HARRY POTTER LE PERTENECE A JK ROWLING

Harry Potter, los personajes y todo lo de negrita le pertenecen a

J. K. ROWLING.

Espero que les guste el capítulo, es bastante largo, he usado tanto los libros como lo que recuerdo de las peliculas, realmente estoy nervioso por saber que les parecerá, por favor voten y comenten que les parece. R ecuerden que a los que escriben como invitados les contesto en la misma sección de comentarios.

Quién quiere leer_ preguntó Albus.

Lo haré_ dijo la profesora Sinistra al ver que ninguno de los alumnos se sostuvo, frunciendo el ceño cuando leyó el título.

Castigo con Dolores_ leyó, pero no pudo continuar.

Por qué tiene ese título_ preguntó Umbridge intentando no parecer preocupada.

Supongo que se leerá un poco sobre el castigo que le diste a Potter_ respondió Minerva_ no veo el problema.

El problema, es que es solo un castigo_ dijo Umbridge_ solo nos está retrasando la historia_ explicada_ así que vamos a saltarnos ese capítulo_ agregado dirigiéndose a la profesora Sinistra para quitarle el libro, pero ella lo apartó de inmediato.

No vamos a saltarnos nada_ dijo Albus con firmeza_ Sinistra lee.

Ministro, dígales que no es…_ Umbridge fue interrumpida.

Tu negativo a leer nos está retrasando más_ dijo Fudge_ siéntate para poder empezar_ negativamente, pero ella no se sentó y los alumnos pudieron ver que empezaba a sudar.

Sigo pensando que…_ siguió Umbridge.

Siéntese de una vez_ espetó Moody.

Cualquiera diría que tienes algo que ocultar, Dolores_ dijo Amelia, habiendo notado lo nervioso que ella se veía.

No seas ridícula_ dijo Umbridge, por fin sentándose_ el ministro dijo que podía imponer los castigos que mejor me parecieran_ informó, respirando aliviada ante eso.

Harry_ preguntó Sirius_ todo bien_ quiso saber.

Prometan que n se enojaran conmigo_ pidió Harry, Sirius y Remus intercambiaron una mirada y negaron.

No prometemos nada_ dijo Remus_ cada vez que pedíamos eso, sabíamos que seriamos castigados_ explicó, Harry asintió resignado.

Aquella noche, la cena en el Gran Comedor no fue una experiencia agradable para Harry. La noticia de su enfrentamiento a gritos con la profesora Umbridge se había extendido a una velocidad increíble, incluso para Hogwarts.

Lo hizo_ dijeron todos.

Era demasiado importante para callarlo_ dijo Lavender, varios asintieron.

Fue lo más interesante que pasó en esa clase_ murmuró Moody, todavía molesto por lo que habían hecho con la asignatura.

Mientras comía, sentado entre Ron y Hermione, Harry oía cuchicheos a su alrededor. Lo más curioso era que a ninguno de los que susurraban parecía importarle que Harry se enterara de lo que estaban diciendo de él. Más bien al contrario: era como si estuvieran deseando que se enfadara y se pusiera a gritar otra vez, para poder escuchar su historia directamente.

No era así_ dijeron varios sonrojados.

Claro que no_ dijo Harry con sarcasmo.

—Dice que vio cómo asesinaban a Cedric Diggory… —Asegura que se batió en duelo con Quien-tú-sabes… —Anda ya… —¿Nos toma por idiotas? —Yo no me creo nada… —

Era demasiado difícil de creer_ dijo Katie_ que te batieras a duelo con Voldemort...

Lo sé_ dijo Harry_ pero es lo que pasó.

Lo sabemos_ murmuraron todos.

Lo que no entiendo —comentó Harry con voz trémula, dejando el cuchillo y el tenedor, pues le temblaban demasiado las manos para sujetarlos con firmeza— es por qué todos creyeron la historia hace dos meses, cuando se la contó Dumbledore…

Es una buena pregunta_ dijo Kingsley.

Ahora se explica_ dijo Hermione, cuando vio que carios iban a hablar.

—Verás, Harry, no estoy tan segura de que la creyeran —replicó Hermione con desánimo—. ¡Vamos, larguémonos de aquí! Ella dejó también sus cubiertos sobre la mesa; Ron, apenado, echó un último vistazo a la tarta de manzana que no se había terminado y los siguió.

No lo hice_ dijo Ron rápidamente con las orejas coloradas.

Nadie te juzga Ron_ aseguró Astoria, mientras todos soltaban algunas risitas.

Los demás alumnos no les quitaron el ojo de encima hasta que salieron del comedor. —¿Qué quieres decir con eso de que no estás segura de que creyeran a Dumbledore? —le preguntó Harry a Hermione cuando llegaron al rellano del primer piso. —Mira, tú no entiendes cómo se vivió eso aquí —intentó explicar Hermione—. Apareciste en medio del jardín con el cadáver de Cedric en brazos… Ninguno de nosotros había visto lo que había ocurrido en el laberinto… No teníamos más pruebas que la palabra de Dumbledore de que Quien-tú-sabes había regresado, había matado a Cedric y había peleado contigo. —¡Es la verdad! —Ya lo sé, Harry, así que, por favor, deja de echarme la bronca —dijo Hermione cansinamente—.

Yo te entiendo, Harry_ aseguró Ron_ pero se estaba volviendo muy cansado.

Yo solo te estaba explicando lo que pasaba_ dijo Hermione.

Lo siento_ dijo Harry.

No lo decimos para que te disculpes_ dijo Ron_ solo hay que encontrar otra manera para que descargues tu enojo_ informó, Harry asintió.

Lo que pasa es que la gente se marchó a casa de vacaciones antes de que pudiera asimilar la verdad, y ha estado dos meses leyendo que tú estás chiflado y que Dumbledore chochea.

Sé que muchos al principio no lo creyeron_ dijo Ernie_ pero dos meses es mucho tiempo para que el profeta insistiera con la historia.

Lo es_ suspiró Harry.

La lluvia golpeaba los cristales de las ventanas mientras ellos avanzaban por los desiertos pasillos hacia la torre de Gryffindor. Harry tenía la impresión de que su primer día había durado una semana, pero todavía debía hacer una montaña de deberes antes de acostarse.

Este año los profesores están abusando_ dijo Dean, todos asintieron.

Siempre es así en quinto_ dijo Fred.

No exageren_ dijo Minerva, reviendo miradas de los alumnos que dejaban claro que no exageraban.

Empezaba a notar un dolor débil y pulsante sobre el ojo derecho. Cuando entraron en el pasillo de la Señora Gorda, miró por una de las mojadas ventanas y contempló los oscuros jardines. Seguía sin haber luz en la cabaña de Hagrid. —¡Mimbulus mimbletonia! —dijo Hermione antes de que la Señora Gorda tuviera ocasión de pedirles la contraseña. El retrato se abrió, dejó ver la abertura que había detrás, y los tres se metieron por ella. La sala común estaba casi vacía; la mayoría seguía abajo, cenando. Crookshanks, que descansaba enroscado en una butaca, se levantó y fue a recibirlos ronroneando, y cuando Harry, Ron y Hermione se sentaron en sus tres butacas favoritas junto al fuego, saltó con agilidad al regazo de su dueña y se acurrucó allí como si fuera un peludo cojín de color rojo anaranjado. Harry, agotado, se quedó contemplando las llamas. —¿Cómo es posible que Dumbledore haya permitido que pase esto? —gritó de pronto Hermione, sobresaltando a sus amigos;

A qué se refiere, señorita Granger_ preguntó Albus, aunque tenía una idea de lo que ella hablaba.

Ahora sale, director_ contestó Hermione.

Parece que Harry no es el único al que vas a molestar_ dijo Arthur al director.

Así parece_ dijo Albus, negando con la cabeza.

Crookshanks pegó un brinco y bajó al suelo con aire ofendido.

Ese gato tiene demasiado orgullo_ dijo George.

Tú también te ofenderías, si te despertaran así_ dijo Angelina.

Hermione golpeó, furiosa, los reposabrazos de su butaca, y por los agujeros salieron trozos de relleno—.

Creo que es una suerte que el director no esté ahí_ dijo Daphne, varios asintieron, sonrojando a Hermione, mientras Albus agitaba la cabeza, intentando no verse divertido.

¿Cómo puede permitir que esa mujer infame nos dé clase?

Como se atreve_ preguntó Umbridge indignada, pero nadie le hizo caso.

¡Y en el año de los TIMOS, por si fuera poco! —Bueno, la verdad es que nunca hemos tenido muy buenos profesores de Defensa Contra las Artes Oscuras, ¿no? —observó Harry—. Ya sabes lo que pasa, nos lo contó Hagrid: nadie quiere ese empleo porque dicen que está gafado. —¡Ya, pero contratar a alguien que se niega explícitamente a dejarnos hacer magia!… ¿A qué juega Dumbledore? —

No tuve opción_ explicó el director al ver que todos lo miraban_ no fui yo quien decidió que ella enseñara_ aseguró, ignorando la mirada indignada de Umbridge.

Dolores tiene conocimientos sobre ese tema_ aseguró Fudge.

Podrá saber mucho_ dijo Minerva_ pero no sirve como maestra.

No creo que estes calificada para decidir eso_ espetó Umbridge.

Ha sido docente por décadas_ le recordó Sirius_ creo que si puede decidirlo_ todos asintieron, Umbridge apretó los labios, pero dejó que la lectura siguiera.

Y pretende que hagamos de espías para ella —terció Ron, deprimido—. ¿Os acordáis de que ha dicho que fuéramos a verla si oíamos a alguien decir que Quien-vosotros-sabéis ha regresado? —Pues claro que está aquí para espiarnos, eso es obvio. ¿Con qué otro motivo la habría enviado Fudge a Hogwarts? —saltó Hermione. —No empecéis a discutir otra vez —intervino Harry, harto, al ver que Ron abría la boca para responder a Hermione—.

Deberías dejarlos_ dijo Tonks_ están diciendo algo importante.

Podrían haber llegado a una conclusión interesante_ asintió Kingsley.

O podrían dejar de hablarse el resto del día_ intervino Harry.

Aun así_ dijo Tonks_ creo que seria bueno dejar que digan todo lo que piensan.

¿Por qué no podemos…? Hagamos los deberes, a ver si nos los quitamos de encima… Recogieron sus mochilas, que estaban en un rincón, y volvieron a las butacas, junto al fuego. En ese momento comenzaban a llegar alumnos que regresaban después de cenar. Harry evitaba dirigir la vista hacia la abertura del retrato, pero aun así era consciente de que atraía las miradas de sus compañeros. —¿Qué os parece si empezamos por los de Snape? —

Me parece bien_ dijo Alicia_ hagan lo peor primero.

No era tan difícil_ dijo Severus rodando los ojos.

Si no lo fuera, no se los habrías dejado_ dijo Narcissa, sonriendo ante la mala mirada que Severus le dirigió.

propuso Ron mojando su pluma en el tintero—. «Las propiedades… del ópalo… y sus usos… en la fabricación de pociones…» —murmuró mientras escribía las palabras en la parte superior del pergamino. Subrayó el título, miró expectante a Hermione y añadió—: A ver, ¿cuáles son las propiedades del ópalo y sus usos en la fabricación de pociones?

No es así como debe realizar sus deberes_ dijo Snape.

De cualquier forma, dudo mucho que Hermione le diga_ dijo Percy.

Ni siquiera me escuchó_ dijo Ron, haciendo memoria, confundiendo a todos.

Pero Hermione no lo escuchaba, pues miraba entornando los ojos hacia un rincón alejado de la sala, donde Fred,

Estaba ocupada viendo a Fred_ arrulló Romilda.

Ojalá fuera eso_ dijo Fred, recordando ese día mientras Hermione se sonrojaba.

George y Lee Jordan estaban sentados en el centro de un corro de alumnos de primero, de aspecto inocente, que mascaban algo que, al parecer, había salido de una gran bolsa de papel que Fred tenía en las manos. —

Muchachos…_ empezó Minerva.

Todo era seguro_ aseguró Fred, rápidamente.

Y ya fuimos regañados_ añadió George, Lee asintió en acuerdo, Minerva apretó los labios, pero asintió.

Mira, lo siento, pero se han pasado de la raya —explotó, poniéndose en pie.

Solo estábamos probando nuestros productos_ dijo George_ no estaban en peligro_ aseguró.

Ese no era el problema_ dijo Hermione, haciendo que los gemelos y Lee fruncieran el ceño.

Era evidente que estaba rabiosa—. ¡Vamos, Ron! —Yo…, ¿qué? —dijo Ron para ganar tiempo—. ¡Vaya, Hermione, no podemos regañarlos por repartir golosinas! —Sabes perfectamente que eso es turrón sangranarices, o pastillas vomitivas, o… —¿Bombones desmayo? —apuntó Harry en voz baja.

No la ayudes, Harry_ dijo Lee.

No volverá a pasar_ dijo Harry rodando los ojos.

Eso esperamos_ dijeron Fred y George.

Uno a uno, como si los hubieran golpeado en la cabeza con un mazo invisible, los alumnos de primero fueron cayendo inconscientes en sus asientos; algunos resbalaron hasta el suelo y otros quedaron colgando sobre los reposabrazos de las butacas con la lengua fuera.

Genial_ dijeron, varios mientras los demás soltaban risitas imaginándose la escena sonrojando a los leones de primer año.

Están seguros que no es peligroso_ preguntó Poppy, los tres chicos asintieron.

Los que estaban viéndolo reían; Hermione, en cambio, se puso muy tiesa y fue directamente hacia Fred y George, que estaban de pie con una libreta en la mano, observando atentamente a los desmayados alumnos de primer año. Ron hizo ademán de levantarse de la butaca, se quedó a medio camino unos segundos, vacilante, y luego murmuró a Harry:—Ya se encarga ella.

Ron se puso muy rojo cuando todos estallaron en carcajadas ante eso.

Al menos lo intentó_ dijo Flitwick.

Ella impone más autoridad que yo_ dijo Ron tímidamente mirando a Minerva, que no por suerte no parecía molesta, ella entendía que regañar a sus hermanos mayores no debía ser fácil.

Después se hundió cuanto pudo en la butaca, aunque no resultaba fácil debido a su larguirucha figura.

Ron miró mal a Harry cuando todos volvieron a reír.

—¡Basta! —les dijo Hermione con ímpetu a Fred y George, que levantaron la cabeza y la miraron un tanto sorprendidos. —Sí, tienes razón —dijo George, asintiendo—. Creo que ya hay suficiente con esa dosis.

Sabes que ella no se refería a eso_ dijo Charlie, George se encogió de hombros.

—¡Ya os lo he advertido esta mañana, no podéis probar vuestras porquerías con los alumnos! —Pero ¡si les hemos pagado! —replicó Fred, indignado. —

Ellos aceptaron por el dinero_ asintió Fred.

No es el punto_ dijo Hermione.

¡No me importa! ¡Podría ser peligroso! —No digas bobadas —repuso Fred. —

Creo que lo mejor es darle la razón y hacerlo cuando ella non esté_ dijo Bill_ discutir solo la enojará_ todos asintieron.

Pero se ve tan linda enojada_ suspiró Fred, haciéndola rodar los ojos, aunque todos notaron que intentaba no sonreír.

¡Cálmate, Hermione, no les pasa nada! —intentó tranquilizarla Lee mientras iba de un alumno a otro y les metía unos caramelos de color morado en la boca, que mantenían abierta. —

no intervengas_ le dijo Marcus a Lee_ solo harás que centre su ira en ti.

No iba a dejar solo a mis amigos_ se defendió Lee.

Esos son los verdaderos amigos_ dijo George, Fred asintió mientras Lee reía.

Sí, mira, ya vuelven en sí —confirmó George. Era verdad: unos cuantos alumnos de primero empezaban a moverse. Algunos se sorprendieron tanto de estar tumbados en el suelo o colgando de las butacas que Harry comprendió que Fred y George no les habían advertido del efecto que iban a producirles aquellos caramelos.

Los dulces tienen desmayo en el nombre_ dijo George cuando los profesores los miraron_ creo que era obvio lo que harían.

Al igual que las pastillas vomitivas o turrón sangranarices_ asintió Fred, los profesores asintieron a regañadientes.

—¿Te encuentras bien? —le preguntó George con amabilidad a una chica menuda de pelo castaño oscuro, que estaba tendida a sus pies. —Creo que sí —contestó ella con voz temblorosa. —Excelente —dijo Fred, muy contento, pero inmediatamente Hermione le arrancó de las manos la libreta y la bolsa de papel llena de bombones desmayo.

Puede hacer eso_ preguntó Dennis.

Puede_ dijo Lee luciendo apenado todos asintieron.

Se los devolviste, verdad_ preguntó Colin. Hermione se encogió de hombros sin responder, pero muchos estaban seguros que se los dio cuando nadie la veía, sin embargo otros creían que no lo haría.

—¡De excelente nada! —Claro que sí, están vivos, ¿no? —comentó Fred con enojo.

Lograste enojar a Fred_ preguntó Charlie sorprendido, Hermione asintió.

—No podéis hacer eso. ¿Y si alguno se pusiera enfermo de verdad? —No se van a poner enfermos porque los hemos probado nosotros mismos; esto sólo lo hacemos para ver si todo el mundo reacciona igual… —Si no paráis, voy a… —¿Castigarnos? —insinuó Fred como diciendo: «Inténtalo y verás.»

No es eso lo que quise decir_ aseguró Fred.

Claro que no_ dijo Hermione con sarcasmo.

Pero es cierto_ dijo Oliver_ como lograrías que cumplan el castigo_ Hermione se encogió de hombros.

—¿Ordenar que copiemos algo? —intervino George con una sonrisa burlona.

Si lo hace, tendrían que hacerlo_ dijo Minerva.

Dudo mucho que Hermione pueda darles unca castigo que no hayan realizado antes_ dijo Katie, todos asintieron.

En la sala había curiosos riendo. Hermione se enderezó al máximo; tenía los ojos entrecerrados y su poblada melena parecía estar a punto de chisporrotear. —No —dijo con la voz temblorosa de rabia—, pero voy a escribir a vuestra madre.

Hermione_ gritaron varios.

Gatita eso no se hace_ la regañó Sirius luciendo horrorizados.

No lo hice_ dijo Hermione_ solo estaba molesta.

No quiero ni imaginar el aullador que les enviaría la señora Weasley_ dijo Fleur, todos asintieron.

—No serás capaz —replicó George, horrorizado, y retrocedió.

Retrocediste_ preguntó Percy, levantando una ceja.

Fue el shock_ dijo George.

—Ya lo creo —lo desafió Hermione sin acobardarse—. No puedo impedir que vosotros os comáis esas tonterías, pero no pienso permitir que se las deis a los de primero.

Ese es todo el problema_ preguntó Fred_ que eran de primero.

Claro_ dijo Hermione_ ellos no los conocen lo suficiente para saber lo que estaban aceptando.

Y si probáramos en los de segundo_ intentó George.

Me gustaría ver como convencen a los de segundo para ser sujetos de prueba_ fue todo lo que dijo Hermione.

Fred y George se quedaron estupefactos. Era evidente que consideraban que la amenaza de Hermione era un golpe bajo.

Lo era_ dijeron los gemelos.

Lo sé_ dijo Hermione.

Ella les lanzó una última mirada amenazadora, se sujetó con fuerza la libreta y la bolsa contra el pecho y regresó muy ofendida a su butaca junto al fuego. Ron se había ido agachando en su asiento y en ese instante tenía la nariz casi al nivel de las rodillas.

Por qué_ preguntó Astoria.

Seguro temía que Hermione también le gritara_ dijo Cedric con una risita.

Claro que no_ dijo Ron, pero nadie le creyó.

—Gracias por tu apoyo, Ron —dijo Hermione mordazmente. —Ya lo has resuelto muy bien tú sola —masculló él.

No creo que ese sea el punto_ dijo Susan.

No lo era_ asintió Hermione, mientras Ron se encogía de hombros.

Hermione contempló su trozo de pergamino en blanco durante unos segundos y luego dijo con voz tensa: —Es inútil, ahora no puedo concentrarme. Me voy a la cama —dijo, y abrió su mochila. Harry creyó que iba a guardar en ella sus libros, pero en lugar de eso Hermione sacó dos objetos deformes de lana,

No eran deformes_ dijo Hermione.

Si lo eran_ dijo Harry.

Tejer no es uno de tus talentos_ dijo Ron.

los colocó con cuidado sobre una mesa junto al fuego, los cubrió con una pluma rota y unos cuantos trozos de pergamino inservibles y se retiró un poco para evaluar el efecto. —Por las barbas de Merlín, ¿se puede saber qué haces? —preguntó Ron, observándola como si temiera por la salud mental de su amiga. —Son gorros para elfos domésticos —contestó ella con aspereza, y a continuación empezó a guardar sus libros en la mochila—. Los he hecho este verano. Sin magia soy muy lenta tejiendo, pero ahora que he vuelto al colegio creo que podré hacer muchos más. —¿Dejas estos gorros aquí para los elfos domésticos? —inquirió Ron lentamente —.

Hermione_ empezó Remus.

Lo sé lo sé_ dijo Hermione levantando las manos en defensa_ dejaré en paz a los elfos_ aseguró.

Asegúrate que lo haga_ le dijeron todos a Fred, que rodó los ojos, pero asintió.

Gracias por la confianza_ dijo Hermione mirándolos mal.

¿Y primero los tapas con piltrafas? —Sí —contestó Hermione desafiante, y se colgó la mochila. —Eso no está bien —dijo Ron, enfadado—. Quieres engañarlos para que cojan los gorros. Quieres darles la libertad cuando quizá ellos no quieran ser libres. —¡Claro que quieren ser libres! —saltó Hermione, que estaba poniéndose colorada—.

Hermione, ellos no quieren ser libres_ dijo Hermione antes de que sus compañeros hablaran cuando voltearon a verla.

Mientras lo tengas claro_ dijo Blaise, negando con la cabeza.

¡No te atrevas a tocar esos gorros, Ron! Y tras pronunciar esas palabras se marchó muy airada. Ron esperó hasta que hubo desaparecido por la puerta de los dormitorios de las chicas, y entonces quitó los trozos de pergamino de encima de los gorros. —Al menos que vean lo que están cogiendo —dijo con firmeza—.

Era lo correcto_ dijo Ron haciendo que Hermione lo mirara.

No dije nada_ dijo Hermione.

Pero lo pensaste_ dijo Ron.

En fin… — enrolló el pergamino en el que había escrito el título de la redacción para Snape—, no tiene sentido intentar terminar esto ahora; sin Hermione no puedo hacerlo, no tengo ni la más remota idea de para qué sirve el ópalo.

Claro que puedes_ dijo Hermione.

Al menos inténtalo_ dijo Molly_ para eso están los libros_ Ron asintió, peor no dijo nada.

Si realmente quieres ser auror, será mejor que te esfuerces en pociones_ advirtió Moody.

¿Y tú? Harry negó con la cabeza, y al hacerlo notó que el dolor que tenía en la sien derecha estaba empeorando. Se acordó de la larga redacción sobre las guerras de los gigantes y sintió una intensa punzada de dolor. Aun siendo consciente de que a la mañana siguiente lamentaría no haber terminado sus deberes por la noche, guardó sus libros en la mochila. —Yo también voy a acostarme.

Creo que era lo mejor_ dijo Augusta_ aunque seria bueno que fuera a la enfermería por algo para el dolor.

Solo necesitaba descansar_ aseguró Harry.

Cuando iba hacia la puerta que conducía a los dormitorios pasó por delante de Seamus, pero no lo miró. Harry tuvo la fugaz impresión de que su compañero había despegado los labios para decir algo, pero aceleró el paso y llegó a la tranquilizadora paz de la escalera de caracol de piedra sin tener que aguantar más provocaciones.

Qué ibas a decir_ preguntó Daphne.

No recuerdo_ dijo Seamus, luciendo pensativo, aunque muchos se preguntaron si realmente no se acordaba o prefería no decirlo.

El día siguiente amaneció tan plomizo y lluvioso como el anterior. Hagrid tampoco estaba sentado a la mesa de los profesores a la hora del desayuno. —La única ventaja es que hoy no tenemos a Snape —comentó Ron con optimismo.

No hay mejor manera de empezar la mañana_ asintió Ginny, varios asintieron, haciendo que Severus rodara los ojos.

Hermione dio un gran bostezo y se sirvió una taza de café. Parecía contenta, y cuando Ron le preguntó de qué se alegraba tanto, ella se limitó a decir: —Los gorros ya no están. A lo mejor resulta que los elfos domésticos quieren ser libres. —Yo no estaría tan seguro —replicó él, cortante—. Quizá no podamos considerarlos prendas de vestir. Yo jamás habría dicho que eran gorros, más bien parecían vejigas lanudas.

Hermione se puso roja y miró mal a Ron mientras todos estallaban en carcajadas.

Yo podría enseñarte a tejer, querida_ dijo Molly.

Me encantaría_ dijo Hermione sonriéndole_ aunque no sé si servirá de algo_ añadió con un puchero.

Hermione no le dirigió la palabra en toda la mañana.

Me preguntó por qué_ dijo Theo con sarcasmo.

Solo fui honesto_ se defendió Ron.

Después de una clase doble de Encantamientos tuvieron también dos horas de Transformaciones. El profesor Flitwick y la profesora McGonagall dedicaron el primer cuarto de hora de sus clases a sermmonear a los alumnos sobre la importancia de los TIMOS. —Lo que debéis recordar —dijo el profesor Flitwick, un mago bajito con voz de pito, encaramado, como siempre, en un montón de libros para poder ver a sus alumnos por encima de la superficie de su mesa—

Voz de pito_ repitió Flitwick_ era eso necesario.

El autor de los libros parece pensar que si_ dijo Harry encogiéndose de hombros, mientras todos se reían de la descripción del pobre profesor.

es que estos exámenes pueden influir en vuestras vidas en los años venideros. Si todavía no os habéis planteado seriamente qué carrera queréis hacer, éste es el momento. Mientras tanto, ¡me temo que tendremos que trabajar más que nunca para asegurarnos de que todos vosotros rendís a la altura de vuestra capacidad en el examen! Luego estuvieron más de una hora repasando encantamientos convocadores que, según el profesor Flitwick, era probable que aparecieran en el TIMO; remató la clase poniéndoles como deberes un montón de encantamientos.

Fue horrible_ se quejaron los de quinto.

No quiero llegar a quinto_ dijo Luna, varios asintieron alarmados ante la cantidad de trabajo que han mencionado en solo dos días de clases.

Disfruten mientras puedan_ dijo Theo_ el próximo curso apenas tendrán tiempo para respirar_ los de quinto para arriba asintieron.

No sean dramáticos_ dijo la profesora Vector.

Lo mismo ocurrió, o peor, en la clase de Transformaciones. —

Peor_ preguntó Ginny.

Peor_ contestaron todos.

Pensad que no aprobaréis los TIMOS —les advirtió la profesora McGonagall con gravedad—

Cuanto animo_ dijo Sirius con sarcasmo.

Todavía no terminaba de hablar_ dijo Minerva dándole una mirada severa.

sin unas buenas dosis de aplicación, práctica y estudio. No veo ningún motivo por el que algún alumno de esta clase no apruebe el TIMO de Transformaciones, siempre que os apliquéis en vuestros estudios. —Neville hizo un ruidito de incredulidad—. Sí, tú también, Longbottom —agregó la profesora—. No tengo queja de tu trabajo; lo único que tienes que corregir es esa falta de confianza en ti mismo.

Es el único problema que tienes_ asintió Augusta.

Vamos a tener que trabajar en eso_ dijo Adrián.

Como_ preguntó Neville peor Adrián no contestó y se limitó a sonreírle, poniéndolo nervioso.

Por lo tanto… hoy vamos a empezar con los hechizos desvanecedores. Aunque son más fáciles que los hechizos comparecedores, que no suelen abordarse hasta el año de los ÉXTASIS, se consideran uno de los aspectos más difíciles de la magia, cuyo dominio tendréis que demostrar en vuestros TIMOS.

Odio esos_ dijo Andrómeda, arrugando la nariz_ eran muy difíciles.

Lo son_ aseguraron todos.

Es cuestión de practica_ dijo Minerva.

La profesora McGonagall tenía razón, pues Harry encontró dificilísimos los hechizos desvanecedores. Tras una clase de dos horas, ni él ni Ron habían conseguido hacer desaparecer los caracoles con los que estaban practicando, aunque Ron, optimista, comentó que el suyo parecía haber palidecido un poco.

Así era_ dijo Ron bajo las miradas divertidas de todos.

Siempre hay verles el lado bueno a las cosas_ aprobó Astoria.

Hermione, por su parte, consiguió hacer desaparecer su caracol al tercer intento, y la profesora McGonagall le dio diez puntos extra a Gryffindor. Fue la única a la que la profesora McGonagall no puso deberes;

Al menos alguien no estará sobrepasado de trabajo_ dijo Blaise, Hermione sonrió mientras sus compañeros suspiraban resignados.

a los demás les ordenó que practicaran el hechizo para el día siguiente, ya que por la tarde tendrían que volver a probarlo con sus caracoles. Harry y Ron, presas del pánico por la cantidad de trabajo que empezaba a acumulárseles, pasaron la hora de la comida en la biblioteca documentándose sobre los usos del ópalo en la fabricación de pociones. Hermione, que todavía estaba enfadada con Ron por su ofensivo comentario sobre los gorros de lana, no los acompañó.

Debiste recordar que no sabias para qué era el ópalo antes molestarla_ dijo Cedric con una sonrisa.

Tendré más cuidado en el futuro_ aseguró Ron, haciendo sonreír a todos mientras Hermione rodaba los ojos.

Por la tarde, cuando llegaron a Cuidado de Criaturas Mágicas, a Harry volvía a dolerle la cabeza.

Los dulces de los gemelos empiezan a parecerme muy atractivos_ dijo Collin, varios asintieron, pensando que se comprarían muchos para el próximo curso.

El día se había puesto frío y ventoso, y mientras descendían por el empinado jardín hacia la cabaña de Hagrid, situada al borde del Bosque Prohibido, notaron que algunas gotas de lluvia les caían en la cara. La profesora Grubbly-Plank esperaba de pie a los alumnos a unos diez metros de la puerta de la cabaña de Hagrid, detrás de una larga mesa de caballete cubierta de ramitas. Cuando Harry y Ron llegaron a donde estaba la profesora, oyeron una fuerte risotada a sus espaldas; se dieron la vuelta y vieron a Draco Malfoy, que iba con aire resuelto hacia ellos, rodeado como siempre de su cuadrilla de amigotes de Slytherin. Por lo visto, acababa de decir algo divertidísimo porque Crabbe, Goyle, Pansy Parkinson y los demás seguían riéndose con ganas cuando rodearon la mesa de caballete; y a juzgar por cómo miraban a Harry, éste pudo imaginar sin grandes dificultades el motivo del chiste. —

No necesitamos imaginarlo para saber que no era nada gracioso_ dijo Angelina.

Tienen un sentido del humor muy malo_ asintió Alicia.

Yo lo llamaría retorcido_ dijo Katie, varios asintieron.

Solo sigamos_ dijo Draco, queriendo pasar esa parte rápido.

¿Ya estáis todos? —gritó la profesora Grubbly-Plank cuando hubieron llegado los de Slytherin y los de Gryffindor—. Entonces manos a la obra. ¿Quién puede decirme cómo se llaman estas cosas? Señaló el montón de ramitas que tenía delante y Hermione levantó una mano. Malfoy, que estaba detrás, sacó los dientes e hizo una imitación de Hermione dando saltitos, ansiosa por contestar a la pregunta.

Celoso de que ella sepa las respuestas, Malfoy_ preguntó Fred, levantando una ceja.

Claro que no_ dijo Draco.

La parte de los dientas, ya no tiene sentido_ añadió Fred, Draco se encogió de hombros, decidiendo que era mejor no responder.

Pansy Parkinson soltó una carcajada que casi de inmediato se convirtió en un grito, pues las ramitas que había encima de la mesa brincaron y resultaron ser algo así como diminutos duendecillos hechos de madera, con huesudos brazos y piernas de color marrón, dos delgados dedos en los extremos de cada mano y una curiosa cara plana, que parecía de corteza de árbol, en la que relucían un par de ojos de color marrón oscuro. —¡Oooooh! —exclamaron Parvati y Lavender, lo cual molestó mucho a Harry. ¡Como si Hagrid nunca les hubiera enseñado criaturas impresionantes! Había que admitir que los gusarajos no eran nada del otro mundo, pero las salamandras y los hipogrifos habían sido muy interesantes, y los escregutos de cola explosiva, quizá hasta demasiado interesantes.

Demasiado_ dijeron todos.

Ellas no tienen la culpa de que Hagrid no esté_ dijo Dean_ no puedes enojarte por qué les interese las criaturas que están viendo.

Supongo_ dijo Harry con una pequeña mueca.

—¡Haced el favor de bajar la voz, señoritas! —ordenó la profesora GrubblyPlank con severidad, y luego esparció un puñado de algo que parecía arroz integral entre aquellos seres hechos de palitos, los cuales inmediatamente se abalanzaron sobre la comida—. A ver, ¿alguien sabe cómo se llaman estas criaturas? ¿Señorita Granger? —Bowtruckles —dijo Hermione—.

Esas criaturas me encantan_ dijo Demelza.

Son hermosas_ asintió Cho.

Pero suenan algo raras_ dijo Dudley, inclinando la cabeza.

Después de todo lo que has escuchado_ preguntó Harry.

Buen punto_ murmuró Dudley.

Son guardianes de árboles; generalmente viven en los que sirven para hacer varitas. —Cinco puntos para Gryffindor —replicó la profesora Grubbly-Plank—. Efectivamente, son bowtruckles, y como muy bien dice la señorita Granger, generalmente viven en árboles cuya madera se emplea para la fabricación de varitas. ¿Alguien sabría decirme de qué se alimentan? —De cochinillas —contestó Hermione de inmediato, y entonces Harry entendió por qué aquello que él había tomado por granos de arroz integral se movía—. Pero también de huevos de hada, si los encuentran. —Muy bien, anótate cinco puntos más.

Veinticinco puntos en un día_ dijo Ted_ nada mal.

Gracias_ dijo Hermione sonrojada.

Los demás tuvieron oportunidad de contestar_ preguntó Ginny, divertida.

Claro que si_ dijo Hermione con una sonrisita.

Bien, siempre que necesitéis hojas o madera de un árbol habitado por un bowtruckle, es recomendable tener a mano un puñado de cochinillas para distraerlo o apaciguarlo. Quizá no parezcan peligrosos, pero si los molestáis intentarán sacaros los ojos con los dedos, que, como podéis ver, son muy afilados; por lo tanto, no conviene que se acerquen a nuestros globos oculares.

Hay algo en está escuela que no sea potencialmente peligroso_ preguntó Dudley, recibiendo expresiones pensativas.

Claro que si_ dijo Justin.

Cuando se nos ocurra algo, te decimos_ dijo Michael.

No todo es peligroso_ dijo Albus, agitando la cabeza con diversión.

De modo que si queréis aproximaros un poco… Coged un puñado de cochinillas y un bowtruckle, hay uno para cada tres, y así podréis examinarlos mejor. Antes de que termine la clase quiero que cada uno de vosotros me entregue un dibujo con todas las partes del cuerpo señaladas. Los alumnos se acercaron a la mesa de caballete. Harry la rodeó deliberadamente por detrás para colocarse al lado de la profesora Grubbly-Plank. —¿Dónde está Hagrid? —le preguntó mientras los demás empezaban a elegir sus bowtruckles. —Eso no es asunto tuyo —contestó la profesora, tajante, y Harry recordó que cuando en otra ocasión Hagrid no se había presentado para dar su clase, ella había adoptado la misma actitud.

No hay necesidad de contestar así_ dijo Remus.

Pero no debe ser divertido, que te pregunten donde está el otro profesor_ dijo Tonks_ solo le recuerdas que está ahí temporalmente.

Es cierto_ dijo Kingsley_ aunque también es posible que no sea feliz enseñando y solo lo haga por qué es necesario.

Draco Malfoy, con una amplia sonrisa de suficiencia en el anguloso rostro, se acercó a Harry y cogió el bowtruckle más grande que encontró. —A lo mejor ese bruto zopenco ha tenido un accidente —sugirió en voz baja para que sólo pudiera oírlo Harry. —El que va a tener un accidente eres tú como no te calles —replicó Harry sin levantar la voz.

Díselo, Harry_ Daphne mientras Hagrid le sonriera a Harry.

Que sea prefecto no significa que tolerare lo que haga_ dijo Harry.

No se supone que lo haga_ dijo Minerva_ ser prefecto no hace a alguien intocable.

—Quizá se haya metido en un lío con alguien más grande que él; no sé si me entiendes… Malfoy se alejó, mirando hacia atrás y sonriendo, y de pronto Harry se sintió muy angustiado. ¿Sabía algo Malfoy? Al fin y al cabo, su padre era un mortífago; ¿y si tenía alguna información sobre el paradero de Hagrid que todavía no había llegado a oídos de la Orden?

Imposible_ dijo Albus_ si algo le pasara a Hagrid, lo sabríamos_ aseguró.

Eso es tranquilizante_ murmuró Harry.

Volvió a rodear la mesa y se dirigió hacia Ron y Hermione, que estaban de cuclillas en la hierba, un poco alejados, intentando convencer a un bowtruckle de que se estuviera quieto el tiempo necesario para que ellos pudieran dibujarlo. Harry sacó pergamino y pluma, se agachó junto a sus amigos y, con disimulo, les contó lo que acababa de decir Malfoy. —Si le hubiera ocurrido algo a Hagrid, Dumbledore lo sabría —opinó Hermione —. Si nos mostramos preocupados sólo estaremos poniéndoselo en bandeja a Malfoy; entonces comprenderá que nosotros no sabemos exactamente lo que está pasando. No tenemos que hacerle caso, Harry.

Es lo mejor_ dijo Amelia_ no le des más información que podría usar en tu contra.

No necesita información para actuar en mi contra_ dijo Harry_ siempre encuentra algo para molestar.

Eres fácil de molestar_ dijo Draco_ este curso aún más.

Me pregunto por qué_ dijo Cedric con sequedad, su tenía demasiado con lo que lidiar.

Toma, sujeta un momento al bowtruckle para que pueda dibujar su cara… —Sí —oyeron que decía Malfoy arrastrando las palabras; estaba sentado en otro grupo, cerca de ellos—, mi padre habló con el ministro hace un par de días, y según parece el Ministerio está decidido a tomar enérgicas medidas contra la escasa calidad de la educación en este colegio.

Así es_ dijo Sproud apretando los labios_ está quitando por completo la calidad educativa.

Será mejor que no vuelva a imponer un maestro en la escuela_ dijo Minerva.

No lo haré_ dijo el ministro rápidamente.

Estoy seguro que podemos tomar medidas para que algo así no vuelva a pasar_ dijo Albus_ verdad Cornelius_ preguntó, Fudge asintió muy rápido.

De modo que, aunque ese tarado gigantesco vuelva a presentarse por aquí, seguramente lo pondrán de patitas en la calle en el acto. —

Pues ya ves que no_ dijo Harry_ la que se irá será tu querida profesora_ todos asintieron, Draco se pudo muy rojo cuando lo miraron.

¡AY! Harry había sujetado tan fuerte al bowtruckle que éste casi se había partido, pero como represalia le había hecho un fuerte arañazo en la mano con los afilados dedos, dejándole dos largos y profundos cortes. Harry lo soltó.

Harry se llevó la mano a la boca inconscientemente, recibiendo sonrisas comprensivas de sus amigos.

Tu solo ignóralo_ dijo Sirius_ la clase no durará demasiado.

Crabbe y Goyle, que ya estaban riéndose a carcajadas ante la idea de que despidieran a Hagrid, se rieron con más entusiasmo todavía cuando el bowtruckle salió corriendo a toda velocidad hacia el bosque y vieron cómo aquel pequeño individuo se perdía enseguida entre las raíces de los árboles. Cuando la campana repicó por el jardín, Harry enrolló su dibujo del bowtruckle, manchado de sangre, y fue hacia Herbología con la mano envuelta en el pañuelo de Hermione. La despectiva risa de Malfoy todavía le resonaba en los oídos. —Como vuelva a llamar tarado a Hagrid una sola vez… —gruñó Harry. — Harry, no te vayas a pelear con Malfoy, no olvides que ahora es prefecto, podría hacerte la vida imposible si quisiera…

No necesita ser prefecto para hacerle la vida imposible_ dijo Daphne entre dientes.

Menos ahora_ dijo Hermione_ está por encima de los prefectos.

Pero ya se le acabó_ dijeron todos los prefectos sonriéndole a Draco con demasiada dulzura, haciéndolo palidecer.

Qué quieren decir_ preguntó Gerald.

Seguro sale_ dijo Millicent con una mueca, apenada.

—Uf, no me imagino cómo debe de ser eso de que te hagan la vida imposible — replicó Harry con sarcasmo.

Eso sacó algunas risitas de los alumnos, mientras los adultos negaban con la cabeza.

Ron rió, pero Hermione frunció el entrecejo. Luego siguieron recorriendo juntos los huertos mientras el cielo se mostraba incapaz de decidir si quería que lloviera o no. —Es que estoy deseando que Hagrid vuelva, nada más —comentó Harry en voz baja cuando llegaron a los invernaderos—. ¡Y no se te ocurra decir que esa GrubblyPlank es mejor profesora que él! —añadió amenazadoramente. —

Y si lo decía, que ibas a hacerle_ preguntó Collin.

Todavía no lo había decidido_ dijo Harry_ supongo que lo que me naciera_ se encogió de hombros, fingiendo no ver la mirada fulminante que le dio Hermione.

No pensaba decirlo —repuso Hermione con serenidad. —Porque no le llega ni a la suela de los zapatos —agregó Harry con firmeza. Era consciente de que acababa de presenciar una clase de Cuidado de Criaturas Mágicas ejemplar y estaba muy molesto por ello.

Con nada se te complace_ dijo Tracy, negando con la cabeza, Harry se encogió de hombros.

La puerta del invernadero más cercano se abrió y por ella desfilaron unos cuantos alumnos de cuarto curso, entre los que estaba Ginny. —¡Hola! —los saludó con alegría al pasar a su lado. Unos segundos más tarde salió Luna Lovegood, un tanto rezagada del resto de la clase, con la nariz manchada de tierra y el cabello recogido en un moño en lo alto de la cabeza. Al ver a Harry, los saltones ojos de Luna se desorbitaron aún más por la emoción y fue derechita hacia él.

No se trata de eso_ dijo Luna, sonrojada cuando varios movieron las cejas en su dirección.

Eso espero_ dijo Daphne_ ya bastante tengo con escuchar de Cho_ informó.

Por qué me metes a mi_ preguntó Cho sonrojada, ignorando las miradas que le dirigían sus compañeros.

Muchos compañeros de Harry giraron la cabeza con curiosidad. Luna respiró hondo y, sin saludarlo siquiera con un «Hola», dijo: —Yo sí creo que El-que-no-debe-ser-nombrado ha regresado y que tú peleaste con él y lograste escapar.

Así se habla_ dijo Remus_ me alegra que le creas Luna_ añadió, Luna le sonrió.

—Va-vale —balbuceó Harry. Luna llevaba unos pendientes que parecían rábanos de color naranja, un detalle en el que también se habían fijado Parvati y Lavender, pues ambas se reían por lo bajo y le señalaban las orejas.

No les gustan_ preguntó Luna, tocando sus pendientes.

Son lindos_ aseguró Theo.

Pero solo tú, podrías lucirlos_ dijo Lavender con cuidado.

No combinarían con el resto de nuestra ropa_ asintió Parvati, Luna asintió en comprensión haciendo que las chicas suspiren aliviadas, ahora que la conocían les agradaba y no querían lastimarla.

—Podéis reíros —prosiguió Luna elevando la voz; al parecer, pensaba que Parvati y Lavender se reían de lo que acababa de decir y no de los pendientes que llevaba—,

Eso creí_ dijo Luna.

pero antes la gente tampoco creía que existieran ni los blibbers maravillosos ni los snorkacks de cuernos arrugados. —

Luna eso no…_ Remus se interrumpió cuando Luna lo miró_ no ha sido documentado, pero tal vez algún día puedas fotografiarlos para todos_ añadió cambiando lo que iba a decir, Luna asintió emocionada.

Ya, y tenían razón, ¿no? —dijo Hermione, impaciente—. Los blibbers maravillosos y los snorkacks de cuernos arrugados no existen. Luna le lanzó una mirada fulminante y se alejó indignada, mientras los rabanitos oscilaban con energía en sus orejas.

Cuando los vea, serás la primera en saberlo_ informó Luna.

Me gustaría eso_ dijo Hermione, dándole una pequeña sonrisa, que Luna devolvió.

Parvati y Lavender ya no eran las únicas que se desternillaban de risa. —¿Quieres hacer el favor de no insultar a la única persona que cree en mí? —le dijo Harry a Hermione mientras entraban en la clase. —Por favor, Harry, tú te mereces algo mejor. Ginny me ha hablado de Luna; por lo visto, sólo cree en cosas de las que no hay pruebas.

No puedes creer solo en lo que ves_ dijo Luna.

Lo sé_ suspiró Hermione apenada_ mantendré la mente abierta_ aseguró.

Ya verás que eso es mejor_ dijo Luna.

Bueno, y no me extraña que así sea, siendo la hija del director de El Quisquilloso. Harry se acordó de los siniestros caballos alados que había visto la noche de su llegada a Hogwarts, y de que Luna había afirmado que ella también los veía, y se deprimió un poco. ¿Y si Luna le había mentido? Pero antes de que siguiera reflexionando sobre aquel tema, Ernie Macmillan se le había acercado.

Veamos que dice_ dijo Molly.

Nada malo_ aseguró Ernie.

—Quiero que sepas, Potter —dijo con una voz fuerte y decidida—, que no te apoyan sólo los bichos raros.

Oye_ dijo Theo.

Los siento Luna_ dijo Ernie con una mueca_ creo que me costó un poco comprenderte_ añadió, Luna asintió.

Yo te creo sin reservas.

De verdad_ preguntó Bill levantando una ceja.

En ningún momento creí en lo que decía el profeta_ dijo Ernie.

Mi familia siempre ha respaldado incondicionalmente a Dumbledore, y yo también. —Muchas gracias, Ernie —contestó Harry, sorprendido, pero también agradecido. Ernie podía ser pedante en ocasiones como aquélla,

Oye_ se quejó Ernie.

Lo siento_ dijo Harry con una sonrisa, mientras varios se reían.

No puedes discutir contra eso_ dijo Hanna con una risita, Ernie la miró mal, pero no refutó.

pero Harry, dadas las circunstancias, supo apreciar el voto de confianza de alguien que no llevaba rabanitos colgando de las orejas.

Lo siento_ dijo Harry cuando Luna frunció el ceño en su dirección.

Al menos las palabras de Ernie le habían borrado la sonrisa de la cara a Lavender Brown, y cuando se dio la vuelta para hablar con Ron y Hermione, Harry vio la expresión de Seamus, que era una mezcla de desconcierto y desafío.

Vamos chicos_ se quejó Tonks_ ustedes son mejores que eso.

Estoy seguro que cuando llegue el momento, apoyaremos a Harry sin reservas_ dijo Seamus, Lavender asintió.

La profesora Sprout empezó la clase sermoneando a sus alumnos sobre la importancia de los TIMOS, lo cual no sorprendió a nadie. Harry estaba deseando que los profesores dejaran de referirse a los exámenes; empezaba a notar una desagradable sensación en el estómago cada vez que recordaba la cantidad de deberes que tenía que hacer, una sensación que empeoró notablemente cuando, al finalizar la clase, la profesora Sprout les mandó otra redacción.

Era necesario, profesora_ preguntó Anthony.

Claro que si_ dijo Sproud_ herbología es una materia muy importante, es mejor que saquen una buena nota_ varios asintieron en comprensión.

Así pues, cansados y apestando a estiércol de dragón, el tipo de fertilizante preferido de la profesora Sprout, los de Gryffindor regresaron al castillo. Nadie hablaba mucho ya que había sido un largo día. Como Harry estaba muerto de hambre y tenía su primer castigo con la profesora Umbridge a las cinco en punto,

Ya falta poco_ murmuró Harry, viendo como Umbridge intentaba mantenerse serena, pero Harry pensó que tal ves estaba buscando la manera de hacer ver a todos que había hecho lo que creyó mejor para todos.

fue directamente al Gran Comedor sin dejar su mochila en la torre de Gryffindor, con la idea de comer algo antes de enfrentarse a lo que la profesora le tuviera preparado. Sin embargo, cuando acababa de llegar a la puerta, alguien le gritó, con voz potente y enfadada: —¡Eh, Potter! —¿Qué pasa ahora? —murmuró él con tono cansino. Al darse la vuelta vio a Angelina Johnson, que parecía de un humor de perros.

Y no era para menos_ dijo Angelina.

Yo tampoco habría estado feliz_ dijo Oliver.

Problemas con la capitana_ dijo Viktor con una mueca_ eso nunca termina bien.

—¿Cómo que qué pasa? —replicó ella dirigiéndose hacia él y clavándole el dedo índice en el pecho—.

A ver como sales de esto_ dijo Sirius_ no fue una buena contestación para tu capitana.

No sabía que era ella_ se defendió Harry.

¿Cómo has permitido que te castiguen el viernes a las cinco? —

Los castigos no son algo que los alumnos deban permitir_ dijo Minerva, Angelina se encogió de hombros, pero le dio una pequeña sonrisa a Harry.

¿Qué? ¿Qué…? ¡Ah, sí, las pruebas para elegir al nuevo guardián! —¡Ahora se acuerda! —rugió Angelina—.

Demasiado tarde para acordarse_ dijo Alicia.

No creí que se lo tomaría tan mal_ dijo Harry.

¿Acaso no te dije que quería hacer una prueba con todo el equipo y buscar a alguien que encajara con el resto de los jugadores? ¿No te dije que había reservado el campo de quidditch con ese propósito?

Se lo dijiste_ asintió George.

Gracias por el apoyo_ dijo Harry mirándolo mal, mientras Angelina le sonreía a su novio.

¡Y ahora resulta que tú has decidido no ir!

Debiste programar tu castigo para otro día, Harry_ lo regañó Katie, Harry rio mientras Angelina se sonrojaba.

—¡Yo no he decidido nada! —protestó Harry, dolido por la injusticia de aquellas palabras—.

Esa no era mi intención, Harry_ dijo Angelina_ es solo que realmente quería ganar este año.

Lo entiendo_ dijo Harry, sabiendo lo importante que debía ser para ella ganar en su año como capitana.

La profesora Umbridge me ha castigado por decir la verdad sobre Quien-tú-sabes. —Pues ya puedes ir a verla y pedirle que te levante el castigo del viernes —dijo Angelina con fiereza—. Y no me importa cómo lo hagas. Si quieres dile que Quien- tú-sabes es producto de tu imaginación,

Angelina_ la regañaron todos.

Lo siento, pero era muy importante que mi equipo estuviera _ dijo Angelina_ aunque ya no importa, ya me resigne a que este año no ganaremos_ dijo y de pronto pareció muy triste.

Qué quieres decir_ preguntó Oliver, mientras George, asaba un brazo por los hombros de su novia para consolarla.

Ya sale_ dijo George mientras todo el equipo dirigía miradas de muerte a Draco y su grupito, que se preocuparon por lo que pasaría cuando se leyera esa pelea.

pero ¡quiero verte el viernes en el campo! Dicho eso, se alejó a grandes zancadas. —¿Sabéis qué? —les dijo Harry a Ron y a Hermione cuando entraban en el Gran Comedor—. Tendríamos que preguntar al Puddlemere United si Oliver Wood se ha matado en una sesión de entrenamiento, porque tengo la impresión de que su espíritu se ha apoderado del cuerpo de Angelina. —

eso hizo que todos miraran a Harry antes de estallar en carcajadas.

Harry_ se quejó Angelina sonrojada.

Lo siento, pero fue como hablar con Oliver_ dijo Harry.

Lo peor es que suena a algo que Oliver podría hacer_ dijo Viktor_ hará cualquier cosa con tal de jugar.

Claro que no_ dijo Oliver, ofendido, pero varios asintieron.

¿Crees que hay alguna posibilidad de que la profesora Umbridge te levante el castigo del viernes? —preguntó Ron con escepticismo mientras se sentaban a la mesa de Gryffindor. —Ninguna —contestó Harry con desánimo; se sirvió unas costillas de cordero y empezó a comer—. Pero de todos modos será mejor que lo intente, ¿no? Le propondré cambiar el castigo del viernes por dos días más o algo así, no lo sé…

No creo que acepte_ dijo Narcissa_ así que no te rebajes a rogar.

Aunque si lo ofrece más días de castigo, podría cambiar de opinión_ dijo Sirius pensativo.

Aun así, debo estar de acuerdo con Narcissa_ dijo Andrómeda_ mejor no se lo pidas.

Valía la pena intentarlo_ dijo Harry, sabiendo que la petición solo hizo que el sapo lo disfrutara más.

— Tragó un bocado de patata y añadió—: Espero que no me entretenga demasiado esta tarde.

No me entretuvo_ dijo Harry lentamente_ pero cada segundo contó_ informó, haciendo que varios fruncieran el ceño, mientras Umbridge le daba una mirada de advertencia, que Harry fingió no ver.

¿Te das cuenta de que tenemos que escribir tres redacciones, practicar los hechizos desvanecedores para McGonagall, trabajar en un contraencantamiento para Flitwick, terminar el dibujo del bowtruckle y empezar ese absurdo diario de sueños para Trelawney? Ron soltó un gemido y miró al techo. —Y para colmo parece que va a llover.

Todos que habían estado gimiendo ante el pesado trabajo que tenían que realizar los de quinto, no pudieron evitar reír ante el ultimo comentario de Ron que se puso del color de su cabello.

—¿Qué tiene eso que ver con nuestros deberes? —le preguntó Hermione con las cejas arqueadas. —Nada —contestó rápidamente Ron, y se le pusieron las orejas coloradas.

Eso provocó nuevas risitas.

Con un clima mejor, daría más ganas de hacer los deberes_ dijo Astoria.

Ron y Harry estarían anhelando estar afuera_ dijo Hermione.

A las cinco menos cinco, Harry se despidió de sus amigos y fue hacia el despacho de la profesora Umbridge, en el tercer piso. Llamó a la puerta y ella contestó con un meloso «Pasa, pasa».

Qué pasa_ preguntó Moody, notando que varios se estremecieron ante eso.

No pasa nada_ dijo Umbridge poniendo los ojos en blanco.

Harry entró con cautela, mirando a su alrededor. Harry había visto aquel despacho en la época en que lo habían utilizado cada uno de los tres anteriores profesores de Defensa Contra las Artes Oscuras. Cuando Gilderoy Lockhart estaba instalado allí, las paredes se hallaban cubiertas de retratos suyos. Cuando lo ocupaba Lupin, se podía encontrar en aquella habitación cualquier fascinante criatura tenebrosa en una jaula o en una cubeta. Y en tiempos del falso Moody, el despacho estaba abarrotado de diversos instrumentos y artefactos para la detección de fechorías y ocultaciones.

Cualquier cosa es mejor que ahora_ dijo un primer año.

Es horrible_ dijo otro.

Peor que la de Lockhart_ preguntó Marcus.

Mucho peor_ dijeron todos.

En ese momento, sin embargo, estaba completamente irreconocible. Todas las superficies estaban cubiertas con fundas o tapetes de encaje. Había varios jarrones llenos de flores secas sobre su correspondiente tapete, y en una de las paredes colgaba una colección de platos decorativos, en cada uno de los cuales había un gatito de color muy chillón con un lazo diferente en el cuello.

Los que no habían visto esa oficina escucharon horrorizados la descripción.

Creo que voy a vomitar_ dijo Tonks cambiando su cabello a verde.

No te culpo_ dijo Remus frotándole la espalda, para ayudarla.

Eran tan feos que Harry se quedó mirándolos, petrificado, hasta que la profesora Umbridge volvió a hablar.

A su lado Crookshanks podría ser considerado una belleza_ dijo Harry varios asintieron, mientras Hermione los miraba ofendida.

—Buenas tardes, señor Potter. Harry dio un respingo y miró nuevamente a su alrededor. Al principio no la había visto porque llevaba una chillona túnica floreada cuyo estampado se parecía mucho al del mantel de la mesa que la profesora tenía detrás.

Eso generó otra ronda de carchadas y varios asentimientos, haciendo que Umbridge se ponga roja de ira.

—Buenas tardes, profesora Umbridge —repuso con frialdad. —Siéntese, por favor —dijo la profesora señalando una mesita cubierta con un mantel de encaje a la que había acercado una silla. Sobre la mesa había un trozo de pergamino en blanco que parecía esperar a Harry.

Pergamino_ murmuró Sirius_ solo hará líneas.

No lo creo_ susurró Amelia_ solo basta con ver a Harry_ Sirius asintió

—Esto… —empezó él sin moverse—, profesora Umbridge… Esto…, antes de empezar quería pedirle… un favor. Los saltones ojos de la bruja se entrecerraron. —¿Ah, sí? —Sí, mire… Es que estoy en el equipo de quidditch de Gryffindor. Y el viernes a las cinco en punto tenía que asistir a las pruebas de selección del nuevo guardián, y me gustaría saber si… si podría librarme del castigo esa tarde y hacerlo… cualquier otra tarde… Antes de terminar la frase ya había comprendido que no iba a servir de nada.

Al menos lo intentaste_ dijo Angelina dándole una sonrisa.

Parecía demasiado importante para ti_ dijo Harry devolviéndole la sonrisa_ y para mí también lo era_ añadió, haciendo que la sonrisa de Angelina se agrandara.

—¡Ah, no! —replicó la profesora Umbridge esbozando una sonrisa tan amplia que parecía que acabara de tragarse una mosca especialmente sabrosa—. No, no, no. Lo he castigado por divulgar mentiras repugnantes y asquerosas con las que sólo pretende obtener notoriedad, señor Potter, y los castigos no pueden ajustarse a la comodidad del culpable.

Hasta que dice algo con sentido_ murmuró Severus.

Odio estar de acuerdo con ella_ le dijo Flitwick arrugando la nariz.

No, mañana vendrá aquí a las cinco en punto, y pasado mañana, y también el viernes, y cumplirá sus castigos como está planeado. De hecho, me alegro de que se pierda algo que desea mucho.

Claro que si_ dijo Narcissa secamente_ por eso no debías ni mencionar cambiar de día de castigo.

Ahora lo sé_ dijo Harry.

Eso reforzará la lección que intento enseñarle. Harry notó que la sangre le subía a la cabeza y oyó unos golpes sordos en los oídos. Así que lo que hacía era divulgar mentiras repugnantes y asquerosas con las que sólo pretendía obtener notoriedad, ¿eh?

Pues ahora ve que no_ dijo Sirius_ mi ahijado solo dijo la verdad.

Era demasiado increíble_ dijo Umbridge_ yo hice lo que me mandaron a hacer, evitar que se propague una historia que creíamos mentira_ explicó.

La profesora Umbridge lo miraba con la cabeza un poco ladeada y seguía sonriendo abiertamente, como si supiera con exactitud lo que Harry estaba pensando y quisiera comprobar si se ponía a gritar otra vez. El chico hizo un gran esfuerzo, miró hacia otro lado, dejó su mochila junto a la silla y se sentó.

No le des el gusto_ dijo Andrómeda_ solo cumple con tu castigo y márchate.

Lo hice_ aseguró Harry.

—Bueno —continuó la profesora Umbridge con dulzura—, veo que ya estamos aprendiendo a controlar nuestro genio, ¿verdad? Y ahora quiero que copie un poco, Potter.

Solo hará líneas_ preguntó Remus.

Así es_ dijo Umbridge rápidamente_ es un castigo como cualquier otro, así que creo que deberíamos saltearlo y leer el siguiente capítulo_ añadió.

No vamos a saltarnos nada_ dijo Albus con firmeza.

No, con su pluma no —añadió cuando Harry se agachó para abrir su mochila—. Copiará con una pluma especial que tengo yo. Tome. —

Un poco dramático, no_ preguntó Ted_ cualquier pluma serviría.

Solo espere_ dijo Harry mientras Umbridge empezaba a respirar agitadamente.

Le entregó una larga, delgada y negra pluma con la plumilla extraordinariamente afilada—.

Eso hizo que los aurores fruncieran el ceño, antes de negar con la cabeza, lo que se les había ocurrido no podía ser.

Quiero que escriba «No debo decir mentiras» —le indicó con voz melosa. —¿Cuántas veces? —preguntó Harry fingiendo educación lo mejor que pudo. —Ah, no sé, las veces que haga falta para que se le grabe el mensaje —contestó la profesora Umbridge con ternura—. Ya puede empezar. Ella fue hacia su mesa, se sentó y se encorvó sobre un montón de hojas de pergamino que parecían trabajos para corregir.

Creo que ya podemos dejar de leerlo_ dijo Umbridge_ ministro, realmente queremos leer sobre poner escribiendo unas cuantas líneas_ preguntó.

Si queremos_ dijo Fudge_ así que deja de interrumpir para acabar con esto rápido.

Pero ministro…_ insistió Umbridge, pero Fudge no le hizo caso.

Harry levantó la afilada pluma negra y entonces se dio cuenta de lo que le faltaba. —No me ha dado tinta —observó. —Ya, es que no la necesita —contestó la profesora,

Como que no lo necesita_ preguntó Amelia_ todas las plumas la necesitan.

Soga leyendo_ dijo Moody, la profesora Sinistra asintió y continuó leyendo con el ceño fruncido.

y algo parecido a la risa se insinuó en su voz. Harry puso la plumilla en el pergamino, escribió: «No debo decir mentiras» y soltó un grito de dolor.

Qué pasa_ preguntó Molly alarmada mientras Harry hacia una mueca.

No pasa nada_ dijo Umbridge_ no recuerdo que haya gritado_ aseguró dulcemente, mientras Harry rodaba los ojos, parecía que la estrategia de Umbridge sería la negación.

Las palabras habían aparecido en el pergamino escritas con una reluciente tinta roja, y al mismo tiempo habían aparecido en el dorso de la mano derecha de Harry. Quedaron grabadas en su piel como trazadas por un bisturí;

En ese momento se instaló un pesado silencio en la sala mientras todos asimilaban lo que acababan de decir.

Qué_ gritó Molly, alarmada.

Es mentira_ dijo Umbridge_ el libro ha sido manipulado para hacerme parecer…

Parece que la que debe escribir "no debo decir mentiras" es usted_ dijo Harry levantándose y mostrado su mano.

En ese momento tanto Sirius como Remus tuvieron que ser detenidos para que no asesinaran a Umbridge.

Suéltame_ dijo Sirius mientras su novia lo retenía_ como se atreve a dañarlo_ preguntó, alcanzado su varita y lanzándole una serie de hechizos.

No lo hice_ dijo Umbridge_ Potter debió haber hecho eso para que me culparan.

Será mejor que se calle_ dijo Remus, logrando liberarse de Tonks y Kingsley_ la voy a matar_ gruñó llendo hacia ella, mientras el sapo se escondía detrás del ministro que lucía horrorizado.

Usaste una pluma de sangre en un estudiante_ preguntó Amelia con una voz tan oscura que varios sintieron escalofríos.

Conteste_ dijo Minerva, apretando su varita con fuerza, siendo seguida por todos los profesores, incluso Snape estaba furioso por eso.

Claro que no_ dijo Umbridge.

No fue solo un alumno_ dijo un alumno levantándose y mostrando su mano, inmediatamente le siguieron varios, a muchos se les apretó el corazón al observar que la mayoría eran de primer año.

Va a seguir negándolo_ preguntaron los gemelos, también mostrando sus heridas.

Me mandaron a poner orden_ dijo Umbridge_ autorización de castigarlos, dígaselos ministro.

Tenía derecho de castigarlos_ asintió Fudge, Umbridge sonrió ante eso_ pero no recuerdo haber autorizado la tortura_ dijo más enojado de lo que alguien lo había visto.

Yo solo…_ empezó Umbridge.

Torturó a mi ahijado_ dijo Sirius_ abuso de los estudiantes, esto no se puede quedar así.

No lo hará_ aseguró Amelia_ pero necesito que todos se calmen_ intentó sin éxito.

Eso no es posible_ dijo Molly_ esa mujer debe pagar por lo que hizo.

Hice lo que tenía que hacer_ dijo Umbridge.

Ministro…_ intentó Umbridge,

Aun no le queda claro que el ministro no la va a apoyar_ preguntó Arthur, mientras retenía a su esposa_ o si_ preguntó mirando a Fudge.

Claro que no_ dijo el ministro de inmediato_ las plumas de sangre están reguladas y Umbridge no tiene autorización para usarlas.

Yo…_ Umbridge fue interrumpida.

Basta_ dijo Albus mirando con dureza_ este es un tema que debemos tratar con mucho cuidado y lo haremos sin los alumnos presentes_ declaró, haciendo un gran esfuerzo por controlarse, esa mujer iba a pagar el haber lastimado a sus alumnos_ así que acabemos con el capítulo para que les sirvan la cena a los estudiantes mientras los demás vamos a mi oficina.

Completamente de acuerdo_ dijo Amelia.

Supongo que esperare en la oficina de Dumbledore_ dijo Umbridge, empezando a dirigirse a la puerta del comedor.

No lo creo_ dijo Amelia_ Auror Shacklebolt, póngala bajo custodia_ Kingsley asintió y se dirigió a Umbridge.

Siéntese madame_ dijo Kingsley, pero Umbridge no lo hizo_ no estoy por encima de aturdirla_ informó Kingsley de forma amenazante, asustada ante eso, Umbridge se sentó, sorprendiéndose cuando Kingsley la esposó a su silla y se colocó detrás de ella.

Auror Tonks, vaya por las pruebas_ dijo Amelia cuando el sapo estuvo asegurado_ Alastor, acompáñala_ los dos aurores asintieron y fueron a la oficina de Umbridge.

Mientras hacían eso, muchos alumnos, más que nada de Slytherin miraban a Harry.

Por qué no me dijiste nada_ preguntó Daphne.

Al principio pensé que lo sabias_ dijo Harry, abrazándola_ luego entendí que probablemente los Slytherin no lo sabían.

No lo hacíamos_ dijo Draco_ nunca pensamos que seria capaz de algo así.

Pensamos que serían castigos típicos_ dijo Pansy_ pero esto…_ no sabía que decir.

Realmente ustedes no lo sabían_ preguntó Ron.

No_ dijo Draco, parecía haber perdido algo de color ante lo revelado.

Ninguno de nuestra casa estuvo sometido a eso_ dijo Tracy.

Será mejor que sigamos leyendo_ dijo el director, mientras Molly iba a abrazar a Harry y los gemelos.

Sirius, Remus_ preguntó Harry.

Hablaremos después, Harry_ informó Sirius, Harry asintió, desenado que su padrino revelara lo que planeaba, pero este mantenía una expresión inescrutable.

sin embargo, mientras contemplaba aquel reluciente corte, la piel cicatrizó y quedó un poco más roja que antes, pero completamente lisa.

Si se borró, como es que tiene la cicatriz_ preguntó Susan.

Debió haber escrito una y otra vez_ dijo Amelia_ esas plumas se usan para pequeñas cosas, no es para uso continuo_ explicó.

Para qué se usan_ preguntó Neville.

Contratos y cosas así_ respondió Fudge.

Harry se dio la vuelta y miró a la profesora Umbridge. Ella lo observaba con la boca de sapo estirada forzando una sonrisa.

Siempre sonríe_ dijo Harry.

Le encanta vernos sangrar_ dijo un primer año siendo de Hufflepuff reconfortado por su prefecto.

—¿Sí? —Nada —respondió él con un hilo de voz.

Harry…_ empezó Molly.

No iba darle la satisfacción de quejarme_ dijo Harry_ no es como que pudiera detenerme.

Harry volvió a mirar el pergamino, puso la plumilla encima una vez más y escribió «No debo decir mentiras»; inmediatamente notó otra vez aquel fuerte dolor en el dorso de la mano; una vez más las palabras se habían grabado en su piel; y una vez más, desaparecieron pasados unos segundos. Harry siguió escribiendo. Una y otra vez, trazaba las palabras en el pergamino y pronto comprendió que no era tinta, sino su propia sangre. Y una y otra vez, las palabras aparecían grabadas en el dorso de su mano, cicatrizaban y aparecían de nuevo cuando volvía a escribir con la pluma en el pergamino. A través de la ventana del despacho vio que había oscurecido,

Cuanto tiempo lo tuviste haciendo eso_ preguntó Amelia.

Conteste_ ordenó Kingsley mientras Moody y Tonks, regresaban cargando unos objetos.

El tiempo que me pareció necesario_ respondió Umbridge.

Ni siquiera fingirá lamentarlo_ preguntó Cedric.

Todo lo hice por el bien del ministerio_ dijo Umbridge_ sabrán que todo está justificado cuando les expliqué después del capítulo.

Solo vamos a seguir_ dijo Fudge.

pero Harry no preguntó cuándo podía parar. Ni siquiera miró qué hora era. Sabía que ella lo observaba, atenta a cualquier señal de debilidad, y no pensaba mostrar ninguna, aunque tuviera que pasar toda la noche allí sentado, cortándose la mano con aquella pluma… —

Harry, lo que tenías que hacer era parar y correr hacia Minerva_ dijo Remus_ no es posible que lo soportaras tanto tiempo

Entonces ella habría ganado_ dijo Harry.

No se trata de eso_ dijo Bill, pero Harry volvió a mirar hacia el libro.

Sabes que es lo peor_ preguntó Sirius.

Que nosotros habríamos pensado igual a su edad_ contestó Remus, Sirius asintió.

Venga aquí —le ordenó la profesora Umbridge al cabo de lo que a Harry le parecieron horas. El chico se levantó. Le dolía la mano, y cuando se la miró vio que el corte se había curado, pero tenía la piel muy tierna. —La mano —pidió la profesora Umbridge. Harry se la tendió y ella la cogió entre las suyas. Harry contuvo un estremecimiento cuando la profesora se la tocó con sus gruesos y regordetes dedos, en los que llevaba varios feos y viejos anillos. —¡Ay, ay, ay! Veo que todavía no le he impresionado mucho —comentó sonriente—. Bueno, tendremos que intentarlo de nuevo mañana, ¿no?

Va a seguir haciéndolo_ preguntó Tonks.

Harry, dime que fuiste donde Minerva, por favor_ suplicó Sirius.

Lo siento_ dijo Harry_ pero no.

Debió hacerlo_ dijo Minerva_ yo lo habría detenido de inmediato.

Lo que no entiendo es como ninguno de ustedes se dio cuenta_ dijo Moody.

Fueron demasiado cuidadosos para que no lo notáramos_ dijo Flitwick, mirando a sus alumnos haciéndoles ver su desacuerdo con eso.

Ya puede marcharse. Harry se marchó del despacho sin decir palabra. El colegio estaba casi desierto; debía de ser más de medianoche. Fue lentamente por el pasillo y entonces, cuando hubo doblado la esquina y estuvo seguro de que la profesora Umbridge ya no podría oírlo, echó a correr. No había tenido tiempo de practicar los hechizos desvanecedores, ni había anotado un solo sueño en su diario de sueños, ni había terminado el dibujo del bowtruckle ni había escrito las redacciones.

Eso es lo de menos_ dijeron todos los profesores.

Quejarse no serviría de nada_ dijo Harry_ tenía que seguir con mis cosas.

Serviría para que no sigas con los demás castigos_ dijo Adrián, Harry se encogió de hombros.

A la mañana siguiente se saltó el desayuno para escribir un par de sueños inventados para la clase de Adivinación, la primera que tenían aquel día, y le sorprendió que Ron, muy despeinado, se quedara con él en la sala común. —¿Por qué no lo hiciste anoche? —le preguntó Harry mientras Ron miraba a su alrededor, desesperado, en busca de inspiración. Su amigo, que estaba profundamente dormido la noche anterior, cuando Harry llegó al dormitorio, murmuró algo de que había estado «haciendo otras cosas»,

Qué cosas_ preguntó Astoria.

Cosas de hombres_ dijo Ron encogiéndose de hombros, logrando sacar unas cuantas sonrisas a sus compañeros.

se inclinó sobre su hoja de pergamino y garabateó unas cuantas palabras. —Bueno, ya está —afirmó, y cerró el diario de un golpetazo—. He puesto que soñé que me compraba unos zapatos nuevos. No creo que pueda ver nada raro en eso, ¿verdad? —

no lo creo_ dijo Padma_ pero conociendo a la profesora, puede que sí_ varios asintieron.

Podrías haberle dicho que soñaste con el grim_ dijo Susan.

Parecía habérsele olvidado, no seria yo quien se lo recordara_ dijo Harry.

Salieron juntos hacia la torre norte—. ¿Cómo te fue el castigo con la profesora Umbridge, por cierto? ¿Qué te hizo? Harry vaciló un instante y luego contestó: —Me puso a copiar.

No les vas a contar_ preguntó Terry frunciendo el ceño.

No todavía_ dijo Harry.

Eso suena como si planearas contárnoslo_ dijo Hermione mirándolo mal, Harry le sonrió con disculpa.

Eventualmente les diría_ aseguró Harry.

—Ah, pues no está tan mal —comentó Ron. —No —confirmó Harry. —Oye, se me olvidaba, ¿te levantó el castigo del viernes? —No. Ron se solidarizó con su amigo soltando un gruñido.

Por eso es mi mejor amigo_ dijo Harry, Ron se sonrojó, pero sonrió cuando los demás se rieron, aligerando un poco la tensión que se había instalado desde que leyeron el castigo.

Harry volvió a tener un mal día; fue uno de los peores en Transformaciones porque no había practicado los hechizos desvanecedores. Tuvo que saltarse la hora de la comida para terminar el dibujo del bowtruckle y, entre tanto, las profesoras McGonagall, Grubbly-Plank y Sinistra les pusieron aún más deberes, que él no iba a poder terminar aquella tarde por culpa de su segundo castigo con la profesora Umbridge.

Cuantos castigos soportaste_ preguntó Charlie, sin estar seguro de querer una respuesta.

Varios_ fue la única respuesta de Harry.

Saben, me pregunto cómo es que Umbridge planeaba librarse de la situación_ dijo Lee_ tarde o temprano alguien hablaría_ varios asintieron, pero Umbridge no dio respuesta, algunos se preguntaron si Kingsley la había silenciado.

Para colmo, Angelina Johnson volvió a abordarlo a la hora de la cena y, al enterarse de que no podría ir el viernes a las pruebas para seleccionar al nuevo guardián, le dijo que su actitud la había decepcionado mucho y que esperaba que los jugadores que quisieran seguir en el equipo antepusieran los entrenamientos a sus otras obligaciones.

Angelina_ la regañaron varios.

Yo no sabía que Umbridge era una arpía sádica_ se defendió Angelina_ me habría mostrado más solidaria.

Traten de entender_ dijo Oliver_ ser capitán no es nada sencillo.

—¡Estoy castigado! —le gritó Harry mientras ella se alejaba muy indignada—.

Exacto_ dijo Alicia.

Lo siento_ dijo Angelina, Harry le sonrió, mostrando que ya no importaba.

¿Acaso crees que prefiero estar encerrado en una habitación con ese sapo viejo a jugar al quidditch? —

Yo preferiría quedarme con Snape que estar cerca de ese sapo_ dijo Fred, varios asintieron.

No compares a mi padrino con ella_ dijo Draco.

No lo hizo_ dijo George_ Snape es mejor que ella_ Draco asintió satisfecho mientras Snape ocultaba una sonrisa.

Al menos sólo tienes que copiar —comentó Hermione para consolarlo cuando Harry volvió a sentarse en el banco y se quedó contemplando su pastel de carne y riñones, que ya no le gustaba tanto—. La verdad es que no es un castigo espantoso… Harry despegó los labios, volvió a cerrarlos y asintió.

Debiste haber hablado en ese momento_ dijo Hermione.

No era el lugar_ dijo Harry.

Solo tenías que decir, quero hablar con ustedes_ dijo Ron_ habríamos salido de ahí_ Hermione asintió.

En realidad, no sabía muy bien por qué no había contado ni a Ron ni a Hermione en qué consistía exactamente el castigo que le había impuesto la profesora Umbridge: lo único que sabía era que no quería ver sus caras de horror, porque eso haría que todo pareciera aún peor y resultaría mucho más difícil afrontarlo.

Entendible_ dijo Ron_ pero será mejor que no se repita.

Tienes que contarnos todo, Harry_ dijo Hermione_ especialmente si estás sufriendo.

Prometo no volver a ocultarles este tipo de cosas_ dijo Harry.

A nosotros tampoco_ dijeron Sirius y Remus.

Lo prometo_ dijo Harry.

Además, tenía la impresión de que ese asunto era algo entre él y la profesora Umbridge,

No es así_ dijo Albus_ esto no es algo con lo que deberías lidiar solo.

una prueba de fuerza entre ellos dos, y no pensaba darle la satisfacción de descubrir que se había quejado. —No puedo creer la cantidad de deberes que tenemos —comentó Ron con abatimiento. —¿Y por qué no los hiciste anoche? —le preguntó Hermione—. ¿Dónde estabas, por cierto? —Estaba… Me apetecía dar un paseo —contestó Ron con evasivas. Harry tuvo entonces la clara sensación de que él no era el único que ocultaba cosas.

Ya nos dimos cuneta_ dijo Astoria_ la pregunta es qué.

Tal vez tenía una cita_ sugirió Cormac.

No era eso_ aseguró Ron cuando Astoria lo miró.

El segundo castigo fue igual de duro que el del día anterior. Esa vez la piel del dorso de la mano de Harry se irritó más deprisa, y enseguida se le puso roja e inflamada. Harry no creía que siguiera curándose tan bien como al principio. El corte no tardaría mucho en quedar marcado en su mano, y quizá entonces la profesora Umbridge se considerara satisfecha.

No creo que eso satisfaga a esa mujer_ dijo Sirius_ dime que no se ira sin castigo_ le murmuró a Amelia.

Te lo aseguro_ dijo Amelia_ solo terminemos el capítulo_ Sirius asintió.

Sin embargo, el chico no dejó escapar ni el más leve gemido de dolor, y desde que entró en el despacho hasta que la profesora Umbridge le mandó que se marchara, pasadas las doce, no dijo más que «Buenas noches».

Pasadas las doce_ preguntó Minerva.

Era de esperarse_ dijo Remus_ seguramente estaba esperando que Harry se queje.

Es probable_ asintió Harry, muchos le dieron la razón.

Pero el asunto de los deberes estaba llegando a un punto alarmante, de modo que cuando volvió a la sala común de Gryffindor, pese a estar agotado, no fue a acostarse, sino que abrió sus libros y empezó la redacción sobre el ópalo que tenía que entregar a Snape. Sabía que había escrito una redacción muy floja, pero no le quedaba más remedio que entregarla, porque, por mala que fuera, si no la hacía Snape sería el próximo en castigarlo.

Pero mi castigo no seria ni de cerca tan malo como el de Umbridge_ dijo Severus.

A menos que lo haga limpiar_ dijo Fred_ con la herida abierta seria doloroso.

Por suerte no me arriesgue_ dijo Harry con una mueca, imaginándolo.

A continuación, escribió a toda velocidad las respuestas a las preguntas que les había puesto la profesora McGonagall, redactó a la carrera algo sobre el manejo adecuado de los bowtruckles para la profesora Grubbly-Plank, y subió a acostarse. Se tumbó sobre la colcha sin desnudarse y se quedó dormido inmediatamente. El jueves, Harry se sintió cansado todo el día. Ron también parecía adormilado, aunque su amigo no entendía por qué.

Qué estás haciendo Ron_ preguntó Bill.

Nada malo_ dijo Ron algo sonrojado, no sabía si quería que todos se enteraran.

Eso espero_ dijo Molly.

Empiezo a creer que si hay una chica_ dio Charlie.

No la había_ dijo Ron, pero como se había puesto rojo, muchos no le creyeron.

El tercer castigo de Harry fue igual que los dos anteriores, sólo que, tras dos horas copiando, las palabras «No debo decir mentiras» dejaron de desaparecer del dorso de su mano y permanecieron grabadas allí, rezumando gotitas de sangre. La pausa en el rasgueo de la afilada pluma hizo que la profesora Umbridge levantara la cabeza. —¡Ah! —dijo en voz baja, y pasó junto a su mesa y fue a examinarle la mano—. Muy bien. Esto debería servirle de recordatorio, ¿no cree? Ya puede marcharse. —¿Tengo que volver mañana? —preguntó Harry mientras cogía su mochila con la mano izquierda para no usar la derecha, que tenía dolorida. —Sí, claro —contestó la profesora Umbridge con una amplia sonrisa—. Sí, creo que podemos grabar el mensaje un poco más con otro día de trabajo.

Ya quedó lo suficientemente grabado_ dijo Fleur_ no puede dejarlo ya_ preguntó, sin entender como alguien podía ser tan cruel.

No te gastes, Fleur_ dijo Harry_ ello no lo vale.

Es demasiado, Harry_ dijo Viktor_ cuanto más soportaras antes de hablar.

Imagino que la respuesta es bastante_ dijo Oliver_ pues parece que, de no ser por los libros, nadie habría dicho nada_ añadió.

Harry jamás se había planteado la posibilidad de que existiera algún otro profesor en el mundo al que odiara más que a Snape, pero mientras volvía caminando hacia la torre de Gryffindor, tuvo que reconocer que había encontrado a un poderoso contrincante.

No me pongas en el mismo lugar que ella_ dijo Severus_ yo jamás usaría el castigo físico.

Lo sé_ aseguró Harry.

«Es cruel —pensó mientras subía por la escalera hacia el séptimo piso —. Es una vieja loca, cruel y retorcida.» —

Eso se le queda corto_ dijo Sybill_ es una desgraciada.

Pero su tiempo de abuso se acabó_ dijo Albus.

Por supuesto_ dijo rápidamente Fudge.

¿Ron? Harry había llegado al final de la escalera, había girado a la derecha y casi había tropezado con su amigo, que estaba escondido detrás de una estatua de Lachlan el Desgarbado, aferrado a su escoba. Al ver a Harry, Ron se sobresaltó e intentó esconder su nueva Barredora 11 detrás de la espalda. —¿Qué haces aquí? —Pues… nada. ¿Y tú? Harry lo miró frunciendo el entrecejo. —¡Vamos, Ron, puedes contármelo! ¿De qué te escondes? —Ya que insistes… Me escondo de Fred y George.

Y eso como por qué_ preguntó Molly.

No me escondía de ellos_ suspiró Ron cuando los gemelos voltearon a verlo_ ahora se explica_ dijo.

Acabo de verlos pasar con un grupo de alumnos de primero; creo que están utilizándolos otra vez como conejillos de Indias. Como ahora ya no pueden hacerlo en la sala común, porque allí está Hermione…

A nadie le gustan los chismosos Ron_ dijo Fred cuando Hermione volteó a verlos.

No es como que se lo dijera a Hermione_ se defendió Ron_ no creí que les importara que le dijera a Harry.

No lo hace_ dijo George_ pero ahora Hermione lo sabe.

No les haré nada_ dijo Hermione.

Hablaba muy deprisa, atolondradamente. —Pero ¿qué haces con la escoba? No habrás estado volando, ¿verdad? —No…, bueno…, esto… ¡Está bien, te lo contaré! Pero no te rías, ¿vale? —dijo, poniéndose a la defensiva; cada vez estaba más colorado—. Es que… quiero presentarme a las pruebas de guardián de Gryffindor ahora que tengo una escoba decente. Ya está. ¡Anda, ríete! —No me río —replicó Harry mientras Ron parpadeaba por la sorpresa—. ¡Me parece una idea excelente! ¡Sería genial que entraras en el equipo! Nunca te he visto jugar de guardián. ¿Lo haces bien? —Digamos que no lo hago del todo mal —contestó Ron,

Eres un buen guardián_ dijo Angelina.

De verdad_ preguntó Ron.

Si, pero hay un problema_ dijo Angelina, pero antes de que explicara, Ron la interrumpió.

Cual_ preguntó Ron.

Te falta confianza_ dijo Angelina_ te pones nervioso cuando eres el centro de atención_ explicó, Ron asintió.

Podemos trabajar en eso_ dijo Charlie, Bill asintió, Ron los miró agradecido.

que parecía inmensamente aliviado por la reacción de Harry—. Charlie, Fred y George siempre me colocaban de guardián cuando se entrenaban durante las vacaciones.

Lo hacías bien_ dijeron los tres.

El problema es cuando hay demasiada gente_ dijo Katie.

—¿Y has estado practicando esta noche? —Todas las noches desde el martes… Pero yo solo. He intentado encantar unas quaffles para que volaran hacia mí, pero no ha resultado fácil, y no sé si servirá de algo. —Ron parecía nervioso y angustiado—. Fred y George van a morirse de risa cuando vean que me presento a las pruebas. No han parado de tomarme el pelo desde que me nombraron prefecto.

No es lo mismo_ dijo Fred.

Además, si vas a intentar algo, lo primero que debes hacer es olvidar lo que los demás puedan pensar_ dijo George.

Si no siempre tendrás problemas_ asintió Percy, Ron asintió.

—Ojalá pudiera asistir a las pruebas —comentó Harry con amargura mientras reanudaban juntos el camino hacia la sala común. —Sí, yo también… ¡Harry! ¿Qué es eso que tienes en la mano?

Hasta que lo notaste_ dijo Daphne_ me alegra que ya no vaya a guardárselo.

Yo también_ dijo Ron_ no me gustó nada que no me lo haya dicho.

Dime que intentaste que hablara con alguien_ dijo Artur, Ron asintió.

Harry, que acababa de rascarse la nariz con la mano derecha, intentó esconderla, pero tuvo el mismo éxito que Ron con su Barredora. —Sólo es un corte… No es nada…, es… Pero Ron había agarrado a su amigo por el antebrazo y se había acercado el dorso de su mano a los ojos. Hubo una pausa durante la cual Ron miró fijamente las palabras grabadas en la piel; luego, muerto de rabia, soltó a Harry: —¿No decías que sólo te había mandado copiar?

Eso dijo_ asintió Hermione.

Ya sé que debí hablar_ dijo Harry_ cuando van a dejarlo ir_ preguntó.

Cuando te quede claro que no estás solo_ dijo Hermione.

Algo que no creo que aun hayas entendido_ dijo Ron.

Sé que no estoy solo_ aseguró Harry, pero Ron y Hermione no parecían de acuerdo.

Harry vaciló, pero al fin y al cabo Ron acababa de ser sincero con él, así que le contó a su amigo la verdad sobre las horas que había pasado en el despacho de la profesora Umbridge. —¡Vieja arpía! —exclamó Ron con repugnancia cuando se detuvieron frente al retrato de la Señora Gorda, que dormía apaciblemente con la cabeza apoyada en el marco—. ¡Está enferma!

Completamente de acuerdo_ dijo Ginny_ no conozco una palabra lo suficientemente fuerte para describirla.

Es una perra_ dijo Lavender.

Qué te hicieron las perras_ preguntó Luna.

Cierto_ asintió Lavender, Umbridge se iba poniendo cada vez mas roja, pero no se atrevía a decir nada.

¡Díselo a McGonagall, haz algo! —

Debiste hacerlo_ dijo Petunia, que había estado muy callada, pero no podía creer que su sobrino había estado siendo torturado, realmente no sabía que pensar de eso.

Ya expliqué por qué no lo hice_ dijo Harry.

No me parece suficiente razón_ dijo Dudley, varios le dieron la razón.

No —repuso Harry tajantemente—. No quiero darle la satisfacción de descubrir que me ha afectado. —¿Que te ha afectado? ¡No puedes dejar que se salga con la suya! —No sé hasta qué punto la profesora McGonagall tiene poder sobre ella.

Habría hecho lo que sea para remediar la situación_ dijo Minerva.

Ya vio como intento salvarse_ dijo Harry_ sin los hechos del libro dudo que usted pudiera hacer algo.

Claro que podría_ dijo Minerva.

Pero también corríamos el riesgo de perderla_ dijo George_ no podemos permitir eso_ varios asintieron.

—¡Pues a Dumbledore! ¡Díselo a Dumbledore! —No —dijo Harry por toda respuesta. —¿Por qué no? —Él ya tiene bastantes preocupaciones —contestó, pero ése no era el verdadero motivo. No pensaba ir a pedir ayuda a Dumbledore porque éste no había hablado con él ni una sola vez desde el mes de junio.

Ante esas palabras, el director adquirió una expresión de alguien que había sido golpeado por una bludger.

No te culpo por no querer ir_ dijo Theo.

Debiste decírmelo, Harry_ dijo Albus_ ella ya no estaría aquí.

Cree que mi mano habría sido prueba suficiente_ preguntó Harry, Albus quería decir que si, pero no sabia hasta que punto, Fudge la habría defendido, sin mas evidencia.

—Mira, yo creo que deberías… —empezó Ron, pero entonces lo interrumpió la Señora Gorda, que había estado observándolos, adormilada, y en ese momento les espetó: —¿Vais a decirme la contraseña o tendré que pasarme toda la noche despierta esperando a que terminéis vuestra conversación? El viernes amaneció sombrío y húmedo, como todos los días de la semana. Cuando entró en el Gran Comedor, Harry miró automáticamente hacia la mesa de los profesores, pero sin ninguna esperanza de encontrar a Hagrid allí, y enseguida se concentró en otros problemas más acuciantes, como la montaña de deberes que tenía que hacer y la perspectiva de otro castigo más con la profesora Umbridge.

Solo uno más, Harry_ dijo Hagrid_ tú puedes.

Dime que fue el último_ pidió Sirius.

Fue el último_ dijo Harry.

Lo prometes_ preguntó Remus, Harry fingió no escucharlo, no quería hacerles falsas promesas.

Aquel día hubo dos cosas que animaron un poco a Harry. Una era la idea de que se acercaba el fin de semana; la otra era que, pese a lo desagradable que sin duda alguna sería su último día de castigo, desde la ventana del despacho de la profesora Umbridge se veía el campo de quidditch, y con un poco de suerte podría observar las pruebas de Ron.

Lo que sea que te ayude_ dijo Gerald con un suspiro.

Gracia por el apoyo_ le dijo Ron a Harry con una sonrisa.

Los rayos de luz eran verdaderamente débiles, pero Harry agradecía cualquier cosa que pudiera iluminar un poco la oscuridad que lo envolvía; nunca había pasado una primera semana de curso peor. Aquella tarde, a las cinco en punto, llamó a la puerta del despacho de la profesora Umbridge deseando que fuera la última vez, y recibió la orden de entrar. La hoja de pergamino en blanco lo esperaba sobre la mesa cubierta con el tapete de encaje, así como la afilada pluma negra, que estaba a un lado. —Ya sabe lo que tiene que hacer, Potter —le indicó la profesora Umbridge sonriendo con amabilidad.

Al menos podrías no verte tan feliz con la situación_ espetó Amelia, harta.

Yo no era feliz con los castigos_ dijo Umbridge_ solo quería corregirlo.

Espera que nos creamos eso_ preguntó Moody con burla.

Es la verdad_ dijo Umbridge.

Harry cogió la pluma y echó un vistazo por la ventana. Si movía la silla un par de centímetros hacia la derecha con la excusa de acercarse más a la mesa, lo conseguiría. A lo lejos veía al equipo de quidditch de Gryffindor volando por el campo, mientras una media docena de figuras negras esperaban de pie, junto a los tres altos postes de gol, aguardando seguramente su turno para hacer de guardianes. Desde aquella distancia era imposible saber cuál de aquellas figuras era Ron. «No debo decir mentiras», escribió Harry. A continuación, el corte se abrió en el dorso de su mano derecha y empezó a sangrar de nuevo. «No debo decir mentiras.» El corte se hizo más profundo y le produjo dolor y escozor.

Harry suspiró hondo para hacer el dolor más aguantable.

Solo un poquito mas_ dijo Daphne, acariciando la mano de Harry como si de esa forma pudiera borrarle la cicatriz.

«No debo decir mentiras.» La sangre empezó a resbalar por su muñeca. Se arriesgó a mirar una vez más por la ventana. El que defendía los postes de gol en ese momento estaba haciéndolo muy mal. Katie Bell marcó dos veces en los pocos segundos que Harry se atrevió a echar un vistazo. Con la esperanza de que aquel guardián no fuera Ron,

Probablemente lo era_ dijo Ron con una mueca.

Pero te eligieron en el equipo_ dijo Bill_ así que tan mal no podrías haber estado_ añadió.

No fui el mejor_ murmuró Ron.

Si Angelina confía en ti, es que tienes talento_ dijo Oliver, recibiendo una sonrisa agradecida de Ron.

volvió a bajar la vista hacia el pergamino, salpicado de sangre. «No debo decir mentiras.» «No debo decir mentiras.» Harry levantaba la cabeza cada vez que creía que no corría peligro si lo hacía: cuando oía el rasgueo de la pluma de la profesora Umbridge o que un cajón de la mesa se abría. La tercera persona que hizo la prueba era bastante buena, la cuarta era malísima, y la quinta esquivó una bludger con una habilidad excepcional, pero luego falló en una parada fácil.

Es probable que esa persona sirva mas como cazador_ dijo Oliver pensativo.

Creo que si_ dijo Angelina_ pero por suerte no me faltan cazadoras_ añadió con una sonrisa, sin querer pensar en tener que buscar también cazadoras.

El cielo se estaba oscureciendo y Harry dudaba que pudiera ver la actuación del sexto y del séptimo aspirantes. «No debo decir mentiras.» «No debo decir mentiras.» En ese momento el pergamino estaba cubierto de relucientes gotas de la sangre que le caía de la mano, que le dolía muchísimo.

No entiendo como puede dejarlo seguir escribiendo_ dijo Sirius.

Como dijiste sobre tu madre, no tiene corazón_ dijo Harry_ Umbridge se mantiene viva por pura maldad.

Probablemente los dementores no encuentren alma que succionar_ dijo Tonks, varios asintieron completamente de acuerdo.

Cuando volvió a levantar la cabeza ya era de noche y no se distinguía el campo de quidditch. —Vamos a ver si ya ha captado el mensaje —propuso la profesora Umbridge con voz suave media hora más tarde. Se dirigió hacia Harry extendiendo los cortos y ensortijados dedos para agarrarle el brazo y entonces, cuando lo sujetó para examinar las palabras grabadas en su piel, el chico notó un intenso dolor, pero no en el dorso de la mano sino en la cicatriz de la frente.

Lo que faltaba_ se quejaron varios.

Voldy tenia que hacer su entrada_ dijo Cedric negando con la cabeza.

Había estado tranquilo mucho tiempo_ dijo Harry.

Al mismo tiempo tuvo una sensación muy extraña a la altura del estómago. Dio un tirón para soltarse y se puso en pie de un brinco, mirando fijamente a la profesora Umbridge. Ella lo miró también a los ojos, forzando aquella ancha y blanda sonrisa. —Ya lo sé. Duele, ¿verdad? —comentó con su empalagosa voz.

Pues ya ve que no es por usted_ dijo Sirius_ un sapo nunca podría romper a mi ahijado_ dijo con orgullo.

Claro que si_ dijo Harry, dándole una sonrisa a Umbridge que lucía furiosa ante eso.

Harry no contestó. El corazón le latía muy deprisa y con violencia. ¿Se refería la profesora a su mano o sabía lo que acababa de notar en la frente?—.

No creo que sea eso_ dijo Neville_ no creo que ella esté relacionada con Voldemort.

Quien sabe_ dijo Adrián_ de ella, ya no me sorprendería nada_ varios asintieron.

Bueno, creo que ya me ha comprendido, Potter. Puede marcharse. Harry cogió su mochila y salió del despacho tan deprisa como pudo. «Serénate —se dijo mientras corría escaleras arriba—. Serénate, no tiene por qué significar lo que crees que significa…» —¡Mimbulus mimbletonia! —dijo, jadeando, al llegar al retrato de la Señora Gorda, que se abrió una vez más. Lo recibió un fuerte estruendo. Ron fue corriendo hacia él, sonriente y derramándose sobre la túnica la cerveza de mantequilla que tenía en la copa que llevaba. —¡Lo he conseguido, Harry! ¡Me han elegido! ¡Soy guardián! —

Así se hace_ dijo Astoria besando su mejilla.

Ahora a entrenar duro_ dijo Oliver_ es una posición muy importante.

Lo sé_ dijo Ron, con un suspiro, recordando los entrenamientos posteriores a la expulsión de Harry y los gemelos del equipo.

¿Qué? ¡Oh, es fabuloso! —exclamó Harry intentando sonreír con naturalidad mientras el corazón seguía latiéndole a toda velocidad y la mano le dolía y le sangraba. —Tómate una cerveza de mantequilla. —Ron le puso una botella en la mano—. No puedo creerlo. ¿Dónde se ha metido Hermione? —Está allí —dijo Fred, que también estaba tomando la misma clase de cerveza, y señaló una butaca junto al fuego. Hermione estaba dormitando en ella con la copa peligrosamente inclinada en una mano.

Quien no la conociera, pensaría que estaba borracha_ dijo Parvati, varios asintieron soltando algunas risitas.

Estaba muy cansada_ dijo Hermione sonrojada.

—Bueno, cuando le he dado la noticia me ha parecido que se ponía contenta — comentó Ron, que parecía un tanto decepcionado.

Awww_ arrullaron varios.

Estaba más que contenta_ aseguró Hermione, sonriéndole a Ron, que le devolvía la sonrisa.

—Déjala dormir —se apresuró a decir George. Harry tardó un momento en darse cuenta de que unos cuantos alumnos de primer año, de los que había a su alrededor, tenían señales de haber sangrado por la nariz hacía poco tiempo.

Fue una buena decisión no despertarla_ dijo Ginny con una risita, varios asintieron mientras Hermione miraba mal a George.

—Ven aquí, Ron, a ver si te queda bien la vieja túnica do Oliver —dijo Katie Bell —. Podemos quitar su nombre y poner el tuyo… Cuando Ron se separó de Harry, Angelina se le acercó con aire resuelto. —Lo siento, ya sé que he estado un poco antipática contigo, Potter —se disculpó con brusquedad—.

Solo un poco_ dijo George con sarcasmo.

Se supone que debes estar de mi lado_ dijo Angelina.

Por eso dije que solo un poco_ dijo George_ estoy de acuerdo contigo_ añadió, Angelina rodó los ojos, pero sonrió.

Es que esto de dirigir el equipo es muy estresante, ¿sabes? Empiezo a pensar que a veces no era del todo justa con Wood. —

Hasta que alguien me entiende_ dijo Oliver_ para que vean que yo debía actuar como lo hacía.

Lamentamos ser un equipo tan malagradecido_ dijo Alicia, Oliver asintió satisfecho.

La chica observó a Ron por encima del borde de su copa, con el entrecejo ligeramente fruncido—. Mira, ya sé que es tu mejor amigo, pero está un poco verde —añadió sin andarse con rodeos —. Sin embargo, creo que con un poco de entrenamiento mejorará.

Sigo creyéndolo_ aseguró Angelina, cuando Ron la miró_ sino hace mucho que te habría reemplazado_ añadió.

Procede de una familia de buenos jugadores de quidditch.

El juego está en nuestras venas_ asintió Bill, todos los hermanos, menos Percy asintieron.

Si he de serte sincera, cuento con que demuestre tener algo más de talento del que ha demostrado hoy. Vicky Frobisher y Geoffrey Hooper han volado mejor que él esta noche, pero Hooper es un quejica, siempre está protestando por algo,

Eh_ se quejó el chic, pero el equipo asintió.

No seria conveniente en el equipo_ estuvo de acuerdo Viktor.

y Vicky pertenece a un montón de asociaciones. Ella misma reconoció que sus reuniones del Club de Encantamientos serían prioritarias si coincidían con los entrenamientos.

Definitivamente no puede estar en el equipo_ dijo Oliver, el equipo asintió.

En fin, mañana a las dos en punto tenemos una sesión de prácticas; espero que no falten esta vez. Y hazme un favor: ayuda todo lo que puedas a Ron. Harry asintió con la cabeza y Angelina volvió a reunirse con Alicia Spinnet.

Es una buena opción para ayudar a Ron_ aprobó Oliver.

Lo era_ estuvo de acuerdo Angelina, recibiendo sonrisas comprensivas del resto de su equipo.

Harry fue a sentarse junto a Hermione, que se despertó sobresaltada cuando él dejó su mochila en el suelo. —¡Ah, eres tú, Harry! Qué bien que hayan elegido a Ron, ¿verdad? —dijo con cara de sueño—. Estoy ta-ta-tan cansada —bostezó—. Anoche estuve levantada hasta la una tejiendo más gorros. ¡Desaparecen a una velocidad increíble! Y, en efecto, Harry vio que había gorros de lana escondidos por toda la habitación, en lugares donde los elfos desprevenidos podrían encontrarlos por casualidad.

Me pregunto que pasara con ellos_ dijo Luna.

Tal vez en algún momento lo sepamos_ dijo Ernie_ dudo mucho que os elfos los estén agarrando_ todos asintieron, intrigados.

No sé quien mas podría hacerlo_ dijo Michael.

—Genial —comentó Harry, distraído; si no se lo contaba a alguien pronto, estallaría—. Oye, Hermione, estaba en el despacho de Umbridge y me ha tocado el brazo… Hermione lo escuchó atentamente. Cuando su amigo terminó el relato, le preguntó, hablando despacio: —¿Temes que Quien-tú-sabes esté controlándola como controlaba a Quirrell? —Bueno —contestó Harry, bajando la voz—, es una posibilidad, ¿no? —Supongo que sí —respondió Hermione, aunque no parecía convencida—.

Lo veo poco probable_ dijo Albus cuando lo miraron_ aunque sería preferible pensar que Voldemort pudiera estar controlándola.

Pero la verdad es que ella es cruel por si sola_ dijo Minerva, el resto de docentes asintió.

Pero no creo que pueda poseerla como a Quirrell. No sé, ahora está vivito y coleando, ¿no es así?, tiene su propio cuerpo y no necesita compartir el de otra persona. Supongo que podría haberle echado una maldición Imperius, desde luego…

Para eso tendría que haberse acercado_ dijo Percy pensativo_ pero siempre podría hacerlo Malfoy o algún otro mortifago.

Malfoy dijo que su padre estuvo en el ministerio_ recordó Collin.

Ella no está bajo la maldición imperius_ aseguró Albus.

—Harry se quedó un momento mirando cómo Fred, George y Lee Jordan hacían malabarismos con unas botellas de cerveza de mantequilla vacías. Entonces Hermione añadió—: Pero el año pasado te dolía la cicatriz sin que nadie te tocara y Dumbledore dijo que eso tenía que ver con lo que Quien-tú-sabes sentía en aquel momento, ¿verdad? O sea, que lo que te ocurre ahora quizá no tenga nada que ver con la profesora Umbridge.

Creo que ella tiene razón_ dijo Kingsley_ el dolor no tenía que ver con Voldemort.

Es tranquilizador saber que fue solo una coincidencia_ dijo Harry_ no necesitamos otra maestra poseída por Voldemort.

Aunque dudo mucho que pueda ser mas malvada_ dijo Tracy, recibiendo muchos asentimientos.

Quizá no sea más que una casualidad que ocurriera mientras estabas con ella. —Es cruel —se limitó a decir Harry—. Y retorcida. —Es horrible, eso es verdad, pero…, Harry, creo que deberías contarle a Dumbledore que te ha dolido la cicatriz. Era la segunda vez en dos días que le aconsejaban que fuera a ver a Dumbledore, y la respuesta que le dio a Hermione fue la misma que le había dado a Ron. —No quiero molestarlo con tonterías.

No es una tontería_ dijo Albus_ ni lo de la cicatriz, ni lo que pasaba con la profesora.

No me pareció que tuviera tanta importancia_ dijo Harry encogiéndose de hombros, Albus suspiró, pero lo dejó pasar por le momento.

Como ya has dicho, no tiene tanta importancia. Me ha dolido todo el verano, y esta noche quizá me haya dolido un poco más, sólo eso… —Harry, estoy segura de que a Dumbledore no le importaría que lo molestaras por una cosa así…

Claro que no me importaría_ dijo Albus_ debiste haberme buscado.

Si usted los dice_ murmuró Harry.

—Sí —explotó Harry sin poder contenerse—, eso es lo único que a Dumbledore le importa de mí, mi cicatriz. —

No es así_ dijo Albus.

Pues es lo que parece_ dijo Harry.

¡No digas eso! ¡No es verdad! —Creo que escribiré a Sirius y se lo contaré, a ver qué opina él… —¡No puedes poner una cosa así por escrito, Harry! —exclamó Hermione, alarmada—. ¿No recuerdas que Moody nos dijo que tuviéramos mucho cuidado con lo que escribíamos en nuestras cartas? ¡No podemos estar seguros de que no intercepten nuestras lechuzas! —

Por desgracia tiene razón_ dijo Sirius, pero no parecía feliz de que su ahijado no pudiera escribirlo cuando en una de las pocas ocasiones en las que quería recurrir a un adulto.

¡De acuerdo, de acuerdo, no se lo contaré! —repuso Harry, enfadado.

Descuida cachorro_ dijo Sirius_ buscaremos una manera de comunicarnos_ Harry le sonrió y asintió.

Luego se levantó y dijo—: Me voy a la cama. Díselo a Ron, ¿quieres? —¡Ah, ni hablar! —replicó Hermione con alivio—, si tú te vas, yo también puedo irme sin parecer maleducada.

Era mi fiesta de celebración_ dijo Ron.

Estaba cansada_ se disculpó Hermione.

Necesitaba acostarme_ añadió Harry.

Estoy agotada y mañana quiero hacer unos cuantos gorros más. Mira, si quieres ayudarme, es muy divertido. Ya he mejorado y puedo hacer dibujos, borlas y todo tipo de adornos. Harry la miró y vio que estaba muy contenta, así que intentó fingir que su ofrecimiento lo tentaba. —Esto…, no, no creo que te ayude, gracias —balbuceó—. Humm… Mañana no, tengo un montón de deberes por hacer… Y fue hacia la escalera de los dormitorios de los chicos dejándola un tanto decepcionada .

Es el final del capitulo_ dijo la profesora Sinistra, cerrando el libro.

Muy bien, ordene que sirvan la cena mientras vamos a mi oficina.

Espéranos despierto, Harry_ dijo Sirius, Harry asintió, nada ansioso por la charla que le esperaba.