HARRY POTTER LE PERTENECE A JK ROWLING

Harry Potter, los personajes y todo lo de negrita le pertenecen a

J. K. ROWLING.

Espero que les guste el capítulo, por favor voten y comenten que les parece. R ecuerden que a los que escriben como invitados les contesto en la misma sección de comentarios.

Quién quiere leer ahora_ preguntó Albus.

Lo haré_ dijo Katie, recibiendo el libro.

El Ministerio de Magia_ leyó.

Al fina leeremos tu juicio_ dijo Daphne.

No lo creo_ dijo Harry pensativo_ de lo contrario tendría otro nombre_ varios asintieron decepcionados, y querían saber que pasó en ese juicio.

A la mañana siguiente, Harry despertó de golpe a las cinco, como si alguien le hubiera gritado en la oreja. Se quedó unos instantes tumbado, inmóvil, mientras la perspectiva de la vista disciplinaria llenaba cada diminuta partícula de su cerebro; luego, incapaz de soportarlo más, saltó de la cama y se puso las gafas. La señora Weasley le había dejado los vaqueros y una camiseta lavados y planchados a los pies de la cama.

Gracias por eso_ dijo Harry sonriéndole.

No hay por qué querido_ dijo Molly devolviéndole la sonrisa.

Vístete con cuidado_ dijo Astoria_ no puedes tener arrugas en tu ropa, juzgaran todos lo que hagas_ varios asintieron.

Harry se vistió. El cuadro vacío de la pared rió por lo bajo.

Si estaba vacío como es que rió_ preguntó Tracy.

Prefiero no saber_ contestó Harry.

Ron estaba tirado en la cama, con la boca muy abierta, profundamente dormido. Ni siquiera se movió cuando Harry cruzó la habitación, salió al rellano y cerró la puerta sin hacer ruido. Procurando no pensar en la próxima vez que vería a Ron, cuando quizá ya no fueran compañeros de clase en Hogwarts, Harry bajó la escalera, pasó por delante de los antepasados de Kreacher y se dirigió a la cocina. Se había imaginado que la encontraría vacía, pero cuando llegó a la puerta oyó un débil murmullo de voces al otro lado.

Claro que no la encontrarías vacía_ dijo Sirius_ teníamos que verte antes que te vayas.

Gracias_ sonrió Harry_ eso ayudó.

Abrió y vio al señor y a la señora Weasley, Sirius, Lupin y Tonks sentados a la mesa como si estuvieran esperándolo. Todos estaban vestidos para salir, excepto la señora Weasley, que llevaba una bata acolchada de color morado. La mujer se puso en pie de un brinco en cuanto Harry entró en la cocina. —Desayuno —dijo, y sacó su varita y corrió hacia el fuego. —B-buenos días, Harry —lo saludó Tonks con un bostezo. Esa mañana tenía el pelo rubio y rizado—.

Era demasiado temprano para el fucsia_ preguntó Seamus.

Mi cabello refleja mi animo_ dijo Tonks_ estaba demasiado cansada para un color tan brillante_ explicó.

¿Has dormido bien? —Sí. —Yo no he pe-pegado ojo —comentó ella con otro bostezo que la hizo estremecerse—. Ven y siéntate… Apartó una silla, y al hacerlo derribó la de al lado. —

Creo que ya todos entendieron que soy torpe_ dijo Tonks mirando mala Harry_ tienes que decir cada vez que tiro algo_ preguntó.

Le quita peso a la situación_ dijo Harry encogiéndose de hombros.

¿Qué te apetece comer, Harry? —le preguntó la señora Weasley—. ¿Gachas de avena? ¿Bollos? ¿Arenques ahumados? ¿Huevos con beicon? ¿Tostadas? —Tostadas, gracias.

Tienes todo eso y eliges tostadas_ preguntó Dean, negando con la cabeza.

No tenía mucho apetito_ se defendió Harry.

Lupin miró a Harry y luego, dirigiéndose a Tonks, le dijo: —¿Qué decías de Scrimgeour? —¡Ah, sí! Bueno, que tendremos que ir con cuidado; ha estado haciéndonos preguntas raras a Kingsley y a mí…

Rufus es un buen auror_ dijo Amelia_ era de esperarse que empezara a sospechar.

Es nuestro jefe_ explicó Kingsley ante las miradas de varios, que no conocían el nombre.

Harry agradeció que no le pidieran que participara en la conversación. Tenía el estómago revuelto. La señora Weasley le puso delante un par de tostadas con mermelada; Harry intentó comer, pero era como si masticara un trozo de alfombra. La señora Weasley se sentó a su lado y empezó a arreglarle la camiseta, escondiéndole la etiqueta y alisándole las arrugas de los hombros. Harry habría preferido que no lo hiciera. —

Quería que estuvieras perfecto_ dijo Molly dándole una pequeña sonrisa.

Lo entiendo_ dijo Harry sonriéndole_ solo estaba demasiado nervioso para apreciarlo, pero realmente lo hago_ aseguró.

…y tendré que decirle a Dumbledore que mañana no podré hacer el turno de noche, estoy demasiado ca-cansada —terminó Tonks, bostezando otra vez. —Ya te cubriré yo —se ofreció el señor Weasley—.

Qué era lo que hacían_ preguntó Cho.

Tal vez dice_ dijeron los de la orden después de intercambiar miradas.

No me importa, y de todos modos tengo que terminar un informe… El señor Weasley no llevaba ropa de mago, sino unos pantalones de raya diplomática y una cazadora. Cuando terminó de hablar con Tonks miró a Harry. —¿Cómo te sientes? —El muchacho se encogió de hombros—. Pronto habrá terminado todo —le aseguró con optimismo—. Dentro de unas horas estarás absuelto.

Estaban demasiado seguros de que sería absuelto_ dijo Umbridge levantando una ceja.

Si las cosas hubieran funcionado como se debía Harry seria absuelto de inmediato_ dijo Arthur_ creo que ahora se explica por qué_ añadió ante las miradas desconcertadas de los alumnos.

—Harry no dijo nada—. La vista se celebrará en mi planta, en el despacho de Amelia Bones. Es la jefa del Departamento de Seguridad Mágica, y la encargada de interrogarte.

Solo usted haría la audiencia_ preguntó Cedric.

Aunque Harry violó la ley, era menor de edad_ dijo Amelia_ las normas dicen que debe tener una audiencia privada antes de trasladarlo a juicio_ explicó.

Y por qué no fue así_ preguntó Michael, Antes de que Amelia contestara, los demás señalaron el libro.

—Amelia Bones es buena persona, Harry —afirmó Tonks con seriedad—. Es justa y te escuchará.

Amelia le sonrió a Tonks ante eso, siempre era bueno saber lo que pensaban los aurores de ella.

Por eso no permitieron que madame Bones entrevistara a Harry_ dijo Tonks_ sabían cómo terminaría_ todos asintieron en comprensión mientras el ministro se movía incómodo en su asiento.

Y usted no puso oponerse_ preguntó Padma a Amelia.

Lo intenté_ dijo Amelia_ pero no puedo hacer nada contra la mayoría del Wizengamot.

Harry asintió con la cabeza; seguía sin ocurrírsele nada que decir. —No pierdas la calma —intervino Sirius—. Sé educado y cíñete a los hechos. Harry volvió a asentir. —La ley está de nuestra parte —comentó Lupin con voz queda—. Hasta los magos menores de edad están autorizados a utilizar la magia en situaciones de peligro para su vida.

Eso es lo único que tienes que hacer_ dijo Augusta_ si lo haces Amelia no será tan dura y el resto no podrá refutar.

Madame Bones fue el menor de mis problemas_ dijo Harry guiñándole un ojo_ no es tan dura como quiere que piensen_ informó.

Claro que lo soy_ dijo Amelia mirando mal a Harry.

Harry tuvo la sensación de que algo muy frío goteaba por su espalda; al principio creyó que alguien estaba haciéndole un encantamiento desilusionador, pero entonces se dio cuenta de que era la señora Weasley, que intentaba peinarlo con un peine mojado. Le aplastaba con fuerza el pelo contra la coronilla, pero éste volvía a erizarse enseguida.

Señora Weasley_ la regañaron todos entre risas.

Había que hacer algo con ese pelo_ se defendió Molly sonrojada.

Debieron decirle que era imposible_ les dijo Minerva a Sirius y Remus.

Entonces no nos habríamos divertido_ respondieron ambos, ganándose malas miradas de Harry.

—¿No hay forma de aplastarlo? —preguntó desesperada. Harry negó con la cabeza. El señor Weasley consultó su reloj y miró al chico. —Creo que deberíamos irnos ya —dijo—. Es un poco pronto, pero estarás mejor en el Ministerio que aquí, sin hacer nada.

Fue una suerte que lo hicimos_ dijo Harry.

Por qué_ preguntaron varios.

Seguro sale_ dijo Amelia apretando los labios mientras el ministro fingía no estar concentrado en el libro.

—Vale —contestó Harry automáticamente; dejó la tostada en el plato y se puso en pie. —Todo irá bien, Harry —aseguró Tonks, y le dio unas palmaditas en el brazo. —Buena suerte —le deseó Lupin—. Estoy convencido de que todo saldrá bien. —Y si no —añadió Sirius con gravedad—, ya me encargaré yo de Amelia Bones…

Todos tuvieron que esconder su diversión cuando Amelia volteó lentamente a ver a Sirius.

A Amelia Bones le gustaría saber cómo te encargarías de ella_ dijo Amelia con voz engañosamente dulce.

No delante de los niños, amor_ dijo Sirius sonriendo con inocencia, pero la mirada que le dio era todo menos inocente.

No sé como no me di cuenta en ese momento_ dijo Harry negando con la cabeza.

Harry esbozó una tímida sonrisa. La señora Weasley lo abrazó. —Todos cruzaremos los dedos —afirmó. —Bueno… Hasta luego —dijo Harry. Subió con el señor Weasley al vestíbulo y oyó cómo la madre de Sirius gruñía en sueños detrás de las cortinas de su retrato.

Tu madre es tan alegre Sirius_ dijo Angelina, Sirius asintió.

Probablemente estaba soñando con Sirius_ dijo George, pensativo.

El señor Weasley abrió la puerta de la calle y salieron al frío y gris amanecer. —Normalmente usted no va al trabajo andando, ¿verdad? —le preguntó cuando empezaron a caminar a buen paso bordeando la plaza. —No, suelo aparecerme —respondió el señor Weasley—, pero evidentemente tú no puedes aparecerte, y creo que lo mejor es que lleguemos de forma no mágica.

Podría ser lo mejor_ dijo Hermione_ lo ultimo que necesitabas es que intentaran acusarte de hacer más magia.

Cierto_ dijo Fred_ pero imagino que el viaje no le resultó pesado a papá_ añadió Arthur se encogió de hombros sin poder negarlo.

Así causarás mejor impresión, dado el motivo por el que te han sancionado… Mientras caminaban, el señor Weasley llevaba una mano dentro de la cazadora. Harry sabía que en esa mano llevaba la varita. Las calles, de aspecto abandonado, estaban casi desiertas, pero cuando llegaron a la desangelada estación de metro la encontraron llena de gente madrugadora que iba al trabajo. Como le ocurría siempre que se hallaba rodeado de muggles que realizaban su rutina diaria, el señor Weasley a duras penas podía contener su entusiasmo. —Sencillamente fabuloso —susurró, señalando los dispensadores automáticos de billetes—. Maravillosamente ingenioso.

Hasta cuando mencionaras mi entusiasmo por lo muggles_ preguntó Arthur cuando varios se rieron.

Hasta que dejes de entusiasmarte_ respondió Harry encogiéndose de hombros.

Suena justo_ asintió Percy, Arthur los miró mal a los dos, pero todos pudieron ver que intentaba no sonreír.

—No funcionan —observó Harry señalando el letrero. —Ya, pero aun así… —dijo el señor Weasley contemplándolos con una sonrisa radiante. Le compraron los billetes a un soñoliento empleado (Harry se encargó de la transacción porque el señor Weasley no manejaba muy bien el dinero muggle),

No queremos que sospechen como en los mundiales_ dijo Justin, todos soltaron algunas risitas al recordarlo.

Ya no tengo tanto problema_ dijo Arthur.

y cinco minutos más tarde subieron al tren, que los llevó traqueteando hacia el centro de Londres. El señor Weasley no paraba de consultar con ansiedad el plano del metro que había encima de las ventanas. —Cuatro paradas más, Harry… Ahora quedan tres paradas… Sólo dos paradas, Harry…

No quería que nos pasáramos_ dijo Arthur sonrojado cuando todos volvieron a reír.

Nadie te juzga, querido_ dijo Molly, pero ella también reía.

Bajaron en una estación del centro de Londres y se vieron arrastrados por una marea de hombres vestidos con traje y corbata y de mujeres con maletines. Subieron por la escalera mecánica, pasaron por el torniquete (al señor Weasley le encantó cómo la máquina se tragaba su billete)

Harry_ se quejó Arthur sobre las risas de los demás_ ya suéltame_ le pidió.

Lo siento_ dijo Harry con una sonrisa_ pero es el único que estaba ahí_ añadió.

Ya no voy a viajar solo contigo_ dijo Arthur.

y salieron a una ancha calle con mucho tráfico e imponentes edificios a ambos lados. —¿Dónde estamos? —preguntó el señor Weasley, desorientado, y por un instante Harry creyó que habían bajado en una estación equivocada, a pesar de las continuas consultas del señor Weasley en el plano; pero entonces el hombre exclamó—: ¡Ah, sí! Por aquí, Harry. —Y lo guio por una calle lateral—. Lo siento —añadió—, pero nunca voy al Ministerio en metro, y desde la perspectiva muggle todo parece muy diferente. De hecho, nunca he utilizado la entrada de visitantes. Cuanto más avanzaban, más pequeños y menos imponentes eran los edificios, hasta que al final llegaron a una calle donde había varias oficinas de aspecto destartalado, un pub y un contenedor rebosante de basura. Harry esperaba un emplazamiento mucho más impresionante para el Ministerio de Magia.

Yo también_ dijo Dean mientras varios hacían muecas ante la descripción.

Es más impresionante una vez que entras_ aseguró Fudge_ pero de esta manera evitamos que los muggles quieran acercarse.

Lo muggles podrían entrar_ preguntó Hermione.

Acompañados por un mago_ contestó Fudge, aunque se veía pensativo.

—Ya hemos llegado —afirmó, muy alegre, el señor Weasley, y señaló una vieja cabina telefónica roja a la que le faltaban varios cristales, situada frente a una pared cubierta de grafitis—. Después de ti, Harry —dijo, y abrió la puerta de la cabina. Harry entró preguntándose qué demonios significaba aquello.

Por lo menos no se lo preguntaste al señor Weasley_ dijo Alicia.

No era el momento_ dijo Harry_ y supuse que pronto lo sabría.

El señor Weasley entró también, se apretujó contra él y cerró la puerta. Había muy poco espacio; Harry estaba pegado contra el teléfono, que colgaba torcido de la pared, como si un gamberro hubiera intentado arrancarlo. El señor Weasley estiró un brazo y cogió el auricular. —Señor Weasley, creo que esto tampoco funciona —dijo Harry. —No, no, seguro que funciona —respondió el hombre levantando el auricular por encima de su cabeza y mirando el disco del teléfono con los ojos entornados—. Veamos… Seis… —Marcó el número—. Dos… cuatro… y otro cuatro… y otro dos…

Se puede llamar al ministerio de magia_ preguntó Ernie.

Por supuesto_ dijo Fudge_ pero las vías para hacerlo son complicadas_ explicó.

Aun así, es bueno saberlo_ dijo Hanna, varios asintieron.

Cuando el disco hubo recuperado la posición inicial, con un suave zumbido, una gélida voz femenina sonó dentro de la cabina telefónica, pero no salía por el auricular que el señor Weasley tenía en la mano, sino que sonaba con fuerza y claridad, como si una mujer invisible estuviera allí dentro con ellos.

Genial_ dijo Lee_ seria una broma interesante_ murmuró mirando a los gemelos que asintieron.

Algo me dice que recibiremos muchos sustos en el futuro_ dijo un primer año.

—Bienvenido al Ministerio de Magia. Por favor, diga su nombre y el motivo de su visita. —Esto… —empezó el señor Weasley sin saber si tenía que hablar por el auricular o no. Lo solucionó acercándose el micrófono a la oreja—. Arthur Weasley, Oficina Contra el Uso Indebido de Artefactos Muggles. He llegado escoltando a Harry Potter, que tiene que presentarse a una vista disciplinaria… —Gracias —contestó la gélida voz femenina—. Visitante, coja la chapa y colóquesela en la ropa en un lugar visible, por favor. Se oyó un chasquido y un tintineo, y Harry vio que algo resbalaba por la rampa metálica por donde normalmente salían las monedas devueltas. Lo cogió y comprobó que era una chapa cuadrada de plata con la inscripción: «Harry Potter, vista disciplinaria.»

Ni para fingir que estás por otro motivo_ dijo Katie, negando con la cabeza.

Qué otro motivo_ preguntó Dennis.

Cualquier cosa que sea menos vergonzosa_ dijo Harry_ no podían poner, "Harry Potter, Visitante" _ preguntó al ministro.

Las chapas son especificas_ dijo Fudge_ si querías eso, debieron decir que eras visitante_ se encogió de hombros.

Se la enganchó en la camiseta, y entonces la voz femenina dijo: —Visitante del Ministerio, tendrá que someterse a un cacheo y entregar su varita mágica en el mostrador de seguridad, que se encuentra al final del Atrio. El suelo de la cabina telefónica se estremeció. Estaban hundiéndose poco a poco.

Debió ser divertido_ dijo Collin.

No lo fue_ aseguró Harry, pero varios seguían pensando que lo era.

Harry miró con aprensión cómo la acera parecía elevarse al otro lado de las ventanas de cristal de la cabina hasta que se quedaron a oscuras por completo. Entonces ya no vio nada; sólo oía un monótono chirrido, mientras la cabina telefónica seguía hundiéndose en la tierra.

Haces parecer como si estuvieran enterrándote_ dijo Terry.

Era lo que parecía_ asintió Harry.

Pasado más o menos un minuto, que a Harry se le hizo larguísimo, un resquicio de luz dorada le iluminó los pies, luego fue creciendo de tamaño y subió por el cuerpo de Harry hasta que le dio en la cara; el muchacho tuvo que parpadear para que no le lloraran los ojos. —El Ministerio de Magia les desea un buen día —los saludó la voz de mujer.

Que amable_ dijo Lee_ estoy seguro que lo será.

Pudo ser peor_ dijo Harry.

También podría haber sido mejor_ dijo Albus, Harry asintió.

La puerta de la cabina telefónica se abrió sola y el señor Weasley salió seguido de Harry, que tenía la boca abierta. Se encontraban al final de un larguísimo y espléndido vestíbulo con el suelo de madera oscura muy brillante. En el techo, de color azul eléctrico, había incrustaciones de relucientes símbolos dorados que se movían y cambiaban continuamente, como un inmenso tablón de anuncios celeste. Las paredes del vestíbulo estaban recubiertas de pulida y oscura madera, y en ellas había varias chimeneas doradas. De vez en cuando, una bruja o un mago salía por una de las chimeneas de la pared de la izquierda con un débil ruido. Ante las chimeneas de la pared de la derecha estaban formándose reducidas colas de brujas y de magos que esperaban para entrar. Hacia la mitad del vestíbulo había una fuente. Un grupo de estatuas doradas, de tamaño superior al natural, se alzaban en el centro de un estanque circular.

Es impresionante_ dijo Lavender, todos asintieron escuchando con asombro la descripción del ministerio.

Es el organismo más importante del mundo mágico_ dijo Fudge_ tiene que demostrarlo.

Definitivamente_ dijeron los que trabajaban ahí.

En un lugar así, no molestaría trabajar_ dijo Fred.

Nuestra tienda será más impresionante_ asintió George.

Poco a poco_ dijo Arthur_ se empieza de a poco_ añadió.

La figura más alta de todas era la de un mago de aspecto noble, cuya varita señalaba al cielo. A su alrededor había una hermosa bruja, un centauro, un duende y un elfo doméstico. Los tres últimos miraban con adoración a la bruja y al mago,

Por supuesto que si_ dijo Remus secamente.

Como si eso pudiera pasar_ dijo Charlie negando con la cabeza_ solo el elfo domestico actuaria así_ todos asintieron.

de cuyas varitas salían unos fastuosos chorros de agua, así como del extremo de la flecha del centauro, de la punta del sombrero del duende y de las orejas del elfo doméstico. El tintineante silbido del agua al caer se unía al ruido que hacía la gente al aparecerse (algo así como ¡crac! y ¡paf!) y al de los pasos de cientos de brujas y de magos, la mayoría de los cuales ofrecían el apesadumbrado aspecto de los madrugadores,

sé cómo se siente_ dijeron todos los alumnos, suspirando con tristeza.

No sé de que se quejan_ dijo Severus a sus colegas_ somos nosotros los que debemos soportarlos desde temprano_ los maestros asintieron ganándose malas miradas de sus estudiantes.

que se dirigían hacia unas puertas doradas que había al fondo del vestíbulo. —Por aquí —indicó el señor Weasley. Se unieron a la multitud y avanzaron entre los empleados del Ministerio, algunos de los cuales transportaban tambaleantes pilas de pergaminos; otros, por su parte, llevaban gastados maletines, y unos cuantos iban leyendo El Profeta mientras andaban. Al pasar junto a la fuente, Harry vio Sickles de plata y Knuts de bronce que destellaban en el fondo del estanque. Un pequeño y emborronado letrero decía: TODO LO RECAUDADO POR LA FUENTE DE LOS HERMANOS MÁGICOS SERÁ DESTINADO AL HOSPITAL SAN MUNGO DE ENFERMEDADES Y HERIDAS MÁGICAS.

De verdad_ preguntó Neville.

Por supuesto que si_ dijo Fudge, intentando no ofenderse por la sorpresa de todos_ san Mungo hace el trabajo muy importante, hay que ayudarlo como se pueda.

Bueno saber_ dijeron varios con pequeñas sonrisas.

«Si no me expulsan de Hogwarts, donaré diez galeones», se sorprendió pensando Harry, desesperado.

Una donación muy generosa_ dijo Fudge dándole un asentimiento.

—Por aquí —volvió a indicar el señor Weasley, y se separaron de la avalancha de empleados del Ministerio que iban hacia las puertas doradas. A la izquierda, sentado a una mesa, bajo un letrero que rezaba «Seguridad», había un mago muy mal afeitado y vestido con una túnica de color azul eléctrico, que levantó la cabeza al ver que se acercaban y dejó de leer El Profeta. —Estoy escoltando a un visitante —dijo el señor Weasley, y señaló a Harry. —Acérquese —le ordenó el mago al muchacho con voz de aburrimiento. Harry obedeció y el hombre levantó una varilla larga y dorada, delgada y flexible como la antena de un coche, y se la pasó a Harry por delante y por detrás, recorriéndole todo el cuerpo.

Qué querían detectar_ preguntó Ron, los del ministerio se encogieron de hombros sin contestar ganándose malas miradas.

Tal vez querían ver si Harry tenía una varita escondida_ dijo Daphne.

O cualquier cosa que representara un peligro_ asintió Astoria.

—La varita —le gruñó a continuación el mago de seguridad, tras dejar el instrumento dorado y tender una mano con la palma hacia arriba. Harry se la entregó. El mago la dejó caer sobre un extraño instrumento de latón que parecía una balanza con un único platillo. El aparato empezó a vibrar, y de una ranura que tenía en la base salió un estrecho trozo de pergamino. El mago lo arrancó y leyó lo que había escrito en él: —Veintiocho centímetros, núcleo central de pluma de fénix, cuatro años en uso. ¿Correcto?

Tiene una maquina que puede hacer eso_ preguntó Cedric.

Claro_ dijo Fudge_ facilita mucho las cosas en lugar de tener un mago revisándola.

No podemos perder tiempo en eso_ dijo Amelia.

Si lo hacen cosas malas suceden_ preguntó Bill, todos los del ministerio asintieron, preocupando a varios.

—Sí —afirmó Harry, nervioso. —Yo me quedo esto —dijo el mago clavando el trozo de pergamino en un pequeño pinchapapeles de latón—. Usted se queda la varita —añadió, y le devolvió la varita a Harry. —Gracias. —Un momento… —empezó a decir con lentitud el mago. Se había fijado en la chapa de plata de visitante que Harry llevaba prendida en el pecho, pero ahora le miraba la frente.

Ya se estaba tardando_ dijo Cho, todos asintieron mientras Harry suspiraba resignado.

Hay alguien que no sepa de ti_ preguntó Dudley.

Espero que si_ dijo Harry_ pero lo veo poco probable.

—Gracias, Eric —dijo el señor Weasley con firmeza, y agarrando a Harry por el hombro lo apartó de la mesa y volvieron a mezclarse con la multitud de magos y de brujas que cruzaban las puertas doradas.

Creo que Eric prestará más atención de ahora en adelante_ dijo Ron_ por sin vuelve a encontrarse con Harry Potter_ todos asintieron mientras Harry rodaba los ojos.

Empujado por la gente, Harry siguió al señor Weasley por las puertas que conducían a un vestíbulo más pequeño donde había, por lo menos, veinte ascensores detrás de unas rejas de oro labrado. Harry y el señor Weasley se unieron a un grupito que estaba reunido frente a uno de ellos. Cerca de allí había un corpulento y barbudo mago que llevaba en las manos una gran caja de cartón que emitía unos desagradables ruidos. —¿Va todo bien, Arthur? —preguntó el mago saludando con la cabeza al señor Weasley. —¿Qué llevas ahí, Bob? —inquirió éste mirando la caja. —No estamos seguros —contestó el mago con seriedad—. Creíamos que se trataba de una gallina normal y corriente hasta que empezó a echar fuego por la boca.

Como lograron eso_ preguntó Marcus.

Que nadie responda_ dijo Kingsley al ver que varios abrían la boca.

Seria genial una gallina que eche fuego_ dijo Oliver.

Para que quieres eso_ preguntó Viktor, Oliver se encogió de hombros con una sonrisa que preocupó a sus amigos.

Yo diría que nos encontramos ante un caso grave de violación de la Prohibición de la Reproducción Experimental.

Es probable_ murmuraron varios, preguntándose con qué animal habían cruzado a la gallina.

Entre fuertes traqueteos y sacudidas, un ascensor descendió ante ellos; la reja dorada se movió hacia un lado, y Harry y el señor Weasley entraron en el ascensor con los demás. Harry se encontró de pronto apretujado contra la pared del fondo. Varias brujas y magos lo observaban con curiosidad; él se quedó contemplando el suelo para evitar las miradas de la gente y se alisó el flequillo.

Recuerda que tienes la chapa con tu nombre_ dijo Draco_ cubrir la cicatriz no servirá ahí.

Pero si no hay contacto visual, tal vez no le hablen_ dijo Fleur, Harry asintió.

La reja se cerró con un estruendo y el ascensor empezó a subir poco a poco, con un golpeteo de cadenas, mientras volvía a escucharse aquella gélida voz femenina que Harry había oído en la cabina telefónica. —Séptima planta, Departamento de Deportes y Juegos Mágicos, que incluye el Cuartel General de la Liga de Quidditch de Gran Bretaña e Irlanda, el Club Oficial de Gobstones y la Oficina de Patentes Descabelladas. Se abrieron las puertas del ascensor. Harry alcanzó a ver un desordenado pasillo en el que había varios carteles torcidos de equipos de quidditch colgados en las paredes.

Apuesto a que querías quedarte ahí_ dijo Sirius.

No tuve tiempo para pensarlo_ dijo Harry_ pero el departamento parecía asombroso.

Lo es_ asintió Sirius_ al menos lo era la ultima vez que lo vi_ añadió luciendo como si recordara algo.

Uno de los magos que iba en el ascensor, que llevaba un montón de escobas, salió con cierta dificultad y desapareció por allí. Las puertas se cerraron de nuevo y el ascensor dio una sacudida, pero siguió subiendo mientras la voz de mujer anunciaba: —Sexta planta, Departamento de Transportes Mágicos, que incluye la Dirección de la Red Flu, el Consejo Regulador de Escobas, la Oficina de Trasladores y el Centro Examinador de Aparición. Las puertas del ascensor volvieron a abrirse y salieron cuatro o cinco ocupantes; al mismo tiempo, varios aviones de papel entraron volando. Harry se quedó mirándolos mientras revoloteaban tranquilamente por encima de su cabeza; eran de color violeta claro y llevaban estampado el sello de «Ministerio de Magia» en el borde de las alas. —Sólo son memorándum interdepartamentales —

Así se comunican con otros departamentos_ preguntó Dennis.

Efectivamente_ dijo Amelia_ son la mejor manera de hacerlo.

Así te aseguras que solo el destinatario sepa el contenido de lo que estás enviando_ asintió Tonks.

le explicó el señor Weasley en voz baja—. Antes utilizábamos lechuzas, pero era un verdadero problema porque las mesas acababan cubiertas de excrementos…

eso dificultaría el trabajo_ asintieron los estudiantes con seriedad, haciendo que los del ministerio negaran con la cabeza.

Siguieron subiendo con el mismo traqueteo metálico, mientras los memorándum revoloteaban alrededor de la lámpara que colgaba del techo del ascensor. —Quinta planta, Departamento de Cooperación Mágica Internacional, que incluye el Organismo Internacional de Normas de Instrucción Mágica, la Oficina Internacional de Ley Mágica y la Confederación Internacional de Magos, Sede Británica.

Vas a describir todo, Harry_ se quejó Susan_ ya quiero que llegues a donde tienes que ir.

Ya no creo que falte mucho_ dijo Harry con una sonrisa tranquilizadora.

Es que te demoras mucho_ dijeron varios.

Es para que conozcan todo_ se defendió Harry.

No es cierto_ dijo Hermione_ solo quieres que sufran_ Ron asintió de acuerdo mientras Harry llevaba un dedo a sus labios diciendo que era secreto.

Cuando se abrieron otra vez las puertas, dos memorándum salieron disparados junto con unos cuantos ocupantes más del ascensor, pero entraron otros documentos que se pusieron a volar alrededor de la lámpara, cuya luz empezó a parpadear y a brillar sobre sus cabezas. —Cuarta planta, Departamento de Regulación y Control de las Criaturas Mágicas, que incluye las Divisiones de Bestias, Seres y Espíritus, la Oficina de Coordinación de los Duendes y la Agencia Consultiva de Plagas. —Perdón —se disculpó el mago que llevaba la gallina que echaba fuego por la boca, y salió del ascensor seguido de una pequeña bandada de memorándum. Las puertas se cerraron una vez más. —Tercera planta, Departamento de Accidentes y Catástrofes en el Mundo de la Magia, que incluye el Equipo de Reversión de Accidentes Mágicos, el Cuartel General de Desmemorizadores y el Comité de Excusas para los Muggles.

Tienen un comité de escusas_ preguntó Hermione, el ministerio asintió.

Ya sé que haré cuando sea grande_ dijo Lee, causando varias risas.

No creo que sea lo que te estás imaginando_ dijo Marcus, negando con la cabeza.

Creo que podríamos hacernos ricos ahí_ dijeron varios, antes de sonreír con inocencia cuando sus maestros los miraron.

En esa planta salieron todos, excepto el señor Weasley, Harry y una bruja que iba leyendo un trozo de pergamino larguísimo que llegaba hasta el suelo. El resto de los memorándum siguieron volando alrededor de la lámpara mientras el ascensor subía otra vez; por fin, se abrieron las puertas y la voz anunció: —Segunda planta, Departamento de Seguridad Mágica, que incluye la Oficina Contra el Uso Indebido de la Magia, el Cuartel General de aurores y los Servicios Administrativos del Wizengamot.

Ese es el departamento para el que trabajaremos Harry_ dijo Ron, Harry asintió con una sonrisa.

Es el mejor de todos_ dijo Amelia con una sonrisa_ no hay mejor sensación que salir y atrapar criminales_ suspiró con nostalgia.

—Es aquí, Harry —indicó el señor Weasley, y salieron del ascensor, junto con la bruja, a un pasillo con puertas a ambos lados—. Mi despacho está al otro lado de esta planta. Señor Weasley —dijo Harry cuando pasaban por delante de una ventana por la que entraba la luz del sol—, ¿estamos todavía bajo tierra? —Sí —confirmó el señor Weasley—. Esas ventanas están encantadas. El Servicio de Mantenimiento Mágico decide el tiempo que tenemos cada día. La última vez que los de ese servicio andaban detrás de un aumento de sueldo, tuvimos dos meses seguidos de huracanes…

Eso provocó una ronda de carcajadas.

Es una buena manera de conseguir lo que quieres_ dijo Millicent.

Y de divertirte en el trabajo_ dijo Bill_ si tienes un mal día, solo molesta a tus jefes_ todos asintieron.

Por aquí, Harry. Doblaron una esquina, pasaron por unas gruesas puertas dobles de roble y salieron a una zona, espaciosa pero desordenada, dividida en cubículos de los que surgía un intenso murmullo de voces y risas. Los memorándum entraban y salían volando como cohetes en miniatura. Un letrero torcido, colgado en la puerta del cubículo más cercano, decía: «Cuartel General de aurores.» Harry miró con disimulo por la puerta al pasar por delante. Los aurores habían cubierto las paredes con fotografías de sus familias y de los magos más buscados, carteles de sus equipos de quidditch favoritos y artículos de El Profeta.

No es lo que esperaba_ dijo Seamus_ salvo por las fotos de los más buscados_ varios le dieron la razón.

Deben hacer el departamento lo más cómodo posible_ dijo Moody_ los horarios son largos y variados, es difícil equilibrar ese trabajo con la familia por eso ser auror no es una decisión que deba tomarse a la ligera_ advirtió.

Estoy seguro que se puede_ dijo Harry, Ron asintió.

Dentro había un individuo, con una túnica de color escarlata y una coleta más larga que la de Bill, que estaba sentado con las botas encima de la mesa dictándole un informe a su pluma. Un poco más allá, una bruja con un parche en un ojo hablaba con Kingsley Shacklebolt por encima de la pared de su compartimento. —Buenos días, Weasley —lo saludó Kingsley con desgano cuando se acercaron a él—. Quiero hablar contigo, ¿tienes un momento? —Si sólo es un momento, sí —contestó el señor Weasley—. Tengo mucha prisa.

Diría que todos teneos prisa, pero quiero saber que dirán_ dijo Ginny, todos asintieron mirando a Arthur y Kingsley.

no es nada confidencial_ dijo Kingsley decepcionando a todos, mientras Harry ocultaba una sonrisa.

Hablaban como si apenas se conocieran, y cuando Harry despegó los labios para saludar a Kingsley, el señor Weasley le dio un pisotón. Siguieron a Kingsley por un pasillo hasta llegar al último cubículo. Harry sufrió una pequeña conmoción, pues la cara de Sirius lo miraba pestañeando desde todas las paredes, cubiertas de recortes de periódico y viejas fotografías, incluida una de Sirius haciendo de padrino en la boda de los Potter. El único espacio donde no aparecía la cara de Sirius era el que ocupaba un mapamundi en el que había clavados pequeños alfileres rojos que relucían como joyas.

Sirius no pudo evitar sonreír ante eso mientras los demás fruncían el ceño, confundidos, aunque muchos creían saber lo que estaba pasando y empezaban a sonreír.

—Toma —le dijo Kingsley con brusquedad al señor Weasley, poniéndole un fajo de pergaminos en las manos—. Necesito toda la información que puedas conseguir sobre vehículos muggles voladores avistados en los doce últimos meses. Hemos recibido información de que Black podría seguir utilizando su vieja motocicleta.

Qué información tan importante_ dijo Theo_ como la consiguieron_ preguntó.

Soy así de bueno_ dijo Kingsley con arrogancia, mientras todos intentaban no reír de la expresión del ministro.

— Kingsley le hizo un enorme guiño a Harry y añadió en un susurro—: Dale la revista, quizá la encuentre interesante. —Luego, hablando otra vez en un tono de voz normal, añadió—: Y no tardes demasiado, Weasley, el retraso en aquel informe sobre armas de juego tuvo la investigación en suspenso durante más de un mes.

Señor Weasley como pudo demorarse_ lo regañó Dean _ las armas de juego son muy peligrosas.

Ahora se explica mi razón_ dijo Arthur, intentando no reír.

—Si hubieras leído mi informe sabrías que la expresión es «armas de fuego» — respondió el señor Weasley fríamente—.

Dígaselo señor Weasley_ dijo Blaise_ eso le enseñará a pedir el informe correcto, Arthur asintió mientras Kingsley reía.

Y me temo que si buscas información sobre motocicletas tendrás que esperar, porque ahora estamos muy ocupados.

Encontrar a Sirius Black no es tan importante_ dijo Luna, quitándole importancia con la mano.

—Bajó la voz y dijo—: A ver si puedes salir antes de las siete; Molly va a hacer albóndigas.

Siii_ dijeron todos_ cuando comemos_ preguntaron.

No habrá albóndigas en el almuerzo_ dijo el director, sonriendo ante la decepción de sus alumnos.

Le hizo señas a Harry y lo sacó del cubículo de Kingsley; pasaron por otras puertas de roble, recorrieron otro pasillo, torcieron a la izquierda, desfilaron por otro pasillo más, torcieron a la derecha por un nuevo pasillo, mal iluminado y feo, y por fin se encontraron ante una pared; a la izquierda había una puerta entornada que dejaba entrever un armario de escobas, y a la derecha otra puerta con una placa de latón deslustrada que decía: «Uso Indebido de Artefactos Muggles.» El sombrío despacho del señor Weasley parecía un poco más pequeño que el armario de las escobas. Dentro había dos mesas apretujadas, y apenas quedaba espacio para moverse a su alrededor por culpa de los rebosantes archivadores que cubrían las paredes, encima de los cuales había montones de documentos en precario equilibrio.

Mi departamento no les parece demasiado importante_ dijo Arthur encogiéndose de hombros_ creen que no necesitamos más.

Y lo hacen_ preguntó Luna.

Claro que si_ dijo Arthur_ pero nos las arreglamos.

El poco espacio libre de la pared delataba las obsesiones del señor Weasley, pues estaba lleno de varios carteles de coches, entre ellos uno de un motor desmontado, dos ilustraciones de buzones que parecían recortadas de libros infantiles y un diagrama que mostraba cómo montar un enchufe.

Pero ni una foto de su familia_ dijo Molly mirándolo mal.

Claro que las hay_ dijo Arthur_ solo que Harry no las vio.

Encima de la desbordada bandeja que contenía la correspondencia sin abrir del señor Weasley, se hallaba una vieja tostadora que hipaba con desconsuelo y un par de guantes de piel vacíos que movían los pulgares. Junto a la bandeja había una fotografía de la familia Weasley.

Ves_ preguntó Arthur_ si había fotos.

Pero las fotos de coches tienen un mejor lugar_ dijo Charlie, todos sus hermanos asintieron, sonrojando a Arthur.

Harry se fijó en que Percy, al parecer, había salido de ella.

Volverás a la foto_ aseguró Arthur mientras Percy hacían una mueca.

—No tenemos ventana —se disculpó el señor Weasley al mismo tiempo que se quitaba la cazadora y la colgaba del respaldo de su silla—. La hemos pedido, pero por lo visto no creen que la necesitemos.

Yo no ordené que la quitaran_ dijo Fudge cuando todos lo miraron interrogantes.

No me sorprendería si hubiera sido Umbridge_ murmuró George, los que lo escucharon asintieron.

Siéntate, Harry, veo que Perkins todavía no ha llegado. Harry se sentó en la silla que había detrás de la mesa de Perkins mientras el señor Weasley daba un vistazo al fajo de pergaminos que le había entregado Kingsley Shacklebolt. —¡Ah! —dijo, sonriendo, y extrajo del montón un ejemplar de la revista El Quisquilloso—,

Usaron el quisquilloso para encubrir a Sirius_ preguntó Luna luciendo encantada.

Fueron muy buenos reportajes_ dijo Kingsley encogiéndose de hombros, intentando no sonreír.

Me gusto como hablaban de mi_ dijo Sirius con una sonrisa.

sí… —Se puso a hojear la revista—. Sí, Kingsley tiene razón, seguro que Sirius encuentra esto muy divertido. ¡Vaya! ¿Qué será eso? Un memorándum entró volando por la puerta abierta y se posó encima de la tostadora hipante. El señor Weasley lo desdobló y lo leyó en voz alta: —«Tercer inodoro público regurgitante denunciado en Bethnal Green; por favor, investiguen de inmediato.» Esto ya es demasiado… —¿Un inodoro regurgitante? —Bromistas antimuggles —explicó el señor Weasley frunciendo el entrecejo—. La semana pasada tuvimos dos, uno en Wimbledon y otro en Elephant and Castle. Los muggles tiran de la cadena y en lugar de desaparecer todo… Bueno, ya te lo imaginas.

No, qué pasa_ preguntaron varios.

Jóvenes, eso es desagradable_ dijo Flitwick frunciendo el ceño, los adultos asintieron mientras los demás reían.

Los pobres llaman a esos… sonajeros, creo que se llaman, ya sabes, los que arreglan sus cañerías y esas cosas. —¿Fontaneros? —

Eso provocó risas de todos los nacidos de muggles y mestizos.

Eso es, pero, como es lógico, no saben qué hacer. Espero que podamos atrapar al responsable. —¿Se encargan los aurores de buscarlo? —Oh, no, esto es demasiado trivial para los aurores; lo hará la Patrulla de Seguridad Mágica.

Son solo bromistas_ dijo Ton ks_ mientras que los buscamos podría ocurrir un crimen de verdad, necesitamos estar libres para las emergencias.

Ah, Harry, te presento a Perkins. Un anciano mago, encorvado y de aspecto tímido, que lucía un suave y sedoso cabello blanco, acababa de entrar en la habitación jadeando. —¡Oh, Arthur! —exclamó desesperadamente sin mirar a Harry—. Por fin te encuentro, no sabía qué hacer, si esperarte aquí o no. He enviado una lechuza a tu casa, pero veo que no la has recibido. Hace diez minutos llegó un mensaje urgente… —Ya sé, lo del inodoro regurgitante —comentó el señor Weasley. —No, no, no es el inodoro, es la vista de ese chico, Potter. Han cambiado la hora y el lugar: empieza a las ocho en punto y se celebra abajo, en la vieja sala número diez del tribunal… —En la vieja sala… Pero si a mí me dijeron…

Un momento_ dijo Cedric_ cambiaron la hora de la audiencia y no le informaron al acusado_ preguntó Lentamente mientras todos veían al ministro.

La lechuza debió cruzarse con ellos_ dijo Fudge nerviosamente.

Eso significaría que la enviaron a ultima hora_ dijo Neville_ así que no le daría tiempo para llegar.

Esa era la idea_ dijo el trio apretando los labios.

Claro que no_ dijo Umbridge dando por finalizada la discusión mientras todos parecían indignados ante la situación.

¡Por las barbas de Merlín! —El señor Weasley consultó su reloj, soltó un grito y se levantó de un brinco de la silla—. ¡Rápido, Harry, hace cinco minutos que deberíamos estar allí!

Eso no causará una buena impresión_ dijo Daphne.

No lo hizo_ asintió Harry_ pero por lo menos me esperaron.

Perkins se pegó a los archivadores mientras el señor Weasley salía corriendo del despacho con Harry pisándole los talones. —¿Por qué han cambiado la hora? —preguntó éste, casi sin aliento, mientras pasaban a toda velocidad por delante de los cubículos de los aurores; la gente asomaba la cabeza y se quedaba mirándolos. Harry tenía la sensación de que se había dejado las tripas en la mesa de Perkins. —¡No tengo ni idea, pero menos mal que hemos venido con tiempo; si no te hubieras presentado habría sido catastrófico! —

Y eso responde por qué cambiaron la hora_ dijo Adrián con una mueca.

Ya se puede notar el nivel de justicia que habrá en ese juicio_ dijo Fleur_ por lo menos ya sabemos cómo termina_ todos asintieron.

El señor Weasley se detuvo patinando junto a los ascensores y pulsó con impaciencia el botón de «Bajar»—. ¡Vamos! Apareció el ascensor, acompañado de fuertes ruidos metálicos, y subieron en él rápidamente. Cada vez que el ascensor se detenía en una planta, el señor Weasley se ponía a maldecir, furioso, y aporreaba el botón número nueve.

No te culpo_ dijo Remus_ yo habría hecho algo peor que eso.

Estuvimos furiosos cuando nos enteramos_ dijo Sirius.

Y con justa razón_ dijo Ginny.

—Esas salas del tribunal no se utilizan desde hace años —explicó el señor Weasley con enojo—. No sé cómo se les ha ocurrido celebrar la vista allí, a menos que… Pero no…

Pero si_ dijo Albus, negando con la cabeza.

Abrieron una sala solo por Harry_ preguntó Astoria.

Soy muy importante_ dijo Harry quitándole importancia con la mano, haciendo sonreír a sus amigos.

Una bruja regordeta, que llevaba una copa humeante, entró en ese momento en el ascensor, y el señor Weasley no dio más explicaciones. —El Atrio —dijo la gélida voz femenina, y las rejas doradas se abrieron mostrando a Harry una lejana vista de las estatuas doradas de la fuente. La bruja regordeta salió del ascensor, y entró un mago de piel cetrina y rostro muy triste. —Buenos días, Arthur —saludó con voz sepulcral mientras el ascensor empezaba a descender de nuevo—. No se te ve mucho por aquí abajo. —Es un asunto urgente, Bode —dijo el señor Weasley, que se balanceaba sobre la punta de los pies y lanzaba nerviosas miradas a Harry. —¡Ah, sí! —exclamó Bode mirando a Harry sin pestañear—. Claro. Harry ya no era capaz de experimentar más emociones, pero la imperturbable mirada de Bode no hizo que se sintiera muy cómodo.

Es la sensación que causa_ dijo Arthur.

Ella trabaja en el departamento de misterios_ preguntó Harry, recordando donde estaban.

Tal vez si, tal vez no_ dijo Arthur, ganándose una mala mirada de Harry por no tener una respuesta directa.

Por su actitud, yo diría que si_ dijo Ernie.

—Departamento de Misterios —anunció la voz femenina, y no dijo nada más. —Rápido, Harry —lo apremió el señor Weasley cuando las puertas del ascensor se abrieron, y entonces echaron a correr por un pasillo muy distinto de los superiores. Las paredes estaban desnudas; no había ventanas ni puertas, aparte de una, negra y sencilla, situada al final. Harry pensó que entrarían por ella, pero el señor Weasley lo agarró por un brazo y lo arrastró hacia la izquierda, donde había una abertura que conducía a unos escalones. —Por aquí, por aquí —indicó el señor Weasley, jadeante, bajando los escalones de dos en dos—. El ascensor no llega tan abajo… ¿Por qué la celebrarán aquí?

Mientras más se demoren mejor_ suspiró Amelia.

No debieron hacer eso_ dijo Theo_ así no funciona la justicia.

Esperemos que Harry les de muy malas descripciones_ dijo Ron, haciendo que los que estuvieron ese día le den iradas `preocupadas a Harry que les sonrió con inocencia.

Llegaron al final de los escalones y corrieron por un nuevo pasillo muy parecido al que conducía a la mazmorra de Snape en Hogwarts, con bastas paredes de piedra en las que había soportes con antorchas. Las puertas de ese pasillo eran de madera muy gruesa, con cerrojos y cerraduras de hierro. —Sala… diez… Creo que… Ya casi… Sí. El señor Weasley se detuvo frente a una sucia y oscura puerta con un inmenso cerrojo de hierro y se apoyó en la pared, llevándose una mano al pecho, donde notaba una fuerte punzada. —Adelante —dijo entrecortadamente, señalando la puerta con el pulgar—. Entra. —¿Usted no… entra… conmigo? —No, no, yo no estoy autorizado. ¡Buena suerte! El corazón de Harry latía con violencia contra su nuez. Tragó saliva, giró el pesado pomo de hierro de la puerta y entró en la sala del tribunal.

Es el final del capítulo_ dijo Katie cerrando el libro.

Nooo_ se quejaron varios.

Qué alguien lea rápido_ dijo Alicia_ queremos saber del juicio.

Creo que es hora de almorzar_ dijo el director_ mientras leemos_ añadió ante las malas miradas que le mandaron sus alumnos.