El dolor que juro nunca tener si sucedía se extendía como un virus por todo su sistema sin dejar nada sin infectar. Apenas podía respirar cuando entro en la sala común, sus entrañas ardían mientras sentía como Nick le sobaba los brazos por encima del uniforme. No la había soltado en ningún momento desde el Gran Comedor hasta las mazmorras de Slytherin. Daphne tomaba su mano tratando de reconfortarla simplemente con su toque y nadie en la sala común dijo nada al verla entrar casi destrozada, nadie a excepción de la única persona que se burlaría de su aflección.
—Hawk, acabo de leer la noticia sobre tú madre —dijo Pansy, acercándose a ellos con preocupación falsa en su rostro.
—Ahora no, Pansy —Daphne alejó a la chica—. Olive necesita espació.
—Oh, lo siento —se disculpo riéndose—. Es que me sorprende que tú asquerosa madre no haya sobrevivido —volvió a reírse—. Recuerdo lo que dijo Draco un día, nadie que te ame parece salir con vida de eso.
—Callate Pansy —Theo intervino tratando de apartar a Pansy, Olive le daba la espalda, su respiración entrecortada delataba que sus palabras le afectaban.
—No es el momento de decir estupideces —termino de decir Nick colocándose en medio de ambas chicas.
—Pero es la verdad ¿Que no? —volvió a burlarse Pansy—. Primero mató a Cedric, luego su padre, su madre. Me alegro de que Draco se alejara de ella o estaría muerto como todas las patéticas personas que han decidido amarla...
Fue un momento de rapidez, ninguno de los chicos presentes detuvo a Olive, lanzó un maleficio a Pansy dejándola desconcertada en el suelo antes de que Olive apretara sus rodillas contra sus muñecas para inmovilizarla por completo. Su puño se estrelló con rapidez en su nariz rompiéndola de una. Sin embargo no se detuvo, no se sentía satisfecha con eso.
Pansy lloriqueaba debajo de ella mientras Olive golpeaba su rostro repetidamente antes de que Theo la cargará del estómago para separarlas. La sangre de Pansy se mezclaba con sus lágrimas, intento pararse para huir pero Olive grito:
—¡Incarcerous! —apuntando hacía sus tobillos, Pansy cayó de espaldas—. Sueltame Theo, ella se lo merece ¡CRUC...
Antes de conjurar una maldición imperdonable Daphne le arrebato la varita.
—¿Acaso estás loca? —exclamó—. Tienes que calmarte.
A Olive le temblaba la mandíbula por la rabia, sus manos aún en puños encajando sus uñas en su palma, sus nudillos dolientes y sangrantes. Su mente hecha añicos, controlada por el deseo de hacer sufrir a Pansy ¿Y porque no a Draco? Que en ese momento ayudaba a la chica a ponerse de pie
—Trata de guardar la compostura —susurró Nick tomándola de las mejillas para que lo viera solo a él, Draco y Pansy no importaban—. Solo tranquilizate, cariño.
—Vamos Olive —Theo plantó un beso en su cabello, aún sosteniéndola, si la soltaba saltaría nuevamente sobre Pansy—. No vale la pena, vamos a tu habitación, nos quedaremos contigo si eso quieres.
Olive bajo la mirada, no podía ver a nadie en la sala común, su deseo de arrancarle los ojos a Pansy disminuía ante la vergüenza de rebajarse al nivel de la chica. Su anhelo de venganza se sustituía por la necesidad de alguien que pudiese llenar su soledad de amor, sin embargo la única persona que alguna vez había sido capaz de tal hazaña acompañaba a su reciente "víctima" a la enfermería. Y Olive solo quería irse de Hogwarts.
La fotografía en movimiento de su madre aún se extendía en su memoria. El encabezado "Mirelle Hawk, secuestrada y asesinada por mortifagos" debía ser algo falso, ningún mortifago tenía razón de matar a su madre, mucho menos Voldemort. A menos que se enterase de su intento de huida, si era el caso estaba en problemas, sabría lo de la Orden, lo de Dodonus, lo del bebé. Con tantos pensamientos negativos, tanto dolor y tristeza, angustia y estrés regreso su desayuno mientras Theo le sostenía el cabello delicadamente.
Tenía que irse de Hogwarts, si Voldemort lo sabía entonces no tenía forma de escapar, trato de enjuagarse las lágrimas antes de levantar la cabeza, sus amigos esperaban pacientemente hasta que pudiera decir algo, abrazándola, dando palmadas en su cabeza, reconfortandola.
Sin embargo Olive no sentía que pudiese sentirse mejor después de eso, tantos años de esfuerzo para enterarse que su madre la había observado. Hacer las pases con ella, planear un futuro juntas y le era arrebatado, como todo los que alguna vez tuvo y la lleno de felicidad, no podría seguir aguantando tanto sufrimiento. Pansy y Draco tenían razón, cualquiera que la amara terminaría muerto, era cuestión de tiempo para que las personas a su alrededor, sus amigos fallecieran. Inclusive su pequeña estrella creciente en su vientre, sentía que nunca vería la luz del sol, porque lo que tenía no era más que una maldición que la condenaba al sufrimiento constante.
Era injusto. Completamente injusto.
Entonces Olive no encontró algo a lo que sostenerse aquella vez, no había nada a lo que aferrarse. Nadie que fuese su soporte emocional y si estaba maldita al dolor eterno no arriesgaría a nadie más estando a su lado. Ni sus amigos, ni a Harry, su padre ni su pequeño.
Nadie la culpaba por faltar a clases ese último día, estaba bien, su madre había muerto, Olive podía tomar su luto a su manera. Así que nadie calificó su comportamiento como extraño cuando se encaminó al lago en completa soledad, y eso sería hasta su muerte. Sola, así se sentía.
Debía estar sola, sus lágrimas no habían cesado en absoluto, sus manos temblaban mientras se aferraban a la lágrima de fénix en su cuello; la única cosa de Draco que no pudo dejar atrás. Entonces sin pensarlo, se lanzó nuevamente al lago negro, esperando que no la salvarán. No era fuerte, no lo soportaba.
Gritando bajo el agua, abandonando el aire que retenía, sentía rabia. Enojada con la vida, con el destino por tratarla de tal manera, deseando más que nada morir y acabar con todo lo que tenía que soportar sin ayuda. Si, todo lo que tenía se había acabado, no era por el amor o el capricho, simplemente llegaba al punto de no retorno donde vivir era otra espina en su espalda.
Cuando sus pulmones comenzaban a fallar, a implorar aire, sus músculos cedian ante los brazos de la muerte, sin salvación está vez. Pero ciertamente la tenía, Harry Potter la tomaba entre sus brazos mientras nadaba con rapidez a la orilla, Olive seguía consciente, temblando por la rabia de ser salvada.
—¿Cuántas veces tendré que sacarte de ese maldito lago? —exclamo Harry, abrazándola—. ¿Porque demonios quieres morir?
No tenía palabras para explicarlo, negación, irá, depresión. Con la vida burlándose de ella, la predicción de Dodonus atada a su cuello impidiéndole morir cada vez que lo intentará. Las emociones combinadas eran su fin, no podía vivir con ellas y no podía morir por ellas. Comenzaba a frustrarse, se sentía pequeña, débil, desprotegida ante el mundo amenazante, la vida no era justa, nunca fue justa con ella ¿Por qué la seguía atormentando?
Sufrimiento eterno, esa era su conclusión.
Miro a Harry, su semblante fuerte comparado con ella, pidiendo una explicación que no podría darle.
—Solo no quiero seguir aquí —susurró Olive, con un poco de verdad, no se refería solo a Hogwarts, a ver a Draco con Pansy todo el tiempo olvidando que Olive fue quien lo protegió de todo lo que temía. Su dolor incluía toda su vida, su madre fallecida cuando al fin encontraba su abrazo sin lastimarse—. Ya no quiero seguir soportando.
—Pero es lo que hacemos —explicó Harry, con tranquilidad en su voz. Tratando que esa misma calma sosegara a Olive—. Puedo entender por lo que pasas, encuentras a una persona esperanzadora y el mundo te la arrebata. Me sentí culpable por semanas cuando Sirius murió.
—Eres fuerte Harry, siempre lo has sido —Olive abrazo sus rodillas, las puntas de su cabello mojado caían al césped lentamente—. Tienes a tus amigos...
—Y tu tienes a los tuyos —interrumpió—. ¿Que hay de Neville o Daphne? ¿Los dejaras sólos? ¿Que hay de mi?
—Hay cosas que jamás podré explicarles, tampoco a ti —Olive se incorporó finalmente, con contracciones sobre sus hombros a causa del frío—. Y al no poder contarte esto entonces te alejaras como ya lo has hecho antes, Harry tal vez seamos hermanos pero se que no te importo, apenas nos conocíamos.
—No vuelvas a decir eso —exclamo Harry incorporándose para estar a la par de Olive—. Así que dímelo, o guardatelo para ti misma, prometo no volver a desconfiar de ti.
Le estaba dando la espalda, considerando confesarle, al menos eso aliviaría su mente, no llevaría su carga sola, porque no quería hacerlo. Lo que más deseaba era contar a todos como se sentía, que cruzaba por su mente y que alguien la ayudará. Que no sólo la regañaran por ser imprudente, por buscar la muerte. Un hombro donde llorar porque no aguantaba más estar viva, que cualquier persona que hubiese vivido lo mismo que ella tampoco lo soportaría. Pero nunca había tenido donde llorar, nadie con quien descargar sus frustraciones, no sabía cómo decir las cosas sin desmoronarse en llanto, aunque eso esperara Harry.
Así que simplemente lo abrazo para evitar si reacción, para esconder su rostro débil tras sus hombros mientras susurraba:
—Estoy embarazada.Acariciaba con sus dedos el anillo que Draco alguna vez le regaló, considerando si sería buena idea dárselo o llevarlo consigo como un recuerdo constante de lo que nunca cumplieron. Olive suspiró, dejándolo en el baúl, aún era sumisa cuando se trataba de Draco. No importaba todo el daño causado, lo había amado, el amor no la abandonaría tan fácilmente. Evitaba pensar en ello, recordar los momentos felices a su lado era lo único que la hacía querer regresar con él, contarle sobre su embarazo, huir juntos. Era un mero capricho, como todo lo demás. Lo que debía quedarle claro, ella amaba pero no era amada. Deseada por todos amada por nadie, cuando creyó que eso no era más que una ilusión suya, cuando Draco mencionaba esas mentiras. Siempre sería su condena.
Cerró el baúl, dando un último vistazo a su habitación en Hogwarts, las paredes limpias sin los banderines, el escritorio despejado, la cama sin arrugas, la calma del lago a través de sus ventanas, extrañaría eso. Sin embargo quería irse, aislarse, una manera insana de manejar su dolor. Se había despedido de sus amigos hacía horas, esperaba irse mientras estaban en clase para evitar que alguien la detuviese, si era sincera era lo que quería, que no importara lo que tuviera, si cualquier persona le pedía quedarse entonces lo haría. Dejaría de lado sus aflecciones, sería fuerte nuevamente.
No había nadie en la sala común que lo impidiera, arrastrando su baúl hasta el despacho de Snape, sin vacilar, sin mirar atrás. Su mano temblante, aún podía cambiar de parecer, regresar a su habitación y desempacar. Pidiendo mentalmente que alguien apareciera frente a ella, pero no esperaba a Draco que se detuvo un momento, sin decir nada, solo mirándola con pesadumbre calcada en sus pupilas. Dejándola ir, aunque en el fondo él había sido el que más ganas tenía de que Olive se quedase, suspiró, plantado en aquel lugar mientras Olive se alejaba de él, lo que parecía ser para siempre.
Porque Draco nunca había encontrado la valentía para decirle cuánto la amaba en realidad, las palabras se quedaban en sus pensamientos y las acciones disueltas tomando su propio camino, lejos de su pequeño pajarito, dejando una última Margarita en la solitaria habitación.
Y Olive no estaba ansiosa por comenzar su nueva vida, ni siquiera era capaz de poner un pie en la mansión Hawk llena de tantos malos recuerdos que quería olvidar. Si estadía en el Caldero Chorreante se extendía cada día. Nuevamente vivía en piloto automático, sin nadie que la vigilase; Dormía, lloraba, vomitaba, se limitaba de comer a menos que se sintiera completamente en debilidad. Pero si tanto quería poner fin a su vida entonces no tenía porque preocuparse de algo tan banal como comer, en su completa soledad y confinamiento se encontraba en ocasiones tan afligida que tomaba su daga de plata tratando de extenderla a través de sus muñecas, olvidandola al instante cuando su estómago "Aleteaba" como si fuese su única señal para detenerse.
Entonces Olive comenzaba a tomar esa daga como parte de una conducta donde sabía que sentiría ese movimiento nuevamente, le gustaba sentirlo. Era increíble para ella, con cada nuevo aleteo se emocionaba más ¿Cómo sería su rostro cuando naciera? En las tardes cuando el movimiento incrementaba se sentaba a pensarlo ¿sería un niño? Podía imaginar a un pequeño de rizos platinados correr por su habitación, pero el caldero chorreante no sería un buen lugar para criar a su hijo. Tarde o temprano tendría que salir, expandir sus horizontes, tal vez iría a España como tenía planeado con su madre, o a Brasil, México o Japón. Tenía un mundo como opción y una herencia con la que podría vivir mil vidas.
La última tarde de Abril se levantó de la cama, las náuseas habían acabado hacía días dejándola con un apetito voraz sobre cosas que nunca creyó comer, no le gustaba la tarta de melaza, sin embargo esa semana pidió tres para calmar el hambre emocional del embarazo. Le hubiese gustado comprar helados con Florean, pero su tienda desolada era una tristeza. Al igual que todo el callejón Diagon, lo que alguna vez fue un mundo lleno de colores y concentrado de magia, ahora solo quedaban restos de su antigua gloria, con ambulantes vendiendo ilegalmente aparatos de protección, escaparates y tiendas vacías. Lo único que hacía la diferencia era la tienda al final de la calle Sortilegios Weasley justo de dónde salían ambos pelirrojos con sonrisas en el rostro.
—¿Olive Hawk? —pregunto George mientras se encaminaba hacía ella—. Deberías estar en Hogwarts ¿O has decertado? La juventud de hoy no valora los estudios.
—Creo recordar que fueron ustedes quien dejaron el colegio en sus escobas —contesto Olive sonriendo, su primera sonrisa auténtica en un mes.
—Pero mira lo bien que nos va —Fred cruzó su brazo alrededor de los hombros de Olive—. Luces hambrienta, George y yo iremos a comer a un restaurante muggle.
—Una costumbre que hemos adoptado —continuo George—. Aunque su comida no es del todo mala ¿Que dices, nos acompañas?
—Me hace falta compañía —Olive continúo con su sonrisa, apretando su estómago sutilmente—. Sería un placer estar con ustedes.
