Un nuevo grito de alborozo se extendió por la habitación de Olive cuando Astoria vio el anillo en su dedo, Daphne acompaño a su hermana con su euforia a pesar de que fue la primera en verlo, Pansy observaba con una sonrisa falsa en su rostro, Olive ni siquiera entendía por que fingía interés, no le molestaría si Pansy dejaba su hipocresía y demostrara que solo era su amiga por beneficio propio. Astoria sacó el anillo de su dedo para inspeccionarlo de forma mas certera.
—No puedo creer que te propusiera matrimonio —cantó Daphne junto a su hermana, analizando los diamantes del anillo
—No me propuso matrimonio —explicó Olive, desde el día anterior no había abandonado su sonrisa que delataba el amor que sentía por Draco—. Solo prometimos que nos comprometeríamos algún día.
—Llámalo como quieras, vas a casarte con él algún día—Astoria le entregó nuevamente el anillo—. Nunca me imagine a Draco siendo tan sensible y romántico.
—Claro que lo es —dijo Pansy, arrebatándole el anillo de la mano para después lanzárselo inmediatamente—. Cuando me levó al baile de Navidad me regaló un hermoso brazalete, claro que eso no se compara, ¿Vamos a desayunar?
Daphne y Astoria asintieron, en cambio Olive se negó. Aún necesitaba tomar un baño y si era sincera su apetito no era el mejor últimamente, se encontraba con nauseas cada vez que tenía hambre, a duras penas comía sin regresar todo al momento. Draco la había incitado a ver a Madame Pomfrey quien le dio unas cuantas pociones que no funcionaron en absoluto, debía ser un efecto secundario del veneno o quizá estaba llegando a su limite con tantas cosas que tenía delante y el tiempo apremiante, de igual manera Draco le prohibió seguir ayudándolo con el armario si eso afectaba de alguna manera su salud, sin embargo Olive jamás había acatado ordenes del rubio, que fuese su novio no le daba derecho a decirle que podría hacer y que no. Aunque Draco le impidiera ayudar, Olive llegaba puntual cada tarde a la Sala de Menesteres a lo cual Draco no podía negarse. Sospechaba que de alguna manera disfrutaba su "desobediencia" había observado el fantasma de varias sonrisas extinguidas al encontrarla en la Sala.
Sin embargo, cada día que su vida cambiaba, toda la felicidad acumulada le traían pensamientos negativos, preguntándose cuando acabaría su euforia, no se sentía merecedora de aquello y no lograba entender cual era su problema ¿Alguna clase de masoquismo? porque en lugar de disfrutar lo más sano de su relación con Draco la invadían preguntas del por que ella había cambiado los sentimientos del chico si solo sabían odiarse, y como el mismo la había enamorado a ella y cada detalle la descolocaba, como aquel anillo con el que prometían todo, era lo único que entendía, que en algún momento estarían juntos eternamente compartiéndolo todo. Olive no podía esperar a poder darle un si con seguridad para vivir su tan esperado "Felices para siempre" lo deseaba, y sentía que nunca había deseado algo con tanto anhelo.
—No te vistas —susurró Draco en su cuello cuando Olive salía del baño envuelta solo en una toalla, plantado besos desde su nuca hasta su espalda. Dio la vuelta para poder besarla, sin embargo Olive retrocedió cubriendo su nariz y boca con su mano—. Disculpa ¿Tan malo soy? —bufó alejándose de ella.
—Lo siento —Olive se sentó en la cama, tomando la mano de Draco—. Creo que hoy te excediste con tu perfume, y aunque en otras circunstancias me encanta, hoy apestas.
—No use perfume —contestó Draco, aunque en lugar de irritación, tocó la frente de Olive con preocupación—. ¿Fuiste con Madame Pomfrey verdad? No parece que hallas mejorado.
—Te dije que solo me dio unas cuantas pociones —suspiró Olive—. Nada me ha ayudado aún.
—Nos hemos cuidado...
—Cállate —exclamó Olive con una sonrisa nerviosa—. Lo sabría si así fuera.
—Pero no lo sabes, Olive solo es una sugerencia —Draco beso su cabello con ternura—. Mi madre me ha explicado de esto, no lo descartes.
—Tu madre te explico —Olive miraba a Draco de forma divertida, la simple idea que planteaba le parecía ridícula como para considerarla—. Lo sabría si así fuera, deben ser efectos secundarios del veneno, como dijo Madame Pomfrey.
—No he visto a Weasley fatigado y sin comer, ve a la enfermería nuevamente o te llevare a la fuerza.
—Prometo que iré por mi cuenta —dijo Olive incorporándose, directo hacía su armario, siendo detenida inmediatamente cuando Draco la levanto del suelo, sus manos envueltas en su cintura mientras la miraba con intensidad.
—Hablo en serio, Hawk —se detuvo para darle un corto beso en los labios—. Si me entero que no has ido, o si acaso continuas con los mismos síntomas consideraras otras opciones.
Olive asintió, sabía que no iría a la enfermería y considerar otras opciones era un asunto risible, observo los glaciales ojos de Draco y la amenaza en estos, era más una advertencia que una amenaza. Sin saber si sentirse sobrecogida con la preocupación o alagada por ella. No dijo nada mientras Draco comenzaba a besarla, candecioso y posesivo, solo como él podría ser.
—Las clases —susurro Olive contra sus labios, intentando alejarlo, pero Draco se aferraba más a ella, acostándola en la cama, acariciando su mejilla, impulsándose por debajo de la toalla de Olive.
No quería hacer otra cosa más que disfrutarlo, deleitarse y perderse en él, Un olor nauseabundo y abundante se extendió bajo su nariz, la bilis se acumuló en su esófago, con toda la rapidez que podía permitirse empujo a Draco lejos de ella para poder encerrarse nuevamente en el baño y trasbocar por segunda vez en el día. Acompañada esta vez con una migraña espantosa y arcadas que le impedían retener nada.
—Ve a la enfermería, hoy —la voz de Draco era una mezcla de enojo, irritación y preocupación. Antes de salir de la habitación de Olive con aparente fastidio.
Olive no culpaba su tono; había dicho que apestaba, no controlo la emesis y lo empujo mientras lo besaba. Draco tampoco podía culparla a ella si es que lo hacía, Madame Pomfrey lo atribuía a muchas cosas, sin embargo no llegaba a una causa concreta, Olive se negaba a pensar en eso, tratando de controlar sus ansias de cualquier manera. Tenía cosas más importantes por las cuales preocuparse que su mala salud, si de igual forma moriría tratando de salvar a Draco entonces no tenía caso recobrar su salud que poco le serviría al morir.
Y si planeaba salvar a Draco tenía que hacer algo que llevaba posponiendo desde hacía una semana que salió de la enfermería.El desagrado en Harry era palpable solo para Olive, su mirada acusadora atravesando la tras los densos gases del laboratorio de pociones, pasando de su libro a su poción, luego a la mano de Olive entrelazada con la de Draco, las sonrisas cómplices que se regalaban al pasarse los ingredientes. Era un efecto que la ponía nerviosa, Harry se obstinaba, no quería arreglar las cosas con Olive a menos que le diera un voto de confianza que difícilmente ganaría. Era una mentirosa a sus ojos, solo sabía esconder secretos.
Eso hacía, ella lo sabía, su vida se llenaba de secretos de los cuales difícilmente podría confesar, hermana de Harry, hija de Snape, una predicción en un libro, mortifaga... No podía llevar la cuenta de las veces que mentía, no deseaba hacerlo, no pensar en ello le daba más claridad pero la decepción el el rostro de Harry la hacía sentirse pequeña.
—Olvidaste el veneno de Doxy —susurró Olive, deteniendo la mano de Draco antes de que comenzara a hervir su poción.
—Se agrega después de hervir —explicó Draco, señalando las instrucciones de su libro—. Si abrieras el libro tal vez lo sabrías.
Olive observo su poción que brillaba en un hermoso tono magenta como indicaría el libro que seguía guardado en su mochila, luego observó la poción de Draco que apenas adoptaba un tono rosado, lanzándole una mirada que dudaba de sus capacidades para hacer pociones.
—Hice esta poción con los ojos cerrados cuando tenía diez años —presumió Olive, Daphne sonrió frente a ellos sin despegar los ojos de su propio trabajo—. Solo agrega el maldito veneno.
—Hazle caso —Theo agregó el veneno a su poción adoptando el mismo color Magenta que tenía la de Olive—. Es la mejor en pociones, claro si no fuera por Potter.
Draco escuchaba mientras se debatía si hacer caso a su novia o seguir las instrucciones del libro.
—Casi nunca abre su libro y siempre tiene pociones perfectas —dijo Nick acercándose a su mesa.
—¿Y por qué te entrometes en una conversación privada? —preguntó Draco cambiando su tono de voz a uno agresivo.
—Lo lamento, escuche al acercarme —se disculpo con una sonrisa en su rostro, tomando la mano de Olive con inocencia—. Olive, cariño ¿Podrías prestarme tu daga de plata? Olvide la mía.
La chica asintió regresando la sonrisa al verlo irse.
—Seguiré las instrucciones —bufó Draco leyendo su libro nuevamente, sin prestar atención a Olive en lo que restaba de la clase.
Desconcentrandose tanto que al terminar, su poción era de un verde pastoso cuando debía ser transparente con ligeros toques purpuras, bufó con fuerza metiendo todo a su mochila sin cuidado, saliendo del laboratorio sin esperar a nadie, sin embargo, Olive tomo su mano al alcanzarlo en el pasillo.
—¿Te veo después de comer? —pregunto Olive.
—¿Por que no en la comida? —Draco se detuvo—. No comerás de nuevo ¿Verdad?
—No tengo estomago para ello —confeso Olive, bajando la mirada al suelo—. Puedo ayudarte con el armario mientras estoy libre.
—No te molestes en ir esta tarde —nuevamente Draco bufó, alejando su mano bruscamente de Olive—. Si no puedes preocuparte por ti entonces no lo hagas por mi, te veré mañana.
Continuo su camino, sin detenerse a mirar sobre sus hombros, Olive se había quedado plantada en aquel lugar sin moverse, sin entender la actitud de Draco ¿Corregirlo era el motivo? Sería algo totalmente estúpido para enojarse toda la tarde, o tal vez no. Olive aún no lograba entenderlo completamente, sus cambios de humor, lo posesivo que era a su lado. Suspiro sintiendo el anillo entre sus dedos quemar, al menos aquello era una promesa de que tenía bastante tiempo para conocerlo y a la vez sabía que no tendría más tiempo que aquel que perdían cuando alguno se enfadaba, pensando que debería dejar de rogarle tiempo al tiempo y hacer algo que los salvaría a ambos, arreglando las demás fisuras en la vida de Olive.
Se trago las nauseas al estar frente al despacho, no quería parecer débil, acompañada con el nuevo pensamiento que salvarse no era debilidad, que buscar ayuda no la hacía vulnerable. Delante de la oficina de Dumbledore, suspiró a la vez que su puño golpeaba la puerta, su corazón latente, aumentando su presión con cada golpe.
—Pasa, Olive —la clara y decidida voz del director atravesó la puerta, Olive entro por primera vez a la oficina, repleta de libros y artefactos que no conocía. En una esquina se encontraba postrado un fénix que al verlo hizo que un escalofrío le recorriera la espalda la recordar su propia predicción—. Estaba esperandote, toma asiento.
—Profesor —saludo Olive intentando que su voz sonara tranquila, sus manos tenían pequeños temblores, escondiéndolas en la primera oportunidad para no delatar su nerviosismo—. Supongo que sabe por que estoy aquí.
—Así es, Olive —Dumbledore fijo sus tranquilos ojos azules en ella, bajo los cristales de sus gafas de medialuna—. Hay muchas cosas que discutir, me disculpo posponer esta reunión tanto tiempo.
Olive aparto la mirada, concentrándose en sus temblorosas manos, sentía que Dumbledore la juzgaba aunque no fuese el caso, ni siquiera sabía como empezar ni los términos que pedía, tendría que delatar a Draco si buscaba salvación para ambos.
—No tienes porque decir nada —explicó Dumbledore como si leyera su mente—. Se de antemano que Draco tiene ordenes de matarme, se que el collar y la botella envenenada fueron enviados por él, acciones tan vagas que parece que quiere sabotearse.
—El no puede continuar —susurro Olive, aún con la mirada baja—. No quiere matarlo —se detuvo un momento, esperando que Dumbledore dijera algo, el silencio la insto a continuar—, se supone que mi misión es detenerlo, probar que es débil y humillarlo. Ciertamente no puedo hacerlo.
—El amor no es un pecado —Olive levanto la cabeza, encontrando nuevamente los ojos de Dumbledore, tranquilizandola—. Sin embargo, es esencial que retengas su cometido todo el tiempo posible.
—Créame profesor —bufó Olive—, lo que más me gustaría es tener tiempo.
—Olive, no estas condenada, no has hecho nada aún —retomó Dumbledore—. Ayuda a Draco si es que lo deseas pero impide que su alma se corrompa.
—¿Qué pasara después?
—La Orden los perdonara a ambos —Dumbledore hablaba con seguridad en su voz—. Brindaremos protección y seguridad a ustedes y sus familias. Solo si eso es lo que quieren.
—Tomar esta marca fue la decisión más estúpida que tuve —susurró Olive, tocando su brazo izquierdo, asumiendo que Dumbledore lo sabía—. Quiero salvarlo a él, no importa si yo no me salvó, si lo hago sería gratificante. Acepto su ayuda, profesor.
—Avisare a la Orden para tu protección terminando el curso —se detuvo, dejando que el silencio consumiera la oficina, apagado solo por la respiración del Fénix, Olive desvió su mirada al ave—. ¿Te gustaría hablar de la predicción?
—No.—Harmonia nectere passus, harmonia nectere passus -Olive apuntaba con la varita al armario frente a ella, ponía fe en sus palabras mientras visualizaba su intención, un intento vano y desesperado de arreglar el armario, más aún cuando Draco no había aparecido en todo el día.
Sospechaba que su malestar se debía al coqueteo discreto de Nickholas en la clase de pociones del día anterior y a su falta de desaprobación, esa mañana le dejo claro a Nick que si deseaba seguir siendo su amigo entonces respetaría su relación con Draco y pararía sus indiscreciones. Sin embargo parecía no ser suficiente, Draco no había aparecido en las clases de la mañana, solo en el desayuno en el cuál fue indiferente con Olive.
Esperaba encontrarlo en la Sala aquella tarde, tampoco estaba ahí. Bajo la varita en señal de rendición ante el armario, llevaba una hora conjurando el hechizo sin sentir ningún avance, el lapicero que esperaba apareciera en Borgin y Burkes seguía dentro del armario, burlándose de ella ante su fracaso. Dejo todo detrás, fatigada y hambrienta, apenas dormía o comía algo, los dolores de cabeza, mareos, nauseas no le permitían vivir completamente. Sintiendo la equivocación de que si hablaba con Dumbledore sobre su redención el estrés se alejaría, dejándola en la total normalidad que perdió, ese no era el caso.
Observó su reloj, aún tenía un compromiso con Neville esa tarde, anhelante de un descanso, sin embargo Neville nunca le quedaba mal, ella no podría hacerlo. Sin duda lo había convertido en uno de sus mejores amigos y el hizo lo mismo, justo aquella reunión era para acercarlo un poco a Hanna Abbot por quien llevaba suspirando semanas, demasiado tímido para hablarle fuera de Herbología, fue donde Olive intervino, planeando un "Grupo de Estudio" con un alumno perteneciente a cada casa, un progreso lento con el que Neville se sentía cómodo, sin contar que Nickholas no era un problema en esas tardes, entendía la situación con solo verla, alejando a Olive para dejar solos a Neville y Hanna.
Al llegar a la biblioteca, sus tres compañeros la esperaban con los libros abiertos, pergaminos, plumas y tinteros esparcidos por la mesa. Neville entablaba una agradable conversación con Hanna sobre la clase de Herbología del día siguiente, planteando su emoción por las asombrosas plantas de la Profesora Sprout. Nickholas por su parte leía Mil hierbas y hongos mágicos, una manera silenciosa de pasar desapercibido. Apenas Olive dejo su mochila en el asiento, Nick habló rápidamente:
—Hay que buscar un libro para la redacción sobre Dementores que dejo Snape —sin esperar respuesta jalo a Olive del codo, alejándose lo más posible de la mesa.
—Me parece encantador que ayudes a Neville —susurro Olive mientras recogía un libro particularmente pesado de la estantería, al oler el cuero viejo su estomagó se revolvió, apretando el libro contra el estomagó de Nick.
—¿Acaso no te parezco encantador en más de un sentido? —sonrió Nick, tomando mas libros.
—Rowle, recuerda lo que dije esta mañana.
—Lo recuerdo —sin abandonar su sonrisa detuvo la marcha de Olive—. Dijiste que no fuera importuno frente a Draco, pero el no esta aquí.
—Sabes que eso no fue lo que quería decir —Olive trato de continuar su camino, impedida por Nick que cerró su paso, parándose en medio del pasillo.
—Entiendo que querías decir, Olive —Nick le rozo la mejilla con sus dedos—. Lo deseas tanto como yo, por eso pediste que no lo hiciera frente a Draco, puedes tener dos novios sin problemas.
—Voy a detenerte antes de que salgas de contexto —se burló Olive—. Quiero a Draco, estoy con él y eso no va a cambiar. Claro que considero que eres encantador pero no de la misma forma en la que veo a Draco, eres solo un amigo. Si quieres seguir siéndolo tendrás que respetar mi relación.
—De acuerdo -Nick retrocedió sin abandonar su sonrisa—. Me gustas demasiado que siempre malinterpreto tus palabras, disculpa mis intenciones, pero tampoco van a cambiar, aunque prometo no hacerlo si es lo que quieres. Si algún día te aburres de Draco, suelo pasar la mayor parte de mi tiempo en el aula abandonada de encantamientos.
Le guiño un ojo regresando a la mesa donde se encontraban Neville y Hanna.
Todo el tiempo que estuvo ahí no presto mayor atención a los libros frente a ella. Sus ojos comenzaban a pesar como para seguir leyendo sin que le dolieran, su mente no analizaba la información de forma concreta hasta el punto donde sentía su cabeza explotar al ver tan solo una palabra. Su estomagó rugía, pidiendo a gritos una comida más que solo una tostada mordisqueada al día, pero el solo pensar en comer le provocaba arcadas. La misma acción le causaba el vomito con cualquier comida ingerida. El cansancio y la falta de nutrientes comenzaban a cobrar factura, se recargo en su libro sin importarle Neville o Hanna o Nick, solo deseaba dormir.
Soñando que tenía un Dragón de mascota en la sala de su hogar, algo inusual al escucharlo hablar con la voz del profesor Flitwick, su madre entraba por la puerta de la mansión gritando que cambiaría al Dragón por dulces ácidos.
—Olive despierta —Neville sacudió a Olive con cuidado.
—Dame 5 minutos —respondió la joven escondiendo su cabeza completamente entre sus brazos en la mesa.
—La señora Pince va a regañarnos, Liv —dijo Neville con nerviosismo, volviendo asacudirla.
—Esta bien —Olive bostezó estirando sus brazos, olvidando el sueño del Dragón mientras se desperezaba—. ¿Dónde están Nick y Hanna?
—Fueron a cenar y a sus salas comunes —explico Neville—. Ninguno quería molestarte, luces cansada estos días.
—Lo estoy —dijo Olive recogiendo sus libros, bostezando cada diez segundos—. He tenido migrañas y náuseas por días, Madame Pomfrey lo atribuye al estrés pero ninguno de sus tónicos funcionan —explico—. Es irritante, ni siquiera puedo comer u oler cualquier cosa sin correr al baño, llevó días sin comer mas que las esquinas de las tostadas.
—¿Fatiga y Mareos? —pregunto Neville dándole el último libro a guardar antes de salir de la biblioteca.
—Combinado con lo demás —Olive suspiro—. Supongo que iré a ver a Snape por algo más fuerte si las pociones de Madame Pomfrey no dan resultados. Quizá ya me he tardado.
—Cuida tu salud, Olive —Neville le dio un abrazo de despedida antes de tomar su camino a la torre de Gryffindor.
Olive por su parte bajo las escaleras, bostezando cada instante que sus pulmones pedían más aire y como forma de mantener la fatiga controlada, todo parecía tranquilo por los pasillos que poco a poco se perdían en la luz del atardecer. Podría subir a la Sala de Menesteres para ver si Draco finalmente se había dignado a aparecer ese día. Sin embargo lo visualizo corriendo por un pasillo, siguiendo a Astoria con rapidez. Olive se detuvo en la escalera, observando desde arriba con curiosidad, su presencia no parecía ser notada, al mismo tiempo que Draco detenía a Astoria.
—Suéltame Malfoy —exclamo ella, alejándose de Draco.
—¿A dónde vas con tanta prisa? —pregunto el rubio, Olive observo detrás de él a Pansy alcanzarlo, lucía acalorada.
—¿A dónde te imaginas que voy? —volvió a exclamar Astoria, alejándose de Draco—. ¿Cómo es posible que juegues así con ella? Olive de verdad te quiere y tú de repente vas y te acuestas con la primera zorra que cruza en tu camino ¿Qué hay del anillo y todo lo que le has prometido?
—Fue su culpa por creerlo, yo no la hice tan estúpida —se burló Draco, Olive no entendía y a la vez sabía de qué hablaban—. Pansy y yo sabíamos que no habría mejor forma de molestarla -se detuvo un momento para reír-. Sabes, con los años ha sido más difícil encontrar el punto donde se molestaría. Y nos reímos de todas las estupideces que confesaba.
—Me das asco —Astoria abofeteó a Draco, dejándolo plantado en aquel lugar.
—Supongo que se acabó —dijo Pansy con sarcasmo, colgándose al cuello de Draco—. Si aún quieres divertirte un rato más con Hawk podría amenazar a Astoria.
—Que se vaya al carajo —Draco sonrió mientras la cargaba contra una pared para besarla.
Olive no se movió se su lugar en las escaleras, no tuvo consciencia de cuando se sentó en un escalón, sin lágrimas, y su oídos retumbando.
No podía ser Draco, no podía ser SU Draco ¿Por qué lo creía entonces? Porque sabía la crueldad con la que la había tratado por años, podía creer que era verdad, solo por esos años de tortura y fastidio. Pansy buscando como molestarla, sonriendo como su amiga mientras se escabullía con Draco a coger. No iba a creerlo, pero lo creía. Y se cuestionaba cuan tonta podría ser para imaginar que un futuro al lado de Draco era un lugar feliz. ¿Entonces por qué tanta insistencia por parte de Draco? Para reírse un rato, por aburrimiento, por lograr lo imposible al acostarse con Olive, al enamorarla. Un cliché total si se trataba de alguna apuesta, pero Draco se abrió con ella, le mostró su alma, ella sabía que susurraba al dormir. Por lo cuál debía ser falso, pero lo estaba viendo. Veía como se cogía a Pansy en pleno pasillo. Ella misma se había puesto barreras, siendo fiel, inclusive hacía una hora con la insistencia de Nickhola, ¿Por qué Draco le hacía eso entonces? Le dolía, claro que lo hacía.
Se negó a torturarse más, su vida de por si era una constante tortura como para ver como su novio, la persona que amaba, la persona por la que perdía su vida solo era una ilusión en la que ella se adentro por si sola, con los ojos cerrados y ahora chocaba con todos los baches, pero no hubo señales, nada que le indicara que Draco jugaba con ella. Así de bueno era ocultando secretos, caminando sin rumbo lejos de ahí. Intentando maquinar algún pensamiento coherente, hasta que chocó con Harry y Ron.
—¿Estás bien? —pregunto Harry deteniéndola por los hombros al ver la aflicción en su rostro.
Olive negó, y solo al sentir los brazos de su hermano se permitió llorar.
