Para participar en el Febrero Enamorado 2022 de la página «Draco Malfoy Pasivote Muerde Almohadas» decidí hacer un Fanart y un fanfiction. Dicho Fanart es una réplica de la portada de la película «Dalkeumhan Keojitmal», película coreana de comedia romántica estrenada en el año 2008, en la cual me inspiré para hacer mi adaptación. Otros nombres conocidos de la película son: Sweet Lies y Lost and Found.
Quiero agradecer a Yayayin3 por ser quien me impulsó para que terminara esto. Sin ella no habría fanart y tampoco estarían leyendo esto.
Sinopsis:
Draco Malfoy, es columnista de la popular revista Corazón de Bruja, ha estado secretamente enamorado de Roger Davies, cazador del equipo de Puddlemere United, durante los últimos 10 años. A excepción de su amor no correspondido parece que todo lo demás en su vida va muy bien, es así hasta que un día, después de una noche de juerga, se despierta para hacer frente a los peores días de su vida. Primero descubre que acaba de ser despedido debido a que sus artículos cada día generan menos interés entre las lectoras. Días después, cuando sale a dar una vuelta por el callejón Diagon, unos malhechores deciden hacer sus fechorías en ese mismo momento y para su mala fortuna resulta golpeado por un hechizo que le hace perder la consciencia, sin embargo, su mala racha resulta no ser tan mala cuando despierta en San Mungo y descubre que mientras estaba desmayado, un hombre lo ayudó, quién resulta ser el mismo hombre del que ha estado enamorado todos estos años.
Draco, al no querer que se vaya finge tener amnesia aprovechando la situación para esta vez conquistarlo. Sería el plan perfecto si no fuera por el entrometido de Harry Potter, quién después de la guerra no ha dejado de merodear a su alrededor.
En la vida existen muchas formas de encontrar el amor. En un momento puedes simplemente mirar hacia arriba y descubrir que esa persona especial te mira desde un balcón lejano o puedes encontrarlo de una manera más espontánea, sorpresiva y romántica. como cuando corres por los pasillos porque se te ha hecho tarde para llegar a la clase y entonces chocas con esa persona, todos tus libros salen volando, pero tú tienes enfocados tus ojos en aquella persona que acaba de robar tu corazón.
ooo
— ¿Quieres bailar? —Draco inspeccionó al hombre que mantenía una sonrisa estúpida y lo observaba con anhelo excesivo.
— No —respondió secamente.
— Anda, baila conmigo. ─Intentó convencerlo.
Draco rodó los ojos y puso una expresión molesta.
— He dicho que no.
Se veía molesto al responder y claramente no tenía ninguna intención de bailar con el sujeto.
─ Ahora lárgate. ─Agregó.
— No tienes que ser tan grosero, ni siquiera eres tan guapo.
Draco iba a sacar su varita, pero Blaise lo detuvo.
— Hey, calma —dijo el italiano con una sonrisa.
— Estoy calmado, pero ese idiota...
— ¿Por qué continúas rechazando a todas las personas que te invitan? —cuestionó Millicent. Desde que recordaba, Draco siempre rechazaba a todos los pretendientes y no tenía una idea clara del porqué.
Draco abrió la boca para responder, pero Pansy se adelantó.
— Porque ninguno de ellos es Roger Davies. —Y bebió su whiskey de fuego de un solo trago.
— Exactamente —dijo el rubio asintiendo.
Milli miró a Pansy, quién únicamente se encogió de hombros y continúo bebiendo.
— Draco, deberías superar ya ese enamoramiento tonto. ¿Hace cuánto que no lo ves? ─preguntó Blaise.
— Mi amor por él no es tonto y sí que lo veo.
— Siempre sobre su escoba y a lo lejos, en los partidos de Puddlemere United—agregó Pansy.
Draco rodó los ojos.
─ Pero lo veo.
— Seamos honestos ─intervino Pansy─ ¿Tienes alguna oportunidad con él? Ni siquiera te conoce.
— No sé si tenga una oportunidad, lo que sí sé es que si no salgo con Roger Davies al menos espero salir con alguien de su mismo nivel y no con cualquier idiota de un bar que me invite a bailar ─explicó.
─ Y si que hay alguien y yo diría que no es del mismo nivel, muchos le catalogarían como de mejor nivel. ─Intervino Blaise antes de servirse otra dosis de whiskey.
─ ¿Quién…? ─Milli iba a preguntar.
─ Ya sé de quién estás hablando y he de decirte que ese idiota no está interesado en mí como tanto insistes, por el contrario, lo único que hace cada vez que me ve es molestarme.
— Draco...
— Déjalo, hemos intentado por años y nunca hemos logrado que supere a ese tipo —intervino Pansy nuevamente.
— Como sea —respondió resignado antes de beber más whiskey.
— Si, como sea —replicó Draco antes de beber su propia ración de whiskey.
— Draco, ¿No se supone que mañana tienes que trabajar? —preguntó Millicent, en su expresión se veía un poco preocupada.
— Si, pero estoy bien, puedo quedarme un poco más. —La realidad es que antes de que tocaran el tema de Davies pensaba irse temprano, pero ahora no quería otra cosa más que beber hasta emborracharse.
Y Blaise gritó en aprobación, Pansy llenó los vasos vacíos y Gregory sólo se encogió de hombros.
— Anímate, no seas aguafiestas...
Y es lo último que recordaba al día siguiente, cuando despertó con una terrible resaca.
─ Malfoy, despierta, ya es tarde.
— ¡Carajo! —exclamó mientras se removía en la cama con intención de llegar hasta el buró junto a su cama y así poder buscar en el cajoncito una dosis de poción que le ayudara a aliviarse.
Escuchó que la otra persona en su habitación abría el cajón y después tuvo la poción en sus manos.
─ Toma, por cierto, apestas a ebrio, deberías darte una ducha.
─ ¡Qué te importa si apesto! Además ¿qué mierda haces en mi departamento? Ya te dije que no tienes permitido entrar sin mi permiso.
─ Y yo ya sé que si no quisieras que entrara ya habrías bloqueado tu red flu.
─ Prometo que lo haré pronto, Potter.
Harry lo observó por breves momentos antes de decir:
─ Bien, creo que mi trabajo aquí termino, recuerda que no puedes faltar al té del domingo con tu madre.
Draco resopló. Salió de debajo de las sábanas y bebió la poción.
Estúpido y entrometido Potter.
─ ¡Carajo! —expresó una vez más, al darse cuenta de que ya se le había hecho tarde para ir al trabajo.
Usualmente no se preocuparía demasiado, podría inventar que se había ido a alguna de sus expediciones para escribir su próximo artículo, pero no, esta vez tenía que estar allí, ya que desde hace más de una semana le notificaron sobre la junta con la directora general de la revista.
Se movió lo más rápido que pudo para lavarse, vestirse y mostrar una apariencia decente. Y después atravesó la red flu a toda velocidad.
Al llegar a la sala de juntas, obviamente ya estaban todos sus compañeros y jefes allí, era el único idiota que faltaba. Es por eso que trató de ingresar a la sala de la manera más sigilosa posible, pero las miradas de sus compañeros no ayudaron.
— Señor Malfoy —dijo la directora, una bruja mayor, delgada y elegante, con un rostro severo, siempre vestía con túnicas modernas, pero el color oscuro que elegía en cada prenda hacía que Draco imaginara una versión de Snape femenina—, un gusto que nos deleite con su presencia.
Draco sólo sonrió y asintió en respuesta, como si por dentro no estuviera rodando los ojos o maldiciendo.
— Bien, como iba diciendo, lamentablemente hay secciones de la revista que la junta directiva consideran innecesarias, apáticas y que generan muchos gastos, por lo que serán desechadas. Me duele en el alma decirlo, pero todos aquellos que sean encargados de dichas secciones serán despedidos.
De inmediato las protestas y exclamaciones de sorpresa se hicieron presentes.
— Guarden silencio, por favor, aquellos que sean despedidos recibirán una carta de recomendación.
Draco frunció el ceño, ¿de verdad creían que una carta de recomendación recompensaría los años invertidos allí?
— Ahora, si me disculpan, tengo una cita importante en media hora, mi asistente le hará saber al departamento de recursos humanos quienes serán despedidos. En breve les llamarán para entregarles su liquidación.
Y se fue.
Y al día siguiente despidieron a Draco.
Y después de ese día yació echado sobre su cama deprimido por la pérdida del empleo dónde incluso creyó que sería ascendido.
Y días después de eso, tras haber analizado su situación de vida, más varias patadas en el trasero —no de manera literal—, de sus amigos, viajó a Londres en busca del famoso «Quisquilloso».
Draco sabía que Luna Lovegood era la actual directora del periódico, también sabía que cabía la posibilidad de que lo rechazara en cuanto leyera su nombre, pero ¿qué más podía perder? Tampoco es que se llevaran mal del todo, muchas cosas habían cambiado después de la guerra y eso incluía su relación con Potter y los amigos de Potter. Así que se atrevió y llevó su currículum, lo entregó a la secretaria de Lovegood con una sonrisa gentil y salió del lugar.
Ya que no había salido de casa por varios días decidió ir a dar una vuelta por el callejón Diagon y aprovechar para comprar algunos suministros que necesitaba para sus pociones.
Así, andaba mirando los escaparates cuando una explosión resonó no muy lejos de donde se encontraba.
Alarmado sacó su varita, pero fue demasiado tarde, pues al segundo siguiente fue empujado con gran fuerza hacia atrás. En cuanto cayó, perdió el conocimiento.
Draco despertó en San Mungo.
— ¿Estás bien? ¿Cómo te sientes?
Inmediatamente escuchó la voz de un mago, parecía preocupado. Y cuando este entró en su campo de visión, Draco casi se vuelve a desmayar.
Roger Davies estaba a su lado, con el rostro preocupado y esperando por una respuesta.
— Estoy... Estoy... —no sabía que responder—. Bien, estoy bien.
Roger sonrió.
Es más guapo de cerca, pensó correspondiendo a la sonrisa.
— Me alegro. Y lamento haberte golpeado, no fue mi intención, sólo quería…
— ¿Qué? —preguntó confundido.
— Sobre la explosión en el Callejón Diagon. Lamento haberte golpeado, yo quería noquear a uno de los delincuentes, no a ti.
— ¿Tú me golpeaste? —preguntó confundido.
— Si, bueno, pero no fue con intensión. —Ahora parecía avergonzado.
» Bueno, estaba esperando a que despertaras para saber si estás bien. Me alegra que los estés, nos ve...
— ¡Espera! ¡Ah! —Draco se llevó la mano a la cabeza y fingió que de pronto le dolía.
— ¿Qué ocurre?
Davies se acercó de inmediato, tratando de mirar su rostro.
— Yo...
Draco no quería dejar que Roger se fuera. Tenía años enamorado del hombre, si podía contar diría que desde que se sintió atraído por primera vez por los chicos; en ese entonces sólo tenía 15 años, era pequeño, arrogante e inexperto, todo lo que no llamaría la atención de un Ravenclaw como Roger Davies, quién era el interés amoroso de muchísimos alumnos al ser uno de los alumnos más atractivos del colegio, así que ni siquiera había intentado acercarse, aunado a que Davies, tras su graduación, se convirtió en una estrella del Quidditch y el hombre quedó prácticamente inalcanzable, pero está vez las cosas podían ser diferentes, esta vez podría conquistar al hombre de su vida, sólo tenía que encontrar la manera de que se quedara. Y entonces hizo lo primero que se le ocurrió. Arriesgado y tonto, sí, pero ante situaciones desesperadas, medidas desesperadas. Y está situación lo ameritaba.
— ... ¿Quién soy?
Preguntó levantando la mirada hasta que sus ojos conectaron con los del Ravenclaw y usó su expresión más inocente, aquella que usaba siempre que quería obtener algo de sus amigos, ellos decían que era su rostro lindo.
— ¿Qué? —exclamó Roger aturdido.
Más tarde, cuando llegó la sanadora a cargo y examinó a Draco dijo:
— Está bien, no tiene ningún hueso roto, ni hemorragias internas, según los escaneos su cerebro está funcionando bien.
— Pero dice que no recuerda quién es.
— Mmm... —la sanadora permaneció pensativa—. Seguramente se trata de una pérdida de memoria transitoria. Ya que no presenta afecciones, su memoria podría volver en pocas horas o en días. No lo sé.
— Entonces tendré que llevarlo conmigo.
La sanadora lo miró confundida.
─ Señor, no es necesario. Nosotros podemos…
─ Pero quiero hacerlo, por mi culpa ha perdido la memoria, es lo mínimo que pudo hacer.
La sanadora desvió la mirada y resopló antes de responder.
— De acuerdo.
— No se preocupe, le prometo que lo mantendré a salvo hasta que sepamos quién es y podamos contactar a su familia.
— Ehh... No dije exacta...
— No se preocupe, yo me encargaré de cuidarlo mientras se recupera.
La bruja frunció el ceño. Ella iba a decir que, de hecho, ella sabía que el mago en la habitación era un Malfoy, su extremo parecido con Lucius Malfoy era una clara señal, pero Davies parecía no tener idea de nada. Lo más congruente habría sido decirle que ella podía averiguar su identidad, pero el otro parecía muy comprometido y saldar un poco de su culpa no estaba tan mal, le daría la oportunidad,
— De acuerdo, ¿Por qué no le preguntamos a él qué quiere hacer?
Roger asintió y ambos volvieron a la habitación.
Por supuesto, Draco fingió no recordar a sus padres, por ende, no recordar dónde vivía y no recordar a nadie más de sus conocidos.
Así fue como Davies le ofreció alojo en su casa y Draco asintió seriamente mientras daba brincos de felicidad por dentro.
