Después de comer en Gunter's la Sra. Gardiner con los niños se quedaron en la casa Thompson, mientras Lizzy y su tío fueron a una reunión con el Sr. Thorne para analizar las posibles propiedades que estaban a la venta. Dado que Lizzy no quería gastar el dinero de la dote de Isabella, contaba solo con 22.000 libras para comprar una pequeña hacienda.

Analizaron todas las opciones, y finalmente, eligieron tres de ellas para ir a verlas. La primera de ellas estaba solo a unas 10 millas de Londres, la segunda estaba en Kent (40 millas de Londres) y la tercera en Hertfordshire a unas 10 millas de Longbourn.

Las tres reportaban ingresos cercanos a 1000 libras al año. Satisfechos con la reunión, acordaron en dos semanas visitar la más cercana a Londres, en tres semanas la de Kent y por último la de Hertfordshire.

Dos días más tarde, los Gardiner junto con Lizzy e Isabella llegaron a Longbourn. El Sr. Bennet y la Sra. Bennet eran los únicos que los estaba esperando en la puerta. Al ver a su hija favorita bajar del carruaje con una pequeña niña prácticamente igual a ella – salvo por el color de cabello - el Sr. Bennet comenzó a llorar de la emoción.

Después de abrazarse fuertemente, y algunos comentarios breves, los cuatro viajeros fueron a sus respectivas habitaciones a refrescarse y descansar. Acordaron que dos horas más tarde, se reunirían todos en el comedor principal a cenar.

Lizzy e Isabella fueron las primeras en bajar - como no tenía niñera, la niña iba a estar junto con los adultos - y se encontraron con Mary y un caballero que no conocían.

Mary se veía distinta a como la recordaba; estaba vestida con colores más claros, tenía un peinado diferente y además estaba sin lentes. Al verla, su hermana sonrió y muy contenta de verla nuevamente la abrazó.

"Lizzy, que bueno que pudieron llegar sanos y salvos a Inglaterra. Tenía tanto miedo que algo malo les pasara." sonriéndole a Isabella agregó, "tu debes ser Isabella. Yo soy tu tía Mary", agregó, "Él es el Sr. Willow, mi prometido. Nos vamos a casar el mes próximo." Isabella, le sonrió a su tía, al mismo tiempo que Lizzy exclamó.

"Mary, estoy tan feliz de verte. Mucho gusto Sr. Willow, y felicitaciones a ambos."

En ese momento bajaron los Gardiner y los Bennet. Minutos más tarde estaban todos los adultos sentados en el comedor, mientras que Isabella jugaba con sus muñecas sentada en una alfombra y comiendo unos bocadillos.

El ambiente en la mesa era festivo, como suele ocurrir cuando después de un largo tiempo se reunen personas queridas, hasta que un momento Lizzy preguntó por su antigua amiga Charlotte.

"Me comentó Jane que Charlotte volvió a casa de los Lucas después de que el Sr. Collins falleció. ¿Cómo está ella?"

Mary un poco molesta contesto, "Honestamente, no me importa la vida de Charlotte Collins y preferiría no verla. Los Lucas fueron los principales vecinos en censurarnos y dañar aún más nuestra reputación. Sumado a ello, las pocas veces que estuvo Charlotte Collins en Meryton, junto con su marido lo único que hacían era criticar por completo a nuestra familia. Incluso insinuaron que tú, te habías ido a América para ocultar un embarazo de un amorío que habías tenido quien sabe con quién…"

Lizzy escuchó con tristeza el recuento de la actitud de los Lucas y de su antigua amiga, aunque recordaba claramente la carta que Charlotte le había mandado casi siete años atrás diciéndole que no podía mantener una amistad con ella. Definitivamente Jane tenía razón, era mejor estar alejada de toda esa gente.

Durante la cena, y mientras su madre hablaba con su tía sobre la moda en Boston, y su padre con su tío acerca de las relaciones diplomáticas con América, tuvo oportunidad de estudiar detenidamente a sus padres.

Se notaba claramente que los años habían pasado, su padre había perdido por completo el cabello y parecía mucho mayor de sus 58 años; su madre tenía el cabello casi en su totalidad blanco, había bajado de peso, parecía 10 años mayor y además hablaba mucho menos. Sin lugar a dudas, los años, censura y sufrimiento, habían hecho estragos en la familia Bennet, y sus padres ya no eran los mismos.

Al día siguiente, Lizzy se levantó muy temprano, y después de avisar a su tía que iba a salir a pasear por los alrededores, se fue caminando hacia Oakham Mount. Sin duda, la vista desde la cima seguía siendo la misma, pero por alguna razón ya no le causaba el mismo placer de antaño.

Mirando el horizonte, pensó con nostalgia en "Los Abetos", y particularmente en su querido Thomas, y todo lo que había perdido. Extrañaba mucho a su esposo, pero a medida que pasaban los días, iba aprendiendo a pensar solo en los bonitos recuerdos, y en todos los momentos felices que vivieron. Sabía que había sido afortunada de casarse con un hombre maravilloso, y de tener a su preciosa hija, pero sentía que Dios se lo había llevado demasiado pronto…

Regresó a Longbourn escasos minutos antes del desayuno. La familia estaba ya reunida, y sonrió al ver que su padre estaba jugando con Isabella al mismo juego que solía jugar con ella cuando era pequeña. El resto del día, lo pasaron contando anécdotas de la vida en Boston, de la buena Sra. Smith, de Thomas Harrison y de Isabella.

Al día siguiente, que fue domingo, todos los adultos fueron a la iglesia. Isabella se quedó en la casa durmiendo, y la Sra. Hill prometió cuidarla. Varios de los vecinos, incluido el añoso párroco, se sorprendieron mucho al ver entrar a Elizabeth Bennet.

Algunos de los caballeros que la habían conocido años atrás y aún eran solteros, miraron a Elizabeth con mucha curiosidad, ya que indudablemente era una mujer muy bonita y si los rumores eran ciertos, además tenía dinero.

Al terminar el sermón, varios de los vecinos fueron a saludar a Elizabeth e invitarla a sus respectivas casas. Las más insistente fue Lady Lucas y Charlotte, que sabía que John Lucas varios años atrás había estado enamorado de Elizabeth. Dado que la situación económica de los Lucas, por las malas cosechas, sumado al regreso de Charlotte y su pequeña hija, había empeorado sustancialmente en los últimos años, ya no le importaba que años atrás los Bennet fueran considerados una familia de baja moral siempre y cuando la fortuna de Elizabeth Harrison fuera a parar a las arcas de los Lucas.

Elizabeth declinó todas las invitaciones excusándose que en dos días regresaba a Londres.