una expresión de completa repulsión.
Draco tragó saliva, agradeciendo por primera vez que su padre estuviese en Azkaban.
