—Dodonus —susurró Mirelle mirando alternativamente entre Snape y Olive para inmediatamente después elevar su voz a tal punto que sobresalto a los pocos amigos de Ron que aún seguían ahí sin prestar mucha atención hasta ese momento—. ¿Qué demonios le dijiste a mi hija Snape?
—Mirelle te pediré que bajes la voz —dijo Dumbledore en un tono calmado pero con la misma autoridad que hacía a todos guardar la compostura, sin embargo, Mirelle Hawk nunca había sido una mujer calmada.
—Prometieron no decirle nada, nunca —recalcó Mirelle.
—Dijiste que no lo sabía —esta vez Olive tomo la palabra dirigiéndose a Snape con indignación.
—Será mejor que todos nos calmemos —sugirió Dumbledore nuevamente—. He de recordarles que no somos los únicos en este Hospital. Mirelle, Olive, se que ambas esperan respuestas pero este no es el momento ni el sitio adecuado. Olive quería ser yo en persona quien te contara de tu situación de salud actual, por el momento será mejor dejar a nuestros pacientes recuperarse sin alboroto.
—¿Cuándo se supone que obtendremos respuestas? —bufó Mirelle
—Te haré llegar una lechuza, Mirelle —Dumbledore hizo una pausa—. Eres bienvenida en el colegio para visitar a Olive mientras esta recuperándose, insisto que esta noche los dejemos descansar —terminó de decir para todos los presentes.
Pronto la enfermería se sumió en la soledad total y el silencio absoluto, Olive solo escuchaba la ruidos de respiración de Ron y los pasos de Madame Pomfrey en su despacho mientras se preguntaba por primera vez desde que supo la verdad que era lo que la hacía especial. ¿Por qué "El fenix" de la predicción se centraba en ella?
Estiro sus manos frente a sus ojos logrando encontrarles forma gracias a la luz lunar filtrándose en la ventana sobre su cama. Si tenía alguna clase de poder mítico que la hacía inmortal lo encontraba estúpido. Concentro toda su magia a través de sus manos, como si eso fuese la clave para sus respuestas, la única verdad que quería experimentar esa noche era dormir hasta el amanecer.Trataba de concentrarse en su lectura sobre Venenos yantídotos, un poco imposible cuando la irritante novia de Ron lloraba a lagrima tendida sobre las sabanas de su novio, como si fuese su lecho de muerte. Claro que ambos estuvieron a punto de morir pero la exageración de Lavender Brown era desesperante, entendía porque Ron fingió dormir cuando ella se apareció en la enfermería a primera hora de la mañana, desde ese momento no se separo de él, tomando su mano con fuerza. Olive evitaba mirarla conteniendo la risa al tratar de leer el libro que encontró en su cómoda al despertar, sospechaba que era de Snape.
Nadie más que Lavender Brown había aparecido en la enfermería esa mañana, de alguna manera Olive deseaba que siguiera así. Aún no se encontraba lista para enfrentar a sus amigos por lo que Draco gritó la noche anterior, al tratarse de Hogwarts, sospechaba que el rumor había llegado hasta el ultimó alumno del castillo, al menos una semana en la enfermería la mantendría alejada de los cotilleos, aún cuando odiara ser una paciente en cualquier Hospital, sin duda ese año se encontró más veces en la enfermería que en toda su vida, la única vez que se encontró en San Mungo fue a los cinco años, cuando su padre le disloco el hombro, rompiéndole el brazo en el proceso. Una lesión fácil de curar si sabías lo básico en Medimagia, sin embargo sus padres tenían la misma idea de Medimagia que de Estudios Muggles. Gracias a esa herida atribuía las salas de Hospital un martirio, y a la vez esa herida a impulsaba en sus estudios para la salud mágica, si ella tenía la oportunidad de arreglar el brazo roto de una pequeña niña entonces lo haría.
Un sollozo bastante molesto por parte de Lavender logró que Olive dejara de lado su libro, a punto de decirle que guardara silencio cuando Nick abría las puertas de la enfermería con un pequeño ramo de margaritas en la mano.
—Lavender no te aflijas—dijo al llegar a su lado, dándole un pañuelo para que secara sus lagrimas, la chica o acepto dándole una sonrisa al encantador joven frente a ella—. Ronald despertara pronto, podría acompañarte el resto del día si necesitas apoyo.
Nikholas sonrió de vuelta cuando Lavender asintió, giró sobre sus talones estirando las flores hacía Olive.
—Amigos incondicionales—dijo sin perder su sonrisa—. Escuche que sales con Malfoy.
—Eso hago—contesto Olive tomando las flores con delicadeza.
—Me parece que malinterprete las señales—Nick se sentó en la orilla de la cama, con una mano demasiado cerca de la de Olive.
—¿Señales, Rowle?—preguntó Olive, fingiendo una sonrisa—. Jamás te dije algo que pudieras malinterpretar.
—Lo se—contesto mirando la camilla frente a él, acercaba lentamente su mano a la de Olive con intención de tomarla—. Aún así malinterprete tu amabilidad como si algo más pudiese surgir entre nosotros, como sea—Nick se levantó rápidamente cuando Draco apareció por las puertas—, me alegro por ustedes. Sin duda forman una gran pareja juntos—le guiñó un ojo antes de salir del lugar, despidiéndose de Draco al toparse con él—. Draco que tengas un excelente día al lado de tu hermosa novia.
Sin embargo Draco no regreso el saludó con la mismo entusiasmo, buscando sutilmente entre su túnica, Olive reconocía ese comportamiento, cuando algún chico miraba de más a Olive acostumbraba buscar su varita para echarle un maleficio por la espalda, hacía solo una semana había hecho caer "accidentalmente" a Urquhart de su escoba cuando en el entrenamiento de Qudditch cuando le pidió una cita a Olive. Ahora para muchos, el comportamiento de Draco tendría sentido. Cuando logró esgrimir su varita al sacarla de entre los pliegues de su túnica, Nikholas se había perdido entre los pasillos del castillo.
—Olvídalo—bufó Olive recargando su espalda en el respaldo de la cama.
—Dame eso—exclamó, tomando las flores con brusquedad—. Me desharé de esto.
—¿Qué harás? ¿Quemarlas? —se burlo Olive—. Draco, no puedes hechizar a alguien solo porque me da la hora.
—Debería hacerlo—bufó Draco—. Especialmente con Rowle, no me agrada. Y esto—dijo levantando las flores—. Me pertenece a mi, es nuestro.
—Draco, hay tantas cosas que te pertenecen solo a ti—dijo Olive, observando por primera vez un leve sonrojo en las mejillas de Draco, sin embargo no trato de esconder el cinismo en su sonrisa, orgulloso de escuchar eso.
—Y ahora todo el colegio sabe que eres mía—susurro en su oído.
Fue solo un momento, escasos segundos en los cuales solo basto mirarlo a los ojos sin más que hacer o decir para que una chispa encendiera su corazón con rápidos latidos, ¿Eso era el amor? ¿Draco sentiría lo mismo? Porque no le bastaba más que estar a su lado para sentirse completa, su respiración se agito cuando le acarició la mejilla para besarla dulcemente, a pesar de que la había besado ya infinidad de veces, cuando se trataba de Draco todo se sentía como si fuese la primera vez. Y quizá fuese que ahora era más real, porque todos sabían que se pertenecían.
El resto de la mañana lo disfruto solo con él, claro que sus amigos fueron a verla nuevamente, sorprendidos al verlos juntos. Aunque Daphne y Blaise lo sabían desde hacía tiempo fue una novedad observar la química y la unidad que emanaban juntos, Theo lucía incomodo pero lo acepto al instante a diferencia de Pansy que no luchaba por esconder su disgusto. Después de la hora de comida, Neville se abrió paso entre los Slytherin para dejarle una rana de chocolate y como acostumbraba hacer, Olive detuvo a Draco antes de que comenzara a buscar su varita. Y no fue hasta el momento en que Harry entro a la enfermería que comenzó a preocuparle lo que podría decir sobre su relación con Draco quien en ese momento dormía recargado sobre su hombro mientras Olive terminaba de leer por segunda vez los cuentos de Beedle el bardo.
Aún con Harry lanzando sutiles miradas de desaprobación, Olive se sentía plena. Podría imaginar una vida donde no tuviese otra preocupación más que curar un hueso roto o llenarse todo el día con roles de canela, sin embargo la realidad le repetía incontables veces que era un sueño imposible porque el tiempo al final apremiaría y no hacía otra cosa más que pedir tiempo, esperando que con el tiempo suficiente todo encontraría una salida y solo se quedaría con esos momentos donde solo eran Draco y Olive, sin apellidos, sin marca que los condenara. Pero los deseos y los sueños no funcionaban de esa manera.
Al final del día Draco regresó con pesadez a la constante pesadilla que era su vida y el tener que arreglar el armario evanescente, cuando Draco finalmente se fue, Harry se acerco a Olive con evidente disgusto.
—¿Acaso no dijiste que lo odiabas?—preguntó con enojo palpable en su voz.
—Así era—contesto Olive desafiante, Harry podría ser su hermano pero no le daría el derecho a enojarse por tal cosa—. Los sentimientos cambian y tu lo sabes perfectamente.
—¿Cómo esperas que confié en ti? siempre escondes algo nuevo—suspiro—. Quería confiar en ti, pero eres lo que eres. No podemos cambiar eso, sigue disfrutando como la reina de las serpientes, si algún día comienzas a decir la verdad entonces podríamos ser familia.
—Creo que tienes razón—Olive miraba con intensidad sobre los ojos verdes de Harry—. Tal vez si hubiésemos crecido juntos todo sería diferente... No, serías igual de idiota.
—Eso no ayuda mucho—Harry torció los labios—. Por favor Olive, enserio quiero confiar en ti.
Olive no dijo más, le daba la completa razón a Harry. Pero era más que consciente que nunca sería capaz de decir la verdad. Pasando aquella semana solo con el recelo en los ojos de Harry.Observar las estrellas juntos se había convertido en un nuevo pasatiempo, era algo que les pertenecía solo a ellos. A escondidas en la Torre de Astronomía mientras Draco tomaba la mano de Olive, solo observando. Aunque se encontraba impaciente, el anillo en su bolsillo comenzába a quemarle y si no se lo daba pronto a Olive estaría en combustión eterna.
—¿Es increíble no? —pregunto Olive, ensimismada por la belleza celestial
—¿A qué te refieres? —Draco respondió sin entender.
—Al universo —explico Olive—. El vasto infinito y la eviternidad de nuestras vidas. Porque a lo que a mí respecta, el universo fue solo hecho para ser observado por nosotros. Es nuestro, Draco.
—¿Estás bien? —pregunto Draco, no quería ser arromantico, sin embargo no entendía la finalidad de su profundidad.
—Quizá un poco sensible —suspiro Olive, incorporándose para acostarse en el pecho de Draco—. Cada vez hay menos tiempo, por eso todo segundo a tu lado lo valoro con aprecio —Olive sonrió para darle un beso—. Espero que hagas lo mismo.
—Ya lo creo —Draco se sentó sin aviso, haciendo que Olive imitará su acción, saco de su bolsillo el anillo y el relicario—. Se que dijiste que aún no era tiempo, pero quiero que sea una promesa —Coloco el anillo en su dedo, Olive lo observó con detenimiento. Oro rosa con el alo incrustado de diamantes en fila hasta lo que parecía un sol en el centro, con la piedra principal: un Ópalo blanco. La piedra de nacimiento de Olive—. Será una promesa para ambos, tú tienes a Vega —termino, enseñando que el también portaba un anillo camafeo de oro blanco, con una estrella al igual que Olive, por lo que entendió de inmediato que era Altair.
—Una promesa —repitió Olive—. No un compromiso...
—No descansaré hasta que digas que si —dijo Draco con desición—. Sin embargo ya prometiste decir que si.
—Prácticamente me has dejado sin opción —bufó Olive de forma divertida, abriendo el relicario en forma de corazón, grabado con un "Siempre tuyo"
—¿Entonces será un no?
—Draco, será un si para siempre —susurro Olive—. Lo quiero todo contigo: las peleas, las margaritas, los listones rojos y las tostadas quemadas.
—Yo también deseo todo contigo —Draco tomo la mano de Olive para ponerla en su mejilla, cerrando los ojos—. Una vida a tu lado y todo lo que implica; amor, compresión, alguno que otro enfadó, migajas de pan en mi corbata mientras leemos, picnics en la terraza, la bella música que sale de tus dedos y a ti para toda la eternidad.
—Parece que de verdad caímos ante las feroces y temibles garras del amor —dijo Olive sarcástica—. Te quiero Draco.
Draco tomo su tiempo, respirando pausadamente. Sus ojos cerrados, el tacto de Olive, si imaginación volando al visualizar un "Felices para siempre" que esperaba con ansias, podría decirlo. Era el momento perfecto para expresar que la amaba, porque la amaba y parecía que toda su vida lo había hecho, simplemente no se dio cuenta hasta ese entonces. Sin embargo las palabras no afloraron de su boca.
—Que sea un si para siempre, mi pequeño pajarito. —susurro finalmente, disfrutando de su tacto, consciente de que si fallaba esa promesa no valdría mucho. Y si fallaba necesitaba mantener alejada a Olive.
